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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Notas del capitulo:

Segundo día de la semana navideña, disfruten<3

Estaban comenzando a alejarse cuando de repente alguien tomó la muñeca de Tatiana, impidiéndole avanzar. Ambos se giraron para ver quién era la que los había retenido, topándose con unos gélidos ojos azules mirándolos seriamente.

– ¿A dónde crees que vas? –preguntó fijando su mirada en esos mieles ojos. Tatiana sintió una corriente eléctrica recorrer su columna que la devolvió a la realidad a la par que sus latidos comenzaban a acelerarse.

– Eh, pues, por algo de tomar…

– Yo tengo una botella de agua para ti, así que regresemos.

–De hecho, nosotros... –trató de intervenir el chico, pero en cuanto la fría mirada de Emily se posó en él las palabras simplemente no le salieron, aquellos ojos eran tan intensos y sentía desprender de ellos un ligero odio que simplemente decir algo se le hacía difícil, aunque tal vez simplemente se estaba imaginando lo último. Casi de manera automática soltó a Tatiana y, resignado e incluso apenado, dio un paso hacia atrás. Emily entonces jaló a Tatiana, alejándola completamente del chico, y comenzó a caminar.

Para Tatiana todo había pasado en un abrir y cerrar de ojos, tal vez a causa del alcohol, por lo que no le dio tiempo de hablar o reaccionar, para cuando se dio cuenta Emily ya la estaba llevando consigo hacia otro lado. Caminaron entre la gente un buen rato en completo silencio hasta que Tatiana, intrigada por el lugar hacia dónde se dirigían, habló.

–  Ehm, Emily, ¿a dónde vamos? –era claro que no iban a encontrarse con los demás, pues ellos estaban al otro lado de la habitación.

– Al baño –respondió sin dejar de caminar.

– ¿Qué? ¿Para qué? –preguntó extrañada, pero la respuesta no llegó, al menos no de inmediato. Emily se paró en seco y, sin previo aviso, se acercó peligrosamente a ella, dejando sus rostros a una muy corta distancia.

– Habla.

– ¿Q-Qué…? –fue lo único que pudo llegar a emitir. Su corazón estaba palpitando como loco y sus pulmones contenían la respiración, le costaba pensar con Emily tan cerca, y peor con el alcohol que había tomado, ninguna otra palabra le salía.

– Bueno, al menos no hueles a alcohol –suspiró alejándose de ella y relajando sus hombros–, aunque parece que ya te está haciendo efecto. Vamos, refrescarte la cara te vendrá bien.

Volvió a comenzar a andar llevando a Tatiana de la mano consigo. Había relajado el rostro y dejado de fruncir el ceño, pero su semblante mostraba cierto desánimo y amargura, desentonando con el eufórico ambiente de la fiesta. Cuando llegaron finalmente a los servicios Tatiana se lavó el rostro y mojó ligeramente su cabeza, el agua fresca le sentó de maravilla y logró despertarla un poco; mientras se secaba miraba por el rabillo del ojo a Emily, quien se había mantenido en silencio y mirando al piso todo el rato.

– Eh, Emily –la llamó tímidamente. La ojiazul no la miró, pero con un gesto de cabeza le indicó que la estaba escuchando– ¿Estás bien? Pareces disgustada.

– ¿Y cómo esperas que no lo esté?

– ¿Qué? –la miró extrañada. Emily levantó finalmente su rostro y fijó sus azules ojos en ella, dejando ver su molesta expresión, parecía que iba a decir algo, pero al final solo negó para sí misma y suspiró.

– Nada, olvídalo.

– Dímelo –su expresión se volvió sería, no quería dejar el tema al aire; sin embargo, justo alguien tocó la puerta una y otra y otra vez, parecía realmente desesperado por entrar.

– Deberíamos salir ya.

– ¿Qué me ibas a decir?

– Nada importante.

– No creo que no sea importante.

