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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Notas del capitulo:

Lo sé, lo sé, ha pasado tiempito, lo siento, el contra de no tener clases es que pierdes la noción del tiempo, aún más en esta monotonía :(

Gracias por la paciencia, espero les guste<3

Sentada en el sillón que ocupaba en su habitación, Emily intercalaba su mirada entre el libro que tenía en las manos y el reloj que tenía sobre su mesa de noche, esperando recibir un mensaje o llamada a su celular, pero el tiempo siguió transcurriendo tranquilo y en silencio. Al cabo de 15 minutos cerró el libro, el cual había dejado de leer hace un buen rato, y tomó su celular dispuesta a ser ella quien realizara la llamada y reprender, de paso, a quien la estaba haciendo esperar. Sin embargo, antes de que siquiera pudiera desbloquear su móvil un mensaje llegó a su bandeja.

“Ya estoy afuera, darling <3”

Rodó los ojos ante el apodo, había entendido que mientras más se muestre reacia a ser llamada así, la rubia se lo diría con más frecuencia. Soltó un resoplido molesto y contestó de manera vaga el mensaje, tomó su abrigo y salió dispuesta a darle el encuentro a Christina, quien la esperaba en la puerta de su casa.

– Te demoraste –fue lo primero que dijo en cuanto subió a la camioneta.

– Solo fueron unos minutos, no te molestes por eso –le restó importancia riéndose suavemente, aunque Emily seguía con una dura mirada.

– Entonces, ¿a dónde vamos? No me quisiste decir nada toda la semana.

– ¡Vamos de shopping!

– ¿De qué, exactamente?

– Ya lo verás, mi querida Emily.

Insistió un par de veces más, pero el afán de la rubia por mantener la intriga y el misterio era bastante, por lo que se rindió y simplemente esperó a llegar a la tienda para averiguar que era lo que tenía en mente. Le irritaba, claro que sí; pero, mal que bien, había llegado a acostumbrarse a su personalidad. Si bien le parecía muy agobiante en algunos momentos, había veces en que era gratificante tenerla al lado, en especial en medio de todo el caos que estaban pasando.

No lo admitiría en voz alta, pero realmente le agradaba Christina.

Antes no se había dado el tiempo de conocerla y compartir con ella, tampoco es que tuviera la iniciativa para acercarse a conversar. Solía verla solo como la mejor amiga de Tatiana, una rubia extrovertida que gustaba de ser el centro de atención y, sobre todo, molestarla. No empezaron con el pie derecho, no tuvo una buena imagen de ella al comienzo y sus primeras interacciones tampoco habían sido las más amigables. Sin embargo, si no fuera por ella y el sermón que le dio, tal vez Emily nunca hubiera reunido el valor para admitir sus sentimientos por Tatiana. E incluso ahora si no fuera por Christina, ella no sabría la verdad detrás de la relación de Ryan y Tatiana ni estaría haciendo algo para ayudar a la ojimiel.

Giró su cabeza y observó el perfil de la rubia sentada a su lado por el rabillo del ojo de manera disimulada, preguntándose mentalmente cuál era la motivación que la llevaba a actuar de la manera en que lo hacía, tanto ahora como en el pasado. Sí, conocía a Tatiana desde pequeña y era su mejor amiga, obviamente que le tiene cariño y quería lo mejor para ella. Pero, ¿eso era todo? Recordaba haberla encontrado más de una vez en el salón mirando a Tatiana con una sonrisa embelesada, aunque esos momentos habían disminuido últimamente.

Emily no era tonta, sabía que la rubia no sentía solo una amistad por Tatiana. En un inicio no tenía claro si lo que le dijo esa vez en el salón era cierto o solo algo para provocarla. Tardó un tiempo en averiguarlo, pero finalmente vio que Christina también tenía sentimientos por la ojimiel, solo que aparentaba que no, su personalidad naturalmente cariñosa y extrovertida llenaban sus palabras y acciones de ambigüedad, camuflando de manera excelente el cariño especial que tenía.

Al inicio no podía evitar sentir recelo por el comportamiento tan afectivo de Christina, pero luego se dio cuenta de que la rubia no pensaba ni trataba de acercarse o insinuarse, al menos no fuera de su tono bromista. En otras palabras, se había rendido y había dejado de intentarlo para evitar interponerse, o al menos esa es la impresión que tenía Emily.

