Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Perdona si digo que te amo por Parepi_

[Reviews - 196]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Hey! Ha pasado un buen rato, lamento mucho la demora. Ya saben, exámenes, trabajos, todo eso consume el tiempo uu, pero hoy finalmente acabó mi ciclo y estoy libre, así que tengo más tiempo para escribir.

En fin, no los aburro más, espero que disfruten la lectura<3

La suave música de su celular la acompañaba en medio de sus pensamientos, su cuaderno abierto y un lapicero en su mano, pero con la atención puesta en la pared frente a ella. El tiempo le pareció relativo, pero cuando tomó su celular para cambiar la canción que sonaba se percato que ya habían pasado más de 10 minutos inmersa en el mundo de su cabeza. Un pesado suspiró se escapó de sus labios y cerró sus cuadernos, rindiéndose con sus tareas por esa noche. Caminó hasta uno de los puff que tenía y se dejó caer, hundiéndose en el mueble.

Se sentía perdida. Con ganas de hacer algo, pero no sabía el qué. Su mente analizaba diversas formas de poder ayudar a la ojimiel, pero, ya sea por lo complicado de la situación o lo cansada que estaba su mente, nunca llegaba a nada. Tomó su celular entró a WhatsApp, buscando una conversación en particular. Dudó un poco antes de atreverse a escribir algo, pero nada cambiaría si es que solo se quedaba ahí dudando; además, aunque no habían pasado mucho tiempo juntos, su instinto le decía que podía confiar en la persona a quien pensaba contactar.

Al día siguiente, alrededor de las 7 de la noche, Christina y sus padres iban camino a cenar en cierto famoso restaurante de la ciudad, uno que se había vuelto su favorito esos últimos meses. No tenían realmente pensando comer fuera, pero la rubia menor insistió tanto con la idea que ni John ni Adela pudieron negarse.

Apenas el auto se estacionó Christina bajó rauda de él. Ansiosa por ingresar en el restaurante, apuraba el paso de sus padres. Entraron en el local y, luego de que confirmaron que poseían una reservación, los tres fueron guiados a su respectiva mesa. Ni bien tomaron asiento un carismático mesero se acercó para servirles agua y ofrecerles la carta, alejándose luego de unos minutos, pero manteniéndose a una distancia conveniente para acudir de inmediato en cuanto sea llamado.

– ¿Qué tal si pedimos un vino blanco? –propuso John– Hace bastante que no tomamos un Chenin Blac.

– Vaya, me trae recuerdos de California –sonrió Adela–. Sería perfecto para acompañar el antojo de mariscos que traigo. What do you say, Chris?

Yeah, it’s okay –asintió sin interés con la mirada puesta en su celular–. Eh, ¿puedo ir a la cascada mientras viene la comida?

– Pero ni siquiera has ordenado-

– Papas al gratín, la última vez me encantaron –se levantó y comenzó a caminar apresurada–. Volveré en un rato.

Ni John ni Adela tuvieron tiempo de replicar la ansiosa actitud de su hija, para cuando se dieron cuenta Christina ya se encontraba varias mesas de distancia. Resignados, prefirieron dejar el vino blanco para otra ocasión.

Christina, por su parte, caminaba rápidamente a paso firme esquivando de manera ágil a los meseros que iban y venían hasta que finalmente llegó a la cascada artificial, la máxima atracción de aquel restaurante. Se permitió admirarla unos segundos, pues en serio era majestuosa. Recorrió el lugar con su azul mirada, suspirando al no encontrar a la persona que buscaba. Caminó hasta una banca y se sentó, dispuesta a esperar con el sonido del agua cayendo de fondo.

Alrededor de 3 minutos habrán pasado hasta que alguien se sentó a su lado. Giró su rostro y sonrió al encontrarse con los cafés ojos de Camila.

– Estaba emplatando unas comidas, siento la demora –suspiró cansada–, aunque tú también llegaste bastante rápido.

– ¿Tú crees?

– Yo creo, sí –aseguró sonriendo–. Entonces, ¿querías verme para…?

– La tarea –volvió a posar su mirada al frente y cambiando su semblante a uno más serio–. Dijiste que me ayudarías.

