Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Perdona si digo que te amo por Parepi_

[Reviews - 196]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holi, dije que trataría de no demorar mucho en actualizar. Y sí, lo sé, no es que haya sido especialmente rápida, pero para lo que acostumbro, es rápido para mí xd

Espero que disfruten la lectura<3

El día siguiente Tatiana repitió el mismo proceso y buscó sacar, de manera desapercibida, información a Ryan acerca del chantaje; sin embargo, rodeados de gente, era algo difícil de hacer. El rubio era demasiado cuidadoso y precavido con cada una de sus palabras y acciones, incluso sus mensajes de celular no poseían contenido comprometedor que lo delatara.

De esta manera, a lo largo de todo el jueves Tatiana, nuevamente, no consiguió grabar nada de relevancia que la ayudara a acusar al idiota de Ryan. Le frustraba, sí, pero no podía solo ir sin cuidado y forzar la conversación de la nada, esta tenía que nacer de forma natural y ser empezada, de preferencia, por Ryan.

Cuando volvió a casa luego de clases ese día estuvo unas buenas horas pensando en el asunto, acerca actitudes que podría tomar y palabras que podría decir para lograr que el rubio se descuide y mencione el tema. Se hubiera pasado toda su tarde y noche planeando situaciones de no ser porque, alrededor de las ocho, recibió un mensaje de Fernanda recordándole acerca de su salida del día de mañana. El chip de su cabeza fue cambiado instantáneamente pasando de idear estrategias a pensar únicamente en su salida con sus amigas.

Su corazón comenzó a latir ansioso y lleno de anhelo ante el pensamiento de pasar la tarde del viernes junto a Emily. Una sonrisa emocionada adornó su rostro, y de no ser por el pequeño micrófono que traía a la altura de su pecho de seguro habría soltado un chillido. Realmente le hacía ilusión la salida, a pesar de que sabía que tendría que mantener las apariencias y no hablar mucho con Emily o Christina.

Ese día no había recibido una carta de Emily, revisó su mochila dos veces sin encontrar una sola nota. Sin embargo, lejos de abatirla, aquello solo la movió a escribir ahora ella una carta expresando todo lo que sentía. Tomó un par de hojas de su escritorio y el mejor de sus lapiceros, examinó unos segundos el papel pensando la mejor forma de escribir lo que pensaba, y entonces dejó que su corazón hablara.

No era la mejor escribiendo, Tatiana se consideraba a sí misma como una persona que se expresa mejor en voz alta, pero aquello no fue un impedimento para poner en papel lo que sentía y pensaba. No quería hacerlo extenso, pues no era un testamento o algo por el estilo, por lo que más de una vez borró y tachó varias palabras y oraciones que eran repetitivas. Probablemente su escritura no sea igual de elegante o locuaz como la de Emily; pero, desde su perspectiva, lograba transmitir el mensaje que quería.

Una vez terminó de escribir le dio una leída, corrigiendo un par de cosas antes de darle finalmente el visto bueno. Tomó otra hoja en blanco y pasó todo lo que había escrito; sin querer había tenido más borrones y manchas de lo que hubiera querido, y no le iba a entregar algo así a Emily. Cuando acabó sonrió satisfecha, dobló con cuidado la nota y la colocó en el bolsillo interior de su mochila, asegurándose de que no se vea.

No obstante, en cuanto vio las dos hojas que le habían sobrado y reconoció la sensación en sus dedos de querer seguir expresándose, no tardó el volver a tomar el lapicero y comenzar a escribir nuevamente. Esta vez también pensaba en unos ojos azules, pero de una tonalidad más clara.

Terminó y, después de darle el visto bueno, guardó la nota junto a la otra en su mochila. Luego de eso terminó una tarea, intercambió un par de textos con sus amigos y alistó sus cosas para mañana. Se acostó casi a las doce, algo temprano para lo que estaba acostumbrada, aún más en esos días. No se durmió inmediatamente, estuvo dando vueltas en su cama mientras sus pensamientos divagaban hasta que, finalmente, su cuerpo cedió al cansancio. Por suerte, el reciente insomnio que la estuvo atormentando había llegado a una tregua con ella.

Al día siguiente, después de realizar su usual rutina con un poco más entusiasmo de lo usual, se dirigió a su centro educativo con el pecho ansioso y burbujeante de emoción. La sonrisa en su rostro la delataba, pero pudo apaciguar su expresión por una más neutral en cuanto vislumbró al subcapticán esperando por ella en la entrada del colegio. Se saludaron e intercambiaron un “cariñoso” abrazo antes de dirigirse a sus respectivos salones.

