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En el ballet por Dakuraita

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Notas del fanfic:

Para el cumpleaños de Himuro <3 disculpen los errores xD recién lo escribí de golpe 

Tomó asiento en la primera fila, nadie le quitaría ese privilegio, nadie podría obligarlo a tomar otro asiento. Había pagado una suma exuberante con tal de tener boletos VIP apartados desde la preventa, y haría valer su derecho al ocupar aquel asiento.


Jamás fue fanático de cosas como el teatro y el ballet. Lo suyo eran los juegos, fuera porque amaba la acción frenética que ofrecían los deportes, o bien aquellos juegos que requerían de cerebro y cierta precisión que rozaba en lo elegante, como podría llegar a ser el billar. De hecho, él siempre juró que su hemisferio predominante era el izquierdo, ese al que se le atribuyen las habilidades matemáticas, el lenguaje y otros procesos que necesitaban razonamiento. Sí, podía ser exacto, elegante, refinado y ortodoxo y aun así permanecer alejado del arte. ¿Quién tiene tiempo para dramas que no existen? ¿Quién desea observar a la idiota Julieta y al imbécil Romeo en su caprichoso romance que terminó en desgracia por una reverenda estupidez? ¿Acaso uno tiene tiempo para llorar las lágrimas de Hamlet? Los dramáticos, posiblemente. Él no.


Y aun así, ahí estaba él, gastando dinero en un primer asiento, llegando temprano, tan enfermizamente temprano que podía escuchar como los integrantes de la orquesta afinaban. A duras había escuchado “primera llamada”, faltaban otras dos, y muchos puestos necesitaban ser reclamados por sus dueños. Los boletos estaban agotados, era obvio por qué. La estrella de aquella noche, el maravilloso príncipe de la historia (el lago de los cisnes), era la razón de que todos estuviesen presentes. Reo Mibuchi era su nombre, era un bailarín de ballet que ya había alcanzado fama, cuya danza era tal que todas quedaban enamoradas de su principesco rostro.


¿Y él? ¿Qué tenía que ver él? ¿Por qué le importaría un comino un rostro bonito que baila ballet? Ah, la respuesta es sencilla.


Todo sucedió hace unos meses, cuando Alex, una amiga suya llegó invitándole para que le acompañase a ver la obra de “El cascanueces”, pues tenía una entrada extra y sus otros amigos tenían planes.


—¡Vamos, Tatsuya! El ballet es muy interesante, será una buena experiencia —había dicho Alex.


—De acuerdo, estoy libre, iré contigo —respondió él, con una pequeña sonrisita tranquila en sus labios, que ocultaba el desgane y falta de interés en el evento. No tenía la más mínima gana de ir, pero sería grosero y Alex estaba invitándole tan amablemente…


Himuro encontró agrado por la música clásica en primer lugar, luego se sintió nostálgico ya que recordó lo que aquellas piezas representaban y los diversos cuentos de los que escuchó en la infancia recobraron sentido. Pero lo que enganchó definitivamente a Himuro, fue el cascanueces mismo. No la bailarina, no la hermosa jovencilla que tan elegantemente danzaba. Era el cascanueces, ese joven cuyos movimientos no solo eran elegantes, sino que estaban cargados de energía, de fuerza y espíritu. Era como si mil caballos desbocados viviesen en su espíritu y todos hubiesen decidido regodearse a su alrededor en aquella noche.


Sin decir palabra alguna, había tocado el corazón del racional Himuro que tan escépticamente había dado por muerta la noche, y ahora se daba cuenta de que era prisionero de aquella presentación, de aquel momento que le aceleró ligeramente el pulso. Era algo hermoso.


Cuando supo que habría otra oportunidad de verle, no tardó en actuar.


[…]


Valió la pena esperar a que Reo apareciera, luciendo su maravilloso y sencillo traje de príncipe de ballet. Cuando entró a escena Himuro resistió el impulso de aplaudir, pues deseaba hacerlo desde el fondo de su ser.


El baile empezó, la elegancia de Reo tan típica de él se hizo presente, parecía flotar en el escenario, como si él y su belleza fuesen capaces de destrozar la lógica y las leyes de la física. Parecía como si la gravedad lo hubiese liberado y ahora fuese auténticamente libre. Sí, puede que él fuese el príncipe en la historia, pero el real cisne de la noche era él. Un cisne blanco, puro, excelso y majestuoso.


