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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Notas del capitulo:

Wenaas, aquí les traigo un nuevo capítulo de esta historia, espero les guste<3

Mientras daba las indicaciones para los ejercicios de calentamiento, David aprovechó para hacer un recuento de los miembros de su equipo. Solo faltaban dos; uno ya le había anticipado tanto a él como al entrenador el motivo de su tardanza, pero el otro no se había manifestado para nada, al menos con él. Se había acercado a su entrenador para preguntarle un par de veces si sabía algo de Ryan, pero la respuesta siempre fue negativa.

Faltaba media hora para que el campeonato comience, pero el subcapitán no daba señales de aparecer.

— ¿Aún nada?

Se limitó a un simple movimiento de cabeza para contestarle a Marcelo. Él también había estado tratando de contactar a Ryan, pero desistió convencido de que, si el rubio no le contestaba a David, no le contestaría a nadie más. Puede que Tatiana supiera algo, pero la ojimiel dijo que no había hablado tampoco con él.

— Aún falta para que empiece, tiene chance de llegar.

Lo intentó, pero no pudo compartir el optimismo de su amigo. Suspiró frustrado y volvió a ver sus mensajes. El subcapitán tenía el visto y la última conexión desactivada, así que ni siquiera sabía si es que seguía vivo o lo había leído. Desistió de llamarlo por décima vez ese día, ya se había hartado de oír el buzón de voz.

Solo dejó de ver su celular cuando su entrenador los volvió a llamar para un último estiramiento antes del juego, pero ni el ejercicio, que normalmente lo despejaba, pudo ayudar mucho con la preocupación que sentía. Intentó desviar su atención jugando con la pelota un rato, eso lo ayudó un poco. Pensó en mirar otra vez su teléfono, pero dada la hora estaba convencido de que Ryan no iría; y ya sea con él o sin él, su trabajo como capitán era enfocarse en el juego.

Marcelo se le sumó en su pequeño juego y ambos lograron apaciguar tanto su ánimo como la tensión que sentían, aunque tuvieron que detenerse cuando el entrenador llamó a David para decirle que designara a un subcapitán sustituto. Había hablado con el padre de Ryan y él le había dicho que su hijo se encontraba indispuesto, así que no podría asistir.

Tener al fin noticias del rubio logró aliviarlo un poco, a pesar de que no eran las mejores ni las que le hubiera gustado recibir. Decidió no indagar más al respecto, al menos no en ese momento, en poco el campeonato iniciaría y quería enfocarse en el juego. No dudó en hacer a Marcelo subcapitán provisional y, ya mentalizado, comenzó a dirigirse a la cancha con el resto de su equipo.

•     •     •

Cuando despertó no fue por la alarma que había programado hace dos horas, esa la había apagado en sueños, sino por el persistente sonido de mensajes en su celular. Con pereza y aun con los ojos cerrados, Tatiana tomó su celular tan solo para bajarle todo el volumen a las notificaciones y volverlo a tirar a algún lado.

Se acomodó entre las sábanas y volvió a acurrucarse. Ya no hacía tanto frío como hace unos meses, pero su piel estaba fresca y quería darle algo de calor. Quiso rodar en la cama, pero su cuerpo le dolía y su cerebro aún no despertaba del todo para recordar el porqué. Intentó volver a dormir, pero su sueño ya había sido perturbado y su mente ya se había hecho consciente de su dolor corporal. Sin quererlo, se despertó.

Tardó un poco en enfocar su habitación, las blancas paredes, sus sábanas desordenadas y la chica pelinegra que dormía plácidamente a su lado. Tatiana siempre es un poco más lenta de lo normal cuando recién se levanta, aún más cuando es despertada contra su voluntad, así que le tomó unos segundos rememorar todo lo sucedido el día anterior.

Es decir, rememorar todo lo sucedido.

