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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Notas del capitulo:

Wenaaas, tengo un ataque de inspiración y ya tengo dos caps acabados.

Les subo este y en unos días les subo el otro.

Espero les guste<3

 

La idea que había propuesto Christina fue, sin duda, bastante útil. Al día siguiente, y a unos pocos minutos que inicien las clases, el grupo ya había decidido el lugar al que irían en su salida del viernes: un bowling que había abierto hace unos pocos meses y al cual aún no habían ido. El establecimiento, además de los bolos, también tenía opciones para jugar pin pon, billar, futbol de mesa y, por si les daba hambre, área de comida. El lugar, además, quedaba a tan solo 10 minutos si iban en carro.

Una vez el lugar fue decidido, lo demás que quedaba tan solo eran detalles menores, como el cuánto gastarían en la comida o cuánto tiempo se quedarían, asuntos que, incluso, podían acordar un día antes.

Al sonar el timbre y comenzar las clases, al igual que el día anterior, el único contratiempo era que los alumnos estaban más activos que de costumbre, pero, además de eso, no ocurrió nada mayor relevancia que impidiera que los profesores dictaran su clase.

Al comenzar el receso y con el grupo levantándose para ir a la cafetería, Ryan apareció por la puerta – como ya era costumbre –, solo que esta vez no apareció solo, sino que una chica con ojos rasgados y cabello ondulado lo acompañaba. La chica permaneció al lado del rubio hasta que sus ojos se toparon con los de Tatiana, sonriendo de manera instantánea y yendo hacia donde se encontraba.

— Hey.

Tatiana, al verla, le devolvió el saludo y la sonrisa. Melanie era una chica que conoció el año pasado, compartieron salón y se sentaron al lado de la otra, razón por la cual comenzaron a hablar bastante seguido. Aun hablaban de vez en cuando, pero desde que estaban en distintos salones cada vez era menos; sin embargo, eso no quitaba el hecho que Melanie seguía siendo una chica agradable y con quien es fácil conversar.

— Esto es inesperado, ¿pasó algo?

— De hecho, te quería pedir un favor —susurró algo apenada—. Hoy tienes inglés, ¿cierto?

— Sí, a última hora.

— ¿Me podrías prestar tu libro?

— Te advierto que si quieres copiar alguna tarea, Christina es mejor opción.

— No, no, solo para la clase por si la profesora nos pide que resolvamos algo —negó con una suave risa—. Escribiré con lápiz y te lo devolveré en el almuerzo.

No vio el problema en ayudar a su amiga, así que Tatiana tomó su mochila y le tendió su libro. Melanie le agradeció con un efusivo abrazo, se despidió de todos y abandonó el salón.

El grupo, entonces, no tardó en dirigirse hacia la cafetería a por algo de comer. Durante el transcurso hubo algunas bromas acerca de Ryan siendo un caballero al escoltar a Melanie hacia el salón, pues había dado esa imagen, pero el subcapitán negaba riendo y alegando que Melanie tan solo estaba un poco avergonzada de ir por su cuenta a otro salón.

Los que habían compartido salón con Melanie no dudaron en que ese sería el caso, la chica era muy amena en sus conversaciones si la conocías, pero al inicio sí se mostraba bastante tímida también.

Cuando la campana volvió a sonar los alumnos comenzar a dirigirse a paso lento hasta sus salones. Ryan se despidió del grupo y fue hasta su salón. Cuando el resto ingresó a su propia aula lo primero que notaron fue a Emily hablando con el profesor del curso que les tocaba en ese momento y Alejandro. Le miraron con duda y curiosidad a la vez, aunque solo fue por un momento, no era tan inusual ver a Emily manteniendo conversaciones con los docentes.

Se fue cada uno a sentar a sus respectivas carpetas y, cuando Christina regresó a su sitio luego de unos minutos, la curiosidad les ganó y preguntaron si sabía qué era lo de lo que estaba hablando Emily. “Ni idea, creo que es sobre una competencia o algo así” fue lo que contestó. No era nada conciso, pero, de nuevo, no fue algo que sorprendiera en gran medida al resto.

Cerca a finales de año solían darse unas competencias académicas donde iban los alumnos con mejores notas. Emily ya había asistido con anterioridad en grados anteriores, era de esperarse que este año también participara, aún más sabiendo que su resultado en aquellas competencias sería de gran ayuda al momento de ingresar a la universidad.

