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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Notas del capitulo:

Holi, esta vez no demoré tanto en actualizar, mi cerebro cooperó muy bien esta vez para escribri sin contratiempos jajaja

 Como siempre gracias por la paciencia y el apoyo, significa mucho<3

Espero que disfruten la lectura<3

Cuando abrió los ojos la sensación de mareo ya se había ido, el entorno ya no estaba oscurecido y su respiración se había normalizado; lo único molesto que sintió fue un leve punzón en su cabeza cuando quiso incorporarse, seguida de la incomodidad de la camisa de su uniforme ligeramente mojada debido al sudor. Tardó un par de segundos en orientarse y rememorar lo acontecido antes de caer desmayada, pero tan pronto como lo hizo miró a su derecha con la esperanza de toparse con la azabache. Sin embargo, al lado de la camilla no se encontraba nadie, la calidez en su mano también se había esfumado. Su mirada se apagó y no pudo evitar soltar un suspiro decepcionado.

– Al parecer ya despertaste –Amanda se acercó a la ojimiel en cuanto la escuchó suspirar y se paró a un lado de la camilla–. ¿Cómo te sientes?

– Mejor, solo tengo un ligero dolor de cabeza –se pasó una mano por el cabello y fijó su mirada en el techo–. ¿Cuánto llevo dormida?

– Poco más de una hora –se fijó en el reloj que colgaba en la pared de atrás y luego volvió su atención a Tatiana–. Faltan 15 minutos para que acaben las clases, pero no te preocupes, ya le informé a tu profesor y a tu tutor sobre la situación.

– Entiendo, gracias Amanda.

– Ahora, ¿crees que puedas sentarte? Necesitas comer algo –Tatiana acató la orden y se enderezó en la camilla, recibiendo el sándwich y la botella de agua que Amanda le estaba entregando, siendo este último insumo el que se apresuró en consumir, pues su boca estaba realmente seca–. ¿Nuevamente has estado descuidando tu alimentación?

– Yo… –desvió la mirada, ligeramente avergonzada ante la mirada acusadora de la mujer mayor– No he estado teniendo mucho apetito estos días, así que puede que me haya saltado algunas comidas.

– Me lo imaginaba –suspiró negando con la cabeza–. Ya te he dicho que al menos deberías prepararte cosas ligeras o comer algunas frutas, pero no puedes estar con el estómago vacío.

– Lo sé, lo sé, es solo que mi cabeza ha estado en otro lado estos días.

– Eso no es excusa para descuidar tu salud, sabes bien que tu anemia empeora cuando no comes y dejas de tomar tu jarabe. Tienes suerte de que tus desfallecimientos hayan sido en la escuela hasta ahora.

– Sí, lo sé, lo siento –susurró cabizbaja ante la llamada de atención, incapaz de enfrentar a la doctora.

Tatiana sabía bien que tenía que alimentarse debido a que poseía una hemoglobina baja, pero con todo el asunto de Emily y Ryan su apetito se vio considerablemente disminuido, no tenía cabeza ni la fuerza de voluntad para cocinarse o comer algo. Y, sumado a eso, su horario de sueño también se había alterado, se pasaba las noches en vela ya sea llorando, culpándose o maldiciendo todo lo que estaba pasando, y cuando llegaba a dormirse no pasaba más de dos o tres horas para que suene su despertador. Y si bien consideraba mucho la idea de ausentarse, sabía que acumular faltas devendrían en problemas con sus calificaciones, y también en problemas con Ryan quien gustaba de lucir su “relación”.

Amanda pensó en regañar un poco más a la ojimiel, recordarle lo importante que era alimentarse como es debido y no saltarse las comidas; pero se vio incapaz de decir más al notar el rostro arrepentido y cansado de Tatiana acompañado de sus mieles ojos llenos de melancolía. Descruzó sus brazos y se acercó más a la camilla para posar su mano en el hombro de Tatiana.

– Entonces tómalo en cuenta para más adelante–su tono era mucho más suave, regalándole una suave sonrisa a Tatiana en cuanto ésta posó su mirada en ella–. Ahora, ¿hay algo de lo que quieras hablar?

