Dulces sueños por Sophie Bodt

Reiner´s POV
Desperté bañado en sudor. Hacía muchísimo calor en la habitación. No sé cómo Bertholdt puede dormir tapado hasta la cabeza. Le destapo y veo que como siempre él estado pegado a mí y yo casi estoy a punto de caerme de la cama. Siempre es así, desde que éramos pequeños. Él solo era un niño asustado y yo deseé protegerle siempre. Y desde entonces dormí con él, porque era la única forma en la él podía cerrar sus ojos y descansar sin pesadillas. La luz de la luna iluminaba tenuemente la habitación, dejando ver las facciones aniñadas de mi amigo; y me hace preguntarme cuando ese deseo por protegerle de todo se volvió tan fuerte. Tanto que me dolía mirarle, me dolía su sufrimiento, y deseaba que él nunca hubiese tenido que ver en toda esta mierda. Porque él no era un asesino. Era un chico débil y dulce que solo quería lo mejor para todos sin importar lo que él quisiese. Paso mi mano lentamente por su rostro y él se remueve un poco. Suspiro sabiendo que no podré pegar ojo. Vuelvo a tumbarme en el poco espacio que me ha dejado y de pronto noto que empieza a moverse mucho y hace ruidos con la garganta. No le doy importancia, pues sé que de vez en cuando habla en sueños. No es la primera vez.
_Reiner, aaah._ Abro mucho los ojos, el tono con el que lo ha dicho… miro sus ojos pero él aún sigue durmiendo. Suelta jadeos y yo enrojezco al saber lo que le está pasando.
De pronto para. Y noto como se incorpora lentamente. Yo me hago el dormido y le escucho suspirar aliviado. Sé que se avergonzaría mucho si descubre que estaba despierto. Traga con fuerza y se vuelve a tumbar, más alejado de mí. Tanto que ya no noto ningún roce, y sé que está en el filo de la cama, probablemente avergonzado y confuso. Pero pronto escucho pequeños gemidos que no quiere que escapen pero que salen tímidamente delatándole. Siento como toda la sangre se agolpa en mi miembro. Me doy la vuelta, y él para automáticamente. Cuando ve que le estoy mirando empieza a temblar, y su rostro refleja terror. Agacha la cabeza y yo me acerco más a él. Intenta levantarse, pero se lo impido abrazándole por la espalda con un brazo. Recorro su cuerpo con la otra lentamente y siento como se tensa cuando llego a su miembro.
_N-no._ Dice con un jadeo que hace que se cubra la boca avergonzado.
Acerco mi boca a la suya y le beso. Sabe tan dulce. Él enseguida se adapta a mis labios. Puedo notar que es la primera vez que besa a alguien y eso me hace feliz. Giro su cuerpo para que quede frente a mí y es él quien se lanza a besarme, lo hace con necesidad y pega su torso al mío rozándose con las caderas. Paso mi lengua por sus labios y él los abre por inercia, haciendo el beso más profundo y más caliente. Nuestras lenguas se enredan y él gime contra mi boca, frotándose cada vez más deprisa. Recorro su espalda con mis manos, hasta llegar a la goma del pantalón, lo bajo despacio y él sube las caderas para ayudarme. Cuelo mi mano entre nuestros cuerpos y le acaricio lentamente, sintiendo como crece entre mis manos. Él jadea y veo que sus ojos brillan de placer. Me separo de su boca y se queja, pero quiero quitarle la camiseta, quiero tocarlo entero, sin prendas que me lo dificulten. Retiro la prenda y ahora es él quien torpemente intenta quitar las mías. Lo ayudo rápidamente porque tengo hambre de su boca y no puedo esperar más. Vuelvo a besarle y mi corazón late con fuerza al notar lo dulce que es en su entrega.
_Quiero tocarte._ Me dice con una voz que nunca he escuchado, y que me nubla el juicio.
Yo solo asiento poniéndole sobre mi cuerpo. Él es suave en sus caricias, se roza y me besa lentamente mientras recorre mi cuerpo. Baja con sus labios por mi cuello provocándome escalofríos, recorre mi clavícula con ellos besando y lamiendo toda mi piel a su paso. Se detiene en mis pectorales y da un suave mordisco en cada pezón, para luego lamerlos. Yo jadeo, nunca lo he visto así, y me encanta. Sigue el descenso con sus labios hasta llegar a mi miembro, me mira con un interrogante y yo solo puedo asentir. Lo toma con su mano con suavidad y lo acaricia con su lengua, aprieto los puños al notar como lo hunde lentamente en su boca. Gruño y él se aparta asustado, pero le empujo ligeramente la cabeza instándole a seguir, lo que le da más confianza. Comienza a mover su boca, lamiendo y succionando tímidamente. Sus caricias inexpertas me vuelven loco y creo que podría acabar en ese momento. ¿Desde cuándo tengo tan poco autocontrol?, ah sí, desde que él llegó a mi vida llenando todo con esa dulzura. Tomo su cabeza entre mis manos, y comienza un suave vaivén que crece cada vez más y hace que no pueda contener los gemidos. Siento que voy a terminar en seguida, y no quiero eso, le quiero a él. Quiero sentir como es estar dentro de él y no puedo aguantar más. Me separo con cuidado y me mira con inseguridad.