– Cierto, yo lo dije –recordó vagamente fijando su mirada también al frente–. ¿Y es tan urgente que viniste al restaurante solo para eso? No es un lugar exactamente barato, sabes.

– Bueno, no quisiste venir a mi casa –murmuró con un leve puchero.

– Hoy trabajaba y mañana haré tareas, no tenía tiempo –se recostó en el respaldar de la silla soltando un suspiro cansado.

– Lo sé, no te culpo –volteó a verla con una sonrisa, Camila se giró para verla también–. Pero ahora tenemos un rato antes de que tú vuelvas a la cocina y yo a la mesa.

– No es mucho, pero sí –le devolvió la sonrisa y regresó su atención a la cascada, Christina la imitó–. Entonces, se trata de Tatiana, ¿no? –al no obtener respuesta se giró para ver a la rubia– ¿Tiene relación con el por qué ha estado rara estos días?

– Así que también lo notaste –susurró con una melancólica sonrisa.

– Siempre ha tenido momentos en los que parece ida, de vez en cuando se le veía desanimada, pero ahora…parece que tuviera la mente en otro lado en todo momento.

– ¿También durante los recesos?

– Sí… No responde a nuestras bromas, casi no habla, apenas y come. Con quien más interactúa es con Ryan, y eso, siempre es él quien pregunta y ella solo contesta –fijó su atención en el reflejo de la luna en el agua mientras recordaba a Tatiana con los ojos llorosos, había pensado en ello, pero seguía sin entender el porqué. Esperó a que Christina la respondiera, aunque luego de unos segundos en silencio prosiguió–. ¿Tú tienes alguna idea de lo que pasa? ¿Ella está bien?

 – Eso es complicado de decir, Tatiana siempre ha preferido guardarse sus cosas –negó con pesar. Sabía lo que pasaba, pero no podía decirlo; sin embargo, aún podía obtener lo que buscaba–. Pero tal vez con Ryan logre abrirse más, están saliendo después de todo.

– Me pregunto –murmuró con duda más para sí misma que para Christina.

– ¿A qué te refieres?

– No sé si realmente Tatiana vea a Ryan como alguien confiable, ya sabes, él no transmite exactamente ese sentimiento de confidencialidad.

– ¿Por qué lo dices? No lo conozco mucho, así que no estoy segura de poder opinar sobre eso.

– Es cierto, apenas y han hablado ustedes –rio por lo bajo–. No me malentiendas, no es que me caiga mal, solo que no es la persona a quien se acude para charlar de los problemas de uno. Es divertido y simpático, confiable cuando se trata de trabajos físicos y eso, pero hay algo en su forma de ser que no te incita a confiarle tus problemas o secretos. David dice que solo son imaginaciones mías, pero Fernanda y Tatiana sentían lo mismo, por eso me sorprendió cuando dijeron que eran pareja.

– Era la tercera vez que se lo pedía, ¿no?

– Ya ni recuerdo, fue muy insistente el año pasado. Solía decirle a Tat que serían la mejor pareja si estuvieran juntos, aunque ella solo se reía y lo tomaba como broma, una manera muy discreta de rechazarlo si me preguntas –no pudo evitar sonreír divertida ante un recuerdo.

– Creo que ella nunca aceptaba a nadie por lo que escuché.

– Es cierto, era nuestra “rompecorazones” hasta hace poco. –ambas rieron por lo bajo, nostálgicas por los buenos recuerdos de hace unos meses.

– ¿Y tú sueles hablar con Ryan? –siguió indagando Christina luego de unos segundos en silencio.

– ¿Yo? –se quedó pensativa unos momentos– No exactamente; es decir, hablamos y bromeamos, pero no somos amigos como tal. Aunque el año pasado solíamos hablar más dado que compartíamos salón, pero ahora solo es de manera ocasional. Es David quien tiene una mejor relación con él.

– Eso vi, ¿siempre han sido así de unidos?

– Al inicio no, tenían una especie de rivalidad cuando entraron al equipo de basquetbol en tercero, pero luego se volvieron buenos amigos. Será por el compañerismo deportivo o algo así supongo –respondió encogiéndose de hombros.

– Entiendo...

