Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Perdona si digo que te amo por Parepi_

[Reviews - 196]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Es un largo capítulo, agradeciendo su paciencia <3

El tiempo pasó volando. En un abrir y cerrar de ojos ya era mitad de año y empezaba el invierno en aquella pequeña ciudad. Sin embargo, ni el clima frío ni el cielo nublado impedía que las personas salgan de sus casas para hacer sus labores o, simplemente, para pasar un buen rato con su amigos y familiares.

Como es natural con el paso del tiempo, muchas cosas cambiaron: personas, relaciones, amistades. Algunas para bien, otras para un mal momentáneo, pero siendo siempre un cambio necesario.

– ¡Vamos! ¡Vamos! –gritó Fernanda emocionada– ¡Lo siguiente es la montaña rusa!

– ¿¡Otra vez?! –replicó Tatiana– ¡Nos hemos subido ya tres veces!

– ¡Una más no hará daño! –aseguró David tomando la muñeca de Tatiana para empezar a tirar de ella– ¡Vamos!

– ¡Noooo!

Aunque replicó, Fernanda y David no la soltaron en ningún momento y siguieron tirando de ella, llevándola a rastas hacia la atracción.

Se encontraban en un parque de diversiones bastante conocido de la ciudad, sobre todo por la cantidad y diversidad de atracciones que poseía, siendo las más famosas sus montañas rusas. La razón del porqué estaban ahí era debido a la tradición que tenían desde hace ya un tiempo, aunque no era fin de mes todavía. Decidieron adelantar su visita al parque puesto que pronto entrarían en exámenes y, muy probablemente, no tendrían tiempo para ir entonces.

– Ellos nunca cambian –dijo Antonio negando con una sonrisa.

– En momentos como estos me apiado de Tatiana –mencionó Marcelo se echándose a reír.

My sweet love estará bien, tiene buena resistencia –aseguró Christina orgullosa–. ¡Vamos nosotras también, Camila!

– ¿Qué? Espera-

No le dio tiempo a reclamar: Christina ya estaba jalando de ella antes de que pudiera hacerlo, así que no le quedó de otra más que seguirla. Camila poco a poco se había acostumbrado a esa personalidad impulsiva de la rubia, y se dio cuenta también de que era muy difícil llevarle la contraria, pues parecía que Chris no aceptaba nunca un “no” por respuesta. Con el paso de los meses la había llegado a conocer mejor, y ya solo se dejaba hacer por ella.

– No entiendo cómo se volvieron tan cercanas esas dos –pensó Marcelo en voz alta.

– Nadie sabe, pero da igual –le contestó Antonio restándole importancia al asunto. Se dio media vuelta y fijó su mirada en las dos personas que estaban unos diez pasos atrás–. ¡Oigan, iremos de nuevo a la montaña rusa de la jungla!

– ¡Ya vamos! ¡En un momento los alcanzamos! –respondió Joseph–. Vamos, Emily, nos van a dejar atrás.

–Espera –susurró algo mareada y apoyándose en el hombro del pelirrojo–, aún no supero el juego anterior.

En los últimos meses, poco a poco Joseph y Emily se fueron integrando en el grupo de Tatiana. Comenzaron a salir juntos, hacer grupo para los trabajos, almorzar juntos en el comedor, y cosas típicas de un grupo de amigos de adolescentes. Aunque en un principio Emily era reacia a participar en las salidas y demás actividades, poco a poco se fue integrando y conociendo a los demás, llegando a formar un agradable lazo amistoso con todos; aunque de igual manera seguía sin participar mucho en las salidas.

– Vamos, vamos, apúrense –dijo emocionada Fernanda al ver que todos ya estaban llegando–. Tenemos suerte de que el parque de diversiones sea de tu familia, Antonio. Nos podemos ahorrar las colas. –golpeó con fuerza la espalda de su amigo.

– ¿Y por qué golpeas mi espalda?

– Por nuestra amistad –lo golpeó nuevamente riendo. Entonces notó que finalmente habían llegado Joseph y Emily–. ¡Ya estamos todos! ¡Vamos!

– ¿Nos sentamos como antes? –preguntó David.

– Pues… –intercaló su mirada entre todos los presentes y sonrió de manera maliciosa– ¡Hay que cambiar! Primero: Antonio y Tatiana.

