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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Notas del capitulo:

Holi, sé que ha pasado un tiempito, aunque no tan largo, pero aún así un tiempito. No sé si sea una excusa válida, pero un ratón se metió a mi casa hace días y estoy tratando de atraparlo, mi cabeza ha estado más centrada en eso que en otra cosa :(

Gracias por su paciencia, espero que les guste<3

El chef de Christina se había ofrecido en servir la comida que había traído Camila en platos y calentarlos para que ambas pudieran comer a gusto, pero esta última declinó amablemente la sugerencia alegando que los había traído en unos tápers que conservaban el calor, diciendo que lo único que necesitaban era un par de cubiertos.

Camila sacó los recipientes donde tenía la comida y los acomodó en la mesa, dejando un táper frente al sitio donde se sentaría cada una y otro, de un tamaño un poco mayor, entre ambos de tal manera que las dos tuvieran la posibilidad de alcanzarlo sin problemas. Tomaron asiento justo cuando los cubiertos les fueron traídos, y entonces destaparon los recipientes.

Un agradable olor a tomate y especias llegó a Christina, inhalando con gusto el exquisito aroma. En cuanto miró la comida no pudo evitar que se le hiciera agua la boca: los fideos dorados brillando ligeramente, pequeños trozos de carne jugosos a la vista y la salsa de un rojo intenso esparcida cuidadosamente por encima.

– Si te quedas solo admirando la comida se va a enfriar –se burló Camila conteniendo una risa.

– Debo examinar tu experimento antes de comerlo, tengo un estómago selecto, ya sabes –intentó sonar seria y sarcástica, pero el gruñido de su estómago llegó en mal momento, haciéndola ruborizar y provocando una risa en Camila.

– Parece que tu estómago aprobó mi plato.

– No he comido nada desde el almuerzo, okay? –trató de excusarse mientras apartaba la mirada.

– Sí, sí, lo entiendo –dijo sonriendo divertida. Se inclinó hacia Christina y la miró expectante–. Adelante, prueba y dime qué tal.

Christina no pudo evitar sonreír al ver la emoción en los ojos de Camila, le parecía como si fuera una niña entregando la tarea que hizo con esmero a su maestro. Cogió el tenedor y se llevó una generosa cantidad de comida a la boca, cogiendo tanto de la pasta como de la carne y salsa. A pesar de estar ansiosa por probarlo, se tomó unos segundos en degustar detenidamente los sabores que, poco a poco, invadían cada vez más su boca, siendo imposible no soltar un gemido de satisfacción en cuanto terminó. Sus ojos le brillaron y miró a Camila con una sonrisa, siendo ahora ella la emocionada.

This is delicious! ¿En serio tú lo preparaste?

– Claro que sí –respondió orgullosa–, ¿dudas de las habilidades culinarias de la hija de los dueños de uno de los mejores restaurantes de la ciudad?

– Debo de admitir que por un momento lo hice –bromeó riendo–, pero esto superó completamente mis expectativas.

– Gracias, me esforcé en ello. Los demás trabajadores también me dieron el visto bueno, pero quería a alguien que no tuviera la presión de elogiar a la hija de su jefe.

– ¿Una crítica sin pelos en la lengua?

– Básicamente –asintió.

– Pues no soy una especialista, pero te aseguro que si agregas este plato a la carta no dudaría en pedirlo.

– Es bueno oír que ya tendré una fiel compradora, aunque quienes deben aprobar eso deben ser mis padres. Trataré de mejorar un poco más la receta antes de hacérsela probar a ellos, espero que también tu opinión en ese momento.

– Si podré volver a comer esto, entonces cuenta conmigo.

– Gracias –dijo regalándole una amplia sonrisa, Christina no tardó en devolverle el gesto. Tomó el recipiente grande que estaba entre ambas y lo abrió, dejando a la vista una ensalada–. También traje algo de ensalada, come cuanto gustes.

– ¿También preparada por ti?

– Pues sí, pero seguí la receta tradicional.

– Eso me vale.

Comieron entre charlas triviales y algunas que otras bromas, conversando acerca del colegio, sus amigos, los profesores que les caían mal y los que les caían bien. De todo un poco, aunque Camila se vio especialmente emocionada cuando Christina le preguntó acerca de cómo había preparado la pasta, y aunque se negó a dar detalles sobre sus “ingredientes secretos”, habló acerca de cómo había fracasado con experimentos anteriores. Si bien la rubia no estaba muy interesada en el mundo culinario, le gustaba escuchar a Camila hablar de ello, le hacía dibujar en ella una sonrisa casi de manera inconsciente.

