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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Notas del capitulo:

Wenas, disculpen la demora, espero les guste<3

Cuando Emily regresó de la sala de tutores el grupo se encontraba hablando del evento deportivo del fin de semana, las expectativas que tenían y lo entusiasmados que estaban, en especial Fernanda y David. Ambos, como capitanes de sus respectivos equipos, si bien se sentían nerviosos y con cierta presión sobre sus hombros, también estaban emocionados por la competencia y la oportunidad de demostrar sus habilidades.

El tema se mantuvo por un rato más, pero luego fue cambiado por la salida que harían el viernes. Era un hecho que no podría ser ni bien terminen las clases, pues los chicos tenían entrenamiento; por tanto, el resto tendrían que quedarse esperando a que terminaran para salir todos juntos. Por suerte no sería mucho, pues los entrenamientos se habían acortado a la mitad de tiempo.

Tuvieron ideas distintas sobre lo que podrían hacer: ir a comer, ir al cine, ir al bowling, ir a la librería –creo que sabemos quién propuso este lugar–, e incluso ir a la casa de alguien a pasar el rato. Sin embargo, con cada idea nueva que venía, siempre surgía algún “pero” por parte de alguien, teniendo que evaluar los pros y los contras de cada sitio que escogían.

Su charla se extendió más de lo que habían previsto, el timbre sonó interrumpiéndolos y dándoles, a la vez, la señal de que era hora de despedirse para volver a sus respectivos lugares, cosa que hicieron no sin antes acordar seguir la conversación en la hora del almuerzo.

Ryan, como de costumbre, besó la cabellera de Tatiana mientras le daba un afectuoso abrazo antes de regresar a su salón. Sin embargo, mientras envolvía a la ojimiel en brazos sus ojos oliva se dirigieron hacia Emily, quien se encontraba mirando la escena con disimulada irritación. En cuanto el contacto visual se hizo entre ambos Emily cambió por completo su faceta a una más neutral y fría, mientras que Ryan, al contrario, le regaló una amistosa sonrisa. Sostuvieron la mirada por menos de tres segundos, luego el subcapitán se separó de Tatiana y se marchó a su salón.

No solo fue en ese momento en que el rubio se le quedaba mirando, Emily pudo sentir esos ojos oliva sobre ella en más de una ocasión mientras el grupo estaba hablando, incluso lo atrapó un par de veces, y Ryan siempre desviaba la mirada de manera automática. Fue extraño e incómodo, además de molesto. No sabía si alguien más lo había notado, pues el rubio se hallaba detrás de todos los demás. A lo mejor Tatiana pudo haberlo visto, pero ella pareció bastante empeñada en la conversación del grupo, a lo mejor tratando de desviar su atención del idiota que tenía al lado.

Hubo un par de veces en que sus miradas chocaron y, a diferencia de los incómodos vistazos fugaces con Ryan, el toparse con los mieles ojos de Tatiana le traían paz y calidez, un agradable burbujeo en su pecho que le obligaba a desviar la mirada al instante si no quería que una traicionera sonrisa se asomara en su rostro. Claro está que ese contacto fugaz no pasó más de tres veces en todo el receso: Con Ryan al lado —y prestándole atención a Emily como nunca— debían ser cuidadosas con lo que hacían y mostraban.

Las tres horas de clase que seguían se dieron sin contratiempos, aunque una que otra llamada de atención por parte de los docentes a alumnos que dormían o estaban distraídos sí que hubo. Una vez la clase hubo terminado y la campana sonó indicando el inicio del almuerzo, los alumnos no tardaron en suspirar aliviados a la par que se estiraban en sus propios asientos. Luego de las palabras finales del docente y del tutor, ahora sí fueron libres de pararse e ir a comer algo o, simplemente, ir a estirar las piernas.

Tal y como hicieron antes, el grupo intercambió un par de palabras entre ellos antes de levantarse e ir hacia donde se encontraban Joseph y Emily, siendo Christina quien estaba a la cabeza.

— Entonces, ¿seguimos donde lo dejamos? —preguntó Joseph.

— Es de vida o muerte —contestó Fernanda.

— ¿Saben que es de vida a o muerte? —cuestionó Marcelo— Mi hambre, necesito comida.