Nunca había hablado de ese tema con Tatiana, tuvo curiosidad por preguntar varias veces, pero sus conversaciones solían tomar un rumbo distinto al de esa temática. Le parecía que la ojimiel era totalmente ajena a los sentimientos de Christina, pero sabía que ella solía hace la vista gorda con ese tipo de cosas, negándolas una y otra vez a pesar de la evidencia. ¿Este sería el mismo caso? ¿Tatiana sí se había dado cuenta de los sentimientos de Christina y solo fingía que no? ¿Y qué pasaba con Christina? ¿Seguía teniendo los mismos sentimientos? ¿Alguna vez había intentando decírselos a Tatiana?

Tenía muchas dudas, la curiosidad innata dentro de ella le incitaba a recitarlas en voz alta para que la causa de ellas pueda responderlas, pero no lo hizo. Algo le decía que ese tema era algo delicado de tocar, y se imaginaba el porqué. Además, si bien tenía un montón de preguntas, la respuesta que pudiera obtener de cada una de ellas no cambiaría el hecho de que la rubia sentada a su lado había sido un apoyo incondicional en todo momento, y eso es algo con lo que siempre estaría agradecida.

What? –cuestionó Christina sobresaltando a una pensativa Emily.

– ¿Qué?

– Me estabas mirando hace rato –sonrió con picardía–. ¿Finalmente caíste tú también ante mis encantos?

– No digas tonterías porque a la siguiente ofensa que me digas me bajaré.

Christina soltó una breve risa antes de volver su atención a su celular, reinando nuevamente el silencio en el vehículo. Antes aquel ambiente callado la hubiera incomodado y buscaría empezar una conversación, pero luego de pasar tanto tiempo con Emily se había acostumbrado a esos momentos, llegándolos a encontrar incluso tranquilos y reconfortantes.

Al igual que Emily, Christina también había llegado a tomar aprecio y cariño por la ojiazul sentada a su lado, pero tampoco lo admitiría en voz alta, aunque su comportamiento hablaba por ella.

Dado que no habían iniciado de la mejor manera, vio difícil poder llevarse bien con Emily, sus personalidades eran completamente diferentes. Mientras que ella disfrutaba de ser el centro de atención, Emily prefería pasar desapercibida leyendo un libro en un rincón; mientras que a ella le gustaba conocer gente, Emily pasaba de relacionarse con otros de manera innecesaria. Sus pensamientos chocaban y sus comportamientos no se complementaban, por ello nunca pensó disfrutar de la silenciosa compañía de Emily.

Y, además de todo ello, estaba Tatiana, su primer amor, la chica de la cual había estado enamorada desde hace años. Cuando regresó de Estados Unidos, en un principio, se había resignado a simplemente volver forjar su amistad con Tatiana, no esperaba nada más, ni tampoco lo creía posible; sin embargo, cuando vio que la ojimiel se hallaba enamorada de Emily, se sintió impotente, frustrada, celosa; y se dio cuenta que, aunque mentalmente se había resignado, su corazón seguía aferrado.

Entonces pensó en intentarlo. Cuando recién llegó, las cosas entre Tatiana y Emily no estaban bien, ambas eran demasiado cabezotas para admitir estar enamoradas, aunque suele ser común esa negación cuando descubres que giras en ambos sentidos; por ello tenía ventaja, aún podía tratar de estar con Tatiana. Pero luego la vio sonreír mientras hablaba de Emily, vio como le brillaban los ojos y sonreía de manera estúpida, ¿cómo interponerse ante eso? ¿cómo hacer que Tatiana recite su nombre con tanta adoración como lo hacía con el de Emily? La respuesta era fácil, pero dolorosa: no podía. Para Tatiana, ella solo es su mejor amiga de la infancia.

Y entonces decidió renunciar a ella.

Le dolió. Obviamente le dolió. Las ayudó a estar juntas, hizo que Tatiana aceptara que estaba enamorada y empujó a Emily para que pueda confesarse, pero cuando llegaba a su casa lloraba en silencio contra la almohada, su corazón necesitaba desahogarse para poder soportar el día siguiente viendo a su primer amor con alguien más. Sin embargo, no se arrepintió, la genuina sonrisa en el rostro de la ojimiel se lo impedía.

