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Lágrimas de otoño por aries_orion

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Notas del fanfic:

A pesar de estar usando personajes, lugares y situaciones del mundo de ficción creado por J.K.Rowling, toda la trama de la historia es sólo de mi creación

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

 

Ese era un refrán que pocas veces a lo largo de su vida había escuchado y, de esas pocas, unas tantas le prestó atención. Él siempre supo lo que tenía y lo que no, de lo que carecía y poseía. Llorar para esos momentos ya era algo absurdo e indignante. Tonto no era, estúpido tampoco y mucho menos ciego.

 

Muchas veces sus nanas le miraron con lastima cada vez que hacía una de sus tantas rabietas por no tener lo que quería.

 

Falsos.

 

Sentimientos y actos tan falsos que hasta se reía o se asqueaba por su mente limitada. Tuvo que sufrir una guerra, enamorarse a mitad de esta, presenciar muerte, tortura y, dado que la suerte pocas veces se encontraba a su lado, los mismos golpes presenciados le tocaron padecer. Incluso peores porque no era sólo uno su verdugo, sino dos o hasta diez.

 

Se mantenía en pie por aquel minúsculo lazo que su bastardo y soberbio corazón se negaba a soltar. Su cordura pendía de un hilo tan frágil como el cristal y fuerte como la seda de araña.

 

Para cuando la guerra terminó, era un vil saco de huesos, piel y llagas por las constantes torturas. No se atrevía a ver cualquier cosa que reflejara. Ni siquiera los ojos. Los juicios se dieron, por primera vez deseó quedarse en aquel minúsculo cuarto con el clima frío, pero sus deseos, como siempre, no fueron concedidos. La persona de la cual se enamoró decidió tomarlo como su causa perdida en una dramática forma de remediar la ayuda impecable que su madre le dio.

 

No era su deuda, a él no le debía nada. ¿Por qué no podía dejarlo dentro de su apetecible cuarto helado?

 

Valores insufribles como el calor del sol.

 

Detesto cada segundo, cada minuto que paso en su presencia. Que las acciones y gesto provocaban reacciones que no podía controlar cómo le gustaría, pero ahí estaba, recibiendo ayuda, mimos, palabras y miradas que sólo lograron pegar a un muñeco que desde hacía mucho, se encontraba roto.

 

Las grietas eran profundas, pronunciadas, fuertes y con una gran carga simbólica que poco le importa compartir con alguien que no sea su inconsciente. Sin embargo, así como sus deseos se vieron ignorados, sus anhelos también, porque nadie evitó que ese amor de adolescente manchado de sangre y rencor diera una insignificante rosa.

 

Al principio le sorprendió, era como ver algo fascinante por primera vez, algo hermoso, sublime. Después, vino la aceptación, está bien, se puede quedar, se dijo, más nada le advirtió que el aceptarla dejaba entrar al dueño de la semilla en su piel. Un tatuaje como el de su antebrazo y muñeca. No pensó, sólo sintió. No vio más de lo estrictamente necesario y mucho menos permitió ser rebajado a un paria. No necesitaba un constante recordatorio cuando lo tenía a primera vista, al despertar y antes de dormir. A veces, se adormece él mismo con caricias suaves, con sus yemas dibujando con dóciles movimientos las cicatrices.

 

Nunca le importo. No hubo relevancia porque no necesitaba hablar para demostrar lo quebrado que estaba o lo mucho que amaba al hombre de prados verdes.

 

Le amaba maldita sea. De forma retorcida y suave le amaba. Por él comenzó a cambiar, a tratar de recuperar su verdadera esencia, su personalidad, a redescubrir su magia y sus valores. Dejar lo importante y lo que no, por cual era mejor luchar y otras desistir.

 

Se levantó. Se armó. Se pegó.

 

Más las fisuras ya estaban hechas y ni con el mejor pegamento podría desaparecerlas, salvó retrasar su quiebre.

 

Y estaba bien, no se quejaba. No exigía porque no se sentía con el derecho, no aún.

 

Pero cuando al fin podía considerarse un humano, un ser viviente, la estocada llegó. No hubo aviso, ni carta. No gestos, ni palabras. Sólo un simple adiós. Palabra de cinco letras con un acento le regresaron al subsuelo, le arrastraron a la asquerosa celda donde le ataban a una maldita roca con cadenas dejando su espalda y pantorrillas expuestas, sus rodillas eran su único soporte a la tierra. Buscó respuestas, más estas nunca tuvieron el valor de ser pronunciadas.

