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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Notas del capitulo:

Hey, ha pasado un tiempo, uno bastante largo a decir verdad.

No busco justificarme ni nada por el estilo, hay veces en que la vida es un lío y resulta difícil salir de ese embrollo y volver a poner todo en su sitio. Solo quiero decirles que realmente lo siento, me disculpo de todo corazón con aquellas personas que seguían la historia y quedaron al aire junto con ella, no me alcazan las palabras para expresar cuanto lo siento :(

Hace poco volví a retomar la escritura y me vi con la inspiración suficiente para continuar con este proyecto, tal vez el pasar tiempo en casa ayudó un poco.

En fin, no los aburro más, espero que disfruten la continuación luego de más e un año :)

No pudo dormir, simplemente se le hizo imposible.

Mientras que de sus ojos caían silenciosas lágrimas acariciaba el fino rostro de la chica que dormía en sus brazos con sumo cuidado, no quería despertarla, solo ansiaba tocar su piel y sentirla real, tener una prueba que no estaba soñando. Recorrió con el envés de su índice la pálida mejilla de su novia, aprovechando para retirar el rebelde mechón de cabello y devolverlo detrás de su oreja; acarició suavemente esa negra cabellera, regalándole mimos que trataban de apaciguar la culpa que sentía.

¿Qué diría Emily si le contara? ¿Se enojaría con ella? Tal vez no, lo más probable era que no fuera con ella, sino con ese rubio; y de seguro la ayudaría a encontrar una manera de resolver todo este lío y superarlo, aunque de igual forma tendría que fingir ser novia de ese idiota para que no sospechara que había abierto la boca. No podía ni siquiera imaginárselo, de solo pensar en cogerlo de la mano le causaba una repulsión que le revolvía el estómago, ¿cómo iba a aguantar pretender estar enamorada de él frente a toda la escuela? Al menos sabía que no iba a haber mucho contacto, las reglas impedían demostraciones de afecto pasadas de raya, pero no podía fiarse de Ryan, eso lo tenía claro.

Tenía que pensar en algo, una forma de resolver todo esto sin que aquella foto se haga pública tenía que existir, pero planear cosas nunca había sido lo suyo. A Emily de seguro se le ocurría algo, si le contaba a lo mejor ella sabría qué hacer, solo habría que tener cuidado de que Ryan se dé cuenta, ambas tenían que ocultar lo que sentían y jugar bajo las reglas de ese imbécil; ella fingiendo ser su novia y Emily… ¿Y Emily qué? ¿Simplemente mirar y no hacer nada? Ahora que se ponía a pensar en eso, ¿cómo reaccionaría Emily al verla siendo “cariñosa” con aquel rubio? Estaba demás decir que le dolería, si la situación fuera al revés ella de seguro no dejaría de sentir una opresión en su pecho; pero, ¿la reacción física? ¿Lloraría? ¿Lo ignoraría y fingiría que no importaba? Emily de por sí no era muy expresiva, pero sus ojos hablaban por ella, podía ver su corazón romperse a través de sus pupilas y eso le destruía el alma.

Mientras le daba vueltas al tema sintió su celular vibrar bajo su almohada, había olvidado por completo que lo había dejado ahí. Deslizo su mano y tomó el aparato, intrigada por saber quién le escribiría a esta hora; pero pronto se arrepintió de su maldita curiosidad. En la pantalla del móvil se mostraba el nombre del subcapitán, quien le acababa de mandar un mensaje por Whatsapp, logrando tensarla y hacerla comenzar a sudar frío. No se atrevía a leer el mensaje, no quería abrirlo si quiera, sus manos temblaban tanto como para abrir siquiera la aplicación.

“Hola bebé, es tarde, lo sé, pero necesito que nos veamos hoy”. Fue lo que le dijo el rubio, pasaron unos minutos hasta que nuevamente escribió algo. “Respóndeme ni bien leas esto, en serio quiero verte, es un asunto importante. Te quiero, descansa”. Pasaron otro par de minutos, pero no llegó ningún otro mensaje, algo que Tatiana agradeció de sobremanera, con esos dos que había leído ya sentía su estómago revolverse del asco que sentía, no le cabía en la cabeza que alguien pudiera ser tan cínico. Apagó la pantalla y volvió a dejar su celular bajo su almohada para luego aferrarse con ligera fuerza Emily, quería sentir su calor, su aroma, su presencia. Quería abrazarla y desaparecer junto con ella.

