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Seiteki VIRUS por metallikita666

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Notas del fanfic:

Este fic es puro y absoluto pajerismo salvaje, salido de las ganas que me quedaron de ver a estos tres juntos y en acción luego de escribir Wife. Aun así, creo que se puede catalogar como un trío con trama. No sé; juzguen ustedes. Está divido en tres partes para evitar el posible embotamiento que pueda producir un lemon (smut) tan largo, y el nombre corresponde al de una canción de the Piass de la era de Tetsu: mi pieza pesada favorita de las del enano. Significa “virus sexual”.

 

El resto de créditos musicales son:

Akai one piece, de the Gazette. Del single Wakaremichi.

Kiseichuu, de the Piass. Del maxi-single Dolei.

Fat Fetishism, de the Piass. Del álbum Piass.

 

Como siempre, las traducciones del japonés se basan en las que existen, y lo que está escrito en engrish, así se queda. No tengo corazón para cambiarlo.

I

“Soy más egoísta que otros

No tengo reglas ni nada parecido

No dejo que nadie se queje

Después de todo, soy una reina autoproclamada

Tal vez, tal vez, tal vez

Hay muchos tipos que coquetean conmigo

Pero tengo un hombre favorito.” Akai one piece

 

-Pero al mocoso enano lo vas a encerrar en algún cubículo… ¿no?- Le dijo su amigo el de la bandita, alzando una ceja. Su mano se hallaba sobre el enorme y pesado picaporte cuya puerta los separaba, mediante la cual uno quedaba dentro y el otro, fuera.

-No, ¿cómo crees?- Respondió el más alto, gatillando la sorpresa del rubio. -¿Adónde has visto que sea correcto quitarle un dulce a un pequeño? Qué crueldad. Quitárselo y no compensarlo. El enano también va.-

Una amplia y decidida sonrisa acompañó aquel parlamento, y Reita supo muy bien que no habría poder en este mundo para disuadir al pato de lo que había planeado: para lo cual, asimismo, ambos hicieron todos los arreglos. Aparte de lo respondido, Suzuki sabía bien que uno de los motivos para “incluir amablemente” a Tetsu en aquel plan era la casi imposibilidad de encerrarlo sin que se fuera a escapar, con un buen destrozo de las instalaciones y una acusación de por medio, que al final saldrían más caros de la cuenta.

-Psss, Rei.- Le detuvo Kouyou antes de que cerrara la puerta. –Gracias por todo. Sabes que te amo.- Y tras guiñarle un ojo de forma pícara, le sopló un beso.

El otro rio tenuemente, moviendo la cabeza de un lado hacia el otro en señal de negación.

-Nada de eso, hermano. Me debes una con Ruki-chan.-

Según lo convenido, Akira se quedaría en las inmediaciones de una de las salidas traseras de los vestidores del gimnasio para, más o menos una hora después y con código secreto de por medio, abrir aquella cancela. La del interior, que conducía de los cambiadores a la cancha, fue previamente cerrada por Kouyou cuando avisó que “iría a ver si los chicos ya habían llegado”, con lo cual se refería al pequeño grupo de compañeros que supuestamente accedieron a quedarse después de clases para disputar una partida de básquet: miembros usuales de los equipos que los dos novenos y ambos undécimos formaban para las lecciones. Naturalmente, nadie ajeno a aquellos cuatro implicados estaba enterado de absolutamente nada.

-¿Cómo va eso? ¿Por fin llegaron esos holgazanes?- Preguntó Takayuki, quien se estaba terminando de atar los cordones de las zapatillas, en apariencia emocionado a pesar de todo.

Decía detestar al compañero de su hermano y seguía deplorando sus estupideces, pero creía que los acosos de este habían acabado por fin luego de aquel proyecto escolar conjunto y todo lo que su preparación implicó. Aun recordaba la manera tan seria y tajante en que le dejó muy en claro al de Kanagawa que si había alguien que le interesaba del colegio, era únicamente su amigo el bajito, quien en ese instante practicaba un poco con la pelota en el mismo cambiador.

-¡Sí, yo quiero jugar ya! ¡Quiero que comencemos!- Exclamó Tetsuya, picando el balón un par de veces y lanzándolo a la pared, para luego recibirlo de nuevo en sus manos. –Hace rato que me cambié: ¡Yuki-chan es el lento! ¡Hasta Nori-kun se viste más rápido cuando va a salir! ¡Ñaaaa!-

Ofendido por la comparación, el mayor de los novenos se giró.