– No –dibujó una media sonrisa–, estoy bien.

– ¿Cuántas veces debo decir que esa típica mentira adolescente no funciona conmigo? Es obvio que algo te está pasando, hija.

– No es nada, solo dramas de la edad supongo –se encogió de hombros y abrió el sándwich que tenía, esperando que Amanda no insistiera más en el tema. La doctora la examinó un par de segundos antes de suspirar por lo bajo, alejó su mano del hombro de la ojimiel y se dio media vuelta para volver a su escritorio.

– Hagamos de cuenta que te creo, pero no dudes en venir conmigo para hablar cuando gustes –miró a Tatiana por encima de su hombro–. Por el momento, come y descansa, te daré un poco de jarabe cuando termines.

Tatiana dio un leve asentimiento y procedió a comer el sándwich que tenía entre sus manos, devorándolo con ansia en pocos minutos, dándose cuenta de lo hambrienta que había estado. Aunque sabía que un sándwich no era realmente una comida, tendría que prepararse algo para cuando regresara a casa; y, a pesar de que no estaba muy motivada ante la idea, el haber visto la preocupación y la sonrisa de Emily le había dado más fuerza de voluntad.

Luego de tomar el jarabe seguido de un gran sorbo de agua para apaciguar el sabor metálico se recostó en la camilla dispuesta a descansar, habían sido órdenes de Amanda que guardara reposo y no volviera a clases; pero tampoco existía mucho caso en que volviera, pues solo faltaban unos minutos para que el día escolar terminara.

Dicho y hecho, la campana final sonó al cabo de cinco minutos mientras Tatiana revisaba de manera disimulada su celular, encontrándose con varios mensajes recientes de sus preocupados amigos preguntando sobre como estaba, algo que le hizo sonreír enternecida. No tardó en contestarle a cada uno tratando de sonar lo más despreocupada posible y mandado algún sticker gracioso para restarle importancia al asunto. Justo había terminado de contestar la última conversación que tenía pendiente cuando el estrepitoso sonido de la puerta abriéndose le hizo pegar un salto del susto. Se enderezó y dirigió su mirada hacia los causantes del alboroto, pero no pudo sorprenderse al ver a sus amigos bajo el umbral de la puerta quienes, al verla, apuraron su paso hasta ella.

– ¡Tat! –Fernanda se abalanzó hacia ella colgándose de su cuello, dio un último apretón al abrazo antes de separarse lo suficiente para quedar cara a cara– ¿Cómo estás? ¿Ya te sientes mejor? ¡Dime que tu vida no corre peligro, por favor!

– Estamos en la enfermería, cálmate –Camila alejó suavemente a Fernanda de Tatiana, dándole espacio a la ojimiel–. Y no la abrumes, tarada.

– Estoy bien, la falta de sueño solo me pegó fuerte esta vez –se rio apenada encogiéndose de hombros, quería quitarle importancia al asunto y apaciguar el rostro preocupado de sus amigos.

– ¿Pero ya estás mejor? –preguntó Marcelo– Te veías super mal en la clase.

– No tienes que forzarte, si no estás bien dínoslo –agregó Antonio–, así podemos ayudarte.

– Ya me siento bien, pero gracias por la ayuda –sonrió levemente haciendo sonrojar al chico, quien desvió su mirada.

– Cuando quieras, tú solo dilo y puedo cargarte en cualquier momento y lugar, incluso hasta el baño si lo necesitas –aseguró David inflando su pecho con confianza, logrando sacar una risa a Tatiana.

– Gracias, pero no, eso sería raro.

– ¿Me cargarías a mí? –preguntó Marcelo.

– No cargo estúpidos.