Sus mejillas se tiñeron de carmín a la par que el sueño abandonaba su cuerpo. Ya despierta y más pensante, fue consciente de su propia desnudez, eso explicaba porque sentía más frío de lo normal. Miró de nuevo a Emily y comprobó que ella estaba en las mismas, por lo cual le acomodó más las sábanas lo más despacio posible.

No quería despertarla, así dormida se veía demasiado tranquila como para hacerlo. No se atrevió a acariciar su rostro, pero sí dejó sus manos reposando juntas y con las puntas de sus dedos rozándose.

Su rutina usual sería revisar el celular un rato antes de dignarse a levantarse para cambiarse y hacerse algo de desayunar, pero lo único que pudo hacer fue examinar el rostro de su novia. Su largas y negras pestañas, sus labios entreabiertos y ligeramente rojizos, su suave respiración que hacía que su pecho subiera y bajara.

Le parecía surrealista tenerla a su lado y que haya pasado lo que pasó el día de ayer; es decir, hace menos de un día estaba fingiendo se la novia de Ryan y no podía si quiera ir a hablar con Emily. Y ahora ahí estaban, las dos desnudas bajo las sábanas, otra vez juntas como si el tiempo no hubiera pasado.

Su corazón estaba calmado y lleno de calidez otra vez.

Con cuidado, entrelazó sus dedos con los de Emily tan solo por el deseo de ver sus manos entrelazadas y estar segura que no desaparecería si la tocaba. Sonrió en cuanto, entre sueños, Emily le dio un ligero apretón, aferrándose inconscientemente a ella.

No supo cuánto tiempo estuvo así, callada y embelesada. Pero para cuando salió de su ensoñación fue porque Emily comenzó a moverse y, con lentitud y pereza, a abrir sus azules ojos.

Al igual que Tatiana, tardó unos segundos en orientarse y recordar todo. Miró un poco confundida a Tatiana, pero cuando estuvo más consciente no tardó en sonreírle y entrelazar aún más sus manos.

— Buenos días —susurró con voz ronca.

— Buenos días.

— ¿Estás despierta desde hace rato?

— No —mintió—, me levantó un poco antes que tú.

Vagaron un largo rato en la cama. Tatiana divagaba acerca de qué podrían desayunar mientras que Emily decía con emoción que ella le ayudaría en la preparación. Al principio la ojimiel se negó diciendo que mejor se bañara en lo que ella preparaba algo rápido, pero el puchero de su novia le hizo imposible seguir negándose. Aunque igual decidieron ambas darse una ducha rápida.

Tatiana fue la primera en levantarse, pero con algo de recelo y llevándose la sábana consigo para cubrir su desnudez. Aun así, aquello no evitó que Emily pudiera ver parte de su piel que aún estaba al descubierto y al alcance de sus ojos. Recorrió con su azul toda la extensión que se presentaba ante ella, sonriendo cada que encontraba una marca suya en esa piel bronceada.

No miró con obviedad, pero tampoco con tanta discreción, por lo que Tatiana no tardó en atraparla con sus ojos en ella. Emily sonrió con inocencia, pero Tatiana apartó la mirada avergonzada y con las mejillas encendidas. Se dispuso a salir de la cama mientras cogía el polo de su pijama para ponérselo, pero fue detenida por una mano en su hombro. Al girarse se topó con Emily a escasos centímetros de ella, quien la sorprendió con un beso.

— Es de buenos días.

Tardó un poco en procesar lo dicho por su novia, en parte por lo inesperado del gesto, y en parte porque, a diferencia de ella, Emily no había llevado consigo la sábana para cubrirse. Solo supo que su mirada estaba fija en el pecho de su novia cuando esta le llamó la atención diciendo que sus ojos estaban más arriba.

