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Dulce Contrato por RozenDark

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Notas del fanfic:

Prometo actualizar los dos fics que debo terminar este año :(

 

Y pues, espero y disfruten de esta historia ;)

Notas del capitulo:

Como cuando te ocupas de hacer más historias, sin lograr terminar las que ya tienes :/


Fuera de eso, espero y este nuevo proyecto y mi primera historia larga de originales les guste :D


En fin, la historia la base en el manga “Royal Fiance”, le di unos toques míos, entre ellos el apellido Vega xD


Y sin más que decir, les invito a leer (^3-)/

"El Trabajo Es..."

 

~.°.~.ღ.~.°.~

 

A veces la vida es como un simple juego del destino. Unos pueden resultar ganadores y otros perdedores, no importando ni el bien, ni el mal. Y para alguien tan desafortunado como aquel chico universitario, las cosas pueden variar conforme a la situación en la que este envuelto.

Alexander Miller, un pobre chico de veinte años, tiene toda una vida sufrida. A la edad de ocho años quedó huérfano de padre y madre, gracias a un accidente automovilístico, y para su poca fortuna en esos momentos, su tía; hermana mayor de su padre, lo adoptó sin queja alguna.

Para desgracia de su destino, su querida tía enfermo cuando él tenía quince años. Desde entonces trata de ayudar en lo que puede. Primero con trabajos mediocres y mal pagados, debido a su corta edad y poca disponibilidad de horario y ahora que tiene todos esos recursos y estudios, el dinero no alcanza por culpa de su malvado y abusador primo. Ese tipo es otro de sus muchos problemas.

Dilán Miller es un maldito narcisista, pretencioso y bullying número uno de él. Un año mayor y nacido como varón en todo su esplendor, no solo le hace la vida de cuadritos a él, también a su propia madre. Desde los dieciséis es un delincuente, además de hacer la vida de los donceles miserable, aun cuando para esas fechas los donceles ya tenían los mismos derechos que las mujeres y los varones.

Por desgracia, aún había gente que no aceptaba a los donceles como humanos y para su mala suerte, su primo Dilán, era parte de ese mínimo porcentaje de personas. Eso solo hacía que cada día se preguntara que miseria le tocaría en su día a día, casi preparándose para lo peor, y no es que se crea tan importante y tampoco como para que sienta que el mundo gira a su alrededor. Es solo que ya tiene tanta mala suerte, que de alguna manera siente que se lo merece.

Es decir, sus padres murieron porque le habían prometido comprarle un moderno y novedoso set de dibujo, todo como premio por haber conseguido excelentes notas al pasar al próximo grado, eso y como regalo de cumpleaños adelantado. Por supuesto, Alexander se puso realmente feliz y decidió esperar a sus padres en casa de su abuela materna. Pero las horas pasaron y sus padres nunca llegaron. Lo único que llego fue un policía con una trágica noticia.

Su abuela lo culpo por completo, no solo por la muerte de su única hija, también por haber escogido como madre de una aberración a su hija. Obvio, su abuela se olvidó completamente de él, haciendo como si el no existiera y de no ser por su tía, hubiera ido a parar a un orfanato.

Alexander amaba a su tía como si fuera su madre. Esa bella mujer era un amor de persona. No solo agradecía por cualquier cosa que se le diera, también otorgaba ayuda sin decir nada a cambio.

Además, Diana Miller era idéntica a su difunto hermano menor, tanto que era una versión femenina de él. Desde aquel negro cabello, hasta esos hermosos ojos de un color verde limón. Y aunque no era una mujer despampanante, tenía una agraciada belleza. Lo que para las personas que se basan en la imagen era una mujer común, para otros era una mujer, que, aunque simple, era bella.

Y todo eso, era desde su fina piel pálida que la hacía resaltar donde fuera. Sus rizados cabellos de un negro caoba y sus rosados y carnosos labios. Todo era bello en ella. Por desgracia a la mujer le atacó una rara enfermedad cardíaca y los medicamentos eran muy costosos, lo que, es más, si las cosas seguían de esa manera, lo más probable era que su tía necesitaría un trasplante de corazón.

Por esa razón, Alex quería posponer momentáneamente sus estudios, para así ahorrar lo suficiente para costear aquella cara operación. Desgraciadamente, Dilán lograba descubrir sus ahorros y se los robaba para sus vicios.