 David contestó un “por 2” y Antonio un “por 3”. Entonces se soltó la pregunta acerca de ir a la cafetería ahora mientras que las miradas se dirigían hacia Emily, quien ignoró a todos mientras pelaba su mandarina.

— Yo prefiero quedarme aquí, pero ustedes pueden ir si gustan.

Por un momento el grupo se quedó en silencio, un poco desanimados ante la negativa de Emily. Esperaban que, ya que estaban volviendo a hablar e iban a salir juntos en unos días, la ojiazul volviera a acompañarlos tal y como antes.

— ¿Por qué no vienes? Mientras más seamos, mejor.

Tardaron un poco en ubicar la voz que sonó a sus espaldas, pero Ryan no tardó en unirse a su círculo mientras se paraba junto a Tatiana. Tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras fijaba toda su atención a Emily, con quien mantenía contacto visual.

— Me gusta comer sin tanto bulla alrededor, así que prefiero quedarme.

— Pero antes te veía seguido en la cafetería —comentó—, ¿qué pasó?

Era una provocación. Una clara provocación. Esos ojos inocentes y ese gesto confundido eran pura actuación, pero no una mala, alguien ajeno a toda la situación —tal y como la mayoría del grupo— se lo hubiera creído sin dudar.

Pero no Emily, no Christina, no Tatiana. Ellas tres lo sabían, tenían claro que aquel cínico comentario buscaba enervar los ánimos de Emily, hacerla enojar, responder, actuar de manera que no suele hacer frente a los demás.

Y vaya que lo había logrado, al menos en el aspecto emocional. Emily sentía su interior hirviendo de ira, pero su mirada permaneció glacial en el rubio. A lo mucho sintió su ceño levemente fruncido y sus hombros tensos, su boca mantenida en una línea recta. En su cabeza ya había contestado de cien maneras diferentes, solo que no daba la orden final para vocalizar alguna de sus respuestas, pues sabía que su voz delataría el profundo odio que estaba sintiendo en ese momento.

Pero el siguiente movimiento del rubio fue la gota que colmó el vaso.

— Tú y ella solían estar juntas bastante, amor —apretó el hombro de Tatiana y se acercó a su rostro—, ¿no te dijo nada?

El odio que estaba sintiendo Emily se multiplicó por mil, pero no solo ella, Tatiana también incrementó el odio por el rubio que tenía al lado, sumando el asco a aquella gama de emociones desagradables que estaba sintiendo en ese momento. «¿Cómo este imbécil puede ser tan cínico?», se preguntaron ambas. No les cabía en la cabeza como una persona podía ser tan desvergonzada e hipócrita; es decir, sabían que existían, pero conocer a alguien así es completamente distinto.

Emily hizo uso de todo su autocontrol para no insultar y golpear a Ryan en ese mismo momento. Inspiró con fuerza intentado calmarse a la par que mantenía su inexpresivo rostro, aunque ahora estaba segura que gran parte de su odio por el rubio se estaba escapando por sus pupilas.

Iba a responder, no le importaba si su voz temblaba de ira o estaba llena de obvio sarcasmo, tan solo quería decir algo que hiriera a ese hombre.

— La princesa ya dijo que no quiere ir, no la podemos obligar. ¿Por qué no todos vamos a comer? Podemos ir a casa hoy y ver lugares a los que podemos ir en internet.

Christina habló cortando toda la tensión que había comenzado a sentirse con fuerza en cada uno de los presentes, recibiendo un agradecimiento interno de cada uno. No obstante, si bien la rubia había intervenido para acabar con el incómodo momento, el verdadero motivo fue para que Emily ni Tatiana reaccionaran de manera brusca. Lo vio en sus rostros, ambas estaban a punto de saltar al cuello de Ryan en ese preciso momento.

«Aún no», pensó, «aún no es el momento para que este idiota caiga»

— Apoyo esa moción —contestó Fernanda con tal rapidez que pareció que tenía lista aquella respuesta hace un buen rato—, así tendremos más opciones.

Uno a uno, todos fueron asintiendo y dando el visto bueno a lo propuesto por Christina —tampoco es que tengan otra opción luego de lo acontecido—. Al cabo de dos minutos el grupo estaba dejando el salón, quedándose solo Christina, Emily y Joseph. El silencio reinó entre ellos, sobre todo porque aún se podía percibir la incomodidad y molestia en Emily quien, una vez los demás se fueron, dejó de tratar de esconder como se sentía.