– ¿Qué? –Antonio se sonrojó levemente y miró con el ceño fruncido a Fernanda, pues se imaginaba qué era lo que intentaba– Pero nosotros ya-

– ¡Sin peros! –exclamó callándolo– ¡David! ¡Llévalos a sus respectivos asientos!

– ¡Sí! –contestó con una pose militar, entonces empujó a los susodichos hacia los asientos.

– Ahora…–tomó su mentón pensativa– Pues, Marcelo y Cami-

– ¡Yo me siento con Camila! –se adelantó Christina. Cogió el brazo de Camila y comenzó a arrastrarla, nuevamente, hacia los asientos.

– Bueno, ya que –se encogió de hombros y volvió a mirar a los demás–. Joseph y Emily.

– Vale –dijo Joseph sonriendo, y tanto él como Emily subieron a la atracción.

Cuando quedaron solo Marcelo, David y Fernanda, hubo un gran silencio en el que los tres se miraban y examinaban entre ellos.

– Solo quedamos tres…

– Uno de nosotros se sentará solo…

– Solo hay una manera de arreglar esto –Marcelo miró a Fernanda y a David y, al notar que todos pensaban lo mismo, asintió levemente.

Una tensión se sintió por un par de segundos. Todos tenían sus semblantes serios y concentrados. Llevaron un paño detrás de su espalda y esperaron unos cinco segundos antes de empezar la competencia que decidiría todo.

– ¡YAN! ¡KEN! ¡PO!

Al terminar su gritó unísono llevaron sus puños al centro del pequeño triángulo que habían formado y sacaron sus armas. Miraron las palmas de los demás por un par de segundos, procesando la batalla y la definición de ésta.

– Perdí –Fernanda cayó derrotada al piso.

– Nosotros vamos subiendo.

– Recoge tu dignidad antes de venir –dijo Marcelo entre risas.

Luego de que todos subieran; el personal, quienes eran los únicos presentes en el parque además del grupo de adolescentes, no tardó en encender la atracción. Primero se pudo escuchar el andar metálico de los vagones, y luego de un par de segundos solo se oían los gritos de todos. Algunos gritos expresaban diversión, pero otros, como el de Tatiana, solo emitían desesperación.

Unas dos vueltas más tarde, la atracción finalmente se detuvo. Todos bajaron con cuidado y caminaron hasta llegar a una banca de madera que había por allí cerca.

– ¿Estás bien Tatiana? –preguntó Camila divertida al ver a su amiga tirada, literalmente, sobre la banca.

– Voy a morir –aseguró mirando al cielo con el rostro pálido–. Ya no puedo más, hasta aquí llegué.

– ¿Por qué no descansamos un rato? –sugirió Joseph riendo– Así Tatiana recupera su alma.

No pudieron evitar reír ante la broma del pelirrojo. Se quedaron en esas bancas descansando por alrededor de unos 10 minutos, luego se pusieron en marcha nuevamente. Caminaron un largo rato simplemente hablando y bromeando entre ellos, fijándose en las atracciones que tenían que subirse sí o sí antes de irse.

La hora del almuerzo ya estaba llegando, y sus estómagos se lo hicieron saber a cada uno. Sin embargo, decidieron subir a un par de atracciones más antes de tomar un descanso para comer algo. Y la última que escogieron antes de ir a comer fue el enemigo mortal de Tatiana: Las tazas giratorias.

– ¡Noooooooo! –gritó aferrándose a un poste de luz con tal fuerza que pareciera como si de eso dependiera su vida– ¡No quiero! ¡Todo menos las tazas!

– ¡Vamos! –exclamó Fernanda mientras tiraba de uno de sus zapatos– ¡No nos subimos la última vez que vinimos!

– ¡Solo será una vez Tati! –aseguró David tirando de su otro pie– ¡Será divertido!

– ¡Noooo!

La escena era realmente cómica para el resto del grupo, quienes no pudieron evitar reírse ante lo que veían. Sobre todo cuando en un tirón Fernanda logró quitarle la zapatilla a Tatiana con todo y media.

– Pobre Tatiana –comentó Camina entre risas– ¿No crees que puedes hacer algo para convencerla de subir, Chris?

