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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Sus labios comenzaron se rozaron mas no llegaron a fundirse, pero diferente a otras veces donde el impedimento era un factor externo, esta vez fue Tatiana quien se detuvo y evitó aquel beso. Paró en el último segundo girando bruscamente su cabeza y poniéndose de pie con la guitarra en una mano.

– Nosotras…nosotras deberíamos dejar de hacer estas cosas.

Guardó la guitarra en su funda, la acomodó donde estaba antes y abandonó la sala, dejando a una Emily desconcertada y confundida. Se quedó ahí sentada, analizando lo que acababa de suceder a la par que trataba de normalizar sus latidos, pero por más que lo intentaba no podía entender que era lo que había pasado, ni si quiera entendía que era lo que la impulsó a estar tan cerca de esos labios.

Tatiana, por su parte, se encontraba echándose agua por cuarta vez al rostro. Frustrada, triste, enojada e ilusionada era los adjetivos que mejor definían la gama de sentimientos que se había formado en su pecho. Se sentía tan vulnerable en ese momento que no quería ser vista por nada ni nadie, odiaba sentirse así, le recordaba lo débil que era. Secó su cara con la una toalla mostaza mientras que su mente le hacía recordar la sensación del roce de bocas y la cálida respiración de la ojiazul sobre sus mejillas, pero a la par recordaba el instante en que Emily accedió en ir a una cita con Joseph. Se sintió impotente, envidiaba al pelirrojo por poder brindarle más cosas a Emily de lo que ella podía.

– ¿Por qué lo hiciste?

No pudo evitar soltar un grito del susto, llevó la mano a la altura de su corazón mientras dirigía su atención en Emily, quien se hallaba parada en el umbral de la puerta del baño, observándola expectante.

– ¿Por qué hice qué?

– No te hagas la desentida –se acercó a ella un par de pasos–, ¿por qué te alejaste?

– ¿No querías que lo hiciera?

– Ese…ese no es el punto –contestó desviando la mirada ligeramente ruborizada, algo que hizo sonreír a Tatiana en medio de todo su lio sentimental–. Solo no entiendo porque lo hiciste.

– Porque no está bien –respondió dolida–, las amigas no hacen eso.

– Lo hemos hecho antes.

– Ahora es diferente.

– ¿En qué es diferente?

– Muchas cosas.

– Explícate mejor.

No tenía ganas de hacerlo, no quería hablar de como descubrió lo que sentía ni quería traer el tema de Joseph a la conversación, solo quería que Emily entendiera con su silencio, pero no fue así pues aquellos ojos la seguían mirando expectantes.

– ¿Querías besarme?

Ahora los papeles se intercambiaron, Emily fue quien esta vez recibió una pregunta por respuesta, una que no esperaba ni sabía cómo responder, menos con esos ojos mieles observándola con una pequeña luz de ilusión.

– Respóndeme –exigió con un tono que expresaba desesperación–. ¿Querías besarme?

– Yo…

Se quedó en silencio por uno, dos, cinco, quince segundos, ninguna palabra salía de su boca. No sabía cómo responder ni que responder, pero Tatiana no esperó, tomó aquel mutismo como su respuesta final.

– Está bien, no tienes que obligarte a responder ni decir algo que no quieras.

Comenzó a caminar hacia la puerta para ir por un vaso con agua a la cocina, realmente lo necesitaba.

– ¿Sabes? –susurró cuando estuvo al costado de Emily– No deberías hacerle esto a Joseph.

Sintió una puñalada en su corazón cuando el nombre de su amigo fue mencionado, pero no sabía si era por el hecho de que indirectamente había dañado a Joseph, o por que la voz de Tatiana sonó ahogada y dolida. No dudó en seguirle los pasos hasta la cocina, necesitaba saber porque había mencionado al pelirrojo.

– ¿A qué te refieres? –preguntó aún con Tatiana dándole la espalda– ¿Por qué mencionas a Joseph en esto?

– Está enamorado de ti –respondió sacando un vaso.

– No sé de qué estás-

– Es obvio, Emily, se nota a kilómetros.

No respondió, no tenía caso negar algo que, a pesar de que ella no lo hubiera notado, tal vez resaltaba a los ojos de los demás.

– Es un buen chico –siguió hablando luego de tomar un sorbo de agua–, sinceramente no me cae muy bien, pero no merece que le hagamos esto.

Emily seguía muda, no tenía idea de que tenía que decir en aquella situación. Tatiana también se quedó callada, concentrada en su vaso con agua como si fuera la cosa más interesante del mundo.

