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Perdona si digo que te amo por Parepi_

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Notas del capitulo:

Holi, es más temprano de lo que suelo actualizar, pero tal vez más tarde no tenga tiempo de hacerlo.

Espero que les guste el cap<3

Los susurros y cuchicheos volvieron a hacerse presentes y, a cada segundo que pasaba, se hacían más y más fuertes. Todos intercambiaban palabras y señalaban con la mirada, ya no a ambas chicas, sino al chico rubio que estaba frente a ellas.

Ryan podía sentirlo, pero no era capaz de levantar la mirada de su celular. Aún no se había atrevido a reproducir el vídeo, no tenía que hacerlo tampoco. Sabía que se trataba del día viernes y la conversación que tuvo con Emily a las espaldas del edificio de artes, cuando había intentado chantajearla. Por la distancia que se veía en la toma dudaba que se escuchara algo sobre ese tema, al menos de manera nítida, pero, aún sin audio, su posterior actitud agresiva tampoco lo iba a dejar bien parado.

Los comentarios y likes de la publicación comenzaron a subir y multiplicarse. Sin poder hacer más puesto que no se atrevía a dar la cara, comenzó a leer los comentarios aun sin quererlo: Que era una basura, un cobarde, un imbécil, poco hombre, psicópata, etc. Los adjetivos degradantes seguían y seguían hasta que hubo perdido la cuenta en algún punto.

Solo despegó la mirada su celular cuando alguien lo tomó del cuello de su camisa de manera brusca. Dado sus heridas no pudo evitar soltar un leve gemido de dolor, pero toda dolencia física que le incomodaba pronto fue a parar a segundo plano cuando se topó con los negros ojos de David. Le estaba mirando con una ira tremenda, pero también con una gran decepción.

Tal vez fue en ese momento que Ryan recién fue consciente de todo lo que había hecho y, por primera vez en mucho tiempo, se sintió culpable y temeroso de las consecuencias de sus acciones. No se comparaba con ver la decepción en los ojos de su padre, a eso ya estaba acostumbrado; pero ver la misma expresión en su amigo con quien jugaba codo a codo y a quien, incluso, había llegado a admirar, era mucho peor.

David quiso decir algo, quiso insultarlo y maldecirlo con todas sus fuerzas, pero su garganta tenía un nudo. Se sentía traicionado, engañado y utilizado por quien consideró uno de sus mejores amigos y una gran persona. Levantó el puño dispuesto a golpearlo, pero volvió a bajarlo al cabo de unos segundos, no tenía el corazón para hacerle daño. Lo soltó de la camisa con la misma brusquedad que lo había cogido y volteó la mirada, incapaz de verlo a los ojos por lo que estaba a punto de decir.

— Quedas fuera del equipo, así que ni se te ocurra aparecer otra vez.

Supo que a su alrededor hubo ruido, pero fue incapaz de identificar qué era lo que decían. Lo único en la cabeza de Ryan en ese momento era encontrar alguna manera de excusarse, alguna coartada que le haga salir de toda esa mierda en la que se había metido. Tan solo quería hallar la manera de poder decir algo para defenderse, pero David ni siquiera lo miraba. El resto del grupo sí que tenía puesta su atención en él, pero ninguno se veía dispuesto a escucharlo. Es más, vio a Antonio apretando los puños, estaba seguro de que si Camila no lo tuviera agarrado del brazo el chico se le iría encima.

Quiso encontrar a alguien que no le estuviera viendo con odio, pero a donde sea que dirigía sus verdes ojos se topaba con ira, o decepción, o asco. Nadie ahí le iba a ayudar y no estaba seguro de que la situación cambiara en otro lado.

El momento en que dejó de sentir todas las miradas encima de él y pudo respirar otra vez fue cuando Alejandro ingresó con apuro al salón. Aún ni siquiera había sonado la campana, faltaban al menos unos cinco minutos para que lo haga, pero nadie le cuestionó al hombre su temprana aparición.

Cuando entró pareció estar buscando a alguien con apuro, su mirada no tardó en posarse en Ryan. Su expresión se volvió seria, no molesta, pero sí preparada para darle un larga y exhaustiva llamada de atención junto a un infaltable sermón.

— Ryan, regresa a tu salón. Tu tutor necesita hablar contigo.

El rubio no espero que la orden se le repita. Era la oportunidad perfecta para irse de aquel lugar que cada vez más lo asfixiaba más con tanta presión. Lo que no sabía es que en el pasillo y demás aulas le esperaba una atmósfera similar.