– Mm… –llevó su mano al mentón y se quedó callada por unos segundos mientras analizaba la situación– Si hablamos de convencerla la más indicada sería…–comentó a susurrar para sí misma– ¡Lo tengo!

Se acercó a Tatiana y, mientras ésta seguía siendo jalada por los pies por Fernanda y David, le susurró algo al oído. Nadie escuchó que era lo que le había dicho, pero pudieron ver que, sea lo que haya sido, hizo que la cara de la ojimiel se ruborizara ligeramente. Christina volvió a susúrrale algo, nuevamente imperceptible para todos los demás, y finalmente Tatiana asintió derrotada.

– Vale, me subo –masculló entre dientes. Sus amigos liberaron sus pies y, cuando finalmente estuvo parada, miró a Cristina–. Es en serio, ¿no?

Of course!

Tatiana giró los ojos, se puso la zapatilla que anteriormente Fernanda le había sacado y finalmente se encaminó hacia las tazas, esta vez por voluntad propia. Todos se quedaron confundidos y sorprendidos ante lo que acaba de suceder, pero, aunque trataron de preguntarle a Christina qué fue lo que hizo, no obtuvieron respuesta.

Dado que en las tazas cabían más personas en los asientos, esta vez se dividieron en grupos de cuatro y cinco: Tatiana, Antonio, Emily y Joseph en uno; y Fernanda, Camila, Christina, David y Marcelo en el otro, sentados en ese orden en las tazar. Al empezar el juego fueron los chicos quienes más fuerza emplearon para girar el timón que controlaba las tazas. Las chicas también pusieron de su parte en girar el timón, pero al no poder seguir el ritmo de los chicos se limitaron simplemente a reír a carcajadas. Bueno, Tatiana no reía, ella gritaba mientras se aferraba al cuerpo de Emily con fuerza.

Al acabar el juego todos bajaron algo mareados y atontados, pero riéndose de ellos mismo. Con excepción de Tatiana, claro está, quien como pudo llegó a la entrada del juego; sin embargo, al tratar de bajar las escaleras perdió el equilibrio y cayó. Hubiera chocado contra el piso de no ser porque fue atrapada en el último momento.

– ¿Estás bien? –preguntó Antonio preocupado.

– S-Sí, solo algo mareada –aseguró tratando de ponerse de pie, pero estaba tan mareada que perdió el equilibrio nuevamente. Antonio la sostuvo de los hombros para evitar que cayera.

– No éstas solo algo mareada –dijo divertido–. ¿Quieres que te cargue?

– N-No, estoy bien, en serio –le sonrió débilmente tratando de convencerlo. Trató de parase por sí sola, pero le costaba mucho no tambalearse para un lado–. Ugh.

Antonio negó con una sonrisa para sí mismo. Sin decir ni una palabra, se colocó delante de Tatiana y se puso en cuclillas.

– Sube –dijo mirándola por el rabillo del ojo.

– Pero…

– ¡No te hagas de rogar! –exclamó Fernanda apareciendo de la nada. Empujó a Tatiana y logró que caiga sobre la espalda de Antonio– Joder, solo deja que te cargue, valora su buena acción del día.

– Pero peso mucho…

– ¿Qué dices? –preguntó Antonio con ironía poniéndose de pie y sujetando las piernas de Tatiana– No pesas absolutamente nada.

– Bueno –intervino David–, si ya terminaron su coqueteo intensivo. ¿Por qué no vamos por algo de comer?

Todos aceptaron en seguida, pues eran conscientes de que sus estómagos ya les estaban reclamando algo de comer desde hace ya un buen rato.

Fueron a donde se encontraban los puestos de comida y escogieron una mesa cualquiera. Luego de que todos tomaran asiento comenzaron a debatir acerca de qué comer y quién iría a por los pedidos. Se escogió la comida en un sorteo: Hamburguesas y una gran ración de papas fritas. Y deliberaron quienes irían a pedirla en un juego: Marcelo, Antonio, David y Joseph. A regañadientes los chicos se levantaron y se fueron al puesto a hacer y esperar el respectivo pedido.

– ¿Sigues mareada Tatiana? –preguntó Fernanda al ver a su amiga con el rostro pegado a la mesa.