«Tengo una novia asombrosa», no pudo evitar pensar Tatiana mientras miraba, de manera disimulada, a Emily. Como era usual, la ojiazul se encontraba centrada en el libro que tenía frente a ella, escribiendo quien sabe qué cada tanto. Tatiana estaba segura que Emily no tendría problemas en la competencia, pero aún así deseaba poder transmitirse todo su apoyo de alguna manera. «Se lo escribiré», decidió.

Las siguientes tres horas pasaron sin ninguna clase de problema – además del bullicio de más –. Al sonar la campana muchos de los alumnos se estiraron en su sitio y, una vez Alejandro dio el permiso, abandonaron el aula.

— Entonces, Emily, ¿te parece si seguimos la conversación en la sala de tutores?

— Claro, solo deme un momento por favor.

Emily se levantó mientras tomaba su cuaderno, atravesó el salón hasta quedar a una carpeta de distancia de donde estaba sentada Christina.

— Toma, están las notas que me pediste antes de los ejercicios que no entendías.

— ¡Oh! Thanks. ¿Vas a demorar?

— No estoy segura, tal vez unos diez minutos.

Christina asintió y, luego de bromear que se comería toda su comida en ese lapso, se despidió de Emily, quien abandonó el salón con Alejandro. Al no tener nada más qué hacer, decidió acompañar al resto del grupo a la cafetería y comprar algo para comer de paso. Le dijo a Joseph que les acompañara también, pero el pelirrojo dijo que iría un rato al salón de un amigo a preguntar sobre un videojuego que quería que le preste.

— Que raro que Ryan no venga aún.

— Me acaba de escribir —contestó David—, dice que nos vayamos adelantando porque, al parecer, no pueden salir hasta que acaben unos ejercicios que les dejó la profesora.

— F por él.

Sin perder más tiempo, el grupo se dirigió hacia la cafetería antes de que no pudieran encontrar mesa donde sentarse. Christina fue directamente a la tienda, acompañada por Camila y Marcelo quienes habían sido designados como los recaderos del día. Tardaron un buen rato en la fila, matando el tiempo entre conversaciones sin sentido, aunque eran más Christina y Marcelo quienes hablaban, Camila se veía un poco distraída.

Cuando finalmente consiguieron lo que querían de la tienda volvieron hacia la mesa donde se encontraban los demás, aunque ni bien Christina llegó se despidió del resto diciendo que volvía al salón. Ninguno fue capaz de decirle que se quedara más tiempo, pues sabían que la rubia iría a hacerle compañía a Emily.

Al verla partir Tatiana sintió un apretón en su corazón. Antes era ella quien partía y dejaba a sus amigos para acompañar a Emily en el aula. No pudo evitar estar un poco celosa de la rubia, quería estar en su lugar; sin embargo, también era consciente que era por Christina que aún podía afirmar que seguía estando en una relación con Emily.

Le iba a deber bastante a su amiga cuando todo terminara, tendría que encontrar la manera de compensárselo.

Al llegar al salón este aún se encontraba vacío, ni Joseph ni Emily habían llegado todavía. Entre lamentos por haberse apurado tanto en llegar, se dirigió a su carpeta para guardar el dinero que le había quedado de su compra en la tienda. Abrió su mochila y se topó con el cuaderno que le había dado Emily y no pudo evitar sonreír, guardó rápidamente su cambio y cogió el cuaderno.

— Si me dio esto es porque… —pasó las hojas directo hasta la última, donde se encontraba nota doblada a la mitad— Lo sabía.

Tomó la nota y, asegurándose de que no había nadie en el aula ni en la puerta, cogió la mochila de Tatiana y colocó la nota en uno de los cuadernos que estaban al fondo, tal y como siempre hacía cada que pasaba uno de las cartas de amor de una de ellas a la otra.

— La siguiente vez que me traten de cartera les cobraré.

Cerró la mochila y la dejó en el piso tal y como la encontró, luego cogió el cuaderno de Emily y se dirigió hasta su sitio para dejarlo encima de la carpeta. Al notar que aún ni Joseph ni Emily daban indicios de llegar pronto aprovechó el momento para ir al baño, con un poco de suerte al volver ellos ya estarían ahí.

