Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Perdona si digo que te amo por Parepi_

[Reviews - 196]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holi, ahora no he demorado tanto en actualizar porque ando con una inspiración que no tenía hace años ajaja

Espero les guste<3

Christina despidió a su ama de llaves diciéndole que demoraría en bajar a comer. Cerró la puerta y soltó un largo suspiro preparándose para lo que estaba por venir con la callada chica que estaba de brazos cruzados en el sillón al pie de su cama.

Camila se había mantenido en silencio todo el camino, ni siquiera hacía contacto visual con Christina. De vez en cuando fruncia el ceño, luego negaba para sí misma o se pasaba una mano por sus marrones cabellos.

Dio un par de pasos y se sentó en el sillón, asegurándose de que haya un espacio prudente entre ambas. Sin saber cómo empezar la conversación, esperó que fuera Camila quien tomara la palabra y preguntara acerca de todo lo que quería saber.

— Voy a fingir que no te conozco.

Esperaba un inicio incómodo de aquella charla, pero en definitiva no se esperaba algo así. Estuvo por replicar confundida, pero Camila le cortó al instante.

— A veces es más fácil contarle tus problemas a un desconocido, así que fingiré que no te conozco y te diré todo lo que ha estado en mi cabeza desde el fin de semana.

No se atrevió a interrumpirla, ni siquiera a asentir o a emitir una suave afirmación, tan solo dejó que la otra dijera todo lo que tenía que decir. Y entonces Camila empezó.

Contó que había ido a un evento en un hotel el fin de semana para ayudar a su familia en la preparación de la comida, aunque no hizo gran cosa más que limpiar y emplatar, a las justas le dejaron preparar algunas ensaladas. Aun así, estaba feliz de haber tenido la experiencia de cerca y ver trabajar a todos. Su gozo perduró hasta que el evento terminó, estaba esperando tan solo a su padre y su hermana para irse todos en el auto, pero ellos, al parecer, tenían que ver algunos asuntos administrativos todavía, así que le sugirieron esperar en el auto.

Sin dar muchas vueltas, se perdió camino al estacionamiento entre los grandes pasillos del hotel, así que se recostó en una esquina al lado de una columna para hablarle a su hermana o, con algo de suerte, que pase algún personal del hotel. Sin embargo, a quienes escuchó acerarse no eran empleados, sino un grupo de puros hombres que comentaban acerca del evento. Reconoció la voz de uno de sus amigos, así que pensó en salir a saludarlo, pero escuchó que mencionaban a otra amiga suya y se quedó quieta oyendo en silencio toda la conversación.

— Yo escuché a Ryan diciendo que se acercaría a Emily, pero no tiene sentido —negó para sí misma, aunque más parecía querer negar lo que había escuchado—. Ryan está con Tatiana. Tal vez se refería a acercarse como amigos, pero…su padre no parecía sugerir que se acercara de esa manera. Y no entiendo… Pensé que él se negaría, pero no lo hizo, tan solo dijo que lo haría.

Se quedó en silencio mientras respiraba agitada, había hablado con rapidez mientras un montón de emociones la embargaban. Por fin podía decir lo que llevaba atascado en su cabeza desde hace días, sentía un peso menos en su espalda, aunque la angustia seguía presente.

Christina pensó que Camila había terminado de decir todo lo que tenía guardo, pero pronto la ojicafé siguió hablando, aunque en un tono mucho menos exaltado y rápido.

— Intenté encontrar algo en Ryan que me dijera que había entendido mal las cosas, pero mientras más atención le pongo, más confundida estoy —su pie derecho comenzó a moverse con rapidez—. A veces no noto nada raro, pero otras…siento que esconde algo. Pero, otra vez, no sé si solo estoy siendo paranoica con el asunto y estoy imaginando cosas —negó para sí misma y suspiró con notable agobio—. Estoy cansada de pensar que Ryan quiere engañar a Tatiana con Emily.

Volvió a quedarse en silencio pensando para sí misma sobre todo lo que había visto y oído desde el fin de semana hasta ese día. Ordenaba los hechos, buscaba indicios o señales, trataba de unirlo todo con los días en que vio a Tatiana desanimada y se preguntó si era porque Ryan ya había hecho alguna idiotez que le había dañado.

Otra vez, como llevaba todos esos días, le estaba dando demasiadas vueltas al tema.