– No es el mejor lugar para hablar, ¿no crees? Hay personas esperando –espetó. Tatiana chasqueó la lengua fastidiaba, Emily tenía razón, pero no quería, ni iba, a dejar el tema de lado. Cogió la muñeca de Emily y salió de los servicios, comenzándola a guiar por todo el lugar hasta llegar unas escaleras, subieron al segundo piso y se alejaron lo suficiente para que la música no sea un impedimento para una conversación normal.

– Acá podremos hablar tranquilas.

– La fiesta no llega hasta aquí, deberíamos regresar. Además, alguien puede venir.

Tatiana resopló cansada girando los ojos. Volvió a coger la muñeca de Emily y la llevó con ella hasta una habitación totalmente blanca, en ella solo había una cama matrimonial de dos plazas en el centro, una mesa de noche a cada costado de ésta y un gran armario de madera en lado derecho; además, una gran ventana que dejaba a la vista el cielo nocturno. Cerró con seguro la puerta, asegurándose así de que su conversación no sea repentinamente interrumpida.

– Listo, esta es una habitación para visitas. Lejos de todo y de todos.

– En serio, deberíamos volver.

– ¿Por qué estás molesta?

– No estoy molesta.

– ¡Claro que lo estás!

– Claro que no.

– Claro que sí, antes me lo has dicho, ¿qué ha pasado?

– No es nada.

– Si no fuera nada no estarías molesta.

– ¿Por qué crees que estoy molesta?

– Es lo que quiero averiguar.

– ¿En serio no lo sabes?

– Si lo supiera no te estaría preguntando.

– Deberías hacerte una idea.

– No se me viene nada a la mente.

– Entonces no debe ser nada.

– ¡Enserio no tengo idea de lo que estás…! –comenzó a exclamar exasperada, pero decidió no terminar de hablar, sentía que solo diría cosas innecesarias así que se contuvo. Comenzaba a irritarse de la situación, ¿esta acaso era su primera pelea? Eso creía, hasta la fecha nunca habían discutido, tal vez solo por cosas insignificantes, pero el no saber que estaba pasando ahora la molestaba aún más. Exhaló e inhaló hondamente, buscando calmarse.

Emily, por su lado, se había cruzado de brazos había vuelto a fruncir el ceño, haciendo más evidente su molestia; aunque más que estar molesta con Tatiana, estaba molesta consigo misma por ser tan infantil y dejar que el enfado y los celos controlaran sus acciones, algo que no era propio de ella, y es que cuando se trataba de Tatiana, parecía que los sentimientos siempre predominaban sobre su razonamiento. Respiró hondo, sabía que tenía hablar apropiadamente si quería llegar algún lado, comunicar de forma correcta como se sentía. Aunque claro, era más fácil decirlo que hacerlo.

–  No lo soporto –susurró suavemente desviando la mirada luego de unos segundos en silencio. De no ser porque se habían alejado de todo el bullicio, entonces Tatiana nunca la hubiera escuchado.

– ¿Qué cosa? –preguntó más calmada, queriendo mostrarse comprensiva con cualquier cosa que Emily lo dijera.

– ¿En serio no lo notas? –la miró dolida con una mirada acusadora– ¡Todos los chicos están intentado ligarte! ¿Cómo puedo estar bien y a gusto con todos mirándote de forma tan lasciva? ¡Simplemente no lo soporto!

Se quedaron en completo silencio, escuchándose a lo lejos únicamente la música que sonaba en la fiesta. Emily había desviado la mirada, la luz de la luna, que era lo único que brindaba algo de visibilidad, permitió distinguir el carmín de sus mejillas. Tatiana se había quedado completamente desconcertada; es decir, sí se había percatado que Emily se había puesto celosa, decir que no sería estar mintiendo, pero no se imaginó que llegaría al punto de hacerla elevar la voz e irritarla.

– Si no te hubiera detenido antes –continuó hablando–, ¿entonces hubieras ido con él? ¿Qué hubiera pasado entonces?

– Nada, no hubiera pasado nada –aseguró firme.

– ¿Cómo lo sabes? ¿No era obvio que el chico tenía otras intenciones contigo?