Quitando las bromas de sus amigos y la plática acerca de los eventos que se venían por parte de Nerethia Seal en los próximos meses, nada de relevancia sucedió en la mañana, ni el resto del día. Tatiana se la pasó junto a Ryan y sus demás amigos tanto en el salón como en la cafetería cuando eran los recesos. No está de más decir que intentó socavar algo de información del subcapitán; pero, como era de esperarse, no obtuvo nada en presencia de todos.

Durante clases, por otro lado, cruzó miradas con Emily una sola vez. Fue luego del primer receso cuando Tatiana se acomodaba y sacaba sus cosas, al alzar sus mieles ojos se topó con la incauta mirada de Emily sobre ella. Congeló sus movimientos y se sonrojó casi de manera automática, lo cual provocó una divertida sonrisa en la ojiazul antes de que volviera su atención al frente.

Luego de eso no hubo más coincidencias entre ellas. Entendía la razón, pero eso no impedía que sienta cierta desilusión.

Con Christina tampoco hubo tanta interacción, solo un par de saludos y preguntas casuales acerca de las clases. Al menos verbalmente hablando, pues Tatiana pudo notar en los claros ojos de su amiga la misma ilusión que tenía ella, muy seguramente también por la salida luego de clases.

La última hora Tatiana se la pasó más tiempo viendo el reloj sobre la pizarra que la pizarra misma. Golpeaba inconscientemente su pie derecho contra el suelo, delatando lo ansiosa que se sentía. Desde su perspectiva, las manecillas del reloj giraban más lento de lo normal, lo que ella sentía como diez minutos el reloj de pared solo lo reflejaba como dos. Por ello, cuando la campana finalmente sonó, no pudo evitar gritar un “al fin” mentalmente.

La profesora dio un par de últimas indicaciones antes de despedirse y pasar a retirarse, dándole la batuta ahora a Alejandro para que cierre oficialmente el día escolar. El tutor recordó algunos pendientes, señaló la fecha de algunas pruebas y recordó a los que estaban en clubes deportivos que se quedaran a su práctica si es que la tenían ese día; y, entonces, finalmente dio el permiso para salir.

Aún con la emoción y ansiedad irradiando su cuerpo, Tatiana se quedó sentada esperando que sean Fernanda o Camila quienes se acerquen a ella primero para ponerse en marcha juntas. Ordenó sus cosas y se quedó sentada con la mochila en sus piernas, esperando a sus amigos.

— Vamos, vamos —apuró David ya de pie—, no quiero hacer esperar al entrenador.

— Por dos —concordó Antonio levantándose seguido de Marcelo.

Los chicos se quedaron de pie esperando a las tres individuas que, con toda la calma del mundo, terminaban de ponerse sus mochilas al hombro. Tatiana hubiera ido con más prisa, pero decidió adecuarse a la calma de sus amigas. Esperó el momento en que alguna de ellas mencionara el hecho de que no tenían planeado asistir a ver las prácticas ese día, pero ni Fernanda ni Camila dijeron algo respecto. Con cierto desconcierto, siguió al resto del grupo hasta la puerta, no sin antes desviar su atención hacia la otra punta del salón; sin embargo, al no encontrar a nadie allí solo hizo que su desilusión aumentara.

¿Acaso la salida se había cancelado?

Dio una rápida revisada al salón, pero no pudo encontrar ni a Emily ni a Christina, ni siquiera a Joseph.

Hubiera soltado un largo y pesado suspiro de no ser porque el brazo de Ryan rodeó sus hombros, comenzando a guiarla a través del pasillo. Trató de mantener su rostro impasible y, de manera disimulada, buscar entre los alumnos que andaban en los pasillos el rostro de ambas chicas. Pero, quitando uno que otro amigo de otros salones, llegó a la puerta del edificio sin encontrar a quien realmente quería ver en ese momento.

Ya con el desanimo un poco escrito en su cara, Tatiana esperó que Ryan la llevara a la cancha del equipo de básquet y le dejara al cuidado de sus cosas mientras él se iba a cambiar y se despedía de ella con un beso en la frente. Con algo de suerte Fernanda y Camila aún se quedarían con ella al menos parte de la práctica, de esa manera no se aburriría tanto.