Por ese lado estaba agradecida con Emily. No tenía idea de cómo lo había hecho, pero logró lo que ella buscaba cuando volvió: lograr que Tatiana se desahogara y sea auténticamente feliz. Aunque lo intentó, Christina nunca logró que la ojimiel se apoyara en ella para llorar cuando esta perdió a su familia, ni en ese momento ni los meses siguientes, ni siquiera cuando tuvo que irse a Estados Unidos. Tatiana nunca lloró, al menos no frente a otras personas. Por ello cuando supo que Emily había logrado hacer que se desahogara sintió un gran alivio en su corazón.

Pero no solo era eso, Tatiana comenzaba a volver a sonreír como antaño, cuando era una pequeña niña que disfrutaba verdaderamente la vida. Tatiana volvía a ser ella misma, y todo gracias a Emily. ¿Cómo podría si quiera pensar en interponerse entre ambas? En lugar de eso, decidió apoyarlas de manera incondicional, ayudándolas en cada uno de sus pequeños dramas de pareja. Aunque el problema actual superaba con creces a un simple drama de parejas, pero eso no impediría que encontrara alguna solución; además, se lo debía a Tatiana, o al menos así lo sentía. Luego de dejarla sola por haberse ido a EE.UU. en el pasado, era lo menos que podía hacer por ella ahora.

Es decir, ¿quién no busca siempre hacer lo mejor por un mejor amigo, velando por su bienestar y felicidad?

– Señorita Medran, ya hemos llegado.

Tanto Christina como Emily salieron del ensimismamiento que tenían en sus pensamientos y volvieron a la realidad, posando su mirada en las afueras del cristal. Se encontraban en un centro comercial, no era especialmente grande, y por el logo que adornaba el nombre del centro se podía suponer que en el interior se hallaban diversas tiendas especializadas en aparatos electrónicos. La rubia sonrió satisfecha, pero la otra ojiazul se veía confundida.

Perfect! Thanks, William.

– Ustedes bajen, yo buscaré un lugar para estacionar.

– Puedes quedarte en el auto, en cuanto acabemos te llamaré para avisarte.

– Está bien –asintió sonriendo.

Dieron un último gracias antes de abandonar el vehículo. Christina se estiró en cuanto sus pies tocaron el suelo, pero Emily se cruzó de brazos, expectante por una explicación. Esperó en silencio a que la rubia comenzara a hablar, pero en cuanto comenzó a caminar sin decir nada suspiró frustrada, apurándose en igual su paso para ponerse a su lado.

– ¿Ya vas a decirme que vamos a comprar? –preguntó una vez cruzaron la puerta.

– Ya lo…

– Termina esa frase y te golpearé –interrumpió molesta–. Creo que ya ha durado bastante tu juego para mantener el misterio, ¿podrías solo ser clara?

– Le quitas lo divertido a la vida, nada de daño hace sazonar la vida con un toque misterioso –se quejó riendo.

– Me estás exasperando, solo dímelo.

– Bueno –se encogió de hombros y se acercó a la primera tienda que llamó su atención con un montón de artefactos para grabar vídeos, como cámaras y micrófonos, expuestos en la vitrina–. Básicamente esto, esto es lo que buscamos, pero una versión más pequeña.

– ¿Una cámara y un micrófono? –preguntó incrédula.

– No todo el equipo, pienso que una grabadora de voz sería suficiente –se llevó el puño a sus labios, inspeccionando los objetos mostrados con detalle–. Te lo dije, ¿recuerdas? Necesitamos pruebas para lo que queremos hacer.

– ¿Y quieres grabarlo para tener una evidencia física? –Christina asintió. Emily pensó un rato en ello, mostrando una mueca al cabo de unos segundos– Me parece buena idea, pero, ¿no se te olvida algo? Nosotras no somos cercanas a Ryan; además, aún si pudiéramos acercarnos, dudo que hable sobre eso.

– Oh, bueno, eso era obvio –soltó sus brazos y posó sus manos en su cadera, volteándose a ver Emily con una sonrisa confiada–. No seremos nosotras quienes lo graben, será Tatiana.

– ¿Qué? –la miró con total incredulidad.

– Piénsalo, es ella quien pasa mayor tiempo con Ryan, y si hay alguien con quien ese idiota hable de su asqueroso chantaje, entonces debe ser ella. E incluso si no hablan sobre ese tema en específico, cualquier cosa amenazadora que diga también nos serviría.