Y ahora, Alexander estaba allí, frente a la cama de hospital donde su tía se encontraba. Sus violetas ojos solo miraban con tristeza a su querida tía.

La mujer que se encontraba postrada en cama y con todo tipo de aparatejos conectados a su cuerpo, ya no era la misma de hace años. Su piel estaba más pálida y seca. Y esos finos risos de antes quedaron atrás, siendo suplantados por unos cortos y algo maltratados, pero lo que más lastimaba al doncel, era ver ese par de gemas que antes estaban llenas de vida, ahora se encontraban llenas de tristeza y opacos, como si ya se hubieran resignado a aguardar alguna esperanza o milagro.

 

—Tía, ¿cómo estás el día de hoy? —, Alex sonreía a pesar de todo lo que sucedía, pero bien dicen que hay que ser positivos.

—Ya mejor. El doctor dice que, aunque sea poco, he mejorado a comparación de hace un mes —, la mujer solo le sonrió apenas, sentía que debía ser fuerte ella también. Y como ya era costumbre, sus verdes ojos comenzaron a buscar a su amado hijo con ansias —. ¿No vino Dilán contigo?

—Alex solo la miro con algo de pena. Y para nada paso desapercibida aquella búsqueda —. Tuvo que ir a trabajar de emergencia, pero te prometo que mañana si vendrá —, mintió. El más que nadie sabía cuánto le dolía a su tía el comportamiento de Dilán —. A todo esto, veo que cierta traviesa no ha querido comer su desayuno y ya casi traen el almuerzo —, quiso cambiar de tema con algo que ya llevaba pasando varios días.

 

La mujer solo desvío la mirada hacia algún punto sin específico, mientras su boca se curvaba en una mueca triste.

 

—Alex, no quiero que mientas. Sé que Dilán no vendrá. Ni mañana, ni otro día, él simplemente no me quiere, y la verdad, no entiendo porque razón —, Diana se encontraba afligida y dolida. No entendía las razones de su hijo para odiarla al punto de no ir ni una sola vez a visitarla.

 

Alexander por su parte, no buscaba palabras para refutar aquello, más si no entendía tampoco aquel comportamiento en su primo. Decidió cambiar de tema de nueva cuenta, lo que menos quería, era que su tía se pusiera mal con tantas cosas así.

 

—A todo esto, quería comentarte que probablemente dejaré de estudiar —, al ver la expresión de pánico en su tía, decidió proseguir —. Solo hasta después de que mejores.

—Hijo, sabes lo que opino sobre ese tema. Tus estudios son primero y más si se trata para buscar un trabajo mejor, además, tarde o temprano voy a mejorar —, le sonrió con tristeza.

—Alex la miro con reproche —. Pero tía... —, calló al ver la palma de su tía frente a su rostro.

—Sin, pero alguno. Yo no puedo permitir que abandones todo por lo que has luchado y más cuando ya has llegado tan lejos a pesar de ser un doncel y eso es muy difícil, aun con las nuevas leyes que los protegen, así que por favor, no cometas la tontería de abandonar tus estudios por mí, porque eso solo me haría sentir muy mal.

 

Alex no sabía que decir. Por una parte, quería mandar todos sus esfuerzos al diablo, si con eso ayudaba a su tía, pero todas sus intenciones morían al ver la verdosa mirada de su tía Diana, tan llena de culpa y remordimiento. Suspiro resignado, al saber que había perdido contra aquella testaruda mujer.

 

—Está bien tía, voy a seguir con mis estudios, pero eso no quiere decir que no voy a seguir en busca de un empleo mejor —, le advirtió.

 

Y bueno, en su trabajo actual no es que le vaya mal, es solo que a veces le quitaba una hora o dos horas de más y eso hacía que llegara tarde a sus clases en la universidad. Claro que sus anteriores intenciones de buscar un trabajo de tiempo completo y con buena paga quedaron atrás gracias a su tía, la cual sonreía ya más alegre por haber frenado sus planes.

 

—Bueno tía, me voy —, se puso de pie para acercarse a la mujer —. Tengo tarea y todavía debo hacer la comida y comprar algunas cosas.

—Entre esas cosas, ¿podrías comprarme fruta? —, le recordó quejumbrosa —. Es que la comida del hospital está pésima —, miró con rencor aquella bandeja llena de comida.

—Alex solo rio con gracia —. Sí, no se me olvida traer tu fruta picada —, le prometió divertido.