No obstante, en cuanto llegaron a la intersección entre el portón del centro y las canchas, sintió como su muñeca era tomada por Fernanda y, de un tirón, era alejada del lado del subcapitán.

— Bueno, caballeros, acá nos despedimos nosotras.

— ¿Qué? ¿No vendrán a vernos? —preguntó David confundido.

— Hoy no, es día de chicas e iremos a hacer cosas más interesantes que verlos sudar.

— ¿Van a salir sin nosotros? —Marcelo las miró indignado— La traición, la decepción hermano.

— Tienen práctica —se excusó Camila sonriendo sin culpa alguna—, no se puede hacer nada.

Siguieron teniendo una amigable discusión por un buen rato, los chicos reclamando y las chicas restándole importancia al asunto. Tatiana, por otro lado, permanecía completamente ajena a la charla en total silencio mientras que sus mieles ojos sostenían la fija y oliva mirada de Ryan, quien también estaba callado.

— ¿En serio no vendrás a verme jugar, amor?

— Esta vez no —deslizó su mano dentro del bolsillo de su chompa—, ya quedé con ellas.

Ryan no dijo nada más, pero su mirada era seria, tenía un toque de advertencia que no pasó desapercibido por Tatiana. La ojimiel se encogió por unos segundos, pero la tensión de sus hombros se relajó cuando Fernanda rodeó su cuello con el brazo.

— Es cierto, hoy nosotras somos su prioridad mostacita, tú ya puedes irte yendo —lo apuró con un gesto de mano.

— ¿Mostacita?

— Por un día que no vaya a verte no pasa nada —agregó ignorando el desconcierto del rubio—. Estas salidas entre amigas son necesarias.

— … ¿Mostacita?

Fernanda rio por lo bajó y negó con una sonrisa. Se despidió de los chicos ignorando lo que decían y comenzó a caminar junto a Tatiana y Camila hacia el portón, pero todas tuvieron que detener su paso cuando Ryan se interpuso en su camino.

— Al menos déjame despedirme, ¿no?

— Aish, ustedes me darán diabetes —giró los ojos y soltó a Tatiana—. Rápido, por favor, tenemos un itinerario cuidadosamente preparado.

Ahora fue el turno de Ryan de girar los ojos. Posó su oliva mirada en Tatiana y caminó hasta ella, envolviéndola en un abrazo en cuanto la tuvo lo suficientemente cerca. La ojimiel se tensó ante el contacto, pero aún así devolvió el gesto.

— No olvides nuestra promesa, amor —susurró Ryan en el oído de Tatiana lo suficientemente bajo para que solo los dos escucharan—. No olvides que siempre estoy contigo.

Las palabras, aún en el tono en que fueron dichas, si fueran escuchadas por alguien más podrían ser confundidas como cursilerías de un chico enamorado. Pero ese no era el caso de Ryan, y Tatiana lo tenía bien claro. La amenazante advertencia había sido captada por ella, y esperaba que también sea ese el caso de la grabadora de su bolsillo. Dio un leve asentimiento antes de separarse del abrazo del subcapitan, notando al instante la inocente sonrisa de este.

— Cuídate, ¿vale? Ya estamos hablando por mensaje —soltó con tono cariño depositando un suave beso en su frente. Tatiana agradeció no haber comido nada pesado, pues seguramente lo hubiera devuelto en ese mismo instante.

Ambos se separaron y, luego de que Ryan se despidiera también de Camila y Fernanda, fue junto a los chicos para dirigirse a su práctica. Tatiana, por su parte, volvió a llevar la mano al bolsillo para detener la grabación.

Las tres chicas caminaron hasta el gran portón charlando amenamente entre ellas. A pesar del incómodo momento de hace rato, saber que iba a pasar la tarde con sus amigas hizo que los ánimos de Tatiana vuelvan a elevarse, aunque el hecho de no estar ni con Christina ni Emily seguía siendo un desconcierto para su corazón.

Finally. Pensé que nunca iban a salir, ya me estaba cansando de esperar.

Aquella voz era inconfundible para Tatiana. Levantó la mirada y llevó sus mieles ojos a la rubia parada a tan solo unos pasos de la entrada. Christina tenía los brazos cruzados y el ceño ligeramente fruncido, aunque se notaba de lejos que no estaba verdaderamente molesta. De manera casi inconsciente una sonrisa adornó el rostro de Tatiana, feliz de ver ahí a su mejor amiga. La rubia notó esto y no tardó en devolverle la sonrisa, una que la ojimiel leyó a la perfección: “no pensaste que me perdería esta salida, ¿verdad?”