El grupo entero se soltó a reír. Llevaron la charla hacia otros temas más banales, algo que Tatiana agradeció pues el seguir hablando sobre su condición le hubiera incomodado. Estaba pasando un buen rato con sus amigos, riendo ante sus ocurrencias y tonterías, pero no pudo evitar que cierta pena se apoderada de ella cuando, luego de una segunda ojeada al grupo, no encontró la presencia de Emily ni de Christina. Tenía la leve esperanza de que, luego de haberlas visto preocupadas por ella en el salón, vinieran a verla luego de clases y poder hablar con ellas otra vez, en serio las extrañaban.

– Así que aquí estaban todos –Tatiana salió de su añoranza al reconocer la irritante voz de Ryan, congelándose en su sitio y tensando los músculos de su espalda a cada paso que el rubio daba. Tragó grueso y, a pesar de ver por el rabillo del ojo cuando el subcapitán llegó a un lado de la camilla y sentir su mirada sobre ella, fijó su atención en la blanca sabana que la cubría–. Escuché que te pusiste mal durante clases, ¿estás bien, amor?

Sintió su estómago revolverse del asco y repulsión que le causó el ser llamada así por el cínico de Ryan, la irritación y frustración se acumuló en sus extremidades y, a falta de poder expresarlas, aumentó la tensión de su cuerpo. Se río internamente del cómo el significado y peso de unas palabras pueden cambiar tanto dependiendo de quien las dice, cuando Emily le llamaba cariñosamente su pecho se llenaba de tanta dicha y calidez que daba la impresión de rebalsarse, provocando una tonta sonrisa enamorada en su rostro. Sin embargo, en la boca de Ryan solo sentía náuseas ante aquellas palabras.

Respiró hondamente para calmar su mente y se mordió la lengua para evitar soltar todos los insultos que tenía atorados en la garganta.

– Estoy bien ahora, no te preocupes –levantó ligeramente la mirada, pero aún no hacía contacto visual con el subcapitán–. Por cierto, ¿no tienen entrenamiento ustedes?

– Sí, tenemos, pero venir a verte era más importante –contestó David.

– Y llegar un par de minutos tarde no nos hará daño, tal vez solo darle un par de vueltas a la cancha –agregó Marcelo encogiéndose de hombros, Antonio concordó en que tal vez le pasaría lo mismo en su entrenamiento de fútbol.

– Deberían ir ya, par de vagos –dirigió sus mieles ojos a sus amigos y les regaló una leve sonrisa–. No quiero que lleguen tarde por mi culpa.

– Estamos preocupados, no nos culpes –Ryan volvió a intervenir, acercándose y colocando una mano en el hombro de Tatiana en son de apoyo–. De hecho, sigo preocupado, ¿debería acompañarte a casa?

Estuvo a punto de negarse instantáneamente, pero antes de que las palabras salieran de su boca Amanda se acercó al grupo e intervino en su charla.

– Eso vendría bien, de hecho. Si bien estás ya estás mejor, tener a alguien viendo que llegues bien a casa no estaría de más.

– ¡Estoy bien! –exclamó exaltada llamando la atención de todos en la enfermería. Al notar que su tono había sonado más desesperado de lo que hubiera querido se obligó a sí misma tragar su ansiedad y calmarse– No es necesario que me acompañen, me siento bien ya.

– Lo sé, pero es preferible cerciorarse que llegarás sin inconvenientes a casa –dijo Amanda.

– ¡Pero…!

– Está bien, no me es problema acompañarte Tat –dio un último apretón al hombro de la ojimiel y luego devolvió su mano para acomodar la mochila que colgaba de su hombro–. Por una vez que falte al entrenamiento no pasa nada.

– No es necesario, en serio –trató de sonreír y estar calmada, y aunque a simple vista eso aparentaba, su ceño muy ligeramente fruncido indicaba incomodidad, aunque quienes notaron esto fueron únicamente Amanda y Camila.

– Vamos, no te hagas la fuerte –insistió Ryan–. Son órdenes de la Doc.

– Y no porque sean mis indicaciones significa que pueden justificar tu falta a tu entrenamiento –a pesar de que Amanda no entendía la situación, la negativa de Tatiana le dejaba en claro que la compañía de aquel rubio era algo que no deseaba–. Sé lo exigente que es el entrenador Edwin, ¿seguro que quieres faltar?

