Acababa de despertar, tenía pequeñas punzadas en los laterales de la cien, como si me enterraran agujas era un dolor demasiado fuerte y latente, no podía abrir completamente los ojos debido a este dolor, pero por lo que podía percibir me encontraba en un tipo de cuarto o algo parecido.
Blanco.
Todo era blanco.
Ese fue el único color que pude percibir en aquel lugar, ¿Dónde estaba?
Me llamo Izuku Midoriya, actualmente tengo 20 años y soy un héroe profesional, amo mi trabajo y disfruto cumplir con mi labor, por alguna cuestión del destino me encuentro completamente solo en este lugar, pareciera que estoy en un sueño.
Con el paso del tiempo lo que parecía ser migraña desapareció por completo y pude observar con detenimiento mi al redor. Por más que busque y camine ese sitio parecía ser una simple habitación blanca sin límites, no encontré forma de salir ni nadie a quien preguntarle algo, era extraño.
Cansado de la situación decidí descansar un poco tenía sueño y no quería que el dolor de cabeza volviera así que me acosté y cerré mis ojos, antes de quedarme dormido escuché una voz un poco familiar, como si fuera lejana y me susurra al oído..
-Despierta, Midoriya
Al escucharla de manera tan nítida abrí mis ojos, al hacerlo me percate se encontraba una persona sentada a mi lado, utilizaba un pantalón blanco y un suéter con gorro de la misma tonalidad que el pantalón, en su rostro tenía una máscara que cubría la mitad de este, solo dejaba ver su boca.
-Has despertado.- Me mostro una sonrisa.
-¿Quién eres?.-Le pregunte algo confundido.
-¿Eso es realmente importante de saber?
-Al menos dime, ¿Dónde estoy?
-No sé dónde estás, pero puedo asegurarte que no deberías de estar aquí.- Dijo mientras empezaba a levantarse del suelo.
-Tus respuestas no son de mucha ayuda.-Dije con un leve tono de molestia.
-Tus preguntas tampoco son sencillas de resolver, jamás lo han sido, Midoriya.-Dijo con un leve tono de nostalgia.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-Ese es un secreto, pero te puedo revelar que no es lo único que se de ti.
-No sé quién seas o que seas, pero por favor ayúdame a regresar a mi hogar.-Le pedí de la mejor manera posible.
El extraño chico volteó a mirarme y caminó acercándose un poco a mí.
-¿Estas seguro de querer volver?
-Sí, quiero volver con mi familia y amigos, no quiero estar lejos de ellos, hay demasiados peligros y villanos en la ciudad, quiero seguir protegiendo a toda la población.
-Sigues queriendo salvar a todos aunque te cueste la vida, ¿cierto?.-Me sorprendí ante aquella pregunta.- Recuerda que a pesar de ser un héroe no eres inmortal, si no tienes cuidado puedes morir, ¿eres consciente de eso?
-Lo soy.-Dije con firmeza.
-¿Entonces por qué arriesgas tanto de esa manera?
-Porque esas personas necesitan ayuda, no importa la situación o el momento, los ayudare tanto como pueda.
-Eres el mismo de siempre.
-No es como que de verdad me conocieras.-Le reproche.
-Te dije que te conozco más de lo que piensas.-Le iba a hacer una pregunta pero me interrumpió antes.- Te ayudare a regresar si me haces un favor.
-¿Qué favor necesitas?
-Compañía.
-¿Eh?.-Pregunte confundido.
-Estar aquí es solitario, no puedo hablar con nadie y no quiero seguir así, extraño estar rodeado de mis personas amadas, por favor quédate conmigo, aunque sea un día, te lo suplico...-Dijo con la voz entrecortada.
Azul.
La representación más exacta de la tristeza.
Puede que lo conociera hace algunas horas, pero por alguna razón no podía ignorarlo, no conocía du situación exacta pero había algo que me decía que lo ayudara que era lo mejor para ambos, así que acepte a pasar el día en aquel extraño lugar con ese chico.
Comenzamos hablando de cosas triviales, me pregunto cómo era el lugar de donde venía, que cosas me gustaban, como era ser un héroe, que comida me gustaba, hablamos de muchos temas, hasta que llegue a preguntar de su pasado...