Le pareció un poco raro el cómo se había llegado a habituar a la rutina de ser solo los tres hablando de cosas sin sentido, mas no le incomodó para nada. En un inicio no pensaba haberse hecho tan cercana con ellos dos, pero no podía decir que no disfrutaba el tiempo que pasaban juntos. Recién caía en cuenta de cuanto cariño les había agarrado en tan solo un mes. «Cuando todo esto pase no estaría mal tener salidas solo nosotros para pasar el rato».

Abandonó el salón y se dirigió a los servicios que se encontraban al fondo del pasillo, y, con una perfecta sincronización, en ese momento Ryan salió del salón de al lado dejando escapar un largo mientras sostenía un libro de inglés en la mano. Maldijo mentalmente a su profesora por ser tan exigente con cada mínimo detalle, y también a su tutor que apoyó a la profesora.

«Si quieren que aprendamos no nos quiten el tiempo que tenemos para comer y recargar energías, idiotas», pensó. No obstante, en lugar de hacerle caso a su hambriento estómago y dirigirse a la cafetería, se dirigió hasta el otro salón para devolver el libro de Tatiana. Melanie aún acabaría en un rato y ya no necesitaba más el libro, así que le pidió a él que lo devolviera. Con total sinceridad, quiso negarse y decirle que lo haga ella misma, pero eso no sería bueno para su imagen de novio perfecto que quería vender.

En el salón no había nadie, ni siquiera el grupo de Emily en la esquina, eso le sorprendió un poco, pero su estresada mente no le dio más vueltas al asunto. Caminó hasta la carpeta de Tatiana y tomó la mochila, la abrió y dejó el libro, luego volvió a poner la mochila en su sitio y comenzó a caminar de regreso para ir a la cafetería.

— Oh, cierto —dijo para sí mismo deteniendo su paso—, ellos ya tuvieron álgebra, aprovecharé para tomar fotos de los ejercicios. El profe siempre repite los mismos en todas las clases.

Volvió sobre sus pasos, aún con pereza, y volvió a coger la mochila y cogió el último cuaderno, sacándolo sin cuidado alguno y solo deseando hacerlo lo más rápido posible para que le dé tiempo de comer algo. No obstante, cuando sacó el cuaderno una nota de papel salió volando. Maldijo por lo bajo y recogió el papel doblado; al inicio pensó que se trataba de un viejo examen, pero cuando su innata curiosidad humana le llevó a desdoblar el papel y ver qué era sus ojos se abrieron de sorpresa, alejando todo rastro de pereza de su cuerpo.

Comenzó a temblar de ira y sintiéndose como un completo imbécil por no haber pensado en esa vía de comunicación que tenía. Eso le pasaba por intentar ser un caballero y respetar la privacidad de Tatiana al no revisar sus cosas. Le habían visto completamente la cara, se habían reído de él a sus espaldas, y eso no lo iba a consentir.

Pero la ira comenzó a alejarse de su cuerpo cuando otra idea cruzó por su mente: ¿Y si, en lugar de enojarse, le sacaba provecho?

Demuestra tu valía, hijo.

Las palabras de su padre comenzaron a repetirse en su cabeza una y otra vez. Con eso tal vez podría hacerlo, tal vez podría al fin cumplir las expectativas que tenían sobre él y hacer que se sienta orgulloso de él.

Tomó su celular y tomó una foto de la nota, también tomó un par de fotos de algunas clases copiadas por Tatiana, intentando siempre que se vean lo más nítida posible. Luego volvió a acomodarlo tal y como lo había encontrado. Además, sacó el libro de inglés y lo dejó sobre la carpeta. Una vez se aseguró que todo estaba en orden abandonó en salón con dirección a la cafetería.

•     •     •

Cuando llegó a su casa encontró nuevamente a su padre en la sala, se repitió la misma conversación que tuvieron el día anterior y esta vez Ryan aseguró que había encontrado una manera de acercase a Emily. Eso hizo sonreír a su padre y, como un niño pequeño, Ryan se sintió emocionado al ver la aprobación en los ojos de su progenitor.

Se despidió de su padre y, una vez estuvo en su habitación, no tardó en marcarle a su hermano, quien le contestó a la segunda tonada y con vez de apuro, aludiendo que estaba apurado viendo asuntos de la empresa.

— Solo quiero saber si conoces a alguien que sepa copiar la letra de otras personas.

— Pues sí, tengo algunos amigos, ¿por?

— Creo que tengo una idea para acercarme a Emily.

— ¿Debo preocuparme de qué estés haciendo algo ilegal?

