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¿Quieres jugar conmigo? por Mustf

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Notas del fanfic:

Bebés, yo quería escribir historias relacionadas a Harrowing en este mes, pero me tope con una especie de reto "FicOtober2017"... Intentaré hacerlo, no prometo nada, la verdad la idea me entusiasma, ya veremos que tan lejos llego. En cualquier caso, esta es la primera historia de Harrowing que traigo por este año, espero les agrade. Es un relato cortito c:

 

Edit 2019 - bebés, super no llegué NADA lejos, pero aún así dejo este pqueño relato como un simple recuerdo de mis fracasos (?) xD

Notas del capitulo:

Ezreal regresa a casa luego de una interesante expedición submarina. Poco antes de llegar, se encuentra con una pequeña niña que insiste en jugar con él.

~Si eres un lector perdido que está aquí por razones que ni tú entiendes, espero que te guste :V!

 

Cada año, en noches como esta, la oscura y tenebrosa niebla negra, que cubre las islas de las sombras, danza sobre los mares de Runaterra; acechando el plano físico, aterrorizando, alimentándose del miedo, creciendo sin parar, buscando víctimas incautas, extinguiendo la vida.

Aunque es verdad que, aparte de Bilgewater, pocos son los lugares cercanos a esas tierras malditas; no existen fronteras para los espíritus errantes que buscan la condena de los vivos. Cuando creas estar a salvo de la maldición de muerte, la penumbra te congelará la piel hasta los huesos.

A veces, la oscuridad proviene solo de ti, a veces, la oscuridad proviene de tus acciones, a veces, la oscuridad proviene de los corazones de aquellos en quienes veías bondad; pero a veces, por infortunio o casualidad, la oscuridad, simplemente, proviene de tu destino fatal.

Tanto a esta época como a la misma maldición se les conoce como: Harrowing.

Debes tener cuidado porque si el Harrowing te abraza… Ya no habrá retorno.

Maldito, condenado; tu espíritu vagará en la niebla para siempre.

Especial Harrowing 1: ¿Quieres jugar conmigo?
-Máquina-

El explorador pródigo, un gran título para alguien que había gastado todos sus recursos en su última expedición. Había visitado una caverna submarina cerca de los imponentes muelles de Bilgewater.

Tuvo, casi, la suerte de tener un encuentro cercano con criaturas míticas, sirenas. Lamentablemente, fue tan efímero que el rubio ni siquiera podía asegurar la veracidad del hecho.

Fuera de su experiencia prácticamente paranormal, Ezreal regresaba a la gloriosa ciudad del progreso con buenas noticias. Había encontrado una reliquia antigua en aquella caverna. Moría de ganas por bajarse del barco e ir a examinarla en el laboratorio de su mejor amigo, Jayce.

-Ya tenemos el muelle a la vista, desembarcaremos en breve, joven.- Dijo un hombre entrando al pequeño comedor interior donde estaba el explorador.

-Gracias, casi no puedo esperar.- Respondió con cortesía y continuó leyendo el periódico que llevaba en sus manos. Al parecer, en el tiempo que estuvo fuera, Jayce había patentado un nuevo invento.

-¿Quieres juagar conmigo?- Preguntó una voz muy aguda, tal vez tierna.

-¿Huh?- El rubio bajo el papel y pudo observar a una niña de cabello rojizo, casi rayando con el rosa. Ella abrazaba un pequeño oso de peluche y vestía mayormente de morado.

-¿Quién eres tú?- Preguntó confundido, no recordaba haber visto a esa niña antes.

-Estoy perdida.- Respondió abrazando más fuerte su osito. -Juguemos un juego.-Propuso con entusiasmo.

-Ehm...- Miró a los lados tratando de buscar a alguien más, pero todos estaban afuera. -¿Tus padres están en el barco?- Le preguntó intentando no preocuparse.

La niña no respondió.

-Oye...- Iba a reclamarle por no responder pero cambió de idea. -¿Cómo te llamas?

-Juguemos.- Insistió ella ignorando sus preguntas.

El rubio alzó una ceja y antes de preguntarle nada más escuchó las voces de los marineros. Habían llegado.

-Aguarda aquí.- Le indicó con un poco de autoridad pero procurando ser amable. Ezreal no solía llevarse bien con los niños y de cierto modo le incomodaba esa pequeña.

El explorador se levantó y fue hasta donde los marineros estaban para contarles acerca de su encuentro con la pequeña. Ezreal no tendría por qué ocuparse de ella, solo le indicaría a los marineros, que ellos le indicaran a la autoridades competentes y así la situación se solucionara.

No había nadie.