 

Ambos se despidieron con un abrazo y un beso. Y cuando Alex hizo salir de aquel lugar, soltó un sonoro suspiro. Bien sabía que debía conseguir el dinero suficiente para tratar a su tía lo antes posible, pero de eso se ocuparía después, por ahora iría a comprar algo de despensa.

 

~.ღ.~

 

Horas después, Alex caminaba con prisa por las calles llenas de gente. Sin duda, era un buen domingo para hacer las compras.

Detuvo su andar al ver el semáforo en verde, así que solo debía esperar unos minutos a que cambiará y pararan los autos. Miro a su alrededor, dándose cuenta de que a su lado se encontraba un señor de edad avanzada, que parecía que apenas y podía caminar.

Así que como buen samaritano, tomo sus tres bolsas de compras con una sola mano. Se le acercó al señor y le sonrió con amabilidad.

 

—Veo que tiene problemas para cruzar, así que déjeme le ayudo —, amablemente ofreció su brazo libre al sorprendido señor.

— ¡Oh!, gracias cariño. Y si, tenía problemas, es que con lo olvidadizo que puedo ser, se me olvido mi bastón en casa de mi hijo y como para estas horas, él ya no está en casa, no puedo regresar por el —, el hombre sonrió apenado.

—Descuide, eso suele pasar —, le sonrió —. Por lo pronto, sujétese de mi brazo para que no caiga.

 

El hombre mayor hizo lo que le dijeron con mucho gusto. Y apenas el semáforo cambio de color, ambos emprendieron su camino a paso lento y cuidadoso. Para cuando llegaron al otro lado de la calle, el señor estaba agitado y se veía cansado.

 

—Si gusta puede descansar en mi casa. Esta aquí a la vuelta, tal vez allí pueda llamar a alguien para que lo pase a buscar —, sugirió Alex algo preocupado por el señor.

—El anciano sonrió apenas —. Me encantaría. Claro, si eso no te molesta... —, se quedó dudoso, ahora que se ponía a pensar, no sabía el nombre de aquel bondadoso muchacho.

—Alex entendió lo que pasaba y sonrió ya más tranquilo —. Mi nombre es Alexander Miller, o como todos mis conocidos me dicen, Alex —, se presentó amablemente.

—Un lindo nombre, para alguien tan lindo —, le dijo agraciado —. Mi nombre es Simón Vega, pero tú puedes llamarme como te guste —, se carcajeo.

 

Alex asintió divertido. Ese hombre no solo le alegraba el día por unos momentos, también lo trataba como su igual, cosa muy rara en los varones más que nada.

 

~.ღ.~

 

Después de un rato, Alex se encontraba a gusto con el señor Simón, el cual tomaba con avives de aquella fresca limonada, que el doncel acababa de preparar. Era una suerte que Dilán no anduviera por los alrededores o de verdad sería un martirio por el amable señor, quien tendría que soportar las ofensas de su molesto primo.

 

—A todo esto, Alex, ¿vives con tus padres o solo? —, preguntó curioso.

 

El doncel solo bajo la mirada con tristeza. Y el señor Simón se imaginó la razón de aquella repentina reacción y se sintió mal por haber preguntado.

 

—Mis padres murieron cuando tenía ocho años, desde entonces vivo con mi tía y primo. Por desgracia, mi tía enfermó después de mi cumpleaños número quince, y bueno, con mi primo no se cuenta —, respondió tristón.

— ¡Oh, cariño!, lamento haberte incomodado de esa manera —, el señor estaba en verdad arrepentido, especialmente al ver la dolida mirada del doncel.

 

Alex por su parte, miro al señor. Se notaba a lo lejos que el señor Simón estaba arrepentido y apenado por haberlo dejado en ese estado tan depresivo. Y sin darse cuenta, se había perdido en aquel par de ojos azules, que, a pesar de brillar con tristeza, parecían un par de hermosos zafiros.

Le sonrió ya más calmado, para apaciguar ese malestar que había dejado la conversación anterior.

 

—Descuide. Amo a mi tía como si fuera mi segunda madre, y haré lo posible por lograr que se recupere de su enfermedad —, le dijo sincero —. Además, sé que mis padres están en un mejor lugar y desde allí velan por mi bienestar.