En cuanto Ryan se hubo ido Alejandro volvió a llamar la atención de todos diciendo que, si bien no se les prohibía ver o comentar ciertos asuntos, evitaran hacerlo de manera tan exhaustiva en la institución. Asimismo, comunicó que la escuela, en caso sea necesario, también tomaría cartas en el asunto; es decir, sancionaría a quien tuviera que sancionar para preservar el orden.

Un discurso similar se dio en las demás aulas. Alejandro no había sido el único tutor en llegar antes de la hora, sino que todos lo habían hecho para tratar de apaciguar lo antes posible las aguas antes de que el asunto se le saliera más de las manos.

El resto de la charla matutina giró alrededor de ese tema, aunque más enfocado en la importancia del buen trato y el tener cuidado con su privacidad en redes sociales.

Tatiana y Emily esperaban que, en algún momento, su tutor las llamara para hablar sobre la foto y el vídeo, pero Alejandro solo les dio una breve –y severa– mirada a ambas, mas no las llamó para hablar del problema.

Al menos durante las primeras horas.

A la hora del primer recreo fue cuando ambas chicas fueron llamadas a la sala de tutores para hablar del asunto. También llamó a Joseph y Christina, aunque si se tenía en cuenta la versión que dio la rubia sobre la foto era de esperarse que eso sucediera. Pero ya habían pasado lo peor, podían afrontar una o dos llamadas de atención por todo el alboroto. Luego ya serían libres.

No obstante, cuando Tatiana se disponía a irse fue detenida por Fernanda quien, de manera repentina, le dio un fuerte abrazo en cuanto su amiga se giró hacia ella. Lo sorpresivo del acto no le permitió devolver el gesto al instante, tan solo quedarse quieta mientras Fernanda se frotaba contra su hombro.

— Lo siento, nunca noté que Ryan era tan imbécil. Y todo este tiempo yo…tan solo te seguía molestando con él y… Lo siento.

Por un momento a Tat le pareció que su amiga estaba llorando, pero no. Cuando se separaron lo pudo corroborar, aunque sus ojos estaban vidriosos por las lágrimas que estaba conteniendo. Tatiana no pudo hacer más que sonreír enternecida.

— Yo nunca dije nada, así que es normal que no se hayan dado cuenta.

Para evitar que sus lágrimas sean vistas Fernanda volvió a abrazarla con fuerza mientras repetía cuanto lo sentía una y otra vez. Tatiana tan solo seguía diciendo que ya no importaba más ese asunto.

A su abrazo pronto se le sumó Marcelo y Antonio, ambos chicos repitiendo también unas disculpas y prometiendo sacarle la mierda a Ryan cuando lo volvieran a ver. La ojimiel agradeció su preocupación, pero les hizo desistir de la idea para evitar que se metieran en más problemas.

Cuando se separaron del abrazo fue ahora el turno de David en acercarse. El capitán no se atrevía en ver a Tatiana a la cara. Él fue el que le había dicho que Ryan era un gran chico y que merecía darle una oportunidad. Se sentía culpable, capaz si él nunca hubiera dicho nada entonces Tatiana nunca hubiera tenido que pasar por todo ese calvario.

No se sentía digno de mirarla ni de ser su amigo. Siempre se regocijaba diciendo que la quería como una hija y que mataría a cualquiera que le hiciera daño; pero había sido él quien, sin darse cuenta, la había ofrecido en bandeja de plata a quien terminó hiriéndola más que nadie.

— No pasa nada —dijo Tatiana tomando la iniciativa del abrazo, escondiendo su cabeza en el pecho de su amigo—, no es tu culpa, tarado, así que deja de poner esa cara.

David dudó en devolverle el abrazo, pero cuando sintió a la ojimiel afianzarse más a él entonces la rodeo con fuerza. Al instante sintió una tensión menos sobre sus hombros, pero la culpa seguía presente en su corazón. Susurró una suave disculpa con voz ahogada, pero Tatiana, al igual que con los demás, le restó importancia al asunto.

Para ella, era más que suficiente que sus amigos se hayan puesto de su lado y que le estuvieran apoyando. Estaba feliz de poder abrazarlos con honestidad y poder sentirse segura con ellos, sabiendo que cuidaban su espalda, así como ella cuidaba la de ellos.