– Por un día no creo que pase nada –aseguró encogiéndose de hombros–, solo me hará darle vueltas a la pista el miércoles.

Camila fijó su mirada en la expresión despreocupada de Ryan y luego se concentró en el rostro tenso de Tatiana. Si bien su aspecto ya no reflejaba la indisposición de hace algunas horas, sí irradiaba incomodidad. No entendía bien la razón, pero le quedaba claro que parte de esta estaba relacionada con la compañía del rubio, por lo que tenía claro que tenía que hacer.

– De hecho, yo puedo…

Hi! –el repentino saludo interrumpió a Camila. Llevó su café mirada, junto a la del resto, a la rubia que había hecho acto de aparición en la puerta de la enfermería junto a un sonriente Joseph a su espalda– Disculpa la demora, darling, ayudamos al profesor con un par de cosas antes de venir.

– Y luego pasamos por la cafetería para comprarte algo –agregó Joseph levantando unos paquetes de galletas de fresas–. Espero que no te hayan prohibido ingerir dulces.

Ambos se acercaron al resto del grupo con una sonrisa en sus rostros, la cual ensancharon al comprobar que Tatiana se veía mucho mejor comparada a cuando dejó el salón de clases. De igual manera, y dejando de lado la estresante situación en la que estaba, Tatiana no pudo evitar sonreír al ver a Christina y a Joseph, aunque su corazón se achicó un poco al no encontrar a Emily con ellos.

How are you?

– Bien, solo necesitaba dormir y comer un poco.

– Entonces estas galletas te vendrán bien para recuperar energía –Joseph le ofreció los paquetes con una sonrisa, la cual Tatiana devolvió mientras aceptaba las galletas–. Chris dijo que las de fresas son las que más te gustaban.

– Y lo son –miró a la rubia y le regaló una suave y sincera sonrisa, una expresaba gratitud no solo por el paquete de galletas, sino por su mera presencia en ese lugar–. Gracias.

– Me parece bien que tengas algo más que comer –intervino Amanda–, pero espero que tengas claro que necesitas una comida más consistente en cuanto llegues a casa.

– Lo sé.

– Entonces, ¿nos vamos, Tat? –preguntó Ryan y la ojimiel volvió a tensarse– Será mejor que llegues rápido para que puedas comer y descansar cuanto antes.

– Yo… –quería negarse, objetar y rechazar el dejar que Ryan la lleve a casa, sentía que eso solo empeoraría su estado y haría que pierda el poco apetito que había obtenido. Sin embargo, no sabía que más decir, la insistencia de Ryan le hacía sentir que no le quedaba más de otra que aceptar, pues había aprendido a notar el tono imperativo escondido en la forma de hablar del subcapitán.

– En ese caso yo puedo llevarla –dijo Christina llamando la atención de todos, sobre todo la de Tatiana y la de Ryan. Mientras que la primera la miraba con sorpresa y una ligera sensación de déjà vu; el segundo la miró con desconcierto y molestia ante la sensación de ser contradicho y retado–. Tú tienes entrenamiento y yo tengo un carro esperando por mí afuera, será más rápido si yo la llevo a casa y tú evitas problemas con tu entrenador.

Se cruzó de brazos y, con una disimulada sonrisa triunfante, se enfrentó a la dura mirada que el subcapitán le estaba dado; sin embargo, los azules ojos de Christina no vacilaron en ningún momento del contacto visual. Mantuvo la oliva mirada de Ryan sin retroceder ni mover un solo músculo, conservando su seguridad y serenidad en cada centímetro de su rostro: estaba decidida a no dejarse intimidar por ese patán imbécil.

Ambos rubios se sostuvieron la mirada un par de segundos, teniendo una secreta batalla campal con sus miradas, la cual terminó cuando Ryan apartó la mirada con un largo y pesado suspiro.

– Sí, supongo que tienes razón –volvió a mirarla y le sonrió–, mi novia queda en tus manos entonces.