Ahora estaba dudando, ¿qué pasaba si Ryan se daba cuenta de qué le había contado a Emily lo del chantaje? Definitivamente nada bueno, la foto de ellas terminaría en redes y los rumores no tardarían en extenderse, las miradas de la gente y los señalamientos con los dedos, la desaprobación de la sociedad y rechazo de la gente. Lo peor era que no sería ella la más afectada, sino Emily; tal como había dicho Ryan, el hecho de que llevara el apellido Klett ya hacía que la carga sea mayor para ella.

Para empezar, ¿a qué se estaba enfrentado? Solo sabía que Ryan tenía una foto de ellas en su celular, pero muy probablemente ese no era el único lugar donde estaba guardada, tal vez incluso hasta la haya impreso. Era muy arriesgado dar un paso si no sabía que era lo que le esperaba después, un solo error y estaría condenada, con solo un click Ryan podía ponerlas al descubierto. Contarle a Emily podía hacer que ambas encontraran una solución, pero también les apretaba un poco más la soga que tenían al cuello si no tenían cuidado, Ryan no era tonto, y eso lo tenía muy en claro ahora. Tal vez lo mejor era averiguar un poco más sobre él, saber bien el cómo la estaba atando de manos para luego desatar el nudo sin problema; pero, sobre todo, hacerlo sin poner en riesgo a Emily. Al fin y al cabo, dicen que si quieres mantener un secreto, lo mejor es no involucrar a terceros, ¿no?

Sus ojos lentamente se fueron cerrando, cediendo ante el cansancio tanto físico como mental, su cuerpo ya la estaba reclamando un merecido descanso luego de tanto. Se aferró más al cuerpo de Emily, inspiró profundamente el dulce aroma de su novia y, a pesar de la situación, una inexplicable tranquilidad la envolvió, quedando profundamente dormida. Cuando despertó su habitación ya estaba iluminada por los ligeros rayos del sol de invierno, aunque no sentía nada de frío a pesar de la época, su cama se sentía realmente cálida y acogedora comparada a otras veces.

– Buenos días, dormilona.

Dado que aún estaba algo adormilada, pestañeó un par de veces y sobó sus mieles ojos antes de bajar levemente su mirada, encontrándose entonces con unos ojos azules viéndola con infinita ternura. Se quedó viendo a Emily unos largos segundos, procesando tanto sus memorias del día anterior como la imagen de su novia recién levantada.

– ¿Sigo soñando? 

– No –contestó riendo–, bienvenida al mundo real.

Tatiana soltó un bostezó y estiró sus brazos, obligando a su cuerpo a desperezarse, luego se acomodó nuevamente en la cama de tal modo que ahora podía hablar cara a cara con Emily.

– ¿Llevas mucho tiempo despierta?

– No realmente, solo unos diez minutos creo.

– ¿Por qué no me despertaste?

– Porque te veías muy linda durmiendo –las mejillas de Tatiana no tardaron en ruborizarse y una tonta sonrisa afloro en sus labios.

– Solo espero que no me hayas tomado fotos.

– Lo pensé, pero preferí no hacerlo –tomó el rostro de su novia entre sus manos y le plantó un tierno beso–, voy a guardarme esto solamente para mí.

Se miraron ensimismadas, perdidas en los ojos de la otra compartiendo una sonrisa cómplice. Lentamente se fueron acercando hasta que sus labios finalmente se fundieron en un beso, afianzaron el abrazo en el que estaban y comenzaron a repartirse ligeras caricias que no bajaban más allá de la zona lumbar. El beso pronto comenzó a subir poco a poco de nivel, usando no solamente sus labios, sino también sus lenguas; los suspiros y leves gemidos no tardaron en hacer acto de presencia.

