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Otras vidas por Yaoi lovers

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Era un día como cualquier otro, el trabajo había sido increíblemente normal sin nada fuera de lo común y se encontraba dispuesto a partir rumbo a su hogar hasta que, luego de todas las horas en que no revisó ni una sola vez su celular, se encontró con un mensaje de su mejor amigo quien le pedía ir a visitarlo con urgencia.


Sospechaba lo que ocurría y sin siquiera pensarlo corrió hasta el departamento del pelirrojo tan rápido como le fue posible y entró con ayuda de su juego de llaves que le había dado el chico para situaciones de emergencia pues estaba seguro de que el propietario estaría encerrado en su cuarto con las luces apagadas y las cortinas cerradas.


—¿Qué sucedió Rin?—una vez llegó a su habitación se sentó en el borde de la cama donde el chico yacía acostado abrazando sus rodillas—Pensé que luego de la visita al médico y que tomaras tus pastillas para la migraña estarías mucho mejor—habló con bajo como pudo, incluso sus movimientos hasta llegar al lugar habían intentado generar el menor ruido.


—¿Crees poder quedarte unos días?—giró sólo lo suficiente para verlo a los ojos mostrándole lo hinchados que estaban, prueba de que minutos antes había llorado—Esta vez no es sólo la migraña, volvieron...—y sin poder decir más volvió a abrazarse mientras el castaño frotaba su espalda en señal de apoyo.


—Sólo tengo que solucionar un par de cosas y traer ropa suficiente para quedarme... Iré muy rápido y en cuanto vuelva traeré algo para que comas ¿Bien? Estoy seguro de que no lo has hecho.


Y tras un leve asentimiento con la cabeza por parte del más bajo volvió a la estancia para buscar su celular y hacer las llamadas necesarias antes de volver a su hogar y trasladar lo necesario para hospedarse un tiempo con su amigo pues no sabía que tanto podría prolongarse ese periodo de migraña.


Mientras tanto, su amigo seguía tumbado sobre el colchón con el dolor impidiéndole estar tranquilo. Hacia tanto que no tenía un episodio así que no encontraba la manera de sobrellevarlo y, por si fuera poco, antes de siquiera poder llamar al castaño había despertado con el rostro cubierto de lágrimas y un enorme sentimiento de vacío.


No era la primera vez que sucedía, durante su adolescencia había experimentado situaciones similares en las que despertaba llorando luego de una pesadilla que no lograba entender y que era recurrente. Había pasado varios años en terapia debido a ello y creía que no volvería a ocurrir pues, al menos acorde a lo que su psicóloga había dicho, lo que fuera que causaba las pesadillas había logrado superarlo.


Aún ahora seguía sin entender el motivo de esos sueños aunque lograba recordar a la perfección lo que vio y sólo recordarlo hacía que las ganas de llorar volvieran, agolpando las lágrimas en sus ojos sintiendo las punzadas y pulsaciones cada vez más intensas sin poder encontrar un poco de alivio pese a que tenía sólo unos minutos de haber tomado sus medicinas.


Se sentía intranquilo, no entendía porque luego de tantos años volvía a repetirse y lo único que quería era que parara. Ya no era un niño y no podía quedarse encerrado en casa hasta que se sintiera mejor mientras los demás solucionaban su vida. No podía creer que ese chico fuerte en que se convirtió luego de salir adelante de esa crisis se derrumbara sin razón.


Simplemente se envolvió en la sábana mas cercana esperando volver a caer dormido hasta que su amigo regresara o hasta que la molestia cesara. No quería seguir así, odiaba sentirse débil pero en ese momento el dolor era más fuerte que su voluntad.


Siempre era lo mismo, sólo veía un par de siluetas que no lograba reconocer tomadas de las manos con una ligera sonrisa y luego de eso todo se volvía negro, había un gran estruendo y volvía a ver una de las dos siluetas respirando de forma pesada y pausada.


Ahí terminaba su sueño, no había más y aún así las lágrimas brotaban sin que pudiera detenerlas.


—Maldición...—pese a que había logrado dormir, nuevamente se repitió la misma pesadilla de siempre y su rostro volvió a cubrirse de lágrimas. Limpió sus ojos antes de levantarse y salir hasta encontrarse de nueva cuenta con el moreno quien llevaba un par de horas de haber regresado.


—Deberías volver a dormir, Rin. No te ves bien, ya que hoy no tuviste clases deberías descansar para reponerte ¿O quieres que vayamos al médico? Quizá sea mejor si aún te sientes mal.


—Lamento volver a hacerte esto—intentó sonreír sin mucho éxito, su rostro aún mostraba el dolor que acaba de experimentar—No te pediría que vinieras si no fuera por lo mal que me siento...