Himuro deseó poder arrancarle las alas y atarlo a la tierra a su lado.


[…]


Un día empecé a notarlo, ahí estaba siempre él, en primera fila, vistiendo un hermoso traje, con el programa en su regazo y una sonrisa tranquila pero impasible en el rostro. Aquella era una máscara, lo supe desde la primera vez que noté su presencia. Y fue poco después que sus cartas comenzaron a llegar a mi camerino. Seguido de ramilletes precioso y divinos regalos a mi persona, siempre felicitando mi presentación, alabando mi talento y prometiendo verme la próxima vez.


Al principio creí que se le pasaría, pero no fue así. Los regalos se tornaron más lujosos, los ramilletes se volvían arreglos de flores tan impresionantes que opacaban cualquier otro presente y sus cartas se volvían más y más apasionadas. Pero, jamás vulgares, siempre propias y educadas, siempre manteniendo esa cortesía, algo que me hacía pensar que se estaba conteniendo a la hora de escribirlas. Él estaba prendado de mí, y yo, sin poderlo evitar, empecé a prendarme de él. En espíritu bohemio imaginaba lo que podría ser si rompíamos el velo de la relación “espectador-presentador”, y era terrible imaginarme todas las maravillosas que podrían ser. Él era atractivo, terriblemente atractivo, y su galanura no hacía más que ponerme a suspirar entre más cartas suyas llegaban. Siempre olían a él, siempre a una exquisita colonia, y siempre con esa hermosa firma al final de todas. Poniendo cosas como «Siempre tuyo».


Y él era mío, tan mío como podría ser suyo en aquellas circunstancias.


Decidí ponerle a prueba, llegó el momento propicio para ello, yo saldría pronto de gira, y no pude hacer más sino preguntarme: ¿Me seguirás? ¿O tus palabras bellas serán solo eso y no más? ¿Qué tan lejos puedes llegar por mí?


Sabía que era egoísta pensar así, sabía bien que estaba añorando algo que no debería ser. Él amaba a mi persona en el escenario, él estaba encantado con mis múltiples trajes, con la belleza y excentricidad de esos hombres que solo en papel podían ser retratados y a los cuales solo podía darles vida a través del ballet. Mi corazón pertenecía al escenario, y aquella fantasía mía era solo eso. ¿No estaba volando muy alto? ¿No estaba siendo caprichoso? Estaba volando alto y me quemaría si no me detenía. Yo, que con amor y sufrimiento vivo las tragedias de otro, experimento sus dolores y bailo con sus ilusiones bien debería saber qué conlleva volar tan alto. Amar tiene siempre su castigo.


Y yo me enamoré del nombre que escribió carta tras carta.


Asistió a mi gira, y entonces perdí la cabeza.


[…]


—Gracias por aceptar mi cita, parece un sueño —dijo Himuro.


—Tatsuya… —Reo sintió sus mejillas arder—. ¡El que parece soñar soy yo!


La ciudad más “romántica” de todas era toda suya, ambos paseaban tranquilamente por las calles de parís, por las calles donde grandes escritores caminaron. ¿Qué les habría inspirado para escribir sus hermosas historias? ¿Qué vieron ellos que otros ignoraban? Los locos soñadores son las criaturas más enigmáticas y desgraciadas en el mundo, y aun así, su legacía enamora a quien la conoce y está tan loco y desdichado como para atreverse a soñar.


—Estoy loco por ti —aceptó Himuro.


—Por mi presentación —corrigió Reo.


—Por ti, ¿no me crees?


—¿Cómo podría? No me conoces.


—Te conozco, más que nadie, me atrevería a decir.


—¿A qué te refieres?


—Yo veo al verdadero Reo en cada presentación…. ¿Crees en el destino? Yo sí, y creo que eres el alma gemela que tanto estuve esperando, ¡No, espera, antes de que digas algo! Dime, ¿no es tu flor favorita el lirio blanco y las rosas rojas? ¿No amas el olor a lavanda? ¿No te encantan los dulces? ¿No son los cuentos de los hermanos Grim tus favoritos?