– Bien, hasta aquí llegaremos hoy –dijo Emily mordiendo el labio inferior de Tatiana por última vez antes de alejarse, dejando desconcertada a su novia–, necesito ir a mi casa, amor.

– Ah, claro, lo siento –desvió la mirada avergonzada, nuevamente se estaba dejando llevar.

– No te disculpes –deshizo el abrazo en el que estaban envueltas y se sentó al borde de la cama–, si no fuera por eso créeme que me hubiera encantado seguir.

Le sonrió por encima del hombro y se levantó de la cama, yendo a por sus ropas para comenzar a cambiarse. Caminó hasta el escritorio y cogió sus ropas que estaban sobre la silla, las quedó viendo unos segundos meditando el siguiente paso que haría. No sabía si era por lo que había pasado el día anterior, si solo tenía ganas de molestar a su novia o quería que algo más pasara, pero se quitó ahí mismo la parte superior del pijama, dejando toda su espalda al descubierto y a la vista de Tatiana. En sí, no era algo de otro mundo, ni siquiera estaba realmente exhibiéndose; sin embargo, aun así agradecía estar de espaldas a su novia, pues sus pálidas mejillas estaban completamente sonrojadas.

Tatiana también agradecía que Emily no la estuviera viendo, estaba segura que su cara no reflejaba otra cosa que no sea vergüenza y deseo a tal punto que incluso tuvo que entreabrir su boca porque se le había olvidado el cómo respirar. Tragó saliva y recorrió con su miel mirada cada curva del cuerpo de su novia, contemplando en silencio como lentamente Emily procedía a ponerse cada prenda. ¿Lo estaba haciendo a propósito? ¿O era su mente quién estaba reproduciendo todo en cámara lenta? No supo cuánto tiempo pasó, estaba perdida en esa pálida piel, tentada a marcarla con besos y mordidas, pero se obligó a sí misma a volver a la realidad al ver como Emily se quitaba la parte baja del pijama, si seguía viendo no iba a poder contralarse. Se levantó cual rayo de la cama y se apresuró a la puerta.

– Iré a preparar el desayuno.

– Gracias –Emily pudo notar las mejillas rojas de Tatiana antes de que ésta abandonara la habitación, algo que le causó una mezcla de gracia y ternura a la vez, provocándole una leve risa.

Terminó de cambiarse en menos de dos minutos, dobló el pijama y lo dejó encima de la cama, cogió su celular que estaba sobre la mesa de noche y se dispuso a abandonar la habitación; sin embargo, cuando estaba alejándose de la cama escuchó vibrar el celular de Tatiana bajo la almohada. Se quedó mirando el lugar proveniente del ruido con curiosidad, lo había escuchado vibrar un par de veces también cuando recién se hubo levantado, pero ella no era el tipo de persona que invadía la privacidad ajena; además, de seguro sería Christina o alguno otro de sus amigos. Dio una última mirada a la almohada y abandonó la habitación.

Al llegar a la cocina escuchó la licuadora y un olor de huevos revueltos inundó sus pulmones.

– Hice algo rápido –dijo Tatiana al ver a Emily en el umbral de la puerta–, ¿te gusta el jugo de papaya con leche?

– Claro.

– Perfecto entonces.

Ambas sirvieron los alimentos y se sentaron a la mesa, comieron a la par que tenían una charla muy amena donde no faltaron las típicas miradas y sonrisas enamoradas que compartían entre ellas. Aunque era un desayuno simple, lo terminaron en 30 minutos, el tiempo parecía que se les iba volando cuando estaban juntas.

– ¿Ya van a recogerte?

– Sí, Michael me dijo que estaba ya a solo unas cuadras –miró su celular cerciorándose de la hora–, debe llegar en unos minutos.

– Entonces vamos bajando mejor.

– Puedo bajar yo sola, no te preocupes; además… –miró el pijama de su novia y sonrió divertida. Tatiana bajó la vista y vio sus ropas, entiendo a lo que se refería.