-Ugh, ¡no es cierto, bobo! ¡No fastidies!- Lo increpó, con el ceño fruncido. -¡La diferencia es que tú eres un desesperado!-

-Shhh… Ya, ya, pequeños…- Intervino Takashima, entretenido con las adorables y pueriles reacciones de los menores. Luego, con toda la tranquilidad del mundo, se volteó para cerrar la puerta que comunicaba aquel cambiador en específico con el pasillo que daba a los accesos de los demás, trancándola con picaporte interno ante el desconcierto de Takayuki. Luego se adelantó un par de pasos hacia los chicos.

-Ya mismo vamos a comenzar con el juego, Tecchan… No te impacientes…- Agregó el mayor y se acercó a Itakura, quitándole el balón de las manos para luego dejarlo caer al piso. Tal acción resultó en un gesto de extrañeza por parte del adolescente. –Y como yo soy muy considerado, tú irás primero…-

Kouyou caminó hasta la banca de cemento apostada a la pared más cercana, empujando a Tetsuya con su cuerpo en el proceso. Previamente, lo había tomado por la parte alta de los brazos y se mantenía mirándolo fijamente con un gesto indescifrable. Al chocar con el duro asiento, al menor no le quedó más remedio que flexionar las rodillas y terminar sentándose, ante lo cual el pasmo que sentía aumentó. Pero el suyo no era el más grande.

-¿¡Qué… carajos crees que estás haciendo, Kouyou!?- Gritó Yuki una vez que el senpai se ubicó en medio de las piernas de Itakura, se inclinó ligeramente y colocó sus manos sobre los muslos ajenos. Su rostro, por otra parte, buscaba el del pelicolorido, quien no sabía qué demonios hacer o cómo reaccionar ante la cercanía. Al parecer, el poder de Uruha para paralizar con su presencia no se limitaba solamente al menor de los Tomioka. -¡Aléjate de Tetsuya en este instante si no quieres que…!-

-¿Me golpearás?- Inquirió el castaño de labios carnosos, volteándose hacia aquel que cautivó su mirada desde el primer día. –Pues serías un bruto desconsiderado, porque yo no le estoy haciendo daño a Tecchan… ¿Qué no ves?- Agregó, moviendo sus manos seductoramente sobre las piernas del chico hasta llevar una de ellas debajo de la pernera corta del pantaloncito de deportes que vestía el otro, quien se erizó de inmediato y no pudo reprimir un suspiro. –Lo estoy tratando con mucho pero mucho amor…-

Takayuki quedó descolocado con aquella respuesta y más aún por las insistentes acciones del pato. Instintivamente miró hacia la puerta, que era lo que Takashima había previsto desde el principio, y amagó ir hacia ella.

-Yo que tú no haría eso, pimpollito… Total, todos los otros vestidores están bajo llave, y las salidas también. De nada te valdría, ¿sabes?-

La mirada del joven revoltoso se encendió en indignación: ¿cómo era posible que el mayor lo hubiese vuelto a atrapar de semejante manera, y que lo lograra siempre de las formas más estúpidas y sencillas posibles? Cuando le dijo acerca de la partida, confió en él ciegamente y no les preguntó nada a sus compañeros de equipo porque justamente ese día… se había dado libre. ¿Pero y dónde cuerno estaba Reita? Claro, ni falta hacía preguntar. Al tarado de la bandita lo había visto por ahí instantes antes, pero para entonces resultaba más que obvio cuál iba a ser su posición en el dichoso “juego”.

-O…oye, Shima-kun…- Dijo Tetsu nerviosamente, quien de igual forma lo había comprendido todo, pero reaccionaba de manera muy distinta a su mejor amigo, y más aún con aquella anatomía tan cerca de la suya. –Pe-pero… por qué estás haciendo esto…  conmigo?...-

Uruha volteó la cara hacia el de menor estatura.