El ambiente era tenso e incómodo, nada comparado al de la hora del almuerzo o al que las rodeaba mientras estudiaban.

– Tal vez… –volvió a tomar la palabra la ojimiel, al parecer había meditado bastante lo que estaba a punto de decir, incluso en ese momento lo estaba haciendo– Tal vez debamos de dejar de hablar por un tiempo.

Sintió como el mundo se le venía encima y un miedo irracional se apoderó de su cuerpo.

– ¿Qué estás diciendo? –finalmente las palabras volvieron a ella– ¿Por qué?

– Para pensar bien las cosas, analizar la rara situación en la que estamos –por su expresión se notaba que sugerir aquello también le había dolido–, y para mentalizarnos en dejar de hacer estas cosas. Creo…creo que es lo mejor.

Estaba hecha un lío, su mente le gritaba una cosa pero su corazón le gritaba otra, no había tregua entre sus pensamientos y sus emociones. Por un lado solo quería gritar que la idea de alejarse no le gustaba para nada, pero por el otro su orgullo le decía que en ese mismo momento se largue de aquel lugar. Y, lamentablemente, su orgullo estaba ganando.

– ¿En serio crees que es lo mejor?

– Sí.

– Vale.

Dio media vuelta, cogió su mochila y salió del departamento dejando sola a Tatiana quien no pudo resistir más su llanto, se desplomó en el piso de la cocina mientras que sus lágrimas salían raudas de sus ojos sintiendo una desgarradora impotencia; sin embargo, no era la única en aquel estado pues Emily tampoco pudo más con el nudo en su garganta y dejó que las lágrimas surcaran sus mejillas mientras entraba al ascensor.

Mientras que aquella desgarradora escena se llevaba a cabo, algo más estaba pasando en un aeropuerto de aquella ciudad: Una rubia bastante atractiva se encontraba sentada en una mesa al aire libre de una cafetería, varias personas la quedaban mirando atraídos por su belleza, pero ella estaba concentrada con el celular al oído esperando que su llamada sea contestada.

Su mensaje será transferido a una bandeja de voz…

Colgó la llamada suspirando resignada, dejó su teléfono sobre la mesa y tomó un sorbo de su té.

– ¿No contesta? –le preguntó un hombre alto y fornido parado a su costado.

– No –respondió con un notable acento inglés–, maybe she’s doing something right now.

It’s probably.

However, I going to see her son –una sonrisa adornó su fino rostro–. See to my sweet Tatiana.

Al día siguiente

A pesar de que la campana que indicaba el inicio de clases ya había sonado, Alejandro no daba indicios de aparecer a pesar de que normalmente era bastante puntual.

– Es inusual que se demore –comentó David apoyado en su carpeta.

– ¿Habrá faltado? –preguntó Camila.

– No, lo vi temprano –contestó Marcelo–, tal vez le haya surgido alguna reunión de último momento o algo.

– En cualquier caso –Fernanda dirigió su mirada a un asiento vacío, todos los demás le siguieron–, espero que Tat llegue pronto si no quiere meterse en otro lío.

– Tal vez los cólicos la golpearon de nuevo –comentó Antonio desviando la mirada desganado–, espero que esté bien.

Lo miraron apenados, sabían que su amigo seguía dándole vueltas a lo que había pasado ayer pues, a pesar de que se armó de valor e intentó avanzar su relación con la ojimiel, no hubo resultado alguno.

 – Disculpen la demora, siéntense en sus lugares que tengo un anuncio importante –finalmente Alejandro llegó–. Antes que nada, buenos días, disculpen la tardanza, pero ha surgido un imprevisto el cual tiene que ver con el anuncio que tengo que darles. Sé que puede sonar repentino, sobre todo porque ayer se nos unió Joseph –señaló rápidamente al pelirrojo con su mano–, pero hoy nuevamente se nos unirá alguien.

Varios susurros comenzaron a hacerse escuchar, Alejandro los calló antes de seguir.

– Bien, ya puedes entrar –dijo mirando la puerta.

En el aula se adentró una rubia que con cada paso desprendía una seguridad y confianza increíble. Caminó hasta que quedar en el centro y se giró para observar a sus compañeros quienes la miraban ensimismados.

Hi everbody! My name is Christina Medran, a partir de hoy estudiaré con ustedes –habló un inglés bastante fluido y un español que, aunque sonaba un poco masticado, era perfectamente entendible–. Espero nos llevemos bien de ahora en adelante.

