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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Notas del capitulo:

Sé que dije que actualizaría el domingo, pero llegué de viaje más tarde y cansada de lo que esperé. Lo siento :c
El capítulo ya está acá, espero les guste

Cuando escuchó la campana sonar cerró su libro soltando sonoro suspiro. Al final, Tatiana fue descubierta por el profesor de trigonometría y obtuvo como castigo resolver todos los ejercicios de su libro, lo cual se le complicó pues no había prestado atención a la clase y estando en malas circunstancias con sus amigos tampoco les pudo pedir ayuda. Sin embargo, el profesor se “apiadó”, por así decirlo, de ella y le explicó el tema diciéndole que los ejercicios los traiga resueltos para la próxima clase.

Cansada, levantó su mirada y se topó con su grupo de amigos que en el umbral de la puerta susurrándose y mirándose entre ellos. De un momento a otro, éstos sintieron la mirada de Tatiana sobre ellos, quedándose callados al instante. Todos dirigieron su vista hacia la ojimiel; sin embargo, el intercambio de miradas duró menos de tres segundos pues los amigos de la castaña bajaron la mirada y salieron con dirección al comedor.

«Supongo que era de esperarse que no me dijeran para ir con ellos», pensaba mientras que de su mochila sacaba unas galletas «Los buscaré más tarde, después de pensar qué decirles y reunir el valor suficiente para hablarles».

Estiró sus piernas y sus brazos, realmente estar tres horas sentada escuchando la explicación de problemas matemáticos no era de sus cosas preferidas. Miró la pizarra prestando atención a los ejercicios que allí se hallaban escritos intentando resolverlos mentalmente, pero luego de ver que había más letras que números decidió dejarlo.

«Que complicado», se dijo mentalmente mientas llevaba una de las galletas a su boca.

Inconscientemente dirigió su mirada a la carpeta vacía de Emily, esperando verla allí sentada y leyendo su libro como siempre. Pero no fue así, y eso la hizo suspirar resignada.

«¿Por qué habrá faltado? Esto no es común en ella. ¿Estará enferma? ¿Le habrá sucedido algo malo? ¿Habrá tenido algún accidente?», lentamente su cabeza se fue llenado de miles de ideas y una preocupación comenzó a crecer dentro de ella. «Mierda, debí insistir más para que me diera su número celular».

Por un par de minutos se quedó así, pensando y preocupándose, hasta que un suspiro resignado se escapó de sus labios. «No sirve de nada romperme la cabeza por eso ahora. Mañana vendrá y entonces le preguntaré».

Siguió entonces comiendo su galleta mientras miraba a la nada, absorta en la bella y tranquila nada. Pero aquel momento de paz no duró mucho, y fue cuando éste terminó que se percató lo solitario que se encontraba el aula. Divagó por las paredes y el suelo, y entonces su mirada fue a dar a la puerta, lo pensó unos segundos antes de levantarse y dirigirse a esta. ¿A dónde iba a ir? No tenía la más mínima idea; podía ir con alguno de sus amigos de otras aulas, pero en ese momento no le apetecía mucho hacer vida social. Al final, decidió simplemente dar un paseo por el colegio, siendo el centro educativo tan grande tendría que haber algún lugar donde poder pasar el rato a la par que pasaba inadvertida.

Mientras tanto en la mansión de la familia Klett, Emily se encontraba en su habitación sentada en un cómodo sillón para dos que estaba al lado de un gran librero. Estaba leyendo un viejo libro, ya se había duchado y cambiado, y también había terminado de desayunar hace unos momentos. Para su suerte, su padre había salido con esa mujer que había traído el día anterior, así que no tuvo que soportar sus preguntas, sermones y tal vez una que otra cachetada.

En ese momento unos golpes en su puerta se hicieron presentes.

– Adelante –pronunció dejando su lectura de lado y fijando su vista en la puerta. Ésta se abrió dejando entrar a una criada que no pasaba los 30 años, baja estatura, cabellos marrones ligeramente ondulados recogidos en una firme cola, ojos marrones oscuros y piel ligeramente bronceada.  Su nombre era Natalia, y era quien estaba más familiarizada con la ojizual pues la había cuidado desde que ésta era una niña.