A pesar de que solo cuatro fueron llamados, todo el grupo los acompañó en el recorrido. Pero lejos de decir sus típicas bromas y tener sus conversaciones triviales, el transcurso se vio en vuelto acerca de todo lo que había pasado. El grupo tenía una idea, pues Camila se lo había contado a grandes rasgos, pero no sabían nada a fondo. Tatiana prometió contarles todo, pero en otro momento y en otro lugar.

Cuando llegaron a la sala de tutores sus amigos le dieron un último abrazo en son de apoyo antes de dejarlos entrar. Una vez ahí no tardaron en toparse con la mirada de Alejandro. En silencio, se acercaron hasta su cubículo y esperaron a que este terminara de arreglar unos papeles para empezar a hablar.

— Imagino que saben por qué los llamé —los cuatro asintieron—. Bien, entonces cuéntenme lo que pasó.

Christina ya les había pasado a los cuatro la versión de la historia que utilizarían, así todas sus versiones coincidirían. Era básicamente lo mismo que había dicho en el salón frente a todos, pero con un poco más de detalles. Cada que Alejandro preguntaba, la rubia se encargaba de aclararle su duda.

Una vez hubieron conversado de la foto –y recibieran un llamado de atención por usar de manera indebida una de las aulas–, Alejandro despidió a Christina y Joseph, pues ahora quería hablar sobre el vídeo. Y si bien la rubia también había estado presente grabando, nadie tenía noción de ese hecho.

Al quedar solo ellas dos su tutor les hizo la misma pregunta de antes: ¿Qué pasó?

Intercambiaron miradas por unos segundos antes responder. No habían preparado ninguna historia para el tema del vídeo como habían hecho con la foto. Sabían que el vídeo no tenía audio y solo duraba hasta que Ryan se iba luego de pelearse con Tatiana.

Entonces, ¿qué decían? Era probable que la versión que Ryan había dado sea totalmente falsa con el fin de salir él bien de todo ello –aunque eso iba a ser casi imposible–, así que ni se molestaron en pensar qué es lo que dijo.

Alejandro volvió a insistir ante su silencio y Emily habló. Lo que contó, de hecho, era lo que había pasado: Ryan le había dicho para hablar detrás del edificio artes sobre un asunto de sus familias, pero como ella no estuvo de acuerdo intentó convencerla por la fuerza y, cuando se puso agresivo, llegó Tatiana y la defendió. Mencionó, además, que hubo un intento de chantaje de su parte, pero no entró en detalles.

Tatiana dio su versión, pero su parte fue mucho más corta dado que ella había llegado casi al final. No contó nada acerca del chantaje de Ryan ni de todo lo que había pasado mientras estaban “saliendo”. Tenía la opción de hacerlo, pero no quería. En parte porque no quería hacer más grande ese problema, y en parte porque tenía miedo del cómo reaccionaría su tutor. Podía tener la confianza para contárselo a sus amigos, pero un adulto era una historia completamente distinta.

Por un momento se quedaron en silencio. Alejandro no les realizó más preguntas, tan solo se dedicó a analizar la historia de ambas chicas y compararlas con la que el chico había contado horas atrás. Eran completamente opuestas, pero la versión de Tatiana y Emily tenía mucho más sentido. Aun así, eso no significaba que pudieran irse así sin más.

— Entiendo la situación y el por qué actuaste de esa manera, y es muy noble que defendieras a tu amiga —comenzó a decir fijando su mirada en la ojimiel—, pero una pelea es una pelea. Así que tendrás una llamada de atención y tarea extra esta semana.

Quería replicar, pero la mirada seria de su tutor tan solo le hizo asentir resignada. Ryan se merecía cada uno de esos golpes, no le importaba llevar tarea extra por hacer justicia.

— Y Emily —se dirigió a la otra chica—, es inusual que te veas envuelta de estos asuntos, aunque está más que claro que aquí fuiste más víctima que victimaria. Siento que hayas tenido que pasar por eso —sonrió con cariño fraternal y tomó a ambas chicas del hombro—. Siento que ambas hayan tenido que pasar por eso, ahora el colegio hará algo con el tema, así que pueden estar tranquilas. Y si tienen algún problema siempre pueden venir aquí para hablarlo conmigo cuando quieran.

Ni Emily ni Tatiana vio venir las palabras de aliento de su tutor, pensaron que solo sería una llamada de atención y ya, pero nada más. Por ello, cuando notaron el cariño fraternal en el tono y mirada de su tutor no pudieron evitar sentir un nudo en sus gargantas. Al final del día solo eran un par de adolescentes intentando lidiar con problemas que escapaban de sus manos por su cuenta, tener el apoyo de un adulto era mucho más que gratificante para ellas, quienes no solían tener ese soporte a menudo.