-¿Dónde están todos?- Buscó un poco más, pero aparentemente estaba solo. -Qué extraño...- Se acercó al borde del barco y pudo ver el muelle del gran puerto de Zaun. Su intención era buscar a sus compañeros de viaje, pero ni siquiera había gente en tierra.

-¿Quieres jugar conmigo?- Preguntó sorprendiéndole.

-Oye te dije que esperas allá adentro.- Reprochó mientras se giraba pero grande fue su sorpresa cuando vio que ahora la niña llevaba el pelo rubio, y no solo eso, su vestimenta ya no era púrpura, sino azul.

-Queremos jugar un juego, queremos jugar contigo.- Dijo ella con el mismo tono.

De pronto el rubio se sintió nervioso pero con un fuerte parpadeo se repuso. Aquello era extraño, esa niña solo insistía con la idea de jugar, su tono de voz era exactamente igual en cada frase, cada palabra, cada sílaba.

-Escucha niña, no puedo jugar ahora, buscaré a alguien que se ocupe de ti, yo debo marcharme.- Respondió finalmente.

Caminó un poco con la intención de buscar con la mirada a alguien. Pero aquel barco parecía desolado. De repente, escuchó unas risas en el comedor, fue entonces que el rubio frunció el ceño sintiéndose burlado.

-¡Muy gracioso!- Rugió azotando la puerta pero lo que encontró le dejó sin palabras.

-Hola, Ez.- Saludó la Sheriff de Piltover.

-Ha pasado un tiempo.- Habló esta vez la compañera de la Sheriff. Una oficial de pelo rosa.

-Ah, muchacho, me alegra verte.- Dijo un hombre mayor, el tío del rubio.

-¿Quieres jugar otro partido de póker?- Preguntó un hombre barbudo de sombrero.

-Enséñale a todos lo que encontraste ahí abajo.- Propuso sonriente una sirena.

-Ez, estoy tan feliz de verte de nuevo.- Dijo un hombre un poco canoso levantándose. Los otros cinco permanecían sentados.

-Ustedes... ¿Qué están haciendo aquí?- Dijo extremadamente impactado dejándose abrazar por el hombre.

-Vinimos a verte, por su puesto.- Aseguró el hombre estrechando el contacto.

-Jayce...- Correspondió el abrazo ignorando por un momento a los demás.

-¡Vamos a brindar!- Propuso el hombre del sombrero.

-¡Sí!- Gritaron todos menos el rubio.

Pronto las copas estuvieron servidas. La Sheriff y su compañera contaban una historia de cómo detuvieron a algunos maleantes que habían subido de Zaun hasta las calles principales de Piltover.

El tío de Ezreal ajustó un pequeño artefacto y lo encendió logrando que la música llenara el vacío.

Jayce se mantenía cerca del explorador rodeándole con un brazo al tiempo que el del sombrero repartía unas cartas.

Era tan agradable. ¿Y la sirena? ¡Es verdad! Había una sirena.

-Mi nombre es “Tsunami”, soy la última de una especie antiquísima totalmente extinta.- Relataba ella. -Ezreal, cuando nos vimos bajo el agua, sentí una conexión mágica muy fuerte...- Confesó ella sonriente.

-Vaya...- Respondió sorprendido aceptando otro trago.

La oficial de pelo rosa comenzó a bailotear como tonta ante la risa de todos.

Ezreal pudo ver en sus cartas una flor imperial, ese barbudo estaba acabado. ¡Zaz! Él solo tenía un par de pares. El rubio ganaba.

Ante la vista de todos, repentinamente, Jayce le dio un beso cariñoso a Ezreal en la oreja.

Jugando cartas, escuchando música, enterarse a detalles de la antigua raza de la sirena, compartir cariñosamente el espacio con Jayce, beber un poco de alcohol. Divertido, era muy divertido, pronto Ezreal se olvidó de lo bueno, de lo malo, de sus anteriores ganas por desembarcar y de...

-¿Quieres jugar conmigo?- Preguntó esa misma voz aguda y monocorde de la niña que hablaba desde fuera de la habitación y a metros de distancia de la puerta.

Ezreal se sobresaltó recordándola. -¡Cierto, la niña!

Brincó de su asiento y se asomo fuera mirándola. Esta vez la niña iba vestida de negro, llevaba el pelo del mismo color y su peluche era morado.

-Chicos, miren, esta niña está perdida y...- Se quedó completamente callado al girarse. Sus amigos no estaban. -¿Huh?- Pestañeó varias veces. ¿Estaba alucinando? ¡No!

En la mesa estaban las cartas, el alcohol y el artefacto de su tío. También había humedad en los asientos, eso era por la sirena.

-¿Dónde fueron?- Miró en la mesa una nota.