Se sonrieron otro par de segundos antes de que la atención de Tatiana se desviara a la persona que se encontraba de espaldas a Christina. Ahí, Emily se hallaba apoyada en una camioneta con la atención puesta en su celular; sin embargo, al sentir una mirada sobre ella levantó la cabeza, provocando que sus azules ojos chocaran con los mieles de Tatiana.

En cuanto sus miradas colisionaron sintieron el tiempo detenerse unos segundos, obviaron el ruido a su alrededor y solo se concentraron en ellas. En ese momento no tenían que disimular ni contener sus ganas de perderse en los ojos de la otra, al menos no en demasía. Por ello, solo por un instante serían descuidadas y mimarían a sus corazones, luego volverían a sus respectivos papeles.

— Perdón por hacerla esperar, su majestad —se burló Camila haciendo una leve reverencia hacia Christina—, estas fieles siervas se apenan de su error.

— Disculpadas están —se echó un mechó de cabello hacia atrás con falsa soberbia—, solo porque soy una reina bondadosa.

— Muy bondadosa, reina mía.

Christina se echó a reír empujando amigablemente a Camila del hombro, quien también soltó una divertida risa. Aquel pequeño bullicio que hicieron logró sacar a Tatiana y Emily del embelesamiento en que se encontraban, no sin que antes intercambiaran pequeñas y cómplices sonrisas.

El pequeño grupo habló unos momentos antes de ponerse en marcha hacia el centro comercial. Y a diferencia de la última vez, ahora fueron llevadas hasta el lugar en la camioneta de Christina. El vehículo era lo suficientemente grande para que todas quepan sin problemas en el asiento posterior, aún más cuando la rubia iba en el asiento del copiloto.

El transcurso no tardó más de 10 minutos los cuales se pasaron volando entre bromas y breves periodos de karaoke de las canciones que sonaban en la radio. El ambiente era ameno y divertido, hasta el chofer se encontraba tarareando contagiado con del buen humor de las escolares. Sin embargo, para Tatiana la mejor parte no era estar riendo y tonteando con sus amigas, aunque claro que lo disfrutaba, sino el hecho de que Emily estaba sentada justo a su lado.

No lo había planeado así, ni mucho menos. Tan solo había sido la penúltima en subirse mientras que Emily fue la última, ni siquiera había tomado en cuenta las posiciones hasta que la rodilla y el hombro de Emily chocaran con los suyos. Obviamente no le molestó la cercanía; es más, hasta se acercó un poco más de lo necesario hacia ese contacto, cosa que no le incomodó tampoco a Emily, quien tenía una discreta sonrisa que solo Tatiana pudo notar. Estuvieron tentadas a sostener sus manos, pero en el espacio tan reducido no quisieron arriesgarse, por lo que solo se contentaron con leves roces.

Una vez en el centro comercial no tardaron en abandonar el vehículo con entusiasmo, no sin antes agradecer a Michael por haberlas traído y también por haber permitido que todas dejen sus maletas en la camioneta para que puedan pasear sin estar cargando tanto bulto. Tan solo cogieron lo necesario; es decir sus billeteras y celulares, y luego fueron directo hacia las tiendas.

A petición, e insistencia, de Christina, empezaron a divagar primero por las tiendas de ropa. Se pasearon por los pasillos viendo distintas prendas, haciendo combinaciones ridículas y pidiendo la opinión de las demás ante cualquier vestimenta. A pesar de que no todas eran aficionadas a las compras como la rubia, estar entre amigas volvía todo el momento mucho más ameno. Y, dado que en la tienda que habían entrado tenía un segundo piso de electrónicos, aquella fue su segunda parada del día.

Estuvieron curioseando distintos aparatos desde cámaras hasta pequeños hornos microondas. Claro que ninguna pensaba comprar alguno de esos artefactos en ese momento, pero eso no les impidió dar una vuelta completa por toda la tienda; aunque la atención estaba dividida. Mientras que Camila y Tatiana miraban más algunos electrodomésticos y utensilios de cocina, Christina y Fernanda se veían mucho más interesadas en la sección de celulares y tabletas. Emily intercalaba entre ambos grupos, pues para ella, quien no solía ir a aquellas tiendas, cada cosa que veía llamaba su atención.