—Simón sonrió como no lo había hecho desde hace mucho —. Se ve que eres fuerte muchacho —, le dijo —. Muchos en tu lugar ya se hubieran rendido, pero tú no —, de alguna manera, el doncel le hacía sentir orgulloso —. Bueno, disculpa si sueno como un metiche, pero ¿qué tiene tu tía? —, inquirió dudoso.

—Ella tiene una enfermedad cardíaca, hasta hace unos meses era tratable con medicamentos, pero ahora me dicen que necesita un nuevo corazón, y eso cuesta mucho más que las medicinas. De hecho, antes de toparme con usted, yo la fui a visitar para decirle que quería dejar mis estudios para juntar dinero para su cirugía. Obvio, me dijo que no... Y ahora no sé muy bien cómo logró hacer que le contará todo esto —, le contó sin más y lleno de pena por haberse sincerado con un extraño.

 

Al oír todo lo que el doncel quería hacer por la salud de su tía, algo dentro de Simón resurgió. Algo que creyó haber perdido años atrás. Sonrió satisfecho al pensar si quiera en lo que estaba a punto de hacer.

 

—Si gustas puedo contratarte —, le sugirió a si no más.

—Alex lo miro dudoso —. ¿Está contratando?, ¿exactamente para qué? —, preguntó no muy seguro.

—Simón asintió ansioso —. Sí. El trabajo es muy sencillo y la paga es muy buena —, sonrió por lo que tenía planeado, ya luego vería si el chico decía la verdad realmente y tomaría la decisión de darle un trabajo o hacerlo parte de sus planes para con su familia.

 

De no ser porque se le había acabado el tiempo y que ya lo esperaban afuera, él hubiera seguido con aquella conversación un tanto extraña y misteriosa para Alex.

 

—Parece que llegaron por mí —, se puso de pie y dejo el vaso de cristal ya vacío en la mesita de la sala.

 

Alex acompaño al señor Simón a la salida, y se sorprendió al ver aquel lujoso automóvil negro, y más aún, al ver al chófer abriendo la puerta trasera. Eso solo quería decir una cosa, el señor Simón era rico y decía la verdad sobre aquel trabajo que tanto necesitaba.

 

— ¡Acepto! —, alzó la voz de manera repentina, no tenía tiempo para meditar aquello.

—Simón sonrió satisfecho —. Bien, entonces el lunes te mando a un chófer para que te lleve a mi hogar. Hasta ese entonces Alex

 

El doncel solo asintió con nerviosismo, mientras veía partir a ese amable, pero extraño anciano. Sintiendo que su vida estaba por cambiar completamente con aquel misterioso encuentro.

 

~.ღ.~

 

Ya en el auto, Simón Vega solo sonreía divertido por tal descabellada idea. Tan solo esperaba que sus planes salieran de acuerdo a lo que se traía entre manos o de lo contrario, aquel dulce doncel se vería metido en terribles problemas.

El chófer solo veía a su jefe con duda. Nunca había visto a aquel hombre sonreír de aquella manera tan viva y eso que ya llevaba sus añitos trabajando para la familia Vega.

 

—Disculpe si sueno grosero o inoportuno señor, pero, ¿se puede saber la razón de su repentina alegría?, digo, hace mucho que no sonríe y yo nunca lo vi sonreír de esta manera en la que lo hace ahora —, comentó con extrañeza.

—Simón solo se carcajeo ante aquel comentario —. ¡Ay Héctor!, es que por fin encontré a la persona indicada para cambiar el frio comportamiento de mi nieto —, sonrió de oreja a oreja al recordar al doncel.

 

El chófer cuyo nombre era Héctor, solo le dedico al alegre anciano una mirada llena de preocupación. Él junto con todos los que servían a la familia Vega, sabían cómo eran los integrantes de la familia Vega.

Simón Vega, el fundador oficial y amoroso padre y abuelo, era un hermoso ser que gustaba de ayudar si así se necesitaba. Y a pesar de no ser tan alto, ni una galante guapura como lo era antes, en sus azules y expresivos ojos se podía notar que aún prevalecía esa chispa de juventud que se perdió en el exterior. No obstante, el señor aún conservaba uno que otro mechón rubio, que resaltaba en aquella ondulada cabellera ahora plateada por la edad.