"Ezreal, sabemos que estás confundido, pero estamos preparando algo muy especial para ti. De momento, juega con tu nueva amiga. Atentamente, tus queridos amigos."

El rubio alzó una ceja y observó que en la mesa había un osito, pero mecánico. No lo había visto antes, qué extraño. Parecía hecho con la tecnología que usaban en su ciudad natal.

-¿Quieres jugar conmigo?- El mismo tono, la misma pregunta, pero esta vez, al voltear, Ezreal no pudo ver a la niña.

-Qué diablos...- Cuando se volteó nuevamente pudo ver ese osito mecánico y volvió a escuchar la pregunta.

-¿Quieres jugar conmigo?

Un escalofrío recorrió la espalda del explorador quién, con cautela, se acercó un poco.

-¿Quieres jugar conmigo? ¿Quieres jugar conmigo? ¿Quieres jugar conmigo?

Repitió una otra vez asustando al Piltoviano. Sin embargo, lleno de coraje trató de coger al osito pero este, repentinamente, se levantó saltando sobre la mano del rubio.

Gritando asustado comenzó a agitar su brazo hasta hacer que aquel muñeco cayera lejos y sin dudarlo corrió fuera del comedor.

-¡Chicos! ¡No es divertido!- Chilló con su orgullo herido.

No había respuesta.

Todo estaba oscuro, ya había caído la noche. Revisó su reloj, y entonces tragó muy grueso cuando notó que era exactamente la misma hora que cuando partió de Bilgewater. Imposible, especialmente porque cuando salió era de día.

-Tibbers quiere jugar contigo, no lo hagas esperar.- Dijo la niña detrás de Ezreal con exactamente el mismo tono.

Ezreal se giró comprobando que ahí estaba esa pequeña, y esta vez vestía con ropa de días nevados. Pero sus ojos, sus ojos estaban brillantes.

Tragando grueso, con el brazo tembloroso apunto en dirección de la niña quien abrazaba su osito de peluche blanco sin darle importancia. El rubio estaba muy nervioso, y no sabía ni que pensar, sentía la amenaza, y la combatiría con sus disparos místicos.

-¿Has visto a mi osito Tibbers?- Preguntó mirándole fijamente.

La niña no tenía el peluche en sus manos, de un momento a otro sintió una presencia en su espalda y utilizó su desplazamiento arcano para evitar el abrazo de un enorme oso polar de aspecto afelpado, tenía costuras, un rostro agresivo y un gorrito y bufanda rayados de color azul.

-Qué... Qué está... Qué está pasando...- Titubeó sintiendo un profundo sentimiento de angustia. Su boca se quedó seca. Sin pensarlo más, corrió. Necesitaba encontrar a sus amigos.

Por la mente de Ezreal pasaron muchas cosas, cosas confusas, como si tratara de ordenar hechos que, sin más, aparecían en su cabeza. Esa niña la había visto antes, le era familiar, pero no entendía. Seguramente era algún tipo de hechicera. Luchar no era un problema para él, pero, ¡se trataba de una niña! Jayce y las oficiales sabrían que hacer.

Mientras corría, escuchó unas risas, provenían del cuarto del capitán. Sin pensarlo dos veces, se acercó allí y cuando tuvo la mano sobre la manilla, dispuesto a abrir la puerta, escuchó a sus amigos hablar.

-Parece que aún no se da cuenta.- Dijo la Sheriff.

-Él cree que nada sucedió.- Comentó la oficial de pelo rosa.

-Esta bien que no lo sepa.- Intervino la sirena.

-De esa manera sufrirá menos.- Añadió su tío.

-Pobre chico, me da lástima.- Dijo el hombre del sombrero.

-Mi Ez es fuerte, sabrá afrontarlo.- Aseguró Jayce.

-Bueno, la hora ya llego.- Anunció alguien más, alguien que no pudo reconocer.

-¿Quieres jugar conmigo?- Preguntó la niña detrás de él.

Los ojos de Ezreal comenzaron a derramar finas lágrimas.

Corriendo con desesperación, evitando a la niña mientras su corazón saltaba sin parar y su respiración se agitaba cada vez más, Ezreal llegó hasta el cuarto de máquinas de aquella embarcación.

Todo estaba quemado, todo estaba dañado, todo estaba destrozado. Decir que había explotado era quedarse cortos.

El armonioso cántico de la muerte empezó.

La Sheriff y la oficial de pelo rosa eran sus amigas, pero no podía recordar sus nombres.

Su tío, su querido tío, el único familiar que le quedaba, este se había marchado hace tiempo al freljord a vender sus cachivaches.