– Ya estoy mejor, pero si levanto la mirada siento que de nuevo todo dará vueltas.

– ¿Por qué no vas a lavarte la cara? –sugirió Christina– Puede que te despeje.

– Sí, iba a decirte lo mismo –la apoyó Camila–. Los chicos vendrán dentro de un rato y el baño no está tan lejos.

– Bueno, supongo que vale intentarlo al menos–se levantó lentamente, cuidando que el equilibrio no abandone su cuerpo.

– ¿No sería mejor que alguien te acompañe? –Camila la miró preocupada– Todavía estás algo pálida.

– Es cierto –concordó Christina al instante–. Emily, acompáñala.

– De hecho, yo también quiero ir al baño –dijo Fernanda comenzando a levantarse–. Yo la acompa-

No! No! –negó Christina raudamente. La cogió del brazo y la jaló, ocasionando que Fernanda cayera de golpe sobre su asiento– Te tengo que preguntar algo, no puedes irte a ahora.

– ¿Es tan urgente? Realmente necesito…

Yes! Es de vida o muerte.

– Pero…

It’s very, VERY, important to me.

– No creo que…

– Mi vida depende de ello.

– …Vale –suspiró derrotada ante la insistencia de aquellos ojos color cielo acomodándose en su asiento–. Emily, te encargas tú entonces.

– Claro –se puso se pie y se dirigió hasta Tatiana–. ¿Puedes caminar?

– Sí, más o menos.

– No hay que arriesgarnos de todas formas –cogió la mano de Tatiana y se la pasó por los hombros, luego la sujetó firmemente por la cintura. De no ser porque la ojimiel estaba tan concentrada en superar su mareo ya se habría puesto cual tomate–. Vamos.

Comenzaron a alejarse a paso lento y calmado, desapareciendo a los pocos minutos de la vista de las demás. La rubia las vio con una discreta sonrisa satisfactoria.

– Entonces, ¿qué era lo que tenías que preguntarme?

– Oh, eso… ¿Sabes cuál es la receta de la comida que nos hizo tu madre la última vez que fuimos a tu casa? Realmente me encantó su pollo al horno.

– ¡¿EN SERIO ES DE VIDA O MUERTE LA RECETA DE MI MAMÁ?!

Mientras tanto, Tatiana y Emily ya habían llegado a los servicios, pues en serio no estaban muy alejados del patio de comidas. Tatiana mojaba su cabeza y se lavaba la cara con la fría agua que salía del grifo. Sentía como levemente la frescura del agua la ayudaba a despejarse, seguía mareada, pero al menos ahora podía mantenerse sola de pie.

– Si que te mareaste antes –dijo Emily parada a su costado cuidando por si caía–. ¿Te sientes mejor?

– Sí, un poco –se echó agua por última vez al rostro y cerró el grifo. Sacudió sus manos un par de veces antes de tomar un papel y secarse.

– No es normal marearse hasta este punto solo por una atracción –comentó seria y preocupada a la vez–. Y no es la primera vez, antes recuerdo ya haberte visto así.

Tatiana sintió sus hombros tensarse, pero lo disimuló lo mejor que pudo. Arrugó el papel con el que había secado su rostro y lo tiró al tacho, entonces alzó la cabeza y miró a Emily a través del espejo por un par de segundos antes de desviar la mirada, aún no lograba acostumbrarse del todo a la intensidad de aquellos azules ojos.

– Desde que era pequeña recuerdo haber sido débil con los giros, y cualquier cosa en sí que tenga que ver con dar muchas vueltas –dijo luego un par de segundos en silencio, la sonrisa en su rostro y el tono en que hablaba revelaba que no le daba mucha importancia al tema.

Emily la quedó viendo sorprendida, pues Tatiana no solía hablar mucho de su pasado. En realidad, ninguna solía tocar mucho el tema de cómo eran sus vidas cuando eran pequeñas, tampoco solían hablar de sus familias. Si era algo inconsciente o adrede, ninguna estaba segura, pero sí había algo que sabían: Tanto Tatiana como Emily estaban mejor sin recordar mucho el pasado ni hablar sobre él. Preferían concentrarse en el ahora.

– ¿Nunca fuiste a un médico? –preguntó Emily al notar que Tatiana no pensaba seguir con su anécdota– ¿A algún pediatra?