Volvieron a quedarse en silencio, acompañadas por el suave sonar del agua y las voces lejanas de los comensales. No vieron necesario decir nada más, al menos no en ese momento. Camila meditaba acerca de sus respuestas mientras Christina analizaba cada una de ellas.

¿Había obtenido información? Sí.

¿Era relevante? Probablemente no. Es decir, había entendido aún más la situación, confirmó el estado tenso de Tatiana y el cinismo de Ryan. ¿Pero eso cómo podía ayudar a Tatiana? Sería más sencillo si pudiera decirle a Camila directamente lo que sucedía, confiaba en ella y sería una gran ayuda; pero no, había acordado con Emily no involucrar a nadie más por el momento. Le frustraba, pero iba a respetarlo.

– ¿Esto tiene que ver con el por qué ni tú ni Joseph ni Emily están viniendo a la cafetería con nosotros? –preguntó Camila repentinamente asustando a una Christina inmersa en sus pensamientos– Perdón, no quise asustarte.

– Lo sé, descuida –dijo soltando una ligera risa nerviosa.

– Entonces –insistió clavando sus cafés ojos en la rubia.

– Eh –desvió la mirada, nerviosa–, no exactamente.

– ¿Entonces por qué? Desde que Ryan y Tat son pareja ustedes se han alejado, y desde ese momento Tatiana también anda decaída. ¿No les agrada su relación? ¿O es Ryan quién no les agrada?

It’s…complicated, Camila.

– Pero somos amigos –Christina se giró para verla, encontrándose con una Camila con el ceño fruncido–. Se supone que confiamos unos en otros, nos apoyamos y nos animamos.

– Lo sé –aseguró sonriendo enternecida–, nosotros estamos haciendo lo que podemos. Tú ya me estás ayudando bastante ahora, thank you.

– No siento haber hecho algo –echó su cabeza para atrás y miró el oscuro cielo estrellado de la noche, desanimada–, pero bueno. Si puedo seguir ayudándote en esta “tarea”, solo dímelo.

– Lo haré –aseguró. A decir verdad, iba a pedir algo más, aunque vaciló un poco antes de hacerlo, tomándose unos segundos para pensar con exactitud sus palabras–. De hecho, tengo otro favor que pedirte.

– ¿Cuál? –se enderezó para mirarla con curiosidad.

– Antes que nada, necesito que confíes en mí.

Mientras tanto, en la mesa donde se encontraban John y Adela, ambos se encontraban compartiendo una ensalada, la entrada que habían pedido antes del plato principal. Era la favorita de su hija, quien no daba señales de volver pronto. Miraron el asiento vacío de Christina e intercambiaron miradas, suspirando resignados. Sabían que algo le sucedía a su hija y, aunque tenían ganas de intervenir y ayudarla, sabían que su hija gustaba de ser independiente para resolver sus propios asuntos; además, en cuanto necesitara su ayuda, la pediría. Y ellos estarían allí para ella.

– ¿Crees que tenga que ver con Tatiana? –preguntó Adela tomando un sorbo de su copa de vino.

– Me sorprendería si no tuviera que ver con Tatiana –aseguró riendo John–. No hay otra persona que logre alterar tanto a nuestra hija.

– Eso es cierto –concordó con una cómplice sonrisa–. Hace mucho que no vemos a Tatiana, hablando de ella. Esta semana no ha venido ni una vez a la casa.

– Tendrá cosas que hacer, nosotros también andamos ocupados con el trabajo.

– Sí…–murmuró dejando suavemente la copa en la mesa, la nostalgia se acumuló sin querer en sus ojos–. Me sorprende lo mucho que ha crecido, ya es alguien independiente con sus propias responsabilidades y tareas.

– Aunque por lo que dice Chris, suele dejar muchas de esas tareas para última hora –bromeó.

– Sí, es una mala costumbre de todo adolescente supongo –rio por lo bajo al recordarse en secundaria acumulando deberes. El recuerdo siguió reproduciéndose en su mente, topándose con unos cálidos ojos color miel sentados a su derecha y una carismática sonrisa justo detrás de ella. Adela sintió un nudo en la garganta y sus ojos comenzar a humedecerse.

– ¿Qué pasa, honey?