Christina sintió su corazón encogerse al ver a Camila, quien solía ser calmada y sarcástica con temas serios, ansiosa y angustiada. Pero no podía culparla; para empezar, había sido ella quien le había metido en todo eso lío, de una u otra manera. Era obvio que un simple “por favor, confía en mí” no haría que Camila no le diera vueltas al asunto. Tarde o temprano iba a llegar a su límite. Y se odió por no haber visto ese quiebre ni haberle insistido sobre el tema antes cuando la notaba ida en el colegio.

Con suavidad, Christina comenzó a sobar la espalda de Camila, intentando transmitirle con su toque y ligeros mimos algo que tranquilidad y apoyo. Pareció funcionar al cabo de un rato, el pie que Camila llevaba golpeando contra el piso perdió velocidad y sus hombros se relajaron.

Tentada aún más por aquel calmante natural, Camila se recostó sobre Christina mientras soltaba un suspiro de alivio. La rubia sonrió y pasó a hacerle mimos en el cabello, logrando alejar aún más los sentimientos ansiosos y angustiantes que Camila estaba sintiendo.

— Tú sabes qué es lo que pasa —susurró—cuéntamelo.

— ¿Qué es lo que quieres saber?

— Todo.

Aun sin quererlo en realidad, Camila se alejó para poder mirar fijamente a Christina, queriéndole demostrar toda su seriedad sobre el tema. La mano de la rubia pasó a reposar en su nuca, lo cual le hizo un poco de cosquillas, pero las ignoró mientras mantenía el contacto visual.

— Es un poco largo.

— Tengo tiempo.

Christina se echó hacia atrás y miró su techo, analizando qué era lo que podía contar y qué era lo que no; sin embargo, su silencio fue tomado como una negativa para hablar por parte de Camila, así que insistió más.

— Me pediste que te dijera si Ryan actuaba raro o algo con Tatiana, y eso fue hace más de un mes. Al inicio pensé que tan solo estabas siendo sobreprotectora con tu mejor amiga porque no conocías a Ryan, luego pensé que solo estabas siendo paranoica, pero ahora… —volvió a levantar la cabeza y le miró— siento que no era solo eso.

Sabía que en ese argumento había un tácito “merezco saberlo”, y no podía objetar nada contra ello puesto que era cierto. Camila le ayudó sin cuestionarla en todo momento, no preguntó de más ni habló con los demás sobre el tema; hasta cierto punto le sorprendía que hubiera pasado todo ese tiempo sin pedirle explicaciones.

Aunque la respuesta al porqué de ello era bastante sencilla, en realidad: Camila era de las personas que, inconscientemente, no se inmiscuía en problemas ajenos para evitarse problemas a sí misma. En otras palabras, si veía que algún asunto podía ser problemático, le restaba importancia y pasaba de largo. No obstante, que no se malinterprete que Camila ignoraba a las personas que tenían problemas, claro que les tendía una mano y les ayudaba si estaba a su alcance; pero si el asunto no era tocado o consultado directamente, no presionaba por ello.

Este asunto, por su parte, estaba sucediendo justo frente a ella y, por encima de todo, involucraba a amigas suyas. Era más que obvio que no era como si pudiera tan solo dejarlo pasar.

— Y no lo era —contestó al fin Christina volviendo a enderezarse—. A ver, ¿por dónde empiezo?

Para no hacerla muy larga y darle vueltas al asunto, Christina contó todo lo acontecido desde el inicio de la relación de Tatiana y Ryan, acerca de cómo él le había chantajeado para empezar a salir y amenazándola de hacer pública una información privada si es que le contaba a alguien. El cómo ella se había enterado, junto a Emily, acerca de lo que pasaba por una nota que les mandó Tatiana y que llevaban todo ese tiempo buscando alguna forma de sacar a Tatiana de toda esa mierda.

No mencionó en ningún momento sobre la relación de Emily y Tatiana ni que el chantaje giraba alrededor de una foto de estas dos besándose. Si bien contarlo le habría facilitado algunas explicaciones, sintió que aquel tema era personal y quienes debían contarlo y sacar a la luz su relación eran las mismas Emily y Tatiana.

Cuando finalizó de hablar esperó que Camila le asaltara con un montón de preguntas o que se enojara y comenzara a decir grosería y media; sin embargo, todo lo que recibió fue un largo silencio. Cuando se giró a verla pudo notar en su rostro una expresión de completa incredulidad, casi como si no diera crédito a todo lo que acababa de escuchar, pues, para ella, todo parecía sacado de una trama de una historia de cuarta de internet en un sitio poco conocido.