– No, o sea, eso lo entiendo, pero, ¿cómo hablamos con Tatiana? ¿No será malo si es que nos ve interactuando con ella?

– Podemos decírselo de la misma manera en que ella nos dijo lo que pasaba.

Emily sostuvo su mentón con su mano derecha, pensando detenidamente en lo que había planeado Christina. Tenía sentido, parecía eficaz y estaba a su alcance el poder hacerlo, y si resultaba entonces podrían ir contra ese tonto rubio de una vez por todas; aunque también corrían el riesgo de fracasar y ser descubiertas, y si eso pasaba entonces su relación con Tatiana sería expuesta.

Pero no le importaba.

Ya antes lo había dicho, puede que en aquel entonces fue un impulso del momento por querer hacer algo, pero sus palabras eran ciertas. Si bien el que su relación sea expuesta muy probablemente le traiga problemas con su padre, no le importaba, aceptaría las represalias luego, pero ahora lo importante era Tatiana.

Volvió a levantar la vista y posó su azul mirada en Christina, totalmente decidida.

– Parece que puedes usar esa cabezota tuya para algo más que decir tonterías –dijo sonriendo.

– Lo tomaré como un cumplido y un “gracias” encubierto –le devolvió el gesto y comenzó a caminar hacia la entrada de la tienda–. Entonces ayúdame a encontrar la grabadora más pequeña de este lugar.

– Lo suficiente para caber en el bolsillo del uniforme, supongo.

– Y lo suficientemente funcional para grabar de manera limpia y entendible las conversaciones.

Caminaron por todo el centro comercial, entraron a más de diez tiendas diferentes buscando la grabadora de voz más compacta, práctica y con mejor captación del sonido. Había distintas opciones, en cada tienda encontraban diferentes marcas y estilos, pero dado que ninguna de las dos tenía conocimiento especial en el área era complicado saber cual era el más adecuado. Finalmente, al cabo de poco más de dos horas, se decidieron por uno de los primeros modelos que vieron: una diminuta grabadora negra de cinco centímetros, con puerto USB y conexión Bluetooth para descargar las grabaciones, un pequeño botón de prendido y apagado, y otro botón más grande para empezar a grabar; además, tenía buena duración de la batería y una tarjeta de memoria de 64 GB, la cual también podía ser extraída y cambiada si era necesario.

En un principio pensaban comprar solo una, pero Emily sugirió en comprar dos más para ellas, por si se daba el caso de que puedan tener ellas alguna información, por lo que terminaron comprando tres en total. Como era de esperarse, no era un producto barato, pero entre ambas no era un precio que alguien de la familia Medran o de la familia Klett no pudieran pagar.

Dieron una última vuelta por el lugar, ya solo pasando el rato y mirando algo de su interés, pero también atentas por si encontraban algo que también pudieran usar. Pensaron en comer algo en el patio de comidas que había; sin embargo, em cuanto vieron el cielo comenzar a oscurecerse decidieron que era momento de volver.

– Entonces, ¿cuándo le damos esto a Tatiana? –preguntó Emily alzando la bolsa de compra. Ambas estaban en la puerta del centro comercial esperando a que William llegara con el carro.

– Pues el lunes, ¿no? Cuanto antes, mejor.

– Pienso que sería mejor el martes o, deberíamos probarlos antes.

– Ya lo hicimos en la tienda y se escucha bien.

– Una segunda prueba nunca está de más, también nos dejará evaluar el sonido cuando haya más concentración de gente y la grabadora se encuentre en el bolsillo del uniforme.

– Mmh…–lo consideró por unos segundos, asintiendo al cabo de un rato– Supongo que estaría bien, al parecer tú también utilizas tu cabeza para algo más que memorizar diálogos de los libros que lees.

Recibió un leve codazo en sus costillas, pero eso solo hizo que comenzara a reír. Un minuto después William llegó con el carro y ambas no tardaron en subir. Tal y como el viaje de venida, el viaje de regreso permaneció en silencio, con tal solo la radio sonando y poniendo una música pop de fondo.

Demoraron un poco más de lo esperado, pues comenzaba a haber congestión vehicular debido al horario, pero luego de media hora llegaron a la casa de Emily. La ojiazul bajó y, llevando su bolsa con ella, se despidió de la rubia y de William antes de comenzar a caminar hacia su casa.