– Vale, lo capto, solo hasta la puerta entonces –suspiró derrotada. Alzó la mirada y fijó su mirada en el cuello de su novia; de hecho, lo había notado desde que habían despertado, pero esperaba que la ropa de Emily pudiera ocultarlo, pero no, aquellas marcas rojas y moradas seguían a plena vista. Un leve sonrojo apareció en sus mejillas al recordar como ella había provocado esas marcas, pero lo volvería hacer si pudiera, aunque en un lugar más…discreto– Esto, Emily, creo que lo mejor será que te preste una bufanda.

– ¿Por qué? No hace tanto frío.

– No es por el frío, es que tú tienes, bueno, chupetones…–susurró avergonzada, pero Emily logró escucharla, abrió sus azules y se levantó velozmente buscando un espejo, entró al baño y, por primera vez, vio su piel luego de lo anoche. Ahí estaban, unas tres marcas entre rojas y moradas por su cuello, notaba otra más por su clavícula, pero la ropa lograba disimular esa; sin embargo, las otras, por el contrario, resaltaban a la vista.

– Oh mierda.

– Lo siento –dijo apenada Tatiana apoyada en el umbral–, fue sin querer.

Emily no contestó, siguió observando aquellas marcas en su pálida piel, había un contraste bastante grande de tonos, y, por alguna razón, algo le decía que tenía más marcas como esas más bajo la ropa. Sus mejillas se sonrojaron y suspiró sonoramente, tenía una mezcla de emociones, no estaba molesta, no, pero el pensar en el hecho que tenía que esconder aquellas y cuidar que alguien las vea la tensaba, sobre todo el imaginar a su padre viéndolas la inquietaba. Se giró y fijó sus azules en Tatiana, notando al instante que la ojimiel estaba realmente apenada.

– No estoy molesta Tat –caminó hasta ella y le sonrió–, pero me debes un chocolate.

– Te traeré la bufanda –contestó aliviada y devolviéndole la sonrisa, pero cuando se dio media vuelta para ir a su cuarto, sintió como las manos de Emily la envolvían en un abrazo, impidiéndole avanzar.

– La próxima vez será mi turno de dejar marcas –susurró en su oreja y, seguidamente, deshizo el abrazo. Tatiana se volteó completamente sonrojada, pero Emily solo atinó a sonreír desentendida.

Aún con el corazón a mil, fue a su cuarto y sacó de su armario una bufanda blanca, luego volvió al baño donde ayudó a Emily a acomodar la prenda de tal forma que las marcas no se vieran y una vez lo hubieron conseguido, caminaron sin prisas hasta la puerta principal. En ese corto transcurso Tatiana le dio un par de vueltas al tema que la había estado atormentando en los últimos días, aún estaba perdida y seguía sin saber qué hacer, no tenía claro si lo que estaba a punto de hacer era la mejor decisión, pero no quería esconderle nada a Emily. Apretó los puños e inhaló hondo, era ahora o nunca.

– Por cierto, tu celular ha estado vibrando un largo rato, desde que me levanté ha estado sonando –comentó Emily cuando estaban a unos seis pasos de la puerta. En ese momento el rostro de Tatiana palideció y se imaginó lo peor.

– ¿Cogiste mi celular? ¿Viste mis mensajes?

– Claro que no, solo decía porque como ha estado sonando seguido tal vez sea algo importante –llegaron a la puerta y Emily se dio media vuelta para ver a Tatiana a los ojos–. Aunque tal vez solo sea Christina molestando otra vez –se encogió de hombros y esperó alguna respuesta, pero luego de unos cinco segundos en silencio fijó sus ojos en su novia–. ¿Tatiana? ¿Estás bien?

– ¿Qué? Ah, sí, solo estaba pensando en si tenía algún asunto pendiente con Christina –soltó una forzada y nerviosa risa, Emily la quedó observando.

– ¿Tienes algo qué decirme?