-¿Y por qué no, tontito?- Contestó melosamente, llevando una de sus manos a la mandíbula del chico, quien hizo puchero cuando el otro la constriñó. –Tú también eres un bombón, así que no está de más.- Tras ello, depositó un pico sobre la trompita que Itakura aun mantenía. –Además, del beso de aquel día en la fiesta casi ni me acuerdo, y por lo que me contaron, no fue nada tan satisfactorio que digamos...-

Declarado aquello, suavizó el agarre en la quijada del kouhai una vez que se acercó de nuevo y empezó a rozar sus labios contra los ajenos en serio pero suavemente, a lo que el otro pobre no sabía qué hacer. El contacto no era desagradable, y por primera vez estaba probando aquellos extraños pero llamativos labios en todo su sano juicio y, mejor aún, sin haberlo buscado. Es decir, sin tener que pasar por todo el trabajo de idearse algo con tal de acercarse al mayor, al tiempo de verse obligado a planear una buena coartada para que Takayuki no se enojara con él. Así que, tras unas lamidas sobre su boca y un par de invasiones que lograron ruborizarlo, tenso y todo, empezó a corresponder a las fricciones. La mano de Takashima se posó entonces en su pecho, cerrándose en torno de su camiseta de tirantes conforme el beso se tornaba más agitado.

-¡Tetsu! ¿Pero qué… ¡demonios!?- Takayuki, con los ojos abiertos de par en par y un evidente sonrojo en las mejillas, no podía quitarles la mirada de encima a los otros dos.

Tal y como le había sucedido aquella infausta noche de la fiesta en casa de Kirala, ver a su amigo y a su senpai juntos haciendo ese tipo de cosas le producía un revoltijo de sensaciones que se empeñaba en reprimir, y todavía más en ese momento, pues llevaba un buen tiempo alejado del de Kanagawa. No obstante, tal como aquella vez no sabía a qué atribuir la impresión: ¿eran acaso celos, o por el contrario una burda y vergonzosa excitación? ¿Por qué era que siempre le perturbaba tanto ese tipo de cuadros? Tal vez lo primero tuviera más sentido porque para ese momento Tetsu y él eran prácticamente una pareja, pero lo cierto es que la segunda teoría tomaba fuerza y vigor… debajo de su short.

Y como era de esperar, al sagaz de Takashima no se le pasó el detalle.

-Puedes tomar el lugar de Tecchan… mmm…- Se interrumpió para empujar al mencionado un poco más contra la pared en aras de buscar su cuello y torturarlo en esa zona con sus húmedas succiones –…en el momento en que tú quieras. Que se ve que estás muy ansioso…-

Tomioka tenía ya pequeñas lagrimitas en los vértices de los ojos, que más que a otro impulso, obedecían a la sobrecogedora impotencia que estaba experimentando. Momentos después cayó en cuenta del significado de las palabras de Uruha y, al llevar el atisbo hacia abajo, dio un respingo y se cubrió la entrepierna con ambas manos, como si se alistara para recibir un penal en una indecorosa barrera nudista de fútbol.

-Takashima, ¡ya basta! ¡Suelta a Tetsuya, infeliz!- Buscaba argumentos con la mayor velocidad que le facilitaba su mente contrariada, pero era verdad que aquel contraataque había tardado mucho tiempo en realizarse. Se encontraban en las últimas semanas de cursada, las cuales el aspirante a yankii creyó que serían muy pacíficas después de esa mitad de año casi de película. Y de película en el mal sentido, claro está. De pronto, dio con un razonamiento. –Sabes que no lo haría ni en once mil vidas más porque no soy tan asqueroso como tú, pero… ¿¡qué coño sentirías si yo estuviera haciendo eso con Shiroyama, eh!?-

La sola idea lo fulminaba, pero al atestiguar los besos tan pasados y los toqueteos intensos con los que el pato mejor dicho manoseaba a su amigo, no se le ocurrió nada mejor que decir. Uruha rio pero no se volteó, visualmente complacido con el semblante de Itakura cuando se alejó de su rostro, pues el del hanbo bajaba la mirada, mantenía los labios separados y jadeaba tenuemente, mientras un hilillo de saliva conectaba aún sus bocas.

-Me daría absolutamente igual, Yuki querido.- Replicó Kouyou, alejándose un poco de su linda presa. –Pero lo que más gracia me hace es que sigas reprochándomelo todo a mí. ¿Y qué hay de Tetsu? Míralo…-

La respuesta era obvia para los tres, pero impronunciable para ambos estudiantes de noveno, quienes se negaban a contribuir tan fácilmente con las ya de por sí exacerbadas ínfulas ajenas: intentar alejarse del acoso del castaño supondría realmente un acto heroico. O mejor dicho todavía: separarse por voluntad y convencimiento de aquel dominante y atractivo muchacho era una de las más grandes estupideces que alguien podría cometer. Pocos eran los elegidos, y muchísimos los aspirantes.  