James Vega, hijo único del bondadoso señor Simón, no era nada parecido a su padre. Aquel hombre era duro y frío como el hielo. Además de ser un maldito que desprecia con el alma a todos los donceles, entre ellos su difunto papi. Por desgracia, ese hombre se parecía en apariencia a su papi. Desde aquellos castaños y lacios cabellos, hasta aquellos ojos de un hermoso color miel, los cuales eran fríos y rencorosos. Sin duda, el hombre tenía un porte galante e imponente, y hasta cierto punto, un aura de miedo.

Iliana Salazar o la ahora señora Vega, era la esposa de James Vega. Según los cuchicheos de todos los trabajadores y del mismo señor Simón, aquella mujer era la causante del odio que James tenía hacía los donceles. Por desgracia, la mujer logró hacerse parte de la antes pacífica familia y se casó con el único hijo varón de Simón. Aun con el tiempo, Iliana aún tenía su belleza exterior, desde aquellos largos rizos de un color rubio cenizo, hasta aquellos ojos de un color avellana. Claro que con alguna que otra operación, ella aún conservaba su estilizada figura. Aquella mujer no solo hacía sentir a toda la servidumbre como basura, también a todos los donceles. Ella era mala y solo llevó dolor y amargura a la familia.

Y, por último, Dante Vega. Hijo varón y único de aquella pareja. Para desgracia de Simón, Dante seguía los mismos pasos de su padre y estaba a meses de un futuro compromiso con su molesta novia. Dante heredó su aspecto, desde unos ondulados cabellos rubios que siempre peinaba hacia atrás y unos hermosos ojos azules, que irradiaban frialdad y odio.

Todo eso hacía que Simón temiera por el futuro de su bella familia. Temía que si no hacía algo, la familia Vega terminaría sumida en el odio y rencor.

 

—Tranquilo Héctor, Alexander cambiará el destino de mi amada familia.

 

El chófer solo asintió no muy seguro, al parecer su jefe se dio cuenta de lo que pensaba. Aunque esas palabras solo incrementaban la preocupación hacia aquel doncel, que a lo lejos se notaba que era un alma pura.

 

—Eso espero señor —, murmuró preocupado.

 

Simón lo miro de la misma manera, claro que él también se preocupaba. Después de todo, el logro conocer en persona el ángel de nombre Alexander Miller.

 

—Sé que así será y él hará que mi nieto cambie para bien.

 

Héctor solo se dedicó a seguir manejando, ya en silencio. Solo esperaba que así fuera o de lo contrario, no solo el señor Simón se arrepentiría.

 

~.ღ.~

 

Pasaron las horas y ya eran las ocho de la noche. Simón se dedicó a agilizar y poner su plan en marcha. Tuvo que cerciorarse antes de que la historia de Alexander fuera del todo verídica y solamente cuando vio que así era, finalmente tomó la decisión de poner su plan en marcha.

Así que solo fue cuestión de hacer algunas llamadas y uno que otro papeleo, para tener en aquella sala de reunión a toda su familia y a su buen amigo y abogado, Richard Johnson.

 

—Padre, ¿qué significa todo esto? —, James hizo uso de su imponente presencia para encarar a su padre, el cual no se intimidó ni un poco.

—Significa que llegó el momento de que yo me haga notar nuevamente como el mandamás de esta casa y familia —, le respondió con severidad, algo no tan usual tratándose de él.

 

Todos guardaron silencio ante lo dicho. Si bien era verdad que el error de Simón fue dejar que su familia hiciera lo que quisiese, era muy raro verlo querer recuperar lo que hace mucho dio por perdido.

 

—Para empezar hijo, tú esposa anda de aquí para allá como perro por su casa, es decir, yo aún no me muero y ella se cree la señora y dueña de la casa. No solo eso, me enteré que hace una semana despidió a la pobre señora Antonia solo porque no le gustó una cómoda que yo pedí que preparará —, miro con rencor a la bella mujer.

—Bueno, es que ella lo hizo todo mal, además de que me pareció que ya está muy grande para estar esforzándose —, Iliana sonrió forzosa por tal ofensa.

—En segundo lugar, yo hablé a la familia Vega, o sea tu y mi nieto, esa no tiene nada que hacer aquí —, le recordó burlesco, mientras miraba con presunción a la molesta mujer.

— ¡Padre!, ¡respeta a mi mujer! —, le exigió indignado.

—Hay que darse a respetar para que te respeten, ese dicho le queda muy bien a esa mujer —, citó sin arrepentimiento alguno —. Pero bueno, dejemos eso para otro día, yo no los reuní para pelear por cosas sin importancia.