Eso sí, en todo momento las sonrisas no abandonaron sus rostros. Compartían bromas e iban hablando de cualquier trivialidad a cada paso que daban; a pesar de que no habían salido juntas hace un buen tiempo, nada había cambiado entre ellas. Si se tuviera que señalar alguna diferencia, era el hecho de que Tatiana no intervenía tanto en las conversaciones como antes y que Emily se mantenía cerca a Christina. Además, tampoco había interacción directa entre ambas chicas, al menos verbalmente hablando, pues en más de una ocasión Tatiana y Emily intercambiaban cómplices miradas y tímidas sonrisa que pasaban desapercibidas para las demás.

Pasó alrededor de hora y media hasta que decidieron darles un descanso a sus pies e ir por algo que apaciguara sus estómagos al patio de comidas. No demoraron en encontrar una mesa donde sentarse y, luego de discutir que pedirían, se decantaron por una pizza de pepperoni junto a porción grande de papas y refresco para cada una. A pesar de que era viernes y había cierto tumulto de gente, su pedido no demoró demasiado en estar listo; por ello, luego de media hora, estaban nuevamente listas para seguir su recorrido.

Su siguiente parada fue una librería y, como era de esperarse, la más emocionada, aunque no lo demostrara, era sin duda Emily. Ni bien cruzó la puerta se dirigió a la sección de misterio y comenzó a hojear cada una de las portadas que eran exhibidas, tomando más de un libro en sus manos para leer el pequeño resumen de la contraportada. Las demás, viendo que Emily ya se encontraba en su propio mundo, fueron curioseando entre las demás secciones. Fernanda fue a la sección de ocio a ver algunos cómics; Camila tomó un recetario de un chef que seguía; Christina solo tomaba aquellos libros con portadas bonitas; y Tatiana intercalaba entre la sección de fantasía y romance, aunque la mayor parte de su atención estaba puesta en Emily, viendo con ternura como los azules ojos de la azabache se iluminaban emocionados con cada libro que tomaba.

A pesar de que no estaba en sus planes, Emily se sintió satisfecha con la compra de 3 novelas nuevas para su biblioteca personal.

A sugerencia ahora de Fernanda el próximo sitio al que se dirigieron fue al patio de juegos que se encontraba en el tercer piso del centro comercial. Al llegar pronto comenzaron a divertirse en las diferentes maquinas que ofrecían en la tienda, principalmente aquellas que eran multijugadores. El aura competitiva de Fernanda se vio estimulada y no dudo en retar a las demás chicas en diferentes juegos. Para Camila y Tatiana esto no era nada nuevo, pero para Christina y Emily sin duda fue sorpresa ver Fernanda en ese modo.

— ¡Ja! Otro punto, somos invencibles —tomó con fuerza a Tatiana por los hombros y comenzó a reírse luego de que el disco del hockey aéreo entrara en la portería de Christina y Camila—. Vamos, ¿acaso están jugando en serio?

— Te recuerdo que ni Chris ni yo somos especialmente atléticas —Camila volvió a poner el disco en la cancha.

— Excusas, excusas. ¿Sí o no, Tat?

— No me metas en esto.

Lo intentaron, de verdad lo intentaron, dieron todo de sí mismas, pero aun así no pudieron superar al otro equipo. Ni a Camila ni a Christina les gustaba perder, pero sin duda se encontraban en clara desventaja en aquel juego. Fernanda, capitana el equipo de vóley, y Tatiana, quien había practicado artes marciales un par de años de pequeña; versus Camila, quien solo salía a correr algunas veces por la mañana, y Christina, quien el máximo ejercicio que hacía era caminar durante horas en tiendas.

El siguiente juego que probaron era uno de basquetbol, y nuevamente Fernanda no dudo en hacerlo una competencia. El resultado era obvio para todas incluso antes de comenzar, pero eso no impidió que dieran pelea, incluso Emily intentó con toda su poca deportividad alcanzar el primer lugar. La victoria de Fernanda fue aplastante, y solo en ese momento Camila se lamentó de no haber invitado a los chicos, David sin duda hubiera ganando.

Para cuando salieron del patio de juegos el cielo ya comenzaba a oscurecerse. La idea de ya irse yendo cada una a su casa surgió, pero Christina pidió darse una última vuelta por la primera tienda de ropa que vieron porque quería comprarse una prenda que vio. Ninguna tenía realmente prisa en irse, por lo que todas estuvieron de acuerdo en acompañar a la rubia.