Sin pensarlo mucho, Tatiana devolvió el beso con un poco más de fuerza. Dejó de apoyarse en su izquierda para sujetar el rostro de Emily y atraerla más hacia ella. Había estado conteniéndose desde que vio a la ojiazul despertar desnuda bajo sus sábanas, tratando de no abalanzarse para besarla y volver a sentirla como el día de ayer. Lo que no sabía es que Emily no quería que se contenga, y esta se lo hizo saber poniendo los brazos alrededor de sus hombros.

Ninguna entendía bien porque de pronto la necesidad de estar juntas y fundirse con la otra se había acrecentado e intensificado tanto. Es decir, claro que estaba presente antes del todo el caos que habían pasado, pero ahora que podían estar juntas de nuevo era como si se hubiera multiplicado por mil. Cada beso, roce o contacto parecía mínimo si no lo profundizaban, no las saciaba si no lo repetían.

Fue parecido a cuando tuvieron su breve encuentro en los vestidores del centro comercial. Fue un beso que poco a poco subía de nivel y les exigía hacer mucho más, y lo hubieran hecho de no ser por la interrupción que tuvieron. Al día siguiente, en lugar de estar más tranquilas, tan solo tenían más ganas de repetirlo, de volverse a encontrar para intentar fundirse.

Ahora se sentían igual. Si bien la noche anterior habían desatado todos sus sentimientos entregándose la una a la otra, parecía no ser suficiente. Sus cuerpos aún se llamaban y sus ojos, en medio de la trivial charla que tuvieron cuando despertaron, seguían desviándose e intentando ver más allá por debajo de la sábana.

Era como si intentaran compensar el tiempo que estuvieron lejos de la otra.

En algún punto cayeron a la cama, una al lado de la otra, mientras seguían besándose. Sus manos comenzaron a vagar y sus piernas, a entrelazarse. Se fueron pegando de a poco, de vez en cuando se alejaban para tomar un poco de aire y, luego de una efímera mirada, volvían a unirse, cada vez en un beso más apasionado y mojado que el anterior. La excitación volvía a hacerse presente en ellas y los movimientos sincronizados de sus caderas era una prueba de ello.

— ¿Tienes que irte temprano hoy? —preguntó susurrante entre besos.

— No —contestó dándole una suave mordida—, tengo tiempo.

No hubo más charla entre ellas, al menos por el momento. Siguieron besándose perdidas en su propio mundo, ignorando sus celulares debajo de las almohadas y llenos de notificaciones.

•     •     •

— ¿No contestan?

— No, Tatiana ni siquiera ha visto mis mensajes.

— Emily tampoco me responde.

Christina y Joseph intentaron llamar por última vez a sus respectivas amigas de la infancia, pero volvieron a ser enviados al buzón de voz. Camila, quien también trataba de contactar con las dos chicas, desistió de enviar un solo mensaje más y aconsejó a los otros dos de hacer lo mismo. Tendrían que ver sus celulares en algún momento y darán una señal de vida. En ese momento lo mejor sería apoyar a sus amigos en sus respectivos juegos.

No está de más decir que estaban un poco preocupados al no saber nada de sus amigas desde ayer con todo lo que había pasado, si bien Christina dijo que las había visto a ambas bien ayer en la noche, un mensaje ese día no estaría de más. Camila era la más ansiosa, aunque tratara de disimular que no, su rápido movimiento de pie la delataba.

It’s okay —dijo Christina en su oído alzando un poco la voz para que la escuchara en medio del bullicio del público—, aparecerán tarde o temprano.

Posó su mano en la pierna que la ojicafé estaba sacudiendo, dándole ligeros mimos para intentar calmarla, lo cual logró al cabo de unos minutos. Camila, otra vez, se relajó bajo su toque, respiró hondo y se concentró de lleno en el juego del equipo de básquet.

Por suerte, los primeros partidos de sus amigos empezaban en diferentes horarios, así que les daba tiempo para ir a animar a cada uno. Más tarde, si es que lograban pasar a las siguientes rondas, sí que se cruzarían los juegos, pero ya podrían lidiar con eso luego.