Hey, wait! –gritó Christina sacando la cabeza por la ventana. Emily se giró para poder verla y prestarle atención– Casi olvidaba decirte, pero este viernes también ten tu tarde libre luego del colegio.

– ¿Volveremos a salir a comprar algo o qué?

– Saldremos con las demás chicas –Emily parpadeó un par de veces, incrédula.

– ¿Chicas? –repitió– Espera, no te refieres a…

– Camila, Fernanda y Tatiana. Nos invitaron a pasar el rato el viernes y dije que ambas iríamos.

– ¡Espera! ¡¿Qué?! –comenzó a avanzar hacia el carro– ¡No me dijiste nada de esto! ¡Ni siquiera me preguntaste!

– Te dije que la vida necesita ser sazonada con misterio y eventos inesperados –respondió riendo–. Ya estás confirmada, así que nada de cancelar.

– ¡Yo nunca accedí a eso! ¡Oye…!

Come on, William! –volvió a meter la cabeza dentro del vehículo, ignorando a la molesta ojiazul que ahora se apresuraba en llegar a su ventana– ¡Acelera!

Justo cuando estaba por objetar otra vez el carro comenzó a avanzar con velocidad, perdiéndose rápidamente en la distancia a lo largo de la calle. Aunque ya no la tenía a la vista, sabía muy bien que Christina estaba riendo en ese preciso momento, lo cual solo la hizo fruncir más el ceño. Soltó un frustrado suspiro y, luego de maldecir un par de veces a la rubia, finalmente entró en su casa.

Mientras tanto, Christina seguía riendo con ganas en el asiento trasero, lamentándose el no haber tenido su celular a la mano para poder inmortalizar el rostro incrédulo de Emily en una foto. Sabía el lunes se ganaría algún par de insultos de su parte, pero había valido totalmente la pena.

Una vez se hubo tranquilizado comenzó a revisar su celular para distraerse en lo que llegaba a su hogar. Sonrió divertida al notar que Emily le estaba mandando mensajes maldiciéndola, pero pasó de responderle en ese momento y siguió viendo sus notificaciones, notando entonces que Camila también le había estado hablando.

“Llegaré alrededor de las 9”.

Sintió su estómago revolverse y un ligero calor en las mejillas, pero aparto aquellas extrañas sensaciones lejos de su mente y respondió el mensaje, luego apagó su celular y lo dejó descansando sobre su regazo. Desvió su atención al paisaje que se mostraba a través de la ventana: carros, personas, luces, tiendas; la típica escena nocturna de una ciudad. Sin embargo, lejos de prestar atención a esta, comenzó a pensar en lo que había hecho ese día y en lo que estaba a punto de hacer, volviendo a sentir ese extraño cosquilleo en su estómago.

Aunque no quiso, estuvo pensando en ello gran parte de la semana, le había dado vueltas al tema por unos minutos antes de irse a dormir, e incluso en ese momento seguía tratando de encontrarle una razón de ser.

¿Por qué se había puesto nerviosa cuando Camila sugirió quedarse a dormir en su casa?

Ya antes había hecho una que otra pijamada con todas, Camila ya se había quedado a dormir con anterioridad en su cuarto. Claro que en ese entonces estaban las demás y ahora solo serían ellas dos; pero, ¿por qué eso supondría alguna diferencia? Tatiana se había quedado a dormir cientos de veces antes, y si bien alguna vez se sintió nerviosa con ella, actualmente ya no era el caso.

Se hacía una idea, pero le parecía desatinada. Tenía claro que seguía teniendo sentimientos por Tatiana, después de todo no es tan sencillo superar un primer amor que había durado tanto, aunque tenía que admitir que no eran tan intensos como antes, se habían apaciguado. Por eso la idea de estar comenzando a enamorarse de Camila le parecía ilógica, ¿cómo podría hacerlo cuando aún tenía un cariño especial por Tatiana?

Camila era linda, comprensiva, no negaba que le parecía atractiva, le gustaba pasar tiempo con ella, pues era alguien con quien es sencillo hablar y bromear. Realmente disfrutaba cuando se encontraba con ella en el restaurante, pasando un buen rato hablando de trivialidades solo las dos en su pequeño sitio secreto. No pensó que congeniarían tanto, pero le alegraba haberse equivocado.