-Disculpa, ¿pero no tienes familia?.-El silencio reino por unos largos minutos y me arrepentí de haber hablado.- No hace falta que hablemos de eso, mejor olvídalo.-Reí nerviosamente.
-No, creo que es justo que te cuente algo sobre mi.-Hizo una pausa y recargo su cabeza sobre sus rodillas.-Mi familia... Mi familia está muerta o lo mejor sería decir que estoy muerto para ella.
-No entiendo a qué te refieres.-Dije honestamente.
-Por cuestiones del destino tuve un accidente el cual causo mi muerte, yo también era un héroe como tú, quería proteger la vida de mis seres queridos y la de los ciudadanos, pero fallé en esa ocasión y los resultados fueron estos, ahora estoy muerto pero sigo atrapado aquí, prácticamente se podría decir que soy un fantasma encerrado en esta dimensión.
-¿Eso significa que yo...-No pude terminar la oración.
-No, tu aún no mueres, sigues vivo, solo estas atrapado aquí, pero saldrás.
-¿Cómo estas tan seguro?
-Porque yo te ayudaré, también quiero seguir siendo un héroe, al menos ese héroe que proteja tu vida.-Me vio a los ojos con un brillo en su mirada.
-Te lo agradecería mucho.-Dije con un leve sonrojo en mis mejillas.- Supongo que la persona por la que arriesgaste tu vida era importante, ¿cierto?
-Así es, era el amor de mi vida, jure que lo protegería con todo mi poder y lo hice, pudo sobrevivir, aunque no cumplí con la promesa de estar siempre a su lado, le fallé...
-No, no lo hiciste, diste todo lo que tenías por esa persona hasta el final, claramente eres un verdadero héroe, ahora también me ayudaras a mí, eres alguien increíble.-Le di un pequeño abrazo el cual correspondió fuertemente.
-Muchas gracias.-Susurro.
Gris.
Aquel color digno de la melancolía.
Pasamos un tiempo abrazados, hasta que el me separo lentamente y su vista se fijó en una pequeña luz que venía de una parte del cuarto blanco.
-Midoriya, ya casi ha pasado un día y es tiempo de que te vayas.
-¿Tan pronto?
-Sí, ya has cumplido el favor que te pedí, es tiempo de que cumpla lo que te debo.
-Me podría quedar más tiempo contigo, ¿sabes?
-No, si sigues más tiempo aquí será más difícil que regreses, tu cuerpo no puede estar tanto tiempo de esta manera, así que cuando esa luz llegue al suelo será tiempo de que te vayas.
-Entiendo eso, pero no quiero dejarte solo, entiendo lo que es perder a alguien importante y la soledad, por eso no quiero dejarte.-Dije sinceramente a aquel chico de blanco.
-Tonto, solo estuve todo este tiempo esperando por volverte a ver, ahora que lo he hecho desapareceré, al final he podido cumplir mi objetivo.
-¿Esperándome? ¿Desaparecer? ¿A qué te refieres?
-Midoriya, estuve más de tres años esperando para poderme despedir de la manera correcta y no solo irme sin más.
-¿Que dices?
-No interrumpas por favor, ya casi es la hora -Vio que aquella luz ya casi llegaba al suelo- Quiero que seas feliz, sé que serás el mejor héroe que pueda haber existido alguna vez y que cuidaras muy bien de todos los que te rodean estoy seguro de eso.-Empezó a acercarse más a mi.-Midoriya...
-Tu...-Algunas lágrimas empezaron a recorrer mis mejillas, la máscara de aquel chico comenzaba a desintegrarse poco a poco, dejando a la vista su rostro, aquel rostro con unos bellos ojos heterocromáticos y con una cicatriz, algunos cabellos bicolor se posaban en su frente, esos mechones blancos y rojos tan conocidos, sin duda alguna era él.
Al ver su rostro pude recordar todo...