Al llegar Christina se dirigió directamente hacia donde se encontraba una blusa que le había gustado, pero viendo todo el camino más ropa por si alguna llamaba su atención. Las demás hicieron lo mismo y hojeaban cada prenda que veían para ver si alguna llamaba su atención para también comprarla. Fernanda se vio tentada por un par de casacas y poleras mientras que Camila había quedado encantada con un vestido ligero. Sin embargo, ninguna estuvo decidida a probarse algo hasta que Christina las convenció a ambas de hacerlo.

Darling, esto te quedaría de maravilla a ti —dijo Christina levantando una blusa escotada blanca.

— No creo que algo con escote me quede bien.

 — ¡Tonterías! Todo te queda bien —cogió dos prendas más parecidas a la que ya tenía en mano y las empujó hacia la ojimiel—. Anda, pruébatelas, tengo buen ojo para estas cosas.

Dudó un poco bajando la mirada hacia la ropa que ahora ella sostenía. Realmente no era su estilo y, con sinceridad, le daba algo de pereza ir a los probadores. Pero, ¿cuándo sería la próxima vez que tenga oportunidad de salir así con todas? Lo más probable es que no sea pronto dada las circunstancias. Por eso, si tenía la opción de alargar aquella salida, iba a hacerlo lo más que pueda.

Aceptó con un suspiro y se dirigió hacia los probadores. Iba a esperar a Christina para ir juntas, pero ésta le indicó que iba a coger un par de prendas más así que podía irse adelantando. La rubia cogió unos jeans y otra blusa y se dio media vuelta para ir a probarse todo lo que había cogido, pero antes de dar un paso se giró para a mirar a quien tenía al lado.

— ¿Tú no vas a probarte nada? He visto un par de cosas que te quedarían nice.

— No —negó Emily sin levantar la mirada de uno de los libros que había comprado—, estoy bien con lo que ya he comprado.

Viendo que Emily tenía su atención mayormente puesta en lo que leía, Christina ni siquiera se molestó en insistir. Suspiró con una sonrisa y se marchó, llegando justo a los probadores cuando Tatiana entraba a uno de los cubículos. En un inicio no le tomó importancia a ese dato, pero su mente pronto comenzó a maquinar y una sonrisa se formó en su rostro.

Emily llevaba dos páginas leídas de la novela cuando sintió su celular vibrar. Cerró el libro, no sin antes asegurar el separador para recordar donde se había quedado, y tomó su móvil. Para su sorpresa el remitente era la rubia que hace menos de cinco minutos estuvo a su lado.

“¿Crees que puedas traerme la misma blusa que tomé, pero en color celeste? Tengo bastante ropa aquí y me da pereza coger todo para luego volver”

“Pls, tenkiu, i love you<3”

Ni siquiera había aceptado cuando la rubia ya había dado por hecho que lo haría. Maldijo por lo bajo y, a regañadientes, cogió la prenda indicada antes de dirigirse hacia los probadores. Normalmente solo la hubiera ignorado, pero su sentimiento de estar en deuda con ella le impidió hacerlo.

Ni bien puso un pie en los probadores notó una cabellera rubia caminando hacia ella con unos jeans en la mano. Hicieron contacto visual y, mientras que Emily la vio confusa, Christina le dio una amplia sonrisa.

Thank you, déjalo adentro del último probador de la izquierda. Iré a cambiar esto, resulta que no era mi talla.

— Si ibas a salir pudiste ir por esto tú misma.

— Se me pasó —se excusó con prisa y comenzó a caminar—. Anda con cuidado, yo ya vuelvo.

No entendió la advertencia final, pero cuando iba a preguntar por ella Christina ya había abandonado los probadores. «¿Cuidado? ¿Para dejar la ropa? No soy tan tonta», pensó comenzando a dirigirse hacia el probador que le habían indicado, restándole importancia al asunto a cada paso que daba. «Último probador a la izquierda…este es». Se detuvo frente a la cortina roja y, luego de cerciorarse de que era el que Christina le había dicho, entró.