Emily al verla le dedicó una ligera sonrisa.

– ¿Pasó algo Natalia?

– Para nada señorita Emily–respondió cerrando la puerta de la habitación y avanzando hacia la ojiazul a la par que le mostraba el pequeño botiquín que llevaba en sus manos–. Vine para tratar la herida de su labio.

– Ah, ya veo. Te lo encargo entonces.

 Natalia asintió y se sentó a su lado en el sillón. Con cuidado, comenzó a desinfectar la herida y a aplicarle una que otra crema para la hinchazón. Emily al principio fruncía el ceño por el dolor, pero al cabo de un rato este simplemente desapareció.

– Listo–dijo sonriendo satisfecha y guardando todos los implementos que había utilizado–. Ya está señorita.

– Gracias Natalia –le regaló una sincera sonrisa –, me hiciste un gran favor.

– Oh no, solo hacía mi trabajo.

– Aun así te lo agradezco –le dedicó una última sonrisa antes de pararse y dirigirse al gran espejo que estaba en su pared. Con la punta de sus dedos rozó ligeramente su mejilla y parte de su labio–. ¿Crees que la hinchazón baje para mañana?

– Sí, definitivamente bajará, señorita Emily. –respondió posándose unos pasos atrás de la ojiazul.

– Eso es bueno…Y, ¿crees que alguien lo note?

– ¿Eh? –esa pregunta la había tomado por sorpresa– No… Dudo mucho que alguien llegue a notarlo, señorita.

– Entiendo, es un alivio.

Se quedaron en silencio un rato. Emily notó que Natalia la veía con cierta curiosidad, como queriendo saber algo.

– ¿Sucede algo Natalia? –preguntó dándose la vuelta para poder conversar cara a cara.

– Bueno…–pensó por unos instantes sus palabras– simplemente me tomó por sorpresa que preguntara si alguien lo notaría.

– ¿En serio? ¿Por qué lo dices?

– Porque usted no es de las personas que suelen preocuparse de lo que piensen los demás. Además, es la primera vez que me pregunta eso a pesar de que esta no es la primera vez que pasa esto con su padre.

– Y tienes razón en eso Natalia, sigue sin interesarme lo que piense la gente de mí. Es solo…

– Es solo… –la animó a continuar.

– Pues…se podría decir que si cierta persona se da cuenta simplemente no dejaría hacerme preguntas sobre eso. –suspiró cansada de solo imaginarse a cierta castaña preguntándole una y otra vez sobre su herida.

– ¿Cierta persona? –cuestionó entre extrañada y curiosa. Era la primera vez que Emily se refería a alguien en mucho tiempo – ¿De quién está hablando? Si se puedo saber, claro.

– Una chica de mi escuela.

– ¿Una amiga?

 Emily se quedó en silencio. ¿Tatiana y ella eran amigas? ¿La relación que tenía se podía nombrar como una amistad? No lo sabía ya que ella no tenía muchas personas a su alrededor a las cuales poder llamar amigo. Meditó su respuesta unos segundos.

– No…somos compañeras. –contestó no muy segura.

–  Ya veo –dijo sonriendo discretamente. El solo hecho de que Emily haya dicho que eran compañeras era algo –. Y, ¿es una buena persona?

– Es una terca persona –respondió casi en un gruñido mientras volvía al sillón y se sentaba en él–, y también un dolor de cabeza.

 A pesar de sus palabras, una ligera sonrisa se asomó en el rostro de Emily; y aunque para ésta ese gesto pasara desapercibido, no fue así para Natalia quien al verla sonrió satisfecha.

– Bueno, con su permiso me retiró ya a realizar mis labores. –dijo encaminándose hacia la puerta.

– Sí, adelante–cogió el libro que estaba leyendo hace unos momentos–. Gracias de nuevo por todo.

Natalia hizo una leve reverencia antes de abandonar aquella habitación.

«Con que un dolor de cabeza», pensaba mientras dirigía sus pasos hacia la sala «Parece que encontraste a alguien interesante Emily».