Sin embargo, ¿amor? Puede que haya un gusto, un cariño surgido de cuando Camila le prestó su hombro para llorar; pero no era amor, no estaba enamorada.

Era una amiga, una amiga especial. Alguien en quien podía confiar y apoyarse cuando lo necesitara, alguien que le prestaría su hombro de manera incondicional, alguien que respondería sus bromas sarcásticas con más sarcasmo. Era alguien a quien quería, nada más y nada menos.

«Exacto, una amiga, nada más y nada menos», se repitió mentalmente. Y siguió diciéndoselo de vez en cuando hasta que finalmente llegó a su hogar. Agradeció a William una vez más antes de bajar de la camioneta, entró a su casa y saludó a su ama de llaves, indicándole que se encontraría en su habitación hasta que sea hora de cenar.

Una vez en su cuarto se cambió por una ropa más cómoda y se lanzó a su cama, dejando la bolsa de compra en su escritorio. Estaba exhausta, había caminado todo el día yendo de una tienda para otra, y aún no acababa, tendría que recibir a Camila más tarde. Cogió su celular para fijarse en la hora, pero justo antes de que desbloqueara la pantalla recibió una llamada. Sintió nuevamente nervios en su estómago al ver el nombre, contestando luego de haber tomado un profundo respiro

Hi, ¿qué pasó?

– Hey, quería preguntarte algo –habló Camila con un leve ruido de fondo, pero no lo suficientemente alto para opacar su voz–. ¿Ya cenaste?

– ¿Eh? No, aún no, pero pensaba hacerlo en un rato. Why?

– Podría llevar algo de acá, tenemos bastante pasta el día de hoy. Ah, pero no te preocupes, no tienes que pagar nada, mi familia invita esta vez.

– ¿Qué? ¿En serio? Amo su comida, pero, it’s okay?

– ¡Claro! –aunque no la veía, Christina sabía que Camila estaba sonriendo– Además, me harías un favor, quiero intentar agregar algo a la receta de la salsa boloñesa.

Wait, ¿tú lo vas a hacer?

– Técnicamente ya lo hice, pero no puedo servírselo a los clientes, y me gustaría la opinión de alguien más fuera de esta cocina.

– Entonces seré un conejillo de indias.

– Hey, no serás cualquier conejillo de indias, sino que serás conejillo de indias –soltó una breve risa–. Entonces, ¿qué dices?

– Está bien, pero si me intoxico la factura del hospital va por tu cuenta.

– Hecho, nos vemos en media hora.

Intercambiaron una rápida despedida y cortaron la llamada, pero Christina sostuvo el celular un rato más contra su oreja mientras mantenía una leve sonrisa en su rostro. Cuando se levantó se apresuró en ir a la cocina para avisarle al chef que no era necesario que prepara la cena esa noche, pues sus padres tampoco estaban en casa, se hallaban en una junta de trabajo y no llegarían hasta mañana por la tarde.

Decidió esperar a Camila en la sala principal, distrayéndose con una película cualquiera hasta que escuchó el timbre sonar. Se apresuró a la puerta para atender ella antes que su ama de llaves, recibiendo a la recién llegada ojicafé con una amplia sonrisa. Camila no tardó el devolverle el gesto, entró en la casa y levantó las bolsas que llevaba en su mano.

– ¿Lista para probar una comida divina?

 

 

Notas finales:

Este capítulo creo que fue algo extenso a la par que distinto a los otros, pues va  enfocado en los pensamientos de Emily y Christina. Si bien no planeaba hacerlo así, me di cuenta que no vendría mal tratar de entenderlas un poco más, tanto ustedes como yo. Es que claro, de no pasar nada de tiempo juntas a compartir cada receso, obviamente la manera en como veían a la otra a cambiado. Además, quería abordar también el tema de Christina y Camila, no diré que pasará con ellas, pero en el siguiente capítulo supongo que ya se harán una idea. 

Baia, me explayé acá, perdón xd 

En fin, gracias por leer y apoyar la historia, significa mucho.

Recuerden que estaré subiendo el perfil de los personajes a mi twitter, y uno que otro meme también. Me encuentran también como Parepi_ <3 

Cuídense musho, ¡nos leemos pronto! <3 


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