Itakura desvió la mirada cuando sintió la de su amigo cernirse sobre él, incapaz de justificarse en modo alguno. ¿Qué iba a decir, si de igual manera que Tomioka, su visto bueno ante tan inesperada situación se izaba indiferente en medio de sus piernas? Además, desde un primer momento no le había importado darle su opinión a Takayuki sobre Uruha, así que el asunto quedaba muy claro tras tales demostraciones.

-No renunciaré a hacerlo sentir placer hasta que él no me lo pida, o hasta que tú no tomes su lugar… ¿comprendes?-

Operando con eficacia y soltura, Takashima se acercó de nuevo a Tetsu, atrapó sus manos y lo hizo rotar un cuarto de vuelta, para luego empujar su torso hacia abajo, de modo que quedara tumbado de espaldas sobre la dura banca. Después, se subió en ella y quedó arrodillado en medio de las piernas del chico, posicionándose –acto seguido- a gatas sobre su cuerpo. Miró hacia abajo.

-¿Q-qué… ha-haces, Kouyou-senpai?- Verdaderamente sonrojado para entonces, Itakura miraba al castaño con los ojos como platos.

Estaba muy consciente de para qué servían esas posiciones, pero era posible que todavía no cayera en cuenta de que Uruha estaba verdaderamente dispuesto a todo con tal de conseguir su objetivo: y, por lo que se veía, tal cosa iba por el lado de saciar sus ganas de contacto con ambos muchachos, uno a costa del otro. No era como que lo estuviera utilizando para manipular a Yuki al tiempo que se cuidaba de no cruzar un límite. Porque era esa justamente la estrategia: no conocer límite alguno.

-Te acaricio…- Contestó el guitarrista, metiendo la diestra debajo de la camiseta del pelicolorido menor y acompañando su parlamento con una sonrisa. –¿Te gusta?- Inquirió, cuando pasó sus dedos y palma sobre el abdomen del chico. Después los llevó a sus pectorales y tocó furtivamente uno de sus pezones, ante lo cual Tetsuya soltó un gemidito y sus ojos dejaron de estar tan abiertos. –Ay, Tecchan… Hmm…-

Takayuki había tenido suficiente. Estaba todo muy claro: la única manera de ponerle fin a aquella estrafalaria y engorrosa situación era seguirle la corriente a Takashima y darle lo que tanto quería… Lo cual, poco a poco, por desgracia y a causa de la osada insistencia del mayor se iba convirtiendo en lo que el contrariado chinpira deseaba también, por mucho que se empeñara en negarlo. De no hacer nada, el abusivo senpai acabaría teniendo sexo con el pequeño vocalista delante de sus propios ojos, y de todas las situaciones en las que imaginó que le tocaría moler a golpes a alguien, jamás se le ocurrió una como esa. No le cabía en la cabeza: no existía en su registro.

-De acuerdo, maldito: ¡haré lo que quieres, que es lo que desde siempre has querido que haga!- Exclamó Tomioka, más rojo que un tomate. Sabía bien que Uruha llevaba a cabo todo aquello para tenerlo por fin para sí, pues de seguro quedó especialmente ofendido e injuriado después del día en que por poco intimidan en casa de los abuelos de Reita. –Lo haré… Pero apártate de Tetsuya ya mismo, te lo pido…- Agregó, intentando calmar el enojo que en verdad sentía.

A pesar de todo lo demás, era cierto que experimentaba el picor de los celos, pues su amigo había sido su primera vez, y viceversa. Así que por muy humillado que se sintiera solicitando aquello, era lo único que podía hacer para eludir una bajeza tal.

Kouyou detuvo sus acciones, cesando de besar las mejillas acaloradas de su kouhai, quien ya había capturado su antebrazo y lo apretaba llevado por los estímulos. Al oír que Takayuki dejaba de hablar y se acercaba, levantó la mirada.

-Muy bien, Yuki-chan… Veo que has pensado bien las cosas y tomaste la mejor decisión…-

Acompañó sus palabras de un mohín complacido y autosuficiente, y luego se irguió sobre las rodillas. Tetsu soltó su brazo.

-¿Y bien?- Preguntó Yuki de mala manera, una vez que se había allegado a los otros dos. -¿Qué quieres que haga? Dilo de una vez.-

Sin que mediara palabra, Uruha se bajó de la banca, como si le indicara a Tetsuya con su acción que podía irse de allí, lo cual este hizo instantes después y todavía un poco confundido. Atestiguó luego cómo el de undécimo año se tendía en el sitio tomando su anterior lugar, y una vez que estuvo acomodado, le indicó a Tomioka con una seductora pero contundente mirada que hiciera lo propio. Yuki, pues, se arrodilló en el asiento en medio de las bien formadas piernas del pato, a quien debido a la pose se le habían subido las perneras holgadas del short, y la tela remarcaba la redondez de sus muslos. El hermano menor de Ruki, por supuesto, intentó desviar la mirada de aquella perspectiva, cuyo ángulo incluía también el indicio de su propia y vergonzosa erección.