Camila estuvo a la espera de que Christina dijera que se trataba de una broma de mal gusto y que había una cámara escondida detrás de su almohada, pero ese momento nunca llegó. Al darse que cuenta que no se trataba de una broma, poco a poco su semblante fue cambiando: de la incredulidad al desconcierto, del desconcierto a la confusión, y de la confusión al enojo.

Enojo puro. Sintió su sangre hervir y la tensión apoderarse de sus músculos.

Como cualquier otro ser humando promedio cuando está cegado por la ira, arremetió con lo primero que tenía delante: Christina. No recuerda exactamente qué dijo, pero sí que lo dijo gritando con frustración. La rubia no le respondió, tan solo dejó que se desahogara con ella, y eso le enfureció más.

Dio un largo respiro y se levantó del sillón, era incapaz de estar más tiempo estática. Caminaba de un lado a otro mientras hablaba en voz alta. Una que otra de sus frases aludía al hecho de que debieron haberlo dicho al resto del grupo, pero la mayor parte de lo que decía eran insultos, maldiciones e inventadas de madre dirigidas hacia Ryan.

Christina mantuvo la mirada gacha al principio estando a la espera de más reclamos, pero, aun así, no pudo evitar reír por lo bajo al ver a Camila yendo de un lado a otro y ahorcando a uno de sus peluches simulando que era Ryan. Justo cuando estaba considerando sacar su celular para inmortalizar la escena en un vídeo, Camila repentinamente se giró y avanzó hacia ella.

— ¡Tenemos que hacer algo! —exclamó tomándola por los hombros y zarandeándola.

— Estamos haciendo algo.

— ¡Su algo no sirve y demora mucho! ­—se alejó en su mismo estado de alteración— Le escribiré a los chicos, le darán una paliza.

— ¡No!

En un rápido salto Christina llegó a tomar la muñeca de Camila antes de que siquiera esta pudiera desbloquear su celular. Forcejearon un poco, ambas tenían casi la misma fuerza, pero dada la diferencia de altura, Christina tenía un poco de ventaja.

— ¡No puedes decirles!

— ¿¡Por qué no?!

— Ryan se dará cuenta que Tatiana nos contó lo que pasaba y publicará la información que tiene de ella.

Con ese argumento sobre la mesa Camila se calmó un poco, pero continuó mirando con molestia a Christina quien, solo por si las dudas, seguía sujetándola con firmeza por las muñecas.

— Entonces vamos con los profesores, podrán hacer algo.

— No lo dudo, pero eso tampoco evitaría que Ryan haga público lo que tiene.

— No lo haría, todos sabrían que fue él.

— Lo haría —contestó al instante sin duda alguna—. Es un imbécil, un psicópata y tiene dinero; así que lo hará. Tal vez no ahora, pero lo haría tarde o temprano.

Por mucho que odiara admitirlo, algo de razón había en las palabras de la rubia. Se deshizo del agarre y fue a sentarse, se recostó sobre su espalda y llevó las manos a su rostro, soltando un largo y gran lamento mientras seguía maldiciendo.

— ¿Con qué diablos la chantajeó?

— Algunas cosas personales que Tatiana prefiere mantener en privado.

Caminó hasta llegar al sillón y sentarse al lado de la ojicafé, quien se encontraba mirando el techo sin real interés mientras sus pensamientos iban a mil por hora. Christina la imitó, pensando ella misma en sus propios asuntos y el cómo proceder de ahora en adelante. Con lo que le había contado Camila ahora estaba segura que Ryan buscaría la manera de acercase a Emily, aunque tal vez no lo haga de manera tan evidente.

Y cuando eso pase será el momento perfecto para arruinarlo de una vez por todas.

— ¿Y ahora qué?

La respuesta provino de Christina, mas no de su boca, sino de su estómago quien gruñó en son de reclamación por algo de comida. Lo inesperado del momento logró alejar toda la gama de emociones negativas de Camila para robarle una larga carcajada. Christina acompañó su risa, pero de manera más suave mientras trataba de disimular sus inmensas ganas de querer lanzarse por la ventana en ese mismo momento.