Terminó su corta presentación con una sonrisa que dejaba ver su blanca dentadura, algo que hizo que muchos chicos sintieran un flechazo y suspiraran rendidos a los encantos de la rubia. ¿Y quién no lo haría? Christina Medran teniendo solo 17 años parecía haberse desarrollado más rápido de la cuenta, su cabello rubio y ondulado le llegaba hasta la cintura, su piel rosácea perfectamente cuidada e hidratada y, lo más llamativo, sus ojos azules claros como el cielo de la mañana.

– Ah, bueno –Alejandro también tardo unos momentos en salir del encanto de aquella sonrisa–. Como se habrán percatado por su acento, Christina no es de por aquí. Ella vivió un largo tiempo en Estados Unidos, pero decidió regresar acá, su ciudad natal, junto con sus padres. Espero que se lleven bien y -

Su discurso se vio interrumpido por el sonido de la puerta golpeando la pared. Toda la atención del salón pasó de Christina hacia la entrada, varios no pudieron sonreír divertidos al ver a una ojimiel agitada apoyada en el umbral de la puerta. Tatiana alzó la mirada y palideció en cuanto vio a su tutor reprochándola con mirada.

– Acaso –comenzó a decir tímidamente –… ¿Acaso llegué tarde?

– Tatiana –su tutor comenzó a masajear su frente–, espera fuera del aula.

– Sí, disculpe la interrupción –agachó la mirada ligeramente avergonzada.

Antes de dar unos pasos atrás sus ojos se posaron en la rubia que se encontraba al costado de Alejandro, quien también la observaba con detenimiento. Al principio la miró extrañada, pero al cabo de unos segundos sus mieles ojos se abrieron de par en par con gran confusión y sorpresa.

– Tú… ¿Tú eres Crist-

– ¡AHHH! MY SWEET LOVE TATIANA! I MISSED YOU! –la interrumpió la rubia estrepitosamente abalanzándose a los brazos de la ojimiel y aferrándose a su cuello – ¡He querido tanto verte todo este tiempo! ¡No sabes cómo te he echado de menos!

– ¡Ya! ¡Ya! ¡Ya entendí así que suéltame! –trataba inútilmente de deshacer el abrazo– ¡Christina! ¡Suéltame! ¡¿Qué no ves que este no es momento indicado para esto?!

– ¡Nunca es un mal momento para demostrar mi amor por ti! –exclamó frotando su mejilla con la de Tatiana.

– ¡Que me sueltes! –con sus dos manos logró alejar el rostro de Christina, mas no pudo deshacerse del abrazo– ¡Nos meterás en problemas a ambas!

– ¡Si es contigo no me importa donde tenga que meterme!

– ¡A mí sí me importa!

– ¡Ustedes dos! –el grito de Alejandro hizo que ambas se callaran al instante – ¿Podrían parar? Están haciendo todo un escándalo –miró a la rubia severamente, ésta captó el mensaje y finalmente de alejó de Tatiana–. Gracias. Ahora Tatiana ¿Ya conocías a Cristina?

– Bueno, sí –contestó en un suspiro–. Éramos amigas de pequeñas y estudiábamos en la misma primaria, técnicamente la conozco desde que tengo memoria –se rascó la nuca, no le gustaba mucho recordar el pasado–. En resumen, se podría decir que es una amiga de la infancia.

– Luego tuve que viajar Estados Unidos por el trabajo de mis padres, fue entonces que nos separamos –siguió contando Christina–. Fue duro, pero a pesar del tiempo y la distancia seguimos manteniendo contacto. Y el día hoy finalmente nos reencontramos, it’s fantastic.

– Ya entiendo, así que así ese es el caso –se frotó su mentón mientras pensaba en algo–. Eso me facilita las cosas –ambas lo miraron confundidas–. Tatiana, a partir de hoy tú te harás cargo de poner al día en todo a Cristina y ayudarla cuando no entienda algo, será una forma de recompensar el hecho de hoy hayas llegado tarde. ¿De acuerdo?

– Claro –respondió sonriendo al ver que se había librado de otra llamada de atención–, sin problemas.

– Muy bien, entonces –dirigió su vista al salón observando específicamente al grupo de amigos de Tatiana que estaban sentados alrededor de su sitio– Antonio, cámbiate al asiento de al fondo. Cristina se tiene que sentar al lado de Tatiana.