Fue alrededor de medio día, cuando estaba a punto de empezar la hora libre para todos, que Tatiana y Emily finalmente aparecieron. Llegaron agitadas y yendo directo a disculparse con todos por haber llegado tarde ese día y haber faltado a la salida de ayer. Camila y Antonio le restaron importancia al asunto; pero David, Marcelo y Fernanda se hicieron los ofendidos por una media hora hasta que les compraron comida en son de disculpa.

Como lo esperaba, Tatiana fue interrogada acerca de Ryan, sobre si lo había visto o había hablado con él, pero ella tan solo negó todo diciendo que no sabía nada él desde ayer. A pesar de que su respuesta decepcionó a sus amigos –en especial a David y Marcelo–, estos trataron de apaciguar el ambiente bromeando con ella y diciéndole que tenía que cuidar mejor de su novio.

Las bromas no le causaron más que incomodidad, pero no podía culpar a sus amigos quienes no sabían nada de lo acontecido por hacerlas, así que solo río con ellos. Aunque en cuanto notó la incomodidad también en el rostro de Emily no tardó en cambiar rápidamente de tema hacia los partidos que habían tenido. Al instante sus amigos se emocionaron más, pues todos habían ganado sus juegos.

Aún quedaban 10 minutos de hora libre antes que los partidos se reanuden, pero Fernanda, Antonio, Marcelo y David ya tenían que marchar aludiendo que querían pasar algo de tiempo con sus compañeros de equipo antes de que tengan que jugar otra vez.

Al quedar solos, Camila dijo que sería mejor organizarse para poder ir a animar a todos en sus partidos. Primero empezaba el partido de Fernanda, y luego, casi simultáneamente, iniciarían los de David, Marcelo y Antonio. Así que decidieron primero ir a ver al equipo de vóley, luego el de básquet y, al final, el de fútbol dado que era el que más duraba. Si Fernanda seguía jugando también se darían un tiempo para ir al verla otra vez.

Si bien se habían organizado, a la hora de trasladarse de un partido a otro fue más trabajoso de lo que habían pensado. Dejando de lado que el lugar era enorme y las canchas estaban alejadas, había una considerable cantidad de gente que impedía el libre tránsito, y cuando llegaban era una batalla conseguir un buen sitio para ver a sus amigos.

No obstante, lejos de quejarse, tan solo reían mientras acompañaban sus viajes con bromas que, de vez en cuando, les desconcentraban y casi les hacen caer. Joseph tropezó dos veces, pero quien cayó al final, para sorpresa de todos, fue Christina. Fue tan desconcertante e inesperado que fue como si todos vieran en cámara lenta como la rubia caía de cara mientras exclamaba palabrotas en inglés.

El primero en estallar en risas fue Joseph, secundado por Camila, Tatiana y Emily. Con la dignidad en el piso, pero con el estilo aún en el cielo, Christina quiso aparentar que nada pasó a pesar que sus mejillas estaban rojas de la vergüenza. Ignoró por completo las burlas de los demás por la siguiente media hora y se concentró en gritar lo más que podía las barras para ahogar las risas en el bullicio.

Aun así, Camila hacía de todo para rememorar el momento y volver a reír. Hacía bromas con Joseph al respecto, también lo hizo con Tatiana y Emily, pero en cuanto notó que ambas reían y susurraban entre ellas tan solo las dejaba ser. Hace tiempo que no las veía así de felices, así que mantendría su burbuja si es que eso alargaba aún más la sonrisa de sus amigas.

Para cuando el evento estuvo llegando a su fin ya eran casi las cinco de la tarde. Todos los del grupo habían terminado sus partidos de ese día, no podían estar más alegres ya que todos habían pasado de ronda y jugarían también el siguiente fin de semana. Está de más decir que Joseph, Christina, Camila, Tatiana y Emily aseguraron ir para apoyarlos otra vez.

