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Hagamos la guerra, no el amor por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del fanfic:

Marx bendito, no sé qué estoy haciendo.

Probablemente lo termine borrando, pero quiero experimentar D: Yo sé, sé tan bien como ustedes que "19 days" es una historia preciosa, con sus parejas oficiales y les juro, por Dostoievsky, que nadie ama más el TianShan que yo, pero... desde que pensé en estos dos como posible pareja, la idea no me ha dejado vivir tranquila.

Así que... este mi método, muy poco ortodoxo, para lidiar con esto que me asfixia.

Y tal vez, solo tal vez, no soy la única enajenada que está enamorada del TianXi (?) ♥ Por lo que si hay alguien por allí, que pueda disfrutar esto, como yo pretendo hacerlo, me haría el mayor de los honores dándole una oportunidad.

 

Todo es propiedad intelectual de Old Xian. Yo solo pretendo satisfacer mis egoístas y degenerados deseos, por lo que la trama sí es mía.

Espero que lo disfruten~ ♥

Notas del capitulo:

“Amarme no será fácil.
Será la guerra.
Tú sostendrás el arma
y yo te daré las balas.
Así que respira.
Y acoge la belleza de la masacre
que tenemos por delante.” 

— R. M. Drake

 

I.

 

 

 

La fiesta está llena de gente, hace demasiado calor y Zhan Zheng Xi por fin recuerda que es verano y cuánto lo odia. La música parece palpitarle en todo el cuerpo, hay refresco por todas partes gracias a los adolescentes borrachos que derraman todo a su paso, y un olor a marihuana de la peor calidad que proviene de la cocina le está provocando náuseas.

Se pregunta por enésima vez qué diablos está haciendo allí.

Por qué está allí.

Para qué está allí.

Si tan solo…

Se imagina que quizás quiere recordar lo fácil que se sentía estar rodeado de personas que solo buscan divertirse.

Admite que suele olvidar con facilidad que es un muchacho, tan adolescente, tan estúpido y tan vulnerable como todos los que están en esa fiesta. Tal vez quiere recordar –quiere sentir– que es un chico de dieciséis años, que desea pasarla bien un viernes en la noche, con un grupo de no-sus-amigos-exactamente-pero-lo-más-cercano-a-eso.

Y a pesar de que no está intentando activamente ser grosero con sus compañeros (que son quienes le han convencido de asistir al alboroto), ni de parecer indiferente, parece ser que realmente no tiene nada que atender en ese lugar.

Mirándolo bien, podría estar “mejor” en su casa, en su cuarto, escuchando música, haciendo cualquier cosa, menos estar allí, obligado a rodearse de gente que no está interesada en su nombre o su bienestar.

No baila, no está buscando pareja, no está desesperado por probarse ante nadie.

Los demás pronto lo dejaron y comenzaron a disfrutar de la fiesta.

¿Por qué está aquí, entonces?

Quizás es porque siempre hay un eco de soledad a donde sea que va, que se pronuncia como la efervescente presión de un dolor de cabeza formándose detrás de sus ojos. Probablemente, es porque le ha llevado dos años enteros darse cuenta de que se mueve como una sombra temblorosa entre multitudes, sin encontrar un lugar al que pertenecer, desde que Jian Yi desapareció.

Porque desapareció. Sin dejar rastro. Sin dejar una señal para que Zheng Xi pudiera sostenerse en la esperanza de su regreso.

Es Zheng Xi quien se siente ahora etéreo, incapaz de continuar existiendo después de que el sol se esconde, prefiriendo soñar que la noche lo absorbe, porque levantarse cada día y reparar en la ausencia del otro es una lucha en sí misma, porque le duele respirar.

Siente que no hay nada en el mundo para él. Que no ha habido nada para él desde hace un año. Que no hay nada para él, en esta fiesta, en esta noche, en toda esa vida que ruge a su alrededor. Siente que… no lo habrá nunca.

Sabe que hubo alguien para él. Tal vez. Pero los días y las semanas se convirtieron en meses, y cuando el tiempo avanza, ese algo empieza a convertirse en la nada.

Presiente que ese vacío no lo podrá llenar con un rato de frivolidad.

Por eso, Zheng Xi se escabulle por los pasillos de la casa abarrotada de luces, sonidos y sudores, hacia el rincón más silencioso que puede encontrar, ya que ese es el tipo de soledad que mejor puede soportar. Es familiar y reconfortante.