– ¿Qué? Pero… –pensó rápido en alguna excusa para que no lo cambiaran lejos– Yo no puedo ver muy bien desde el fondo…

– ¿En serio? Entonces… –volvió a examinar los asientos– Arturo, anda siéntate al fondo. Y tú Antonio, pásate al asiento de Arturo.

Iba a volver a replicar, pero al ver la seriedad en el rostro de su tutor entendió que solo sería en vano así que acató esta vez la orden sin rechistar, al menos no era un mal lugar pues estaba delante de la carpeta de Tatiana.

– Bien, ahora vayan a tomar asiento ustedes dos. Las clases ya van a empezar.

Ambas chicas asintieron y se dirigieron a sus respectivos asientos mientras que Alejandro abandonaba el aula para tener una pequeña charla con el profesor que tocaba a primera hora.

Como era de esperarse no tardó mucho para que todos comenzaran a hacerle preguntas a Christina, quien respondía todas y cada una de ellas con su singular acento y carismática sonrisa. Los amigos de Tatiana también comenzaron a entablar conversación con ella, preguntándole miles de cosas sobre la ojimiel, aunque en la mayoría de las veces no obtuvieron una respuesta.

«Como siempre es el centro de atención», pensaba Tatiana mientras miraba como la rubia hablaba con total confianza y seguridad, riendo de vez en cuando, inconscientemente una sonrisa afloró en sus labios. «Y pensar que antes era tímida, casi parece alguien distinta, incluso su apariencia ha cambiado, me costó un poco reconocerla», sin quererlo sus ojos examinaron desde la punta de la nariz hasta parte de los muslos de su amiga y sus mejillas no tardaron en ruborizarse. «¿Siempre fue tan jodidamente atractiva?».

Mientras estaba perdida en sus pensamientos, Christina desvió la mirada de las personas con las que hablaba y posó sus ojos sobre los de Tatiana regalándole una sonrisa, al que hizo que la ojimiel desviara la mirada avergonzada al ser atrapada.

Se quedó viendo el pizarrón por un largo rato hasta que en cierto momento sus ojos por costumbre buscaron la espalda de Emily. La observó unos segundos, admirando en silencio aquel semblante serio de perfil, luego escondió su rostro entre sus brazos obligándose a sí misma a volver a la realidad. Y aunque pensó que su discreta admiración fue pasada desapercibida, no notó cuando su rubia amiga sonrió luego de ver aquella escena por el rabillo del ojo.

Las clases dieron inicio, y estas fueron un poco más desordenas de lo normal al tener una sexy rubia en el salón, aunque ella se pasó la mayor del tiempo hablando con Tatiana y aprovechando cada oportunidad que tenía para tener contacto físico con ella.

Emily, aunque no volteaba la mirada, sabía que aquella rubia estaba pegada a Tatiana dado que más de una vez fue reprendida por un profesor. Estaba fastidiada, aunque no sabía por qué. Trató obviar su molestia escribiendo y resolviendo ejercicios, pero estaba demasiado intranquila como para poner toda su concentración en ello, haciendo que más de una vez tenga que corregir sus procedimientos.

El timbre que anunciaba el inicio del recreo sonó y todos los alumnos, como era de esperarse, se reunieron alrededor del sitio de la nueva estudiante llenándola de preguntas.

Eh, my new friends. Los quiero y todo, pero ahora solo quiero comer algo. ¿Podemos seguir la sesión de preguntas después?

Las personas a su alrededor quedaron tan fascinadas con su sonrisa y sus ojos al momento de hacer petición que, sin darse cuenta, ya estaban asintiendo y saliendo del aula.

– Como siempre eres el centro de atención –le dijo Tatiana mientras se llevaba unas galletas a su boca–. ¿No te cansas?

Of course –contestó en un suspiro–. Pero a ti te pasa lo mismo, ¿no? Muchos han preguntado sobre cómo eras de pequeña.

– Eso es porque dijimos que éramos amigas de la infancia. ¿Qué esperabas?

– Eres bastante popular, ¿no es cierto?

– Cállate, no es así.

– Esa es nuestra Tatiana –se unió David a la conversación–. Una chica humilde.

– La he criado bien –dijo Fernanda fingiendo limpiarse una lágrima–, estoy orgullosa de ella.

– ¿Y ustedes de donde salieron? –preguntó con el ceño fruncido.

– Sí que eres mala –respondió David–, hemos estado aquí todo el tiempo.

– Déjala, está haciendo algo mucho más importante que ver tu cara –Marcelo se paró al lado de David–. Es normal que te ignorara.