—Somos amigos desde hace muchos años, tu intento de disculpa está sobrado—sonrió un poco intentando mostrarle su apoyo—Sé que esto no es fácil para ti, ni siquiera necesitas explicármelo porque lo sé ¿Necesitas algo más? La cena está lista.


—Sí, eso veo... ¿Qué preparaste...? Huele delicioso...—por un momento su expresión cambió y se mostró mucho más animado acercándose a la cocina para mirar.


La cena pasó sin mayores contratiempos, pese a lo que creyó en un principio, dormir durante más de la mitad del día y tomar sus pastillas le ayudó a que el dolor disminuyera y al menos por lo que restaba del día lo dejara tranquilo.


Luego de casi dos horas conversando de trivialidades y los pendientes que aún tenían para el día siguiente decidieron ir a dormir.


—¿Te sientes mejor para dormir solo? ¿O prefieres que me quede contigo?


—¿Es una invitación...?—rio antes de golpear su hombro mientras reía—Siguen despertándome las pesadillas, sólo necesito que alguien me despierte si comienza a ser grave.


—Al menos tienes más humor—sonrió sólo un poco mientras lo tomaba de los hombros para dirigirlo a la habitación—Anda ya, será mejor que vayas a dormir para que mañana puedas estar más tranquilo cuando vayas a clases.


—Sí, lo sé, no puedo faltar ahora que comienzan los exámenes finales—se estiró un poco mientras comenzaba a caminar hacia la cama—Y también deberías ir a dormir pronto, sigo creyendo que debiste esperar a las vacaciones para conseguir empleo aún si es sólo de medio tiempo.


—Soy yo quien está cuidándote por ahora, deja de darle vueltas y vete a dormir ya, sólo pondré los trastes en el lavaplatos y regreso—esperó que el chico se recostara antes de volver a la cocina y hacer un poco de limpieza.


No conocía todos los detalles pero estaba consciente del daño que esta situación causaba en el de ojos rojos, podía verlo en su expresión y recordaba una ocasión en que había estado a su lado cuando los signos de la migraña habían aparecido. Sin embargo, en ese entonces el episodio fue tan corto que incluso su amigo había minimizado el acontecimiento.


Luego de la limpieza y unos minutos recordando lo que en ese entonces le contó volvió de nueva cuenta al cuarto, encontrando al chico hecho un ovillo con pequeñas lágrimas encharcadas en sus pestañas. Lo sacudió ligeramente consiguiendo que su expresión cambiara un poco y por fin las lágrimas fluyeran hasta dejar sus ojos despejados.


Decidió por fin recostarse en el futon justo al lado de su amigo intentando dormir sin poder conseguirlo por completo pues de vez en vez los gimoteos y quejidos del más bajo lo despertaban. En una de esas ocasiones miró el reloj colgado en la pared, descubriendo que pasaban de las tres de la mañana y apenas había podido dormir unos cuantos minutos.


—Será una noche demasiado larga...—suspiró profundo volviendo a cerrar sus ojos, moviendo sólo un poco al chico cuando sus quejidos volvieron a escucharse—Si no te conociera desde hace tantos años no estaría haciendo esto, lo juro.


 


 


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Al día siguiente despertó más temprano de lo que esperaba, sus ojos seguían rojos e hinchados además de que el dolor no había desaparecido por completo. No se sentía con ánimos para asistir a clases pero era importante que asistiera pues quedan sólo un par de semanas para presentar los exámenes finales.


Miró a su amigo aún dormido y sin intenciones de levantarse. Entendía lo difícil que seguramente fue la situación para él pues sabía de sobra que acompañarlo durante esos momentos era algo sumamente pesado.


Cocinó algo rápidamente para desayunar antes de ir a la escuela, tomó un par de pastillas para aligerar el dolor que amenazaba con aumentar y guardó un par más para llevar en caso de que recayera.


Salió de la casa no sin antes dejarle una nota a su amigo avisándole lo que había hecho y que no necesitaba preocuparse, en caso de que lo necesitara llamaría.


Una vez en la escuela asistió a cada una de sus clases y, para su sorpresa, el dolor no se presentó ni una sola vez. Le parecía extraño pero a la vez le alegraba, quizá el episodio sería más corto de lo que esperaba y pudiera volver a su vida normal más rápido de lo que esperaba.


Sin embargo, no todo podía ser tan perfecto como lo imaginaba pues luego de realizar sus deberes, continuar con la limpieza y ducharse cerca del anochecer y antes de que su amigo regresara, el cansancio acumulado durante el día anterior lo venció antes de poder preparar algo para la cena y la pesadilla volvió a repetirse.


Se sentía demasiado sofocado, sentía unas ganas inmensas de llorar y, por razones que no entendía, cada que la silueta más pequeña aparecía en su sueño el dolor se intensificaba y su pecho se opriestudio entendía nada y tampoco se sentía como un simple espectador de lo que sucedía, todo era tan real que creía que se desplomaría apenas consiguiera despertar.