– Claro que sí –contestó riendo como si Emily acabara de preguntar lo obvio–, pero resultó no ser nada de otro mundo: Simplemente tengo mis defensas un poco más bajas de lo normal. O al menos algo así entendí. Con tal de que no me exceda ni me sobre esfuerce estoy bien, aunque desde que empecé a…–se calló al instante en cuanto cayó en cuenta de lo que estaba a punto de revelar. Miró discretamente de reojo a Emily y entonces volvió a desviar la mirada– Asistir a la secundaria se ha vuelto más severo, supongo.

– ¿Qué me ibas a decir? –preguntó frunciendo el ceño.

– ¿De qué hablas?

– Ibas a decirme otra cosa.

– Claro que no.

– Claro que sí.

Tatiana volvió a posar su mirada en Emily a través del espejo. La observó por un par de segundos antes de soltar un suspiro resignado: nunca podía ocultarle nada. Se dio media vuelta para poder quedar cara a cara, aunque mantuvo la distancia de tres pasos que las separaban.

– No era nada importante –aseguró sonriendo apenada, disculpándose con ella con su miel mirada–, olvídalo.

– Tiene que ver con tu salud, claro que es importante.

– No te preocupes Emily, en serio no era nada.

– ¿Cómo me vas a pedir eso? Te quiero, por eso me preocupo por ti.

No pudo evitar que sus mejillas se tiñeran con un ligero carmín. Apartó la mirada avergonzada sin saber muy bien cómo responder, pues Emily la había tomado desprevenida con esa respuesta.

– Lo siento –dijo tras un par de segundos en silencio. Comenzó a sobarse la nunca, algo que hacía cuando buscaba la mejor manera de expresarse, y volvió a alzar la mirada–. Es solo que…creo que no es el momento ni el lugar para hablar de eso. Vinimos aquí para pasar un buen rato con todos, no quiero que nos amarguemos hablando de mi salud.

– ¿Y cuándo es el momento para hablar de eso? –se cruzó de brazos y la miró seria.

– Pronto –le regaló una sonrisa de medio lado mientras la miraba fijamente–. Ahora solo concentrémonos en pasarla bien con los demás.

Emily continuó con su ceño fruncido, no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer; sin embargo, en cuanto notó que Tatiana la miraba con ojos de borrego mantener su posición de seria y molesta se le hizo más difícil, pues nunca podía decirle que no cuando la miraba de esa manera tan dulce pero insistente a la vez, y eso era algo que Tatiana sabía muy bien. Al cabo de un rato chasqueó la lengua fastidiaba y apartó la mirada.

– Vale, lo dejaremos por hoy –soltó un suspiro derrotado a la par que negaba para sí misma–. No eres nada justa, ¿lo sabías?

– Sí, solo un poco –contestó riendo–. Pero así te gusto, ¿o no?

– Sí –se encogió de hombros, resignada–, ¿qué se puede hacer?

– ¡Aceptarlo!

– Eso hago, por el momento no es tan malo.

Se quedaron mirando para luego echarse a reír.

Luego de que ambas habían aceptado sus sentimientos y se confesaron, poco a poco hablar sobre ellos ya no era algo sobre lo que tuvieran que avergonzarse o que tuvieran que ocultar, al menos no entre ellas. Aunque al principio no era así, pues las dos eran tímidas y no estaban seguras si debían o no tocar ese tema, pero con el paso de los días poco a poco se fueron soltando y ganando más confianza, tanto en ellas mismas como con la otra.

En cuanto sus risas pararon se quedaron mirando a los ojos ensimismadas y con una sonrisa cómplice en sus rostros.

– Creo que luego tendré que darle las gracias a Chris por esto –comentó Tatiana, aunque más para ella misma que para Emily.

– ¿Por qué lo harías?

– Pues…–ladeó su cabeza de un lado a otro, meditando tal cual niña pequeña que no sabe si contar la travesura que había hecho– ¿Recuerdas que se me acercó antes de subir a las tazas?

– Sí, ¿qué fue lo que te dijo?

– Que me daría un momento para estar solo contigo si subía a la atracción –suspiró a la par que negaba con una sonrisa–. Y cumplió su parte del trato, por eso lo decía.