_ ¿He hecho algo mal?_ Pregunta confundido. Sonrío enternecido y niego con la cabeza.
_ Es que si sigues haciendo eso, acabaré aquí, y ahora necesito todo de ti._ Apartó ligeramente el rostro, avergonzado, pero en seguida volví a apoderarme de sus labios. Besaba condenadamente bien para ser un inexperto. Rocé mi pelvis con la suya notando como se juntaban nuestras erecciones, y el gimió dejándome apartarme ligeramente para poner uno de mis dedos frente a su boca._ Chúpalo._ Ordené. Él se lo metió a la boca y lo succionó de forma tan erótica que casi me corro allí mismo.
Colé mi mano libre entre nosotros y acaricié su erección con suavidad para hacer más fácil la intrusión. Masajeé con la otra mano sus nalgas e introduje uno de mis dedos en su interior, arrancándole un jadeo sordo. Besé sus labios mientras aumentaba la fricción en su miembro, y movía el dedo con decisión, él gemía contra mi boca y la saliva se escurría por sus labios. Pronto inserté otro dígito que hizo que soltase un pequeño quejido que ignoré, pues tenía que prepararle bien antes de entrar. Hacía movimientos de tijera con mis dedos, dilatando esa pequeña parte de su cuerpo que albergaría todo mi ser. Sus gemidos inundaban cada rincón de la pequeña habitación, inserté otro digito más y se quejó separando sus labios y mirándome algo angustiado. Yo besé el puente de su nariz mientras retenía los dedos allí, parados, esperando a que su cuerpo se acostumbrase a la pequeña intrusión. Cuando movió sus caderas buscando el movimiento, los saqué y los metí haciendo que cada vez gimiese con más fuerza. Entonces decidí que ya estaba listo y aparté los dedos y me giré poniéndole bajo mi cuerpo. Seguí besándole con necesidad, y colé una de mis piernas entre las suyas, haciendo que las flexionase. Después me posicioné y le di un casto beso para evaporar el miedo que se reflejaba en su rostro. Abrí más sus piernas y rocé su entrada con mi entrepierna. Entré despacio, con mucho cuidado, viendo como él cerraba sus ojos con fuerza y contraía el rostro. Besé sus parpados y masajeé su miembro para hacerle olvidar el dolor y dilatarle más. Me adentré de una estocada, haciendo que él abriera sus ojos abruptamente y entreabriese los labios. Yo le besé y seguí tocando su erección hasta que escuché pequeños gemidos contra mi oído y sus caderas me instaron a moverme. Rodea mi cintura con sus piernas, y entonces me muevo. Lo hago lentamente, sintiendo como me adentro en esa dulce estrechez. Sus quejidos mueren contra mis labios. Comencé a moverme cada vez más rápido y las estocadas cada vez eran más profundas, gemía intensamente contra mi oído haciendo que se me nublase el juicio. Me incorporé con mi cuerpo pegado al suyo y le ayudé a colocarse bocabajo; él levantó sus caderas instintivamente, facilitándome la penetración. Salí por completo de su cuerpo y lo penetré de una estocada.
_AAAHH._ Gritó fuertemente en mi oído. Al principio pensé que le había hecho daño, pero su voz me dijo lo contrario._ Así, vuelve a hacerlo así._ Gimió contra mi oído, y comprendí que había llegado a su punto sensible.
Sonreí y volví a penetrarle de la misma forma. Gemía sin poder parar y yo cada vez iba más deprisa, sentía que acabaría pronto y agarré sus caderas, meciéndome en ellas rápidamente y sin salir de ellas. Bertholdt gimió mucho más fuerte que las otras veces y se corrió sobre el colchón, manchándolo; y tras dos estocadas más, noté como el fuerte orgasmo recorría mi cuerpo haciéndome temblar contra su cuerpo y me liberé dentro de él. Bertholdt intentaba regular su respiración, lo abracé sin salirme de él y bese su rostro. Él giró su cabeza y besó mis labios con una tímida sonrisa. Salí con cuidado de su interior y me levanté a por algo con lo que limpiarnos. Limpié mi entrepierna con un pañuelo; después me acerqué a él y limpié su entrada mientras veía como apartaba el rostro avergonzado, pero no me aparataba. Me tumbé a su lado y se giró para mirarme de frente. Ahora sus mejillas tenían un tinte escarlata.
_Reiner, y…yo…_ Balbucea con dificultad ruborizándose más aún.
_Chsst. Lo se_ Dije, y besé sus labios con amor._ Siempre cuidaré de ti, Bertholdt. Te quiero.
Apoyó su cabeza contra mi pecho y cerró los ojos sumiéndose en un dulce sueño. Yo abracé su cuerpo pensando en cómo en una noche, de la forma más curiosa mi vida había cambiado. Prometo que cuidaré de ti siempre, y que daré mi vida por la tuya si es necesario.
_Te prometo que volveremos a casa._ Susurré en su oído, él solo se removió un poco contra mi pecho. Cerré mis ojos y me dejé llevar por el sueño. Y por una vez en toda mi vida, sentí la felicidad en todo ese caos que atenazaba mi vida.