Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Perdona si digo que te amo por Parepi_

[Reviews - 196]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

La semana se pasó volando y, antes de que alguien cayera en cuenta, el fin de semana ya había llegado.

Aquel sábado para muchos puede que sea como cualquier otro, pero ese no era el caso de Emily pues ella tenía ese día su cita con Joseph. La ojiazul se miraba en el gran espejo de su cuarto y asegurándose que el vestido blanco que llevaba puesto no tenía ninguna mancha o arruga por algún lado; y justo cuando terminó de examinar su prenda llamaron a su puerta.

– Pase.

– Señorita Emily, el joven Weyler la está esperando en la entrada.

– Entiendo, gracias, enseguida bajo.

La criada se despidió con una pequeña reverencia y abandonó la habitación. Emily volvió a mirarse al espejo por última vez antes de coger un pequeño bolso color negro y abandonar su habitación con un suspiro.

En un departamento de aquella ciudad…

Tatiana estaba recostada en el sillón de su sala con la mirada puesta en el techo mientras que el televisor estaba prendido en un canal aleatorio. Divagaba en sus recuerdos y se perdía entre ellos tratando de que su mente no trajera ciertos ojos azules a su memoria. Estuvo así un largo rato perdida en su propio mundo hasta que oyó como alguien abría la puerta; se incorporó tensa y con el corazón agitado, pero al ver quien era dejó que sus músculos se relajaran nuevamente.

Hi my love! –la saludó Christina entrando como si nada, llevaba una mochila ligera en su espalda.

– ¿Cómo entraste?

– Le saqué una copia a tu llave –respondió inocente sin borrar la sonrisa de su rostro.

– ¿En qué momento…?

– No debes subestimarme, Tati –advirtió guiñándole un ojo. Caminó hasta quedar de pie frente a Tatiana y entonces la observó fijamente.

– ¿Q-Qué?

– Nada –negó sonriendo para sí misma–, no es nada.

– ¿A qué has venido?

– ¿No es obvio? Para estar contigo –cogió la mochila que llevaba y sacó de ella una bolsa blanca–. Traje dulces, ¿hacemos una maratón de películas?

– Yo no tengo películas –respondió cogiendo la bolsa y empezando a husmear en ella.

– Pero yo tengo una cuenta en Netflix –se sentó a su costado dejando la mochila a sus pies– Traje chocolate, papas, galletas, gomitas, palomitas y algo de dinero para después pedir una pizza.

– ¿No has comprado demasiado? –cuestionó empezando a abrir una bolsa de gomitas.

– ¿Tú crees? –miró la bolsa– Cuando metía una cosa se me antojaba algo más, y de un momento a otro terminé comprando todo esto.

– No sé porque no me sorprende esto de ti –dijo divertida.

Luego de que Christina ingresará a su cuenta de Netflix dejó que Tatiana eligiera la película que ella quisiera, al fin y al cabo, ese día tenía el propósito de consentirla. La miraba por el rabillo del ojo tratando de analizarla, notar si sus párpados estaban hinchados o su nariz más roja de lo normal.

– ¿Qué tanto me miras?

– Me gusta mirarte, solo eso –contestó inocente para luego recostarse en el respaldar del sofá–. ¿Todo bien?

– Sí, ¿por qué lo preguntas?

– Hoy es la cita de Emily y Joseph, ¿verdad? – Tatiana paró en seco lo que estaba haciendo y se quedó observando fijamente la imagen de la película que aparecía en ese momento en la pantalla.

– Sí, ¿por qué preguntas?

– ¿Te sentías sola?

– No-

– ¿Angustiada?

– No-

– ¿Preocupada?

– Ya te dije que no-

– ¿Celosa? – Christina observó a su amiga quien tenía un sonrojo ligero en las mejillas, rio por lo bajo y pasó sus brazos por el cuello de Tatiana, haciendo que se apoyara con ella en el respaldar – Eres tan fácil de leer.

– ¿Por eso viniste?

– Sí y no. No necesito realmente una excusa como esa para venir a verte.

– Idiota –murmuró negando con una sonrisa–. Gracias.

– No tienes por qué darlas, my love.

Se quedaron en silencio simplemente buscando alguna película que pudieran ver, no parecía que alguna llamara su atención hasta que en la cartelera apareció “50 sombras de Grey”.

– ¡Esa! –exclamó Christina– ¡Veamos esa!

– No pienso ver esa película con una depravada sexual como tú.

Why?!

– Por seguridad a mi inocencia.

Mientras tanto, en un parque de diversiones…

–Bien, ¿dónde quieres subirte primero? –preguntó Joseph sonriendo ampliamente y mirando los ojos azules de Emily.