— Tranquilo Jordan, solo quiero escribir una carta con la mejor caligrafía posible.

— Si preguntan, tú encontraste el número en internet.

Cuando colgaron Ryan recibió un número de celular de su hermano, guardando el contacto al instante. Pensó en escribirle en ese mismo momento, pero primero quería tener claro qué era lo que iba a hacer. Tenía la escritura de ambas, mas no creía que imitar las dos sería productivo, podría concentrarse solo en una y ahorrar tiempo –y probablemente también dinero, pues dudada que la ayuda de la otra persona sea gratis–. Entonces, ¿a quién debería suplantar?

De hecho, no tuvo que pensarlo mucho. Sí quería conseguir a Emily, la respuesta era obvia a la vista. Solo tenía que pensar en cómo lo haría.

•     •     •

El miércoles, tal y como los días anteriores, transcurrió sin contratiempo alguno.

La rutina de todos, alumnos y docentes, seguía siendo la misma: ellos estudiando y haciendo algún que otro alboroto en clase, y los otros enseñando y calmando el desmadre de los antes mencionados.

Sí, tan solo un día más en el colegio Nerethia Seal.

El grupo del que siempre hablamos también estaba con su usual rutina de todos los días: David y Fernanda haciendo bromas, Marcelo secundándolos, Camila soltando algún que otro comentario sarcástico –aunque menos de los que usualmente hacía–, Antonio evitando que su alboroto se salga de control, Ryan pegado a Tatiana, y ésta riendo con suavidad, pero con su mente en la ojiazul que estaba en la otra esquina del salón.

Mientras que, al otro lado de esa misma aula, Joseph se hallaba contado otra anécdota divertida de una de sus fiestas de España, Christina contaba una propia que le había sucedido en Estados Unidos y Emily los escuchaba en silencio con una sonrisa, pero con su mente en la ojimiel que estaba en la otra esquina del salón.

Cuando el timbre sonó y el rubio finalmente abandonó su salón, Tatiana dirigió su mirada hacia donde Emily estaba sentada; para su sorpresa, ésta también le estaba viendo. El contacto visual que hicieron duro unos segundos, pero bastó para que el resto de las primeras horas de clase ambas tuvieran una sonrisa de oreja a oreja en sus rostros.

Ayer había recibido la nota de Emily donde le decía que, tal vez, esté participando en un concurso de ciencias y matemática a finales de noviembre. Eso no podría hacer sentir más orgullosa y feliz a Tatiana, deseaba tanto poder cruzar el salón, envolverla en sus brazos y darle un montón de besos mientras le decía lo alegre que estaba por ella. En el pasado siempre la había admirado por ir a esos concursos y terminar entre los primeros puestos, y ahora esa admiración se fusionaba con todo el amor que sentía por ella.

Quería, de alguna manera, poder transmitirle todo su apoyo. No podía ayudarla a estudiar pues solo sería un cero a la izquierda en ese tema, y quedarse tan solo a su lado mientras ella leía tampoco iba a ser de mucha ayuda. Podría cocinarle algo, pero no estaba si eso sería suficiente, sentía que Emily merecía mucho más que una comida hecha por ella, la ojiazul de seguro podía ir a comer los mejores restaurantes cuando quisiera.

«Algo que le guste y que a la vez pueda transmitirle todo lo que siento», pensó. «¿Qué puede ser?».

Me gusta mucho la forma en qué tocas la guitarra.

El recuerdo le vino súbitamente, tan inesperado como una repentina brisa fría en pleno verano. Las palabras de Emily aparecieron en su cabeza sin previo aviso, palabras que solía decirle cada que le cantaba alguna cursi canción.

Pensó en ello un rato, no era una mala idea, pero no se estaba muy segura sobre si hacerlo. Aún tenía memorias que le hacían doloroso el tocar la guitarra, una cuenta sin saldar con el pasado y que llevaba barriendo bajo la alfombra desde hace años. Sabía que a Emily le encantaría, pero no tenía confianza.

Volvió a mirar a Emily con disimula, encontrándola justo riendo de algo que Joseph dijo. Hace meses eso le hubiera molestado, pero ahora tan solo estaba feliz de que el pelirrojo estuviera ahí para hacerla reír. Verla sonreír era todo lo que necesitaba para armarse de valor. Si ella podía hacer lo mismo cantándole con la guitarra, si eso le daba la posibilidad de ver aquella sonrisa que tanto amaba, entonces lo haría aún con su corazón un poco vacilante.