– Oh, era eso.

– Sí, solo eso. Me pregunto qué clase de excusa le habrá inventado a Fernanda.

– De seguro algo tonto –bromeó y ambas se soltaron a reír nuevamente–. Entonces, ¿volvemos ya?

Tatiana elevó su mirada y la posó en esos azules ojos tan oscuros como la noche.

– Aún no… –susurró lentamente y sus mejillas no tardaron en ruborizarse–, quiero estar más tiempo contigo.

Emily la observó con ternura, le gustaba que Tatiana le mostrara su lado mimado, era algo que no pasaba tan seguido.

– Está bien, será como digas. ¿Quieres seguir hablando? –preguntó, pero no obtuvo una respuesta, solo silencio y esos mieles ojos aún observándola.

– No…quiero hacer algo mejor.

Se acercó sigilosamente hasta que sus rostros estuvieron lo suficientemente cerca para sentir la respiración de la otra en sus mejillas. Se miraron fijamente. En sus ojos había un brillo especial, uno que solo aparecía cuando se miraban entre ellas. Sonrieron de manera cómplice sabiendo que ambas tenían en mente realizar el mismo delito, no era necesario que intercambiaran palabra para saber que pensaban igual. En ese momento, el silencio era perfecto como música de fondo.

Tatiana tomó el rostro de Emily con su mano derecha mientras que su brazo izquierdo lo dejó descansando en el hombro de ésta, aprovechando para jugar un poco con los negros cabellos que estaban al alcance de sus dedos. Emily no se movió, dejó que sea la ojimiel quien guíe y dirija en esta ocasión. Lentamente Tatiana fue acercándose a la par que también guiaba a Emily con su mano derecha para que se acercara. Cuando sus bocas finalmente se unieron, dejaron que sus labios se saborearan con paciencia, que se movieran sin prisa y vayan a un paso calmado. Tatiana entonces pasó ambos brazos por detrás del cuello de Emily, mientras que ésta la abrazaba de la cintura y juntaba más sus cuerpos.

Querían sentir a la otra cada vez más cerca, y tal vez por eso ejercían cada vez más presión en sus agarres en un vano intento de que sus cuerpos se fundan. Sus labios se movían con maestría, sabiendo exactamente como acoplarse a la boca de la otra, sincronizadas y conociendo el cómo danzar con la otra. Poco a poco en el beso se fueron implementando un par de mordidas por aquí y por allá, pero sin llegar al extremo de dejar marcas que las delataran, aunque las ganas para hacerlo no faltaban.

Tanto Tatiana como Emily habían aprendido sobre el arte de besar, pues con todo el tiempo transcurrido y la cantidad de práctica que habían tenido, era casi imposible el que no ganaran experiencia en ese cambo. Sus besos, en un inicio tiernos y con solo un roce de bocas, poco a poco fueron subiendo de nivel, hasta que finalmente aprendieron a jugar con los movimientos de sus labios. A pesar de eso, aún no llegaban a darse besos demasiado lascivos, como los que requerían de algo más además de sus labios, pues ambas se avergonzaban y se ponían demasiado tímidas de solo pensarlo. Lo más que llegaban a hacer era a morderse, pero ahí quedaba.

Se separaron cuando sus pulmones comenzaron a reclamarles algo de aire. Sin quererlo realmente tuvieron que alejar sus bocas, mas no deshicieron el abrazo en el que se hallaban envueltas, éste les bridaba demasiada calidez y conformidad como para hacerlo. Se quedaron mirando, ambas con las mejillas sonrojadas y una sonrisa de oreja a oreja.

 – ¿Algo más que desees hacer a escondidas?

– La verdad sí, pero un baño público no es el mejor lugar.

– No es de los más románticos, pero supongo que es original.

– Si muchas personas hicieran estas cosas en los baños sería un gran problema –ambas rieron por lo bajo

– Entonces…¿ahora sí vamos con los demás?

– Ahora sí.

Tenían planeado, al igual que el beso, separarse de forma calmada y sin prisas, disfrutando cada último roce de aquel abrazo. Sin embargo, no todo en esta vida sale como uno lo planea.