Miró aquellos ojos azules que la veían expectantes, pero ahora la seguridad que había reunido se había esfumado hace unos segundos. Estaba segura que quien le estaba escribiendo era Ryan, no había visto su celular desde la madrugada, pero estaba segura de ello. ¿Y si él sabía que estaba con Emily? ¿Y si sospecha algo? ¿Y si solo empeora la situación metiendo a Emily en el saco con ella? Si antes estaba perdida e indecisa, ahora lo estaba diez veces más, nuevamente su mente estaba plantándole los peores escenarios y los peores desenlaces. Tenía miedo, mucho miedo.

– ¿Tat? –fijó su miel mirada en Emily, quien la miraba preocupada– ¿Qué pasa?

No lo pensó, su cuerpo actuó por instinto, como un náufrago aferrándose a un pedazo de madera para no hundirse en el mar, Tatiana envolvió el cuerpo de Emily en un fuerte e impetuoso abrazo, dejando que el aroma de su novia inundara sus pulmones.

– Te quiero, eso es lo que pasa –susurró débilmente y conteniendo sus lágrimas, y aunque quería seguir así, no quería que Emily se preocupara o sospechara algo, así que dio un último apretó e inspiró hondamente antes de deshacer el abrazo suavemente, volviendo su rostro a su expresión habitual–. Lo siento, te desordené la bufanda, pero sigue sin verse nada.

Emily sabía que Tatiana estaba ocultando algo, era demasiado obvio, pero al verla tan empeñada en querer ocultarlo y pretender que todo iba bien le hacían sentir que obligarla a contárselo, además de duro, no sería realmente conveniente ni beneficioso. Sabía que su novia le contaría lo que pasaba cuando se sienta lista, así como en veces anteriores, solo tenía que darle tiempo y hacerle saber que ella siempre iba a estar para apoyarla en todo.

– Yo también te quiero –se acercó y le dio un profundo beso en los labios, un beso con el buscaba transmitir tanto confianza como seguridad al mismo tiempo que calidez y amor–. Te veo mañana.

No respondió, solo atinó a asentir con una leve sonrisa, entonces Emily se fue.

Cuando la puerta se hubo cerrado las lágrimas no tardaron en brotar, silenciosas y amargas, dolorosas y llenas de impotencias. No había podido decírselo, no había reunido el coraje suficiente para hacerlo, y se odiaba por ello. Cayó de rodillas al piso rendida, derrotada, sintiéndose completamente incapaz y vulnerable, deseando con todas sus fuerzas controlar el tiempo y volver al momento en que Emily estaba entre sus brazos para detenerlo, pero la vida no es así de sencilla por desgracia.

Tal vez fueron cinco o diez minutos, quizás más, pero cuando finalmente se levantó del suelo sentía sus piernas adormecidas. Sin convicción ni ganas, caminó hasta su cuarto y se tiró en su cama, quería dormir; de hecho, era lo que iba a hacer, pero sintió su almohada vibrar. No quería, pero sabía que no tenía opción, tarde o temprano tenía que enfrentarse a él, si no era en ese momento por mensajes, sería mañana en la escuela.

<< ¿Ya despertaste bebé?>>

<< Vamos que van a ser las diez, dormilona, quiero verte>>

<< ¿Aún no? Quiero invitarte a desayunar amor ☹>>

Y otros diez más del subcapitán del equipo de básquet, todos con la finalidad de saber si finalmente estaba despierta. No se molestó en contestar alguno, apenas había reunido fuerzas para leerlos como para enviar algo de vuelta, pero sabía que el último tenía un sentido imperativo, ese “llámame” expresaba impaciencia en cada una de sus letras. Suspiró, se mentalizó para oír aquella irritante voz y marcó.

– Hasta que al fin –respondió en apenas la primera tonada, señal de que había estado esperando la llamada–, ¿qué tan dormilona eres, princesa de miel?

– Al grano Ryan, ¿qué quieres?

– ¿No leíste los mensajes? Invitarte a desayunar, claro está.

– No me interesa.

– Vamos, no seas aburrida, es un café bastante bueno.

– No quiero.

– Si entiendes que no estoy preguntando, ¿verdad? –su voz se tornó más dura, pero mantenía ese tono soberbio y cínico. Tatiana lo sabía, no tenía opción más que aceptar.

– ¿A qué hora? –preguntó irritada.