Una nueva escena se agregaba a su sueño y en ella la silueta que más dolor le causaba observar lloraba amargamente mientras se aferraba, como si su vida dependiera de ello, al cuerpo que tenía frente a ella. Su llanto era desgarrador y nadie alrededor podía detenerla o consolarla aunque fuera un poco.


Un fuerte movimiento del exterior logró despertarlo y aun con las lágrimas desbordando por sus ojos pudo identificar al castaño quien lo miraba con evidente preocupación. No pudo emitir palabra alguna pero se aferró al cuerpo del más alto dejando correr sus lágrimas mientras él simplemente frotaba su espalda intentando que su respiración se regulará y su llanto cesara.


Luego de varios minutos pudo estabilizarse y luego de lavar su rostro mientras su amigo preparaba té volvió a la sala donde una manta lo esperaba en el sofá junto con la humeante infusión. Cubrió sus hombros con la manta y dio un sorbo bastante largo a la bebida antes de mirar al chico.


—Lamento que tuvieras que ver eso, se que verme en ese estado es de las peores experiencias que puedes tener. He intentado ser más fuerte que esto pero me supera, por más que lo intento pierdo el control de mi...


—Cuando llegue apenas respirabas—su expresión era más seria que de costumbre, sus manos estaban cruzadas y sólo miraba de reojo al pelirrojo—Estabas demasiado agitado, las venas de tu cuello resaltaban como nunca las había visto y podía escuchar claramente lo acelerado que estaba tu corazón. No tienes idea del terror que sentí.


Su pecho volvió a doler, sabía de sobra lo difícil que era escuchar al más alto expresar abiertamente su sentir y se sentía culpable de haberle causado tanto sufrimiento. Agachó su mirada aún sin ser capaz de mirarlo a los ojos. Si bien por relatos de sus padres y de los mismos doctores que lo revisaron durante su mayor criris sabía lo que sus sueños podían causar, no recordaba ni una sola vez en que hubiese ocurrido lo que le relataba.


—Sousuke, de verdad discúlpame por exponerte a esto, eres el único a quien no tengo que explicarle todo y en quien puedo confiar así que por eso te pido que estés aquí.


—Esto no se trata de mí, Rin, para mí sólo es un pequeño esfuerzo, salir de la rutina y llevarme un par de sustos cuando te encuentro así pero el verdadero problema es para ti, no puedes seguir así.


Su mirada era seria, demasiado para su gusto, pero entendía la preocupación que le causaba y con ello su pesar aumentaba. No quería ser una carga para nadie pero simplemente no encontraba una solución a lo que le sucedía, había pasado tanto desde la última vez que creyó estar preparado para afrontarlo pero la realidad era distinta.


—Será mejor que vayamos a dormir, ambos tenemos clases por la mañana y hemos tenido días difíciles. Sólo promete que si algo así vuelve a suceder dejarás de ser tan terco y visitarás al médico.


Se limitó a asentir y terminar completamente el té antes de levantarse y caminar con él hasta el cuarto. Estaba cansado y no podía negarlo, mucho menos cuando apenas colocar su cabeza sobre la almohada cayó dormido, deseando con todas sus fuerzas que al menos por esa noche pudiera dormir tranquilo.


 


 


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Un par de semanas habían transcurrido ya y, aunque su migraña y las pesadillas seguían siendo constantes, había podido sobrellevar la situación de la mejor manera. Su amigo seguía instalado en el departamento pero al menos se sentía más tranquilo ahora que el de ojos rojos podía permanecer dormido por más tiempo y despertaba menos alterado.


Tenía un poco de tiempo libre ya que sus clases terminaron temprano así que antes de volver a casa pasaría a comprar algo para preparar la comida, seguro cocinar lo distraerla un poco del estrés que durante toda esa semana había acumulado. Sólo necesitaba tomar sus cosas para caminar a la salida.


Y mientras tanto, a unos pocos metros de la universidad se encontraban caminando el azabache y su mejor amigo, aunque el más bajo iba totalmente distraído de todo.


—Será muy rápido de verdad, no tardaremos más de quince minutos—no terminaba de entender porque pero el chico no parecía tener ganas de ir pese a que cuando se lo pidió había aceptado sin dudarlo—¿Quieres que luego de esto vayamos por algo de comer? Puede ser cualquier cosa que desees, yo invito—y aún así no consiguió que siquiera dijera una palabra.


Y no es que estuviera molesto por algo, en realidad tenía cierta sensación de que debía acompañarlo y era justamente eso lo que lo mantenía tan distraído. Estaba consciente de que llevaba varios días actuando de manera extraña, y el castaño no había perdido la oportunidad de recalcarselo, y no es que estuviera ocultando algo, simplemente ni siquiera él lograba descifrar la razón para estar en ese estado.