En esos mismos momentos, pero en el colegio Nerethia Seal, la campana de fin de recreo ya había sonado. Al salón de Tatiana le tocaba Inglés con una de las profesoras más estrictas de esa escuela, y luego de dos horas prosiguieron con el curso de Geografía, el cual solamente duró una hora. Y entonces sonó la campana de inicio del almuerzo.

Tatiana, sin embargo, no se movió de su asiento, simplemente sacó un pan de su mochila y lo dejó sobre su asiento. Lo quedó viendo unos momentos, después alzó la mirada y recorrió todo el salón con sus mieles ojos. No pudo evitar soltar un suspiro resignado cuando no encontró a las personas que buscaba.

«Supongo que deben haber ido directamente a la cafetería», pensó mientras tomaba su pan y le daba un mordisco «Justo cuando pensaba hablarles y hacer las paces» suspiró ligeramente mientras se apoyaba de lleno en el respaldar de la carpeta «Espero que podamos arreglarnos pronto».

Se quedó unos momentos así, simplemente perdida en el mundo de su cabeza. Debatió interiormente si ir a la cafetería y hablar con sus amigos, pero el solo pensar la cantidad de gente que podría haber ahí la hizo desistir ante la idea. Luego de un par de segundos más cogió su pan y se levantó de su asiento dirigiéndose a la puerta.

– Iré de nuevo a ese lugar.

Bajó las escaleras, cruzó la cafetería y salió por la gran puerta. Caminó un largo rato hasta que llegó al edificio de artes, lo rodeó hasta quedar frente al jardín (que más parecía un mini-bosque por la cantidad de árboles que había) y se adentró en él. Luego de un par de minutos caminando algo desorientada y examinando los árboles con cuidado, llegó hasta un punto que, a simple vista, no tenía nada de especial; sin embargo, Tatiana se dirigió hasta un árbol hueco que tenía un agujero a la altura de sus hombros y metió su mano en él, tanteando un poco el terreno con cuidado hasta que sintió una tela, la agarró y tiró de ella, sacando dos hamacas perfectamente dobladas y con bastante polvo encima.

Guardó una de las hamacas en el hueco y la otra la estiró y sacudió para quitar el polvo. Mientras hacía ello comenzó a caminar alrededor del árbol hueco, examinado con cuidado los troncos hasta que encontró lo que buscaba. Amarró un extremo de la hamaca en el árbol hueco y el otro extremo en el tronco que estaba a unos cinco pasos, éste tenía un pequeño clavo muy bien camuflado como una rama. Sonrió satisfecha ante su trabajo y, luego de admirarlo unos dos segundos, procedió a echarse sobre la hamaca, sacar su pan y su celular y reproducir su lista de canciones de manera aleatoria. Comenzó a sonar la canción Puede ser de El Canto del Loco. Tatiana la reconoció instante, dejó un momento de comer su pan para cantar la letra.

No sé si quedan amigos 
y si existe el amor, 
si puedo contar contigo 
para hablar de dolor, 
si existe alguien que escuche 
cuando alzo la voz 
y no sentirme sola.

Luego de cantar esa pequeña estrofa se quedó en silencio y miró las hojas de los árboles sumergiéndose en sus pensamientos. Una expresión de melancólica inundó su rostro.

«No seas tan negativa Tatiana», pensaba negando para sí misma con la cabeza «Arreglarás las cosas con tus amigos, solo tienes que hablar con ellos». Levantó la mirada contempló la imagen que le daban los rayos de sol chocando con las hojas, eran esas cosas banales de la vida que ya casi nadie se paraba a disfrutar. Pero en ese instante, Tatiana estaba disfrutando esa sensación de paz que le daba aquel paisaje.

– Parece que nadie más sabe de este lugar. Considerando lo empolvadas que estaban las hamacas puede que sea de un alumno que estudió aquí hace ya un tiempo–divagó mientras se mecía suavemente de un lado a otro. Una brisa de aire hizo que por un momento pudiera ver el despejado cielo que había ese día, e instantáneamente el azul del cielo le hizo pensar en Emily. Una sonrisa adornó su rostro –. Me gustaría mostrárselo a ella, así este lugar sería como un secreto solo de las dos… Nuestro lugar secreto.