Tendría que practicar, y bastante. Sería un puro prueba y error hasta componer lo que sentía. Y cuando toda esa situación se acabe, sería lo primero que le dé a Emily para compensar todo el mal el rato que están pasando.

Tanto los descansos del receso como de almuerzo se pasaron, a perspectiva de los alumnos, volando. Sin embargo, no es como si les quedara de otra más que hacer caso al sonido de la campana y volver a sus salones para recibir las últimas clases de ese día.

Cuando fue la hora de salida, al igual que el lunes, varios de los alumnos se habían organizado para ir a los diferentes clubes para alentarlos en sus entrenamientos. Y, la verdad, su constante apoyo estaba funcionando, pues los miembros de todos los equipos se veían mucho más entusiastas y energéticos. Prueba de ello fue que, ni bien Alejandro despidió a todos, David y Fernanda no tardaron en salir corriendo hacia sus clubes. Marcelo, Ryan y Antonio iban detrás suyo, pero a un paso mucho más calmado para caminar con Tatiana y Camila.

Ryan y Tatiana estaban delante mientras que los otros tres estaban justo detrás de ellos, pensando que era adecuado darles un tiempo pareja.

— ¿Hoy también te quedas a vernos?

Marcelo esperó la respuesta, pero Camila estaba, solía estar en esos días, distraída con la mirada perdida al frente.

— Hey —le empujó levemente consiguiendo, al fin, la atención de su amiga—, ¿estás bien?

— Sí, solo pensando en algunas cosas.

— Llevas “pensando cosas” desde el lunes.

— Y generalmente no sueles pensar mucho si no se trata de sarcasmo —agregó Antonio, pero Camila solo giró los ojos.

— Son cosas sin importancia —aseguró siendo para nada convincente—, sí los veré hoy.

Antonio y Marcelo intercambiaron una larga mirada, pero ninguno estaba muy seguro acerca de como continuar el tema. Se mantuvieron en silencio mientras que bajaban las escaleras hasta que Marcelo volvió a tomar la palabra.

— Si son cosas que no puedes hablar con nosotros, tal vez haya alguien más con quien puedas hablarlo libremente.

— Sí, con tal que lo sueltes, te sentirás mejor luego de eso.

— No es nada, en serio.

— Aplica tu propio consejo entonces, ¿cómo era? —Marcelo se dio leves golpes en la frente tratando de recordar— Algo de contarle tus cosas a desconocidos porque era más sencillo…

— ¿No sería eso raro? —cuestionó Antonio— O sea, si alguien viene de la nada y me dice, no sé, que su novio le engañó me sentiría raro.

— Ahora que lo dices, sí se vería raro.

Un pequeño debate surgió entre ambos muchachos, por lo que ninguno de los dos notó que, en realidad, las palabras que recién habían dicho lograron hacer que Camila cambiara su semblante. Al inicio ignoró las palabras de Marcelo, luego recordó cuando ella misma se las había dicho a una rubia y, entonces, poco a poco, comenzó a verse más segura, más como ella.

Cuando salieron del edificio y comenzaron a dirigirse hacia las canchas Camila detuvo su paso. Marcelo y Antonio se giraron a verla para preguntarle que pasaba, pero la ojicafé tan solo dijo que tenía algo que hacer y salió corriendo con dirección a la salida. Ninguno de los chicos entendió qué fue lo que había pasado, pero, al menos, su amiga se veía con un poco más de energías.

Camila apuró su paso esperando que la persona que estaba buscando aun no se haya ido. Por suerte para ella, la encontró justo en el portón principal yendo despidiéndose de Joseph y Emily.

Christina ya se estaba dirigiendo hacia la camioneta negra que estaba estacionada a unos cuantos pasos de ella cuando, de manera brusca e inesperada, su muñeca es tomada impidiendo que siga su camino. Se giró asustada y lista para tirar un derechazo, pero en cuanto se topó con Camila se relajó; aunque solo por un instante, pues cuando notó la seriedad con la que la miraba no pudo evitar sentir un poco de tensión en sus hombros.

— ¿Qué pasa?

— Necesitamos hablar.

 

 

Notas finales:

Gracias por darse el tiempo de pasarse por esta historia y leer.

¡Nos leemos pronto!<3


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