– No tengo idea de las intenciones que haya tenido, pero –se acercó lentamente hasta ella y la envolvió en un cálido y fuerte abrazo– la única persona que me interesa eres tú, Emily –se separó lo suficiente para poder ver esos azules ojos que tanto le encantaban, regalándoles una dulce sonrisa–. Eres la única que me gusta.

– Lo sé, es solo que…no me gusta que los chicos se te peguen tanto –suspiró dejando caer su frente sobre la de Tatiana y correspondiendo finalmente el abrazo–. Y luego vas y tomas de más, así solo harás que más chicos vayan a por ti.

– Vale, lo siento, solo tomaré agua desde ahora –rio por lo bajo, pero Emily la miró seriamente, algo que solo le hizo más gracia. Sin pensarlo mucho ni aguantarlo más, acercó sus rostros y la beso tiernamente, algo que quería hacer desde que la había visto esa noche. Emily no tardó en corresponderle, envolvió los brazos en su cuello y afianzó más la unión de sus bocas, ella también estaba anhelando ese contacto hace mucho. Se besaron sin prisas, disfrutando la dulzura y suavidad que le ofrecía la boca de la otra, deseando que ese momento nunca terminase–. En serio me gustas.

– No creas que con un beso todo ya está arreglado –susurró agitada recuperando el aire que había perdido.

– ¿Entonces cuántos son necesarios? –preguntó sonriendo traviesa y volviéndola a besar una, y otra, y otra vez–Porque puedo hacer esto toda la noche.

– No te quieras pasar de lista conmigo, Vernacci –mordió su labio con ligera fuerza y, seguidamente, se alejó para poder mirar fijamente esos dulces ojos color miel–. Todavía sigo molesta contigo.

– Oh vaya, ¿hay algo que pueda hacer para reivindicarme, señorita Klett?

No respondió, al menos no con palabras, Emily solo le sonrió ladina y la besó sin previo aviso, tomando el control de la boca de la ojimiel, el control de la situación. Si bien esto tomó por sorpresa a Tatiana, no le desagradó para nada y simplemente se dejó hacer, dejó que Emily guiara el movimiento de sus bocas y marcara su propio ritmo, dejó que juguetera como quisiera con sus labios, dejó que los mordiera a su gusto. Afianzaron más el abrazo queriendo fundirse con la otra, cortar toda distancia que había entre ellas; aunque ya habían tenido momentos así, por alguna razón esta vez se sentían más agitadas y ansiosas que de costumbres, tal vez debido a que los vestidos dejaban ver y sentir más piel que las ropas casuales o sus uniformes, o porque ambas llevaban alcohol en la sangre y este estaba comenzando a hacer efecto. Sea cual sea la razón, era un hecho que comenzaban a acolarse y sentir arder sus rostros.

Tatiana no pudo evitar que se le erizara la piel cuando Emily comenzó a acariciarle la nuca y, con la otra mano, juguetear con su cabello; sintió su corazón acelerarse más de lo que ya estaba a la para que su agitación también aumentaba. Automáticamente ella también comenzó a subir y bajar suavemente la mano que tenía puesta en su cintura, mientras que con la otra la afianzaba y atraía más hacia ella. En cuanto las caricias hicieron acto de presencia en su besuqueo, la ansiedad y agitación que sentían volvió a aumentar de sobre manera.

Se separaron por la falta de aire, ambas necesitaban calmar sus respiraciones y normalizar sus latidos, pues los dos estaban muy acelerados. Sus rostros estaban completamente ruborizados y sus bocas entreabiertas; en sus ojos, las pupilas dilatadas poseían un brillo especial, uno que solo aparecía cuando veían entre ellas; sus miradas chocaban y buscaban en la otra alguna pista o señal sobre qué hacer a continuación.

– Emily –susurró levantando una mano y acariciando su suave y ruborizada mejilla. Se quedó ensimismada viéndola, perdiéndose en esos azules ojos, admirando toda la belleza de ese profundo mar. Emily le sonrió dulcemente, posó la mano sobre la de Tatiana y se acurrucó en ella, disfrutando encantada del mimo que le hacía; y, aunque su acción fue simple, pudo encender algo en Tatiana quien, luego de tragar grueso, se acercó y nuevamente unió sus labios.