Por un momento aquella idea le fascinó haciendo que se imaginase miles de escenarios posibles. Pero su mente, así como en la mañana, le jugó una mala pasada haciendo que la imagen de Emily y ella a punto de besarse apareciera en su cabeza. Sus mejillas no tardaron en teñirse de un fuerte color carmín.

«¡NOOOO! ¡YA QUÍTATE ESA IDEA DE LA CABEZA!», se recriminó mientras movía su cabeza de un lado a otro en un inútil intento de alejar ese pensamiento, pero su mente no parecía querer colaborar. Hasta que, de tanto balancearse de un lado a otro, cayó de la hamaca y estampó su cara contra el césped; sin embargo, lejos de levantarse, se quedó ahí tirada. La caída había logrado poner su mente en blanco…tal vez demasiado en blanco.

Su momento de paz no pudo durar mucho pues a lo lejos pudo escuchar el timbre que indicaba que el almuerzo había terminado. Se levantó rápidamente y buscó su celular, cuando lo encontró comprobó que, efectivamente, ya era hora de volver a clases.

– Mierda –gruñó mientras que a paso apresurado desamarraba la hamaca y la doblada para volver a dejarla en el árbol hueco. Si a pesar del tiempo nadie se había percatado de la existencia de aquellas hamacas, uno de los factores era en definitiva el lugar donde estaban guardadas.

Luego de asegurarse que la escena esté limpia de pruebas, Tatiana salió corriendo hacia su salón de clases.

Mientras tanto en la mansión de la familia Klett, Emily acababa de almorzar y ahora se encontraba en su habitación sentada en su escritorio repasando los temas de los cursos que tenía ese día mientras que escuchaba la música de su IPod a través de unos parlantes.

Estaba concentrada en una lectura de Geografía, pero cuando comenzó a sonar la canción Complicated de Avril Lavigne no pudo evitar comenzar a tararear la melodía, hasta que cierta parte de la canción le llamó la atención.

Somebody else round everyone else.        
You're watching your back like you can't relax.
You're tryin' to be cool you look like a fool to me.
Tell me

Why do you have to go and make things so complicated?
I see the way you're acting like you're somebody else gets me frustrated.
Life's like this you.
And you fall and you crawl and you break
and you take what you get and you turn it into honesty.
and promise me I'm never gonna find you fake it.

(Traducción)

Alguien en torno a todos los demás.
Tú miras tu espalda como si no te pudieras relajar.
Tú tratas de verte bien pero para mí pareces un tonto.
Dime

¿Por qué tienes que ir y hacer las cosas tan complicadas?
Veo tu forma de actuar como que eres otro y me frustra.
La vida es así.
Y te caes y te arrastras y te rompes
Y tomas lo que sea y lo conviertes en honestidad.
Y me prometes que nunca voy a encontrarte fingiendo.

Dejó de lado su lectura y comenzó a prestar más atención a la canción. Sin poder evitarlo en su mente apareció la imagen de Tatiana. Rápidamente negó con su cabeza tratando de evitar esos pensamientos; volvió su vista al libro e intentó a sumergirse nuevamente en su estudio, pero le fue en vano.

– Mierda. – gruño cerrando su libro.

Se levantó de su silla y caminó hasta su cama, se tiró sobre ella y hundió su rostro un una de sus almohadas. En realidad, Emily en todo el día no había podido sacarse a Tatiana de la cabeza. No es como si todo el día estuviera pensando en ella, es solo que en cada cierto momento, la imagen de la ojimiel se le venía a la mente de la nada, incluso el sueño que tuvo más temprano también rondaba por su cabeza de manera involuntaria.

En estos momentos, Emily trataba de que sea ese sueño lo que no aparezca en su mente.

Se quedó echada en su cama un largo, y cuando estaba a punto de quedarse dormida la imagen que tanto quiso evitar de ella y Tatiana a punto de besarse apareció en su mente. Pero no tuvo tiempo ni de suspirar resignada ya que en ese mismo instante el sueño se apoderó de ella completamente.