– Muy bien, entonces ahora que eso está decidido –David tomó a Ryan y a Marcelo del cuello y comenzó a tirar de ellos hacia la puerta– es hora de que vayamos a la práctica, ya es tarde y aún tenemos que cambiarnos. Nos vemos luego, Tat, hablamos luego.

David se despidió y salió apurado de la enfermería, dejando apenas que los otros dos chicos se despidieran. Antonio también se disculpó y se despidió del grupo para apurarse al entrenamiento del equipo de fútbol, quedando solo en la enfermería las chicas y Joseph.

Well, ¿nos vamos?

– Claro, solo deja que vaya al baño antes.

El resto del grupo se despidió de Amanda y abandonó la enfermería, caminando entretenidos por los pasillos mientras mantenían una charla trivial entre ellos. Tatiana se adelantó para dirigirse al baño, Joseph junto a Fernanda encabezaban el grupo mientras comentaban una serie que ambos seguían, seguidos por Christina y Camila quienes permanecían en silencio, cada una en sus propios pensamientos sobre lo ocurrido a lo largo del día.

– Por cierto, bien hecho antes, ganaste.

Eh, what? –la miró confundida–. ¿A qué te refieres?

– A saber –se encogió de hombros con una traviesa sonrisa–. No sabía que podías poner una cara así de seria.

Wha- wait –un ligero rubor cubrió sus mejillas–, ¿de qué estás hablando?

Camila soltó una ligera risa para luego negar un par de veces con la cabeza, le restó importancia al asunto y cambió el tema de conversación, a pesar de la notable molestia de Christina ante esto. Sin embargo, aunque preguntó, la rubia no logró hacer que Camila aclare sus dudas sobre lo que estaba hablando antes.

Volvieron a reunirse con Tatiana y abandonaron su institución educativa mientras mantenían una amena charla entre todos. Una vez en la salida se despidieron y cada uno tomó su propio rumbo para casa.

Como fue acordado antes, Christina llevó a Tatiana consigo en su auto. Ambas saludaron a Michael, quien las recibió con una sonrisa, y abordaron el vehículo. En un principio el viaje se mantuvo en silencio, lo único que sonaba era la emisora de radio favorita de la rubia, pero no había intercambio de palabras alguno entre ambas chicas. Con timidez, Tatiana miró a la rubia por el rabillo del ojo para tratar de encontrar algo que indicara su estado de ánimo, buscando algo que le dijera si Christina estaba molesta o no con ella.

What happened, darling? –preguntó en cuanto pilló la miel mirada de Tatiana sobre ella.

–Ah, no, nada –se apresuró a negar avergonzada y nerviosa–. Solo quería agradecerte por llevarme a casa, a pesar de que no te queda de camino a la tuya.

– Pensaba ofrecerme de cualquier manera –confesó en un suspiro–, te veías realmente mal, ¿sabes? Si no te sentías bien solo debiste decirlo desde un comienzo.

– No pensé que se agravaría tanto –susurró fijando su atención en el paisaje del exterior de la ventana.

– No cambias, en serio –negó más para sí misma que para Tatiana, aunque la ojimiel igualmente pudo sentir el reproche en su voz–. En fin, me alegra que estés bien.

– Sí –volvió a mirar hacia Christina con cierta timidez y sonrió ligeramente–, gracias.

– Pero cuídate más, idiot, que nos preocupamos por ti –hizo una ligera pausa antes seguir, buscó hacer contacto visual con los mieles ojos de Tatiana y sonrió–. Todos nos preocupamos por ti.

Tatiana tardó un poco en entender la profundidad de las palabras de Christina, no había identificado en principio el énfasis que le había puesto a ese “todos” en su oración, por lo que la confusión adornó su rostro un par de segundos. Sin embargo, cuando su todavía casado cerebro logró entender la indirecta, un brillo se apoderó de sus ojos a la par que un rubor comenzó a presentarse en sus mejillas. Una familiar calidez comenzó a extenderse desde su pecho hasta la punta de sus dedos, un sentimiento de anhelo y alegría cosquilleó su estómago y aceleró sus latidos.