El corazón de Reo dio un vuelco.


—Sí, así es… ¿cómo lo sabes?


—Porque al bailar lo dices todo, te adoro, me echaría a tus pies, ¿no sientes algo así por mí?


—Tatsu… yo… no lo sé.


—Bésame —pidió Himuro—. Bésame y lo sabrás.


—Oh Tatsuya, ¿qué cosas me estás pidiendo? ¿No es muy fantástico creer que podrás reconocer a tu amor verdadero con un beso?


—Dímelo tú, tú que has vivido los mil romances, ¿no lo crees?


Himuro ya no aguardó más y besó a Reo, tomándole por la cintura lo atrajo hacia sí. En un inicio Reo pareció que iba a resistirse, con los labios apretados y fuerza en los hombros de Himuro intentó apartarlo, y aun así, la fuerza fue escapándose de su cuerpo… sus labios perdieron tensión y antes de darse cuenta rodeaba los hombros de Himuro, entregándose al beso, levantando la pierna ligeramente, dejándose atraer por aquel hombre que tan apasionadamente profesaba su amor. Se sintió como cuando bailaba en el escenario: flotando.


[…]


REO MIBUCHI, FAMOSO INTERPRETE DE BALLET, ANUNCIA QUE ESTARÁ FUERA UNA TEMPORADA.


Reo Mibuchi, de 24 años de edad, anuncia que estará fuera una temporada debido a un accidente que ha dejado sus piernas en mal estado; nos cuenta que tropezó en las escaleras, que terminó en trágicos resultados que requirieron intervención inmediata. El médico que lo trató corroboró que no estaría bien para la siguiente temporada, y que lo único que podía hacer era tomar descanso y aguardar hasta que sea prudente iniciar los procesos de recuperación en terapia intensiva. Muchos lamentan este suceso y aseguran que extrañarán a Reo, el ballet sin duda no será lo mismo sin su gran estrella. «Estoy triste —nos dice—, lamento decepcionar a quienes me han apoyado y deseaban verme esta temporada; pero veo las cosas con optimismo. Mi querido Tatsuya estará a mi lado para cuidarme así que presiento que estaré bien pronto. Muchas gracias por su apoyo», y con esas hermosas palabras quedamos tranquilos. Reo, que ahora vive con su pareja, estará en buenas manos, y con el apoyo médico no dudamos en que volveremos a ver a esta estrella en el escenario en muy poco tiempo.


[…]


Y entonces me di cuenta, que así como yo me había enamorado, podría enamorarse otro. Así como yo le conquisté, podría venir otro y usurparlo.


Un simple empujón y mi cisne voló, sus alas quedaron lastimadas y esa fue la brecha necesaria.


Que sea mío, ¿Para qué necesita volar ya?


¿Para qué requiere encantar a otros?


Le amo, le amo tanto.


Es lógico hacer lo que tenga que hacer para mantener a mi querido a mi lado, ¿o no?


Que baile donde pueda verlo.


Que ría donde pueda oírlo.


Que llore donde pueda consolarlo.


[…]


Reo estaba en su silla de ruedas, observando el jardín, lucía triste y melancólico. Himuro apareció a su lado, dejó un vaso con agua y luego este colocó dos pastillas a su lado.


—Una para el dolor y la otra para desinflamar —explicó.


—Gracias Tatsu, ¿qué haría sin ti?


Aquellas no eran pastillas para el dolor ni para la desinflamación.


—Te amo, Reo.


—Y yo a ti.


—¿Extrañas la vida en el escenario?


Reo se quedó pensando, un impulso casi asesino golpeó a Himuro, ¿acaso huiría cuando pudiese volar de nuevo? ¿No le amaba? ¿No prefería estar a su lado y ser adorado por él?


Pero entonces Reo contestó:


—Estoy bien, estás conmigo después de todo, ¿sabes? Siempre tuve miedo de que dejaras de amarme si yo dejaba de bailar.


—Te amo, te amo como a nadie —respondió Tatsuya—. Vamos, toma tus pastillas, todo mejorará pronto.


Cae el telón


-Fin del acto-

Notas finales:

Espero les haya gustado <3 


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