– Aunque para ti debe ser normal que te ignoren –dijo tranquilamente Camila colocándose a un lado de Fernanda.

– David está acostumbrado a eso –habló Antonio poniéndose al lado de Cristina–. No tienen por qué preocuparse por él.

– ¡Ustedes son muy malos conmigo! –gritó fingiendo estar dolido– Incluso Cristina me trata mejor que ustedes.

– Disculpa –la rubia lo miró con una ceja levanta–, ¿y tú eres…?

David entonces se fue a un lado y se hizo bolita, todos comenzaron a reír.

– Te presento a esta banda de raros Chris. Ella es Fernanda, ella Camila, este es Marcelo y el que está a tu lado es Antonio.

–  Nice to meet you guys.

– Y el que está hecho bolita es David.

Nice to meet you, David.

– Sí, sí, encantado – respondió desganado y todavía con la vista puesta en el suelo.

– Vamos, ya anímate – Marcelo se acercó a él –. Te compraré algo luego.

David no tardó en ponerse en pie nuevamente con los ojos brillosos.

– Eres como un niño –comentó Antonio sin evitar poder reír.

– Lo sé –respondió sin tapujos sonriendo–. Y bueno Chris, ¿qué tal la escuela?

– Cansada –suspiró–. Responder tantas preguntas es agotador.

– Te entiendo perfectamente –dijo Joseph acercándose de improviso–. Ayer estaba yo así.

And you are…?

– Joseph Weyler – contestó con su típica sonrisa–. Ayer fui transferido aquí y pasé por lo mismo que tú.

– Que martirio, pero en fin –abrazó su estómago–. I’m hungry. ¿Vamos por algo de comer?

– Claro –respondió David al instante–. ¿Vienen Emily y tú, Joseph?

– Lo siento, pasamos por hoy, nos quedaremos de nuevo en el salón.

– Bueno –Fernanda encogió los hombros–, será para otra.

Who is Emily?

– La chica ahí sentada – Joseph señaló a Emily con una sonrisa–. Es algo tímida y de pocas palabras, por eso no quiso acercase.

– Oh.

Observó a Emily por unos segundos y luego dirigió su vista hacia Tatiana, quien tenía su vista puesta en el suelo, se notaba bastante incómoda con aquella situación. Sonrió y, contra todo pronóstico, comenzó a caminar hacia el asiento de la ojiazul.

– Las personas de pocas palabras son las más interesantes –murmuró más para sí misma que para el resto–, será divertido conocerla.

Tatiana no entendía lo que pasaba hasta que sus ojos mieles ojos chocaron brevemente con los de su rubia amiga, fue entonces que vio aquella mirada, esa misma que en el pasado siempre terminaba trayéndole problemas.

Hi! –saludó Christina posando sus dos manos sobre la carpeta– Emily, ¿cierto?

Para cuando la rubia llegó hasta su asiento Emily estaba con la mirada puesta sobre un libro, aunque su mente no se encontraba del todo en la lectura. Al alzar la mirada y toparse con esa mirada tan clara no pudo evitar fruncir el ceño al instante.

– ¿Necesitas algo?

– Conocerte –contestó seria, pero sin dejar de sonreír–, saber quién eres.

– A mí no me interesa conocerte.

La analizó por unos momentos y pudo notar claramente el odio que desprendía de aquellos ojos azules como la noche. Sonrió mostrando toda su confianza y seguridad, dándole a entender que aquella feroz y gélida mirada no era suficiente para intimidarla.

– ¿Y te interesa Tatiana?

Su rabia pasó a ser sorpresa, realmente la había agarrado desprevenida aquella pregunta.

– ¿Qué?

– Al parecer sí –contestó en su lugar–. Tienes unos lindos ojos, azules como los míos, pero los tuyos son más oscuros, justo como la noche, los míos son del color del cielo por la mañana.

Emily no contestó, esperó a que ella siguiera hablando.

– Me pregunto cuál preferirá Tatiana, ¿la noche o –posó su mano sobre una de sus mejillas– el día?

Notas finales:

Espero que les haya gustado el capítulo, gracias por leer Quería preguntarles, ¿se puede entender las frases en inglés de Christina? Solo he usado lo más básico del idioma, pero si hay problemas para entenderlo puedo simplificarlo más o tal vez traducirlo, quiero que todos entiendan lo que quiero transmitir nn

Eso es todo por ahora, nos leemos pronto


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