Incapaz de mantener el contacto visual desvió la mirada, envuelta en sus pensamientos y emociones, sintiendo un conocido nudo en la garganta durante unos largos segundos. Una tonta sonrisa afloró en sus labios, primero era una pequeña, pero luego esta se fue ensanchando cuando la imagen de Emily preocupada venía a su mente. Y, prácticamente sin darse cuenta, Tatiana volvió a tener una sonrisa de tonta enamorada. Christina lo notó y no pudo evitar reír por lo bajo, era tan fácil adivinar que era lo que estaba pensando su mejor amiga para poner esa cara de estúpida.

El resto del viaje permaneció en silencio, pero no era uno incómodo, sino uno que tranquilizaba a ambas chicas con la mera sensación de seguridad que le daba la presencia de la otra a su lado. No habían hablado hace bastante, pero en ese instante no lo sintieron necesario, la compañía de la otra era suficiente para compensar el tiempo que habían perdido.

Y mientras tenían un tranquilo viaje en auto, el resto de la ciudad seguía en movimiento, pues el tiempo no esperaba a nadie. Por ello, en la oficina principal del último piso de EmKlett’s Company dos hombres mayores se encontraban conversando con miradas serias en sus rostros, ambos con la mirada afilada intercalada entre los papeles sobre la mesa y el otro, pero con modales impecables al momento de hablar y opinar. El ambiente era pesado y tenso, en especial para el hombre de cabello rubio cenizo, sentía una gran presión mientras buscaba cerrar un trato con el hombre de mirada gélida frente a él.

Pasaron casi dos horas con ambos hombres debatiendo y examinando puntos específicos del papel frente a ellos; sin embargo, en cuanto ambos llegaron a un acuerdo y sus firmas estuvieron en la esquina inferior de la hoja, la tensión se esfumó siendo reemplazada por una sonrisa satisfecha por parte de ambos. Se inclinaron ambos hacia adelante y compartieron un formal apretón de manos como símbolo de cierre de su reciente contrato.

– Es un honor hacer negocios con usted, señor Leonardo, le aseguró que el proyecto de esta mina será beneficioso para ambas partes.

– No espero menos, señor Gian –dio un último apretón y alejó su mano–, he escuchado cosas prometedoras de su empresa.

– Oh, al contrario, es su empresa la que, sin duda, goza de mejor reputación, así que me aseguraré de estar a la altura de sus expectativas.

– Estoy seguro que lo estará –ofreció una sonrisa calmada–. Además, tengo entendido que sus hijos están manejando sus secciones estupendamente.

– Ambos son excelentes, hasta a mí me sorprendió su gran desenvolvimiento –aunque quiso sonar humilde, la sonrisa en su rostro era orgullosa y ligeramente socarrona–. Estoy muy orgulloso de ellos, verlos crecer y volverse miembros exitosos de la sociedad es el sueño de todo padre, al fin y al cabo.

– Claro, lo entiendo –desvió la mirada, un poco desinteresado por el rumbo que estaba tomando la conversación. El otro hombre lo notó y, nuevamente nervioso, trató de redirigir el tema.

– Si mal no recuerdo usted tiene una hija, ¿cierto? –Leonardo asintió sin entusiasmo– No me cabe duda que llegará lejos y se convertirá en una espléndida mujer, tal vez incluso el menor de mis hijos pueda tomarla de ejemplo.

– No sabía que tenía otro hijo, solo había escuchado de los dos que trabajaban en la empresa.

– Sí, se llama Ryan y recién terminará secundaria este año en Nerethia Seal –se encogió de hombros. A comparación de cuando mencionó a sus otros progenitores, se notaba mucho menos entusiasmado y presuntuoso–. Es buen chico, pero está más metido en los deportes, así que dudo que el sea capaz de liderar la empresa al igual que sus hermanos.

– Es una gran coincidencia, es el mismo año y escuela que la de mi hija.

– Vaya –sus negros ojos obtuvieron un curioso e indescifrable brillo–, tal vez incluso ellos sean amigos.