No obstante, lejos de encontrarse con la pila de ropa que imaginaba, se encontró la bronceada piel de la espalda desnuda de Tatiana. Se congeló en su sitio, apretó con fuerza la prenda que llevaba entre manos mientras que tragaba saliva. De forma casi inconsciente, sus ojos comenzaron a recorrer toda la expansión de aquella piel frente ella. Empezó por la zona lumbar, subiendo con lentitud por la toda la columna vertebral hasta que llegó a la altura de los hombros donde los castaños cabellos caían. Un solo pensamiento ocupó su mente en todo momento: Que hermosa es. Sin la voluntad ni la fuerza para apartar la mirada, exploró un poco más aquella figura hasta que sus azules y curiosos ojos se toparon con los mieles de Tatiana.

Su primera reacción al escuchar el sonido de la cortina fue tapar su pecho y prepararse de defenderse de algún mirón, pero en cuanto volteó y se topó con Emily viéndola ensimismada todo lo que pudo hacer fue temblar. Pero no de miedo, ni de enojo, ni de sorpresa, sino de total anhelo. Su cuerpo entero se encontraba vibrando de efervescencia bajo esa ávida mirada de Emily, deseoso por acortar la distancia y recibir caricias.

Se quedaron en completo silencio viéndose, ninguna se atrevía a moverse, estaban temerosas de arruinar el momento con el solo hecho de dar un paso. Pero, aún sin palabras, el deseo era reconocible en los ojos de ambas, las ansias por acercarse irradiaban de cada uno de sus poros.

Anda con cuidado.

Ahora las palabras de Christina cobraban sentido para ella. Debió esperarse que aquello no era solo una casualidad, era demasiado bueno para serlo. Nuevamente, la rubia le había ayudado. Rio en sus adentros, ¿cuánto más iba a estar en deuda con ella? Si seguían de esta manera, sería mucho más de lo que imaginaba.

Pero bueno, podía pensar en eso luego.

Terminó de adentrarse por completo en el probador y deslizó la cortina a sus espaldas, dejando a ambas completamente fuera de la vista del resto del mundo. Sin cortar el contacto visual, dejó la blusa que llevaba a un lado, sin importarle si había caído en la banca o en suelo. Y entonces comenzó a caminar lentamente hasta Tatiana, cuidando de hacer el menor ruido posible. Notó que a cada paso que daba, el nerviosismo en la ojimiel aumentaba, algo que la hizo sonreír por lo bajo con una ligera sensación de superioridad.

Tatiana lo notó. La jactante sonrisa de Emily no pasó desapercibida para ella al igual que el hambre de aquellos ojos azules. Se sintió desnuda ante esa mirada, pero no por el hecho de estar solo en falda, sino porque sintió aquel azul atravesando su alma. En cuanto tuvo a Emily a tan solo cinco centímetros de su rostro no pudo evitar tragar grueso, su cuerpo entero aun tiritando de anhelo.

Por unos segundos todo lo que hicieron fue mirarse, dejando a sus alientos mezclarse y a sus ojos bajar de tanto en tanto a los labios de la otra. Ambas tenían sus corazones palpitando con fuerza, si se concentraban lo suficiente incluso podrían escuchar los latidos de la otra, pero estaban demasiado ensimismadas viéndose para ello.

En cierto momento Tatiana estuvo a punto de hablar, de decir el nombre de Emily con suplicia para que cerrara la distancia, pues ella no sentía con fuerzas para hacerlo. Sin embargo, en cuanto abrió su boca sus labios se vieron frenados por el índice de Emily, obligándola a guardar silencio. Tatiana no tardó en entender la razón y asintió; Emily volvió a sonreír y luego de que un leve y bajo “sh” saliera de su boca, junto sus labios con los de Tatiana.

 

 

Notas finales:

Personalmente, creo que este capítulo ha sido uno de mis favoritos, disfruté mucho escribiéndolo, espero que ustedes también lo hayan disfrutado<3

Como dije en el cap anterior, tenía un anuncio que hacer:

El siguiente capítulo es el final, gracias a todos por su apoyo hasta ahora<3

 

 

Naaah se crean, aún falta para eso jajajaja el anuncio era que la próxima actualización podría o ser el capítulo siguiente, o un especial por Navidad. Si alguien de aquí estuvo cuando dejé la historia en paro, debe recordar tal vez que prometí un especial que nunca subí. Bueno, se los debía, así que ahora lo tendrán<3

No sé cual subiré primero, pero si tienen alguna preferencia por alguno puede comentarlo o decirmelo en mi twitah (Parepi_) 

Eso era todo, gracias por leer a pesar de ser mucho texto, los amo<3

Saludos, cuidense y quédense en casita :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).