– Nada –negó secándose la vista con el envés de su mano–. Solo me sorprende lo mucho que se parece a sus padres. Tiene los ojos de Clara y-

– Y la sonrisa de Dante –completó John sonriendo con la misma nostalgia y orgullo que su esposa–. Sí, es la viva imagen de ellos.

– Lo es –concordó. El recuerdo de su mente siguió su curso, encontrando ahora una pelinegra sonriéndole divertida sentada justo delante de ella–. Igual es la hija de Emma.

– Oh, la pequeña Emily –recordó John con una sonrisa–. Sin duda, es su viva imagen, aunque su mirada es azul y afilada como la de Leo.

– Que pequeño es el mundo –declaró en un suspiro–. Pensar que la hija de Dante y Clara, y la hija de Leo y Emma, y nuestra Christina son amigas.

– Y en nuestro mismo colegio –suspiró también apoyando la mejilla en su puño–. Sin duda, es un mundo pequeño, no pensé toparme con la hija de Emma. Y pensar que la niña de aquel entonces creció y se volvió tan madura, aunque por lo que dijo sobre Leo…–su mirada se tornó preocupada– No parecen tener la mejor relación padre-hija.

– Leo siempre ha sido terco con sus ideales, solo alrededor de Emma se tornaba más flexible, supongo que perderla ha sido un golpe que aún no ha podido superar.

– Es un tonto –Adela le dio una dura mirada–. Hey, fui su mejor amigo, por eso lo digo. Le cuesta expresarse y darse a entender, y su orgullo hace juego con su terquedad. No es mala persona, solo es tonto. Estoy seguro que quiere lo mejor para su hija, solo que no sabe cómo expresarlo.

– Las personas cambian, amor.

– Pero él amaba a Emma más que a nada, y su hija es el regalo que le dejó antes de irse, solo que no sabe cómo relacionarse con ella –tomó su copa de vino y se quedó viendo el rojo líquido con una pensativa expresión.

– ¿Qué tienes en mente? –cuestionó su esposa.

– Tal vez… –murmuró débilmente, alzó su mirada y la posó en los curiosos ojos de Adela– Podamos hacerle una visita a nuestro viejo amigo de la secundaria.

Adela se sorprendió ante la sugerencia de su esposo, pues hace mucho que habían dejado de hablar con Leonardo, ni siquiera estaba segura que el número que tenía agendado de hace años sea todavía el de él, aunque lo dudaba bastante. Pasaron tantas cosas y luego ellos dos se mudaron que la relación poco a poco se fue enfriando llegando así a como estaban hoy en día: sin saber nada el uno del otro. Reconsideró la idea unos segundos, no estaba muy segura sobre ello, pero en cuanto sintió la mano de John sobre la suya no pudo evitar sonreír aliviada e intercambiar miradas cómplices con él.

Mientras tanto, en otra parte del restaurante, Christina y Camila guardaban silencio mientras admiraban la imponente cascada artificial. No habían intercambiado palabra desde hace dos minutos y, mientras que Camila se encontraba pensativa, Christina no podía evitar sentirse ansiosa, pues no sabía cómo interpretar el silencio que se había formado entre ellas, pensó que tal vez su petición había sido muy desatinada y fácilmente desatinada.

– No tienes que hacerlo si no quieres –murmuró la rubia sin poder soportar más aquel ambiente–, entiendo que te pedí algo raro y…

– No, está bien –la interrumpió Camila–, puedo hacerlo.

S-Seriously?

– Sí, seriously –asintió–. La verdad no entiendo por qué quieres eso, pero conociéndote no puede ser nada malo.

– Gracias –susurró luego de unos segundos, sonriendo aliviada–, me salvas en serio.

– Nuevamente, siento que no hice nada –se estiró en su asiento y acto seguido se puso de pie–. Ya debo volver, hemos estado aquí un buen rato.

– Siento haberte entretenido cuando estás ocupada.

– Igual tenía que pasar mi descanso haciendo algo, y esto es mucho más entretenido que ver a las personas que vienen a pedir deseos.

– Deja de entretenerte con los deseos de la gente –la reprendió, pero pronto se echó a reír–. Yo también vuelvo a mi mesa, de seguro ya estará la comida.