Al inicio fue como normalmente es: un beso tranquilo y suave donde sus labios eran los únicos participantes. Sin embargo, Tatiana comenzó buscar más, abriendo ligeramente más la boca y comenzando a usar tímidamente la lengua, lamiendo con vacilación los labios de Emily, casi como pidiendo permiso para seguir, invitándola a ella también a usar más que solo sus labios. Emily se sorprendió ante lo repentino que fue, se mostró algo reacia al principio, pero luego, con inseguridad, abrió también su boca y dejó a la lengua de Tatiana finalmente entrar, permitiéndole ir más allá de sus labios, algo que no fue desaprovechado por la ojimiel. Pronto sus lenguas comenzaron a conocerse y jugar entre ellas tímidamente, aunque ansiosas y emocionadas al igual que sus dueñas, siendo inexpertas, pero con la disposición de seguir.

No supieron cuánto estuvieron así, no eran conscientes ya de lo que les rodeaba, estaban tan encantadas y perdidas en su mundo descubriendo lo bien que puede sentirse un beso francés que para ellas el tiempo había dejado de correr. Afianzaron más el abrazo en el que estaban envueltas buscando calmar el extraño calor que había comenzado a brotar en ellas, sintiendo que fundiéndose con la otra era la única manera de lograrlo. De tanto en tanto se les escapaban suspiros y muy discretos gemidos que, por no querer separarse, terminaban muriendo en la garganta de la otra. Sin embargo, nada es eterno, la necesidad humana de respirar las obligó separarse. Estaban completamente sonrojadas, a pesar de que escaseaba la luz era evidente el rubor de ambas; sus respiraciones estaban bastante agitadas al igual que sus latidos que, a los oídos de cada una, parecían verdaderos bombos; sus labios estaban unidos por un fino hilo de saliva, señal de su inexperiencia en este tipo de besos mojados y subidos de tono.

Se miraron fijamente, sus ojos brillaban intensamente mientras que nuevamente buscaban respuestas en la otra sobre qué hacer. No emitieron palabra alguna, pero ambas sabían que tenían el mismo pensamiento en mente, sabían que sus cuerpos sentían el mismo deseo. La línea que estaban a punto de cruzar era peligrosa, más peligrosa que la que ya habían cruzado; sabían que, luego de ese momento, luego de partir de ese punto, no habría vuelta atrás. Ambas lo sabían y lo tenían bastante claro, pero poco les importaba.

Unieron sus bocas en otro beso, pero esta vez más calmado, más suave. No había prisas, se tomarían su tiempo para disfrutar cada momento y guardarlo en su memoria. O ese era el plan, pero un sonoro ruido en la puerta seguido de un intento de abrirla las hizo separarse de golpe. Se quedaron en silencio y contuvieron la respiración, intercambiaron miradas por un momento y luego fijaron su atención en la puerta, la cual fue nuevamente quiso ser abierta por la persona del otro lado.

– Maldición, está cerrada –reconocieron la gruesa voz de un chico, aunque ninguna supo identificar de quién se trataba.

– Te lo dije –habló ahora una voz femenina que tampoco reconocieron–. Mejor volvamos a la fiesta, nos va a encontrar alguien y nos meteremos en problemas.

– Solo una más, si está cerrada de nuevo, volvemos.

Escucharon los pasos de ambos alejarse hasta que nuevamente lo único que se oía era la música de la fiesta. Cuando no escucharon más los pasos ni las voces, Tatiana y Emily sintieron como el alma regresaba a sus cuerpos, dejaron de contener la respiración para suspirar aliviadas. Volvieron a mirarse y, sin saber muy bien porque, no pudieron evitar comenzar a reír, tal vez porque no sabían cómo retomar lo que estaban haciendo, porque estaban muy nerviosas o tal vez les hacía gracia lo sucedido. Sea el destino o solo mala suerte, simplemente ya habían matado el ambiente de antes.

– ¿Deberíamos volver a la fiesta?