 

Iliana frunció el ceño con molestia y miro a su esposo con total indignación. Se sentía tan ofendida por las palabras de ese viejo y más con ver al aboga ducho ese reír divertido.

 

— ¿Y para qué nos reuniste abuelo? —, preguntó el joven Vega con aburrición. A él le valía si decían verdades acerca de su madre.

—Simón miro a su nieto con seriedad —. No sé si recuerden las viejas tradiciones de nuestra familia. Según provenimos de la realeza italiana y de allí también decían que de piratas —, comenzó a fantasear con aquellos mágicos relatos que su madre le contaba —. Y en cada generación, el más viejo elegía al consorte del más joven. Mi abuelo eligió para mí a mi difunto esposo Leonardo, así como mi padre eligió al que sería el esposo de mi hijo James, el cual cometió el error de elegir a una arpía doble cara —, con amargura recordó lo que su hijo se perdió —. Y bueno, ahora me toca elegir a mí.

—Dante lo miro de manera inquisidora —. Pues ya diles a todos que me casare con Carola —, le dijo tajantemente.

 

Para nadie paso desapercibida la risa burlesca del señor Simón y eso solo hizo que la familia se preocupara por la tontería que había pensado hacer aquel anciano.

 

—Lo siento hijo, pero no. Carola llego a tu vida gracias a tu madre, además de ser como ella. Creo que es obvio que no la elegiría a ella —, le recalcó —. Tu consorte es un hermoso doncel.

— ¡¿QUÉ?! —, Iliana lo miro horrorizada —. Ni crea que mi hijo se va a involucrar con un sucio doncel.

—Padre, eso ni lo sueñes —, James lo miro asqueado.

—Dante solo camino hacia la puerta dispuesto a salir —. Abuelo te adoro, pero no pienso acatar a eso. Sabes que yo odio a los donceles y eso no va a cambiar por uno que no solo te lavo el cerebro, también es un interesado.

—Bien, no lo hagas —, miró con reproche a su nieto.

 

Tanto Dante como sus padres suspiraron aliviados al creer que ya habían hecho entrar en razón al señor Simón.

 

—Richard cambia mi testamento. Se lo dejaré todo a ese doncel.

— ¡No te atreverías! —, Dante lo miro espantado.

—Claro que sí. Yo no pienso permitir que haya más arpías en mi familia y si para eso debo dejarlos en la calle, lo haré.

—Dante apretó sus puños hasta dejarlos blancos —. Lo haré, pero con la condición de que no le dejes nada a ese.

—Buen intento, pero no —, le dijo —. Pero habrá una cláusula. Si el pide el divorcio en menos de un año, tú te quedaras libre y podrás casarte con quien desees, eso sí, si él esta embarazado y aun quiere el divorcio, tu perderás tus derechos como padre y la mitad de la fortuna Vega.

—Dante sonrió satisfecho —. Trato hecho abuelo.

 

~.ღ.~

 

Ya era lunes por la tarde y Alex platicaba amenamente con su tía. Ese día no había clases, así que decidió dedicárselo a su tía, la cual comía alegre aquel plato de frutillas que tanto ansiaba probar.

 

—Y dime Alex, ¿de qué trabajarás? —, le pregunto curiosa. Su sobrino le había contado que había conseguido trabajo y que en la mañana le habían pagado una considerable suma de dinero por adelantado.

—Creo que, de mayordomo, el señor Simón no me ha dicho, pero fue muy amable al pagarme por adelantado —, le dijo sonriente.

 

Y era verdad. Aquella mañana el amable señor llegó y le dio el dinero necesario para mantener a su tía estable en lo que juntaba para la cirugía, además de decirle que lo pasaría a buscar al día siguiente para que inicie como es debido.

 

—Bueno, pues hazle de tu delicioso pay de Limón para agradecerle por su amabilidad —, le sugirió la mujer.

 

Alex asintió alegre. Estaba emocionado porque por fin la vida le sonreía, sin imaginar que se había vuelto un peón en aquella familia, de la cual, uno le haría la vida un completo infierno.

 

 

Continuará

Notas finales:

Y eso fue todo para este primer capítulo, espero que les haya gustado :D


Datos curiosos, la historia de los piratas, realeza y cosas demás son parte de mi familia, quise ponerlo para dar algo mío a esta historia xD


En fin, nos leemos pronto


Chau chau (^3-)/


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