Se propuso irse todos juntos, pero David, Marcelo, Antonio y Fernanda se negaron diciendo que saldrían con los jugadores de sus respectivos equipos a celebrar, pero que podían salir otro día sin problema. Así que tan solo se despidieron y tomaron diferentes caminos.

En el camino de regreso, los que no pertenecían a ningún club deportivo no tardaron en rememorar la caída de Christina. La rubia solo giró los ojos y aguantó las burlas hasta que salieron del complejo deportivo y visualizó a su chofer. Sabía de antemano que no harían hora en algún lugar, pues había sido un día largo y agitado para todos, así que tan solo se giró y preguntó.

— ¿Alguno quiere que lo deje en su casa?

De forma casi instantánea, Camila entrelazó su brazo con el Tatiana y se propuso a ambas, a pesar de que la ojimiel tenía la esperanza de irse con Emily. Sin embargo, cuando se giró en busca de respaldo, la ojiazul ya tenía su brazo entrelazado con el de Joseph.

— Yo llevaré a Emily.

— ¿Qué…? Pero yo…

— Me tomé la libertad de decirle a Michael que hoy te llevaría yo —sonrió inocente—, así que vamos.

Ambas chicas fueron llevadas en direcciones opuestas a pesar de su confusión y reclamos, pero en vista de que no iban a poder librarse de sus amigos, quienes parecían haberse puesto de acuerdo con antelación sobre esto, se miraron por última vez y se despidieron con una sonrisa. Luego podrían hablar y contarle a la otra cómo fue su secuestro; al fin y al cabo, ya no había nadie que se los impidiera.

Una vez en el carro de Christina, esta dio indicaciones para pasar primero por la casa de Tatiana, pues era la que más cerca quedaba. El auto arrancó, pero en lugar de tomar la ruta habitual, Tatiana notó que iba por otras calles, lo que le hizo pensar que tal vez incluso el chofer estaba metido en todo ello e iría por la ruta larga.

— Entonces… —comenzó a decir girándose hacia Christina— ¿De qué se trata todo esto?

— Pregúntale a ella.

Con su mirada indicó al otro lado del asiento, Tatiana volteó y se topó con Camila cruzada de brazos y viéndola con clara molestia. No supo la razón, pero se sintió intimidada al instante. Solo había visto a su amiga molesta unas dos o tres veces en el pasado, y ninguna de esas había sido un problema con ella. Por lo general Camila era bastante tolerante y relajada; por ello, que algo le incomodara era señal de que de verdad era algo serio.

— ¿Q-Qué?

— ¿Por qué mierda te guardaste todo desde el principio? —aunque hablaba, se notaba la irritación en su voz— ¿Por qué no nos contaste lo que pasaba?

Su cabeza hizo click al instante. Recordó que fue Camila quien le dijo donde estarían Emily y Ryan el día de ayer, y si bien aquello le había dado un indicio de que estaba al tanto de lo que pasaba, no tuvo tiempo de preguntarle por ello más a fondo. Pero ahora, con lo que le preguntaba, no le quedaban dudas.

Se quedó callada sin saber que decir, la mirada acusadora de su amiga tan solo le hacía sentir vergüenza de sus acciones, del hecho de tener que admitir que, a pesar de ser amigas, no supo contarle lo que pasaba. Estaba atorado en su garganta el decir que tuvo miedo de que lo le dirían y del cómo la mirarían.

— Lo siento.

— ¡No quiero que te disculpes! —exclamó más irritada, pero su voz comenzó a ahogarse— No eres tú…quien debe disculparse.

Dado que tenía la mirada gacha no lo notó al instante, solo fue cuando escuchó el espasmo de su amiga que notó que ésta estaba llorando. Tatiana la miraba estupefacta y sin saber cómo reaccionar. Si las veces que la había visto molesta eran poquísimas, las que le había visto llorar eran inexistentes.