Joseph intentó preguntarle un par de veces qué había pasado o si tenía algún problema, pero Emily tan solo negaba con la cabeza. Inspiró hondo y, luego de un rato, decidió ir al baño mojarse la cara e intentar despejarse.

— Tú sabes lo qué está pasando —dijo Joseph con la mirada fija en Christina.

— ¿Saber what?

— ¡Eso! ¡Esto! ¡Todo! —señaló el camino por donde fue Emily, luego señaló sus sitios, y luego expandió sus brazos y se refirió a todo el espacio que les rodeaba— ¿Por qué Emily se molestó así?

I don’t know —se desentendió—, tal vez solo no le gustó que alguien que no conoce intentara ser amigable con ella.

— Eso siempre le pasa, pero nunca reacciona así.

— Tal vez no soporta a los rubios. You know, conmigo tampoco fue tan amigable al principio.

— Puedo ser idiota, pero no estúpido. Algo pasa, y quiero ayudarla —se revolvió su crespo y rojizo cabello con frustración—. No me gusta verla así.

Por un momento Christina consideró contarle todo, salir luego de clases y decirle lo que pasaba. La afligida mirada que estaba mostrando Joseph le recordaba a la de los cachorros de los vídeos virales de internet, y eso le estaba moviendo el corazón. No obstante, recordaba también lo que le había dicho Emily acerca de lo impulsivo que podía llegar a ser Joseph y de que, muy probablemente, iría a buscar a Ryan para golpearlo. Lo cual no estaría mal, pero la paciencia y discreción que habían tenido hasta ese momento se iría por el desagüe.

— A mí tampoco, pero creo que pronto volverá a estar más animada —buscó los esmeraldas ojos del chico y sonrió—. ¿Sabes que necesita ahora?

— ¿Más habilidades sociales?

— También, pero ahorita mismo necesita reír —Joseph se animó y devolvió la sonrisa.

— Ese es mi negocio.

Cuando Emily regresó ya tenía mejor semblante, aún estaba un poco tensa, pero su rostro sin duda reflejaba más calma que hace unos minutos. Sin esperarlo, fue recibida por un cálido abrazo de Joseph quien, no contento solo con eso la levantó sin esfuerzo alguno y comenzó a girar con ella. Como era de esperarse, recibió un par de insultos y golpes de parte de Emily, pero al bajarla notó que su amiga se encontraba un poco más animada por su tontería, y eso, instantáneamente, lo animó a él.

Se la pasaron hablando de cosas sin sentido y trivialidades el resto del almuerzo. Christina y Joseph solían ser, como siempre, quienes dirigían la conversación, pero poco a poco Emily participaba aún más en su charla, un poco más animada y relajada.

Cuando el timbre sonó los alumnos fueron volvieron poco a poco a sus respectivas aulas. Emily se levantó por última vez de su asiento para botar las cáscaras de las mandarinas que había estado comiendo, y botando de paso también algunos envoltorios de los otros dos. Todo bien en su camino hasta la basura, pero cuando se dio la vuelta otra vez los brazos de Joseph la envolvieron y luego de un exclamado “que considerara eres”, comenzó a girar.

Comenzó a forcejar y a gritar que parara, intentado librarse en varias ocasiones de los fuertes brazos de su amigo. Pensó que no lo iba a lograr con la mínima fuerza que tenía, pero en un desliz de su amigo y un forcejo de ella, Emily logró librarse en medio de una vuelta; sin embargo, dada la velocidad y repentina soltura, no pudo evitar tropezar con sus propios pies. Sin oportunidad a la vista de volver a tener el equilibrio, esperó la inminente caída.

Pero la caída nunca llegó; en su lugar, sintió una conocida suavidad y familiar aroma justo detrás de ella, así como unas conocidas manos agarrándola firmemente de la cintura.

— ¿Estás bien?

A pesar de estar a espaldas de ella, Emily sabía que Tatiana estaba sonriendo cuando hizo la pregunta. Eso en parte la hizo sonreír también a ella, la otra razón fue porque el suave susurro en su oreja le había hecho cosquillas y había dejado hormigueando su cuello.