Cuando hubieron terminado ambas agradecieron al ama de llaves que se acercó para levantar los tápers sucios, aunque Camila se ofreció a lavarlos ella misma, pero la mujer mayor se negó amablemente. Dieron entonces solo las buenas noches y subieron al cuarto de la rubia, envueltas todo el camino en una amena conversación.

– ¿Quieres ver una película? –preguntó Christina mientras se sentaba en su cama y tomaba el control de su televisor– ¿O alguna serie?

– De hecho, esperaba que me ayudaras con una tarea.

– ¿Tarea? Wait, ¿de qué tarea hablas?

– De una tarea normal del colegio –aseguró sonriendo. Se acercó a su mochila, que anteriormente había sido llevada al cuarto de la rubia, y sacó de ella un cuaderno y un libro–. Solo quiero que cheques si lo que hice para la clase de inglés está bien.

– Ah, sure. Ven acá, si solo es revisar me tomará unos segundos.

Camila no tardó en sentarse a su lado y colocar el cuaderno abierto entre sus piernas y, mientras ella buscaba la página del libro correspondiente a la tarea, Christina buscó alguna canción en YouTube para reproducir, decantándose por una de Dua Lipa. Comenzó a tararear en voz baja fijando ahora su atención en el libro que sostenía Camila.

Comenzó a revisar lo que la ojicafé le indicó con el dedo, intercalando su mirada entre el libro, que ahora sostenía ella, y el cuaderno que estaba entre las piernas de Camila. Seguía tarareando, aunque de manera mucho más leve, y no es que no le estuviera poniendo seriedad a lo que hacía, es que simplemente le pareció que lo que revisaba eran ejercicios sencillos. Y no, tampoco era una crítica a la calidad de enseñanza del colegio, la cual consideraba muy buena, sino que comparándolo a los exámenes de ortografía y gramática que tenía que hacer cuando estudiaba en Estados Unidos, sin duda eran más sencillos.

– Esto está bien, también las oraciones que planteaste, tu pasado y futuro están bien –dijo luego de unos minutos, girándose para verla con una sonrisa–. ¿Algo más que quieres que revise?

– El párrafo que nos dejaron escribir describiendo una semana de nuestra vida, por favor –la miró y le devolvió la sonrisa, aunque en sus ojos se podía ver cierta pena, tal vez vergüenza por estarle pidiendo toda esa revisión a la rubia.

– Claro, pásame el cuaderno –desvió la mirada, ligeramente ruborizada. Si bien nunca tuvo la intención de negarse, las probabilidades eran ahora incluso menores a cero luego de ver la cara de cachorrito de Camila.

Christina se tomó un poco más de tiempo para revisar el escrito de Camila, dándole primero una revisada general y luego una leída más detenida en cada oración. En cierto momento detuvo su lectura y se levantó para coger un lápiz de su escritorio, luego volvió a sentarse al lado de Camila.

– En sí está bien, tiene sentido y cumple todas las normas gramaticales.

– ¿Pero…?

– Pero se podría mejorar en algunas partes –se inclinó más hacia Camila y sostuvo el cuaderno de tal manera que pueda ver sin problemas lo que estaba por apuntar con el lápiz–. Mira.

Comenzó a escribir anotaciones sobre algunas oraciones, subrayando partes que podrían ser reemplazadas o palabras que podrían ser omitidas, explicándole a Camila el porqué de todo lo que anotaba y asegurándose que le quedara claro antes de pasar a otra explicación. Estuvieron así poco más de 10 minutos hasta que finalmente terminaron de revisar todo, Camila le agradeció con una sincera sonrisa mientras que Christina solo le restaba importancia al asunto.

– Entonces, ¿ahora quieres ver alguna película? –preguntó Christina estirándose para, seguidamente, tirarse de espaldas a su cama, exhausta por el largo día que había tenido–. ¿O eres de las que suele dormirse temprano?

– No tengo un horario fijo para dormir –contestó mientras guardaba sus cosas en su mochila–, ¿no sería mejor ahora hacer tu tarea? Es por eso que estoy aquí en primer lugar.

– Yendo directo al tema –bromeó Christina.

– Luego me entrará sueño y no creo poder hacer mucho –se acercó al sofá-zapatero que estaba al pie de la cama y se sentó, mirando expectante a la rubia.

Okay –se quitó los zapatos y se subió completamente a su cama, sentándose con las piernas cruzadas–. Entonces, ¿qué tal ha ido esta semana?