Cuando Itakura hizo amago de alejarse de allí al creer que su presencia había sido dispensada, Takashima lo tomó de la muñeca, impidiéndoselo.

-¿¡Qué haces!?- Protestó el pelicolorido mayor, quien también había entendido que se trataba de un trueque.

Kouyou clavó en él su invasivo y seguro atisbo.

-¿Te crees que voy a condenar a la criatura a quedarse viendo nada más? Vamos, sé caballeroso y cédele espacio.- Su idea, naturalmente, era acomodarlo entre ambos: tenerlo para sí de frente, y que la retaguardia ajena se encargara de encender al de Naniwa. Empero, Takayuki lo miraba con ganas de matarlo, impresionado de hasta dónde llegaba su desfachatez a pesar de todo lo que lo conocía. –Tetsu, cariño: acomódate aquí…-

Poco importó si Yuki decidía no moverse: Takashima se sentó, bajó una pierna y forzó al menor de los tres a ubicarse en medio. Acto seguido, reinició las lamidas en el cuello ajeno, del lado que tenía disponible, así como los manoseos sobre el pecho de aquel hijo único.

-Oye, ¡ya basta! ¡Kouyou, te estoy hablando, carajo!- Yuki también quiso bajarse de donde estaba, pero el mayor se lo impidió de una forma parecida a como lo había hecho con Itakura hacía un instante. –¡No puedes ser tan pervertido! ¿¡Es que acaso quieres con los dos!?-

-Sí.- Repuso el interpelado, intensificando el agarre en el brazo de su interlocutor, al tiempo que mantenía asido al vocalista por el costado, rodeándole la espalda con la extremidad contraria. La mano que usaba para tocarle el pecho la había tenido que disponer para detener a Takayuki. –Hasta que te das cuenta, caray. Si no fuera así, habría buscado encerrarme solo contigo, mi vida…-

Yuki se quedó estupefacto y por ende no pudo oponer resistencia cuando Takashima llevó su mano cautiva a la entrepierna de Tetsuya, y fue la evidente rigidez del miembro de este lo que lo sacó de su pasmo. Sus ojos viraron violentamente de la cara de Uruha a la de su amigo, y luego de vuelta a la de su acosador.

-Vamos, acarícialo. ¿O me vas a decir que de eso no te dan ganas? También quiero comerme a Tecchan, pero no significa que no pueda compartir el plato…-

Estaba al límite de la desesperación. Sus reacciones primarias consistían en querer alejarse, pero el grandísimo infeliz de Kouyou no se lo permitía, neutralizando a su vez con un simple contacto sus ganas de ponerle las manos encima y no de buena manera. Que bien sabido era que no resultaba tan simple, pues iba siempre acompañado de gestos y palabras perturbadoras, y cada vez más pasadas de tono. Su mente decía que no, pero lentamente su cuerpo iba cediendo a la cercanía y a lo que veía, pues en ese momento Uruha se había vuelto a apoderar de los labios de Tetsuya y era bastante notorio lo mucho que se complacía con el contacto.

-A-aaahh… No…- Salió de entre sus labios como por instinto, como un pensamiento en voz alta, pero lo cierto era que ya estaba palpando el miembro de su amigo.

Cuando asió su hombría con algo más de determinación Itakura volteó hacia él, pues Takashima succionaba entonces su cuello, y le dirigió una mirada cargada de ansias indiscutibles. Después, Tetsuya llevó la mano al muslo de Yuki y aró en él con las uñas, a modo de clara señal de que deseaba que su mejor amigo se sumara a lo que sea que estuvieran haciendo ahí ese día, con la complicidad de Suzuki, el resguardo del encierro y la total soledad de aquellas instalaciones.

¿Qué podría perder? Un trío no era una anécdota que se pudiera ir contando por ahí con tanta normalidad, pues el tabú es grande y si ya resulta comprometedor comunicar experiencias carnales y más aún con gente del mismo sexo, un encuentro como ese definitivamente tendría que quedarse como secreto por el propio bien de la reputación de los tres.


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