— Sí, gracias.

Emily ya estaba parada firmemente y con un perfecto equilibrio, pero las manos de Tatiana permanecieron a su alrededor un rato más antes de decidirse a por fin soltarla, vale decir que con algo recelo, pues, si fuera por ella, la abrazaría y no la dejaría ir jamás.

Cuando Emily volteó le regaló una sonrisa a Tatiana acompañado de otro “gracias”. La ojimiel solo asintió, demasiado atontada por ese gesto y esos ojos como para hacer otra cosa que no sea amar a la mujer que tenía frente a ella.

— Wo, esto me trae recuerdos —comentó Joseph—, ¿no pasó algo así hace meses?

Y sí, sí había pasado, solo que con los papeles invertidos. Y, en ese entonces, ni Tatiana ni Emily eran conscientes del enamoramiento que tenían la una por la otra.

— Vernacci, que galán —bromeó Fernanda codeando a Tatiana, sacando a su amiga de su burbuja y haciéndola sonrojar.

Tatiana solo la ignoró y, luego de despedirse de Emily y Joseph, siguió su camino hasta su carpeta. La incomodidad, enojo y frustración que había sentido durante toda la hora de almuerzo había sido reemplazada por plena felicidad y calidez. Agradecía que Ryan se haya tenido que ir a su salón primero, pues sabía que la sonrisa que tenía de oreja a oreja no la hubiera podido disimular.

Por el resto de las horas finales de clase el salón se encontraba más bullicioso que de costumbre, pero no era el único, en las demás aulas sucedía lo mismo. Los docentes tuvieron que pedir silencio en más de una ocasión para seguir con sus explicaciones. Aquel entusiasmo podía aludirse, además de a lo poco que faltaba para finalizar el día escolar, al evento que tendría lugar el fin de semana. Se comentaba acerca de ir a los entrenamientos de los clubes y alentarlos.

Cuando el timbre sonó muchos ya se encontraban guardando sus cosas en sus mochilas para salir sin demora, aunque tuvieron que esperar a que las palabras de sus respectivos tutores finalizaran para ser, al fin, libres.

David, Marcelo y Antonio no tardaron en emprender su camino hacia sus respectivos clubes para sus prácticas. Las chicas, por su parte, seguían los pasos de sus amigos, pero mucho más calmadas. Se despidieron de Christina, Joseph y Emily, y entonces abandonaron el aula.

— ¿Hoy también irás a ver a tu amorcito? —preguntó Fernanda con burla.

— Supongo que sí.

Fue una respuesta plana y sin real interés, pero bastó para que Fernanda siguiera molestándola todo el camino hacia las canchas, aún más cuando Ryan se integró al grupo y, como ya era costumbre, se pegó a ella.

Tal y como era de esperarse, ahora había más personas presentes para ver el entrenamiento del equipo de básquet. Si se tardaban un poco más de seguro ya no hubieran encontrado sitio en las bancas. David, Marcelo y Ryan se despidieron de las chicas y se acercaron a su entrenador, luego fueron a cambiarse su uniforme con el resto del equipo.

— Bueno, yo me retiro.

— ¿No te quedas a verlos jugar?

— Nah, tengo unos pendientes qué hacer en casa.

Hizo un par de bromas acerca de no poder complacer más a sus amigas con su presencia y luego Fernanda se fue dejando solo a Tatiana, Camila y el resto de espectadores que estaban a su lado.

Por lo general, Camila solía iniciar la conversación con algo trivial, comentando algo que había visto en la tele o una receta que estaba intentado cocinar, luego Tatiana le seguía el tema y ambas se veían envueltas en una amena charla el resto del entrenamiento. Sin embargo, Camila permaneció callada y con la vista al frente, ni cuando los chicos salieron y comenzaron a jugar lanzó alguno de sus usuales comentarios sarcásticos sobre el cómo le gustaría que alguno se cayese.

Tatiana la notó distraída, de vez en cuando ella comentaba algo trivial y su amiga contestaba algo monosilábico que no daba pie a que la conversación siguiera. Le escuchaba suspirar de vez en cuando y sus ojos vagando entre los jugadores del equipo, aunque no sabía si estaba mirando a alguien en específico.