– Bastante tranquilo todo –expresó con un suspiro desviando su vista a algún punto aleatorio de la habitación mientras divagaba en sus recuerdos–. Tal como pediste he tratado de minimizar el tiempo que Tat y Ryan pasan solos, me he sentado a su lado durante los recesos y me he quedado con ella durante las prácticas, también nos vamos todos juntos a la salida, aunque Ryan suele atrasarse con ella adrede, pero no he visto nada fuera de lo común cuando hacen eso –finalizó su reporte con un encogimiento de hombros.

– ¿Entonces todo sigue igual?

– Fuera de que Ryan nos sigue reclamando que les demos tiempo de pareja y que Tat se nota un poco más relajada; sí, todo igual.

– Ya veo –susurró sonriendo aliviada con la última parte–. Lamento hacer que tomes parte de tu tiempo en esto.

– No pasa nada, dije que te ayudaría; además, logré hacer que los demás me ayudaran a economizar el trabajo.

– ¿Le dijiste a los demás?

– No –negó divertida al ver la preocupación en el rostro de la rubia–, simplemente les dije que ya les habíamos dado suficiente tiempo a esos dos para estar melosos y que nos tocaba reclamar algo de su atención, además de que mantenerles un ojo no estaría de más si no queríamos ser tíos antes de tiempo.

Christina no pudo evitar soltarse a reír.

– ¿Eso no es manipulación psicológica?

– Yo lo llamo estrategia –soltó orgullosa logrando hacer reír a la rubia por segunda vez–. Al menos funcionó con ellos, pero no pude hacer nada con Ryan.

– ¿Entonces lo otro que te pedí…?

– Nada, lo siento –negó sonriéndole apenada–. Intenté preguntándole, pidiéndoselo e incluso traté de tomarlo cuando estaba entrenando; pero, quitando la contraseña de desbloqueo, todas las demás aplicaciones de su celular también tienen contraseña para abrirlas, así que no pude encontrar nada.

– Supongo que era de esperarse –suspiró resignada–. No pasa nada, anyway, thanks. De por sí sé que te pedí algo raro, gracias por intentarlo.

– Aún si no me lo hubieras pedido, creo que lo hubiera hecho tarde o temprano.

– Vaya, ¿en serio? –la sorpresa apareció en su rostro, seguida de una notable curiosidad– ¿Por qué?

– O bueno, tal vez no revisar directamente su celular –se corrigió–, solo encontrar algo en él que indicara que está engañando a Tatiana. Aunque…probablemente Antonio o Marcelo sean los que revisarían su celular para eso, los veo muy capaces de eso.

– ¿Crees que Ryan engañaría a Tatiana?

– Es una posibilidad que no descarto –se cruzó de brazos y se apoyó en la cama–, porque tiene esta fama de mujeriego y playboy desde el año pasado.

– ¿En serio? Nunca escuché nada.

– Normal, ya no se habla mucho de eso, aunque el año pasado tampoco se hacía mucho. Además, Ryan era muy disimulado con eso, a simple vista parece que solo son rumores sin fundamento, pero si eras parte de su círculo cercano te dabas cuenta que no solo eran eso.

– Entonces me imagino que te enteraste por David.

– Sí, algo así –una ligera incomodidad se hizo presente en su voz, desviando su café mirada de la azul mirada de Christina, como si quisiera esconder algo–. Tan solo un día hablando entre nosotros nos dimos cuenta que los rumores, o gran parte de ellos, eran ciertos; pero no dejamos que eso afectara nuestra relación con Ryan, solo nos cuidamos de sus “garras”.

A pesar de que intentó bromear al final, a Christina solo le pareció como si quisiera restarle importancia al asunto para no hablar más de ello, tuvo ganas de preguntar por aquello que Camila quería evitar mencionar, pero no sabía como hacerlo, ni si debía hacerlo. Al fin y al cabo, si lo estaba evitando, era porque tenía razones para ello.

– Por eso nos sorprendió cuando Tat y él comenzaron a salir –antes de que pudiera decir algo, Camila siguió hablando–. Tatiana lo rechazó precisamente por esa fama de mujeriego; aunque Ryan, luego de que Tat le dijera que no, se empeñó mucho en tratar de convencerla, y los rumores acerca de él pararon. Si fue por capricho o eso que dicen que el amor cambia a las personas, ni idea, pero él solo se concentró en hacer que Tatiana lo acepte.

– Vale, eso puede haberse visto tierno, pero también algo perturbador. ¿No es eso obsesión?