Ambas salieron del cuarto con dirección al comedor. Camila pensó en irse, pero por petición –e insistencia– de Christina se quedó a comer. Mientras almorzaban charlaron de cosas triviales y sin importancia, ambas querían pasar un buen rato mientras llenaban sus estómagos. Además, ahí no tenían la privacidad requerida para tocar ese tema.

Al terminar, Christina acompañó a Camila hasta la salida. Se ofreció a llevarla hasta su casa, pero ésta se negó diciendo que prefería caminar para intentar despejarse de todo lo que habían hablado.

— Camila, lo que te conté…

— No se lo digo nadie, lo sé —la rubia se sorprendió un poco ante la rápida respuesta y no pudo evitar sonreír apenada.

— Siento pedirte todo esto.

— No es nada. Tan solo prepárate porque planeo volver a traer más recetas experimentales para que las pruebes.

Rio por lo bajo y asintió de acuerdo, aludiendo que tendría listo su paladar y su estómago para cuando ese momento llegase.

•     •     •

El día jueves transcurrió al igual que los días anteriores, aunque el entusiasmo por el fin de semana era mucho más palpable y notorio. Pero, fuera de eso, el resto de la rutina de los alumnos continuó como usualmente es.

O bueno, casi como solía serlo.

A mitad del primer receso Camila apareció en el salón y se acercó hacia donde estaban Emily, Joseph y Christina quienes, al notarla, no pudieron evitar mirarla con algo de sorpresa, sobre todo los dos primeros, pues la rubia se hacía una idea del porqué la chica se encontraba ahí. «Sí lo veo, me dan ganas de golpearlo», fue el pensamiento que Camila tuvo y que, de alguna manera, llegó a ser comprendido por Christina, a pesar de que no haya sido dicho en voz alta.

Con un poco de timidez, Camila preguntó si podía quedarse con ellos el resto del receso aludiendo que no le apetecía estar en la cafetería ese día. Joseph le dijo que era tonta por preguntar algo tan obvio. Un poco más animada, la ojicafé tomó asiento justo detrás de Emily y no tardó en unirse a la conversación que retomaron los otros tres.

Si bien Camila nunca había llegado a hablar tanto con Joseph o con Emily no se le hizo difícil es sentirse cómoda con ellos. El pelirrojo tenía facilidad de palabra y un montón de anécdotas divertidas para contar; y Emily, si bien no hablaba mucho, era bastante expresiva durante la conversación, rematando muy de vez en cuando con algún comentario sarcástico. Christina tampoco se quedaba atrás, fluía bastante bien con ambos y buscaba siempre integrarla en la charla.

Un trío bien engrasado, por decirse de alguna manera. Si se dio de manera natural o por el tiempo que habían pasado juntos, no estaba segura, aunque Camila imaginaba que era una combinación de ambos.

Cuando la campana sonó el tiempo pareció haberse ido volando para los cuatro. Detuvieron su charla acerca de la teoría Pixar y, con algo de pereza, se mentalizaron para la clase que seguía. Christina y Camila se despidieron con un gesto y volvieron a sus asientos donde justo el resto del grupo se estaba acomodando también.

Fernanda se quejó con Camila el hecho de que su “ida al salón a recoger algo” se volvió en un viaje de solo ida. Le preguntó si era porque se sentía mal, la abdujeron o se había encontrado a escondidas con el chico que solía pegársele en los recesos.

— ¿Cómo supiste?

— No jodas —sonrió de oreja a oreja—, ¿te encontraste con el chico?

— No, me adujeron. Soy un reptiliano ahora.

La capitana volvió a replicar ante la falta de seriedad de Camila, pero la ojicafé siguió insistiendo tanto con el tema de la abducción que, por un momento, Fernanda se lo creyó.

Las siguientes tres horas, fuera del hecho que Fernanda parecía más pendiente de Camila por si sus pupilas cambiaban, pasaron con relativa normalidad.

Al momento que la campana sonó, Alejandro, quien había llegado antes al salón, justo dio el pase libre para que todos salieran y fueran libres por menos de media hora.

Camila se estiró en su sitio antes de comenzar a guardar sus cosas, pero segundo a segundo su paciencia comenzó a esfumarse. Se giró hacia Fernanda, quien invadía su espacio personal, y le dedicó una mirada enojada.

— Si me sigues viendo te clavaré mi lápiz en el ojo.

— Quieres matarme, ¿eso es porque eres reptiliana ahora?

— Nah —negó David—, esas ganas asesinas siempre las tiene.