Pensó qué, a lo mejor, Camila estuviera cansada y tan solo quería ir a casa. Le animó a hacerlo de hecho, pero esta se negó diciendo que estaba bien y se quedaría hasta que la práctica acabara.

— ¿Segura? —cuestionó otra vez, preocupada.

— Sí, sí, tan solo…tengo muchas cosas en mi cabeza, supongo.

— Bueno, pero si no te sientes bien me dices.

Camila asintió, pero no desvió su atención de Tatiana, siguió examinándole con sus cafés ojos duranta un rato, fueron menos de 3 segundos, pero para la ojimiel se sintió como más. Cuando parecía que Camila iba a decir algo, al instante cerró la boca, negó con la cabeza y volvió su atención al frente, dejando confundida a Tatiana.  

Cuando el entrenamiento acabó y los chicos volvieron de cambiarse recibieron varios comentarios de aliento de los espectadores que se habían quedado hasta el final. David, como capitán, fue quien recibió más atención, pero Ryan no se quedaba atrás, tampoco Marcelo ni el resto del equipo. Tardaron un poco en poder liberarse de las personas que les rodeaban e ir hacia donde se encontraban Tatiana y Camila, quienes ya estaban de pie y listas para caminar de regreso.

El recorrido se vio animado por la charla de los chicos, mientras que Tatiana o Camila solo comentaban o respondían de vez en cuando. Se despidieron en cierto cruce y cada uno emprendió un camino diferente hacia sus respectivos hogares.

Al estar segura que sus amigos no estaban cerca, Tatiana se liberó del brazo de Ryan con cierta brusquedad, actitud que sorprendió al subcapitán y quien no tardó en replicarle.

— No vuelvas a meterte con Emily, dijiste que no la meterías en esto.

— ¿En serio te crees en posición de decirme qué hacer?

— Solo te recuerdo lo que dijiste que harías.

La última vez que había visto ese rencor y decisión en la mirada de Tatiana fue cuando le había chantajeado para ser pareja, luego fue como si ese fuego se hubiera extinguido durante todo el tiempo que estaban aparentando salir. Pero ahí estaba otra vez, esos ojos mieles estaban encendidos y parecían preparados para abalanzarse contra él en cualquier momento.

— No tienes que ponerte celosa, solo pensé que estarías feliz de que nos acompañara a la cafetería.

— No juegues conmigo, tan solo déjala tranquila.

Sin esperar respuesta alguna continuó caminando hacia la parada de autobús que se encontraba a unos pasos de ella. Ryan no la siguió; en su lugar, la vio alejarse y tomar el autobús que justo acababa de detenerse. Siguió el vehículo con su mirada hasta que este desapareció entre las calles de la ciudad.

— No creo que pueda dejarla tranquila.

El recorrido a su causa le tomó más de lo normal, pero fue porque él mismo estaba yendo a paso lento. De alguna manera, sabía que al llegar a su casa lo primero que obtendría no sería un “hola” o “bienvenido”, sino un reporte acerca de lo había hecho para poder cumplir con las expectativas de su padre.

Abrió la puerta y, como había supuesto, ahí se encontraba su padre firmando algunos papeles en la mesa de la sala. Se adentró en su casa y saludó a su padre, aunque este ni levantó la mirada de su trabajo ni le devolvió el saludo.

— ¿Cómo te fue con la chica Klett?

 Tal y como lo había pensado, eso sería lo primero que quisiera saber.

— Bien, estoy intentando acercarme a ella, pero no es tan fácil.

— Nada que valga la pena lo es —al fin se dignó a levantar la mirada hacia su hijo, aunque sus ojos apenas mostraban emoción—, sabes lo importante que es esto para la empresa.

— Lo sé.

— Entonces no nos defraudes —se levantó y posó la mano en el hombro de Ryan, dándole un suave apretón—, demuestra tu valía, hijo.

Sintió un nudo en su garganta y una tonelada de piedras sobre su espalda. Y sabía que no era por el entramiento que había tenido hace menos de una hora.

— Lo haré.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado, me tomó más de lo que pensé ordenar mis ideas en este cap u-u

En fin, gracias por darse el tiempo de leer.

¡Nos leemos de nuevo más adelante!


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