 

Dejó de buscar, de anhelar y desear. Se arrancó el pequeño corazón cuál botón del pecho. ¿Para qué necesitarlo si sólo era tomado para diversión? No lloró, no destruyó su habitación y mucho menos gritó.

 

¿Para qué?

 

Sí todo estaba perdido desde que se dio cuenta de su valía. Peor aún, su familia supo de su romance de verano y como único castigo digno de su estirpe, le echaron cual perro. No hubo dinero, ni apoyo o pertenencias que cargar. Sólo un nombre sin crédito cargando sólo con lo puesto. Buscó a sus amigos, todos le cerraron la puerta, pues mezclarse con él era sinónimo de problemas.

 

Está bien, se dijo y se repitió hasta el cansancio. Todo estaría bien... todo estaba hecho una mierda, se convirtió en un mendigo en las calles que siempre detesto. Probó sus delicias e infiernos, sólo una vez estuvo lo bastante cuerdo para aparentar ser un chico normal, con una vida normal y con una familia normal. Entró a un club, quizá un poco de sexo le ayudaría o hablar con un desconocido o hasta con el cantinero, desahogarse justificando su mundo con los efectos de la bebida.

 

No lo busco, ella lo encontró.

 

Una chica con una despampanante sonrisa, ojos brillosos, cabellos azules y un par de tatuajes en su piel, que, más adelante descubrió la historia junto a un hermoso cuervo a todo lo largo y ancho de la espalda. Le sorprendió el cariño y entusiasmo con el cual acariciaba los suyos, le contó su historia y esta sólo le observó. No le miro, le observó directamente a los ojos diciendo tanto con aquella simple acción.

 

Y por primera vez en mucho tiempo, lloró. Se aferró a su cuerpo como si se tratara de una tabla a la mitad del inmenso mar, como si fuera una pequeña hada de fuego alumbrando su pútrida coraza.

 

Esa pequeña mujer le enseñó como si fuera un niño, le dio un lugar en su pequeña morada, le alentó a aprender, explorar y preguntar. Le llevó a otros mundos en sólo un par de horas. Pensó que la suerte por primera vez le permitía rozar sus costados, pero se vio arrastrado a conocer aquella parte de la familia que padeció lo mismo. No sólo se topó con un par de brazos cálidos, besos suaves, gestos fríos y palabras amenazadoras; además, un pequeño infante que parecía le gustaba mucho estar entre sus brazos.

 

Familia.

 

Ella y ellos eran su familia.

 

Ella y ellos le dieron un concepto nuevo de familia. Un significado totalmente diferente del cual se le enseñó desde los pañales.

 

No obstante, esta no dejó que le acariciara más allá de lo permitido y, por su osadía, pago con lo más preciado que existía en su patética vida.

 

Más no se quejaba, ya no más.

 

Su corazón seguía roto, su piel agrietada y su mirada con pequeños halos de luz. Porque antes de irse le dio un par de cachorros que no conocían el significado de tranquilidad y silencio. Por ellos se levantaba al alba y se acostaba a mitad de la noche. Aprendió a lavar, a realizar los quehaceres, a desplazarse por las calles atestadas de Londres y a ocultar su magia. Sus tatuajes eran exhibidos sin pena, sin pudor, ya no le daba asco que le tocaran o miraran su antebrazo.

 

Ya todo le daba igual porque se había encontrado a sí mismo.

 

La puerta de su habitación fue empujada con excesiva fuerza, no necesitaba moverse para ver de quienes se trataban. No le importó que su cuerpo fuera golpeado y aplastado, que buscaran sus brazos para meterse entre ellos. Daba igual si recibía miradas dulces o desagradables.

 

Ellos eran su motor, su pegamento y sólo por ellos se levantaba cada mañana, alejaba los recuerdos de un pasado tortuoso lleno de falacias bonitas. Su magia no eran las cosas que se movían, sino los momentos que ese par le dejaban presenciar mientras el tiempo seguía su curso.

 

Porque él ya no se iba a detener a llorar por algo que nunca tuvo.

 

Ya no más.

 

 

Notas finales:

Mi primer fic Drarry. 

 

Nueva locura, bueno, soy nueva en el fandom Potter pero sí les ha gustado, decirme para ver sí lo dejó como one-shot o lo continuo. 

 

Yanne.  xD


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