– En serio, detenerme solo por la comida de mi madre, ¡¿esa era su emergencia?! ¡MI VEJIGA ES LA VERDADERA EMERGENCIA AQUÍ!

La voz que escucharon aproximarse las hizo separarse más rápido de lo que hubieran querido y tranquilizar sus respiraciones presurosas. Se alejaron hasta quedar a una distancia prudente de la otra, adoptaron posiciones casuales y dirigieron, entonces, sus expectantes miradas a la puerta.

– La próxima vez que me diga que tiene una emergencia la ignoraré, juro que la ignoraré –gruñó mientras entraba al baño. Iba a seguir refunfuñando, pero se calló cuando al alzar la mirada se topó con Tatiana y Emily– ¿Ustedes seguían aquí?

– El mareo no se le pasaba –contestó Emily señalando a Tatiana con la cabeza.

– ¿Estás bien, Tati?

– Sí, ahora me siento mejor. Refrescarme la cabeza realmente ayudó.

– Me alegro. Ahora, si me permiten, necesito usar el baño con urgencia –caminó hacia uno de los cubículos, pero antes de entrar volvió su mirada hacia Tatiana y Emily–. Por cierto, los chicos ya llegaron con la comida, apúrense si no quieren que se terminen todo.

– Vale, vamos yendo entonces.

Fernanda asintió y finalmente entró al cubículo. Tatiana intercambió una mirada con Emily y, luego de que ambas rieran por lo bajo, salieron del baño.

– Por cierto, Tatiana.

– Dime.

– A la próxima no dejes que alguien te cargue.

– ¿Qué? ¿Cargarme?

– Solo no te dejes, yo te ayudaré a estar de pie.

– … ¿Celosa?

– Solo hazme caso –masculló desviando la miranda en un intento de ocultar su rubor. Tatiana bufó al ver el sonrojo en el pálido rostro de Emily, pero aun así aceptó aquella egoísta petición.

Al cabo de 10 minutos todos ya se encontraban reunidos en la mesa comiendo los últimos restos de comida que sobraban, lo cual solo era una gran ración de papas fritas, a la par que hablaban animadamente entre ellos de trivialidades de la vida.

My friends!  Please, préstenme atención por un momento –Christina se paró y todos los demás la miraron atentos–, tengo algo importante que decirles.

– ¡IMPORTANTE MIS OVARIOS! –gritó Fernanda– ¡De seguro es cualquier otra tontería!

No, no! This is really important –aseguró riendo–. Como sabrán, mi cumpleaños es dentro de una semana y como no se cumplen 18 todos los días, haré una fiesta en mi casa el próximo sábado, y ustedes están cordialmente invitados.

– ¿Fiesta en tu casa? –preguntó David emocionado. Christina asintió– ¡Genial! ¡Definitivamente será la mejor fiesta del año!

– ¡Esto sí es algo importante carajo! –exclamó Fernanda– ¿A quiénes piensas invitar?

– A todas las personas que sean posibles.

– ¿Piensas meter a todo el colegio en tu casa? –preguntó Tatiana con voz sarcástica.

– Aunque en una casa como la suya, no es tan imposible… –dijo Camila imaginando el escenario.

– No todo el colegio, pero toda la gente que quiera ir. Mientras más gente mejor, right? Así que pásenle la voz a sus amigos y a todos los que conozcan, todos están invitados.

Todos gritaron emocionados. Comenzaron hablar de las preparaciones, la gente que tenían que invitar, todo lo que tenían que comprar, y miles de cosas más. En sus voces se podía notar desde ya la emoción y las ansías por que llegue ya el día de la fiesta. Cada uno proponía una idea para que la rubia la implementara, y ella escuchaba gustosa cada sugerencia.

WAIT! Para empezar, todos podrán venir, ¿verdad? –preguntó y en coro obtuvo un emocionado “sí”. Sin embargo, hubo alguien que se quedó callada– ¿Y tú? ¿Vendrás Emily?

Todos dirigieron sus miradas hacia Emily, expectantes ante su respuesta.

– Lo siento –contestó apenada–, pero creo que no.

– ¿Qué? ¿Pero por qué? –preguntó Fernanda.

– ¡Tienes que venir! –insistió David.

– Es algo complicado que me dejen salir a una fiesta, lo siento.