– Si, será lo mejor, pero antes –la miró de pies a cabeza y no pudo evitar sonreír a la par que un rubor cubría sus mejillas– creo que deberías arreglar un poco tu vestido y tu cabello.

– Oh, claro, sí –comenzó a hacer lo dicho y luego miró a Emily–. Tú deberías hacer lo mismo.

Cuando ambas finalmente se arreglaron y se aseguraron que no había nada fuera de lugar que las delatara decidieron finalmente volver con los demás, no sin antes compartir una mirada y sonrisa de complicidad. Al abrir la puerta se aseguraron de que nadie rondara por ahí, abandonaron la habitación, cerraron con cuidado la puerta y, con cautela y a paso lento, empezaron a caminar hacia la fiesta.

– ¿Tatiana? –ante la mención repentina de su nombre, Tatiana dio un ligero brinco del susto. Volteó la mirada preocupada, pero su tensión disminuyó levemente al notar a John y Adela a unos pasos de ella.

– Sr. John, Sra. Adela, buenas noches.

– Ya te hemos dicho que nos llames solo por nuestros nombres –le recordó Adela riendo–. ¿Qué te trae por aquí?

– Bueno, vine a la fiesta…

– Eso ya lo sabemos –John comenzó a reír– Nos referíamos a qué hacías en esta parte de la casa, la fiesta es en la sala de la primera planta.

– Ah, eso… – sonrió nerviosa mientras pensaba rápidamente en qué decir. Lo primero que se le ocurrió fue tomar a Emily por los hombros y señalarla con la mirada– Es que a Emily le dolía algo la cabeza, así que pensé en alejarla de todo el bullicio de la fiesta.

– ¿Estás bien? –preguntó Adela preocupada fijando toda su atención en Emily– Tenemos algunas pastillas por si te sigues sintiendo mal.

– No, no, ya estoy bien –negó rápidamente–. Solo necesitaba descansar un momento, muchas gracias.

– ¿Segura? Puedes descansar si gustas en el cuarto de Chris, estoy segura que no le importara.

– Es muy amable de su parte, pero ya me siento mejor –les sonrió sinceramente, enternecida por la preocupación que habían mostrado. Esto hizo que tanto Adela como John se quedaran atónitos por un segundo, ese gesto les había traído una nostalgia infinita por alguna razón.

– Es…bueno saberlo –dijo John luego de unos segundos–. Entonces no las retenemos más, disfruten de la fiesta.

Tatiana y Emily se despidieron de ambos y volvieron a la primera planta para encontrarse con sus amigos. Sin embargo, John y Adela se quedaron parados todavía unos segundos, ambos pensando en la ojiazul. Ya la habían conocido antes, Christina solía llevar a sus amigos a casa por lo que ambos estaban familiarizados con los más cercanos a su hija; pero esta era la primera vez que veían a Emily sonreír, al menos desde tan cerca.

– Realmente se parece a Emma, ¿no crees?

– A excepción de los ojos, es como si fuera su viva imagen.

– ¿Crees que es…? –no terminó la frase, pero supuso que su esposa había captado la pregunta, sabía que ella también se la estaba haciendo.

– No lo sé –negó cabizbajo–. Dejamos de hablarnos con Leo desde que falleció Emma, y realmente no recuerdo el nombre la pequeña que estaba en el funeral ese día. Pero sí realmente es ella, entonces el destino es realmente curioso y el mundo bastante pequeño.

En la fiesta todos continuaban bailando y tomando. Ahora se notaban más personas en su límite, algunos desparramados en los sillones durmiendo o mirando a la nada, otros haciendo un intento de baile. Las parejas que buscaban un momento de privacidad también se comenzaron a hacer notar, encontrándose mayormente en las esquinas o aquellos lugares menos concurridos; el segundo piso al principio solía ser la primera opción, pero cuando comenzaron a decir que los padres y unos dos hombres de seguridad estaban rondando en los pasillos, todos dejaron de intentar subir.