Sabía que sus amigos estaban jugando y que Fernanda solo se estaba haciendo la tonta con el tema de la aducción para seguir la broma —o al menos eso quería creer—, pero eso no impedía que tanta atención le resultara incómoda.

— Lo de la abducción era una broma —dijo mientras se levantaba—, así que deja de verme, no me saldrá cola ni me comeré alguna mosca.

— Dudaré con lo de la mosca, pero lo tomo —se encogió de hombros, pero pronto su cara volvió a tener una sonrisa de oreja a oreja—. Entonces, ¿sí te encontraste con él?

Si no era una cosa, era otra. Camila suspiró exasperada y, sin delicadeza alguna, quito la cara de Fernanda con la mano de su camino. Caminó hasta la puerta, aunque no pensaba salir ni nada, tan solo quería tener un momento tranquilo sin la insistente Fernanda a sus espaldas.

Amaba a su amiga, pero también amaba su espacio y calma.

— Ahí estabas, te desapareciste todo el receso.

Aunque parecía que ese día le estaba costando encontrar un momento de calma.

Con desgano, se giró hacia Ryan y le dedicó una mirada de puro desinterés. El rubio se quedó en la puerta junto a ella sin entender del todo el mal humor de Camila. A diferencia de Chris, Emily y Tatiana, Camila no era muy buena escondiendo lo que sentía, tampoco es que lo intentara mucho que digamos.

— ¿Qué pasa? —preguntó confundido— ¿Estás molesta?

— No —dijo molesta.

Antes de que Ryan vuelva a preguntar algo el resto del grupo se acercó a ellos. Tatiana, como robot, se posó al lado del subcapitán, quien no tardó en pasarle el brazo por los hombros. Ver aquella escena antes hubiera enternecido a Camila, pero ahora solo le hizo bufar por lo bajo.

Hicieron ademan de irse a la cafetería, pero Camila no les siguió diciendo que estaba cansada y prefería quedarse en el salón.

— ¿Es eso o vas a encontrarte con el chico? —preguntó Fernanda divertida.

— ¿Qué chico? —Marcelo intercaló la mirada entre ambas, confundido, y no era el único.

Camila iba a responder que no era eso, pero alguien más le ganó la palabra.

— Yo soy el chico —Christina apareció y entrelazó su brazo con el de Camila, la ojicafé solo la miró confundida—. Me la robaré por hoy, si nos disculpan.

Se abrió paso entre el grupo y, aun con Camila entrelazada a su brazo, comenzó a caminar con dirección a los baños. Camila no entendía muy bien que estaba pasando, pero tampoco intentó librarse o negarse, tan solo se dejó llevar por la rubia. Confiaba en ella.

Al llegar al baño Christina finalmente liberó el brazo de Camila, se acercó a los lavados y se miró en el espejo, simulando estar arreglando algo en sus ya perfectas y largas pestañas.

— Gracias por eso, se iba a volver molesto.

— No hice nada —le restó importancia—, y si realmente te ibas a ver con alguien entonces capaz no fui de mucha ayuda.

— Por Dios, ¡no me veré con nadie! —exclamó exasperada— Fernanda solo me vio hablando con alguien mientras hacía cola en la tienda. Solemos cruzarnos seguido, por eso comenzó a molestarme con él.

Christina rio y le restó importancia al asunto con una broma diciendo que no necesitaba explicarle nada, aunque en el fondo estaba un poco aliviada de que lo haya hecho.

Salieron del baño y fueron directo hacia el salón donde encontraron a Joseph y Emily en el lugar de siempre. Cogieron un par de aperitivos que ambas habían traído de sus respectivas mochilas y se acercaron a ellos. Tal y como en el receso, la charla entre los cuatro no tardó en surgir de manera natural.

Volvieron a sentir que el tiempo pasó volando cuando la campana sonó. Todos regresaron a sus aulas y se dirigieron a sus respectivos asientos para atender las últimas horas de clase las cuales, a diferencia del receso y del almuerzo, parecían durar una eternidad. Por ello, cuando la campana sonó fue un alivio para todos los alumnos.

Los que pertenecían a algún club se quedaron si es que les tocaba práctica, algunos fueron a pasar el rato con sus amigos, y otros tan solo se dirigieron a sus casas.

Y así el día viernes llegó.

Notas finales:

Gracias por darse el tiempo de leer, significa mucho :)

Nos leemos más adelante<3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).