– ¿Realmente no podrás venir? –preguntó Tatiana mirándola con ojos de cachorro, esperando que eso ayude a que Emily cambie de opinión.

– No creo que pueda –contestó con el corazón encogido. En serio le dolía rechazar una petición de esa cara, pero no quería prometer algo que no sabía si iba a ser capaz de cumplir.

– Bueno, que se va a hacer –suspiró desganada y encogiéndose de hombros–. Aun así, trata de ir, ¿si?

– Trataré.

Siguieron hablando un rato más del tema mientras esperaban que la comida que habían consumido termine de digerirse, pues sería problemático subirse a las atracciones con el estómago lleno. Y a nadie le apetecía tener un accidente gastrointestinal en plena atracción.

El fin de semana se les pasó volando, o tal vez les dio esa sensación ya que se habían divertido tanto que no sintieron el tiempo pasar. Y antes de que se dieran cuenta, ya se encontraban nuevamente en la rutina escolar.

Había terminado es segundo periodo y la campana del almuerzo se hizo presente. Algunos de los alumnos se dirigieron al comedor por algo que llene sus estómagos; otros, simplemente, salieron de las aulas con el fin de estirar las piernas.

Tatiana junto a sus amigos se dirigían a por algo de comer; Emily, por su parte, llevaba algunas cosas a la sala de profesores que le habían encargado, ya luego alcanzaría a los demás en la cafetería. No demoró en terminar el recado, aproximadamente unos cinco minutos como máximo. Una vez se hubo despedido de los profesores comenzó a caminar rumbo a la cafetería. Tenía la vista puesta al frente, siempre con la mirada en alto y sin prestar verdadera atención a los demás rostros que cruzaban por sus costados.

– ¿Escuchaste que Christina, la rubia de último año, hará una fiesta en su casa por su cumpleaños? ¡Están invitando a todos!

– Escuché que también irá Tatiana, es su mejor amiga, al fin y al cabo. ¿Sabes lo que eso significa?

– ¡Que por fin tendremos una oportunidad con ella! Escuché que no resiste bien el alcohol.

– ¿Piensas emborracharla? ¡Estás loco!

– ¡No me digas que no se te pasó por la cabeza!

– Bueno, no exactamente…

– ¡Eres tan culpable como yo! Que quede entre los dos, aunque no me sorprendería que alguien más lo intentara, Tatiana es una belleza que cualquier chico intentará ligar en la fiesta.

Sin querer, pudo oír parte de la conversación de unos chicos que parecían ser de un año menor que el de ella, ¿cómo no hacerlo? Esos dos no medían para nada el volumen con el que hablaban. Y a pesar de que pudo seguir escuchando más de aquella charla, se negó a hacerlo acelerando el pasó y dejando atrás a los dos muchachos, al menos lo suficiente para dejar de oír sus voces. Sus ánimos se habían enervado y comenzó a sentirse molesta. ¿Y quién no lo haría? Era su enamorada de la que estaban hablando, SU ENAMORADA. Pero claro, nadie lo sabía con excepción de ellas dos; y bueno, Cristina también lo sabía, aunque la rubia nunca le había dicho nada al respecto, al menos no directamente.

Cuando llegó a la cafetería buscó con la mirada la mesa en la que se encontraban los demás y, una vez la hubo encontrado, caminó hasta ella. Se sentó en la silla vacía que había entre Tatiana y David y, antes de que los demás siquiera la saludaran, ella tomó la palabra.

– Iré a la fiesta.

La sorpresa y asombro no se hizo de esperar en los rostros de los demás, pues todos daban por hecho que Emily no asistiría. Tardaron un par de segundos en asimilar la noticia, pero en cuanto lo hicieron no tardaron en sonreír emocionados.

Great!  –exclamó Christina encantada– Entonces supongo que los veré a todos este sábado.

Notas finales:

Hola, lamento mucho la demora, hubo fallos técnicos y algunas frustraciones que se cruzaron en el camino. Lo siento uu
Actualizaré cuando pueda actualizar, ya no quiero decir tiempos porque no quiero desilusionarlos cuando el capítulo no esté listo uu
Gracias por leer y seguir apoyando la historia<3
Desde ya agradezco su paciencia, nos leeremos más adelante n.n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).