El hombre del sombrero era un viejo conocido con quien jugaba cartas cada vez que visitaba Bilgewater. Ese hombre jamás perdía. No su contra al menos.

La sirena, aquella que creyó haber visto. La improbabilidad del hecho era tan alta que ni siquiera podía asegurar que ella o sus historias en realidad existían.

La niña del osito, él la vio en Bilgewater, ella insistía en jugar en una tienda mientras se probaba todo tipo de atuendos. Llevaba un osito de peluche.

Y Jayce, Jayce era su mejor amigo, pero además era alguien muy cercano con quien se sentía más que bien.

Todos eran reales, todos existían. Pero en ese barco, en ese momento, el estaba...

-Nghh...- Jadeó ahogado cayendo de rodillas al darse cuenta.

Casi no sintió la presencia espectral, fría, e inerte que se acercaba por su espalda. Era aquel que no reconoció antes. -Estoy...

-Hoy te concedo la dicha de abandonar las ataduras de la mortalidad y abrazar lo que, lejos de ser el final, es el principio de la belleza más pura que existe...- Dijo la voz fría y sin vida.

-Deja que tu alma vuele con libertad, deja que acabe tu sufrimiento, acepta este maravilloso regalo.

...

La niebla negra, aquella que cubre las islas de las sombras. Cada año, se extiende por estas fechas. Cada año, cobra las vidas de aquellos que tienen la desdicha de verse en su camino.

Cuando el navío dejó el puerto de Bilgewater, una fuerte tormenta azotó los mares. Las aguas estaban furiosas, querían lo que les pertenecía. La niebla negra se extendió por el océano acrecentando la furia de las profundidades. Los marineros y su capitán intentaron mantener el control, pero las grandes olas eran el menor de sus problemas.

Pronto la muerte los invadió con un  profundo cántico de agonía mientras el abrazo de la oscuridad los acogía. El espíritu de la guerra saltó sobre el barco con su ejército de espectros enfurecidos arrebatando las vidas de los tripulantes.

Ezreal intentó luchar utilizando su guante. Pero no había nada que hacer. Los hombres abordo trataron de defenderlo, el rubio huyó dentro. Una tras otra, las almas de los inocentes salieron desprendidas en formas incorpóreas uniéndose al instante con la niebla negra.

Antes de que Hecarim pudiera ir tras el rubio, las máquinas, razón de su sentencia, fueron maldecidas por el infortunio que traía la niebla. Fallaron, explotaron, el barco pronto naufragaría, pronto sería el final.

En solo una fracción de segundo, el cuerpo de Ezreal recibió la caricia de la muerte y, aún negándose a su destino, su alma se desprendió de su forma física, esta ya no existía. Condenado por haber tomado lo que no le pertenecía.

...

Lo último que Ezreal quiso, fue ver a sus amigos, ver a su tío, ver a Jayce. Karthus, benevolente, compasivo, se lo concedió mientras aullaba su fúnebre canción. No la canción del final de su existencia, sino la canción del inicio de su eternidad.

Notas finales:

Bueno no tengo mucho que añadir, solo quería mencionar algunas cosas c:

Si bien, como todo fanfic, es inventado y no canónico, estoy respetando el actual canon oficial del Universo de League of Legends al momento de desarrollar mi relato xD.

Lo que me lleva a otros puntos...

Nadie o casi nadie sabe de Nami o los Marai. Por lo menos Ezreal no tiene conocimiento de ello.
Zaun es ahora el bajo mundo de Piltover, no es una ciudad a parte.
El harrowing es un evento real en runaterra, generalmente los mares  profundos y Bilgewater son los más afectados. Sin embargo, gracais a la sacerdotisa del krakem (Illaoi) Bilgewater se mantiene.
Hecarim es conocido como el espíritu de guerra y aparece en la niebla cada harrowing para buscar asesinatos. Nadie sabe su nombre.
Karthus es como una representación de la parca, similar a lo que hacen los Kindred, (de hecho tienen relación) pero Karthus está maldito por las islas y la niebla.

PD: Editado*** Ya sé que Nami no e sla última d elos Marai, pero estoy relatando lo que Ezreal, ve, siente y experimenta en general mientras está en el limbo. Ez no conoce a Nami ni tampoco el canon oficial a diferencia d enosotros, por lo que se lo inventa c:

Y por último:

Decidií usar la palabra "Bilgewater" porque esa ciudad en español tiene al menos dos nombres. Aguasturbias para LATAM y Aguas Estancadas para  España. Así que, mejor lo dejo en inglés y me evito líos c:

Bueno esta son cosas que me gusta aclarar porque sé que son temas que se prestan para confusión xD.
Espero les haya gustado y gracias por leer, hasta el próximo relato c:


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