Agradecieron con una sonrisa a Alejandro y, luego de despedirse, salieron del salón. Afuera se toparon con sus amigos quienes, para disimular que no estuvieron con la oreja pegada a la puerta, pusieron poses ridículas en cuanto las vieron, logrando su objetivo de hacerlas reír para olvidar un poco toda la mierda que había pasado.

No quedaba mucho del receso, para cuando estaban bajando las escaleras la campana sonó anunciando que tenían que volver a clases. Entre lamentos y gruñidos de estómagos el grupo volvió a su salón; pero, a diferencia de la ida, la venida fue mucho más amena y relajada. El ambiente en el pasillo también se había menguado y el tema, si bien seguía presente, ya no era la primicia del día –lo que se comentaba ahora era que, al parecer, habían suspendido a Ryan por varios días–, cosa que sintieron también cuando llegaron a su salón: un ambiente mucho más tranquilo y libre de tensiones.

Así pasó el resto del día, al menos hasta la hora de salida.

•     •     •

El día anterior había regresado de un viaje de negocios y aún se encontraba exhausto, pero aquello no era motivo para dejar de lado su trabajo. Con la nueva asociación que había formado tenía mucho más papeleo que hacer, así que no podía darse ese lujo.

Exacto, Leonardo Klett no era alguien que se daba el día libre por estar cansado en el trabajo, pero sí alguien que podía ser sacado a la fuerza –literalmente– de su oficina para la hora de almuerzo por dos viejos amigos suyos bastante pesados e insistentes.

Por esa razón es que ahora estaba ahí, en un lujoso restaurante comiendo algo que no tenía ni idea de cómo se llamaba y sentado entre John y Adela quienes reían de la cuarta broma que habían hecho sobre sus ojeras. Prefería estar en su oficina comiendo un sándwich y tomando café mientras seguía trabajando, pero con sus amigos en la ciudad parecía difícil hacer algo como eso.

— ¿Ahora también trabajas de noche, Leito?

— ¿Eres uno por el día y otro por la noche?

— ¿Salvas la ciudad cuando todos dormimos?

— ¿O es el renacimiento de tu época emo a los 40?

John y Adela volvieron a estallar en risas mientras que Leonardo tan solo se dedicaba a ignorarlos mientras picaba lo que tenía en el plato, pero cuando terminó la entrada que acababa de pedir no le quedó más excusa para permanecer en silencio.

— Me alegra que ustedes tengan tanto tiempo libre como siempre, pero ¿pueden decirme por qué salimos esta vez?

— ¿Por? ¿Tienes que regresar a hibernar o algo?

— Bien, me largo.

Hizo aman de pararse, pero John lo detuvo mientras trataba de parar su risa.

— Solo estamos jugando, lo siento —aunque seguía riendo su disculpa fue sincera—, es solo que no esperábamos verte así.

— Regresé de un viaje ayer, no he estado durmiendo mucho.

— Te hubieras dado el día libre hoy para descansar —dijo Adela.

— Hay más trabajo que nunca, no puedo hacer eso —reiteró serio—. Entonces, ¿querían algo?

— Almorzar con nuestro viejo amigo, ¿qué más?

— Me voy entonces.

— ¡Espera! —volvió a detenerlo John— Queríamos hablarte de algunos asuntos y pensamos que hacerlo durante una comida vendría bien.

— ¿De trabajo?

— No todo es trabajo, Leo —contestó Adela girando los ojos—, es algo más personal.

No estaba entusiasmado con la idea, pero sí algo intrigado. ¿Qué era lo que querían hablar con él que sea personal? Sabía que eran amigos hace tiempo y en su adolescencia solían compartir todo tipo de secretos, pero eso fue hace años. La confianza no era la misma, él no era el mismo, ellos tampoco eran los mismos. Entonces, ¿de qué se trataba?

Si quería saberlo entonces tendría que quedarse, y su curiosidad –además de su cansancio y hambre– lo terminó convenciendo.

Primero hablaron de cosas triviales del trabajo, acerca de cómo iban los negocios de cada uno. De vez en cuando la pareja soltaba una que otra broma; para Leo algunas no tenían sentido, pero unas pocas lo hacían sonreír por lo bajo. Luego comenzaron a rememorar anécdotas bochornosas del pasado, lo cual hizo que a los tres les entrara una nostalgia infinita.