Tatiana junto a sus amigos comenzaron a jugar reto o trago, esta vez usando una botella de agua mineral vacía para designar quien le mandaba a quien. Y a pesar de que varias veces los elegidos optaban por tomar una copa, también hubo momentos en que optaron por cumplir un reto. Joseph tuvo que desabotonar su camisa y hacerle un sexy dance a una chica que no dejaba de mirarlo; Fernanda tuvo que darle un beso en la mejilla a las cinco primeras personas que viera; Marcelo tuvo que pedirle el número de celular al chico que atendía el mini-bar; Camila tuvo que imitar a un par de borrachos por dos minutos; David tuvo que subirse a una mesa cantar a todo pulmón la canción que estaba sonando; Christina tuvo que sacar a bailar al chico del mini-bar; Antonio tuvo que darle otro beso en la mejilla a Tatiana; Tatiana tuvo que “confesarse” al chico del mini-bar; y Emily, bueno, a Emily solo la retaban a decir chistes.

Luego de jugar un buen rato, decidieron volver todos a la pista de baile, ya habían recargado sus energías y descansado sus pies. Esta vez a Tatiana no le importó no saber bailar, se dejó llevar por la música y simplemente dejó que su cuerpo de moviera como quería; aunque nuevamente hubo chicos que se acercaron para bailar con ella, esta vez se aseguró de guardar distancias, al igual que cumplió su palabra de solo tomar agua mineral el resto de la noche. En cierto momento, una canción lenta comenzó a sonar nuevamente. Todos volvieron a extrañarse ante el repentino cambio de música, pero la duda volvió a esfumarse a la misma velocidad en la que apareció; algunos tomaron asiento y otros, en cambio, tomaron alguna pareja y comenzaron a bailar.

– ¿Otra vez una canción lenta? –preguntó extrañada Tatiana, ¿será que de nuevo alguien la había pedido?

– Bueno, es lo que hay –dijo Christina sonriéndole y guiñándole un ojo–. Just enjoy the moment.

La rubia le sonrió por última vez antes de tomar la mano de Camila y, sin darle tiempo de hablar o actuar, la llevó con ella para empezar a bailar paso lento y acompasado. Fernanda y David se miraron y, sin darle mucha importancia y tomándoselo con gracia, comenzaron a bailar también. Dado que Antonio, Marcelo y Joseph se habían ido a por algo de tomar, solo quedaban Tatiana y Emily; aunque hubo algunos chicos que se dispusieron en ir con Tatiana y bailar con ella, ésta solo tenía la mirada puesta en Emily.

 – ¿Me concede esta pieza? –preguntó haciendo una leve reverencia y pidiendo su mano.

– Encantada –sonrió cogiendo su mano y dejando guiar por ella. Sus manos se entrelazaron a la par que tomaban la posición inicial para comenzar a bailar.

Se movieron a paso lento y acompasado al son de la canción sin dejar de mirarse a los ojos en ningún momento. Podían sentir la respiración de la otra sobre sus rostros, podían sentir el suave latir de sus corazones, podían sentir como poco a poco todo el mundo dejaba de existir, todo el mundo a excepción de ellas. Emily dejó caer entonces su cabeza sobre el hombro de Tatiana, haciendo que los cuerpos de ambas se acercaran más. La ojimiel sonrió y, discretamente, besó esa negra y suave cabellera que tanto le gustaba acariciar. No necesitaban nada más, ese momento era perfecto, y era perfecto porque estaban juntas y eso era más que suficiente.

La fiesta continuó hasta alrededor de las 4 de la madrugada. Poco a poco la gente comenzó a irse, algunos solos, otros acompañados. Tatiana al final terminó yendo junto a Emily dado que esta se había ofrecido para llevarla a casa, propuesta que aceptó encantada. En el trayecto no hablaron, ambas estaban demasiado cansadas para hacerlo; en vez de eso, solo se apoyaron en la otra y durmieron todo el trayecto con las manos entrelazadas.

Notas finales:

La canción que Tatiana y Emily bailan es "Hold on" de Michael Buble, por si gustan escucharla mientras leen, es una canción simplemente hermosa<3 
Gracias por leer, espero que les haya gustado.
Saludos, ¡nos leemos mañana!


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