– Ahora que lo digo y pienso en ello, suena a obsesión –se quedó en silencio, pensando en la historia que ella misma había contado–. Una caprichosa obsesión –susurró y, seguidamente, soltó un suspiro frustrado–. No tendría que estar pensando en esto si Antonio se hubiera confesado antes, alguien como él es mejor partido para Tat, o algún otro de esos chicos que se le confesó, incluso Emily hacía buena pareja con ella.

Christina levantó su mirada y prestó total atención a las divagaciones que estaba diciendo Camila en voz alta, buscando si lo último que había dicho solo había sido un desliz, si lo había dicho seriamente o si lo había dicho porque sabía de la relación de ambas. Sin embargo, al notar que Camila comenzaba a divagar en otra dirección, decidió redirigirlo hacia el tema que le había llamado la atención.

– Vaya, ¿Emily está a la altura de la princesa de miel? –preguntó desinteresada y con una sonrisa divertida, queriendo parecer que soltaba la pregunta solo como una curiosidad más que quería responder esa noche, pero que carecía de relevancia real.

– Bueno, es la princesa de hielo, si hablamos de estar a la altura, supongo que ambas están en el mismo nivel. De hecho, creo que harían buena pareja ahora que lo pienso –se enderezó y apoyó su cabeza en su palma izquierda–. Tatiana parece estar siempre cómoda estando al lado de Emily, y Emily siempre tiene una sonrisa en su rostro cuando está con Tat. Si esto fuera una película, sin duda shippearía sus personajes.

– Pensé que la shippearias con Antonio –comentó contiendo una risa ante la ocurrencia de la ojicafé.

– Por un momento lo haría, pero viendo como lo estoy viendo en mi mente, el shipp principal serían esas dos.

– ¿Ya tienes una lista de ships?

– No una lista como tal, solo estoy emparejando a mi amiga con diferentes personas y veo con quien encaja más –miró fijamente a Christina por unos segundos–. Ella y tú serían fácilmente el segundo shipp –las mejillas de la rubia no tardaron en ruborizarse–, congenian bien y tienen una buena relación, pero tienen ese algo que me dice que están mejor como mejores amigas que como algo más.

– Hablas como si fueras una experta en esto del shippeo.

– No me considero una experta, pero sí una aficionada. Tengo otros intereses aparte de la cocina, ¿sabes?

– Me lo imaginaba, pero no lo tenía claro –bromeó y fijó su azul mirada en Camila, tenía una duda en su mente, no sabía el por qué quería preguntarlo, pero la pregunta fue formulada antes de que siquiera pudiera pensarlo–. ¿Y tú? ¿Tú tendrías un shipp con alguien?

– ¿Yo? Yo solo sería un personaje secundario –negó sonriendo–. Probablemente con Marcelo, es con quien paso más tiempo, al fin y al cabo.

«¿Y yo qué?», preguntó mentalmente Christina, pero tan pronto apareció ese pensamiento buscó arrojarlo lejos. Ignorando el pinchazo que había sentido en el pecho, buscó seguir con aquella conversación que, sin saber bien como había surgido, prometía ser interesante.

– Vamos, tiene que haber alguien, no necesariamente que cumpla los requisitos para ser tu shippeo, pero sí con quien te gustaría ser emparejada –buscó sonar despreocupada y con cierta picardía, aunque realmente sentía curiosidad por lo que preguntaba.

Camila se rio por lo bajo y luego se quedó en silencio, pensando por un momento en alguien con quien le gustaría estar, pero a pesar que se tomó su tiempo, nadie llegaba a su mente. Nunca había sido muy avispada en el romance, había llegado a gustar de algunos chicos antes, pero ese no era el caso actualmente. Lo único que vino a su mente fue el interés romántico más reciente que había tenido, el cual se remontaba al año pasado; sin embargo, lejos de compartirlo, negó para sí misma con una sonrisa.

– No, no hay nadie –contestó finalmente–, al menos que cuente gente famosa.

– Pensaste en alguien, a mí no me engañas, esa sonrisa te delata.

– ¿Qué sonrisa? –preguntó haciéndose la desentendida, sostuvo la insistente mirada de Christina unos segundos antes de suspirar resignada, cediendo ante ese curioso azul– Tú ganas, tenía a alguien en mente.

– Entonces, ¿quién es?

– Era Ryan –respondió encogiéndose de hombros. La expresión de Christina pasó de ser de curiosidad a sorpresa y desconcierto en tan solo segundos en cuanto la escuchó.