– Eso es seguro, el servicio de acá es…

– Rápido, eficaz y exquisito –completó de memoria–. Lo sé, me lo has dicho antes.

– Y que bueno que lo recuerdes –asintió orgullosa–. Por cierto, antes irnos, ¿cuándo nos volvemos a juntar para la “tarea”?

– Puedo venir el siguiente sábado también.

– Ya te dije que no tienes que consumir solo para hacer esto –negó divertida. Se llevó una mano a su barbilla y adquirió una pose pensativa–. Supongo que podría ir luego del trabajo a tu casa, alrededor de las 9. ¿Estaría bien?

– Claro, ¿pero no sería tarde para que te regreses luego?

– Eso es cierto –volvió quedarse callada unos segundos–. ¿Y si me quedo a dormir? Mis padres no tendrían problemas…creo.

– ¿Eh? –se quedó en blanco un momento– Y-Yeah, it’s okay.

– Bien, entonces conversaré hoy o mañana con mis padres, te mando un mensaje luego de eso.

– Sí, yo también conversaré con los míos.

Se despidieron con un gesto de mano y una sonrisa. Camila comenzó a alejarse dispuesta a volver a la cocina para volver a sus actividades; sin embargo, Christina no se movió, permaneció inmóvil durante unos segundos con la mirada puesta por donde Camila había desaparecido. Se sentía extrañamente nerviosa y con la cara acalorada. No era la primera vez que se quedaban en su casa, antes ya lo habían hecho en grupo, y Tatiana solía quedarse con frecuencia. Pero sí era la primera vez que alguien que no sea la ojimiel sea la única que se quede, y eso la ponía, por alguna razón, ansiosa.

Negó para sí misma tratando de alejar todo pensamiento innecesario, tomó una gran boconada de aire y comenzó a caminar de vuelta a su mesa, demorando menos de 5 minutos en estar nuevamente sentada con sus padres. Tal y como había predicho, ya la comida se encontraba servida. Ignorando la mirada curiosa e inquisitiva de sus padres, comenzó a degustar el platillo frente a ella. Pronto en la mesa se formó un ambiente más ameno y cálido, sus padres habían empezado una conversación trivial acerca de un tema aleatorio y ella participaba de vez en cuando, aunque menos que otras veces anteriores. John y Adela lo notaron, pero decidieron no preguntar al respecto, algo que Christina agradeció internamente, ni ella sabía qué pasaba.

– Por cierto –dijo la menor llamando la atención de sus padres–, ¿puede una amiga quedarse a dormir el sábado que viene?

Of course, darling –respondió su madre–. ¿Tatiana viene otra vez?

– No, es otra amiga.

– Vaya, eso es inusual –comentó John luego de dar un sorbo a su copa de vino–. ¿De quién se trata?

– Ha venido antes, aunque no estoy segura si la recuerdan. Camila se llama.

– Oh, la de cabello corto, ¿cierto? –Chris asintió– Sí, la recuerdo, aunque no hemos tenido la oportunidad de hablar mucho con ella.

– Dile que es bienvenida en nuestro hogar cuando guste–dijo Adela–. Aunque el próximo sábado…

– ¿Pasa algo? –preguntó Christina curiosa, pero su madre no respondió y, al cabo de unos segundos, solo atinó a negar con una sonrisa.

– No es nada hija, siéntete libre de traer a tu amiga a casa.

 

Notas finales:

Gracias a los que leen por darse el tiempo de hacerlo, y también por tenerme tanta paciencia, los amo uu<3 Nuevamente, siento la demora, procuraré no demorar tanto en la siguiente actualización.

Por cierto, hace unas semanas me descargué una app al cel para crear personajes y, ya que no tenía tiempo para escribir, me la pasé creando a todos los personajes de esta historia jajaja, puede que los suba estos días a mi twitter, así que si gustan verlos y hacerse una idea de cómo son Tatiana, Chris, Emily y mis demás hijos no duden en darse una vuelta. Me encuentran como Parepi_ , en mi biografía del sitio encontraran un link directo también. 

Eso es todo, gracias por leer, espero que estén bien todos y se sigan cuidando. 

¡Nos leemos pronto!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).