 

 

 

_ _ _

 

 

 

Luego de experimentar algo parecido a la tranquilidad al cabo de un tiempo, cuando siente que alguien le observa desde la oscuridad, le recorre un escalofrío. Hay una reminiscencia viperina en la forma en que le miran; hay algo de magnético y simplemente terrorífico en la manera en que es llamado a voltear la mirada.

Más que observarle, siente que lo acechan. Zheng Xi valora que la mirada va con esa intención.

Siente un arrebato de irritación, pero está tan exhausto que la ira no puede manifestarse apropiadamente. Solo se toma un par de segundos de respiración tranquila, para darse la vuelta y enfrentar a quien le vigila.

—Si te parece que tengo algo interesante, ¿por qué no… por qué no me lo dices…?

Es un desastre de palabras que se moldean de forma extraña en su lengua, como si primero tambalearan sobre sí mismas y luego fueran árboles golpeados por un rayo.

—Ha pasado mucho desde que te has dejado ver —replica He Tian, cuya intensidad de mirarle no es propia de un espacio público.

El primer pensamiento de Zheng Xi es correr. Caminar tan rápido como pueda y con la prudencia suficiente de no despertar los instintos depredadores de He Tian. Echa un vistazo a la salida más próxima, pero sabe que sus movimientos no escapan al otro, lo que impide todo intento de escape.

Además, la dignidad que le queda no se puede permitir esa cobardía.

Sin embargo, no quiere estar con él. De verdad que no quiere estar alrededor de él.

No es solo porque He Tian es otro recuerdo andante de Jian Yi y de momentos agridulces que compartieron juntos.

No.

El problema es que He Tian es peligroso. No hay otra forma de llamarle.

Ya fuera por la amistosa y casi cortés distancia que Jian Yi mantenía con él o por la perpetua desconfianza que Mo Guan Shan le profesa, Zhan Zheng Xi conserva un permanente recelo con He Tian.

No es que le desagrade él. Es el hecho de que le hace sentir como una presa.

Porque si He Tian es el rayo, Zhan Zheng Xi tiene miedo de convertirse en el árbol petrificado, carbonizado hasta los cimientos y con las raíces expuestas a su merced.

Lo ha visto suceder demasiadas veces como para tener dudas acerca de la verdadera naturaleza de He Tian.

Zheng Xi sabe, como todos saben, que si ha logrado construir algún tipo de guardia sobre su mente o algún tipo de bóveda alrededor de su corazón, He Tian es capaz de abrirse camino de todos modos. Que es capaz de destruir todo a su paso, con tal de abrirse camino.

—¿Qué quieres, He Tian?

Y He Tian, lentamente, mirándole a los ojos de forma que no se percata del momento en que cierra la cuidadosa distancia que Zheng Xi busca mantener entre ellos, coloca una mano sobre su hombro.

—Yo estaba aquí, primero~

Eso no responde para nada la pregunta de Zheng Xi.

—¿Qué significa eso?

—Significa que puedes hacer algo para entretenerme, por haber interrumpido mis pensamientos con tu melancolía~

Zheng Xi hizo un sonido de desagrado en el fondo de su garganta.

—Vete a la mierda.

No es un gran insulto, pero es lo justo y necesario para que He Tian retroceda aunque sea un par de centímetros y le dé espacio para respirar.

—No puedo~ No después de que has sido tú quien ha pasado tanto tiempo evitándome.

—Hm.

—Es la verdad —ronronea He Tian con una desenvoltura imposible y parece que su voz se ha hecho un poco más profunda por los años o por el tabaco, pero Zheng Xi no podría asegurarlo.

—Eso no es verdad.

—¿Estás llamándome mentiroso~?

El truco está en que no suena como una amenaza, pero ambos saben que lo es.

—Es porque estás en todas partes. Así no se puede huir de ti.

—¿Y es eso algo malo?

—No es del todo bueno.

—¿Y por qué no es algo bueno?

Zheng Xi todavía recuerda la relativa facilidad con la que quedó zanjado el asunto con She Li; cómo supieron, sin lugar a dudas, que He Tian lo haría retroceder.

Los labios de He Tian se alzan en una sonrisa porque sabe lo que está pensando, y se las ha arreglado para mostrar todos los dientes.

—Porque ninguna persona normal podría actuar como tú, He Tian.

—Ouch~ Eso fue malvado~ ¿Acaso estás enojado? —replica el aludido y suena… complacido.

«Imbécil

—¿Y tú qué crees? —dice Zheng Xi y quiere escupírselo pero no puede, porque su lengua se mueve nerviosa sobre sus dientes y las manos le sudan sin control.