Por fin habían llegado y luego de acordar el lugar en que se encontrarían el más alto lo dejó y partió en busca de la persona con quien debía reunirse. Mientras tanto el de ojos azules simplemente se quedó sentado bajo la sombra de un árbol dejando el tiempo pasar mientras esperaba.


Miraba un punto fijo sin prestar atención a lo que sucedía a su alrededor, simplemente esperaba que su amigo regresara dejando que la ligera brisa chocara contra su cuerpo. Un segundo le tomó girar su vista, no supo porqué pero apenas volteó pudo encontrar la misma cabellera rojiza con que se había encontrado días antes.


Lo que más le sorprendió ni siquiera fue el hecho de levantarse apenas vio hacia donde se dirigía el chico o el haber extendido nuevamente su brazo para tomar su muñeca y detenerlo, lo que realmente no esperaba es que el de ojos rojos se detuviera tan tranquilo sin intentar zafarse de su agarre.


—Eres el chico del auto—fue cuestión de segundos para que lo reconociera, aunque su encuentro fue sumamente rápido ninguno podía olvidar los ojos del otro—¿Siempre has estudiado aquí? ¿Por eso preguntaste si me conocías?—su expresión se mostraba claramente confundida y sólo esperaba respuestas.


—No, no estudio aquí y en realidad esta es la primera vez que entro—pese a lo poco que acostumbraba hablar, y sobre todo con desconocidos, ni siquiera pensó antes de responder.


—¿No me digas que viniste aquí por mí? Oye, sin ofender, pero si en verdad buscas coquetear llegaste demasiado lejos, será mejor que dejes de buscarme...


—¿Cómo pude saber que estudias aquí si nunca nos habíamos visto? No sé tu nombre y ni siquiera soy la clase de persona que investiga los movimientos de los demás—su voz se escuchó a la defensiva, pero no podía creer lo que el chico decía.


—Disculpa, tienes razón, no tiene sentido que supieras que estudió aquí si sólo nos vimos una vez y ni siquiera te dije mi nombre—se sintió avergonzado, quizá era sólo a causa de sus malestares, pero estaba actuando demasiado agresivo con el chico.


—Al contrario, creo que soy yo quien debe disculparse. Ni siquiera te agradecí correctamente por lo de ese día—desvío sólo un poco su mirada al tiempo que soltaba su muñeca, apenas había notado que durante todo ese tiempo siguió sosteniéndolo—Nunca voy tan distraído por la calle, de verdad agradezco que estuvieras ahí para evitar un accidente. Y lamento el malentendido, no quería incomodarte.


—No tienes que agradecer, sólo sentí que debía hacerlo—sonrió apenas un poco mientras miraba al de ojos azules, de alguna manera su disculpa lo conmovió—Discúlpame también, creo que exageré un poco la situación.


Luego de eso no supieron que más decir así que simplemente quedaron uno frente al otro mirándose de vez en cuando. El silencio comenzaba a ser incómodo pero ninguno encontraba la mejor manera de romperlo y seguir cada quien con su camino. El pelirrojo se limitó a jugar un poco con sus dedos evitando ver al azabache.


—Bueno, tengo un par de asuntos pendientes...—se sentía demasiado extraño en ese ambiente y sólo quería alejarse lo mas pronto posible y sin siquiera poderlo evitar frotó su nuca mirando al suelo mientras el chico se limitaba a asentir con la cabeza en señal de que entendía—Bien, me marcho entonces... Adiós...—y sin esperar respuesta del otro siguió su camino a la salida.


Sentía que en cualquier momento el rojo teñiría su rostro, nunca se había sentido así al conversar con alguien y sólo quería regresar a casa. Por su parte, el de ojos azules se sentía demasiado extraño también pues aunque el silencio se volvió denso y pesado sentía que debía quedarse un poco más con él.


Sin embargo, mientras intentaba entender lo que acababa de pasar, el castaño había terminado sus pendientes y volvió para buscarlo.


—¿Haru...? ¿Pasa algo?—su mirada bastaba para entender que algo sucedió pero prefería que fuese el chico quien le explicara.


—Creo que voy a aceptar tu invitación a comer—y sin decir más caminó hacia la salida seguido del castaño quien no quiso ahondar en el tema, si su amigo prefirió evadirlo fue por una razón y no iba a obligarlo a hablar.


Se sentía extraño y eso no podía negarlo, era algo que no podía definir y justo esa la razón para evadir el tema, al menos hasta que él mismo pudiera entenderlo.

Notas finales:

Bueno, en esta ocasión dado que adelanté un poco el escrito les dejo además el primer capítulo de la historia, espero haya sido de su agrado, nos seguimos leyendo


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