– Quien sabe –miró el reloj que colgaba sobre la puerta y se levantó de su asiento, alisándose el formal traje que llevaba–. Bueno, creo que va siendo hora de despedirnos. Nuevamente, me alegra que el resultado de esta reunión haya tenido resultados favorables para ambos.

– Lo mismo digo, le aseguro que este proyecto será un éxito –se levantó con rapidez y volvió a darle un último y cordial apretón de manos, se notaba la dicha que le daba haber cerrado ese contrato con éxito.

Intercambiaron un par de palabras más para programas las siguientes fechas en que se reunirían para comenzar el desarrollo del proyecto, después Leonardo escoltó al hombre rubio hasta la puerta y, luego de una despedida formal, cerró la puerta de su oficina. Soltó un cansado suspiro y volvió hasta su escritorio, tomándose unos minutos para despejar y descansar su mente antes de volver a sumergirse en su trabajo.

Pasaron alrededor de dos horas antes de que decidiera volver a tomarse un respiro, giró su silla para mirar el oscuro cielo nocturno que se reflejaba a través de su ventana, perdiéndose en sus pensamientos y evaluando, dado que por ese día no tenía más reuniones, que debería hacer luego del trabajo. Tal vez iría a un restaurante, y luego pasaría a distraerse por ahí, aunque descartó esa última posibilidad alegando que era inicio de semana; un lunes no era un día muy recomendable para ir a un bar.

Mientras consideraba la opción de simplemente dirigirse a casa y descansar escuchó el distintivo tono asignado a su secretaria sonando en su teléfono de escritorio. El hecho le pareció extraño pues solo era llamado para recordarle la asistencia a reuniones o llegada de posibles socios, pero ya era algo tarde para que eso, además que no recordaba otro pendiente importante para ese día. Sin embargo, a pesar de la confusión, no dudó en tomar la llamada.

– Disculpe molestarlo sabiendo que está cerca de su hora de salida, señor Leonardo –la voz de la mujer a través de la línea se oía apenada–, pero tengo dos personas aquí en recepción que solicitan verlo.

– ¿Habían agendado una cita?

– No, de hecho, son personas totalmente ajenas a la empresa, señor.

– Deben agendar una cita con tiempo si quieren una reunión.

– Les dije lo mismo, pero fueron muy insistentes en verlo, alegan que son viejos amigos suyos y solo quieren pasar a saludarlo –hubo una ligera pausa–. Dicen llamarse John Medran y Adela Molina.

Estuvo a volver a rechazar aquella reunión, pero justo cuando la negativa iba a salir de sus labios su menté ubicó el rostro de aquellos nombres, los cuales repitió en voz baja de manera inconsciente. Sus recuerdos eran vagos; pero, a pesar de que sus memorias eran distantes y se remontaban hace muchos años atrás, era un hecho que conocía a las personas que estaban pidiendo verlo, y no entendía la razón de ello. Se tomó un momento para evaluar la situación y encontrarle razón de ser, pero mientras más lo pensaba, más extraño le parecía.

– ¿Señor? –habló la secretaria al otro lado de la línea sacando a Leo de sus recuerdos– ¿Les digo que se vayan o…?

– No… –susurró inseguro, hace mucho que no perdía el control de una situación, pero esto le había agarrado de improvisto. Soltó un suspiró para despejar su mente y miró el reloj de su muñeca– Yo ahora salgo, solo diles que esperen en recepción.

 

 

Notas finales:

Gracias por tomarse el tiempo de leer, espero que les haya gustado y haya logrado distraerlos al menos un ratex de todo lo que está pasando<3

Trataré de no demorar en actualizar el siguiente cap, pero desde ya agradezco la paciencia de todos ustedes<3

Recuerden que estaré subiendo los perfiles de los personajes a mi twitter, así que si tienen curiosidad por mis hijos de la historia no duden en darse una vuelta. Estoy también como Parepi_ <3

Cuidense, quédense en casita y tomen awa.

¡Nos leemos pronto!


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