– En media hora, te mandaré la dirección.

No esperó ni soportó más aquella conversación y colgó, sintiendo al instante su estómago revolverse del asco que sentía por aquel tipo, y pensar que en algún momento lo llegó a considerar un amigo. Sintió su celular vibrar y vio la dirección del café, en serio no quería ir, pero estaba atadas de pies y manos, no le quedaba de otra más que acatar como niña obediente. Se levantó y se puso algo simple, no le importó si la ropa que llevaba siquiera combinaba, solo quería acabar con todo eso de una maldita vez.

No tardó en llegar al lugar donde la había citado, no era un café tan conocido, pero algo había oído hablar de él, apenas llevaba poco más de un año abierto al público y el personal era bastante amable. Entró en el establecimiento y notó al rubio ya sentado en una mesa de la esquina, rodó los ojos fastidiada y comenzó a caminar hasta él.

– Pide lo que quieras, yo invito –dijo Ryan tomando un sorbo de su mokacchino mientras que Tatiana tomaba asiento frente a él–, verás que todo es bastante bueno, pero si quieres una recomendación, el jugo de kiwi y el mixto occidental me parecen una gran elección.

– No he venido a comer, solo a saber qué es lo que querías.

– Que humor tienes a pesar de todo lo que has dormido.

En ese momento una chica rubia con cabello corto se acercó a la mesa para tomar la orden de Tatiana, pero, aunque ésta no tenía intención de comer algo, sobre todo por su falta de apetito, Ryan le pidió un jugo de fresa y un queque de plátano.

– ¿Ya hablaste con la princesa de hielo? –Tatiana sintió un escalofrío en su espalda.

– Algo así –en definitiva, mencionar a Emily en ese momento era como clavarle una daga en su corazón.

– Espero que hayas sido lo suficientemente inteligente –clavó sus ojos oliva en ella–, y hayas respetado nuestro trato.

– ¿Por quién me tomas? –bufó molesta y se cruzó de brazos– ¿Eso era todo? Pudiste preguntarme esto por mensaje.

Ryan la examinó de pies a cabeza, sus gestos, expresiones, movimientos, absolutamente todo. No tardó en sonreír satisfecho, sabía que la mentalidad de Tatiana era bastante débil y que tenía una personalidad indecisa e insegura, por lo que era fácil manipularla. No por nada había actuado como lo había hecho, sembrar algo de miedo y temor era un método bastante efectivo para que personas como ella mantuvieran la boca cerrada.

– Si me hubieras contestado al menos un mensaje lo hubiera hecho –dio otro sorbo a su mokacchino–, pero en realidad quería verte por otra razón.

Tatiana se estaba exasperando con la manía del rubio de mantener el misterio y fingir ser alguien importante, quería gritarle que no le dé rodeos al tema y simplemente lo diga, y lo hubiera hecho de no ser porque la mesera rubia los interrumpió para poner el jugo de fresa y el queque de plátano sobre la mesa. Al irse la chica, los ojos de Ryan y Tatiana se enfrentaron en un silencioso juego de miradas; ella con el ceño fruncido y con notable molestia, y él con una socarrona sonrisa y una actitud soberbia.

– Esto –dijo finalmente el subcapitán sacando algo del bolsillo de su casaca y poniéndolo sobre la mesa–, esto es por lo que quería verte.

Al principio no reconoció el objeto que había puesto sobre la mesa, pero cuando leyó lo que ponía la pequeña abrió sus ojos de par en par, teniendo que releer el empaque para asegurarse de que, en efecto, era un micro micrófono. Solo los había visto en series policiacas o en videos de broma, nunca uno de verdad, y si el tamaño que mostraba en la caja era exacto, era más pequeño de lo que imaginaba.

– Quiero que lo comiences a usar desde hoy –su voz era suave, pero era claro que aquello no era una simple sugerencia–. Me di cuenta de que fui un poco descuidado, no es que no confíe en ti, pero sabes lo que dicen: mejor prevenir que lamentar.

Tatiana seguía sin decir palabra alguna, si antes se sentía atada de manos y pies, ahora lo estaba del cuello también.