Una cosa era estar alrededor de He Tian mientras su concentración caía sobre Guan Shan o mientras bromeaba con Jian Yi, y es otra cosa –completamente diferente– ser objeto único de su indivisible atención.

—Yo creo —empieza He Tian, murmurando y con malicia incansable— que estás aburrido sin Jian Yi y que eres demasiado orgulloso como para pedir compañía.

Deliberadamente, no piensa en la verdad de la última frase.

Es más fácil darle pelea.

—¿Aburrido? ¿Así crees que veo a Jian Yi, como un entretenimiento? No tienes ni la menor idea.

—¿Estás seguro?

Zheng Xi le mira con los ojos entrecerrados, mientras considera su respuesta y He Tian se recarga sobre la pared más cercana. Se le ve… circunstancial. Perfectamente cómodo y dueño de sí mismo, como quien tiene la certeza de que todo lo que existe y se mueve, ha sido erigido a su contorno —por él y para él.

Zheng Xi no quiere ser su juguete. No quiere ser su presa…

¿Y entonces para qué le sigue el juego?

—¿Qué quieres de mí, He Tian? ¿Quieres sentirte mal por mí? ¿Es eso?

—Solo creí que estarías feliz de verme.

—Feliz —repite Zhan Zheng Xi en la penumbra, incrédulo. Porque no puede creer la conversación que está sosteniendo, ni con quién la está sosteniendo—. Joder. No has cambiado nada, ¿verdad?

—¿Quién dice que no?

—No veo que Mo Guan Shan siga bajo tu dominio.

Y el silencio es señal de que está a punto de entrar en el ojo del huracán, pero igual se adentra.

—Ten mucho cuidado con lo que digas.

Por segunda vez, Zheng Xi escucha la amenaza pero la ignora.

—¿Qué pasó, He Tian? Dices que estoy aburrido, pero… ¿no habrá sido Guan Shan el que se aburrió de esconderse y de aguantar la forma en que lo hacías sentir? ¿Cómo lo hacías ver de lastimado y dependie-?

Teóricamente, Zheng Xi se había preparado para el golpe, incluso lo estaba esperando, pero el impacto que hizo su espalda contra la pared y la dolorosa rapidez con que el aire abandonó sus pulmones, igual lo deja inmóvil unos segundos.

Sobre él, cerrándose contra él como un muro solo con la fuerza de sus brazos, He Tian se irgue incluso más alto que antes. Zheng Xi también ha crecido pero He Tian siempre les sacó a todos una injusta ventaja. Hay una diferencia significativa; es una metáfora de la más absoluta desigualdad.

Le mira a los ojos, de todos modos, porque le duele ya no poder doler más por Jian Yi.

Porque es verdad que le duele su orgullo y la gloria vacía de estar haciéndose el triste, de estar tan profundamente solo.

Porque espera —y confía— que He Tian le dé un nuevo significado a su dolor.

No obstante, se sorprende.

Zhan Zheng Xi no recuerda haber pensado, en ningún momento de su vida, que He Tian era débil. Arrogante, a veces. Iracundo, de forma fría y solemne. Brutal, con el grado exacto de estupidez e indiferencia hacia los demás que lo convierte en alguien de temer. Y frecuentemente malo con Guan Shan. Pero jamás débil.

Hasta ahora.

Porque He Tian no le regresa la mirada con la misma firmeza de antaño. Hay un peso adicional en la ferocidad de sus ojos. Hay algo allí, oscuro y violento, que ha crecido y que le ha hecho daño, de una forma que Zheng Xi titubea en querer saber.

—No. Hables. De. Él.

—¿Tema sensible?

—Cállate.

Y el tono de su voz es la última advertencia.

Pero solo porque le advierte que hay algo que He Tian también ha hecho y aprendido en su soledad. Hay algo en He Tian que ha cambiado después de que Mo Guan Shan se le escapara de las manos, y que lo ha teñido todo de la inhumanidad propia del que sufre porque se cree abandonado.

Porque Zhengi Xi sabe de sentirse abandonado.

Quizás He Tian tiene heridas tan diferentes como idénticas a las de Zheng Xi y tal vez —solo, tal vez, existe la mínima oportunidad de que puedan sanarlas juntos.

Aparece la oportunidad y Zhan Zheng Xi la toma.

Oblígame.

 

 

Notas finales:

¿Continuará? ¿Supongo? D:


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