— Tú no debes disculparte por nada —trató de limpiarse las lágrimas, pero estas seguían brotando si tregua—, es ese imbécil quien debería hacerlo. Pero también…nosotros deberíamos disculparnos contigo…por nunca haberlo notado.

Desde que se había enterado de todo Camila se había sentido molesta; pero, sobre todo, frustrada consigo misma por nunca haber intervenido ni dicho algo cuando notó a Tatiana actuar raro. Solo que nunca fue consciente de que tanto se sentía así hasta ese momento.

— No es culpa de ustedes, yo no les dije nada así que claro que no sabrían —a pesar de que lo dijo para consolarla, sus propios ojos se llenaron de lágrimas—. Yo…yo solo tenía miedo de cómo reaccionarían, de si se pondrían de mi lado o solo me mirarían raro.

— Nunca haríamos eso —aseguró y, en medio de sus lágrimas, sujetó la mejilla de Tatiana para mirarla a los ojos—, te queremos demasiado, idiota.

Esas palabras hicieron sentir seguro al temeroso corazón de Tatiana, aferrándose a ellas para calmar el miedo que le deba desvelarse ante alguien. Abrazó a Camila con fuerza y lloró en su hombro, y la susodicha hizo lo mismo con ella.

— Perdón, perdón en serio.

— Ya te dije que tú no tienes nada de qué disculparte —reprendió, pero esta vez entre ligeras risas.

Se quedaron así un buen rato, para cuando se separaron ya estaban mucho más calmadas, aunque sus caras eran un desastre. Camila preguntó acerca de lo que había pasado, pues, si bien estaba al tanto, quería saber también la versión de Tatiana. Escuchar ahora la versión de ella, quien había tenido que pasar por todo eso, tan solo hizo que su sangre hirviera.

— En serio quiero golpear a ese imbécil.

— Tranquila, Tati ya le dio su merecido —intervino Christina luego de haber estado en silencio todo el rato—. Y Joseph lo remató también.

— No me calma, quiero golpearlo yo misma.

— Espera —interrumpió Tatiana—, ¿Joseph lo golpeó? ¿Por qué?

— Cierto, ustedes ya se habían ido cuando se pelearon.

— ¿Se pelearon? ¿Por qué?

— Digamos que se enteró de todo porque Ryan le dijo, pero no se lo tomó de la mejor manera.

— ¿Todo…? —procesó unos segundos y sus ojos se abrieron— ¿Te refieres a que él sabe sobre…?

Yes.

Camila miró de Tatiana a Christina y de Christina a viceversa. Parecía que hablaban en código ahora y se sentía fuera de la conversación. Con lo poco que había escuchado y la información previa que tenía intentó descifrar de qué se trataba, pero no pudo llegar a nada en concreto.

— ¿De qué hablan? —preguntó llamando la atención de ambas chicas— ¿Qué es lo que sabe Joseph?

Christina y Tatiana intercambiaron una larga mirada. Por un lado, Tatiana parecía dudosa y, otra vez, temerosa; por el otro, Christina parecía animarla a contar quien sabe qué. Camila solo observaba su silenciosa conversación más curiosa que antes.

Go for it.

Tatiana, aún con un poco de duda, se giró hacia Camila, quien le seguía mirando con curiosidad y expectación. Tomó un largo respiro para darse valor a sí misma y ordenó lo que iba a decir en su cabeza.

— A ver, ¿por dónde empiezo?

•     •     •

Emily estaba cruzada de brazos y esperando que su amigo pelirrojo hablara, pero desde que habían entrado al auto Joseph se había mantenido callado y con un semblante pensativo, algo inusual en él. Por el tiempo que llevaban siendo amigos, la ojiazul sabía que aquellos momentos serios del chico era cuando quería hablar de un tema importante para él, pero que le resultaba difícil sacar a conversión.

Así que esperó.