Para cuando terminaron de comer y se animaron a pedir un postre el “tema personal” aún no había sido tocado, o al menos así lo sentía Leo, pues nada lo que habían hablado parecía un asunto realmente serio como para solicitar un almuerzo. Su tiempo no era infinito, así que pensó en preguntar por el asunto.

— Entonces, ¿qué era lo que querían hablar?

John y Adela, quienes comentaban algo en voz baja, se giraron a la vez. No contestaron al instante; en su lugar, intercambiaron una breve mirada antes de asentir mutuamente. Eso solo hizo que Leo sintiera más intriga por lo que tenían que decirle.

— Queríamos hablar de nuestras hijas.

Y toda la intriga que tenía murió.

Su semblante frío y serio volvió. Dejó la copa de la que estaba bebiendo en la mesa y suspiró.

— Pensé que era algo más importante que esto.

— Nuestras hijas son importantes, Leo, ¿o acaso Emily no lo es para ti?

— Tengo asuntos que atender, así que ya me voy.

— Deja de huir, Leo —esta vez fue Adela quien lo detuvo tomando su muñeca—. Sabemos que lo de Emma te dolió, pero no deberías alejar a tu hija de ti por eso. Es el mayor regalo que te dio, el tesoro de ambos, ¿no era eso lo que decían?

— No me des sermones —su voz sonó dura, pero fue porque estaba haciendo un esfuerzo en tragarse el nudo que se le había formado en su garganta ante la mención de su fallecida esposa—, ni te metas donde no te llaman.

— Queremos ayudar, Leo, no solo porque eres nuestro amigo, sino también porque éramos amigos de Emma y queremos lo mejor para su hija.

— No se metan —repitió irritado.

La pareja intercambió miradas. No querían presionar a su amigo, pero tampoco querían dejarlo así, sabiendo que aún estaba herido y sin superar un acontecimiento que había sucedido hace años. John le dio palmadas en su espalda y Adela tomó su muñeca con mayor delicadeza, ambos gestos con el fin de transmitirle su apoyo.

— No nos meteremos, pero piénsalo al menos. Nosotros estaremos siempre que necesites.

Con lentitud volvieron a enderezarse en sus propios asientos mientras un incómodo silencio les rodeaba. El ambiente que rodeaba a Leo se volvió tenso, y pronto aquella tensión se fue esparciendo hacia los otros dos.

— En realidad, esto era secundario, pero salió primero —dijo John para intentar aliviar los ánimos, logrando captar un poco de la atención de Leo, eso fue lo único que necesitó para seguir—. Queríamos invitarte a comer a nuestra casa, ¿qué dices?

— ¿Su…casa?

— Sí, me daré el lujo de cocinar ese día solo por la ocasión —dijo Adela sonriendo—. Estará nuestra hija también, así que trae a Emily también, será lindo conversar todos.

Leo aun no estaba muy convencido, pero las siguientes palabras de John volvieron hacer que su interés volviera al instante.

— Y también la hija de Dante y Clara, tú aún no la conoces, ¿no? Tatiana es una copia de sus padres, tanto aspecto como personalidad.

La hija de su mejor amigo del colegio. El recuerdo de verla de bebé estaba, pero era borroso en su memoria; además, habían pasado años, no tenía ni idea de cómo sería esa bebé en la actualidad. Luego del accidente que tuvieron hace años, poco o nada supo más de esa niña, sobre todo porque en esa época él andaba en su propio duelo por la muerte de su esposa.

Su silencio le dio esperanzas a la pareja para una respuesta afirmativa de su parte. Leo miró ambos y suspiró. No dijo que sí al instante, pues tenía una agenda algo apretada. John y Adela dijeron que cuando él estuviera libre estaría bien, pero tenía tantos pendientes que no recordaba cuando sería el siguiente día que podría descansar.

Sacó su celular para fijarse en su agenda del mes, aunque primero tuvo que borrar un montón de notificaciones de las redes sociales, le estresaba verlas en la parte superior de su teléfono. Sin embargo, terminó dándole sin querer clic a una. Maldijo en su mente mientras intentaba volver al calendario, pero cuando la publicación apareció no pudo hacer más que quedarse estupefacto.

No reaccionó por unos segundos, pero cuando procesó lo que veía el enojo que sentía se volvió más y más grande.

 

 

Notas finales:

Como siempre, gracias por darse el tiempo de leer, significa mucho<3

Y... ¡ya casi estamos en el final! Dos caps más y un epílogo, y entonces bai xd

Estaré subiendo por ello, nos leemos otra vez el miércoles<3


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