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Hace tres años
En una batalla contra un villano que se había salido de control muchos héroes estaban luchando, en una de las oportunidades que tuvo el villano escapó, Deku trato de detenerlo y uso su mayor fuerza para acabar con él, sin importarle destruir su cuerpo, solo quería detenerlo y lo logró, sin embargo no se percató que ese no era el único peligro que había.
Cuando estaba distraído apareció otro enemigo más que estaba a punto de asesinarlo por la espalda, pero hubo algo que el villano no planeo y fue que Todoroki interviniera.
Shōto recibió aquel ataque el cual destrozó una gran parte de su sistema interior, todo para salvar a su amado.
Rojo.
Ese era el color que más predominaba en aquella terrible escena.
Midoriya fue corriendo hasta donde se encontraba Todoroki mientras que otros héroes capturaban a aquel villano y otros llamaban una ambulancia.
-Todoroki...-Dijo Izuku con apenas un hilo de voz.
-Midoriya.-Trato de sonreír, pero en lugar de eso solo pudo escupir un poco de sangre.-Estas bien, me alegro...
-Espera un poco más, la ayuda está en camino, todo saldrá bien, por favor no me dejes...-Lo abrazó con suma delicadeza.
-Perdóname, Izuku...-El bicolor cerro sus ojos para no volver a abrirlos jamás.
Negro.
Todo se volvió negro.
La ambulancia llego pero ya era demasiado tarde para hacer algo, el joven Todoroki Shōto de 17 años de edad había fallecido en aquel lugar.
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-No llores, por favor.- Seco mis lágrimas con su pulgar.- Has llorado por mí demasiado tiempo.
-Todoroki...-Mis ojos comenzaban a tornarse de un color rojizo.
-Te amo, Izuku.-Susurro en mis labios antes besarlos por última vez.
Mientras disfrutaba de aquellos cálidos labios que no había probado desde hacía tanto tiempo todo a nuestro alrededor comenzaba desvanecerse, ambos fuimos desapareciendo hasta llegar a ser más que polvo, fue cuando nuevamente escuche aquellas palabras.
-Despierta, Midoriya
La voz de escuchaba tan clara, pero esta vez no era de Todoroki, era de alguien más, era de los doctores, con dificultad abrí mis ojos, me encontraba en una habitación de hospital, rodeado de algunos doctores, mi madre y amigos, todos se veían felices pero su expresión no duro mucho tiempo.
-Izuku, ¿Por qué lloras?.-Pregunto mi madre.
-Me duele...-Dije con la voz entrecortada.
-¿Que te duele?-Me dijo con extrema preocupación.
-No quería dejarlo, no quería volverlo a dejar ir...-Rompí nuevamente en llanto.
Al parecer los presentes entendieron a lo que me refería, pues solo me dirigieron una mirada de compasión y tristeza, mi madre me abrazó con mucha fuerza tratando de reconfortarme.
Habían pasado tres años desde la muerte del amor de mi vida y seguía sin superarlo, nuevamente ya no estaba conmigo y seguía siendo tan doloroso como la primera vez.
Violeta.
Perfecto para aquella nostalgia que sentía.
Las horas pasaron hasta que fue de noche, seguía en aquella blanca habitación de hospital, conectado a quien sabe cuántas maquinas, mi madre y amigos se habían tenido que ir puesto que ya no era hora de visita, ahora estaba completamente solo.
Recorrí la habitación con mi vista, estaba aun con algunas heridas y no me podía levantar, pero por alguna razón me sentía bien, tenía una leve tranquilidad en mi interior, una extraña paz que no había sentido desde hace mucho tiempo atrás.
-Todoroki, eres un estúpido.-Sonreí a la nada.-Tú te pudiste despedir adecuadamente pero no me dejaste hablar a mi.- Hice una pequeña pausa y mire hacia el techo.
Era probable que fuera la última vez que diría esas palabras, tal vez por eso las quise decir lo más claro posible, alce mi vista y sin mirar al lugar específico exprese mis verdaderos sentimientos.
-También te amo, Shōto.
Un sueño profundo me invadió haciendo que cerrara mis ojos para poder descansar, tal vez era tiempo de dormir un poco más.
Verde.
Ese era el color favorito de Todoroki.