– Esto…–comenzó a decir lentamente– Esto ir demasiado lejos, estás invadiendo completamente mi privacidad.

– Son solo medidas de seguridad –dijo tranquilamente encogiéndose de hombros–. Mira, te enseñaré a usarlo.

Como si se tratara de un inofensivo juguete, Ryan sacó y micro micrófono y le mostró como tenía que colocarlo, que no se preocupara por si estaba encendido o no, eso lo controlaría el de manera inalámbrica desde su celular. Parecía emocionado, incluso le brillaban sus ojos, Tatiana no entendía como es que el chico podía sonreír de tal manera por un objeto que tenía como único propósito espiarla, le daba asco.

– Estás enfermo.

– Yo prefiero el término “prolijo”.

– No pienso usar esto.

– Lo harás –aseguró devolviendo el micro micrófono a la caja–, si quieres mantener la privacidad de Emily, lo harás.

Odiaba sentirse así, tan impotente e incompetente, tan vulnerable y manipulable, lo odiaba con todas sus fuerzas, pero más odiaba al chico frente a ella. Sin embargo, a pesar de toda la repugnancia que sentía hacia él, no le quedaba de otra más que hacer caso a lo que pedía. Inspiró hondo y contuvo las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos, no quería llorar, no frente a ese idiota.

– Vale –cogió la caja, derrotada–, ¿eso era todo?

– Pensaba ayudarte a ponértelo, pero primero terminemos de comer y luego vayamos a un lugar más tranquilo, aquí ya se está llenando.

– No hará falta, entendí tu explicación, puedo hacerlo yo misma –se levantó de la mesa dispuesta a irse de ahí.

– ¿No vas a comer? Ni siquiera has probado el jugo.

– Te dije que no tenía hambre, adiós.

Abandonó el lugar prácticamente corriendo, pensando que si se alejaba lo más rápido de él entonces también se alejaría de todo ese lío, que finalmente podría escapar de ese rubio que se estaba empeñando en joderle la vida. Llegó a un cruce de autos completamente agitada, con los músculos tensados y su cabeza dando vueltas, sentía que iba a desmayarse en cualquier momento; pero eso no pasó, estuvo lo suficientemente consciente para poder leer el mensaje que Ryan le había enviado en ese mismo instante.

<< Te llamaré en una hora para probar el micrófono>>

En el café, el subcatipán miraba su celular con una sonrisa de victoria, solo le faltaba conseguir la micro cámara y entonces su plan no tenía fallo de error, eso le llenaba de tanto gozo que lo hacía regocijarse solo.

– Disculpe, ¿ha habido algo malo con la comida? –preguntó la mesera rubia al ver que Tatiana no había tocado absolutamente nada de lo que le habían traído.

– No hay nada de malo, parece ser que mi novia tenía algo importante que hacer y no le ha dado tiempo de comer –fijó su vista en la identificación de la chica– Disculpa, Eimy, ¿podrías ponerlo para llevar?

– Claro, no hay problema –contestó con una alegre sonrisa recogiendo el jugo y el queque–, ¿desea algo más?

– Estoy bien, gracias.

La mesera se alejó y Ryan volvió la atención a su celular, riendo al ver que, otra vez, Tatiana simplemente había dejado su mensaje en visto.

Notas finales:

Como dije antes, lamento la excesiva demora y mi injustificada ausencia uu

Si hay alguien que todavía sigue pendiente de esta historia luego de tanto tiempo dejada en el olvido, déjame decirte que te agradezco infinitamente tu apoyo y que te amo uu<3 

Espero que todos se encuentren bien, estamos viviendo una situación bastante delicada en el mundo y es normal que todos nos encontremos frustrados y ansiosos acerca del futuro, pero intenten de dejar consumirse por las malas vibras. Espero que esta historia, de alguna manera, pueda distraerlos un ratito y logre sacarles alguna otra sonrisa :)

Eso es todo por ahora, nos leemos pronto.

Y no, esta vez no será dentro de un año, lo prometo xd

Nuevamente, lo siento y gracias. ¡Saludos!  


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