No supo cuantos minutos le tomó a Joseph hablar, pero cuando lo hizo no se esperaba que tuviera ese inicio de conversación.

— Tú… ¿Estás bien?

— Algo cansada, pero todo bien. ¿Y tú?

— Igual, me duele un poco el cuerpo, pero nada del otro mundo.

El silencio volvió a reinar entre ellos. Tenía pensado volver a esperar en silencio a que el pelirrojo hablara de lo que tenía en mente, pero el ambiente se estaba tornando tan pesado y tenso que le estaba llegando a incomodar, así que decidió tomar ella la palabra.

— ¿De qué querías hablar?

— Eh… Yo…

Lo tenía en la punta de la lengua. La pregunta que quería hacer había estado en la punta de su lengua todo ese rato, pero no estaba seguro de cómo decirle sin parecer un idiota que carecía de tacto. Y es que no sabía cómo sacar el tema de Ryan y decirle que él sabía sobre su relación con Tatiana tan de la nada, pues, para Emily, él no sabía nada de nada.

Volvió a organizar todo en su cabeza y trazó la ruta con más sentido que tenía para llegar de manera indirecta al tema que quería tocar. Si tocaba el tema antes de manera disimulada, cuando lo toque de lleno no sería tan sorprendente.

— Veo que Tat y tú habeís vuelto a ser amigas.

Nuevamente, Emily no se esperaba algo de ese estilo, pero el comentario había calentado un poco su corazón y sus mejillas.

— Sí…eso creo —quiso sonar indiferente, pero sabía que la sonrisa de su cara le traicionaba—. ¿Era eso de lo que querías hablar?

— Sí…bueno, no realmente; es decir, en parte, tiene que ver.

— Joseph…

— Ya sé sobre Ryan y Tatiana —soltó de manera automática dejando sorprendida a Emily—, ayer él quiso que lo ayudara y lo golpeé.

Por un momento reinó el silencio. Ninguno se miraba, tan solo procesaban lo que acaban de decir y lo que acaban de oír. Joseph, por su parte, se maldecía mentalmente por haber soltado todo de manera tan brusca y sin buscar el momento adecuado; Emily, por otro lado, trataba de entender lo poco que había dicho su amigo.

— ¿Tú sabes…? —aun sin terminar su pregunta, Joseph asintió— ¿Qué tanto?

En voz baja, Joseph contó lo que había pasado con Ryan el día de ayer cuando él había ido a buscar a Tatiana. El cómo había tratado de que lo ayudara mostrándole la foto de ambas, luego que él se enojó y ambos terminaron peleando. También que se topó con Christina y que había sido ella quien le había dicho que era mejor hablarlo directamente con ella.

Emily escuchaba todo con total atención procesando, a la vez, la información a mil por hora. Y mientras más escuchaba, más nervios sentía. No era tanto miedo; Joseph era su mejor amigo y sabía que no le haría daño, más estaba nerviosa por el cómo reaccionaría. Y no por lo de Ryan, no; sino por el tema de Tatiana el cual, estaba segura, ya sabía.

Cuando el pelirrojo terminó de contar su versión de los hechos se quedó en silencio esperando algún comentario o pregunta de Emily, pero esta se veía pensativa y no parecía intención de hablar.

— Entonces…ya sabes lo que pasó.

— Sí.

El ambiente volvió a caer en el silencio durante un largo rato.

— ¿Por qué…? —retomó él la palabra, un poco dudoso y cabizbajo— ¿Por qué no me dijiste nada?

El rostro decaído de su amigo le hizo sentir un flechazo de culpa por no haber confiado él desde un principio.

— Lo siento —susurró apenada—, cuando pasó todo tenía la cabeza en otro lado y…simplemente no sabía cómo hacerlo.

— Me llamabas y me decías, y ya —bromeó con amargura—. Así le hubiera dado una hostia antes a ese tío y tú no hubiera tenido que pasar tanto tiempo así.