– Hay muchas cosas, realmente no sé por dónde empezar –buscó con su mirada algo que le llamara la atención, pero era difícil, todo parecía llamativo para ella–. ¿Qué te parece en esa?

– ¿Las tazas? –Emily asintió sonriendo emocionada– Bien, vamos entonces.

Sin previo aviso, Joseph tomó la mano de Emily y comenzó a jalar de ella, evitando que la ojiazul viera su rostro y así evitar que note el rubor que se había hecho presente en sus mejillas. Emily se sorprendió ante el repentino acto de su amigo y un ligero sonrojo apareció en sus mejillas, pero no dijo nada y simplemente se dejó llevar por él.

Se subieron a distintas atracciones, comieron algo de la comida rápida que vendían ahí, descansaron un momento y volvieron a subir a las atracciones; repitiendo ese suceso cada cierto tiempo. La mayor parte del recorrido estuvieron cogidos de las manos y, algunas ocasiones luego de pensarlo mucho, Joseph se atrevió a abrazar a Emily de una manera más íntima de la que ambos acostumbraban, provocando sonrojos y nervios por parte de la ojiazul.

El tiempo se les pasó prácticamente volando y, antes de que se dieran cuenta, el cielo ya se había oscurecido y el reloj de sus celulares ya marcaba las 7 p.m.

Volvieron sobre sus pasos para regresar a la entrada del parque donde les estaba esperando el chofer del pelirrojo. Ambos estaban riendo mientras recordaban cada atracción a la que se habían subido esa tarde, la habían pasado genial, eso era un hecho.

– ¿Qué tal la pasaste?

– Me divertí mucho, en verdad –respondió sonriendo con total sinceridad–. Gracias.

– Te dije que la pasarías bien –se infló el pecho en un intento de sonar soberbio, pero no pudo evitar que una risa se le escapara–, pero no es todo lo que tengo preparado para hoy.

– ¿Ah no? –levantó una ceja y miró a su amigo confundida– ¿Qué otra cosa has hecho?

– Es una sorpresa.

A pesar de que insistió, Joseph siguió firme en mantener en secreto que era lo que tenía preparado para el final. Resignada, Emily solo atinó a crearse miles de escenarios en su cabeza y tratar de adivinar cual era el más probable que sucediera.

El recorrido fue corto, o al menos así lo sintieron tanto Emily como Joseph quienes hablaron animadamente todo el transcurso. El carro se detuvo junto a un parque que, a pesar de no ser tan grande, tenía un ambiente bastante limpio y agradable.

– ¿Qué hacemos aquí?

– Ya lo verás –contestó Joseph con una sonrisa y bajó del vehículo para luego ofrecerle su mano a Emily– Acompáñeme, my lady.

Emily, con cierta duda, aceptó la mano del pelirrojo y dejó que la ayudara a bajar del auto, se dejó guiar por él a través del parque hasta que llegaron a una zona completamente verde y, luego de dar un par de pasos más, se toparon con un mantel tendido en el suelo y una canasta llena de comida.

– ¿Un picnic?

– A la luz de las estrellas.

– Que original.

– Lo soy a mi manera –contestó sentándose sobre el mantel e invitando a Emily que haga lo mismo, luego sacó de la canasta un par de sándwiches y unos refrescos para ambos.

– ¿Esto es ser original?

– Lo es –aseguró con un puchero que hizo reír a la ojiazul–. La noche es joven, tomémoslo con calma. ¿Sabes que habrá hoy?

– No… ¿Hay algo hoy?

– Pues… –miró el reloj de su muñeca– Sí, ya es hora. Mira el cielo.

Emily alzó su mirada al cielo intrigada y confundida, pero no logró notar nada especial más que la oscuridad de la noche. Se quedó observándolo un rato tratando de encontrar algo fuera de lo normal, pero luego de un minuto sin notar algo volvió la vista a su amigo.

– No hay nada.

– Vuelve a mirar –su sonrisa era confiada–, anda.

Frunció el ceño y volvió a elevar su vista al cielo, pero nuevamente no encontró nada fuera de lo común en él. Iba a volver a decir algo, pero justo cuando pensaba volver la mirada hacia el pelirrojo sus ojos lograron captar como una estrella fugaz apareció y desapareció al instante, luego vio otra, y luego otra, y otra más, y muchas más. Se quedó observando el cielo fascinada por el espectáculo que sus ojos estaban presenciando en aquel momento.