De vuelta en el colegio Nerethia Seal, Tatiana se hallaba en su asiento tomando nota y aún algo agitada. Se había hecho la carrera de su vida para poder llegar a tiempo a su salón.

En estos momentos se hallaba en la segunda hora de geografía y la profesora estaba explicando la clase de manera entretenida. Al finalizar su hora tocaba arte, por lo cual todos los alumnos se dirigieron al segundo edifico. Cuando llegaron el profesor explicó que para ese día tendrían que dibujar lo primero que se les venga a la mente con los colores que quieran, sin pensárselo mucho.

Así se pasaron dos horas hasta que tocó la campana de finalización de clases. El profesor recogió todos los trabajos diciendo que los que no habían terminado lo podrían finalizar la siguiente clase.

Tatiana fue la última en entregar su lienzo pues a ella siempre se le dificultaba expresarse libremente. En trabajos como estos siempre piensa cosas como “¿Estará bien lo que hice?” “¿No debería hacer algo mejor?” o cosas así. Cuando finalmente entregó su trabajo al profesor, procedió a coger sus cosas, despedirse del profesor y abandonar el salón para dirigirse a la salida.

Al llegar al gran portón buscó con su mirada por costumbre a sus amigos, pero no los encontró por ningún lado. Suspiró resignada y cruzó el gran portón despidiéndose del vigilante.

Después de su típico recorrido, llegó a su departamento. Entró y lo primero que hizo luego de dejar su mochila en su sillón fue dirigirse a la cocina por algo de comer, agarró unas tostadas y las puso en un plato, luego se dirigió a la sala y se sentó  en un gran sillón, prendió la televisión y procedió a comer.

Luego de llenar su estómago se dispuso a hacer su tarea. Al terminar, se dio una ducha rápida y se puso su pijama para finalmente, irse a dormir.

– Hoy fue un largo día –se dijo mientras se acobijaba debajo de las sábanas –. Y creo que mañana será igual.

Miró el blanco de su techo dejando que el silencio que la rodeaba la inundara. Era en ese momento del día en el cual a Tatiana le gustaba idealizar su futuro, pensando en múltiples escenarios que podrían o no presentarse.

– Mañana–comenzó a decir para sí misma–. Mañana arreglaré las cosas con mis amigos.

Luego de trazarse aquel objetivo giró su cabeza y posó sus mieles ojos en su ventana, contemplando la oscuridad de la noche. No pudo evitar divagar nuevamente.

– Me pregunto si ella vendrá mañana…–se giró en la cama apoyando todo su peso sobre su hombro para poder tener una mejor vista hacia la ventana –. Realmente quiero mostrarle ese lugar que encontré. –sonrió y, con aquel anhelo, cerró sus ojos lista para entregarse a los brazos de Morfeo.

En ese momento en la mansión de la familia Klett. Emily ya había alistado sus cosas para el día siguiente, también ya se había bañado y puesto su pijama de seda.

Por suerte para ella, su padre no solo estaría ausente todo el día sino también toda la noche y llegaría mañana por la madrugada o por la tarde. Algo típico de él cuando conseguía alguna chica con quien pasar el rato. No le agradaba para nada que su padre sea un mujeriego, pero gracias a eso se ahorraba sus sermones y unos que otros golpes.

Ya echada en su cama y cubierta por sus sábanas, se quedó unos momentos mirando el techo perdida en sus pensamientos imaginándose como sería el día de mañana. Lo único que sabía iba a pasar era que Tatiana no dejaría de hacerle preguntas del porqué de su ausencia.

– Siento que mañana será un largo día–pensó resignada mientras que un suspiro se escapa de sus labios–. También tengo que ponerme al día en los cursos de hoy, de solo pensarlo me cansa –se giró en su cama quedando boca abajo, apoyando su cabeza en su almohada y mirando a un costado –. Tal vez le podría pedirle a ella sus apuntes. Aunque, ¿habrá tomado nota?... Bueno, ya mañana veré como resuelvo eso.

Y en ese momento que se quedó dormida.

Notas finales:

Cualquier duda, sugerencia y/o opinión es bienvenida en los comentarios, saben que me encanta leerlos a ustedes también

Nos leemos pronto, ¡Saludos!


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