— Queríamos actuar de manera más discreta, no golpearlo desde el inicio.

— Aun así, me hubiera gustado saberlo —no alzó la voz, pero sí habló con más fuerza para esconder el nudo que comenzaba a formarse en su garganta—. Así…hubiera podido hacer más por ti.

— Hiciste bastante por mí, Joseph —aseguró acercándose hacia él y tomándole de la mano—, siempre haces demasiado por mí.

— Esta vez siento que no hice nada.

— ¿No dijiste que le diste una paliza?

— Solo porque ese idiota pensó que lo ayudaría.

— Ahí está, hiciste lo que yo quise hacer durante tanto tiempo, gracias.

Irritado, Joseph se giró a verla por primera vez desde que habían entrado al vehículo. Al hacer contacto visual Emily notó que sus ojos estaban llenos de lágrimas no derramadas. Sin previo aviso el chico la tomó entre sus brazos y la estrechó con fuerza.

— Si me vuelves a esconder algo te odiaré.

— Dudo que lo hagas, pero lo tendré en cuenta —rio con suavidad mientras le devolvía el abrazo.

Se mantuvieron así un largo rato. En su amistad, si bien Joseph solía ser cariñoso con ella, sabía que eran gestos juguetones y típicos del chico; sin embargo, cuando se trataba de momentos serios como ese, los gestos de cariño disminuían y, si sucedían, solían tener el doble de significado de lo usual. Era un abrazo que transmitía un mensaje bidireccional: “estaré siempre que me necesites, no lo olvides”.

Aun cuando se separaron se quedaron apoyados un en el otro. El silencio volvió a envolverlos, pero ya no era un ambiente pesado como al inicio.

— Entonces, tú y Tatiana, ¿eh?

Y ahí estaba el otro tema que se había olvidado y que, al instante, logró tensarla de nuevo.

— Sí…

— Hacen buena pareja. No me lo esperaba, pero debí haberlo visto venir. Siempre sonreís cuando estás junto a ella.

El comentario que hizo lo soltó casi divagando y sin la intención de generar algún impacto, pero eso fue justo lo que hizo. Al instante en que dijo sus palabras, una roca invisible abandonó la espalda de Emily, quien suspiró aliviada casi de manera inconsciente.

— ¿Desde cuándo?

— ¿Desde cuándo qué?

— ¿Desde cuándo salen?

— ¿Quiénes?

— No te hagas la tonta mujer —zarandeó el hombro donde Emily se apoyaba, haciéndola reír—. Hablo de ustedes dos, ¿cuánto llevan? ¿Cómo pasó?

Soltó una última risa antes de quedarse en silencio, pensativa. Emily miró un punto aleatorio y volvió en sus memorias hasta el momento en que todo había empezado hace meses. Una nostalgia infinita se apoderó de ella al instante y, con un suspiro y una sonrisa, habló.

— A ver, ¿por dónde empiezo?

 

 

Notas finales:

Hay veces que, cuando tenemos problemas, no solemos apoyarnos en nuestros amigos o familiares para sobrellevarlo, y los motivos pueden ser diversos: no quieres "molestar" al otro con un problema ajeno, tienes miedo de que te juzgue o no te apoye, sientes que no servirá de nada hacerlo, etc. Y hay personas en que esto esta mucho más presente y les cuesta mucho más hablar con otros, en especial cuando se trata de una persona insegura.

Ese fue el caso tanto de Emily como de Tatiana, es especial de ésta última. Más adelante explicaré un poco más porque se sintió así, pero solo quería hacer esta aclaración para decir: 

Siempre hay alguien dispuesto a escucharnos, amigo, familia, escritora de internet, etc. Y creanme, contarlo es muy liberador, así que no se guarden todo wachines :)

En fin, espero que el cap les haya gustado, gracias por leer como siempre.

Nos leemos la otra semana<3


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