– Eso…eso no me lo esperaba –susurró procesando aún la información, sintiendo aún más fuerte el pinchazo en su pecho y una creciente incomodidad en su estómago.

– No lo malinterpretes, él no me gusta –aseguró riendo ante la expresión de la rubia, quien pudo sentir el aire volver a ella ante la aclaración–. Cuando comencé a hablar con él el año pasado tan solo me pareció agradable y lindo, admito que sí tenía interés en él, o en el ideal que tenía de él. Luego escuché los rumores y a David diciendo que eran ciertos, y terminó esa tonta ilusión.

A pesar que lo estaba contando con una sonrisa, su mirada reflejaba una clara melancolía, como si los recuerdos que estuvieran en ese momento en su cabeza siguieran pesando sobre ella. Christina lo notó, notó como los cafés ojos de Camila se habían apagado levemente, notó como su tono de voz se había atenuado con cada palabra pronunciada. Y, sin saber la razón, sintió un nudo en su garganta y unas terribles ganas de abrazarla, pero logró controlarse apretando sus sábanas en su lugar.

– Vendrán mejores –llegó a susurrar con el tono de voz justo para que sea escuchada, sin saber para quien lo había dicho en realidad, pero sin molestarse en hallar la respuesta a esa pregunta tampoco.

Camila levantó la cabeza e hizo que sus ojos chocaran con los de Christina, encontrando en ese claro azul una sensación de calidez, un inexplicable dejo de esperanza y consuelo sazonado con un casi imperceptible y camuflado cariño. Nunca se había tomado el tiempo ver aquellos ojos con detenimiento, y ahora que lo estaba haciendo se preguntaba porque no lo había hecho antes. Sintiéndose envuelta en una nueva comodidad, devolvió la sonrisa que Christina le estaba dando.

– Lo sé, tampoco es que hayan dejado la barra muy alta.

Y con esa simple broma, ambas se soltaron a reír.

No volvieron a retomar los temas de los que habían conversado; en lugar de eso, decidieron cambiar las ropas que llevaban por sus pijamas. Ambas se metieron a la cama, pero dormir aún no estaba en sus planes, decidiendo ver una película de Netflix hasta que el sueño llegara a ellas. Entre cortas charlas, bromas sarcásticas y comentarios nada serios sobre la película, el sueño pronto llegó a ellas, siendo Camila la primera en caer rendida. Christina también estuvo a punto de quedarse dormida, pero en cuanto sintió a Camila darse la vuelta en sueños y respirar sobre su mejilla todo cansancio que sentía se esfumó.

Congelada y tiesa en su lugar, Christina luchó contra el impulso de darse la vuelta para quedar cara a cara con su dormida amiga. Trató de concentrarse en la película que aún se reproducía en su televisor, pero poco o nada pudo enfocarse en esta, su atención estaba puesta totalmente en la cálida respiración de Camila. Con el corazón acelerado y sus mejillas ruborizadas, se inclinó levemente para poder ver de reojo a la ojicafé, quien dormía tranquilamente ajena a todo lo que estaba sintiendo la rubia.

Se permitió vagar por el rostro de Camila con sus ojos, antes ya lo había hecho, pero nunca desde esa cercanía. Notó, entonces, la existencia de unas casi imperceptibles pecas adornando sus mejillas y parte del puente de su nariz, algo que la hizo sonreír con ternura. Pensó en darse completamente la vuelta para contarlas, pero desechó la idea tan pronto como apareció en su cabeza. Apagó el televisor y se dio giró al lado contrario, dándole la espalda a Camila.

Su corazón seguía latiendo con fuerza y seguía sintiendo calor en sus mejillas, lo cual la hizo suspirar frustrada. Se pasó una mano por su rubio cabello, desordenándolo; fijó su mirada en algún punto de la oscuridad, decidida a mirarlo hasta que el sueño volviera a ella. Y mientras Morfeo se hacía camino hasta su consciencia, Christina seguía repitiéndose que no estaba enamorada, solo era…un cariño especial por una amiga especial.

Sí, definitivamente no era amor.

 

 

 

Todavía.

Notas finales:

Gracias por leer, comentar y apoyar esta historia, significa mucho en serio<3

Como dije, estoy subiendo los perfiles de los personajes a mi cuenta de twitter, publico un nuevo perfil luego de cada capítulo. Si tienen curiosidad por saber como se ven, pueden darse una vuelta y checarlo, ahí me encuentran también como Parepi_ <3

Cuídense y estén en casita, saludos, nos leemos pronto :)


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