– Hoy hay una lluvia de estrellas –comenzó a decir Joseph mirando también las estrellas caer–, estuve averiguando desde que lugares se podría ver y este parque resultó ser uno de esos –esperó una respuesta, pero no obtuvo una dado que Emily estaba ensimismada con la mirada puesta en el cielo, algo que hizo a Joseph sonreír–. ¿Ahora soy original?

– Supongo que ganaste algunos puntos.

– Eres exigente mujer.

Soltaron una ligera risa y entonces se enfocaron de lleno en disfrutar el desfile de estrellas que pasaba ante sus ojos. Fueron unos largos minutos de silencio hasta que, de repente, ambos giraron sus rostros y chocaron sus miradas. Al principio solo compartían una cómplice sonrisa, pero luego el semblante de Joseph se fue tornando serio y, de manera lenta y cautelosa, se fue acercando al rostro de Emily.

En el mismo parte, pero en una locación diferente…

– ¡Apúrate Tatiana! ¡Ya comenzó! –gritó Cristina emocionada mientras corría y miraba el cielo.

– ¡Lo estoy viendo! –respondió Tatiana siguiéndola el paso por detrás – ¡Vamos más allá, se verá mejor!

– ¡Casi no hay nadie! ¡Es todo para nosotras!

– ¡Todos deben estar en las montañas dónde la vista es mejor!

– ¡Menos mal que pusimos el noticiero por accidente, sino no hubiéramos sabido de esta lluvia de estrellas!

– ¡No fue un accidente, tiraste el control remoto!

_–¡No le prestes atención a los pequeños detalles, la cosa es que nos enteramos de la lluvia de estrellas!

– ¡Es aquí! –gritó deteniéndose y dando una gran boconada de aire– Aquí es donde mejor se debe ver.

– Todo es verde –comentó agitada mirando a su alrededor–, I love it.

– ¿Qué esperabas? Esta área es todo césped –levantó su mirada al cielo y sonrió satisfecha– ¿Ves? Te dije que de acá se vería mejor.

Cristina alzó la mirada y quedó maravillada. Tatiana tenía razón, desde ese lugar se podía apreciar mejor la lluvia de estrellas. Ambas se quedaron observando ensimismadas el espectáculo que estaba dándose frente a sus ojos, pero en cierto momento Tatiana despegó su miel mirada de las estrellas cayendo y comenzó a inspeccionar su alrededor.

– ¿A dónde vas? –preguntó Cristina al ver que su amiga comenzaba a caminar.

– Creo que hay un lugar por acá que es como una pequeña colina, desde ahí de seguro podemos verlo mejor.

– Acá está bien.

– Solo iré alrededor, si está cerca te digo, si no nos quedamos acá.

– Bueno, ¿te acompaño?

– No, está bien, yo vuelvo enseguida.

Christina hizo un leve puchero y se encogió de hombros, pero la verdad era que seguir observando la lluvia de estrellas era lo que quería seguir haciendo así que no insistió mucho. Tatiana sonrió, comenzó a caminar buscando aquel dichoso lugar, atravesó un par te arbustos y pasó al lado de algunos árboles tratando de que su mente recordara la locación de aquella pequeña colina; dio unos cuantos pasos más hasta que se topó con una pareja teniendo un picnic a la luz de las estrellas.

«Será mejor que los deje solos», pensó dándose media vuelta para volver a darle privacidad a la pareja.

– ¿J-Joseph?

Detuvo en seco su andar. Pensó que sus oídos la estaban engañando, pero era casi imposible que ella confundiera aquella voz puesto que siempre la escuchaba en sus sueños. Debatió internamente en su interior por unos segundos acerca de dar un paso al frente o regresar la mirada, al final fue su curiosidad lo que ganó y la llevó a volver a posar su miel mirada en las personas que se hallaban sobre aquel mantel. No pudo reconocer los rostros a la primera dado que la distancia y la oscuridad no la favorecían, recién cuando afinó la vista y se acercó un par de pasos más pudo reconocer aquellas caras:

Eran Emily y Joseph.

Sintió su estómago revolverse y un nudo en su garganta comenzando a aparecer, y aunque quiso alejar su mirada en el mismo segundo que los había reconocido, sus piernas no estaban respondiendo a las órdenes que estaban gritando sus pensamientos. Cada que veía que la distancia entre Emily y Joseph se acortaba un centímetro, su corazón se agrietaba dos; recién cuando sintió sus ojos humedecerse sus piernas le hicieron caso y corrieron lo más rápido de aquel lugar, lejos de aquella escena que le había roto el corazón.

Notas finales:

Gracias por leer, espero les haya gustado <3

Nos leemos de nuevo la semana que viene n.n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).