Todo comienza por una fría tarde, tan fría que cada inhalación que uno hace se siente como un puñado de filosas navajas en los pulmones, la paupérrima claridad en el ambiente dificulta en andar de uno, teniendo que ir más despacio que un pequeño bicho rastrero e ir adivinando en donde tener que poner el pie.
A decir verdad, no es un día tan malo, no puede ser tan malo, hay cosas peores, como, por ejemplo, caminar en la calle, solo, con gélidas lágrimas empapando lentamente las mejillas mientras la poca fuerza que se tiene se use para aguantar los llantos y gemidos en el fondo de la garganta.
En esa misma situación se encontraba un joven, alto, medio fornido, de piel con una tonalidad algo bronceada, y unos hermosos cabellos lilas. Caminando, solo, envuelto en llantos ahogados, solo dejándose guiar por el escaso instinto en su ser, puesto que poco o nada le importaba por donde iba, es más, si por él fuera, seguía caminando hasta llegar a la autopista y después enviarse al obvio destino.
Una persona cualquiera que lo viese pensaría que no es más que un pobre adolescente con problemas amorosos, que no estaba muy lejos de la realidad. El corazón de Trunks estaba roto, destrozado, hecho pedazos. Cualquiera puede tener problemas sentimentales: una discusión, desilusión, infidelidad, entre muchas cosas más, pero lo que vivió el pobre hombre, es algo que ni siquiera el más desalmado e insensible hombre podría no conmoverse. Trunks, además de ser engañado, desde el inicio de su relación fue pisoteado y humillado día y noche por su rubia novia, o, mejor dicho, ex novia. No había día en donde ella no terminara armando escenas embarazosas en la cuales le insultaba e incluso llegaba a usar la violencia física.
Pero Trunks aguantaba, siempre justificaba lo que Marron le hacía: cada golpe, cada insulto, todo pasaba por alto, por una simple razón, la quería, y mucho. …l tenía siempre la esperanza de que ella iba a cambiar, que podrían mejorar las cosas, y justo en su noveno mesiversario, aquel frío día del que se hablaba anteriormente, el decidió escribirle una canción, plasmar en ella todo lo que sentía por ella, sus más profundos pensamientos, cada palabra en esa canción estaba puramente salida de su corazón. Con guitarra en mano, se dirigió a casa de su rubio amor, con una enorme y tierna sonrisa, dispuesto a exponer todo su ser, pero lo primero que vio al entrar, fue a su novia, en la cama, completamente desnuda, encima de un chico, o más bien, un hombre, notablemente mayor que ella.
Trunks en ese momento no supo qué hacer. Se quedó ahí parado, solamente observando, mientras que su novia, con cada movimiento que hacía sobre el hombre aquel arrancaba un poco del alma del joven en la puerta.
Ella no se dio cuenta de su presencia, y este, al salir del shock, salió lentamente de la casa, caminó un poco y llegó a un parque, visualizó una banca, fue hasta allí, se sentó, observó detenidamente sus manos, y comenzó a recordar aquellos instantes ocurridos hace unos momentos, no pudo más, se derrumbó y empezó a llorar como nunca, a gritar como nunca. La gente que pasaba se quedaba o intrigada o asustada.
Pasaron unos treinta minutos de puro llanto, y en un momento todo paró, abrió los ojos y se levantó, dejó la guitarra en el suelo y empezó a caminar, sin rumbo, con la cabeza agachada, con la mente absorta en la reciente infidelidad de la cuál ha sido víctima, tanto, que no se fija en el chico que estaba caminando en su sentido contrario. Justo debajo de un farol, estos dos chocan, el chico de cabellos negros termina en el suelo mientras Trunks trata d aliviar el golpe en su cabeza.
-Oye, ¿qué te pasa? – cuestionó Trunks, algo enfadado, pero se enfadó aún más al no obtener respuesta de este- ¿eres sordo? Te pregunté qué te pasa. – nuevamente no obtuvo respuesta.
Sumamente enojado, agarró de la camisa del chico y lo llevó hacia su rostro para verle a los ojos, y lo que encontró en el rostro de aquel era un tierno adolescente con tez blanca y unos penetrantes ojos negros. Tenía facciones finas, unos lindos labios rojos y un cabello algo alborotado. Había lágrimas a punto de salir de sus ojos y un poco de sangre saliendo de su nariz. Trunks se preocupó.
- ¡Tienes sangre! Chico, ¿te sientes bien? Puedo llevarte a un centro o algo. – El chico nuevamente se quedó callado, pero esta vez soltó unos pequeños e inentendibles murmullos.
-Mmhh, ahh, mmhh.
Trunks se confundió, con cada ruido que hacía el chico lloraba aún más, pero en un punto sacó una pequeña libreta y un lápiz, rápidamente escribió una pequeña oración y al terminarla se la mostró a Trunks.
“Me llamo Goten, y soy mudo, por favor perdóname”
Trunks se quedó pasmado, no esperaba algo como aquello. Goten no dejaba de llorar, y se notaba claramente que estaba muy asustado. Trunks pensó que tal vez creía que le iba a hacer daño.
-Goten, tranquilo, no te haré daño, tranquilízate ¿sí? Deja de llorar – suavemente le secó las lágrimas- ven, quiero que vayas a mi casa, tengo que curarte lo que sea que tengas.
Por algún motivo, Trunks sentía una necesidad de ayudar en lo que sea a Goten, tal vez porque se sentía responsable por el hecho de haberlo golpeado.
Goten aceptó, haciendo un gesto con su cabeza. Trunks se apresuró en tomarle la mano y llevarlo hasta su casa.
-Por favor, lo siento, no te vi, es mi culpa, no tengo nada que perdonarte. – Goten solo se limitaba a asentir con la cabeza.
Trunks sentía algo de ternura por él, se notaba que era menor, además de tímido y algo reservado, que eso se puede explicar por el hecho de que es mudo, pero hay algo en él que le llama la atención, y mucho, pero no se puede explicar eso. Simplemente quiere que Goten vaya a su casa para curarle las heridas y también, aunque no se lo dijo, hacerle compañía, porque la necesitaba y porque quería pasar tiempo con él.
Es curioso, el hecho de que un casual encuentro haya apartado por completo el engaño de Marron y todo su dolor, definitivamente había algo en Goten que confundía mucho a Trunks, para bien o para mal.
No imagina ni por un segundo que aquel encuentro iba a cambiar por completo su vida
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