Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bulletproof [KaiSoo] por ValeMala

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Fecha de publicación original: 26 de Noviembre de 2016

Entre tú y yo nunca hubo conflictos.

Puede que te gustara gritar, reírte y golpear. Pero eran gritos eufóricos, risas sinceras y golpes suaves que pretendían ser cariñosos.

Nunca fuiste diferente a mi, pero a la vez, tampoco eras igual.

Comprendidas todas mis estupideces, así como yo comprendía las tuyas, porque tú y yo eramos confidentes.

Buscábamos pelea con el que molestara al otro y nos unímos incontables veces para hacer frente a los problemas, aún cuando no teníamos porqué ayudarnos. Siempre estuvimos ahí, tú para mi y yo para ti.

¿Recuerdas aquellos días lluviosos? Eran mis favoritos, JongIn, porque eran esos días en los que podíamos pasar horas y horas en tu apartamento riendo, jugando u observando las facciones del otro en silencio. A veces ni siquiera eran necesarias las palabras para pasar un rato agradable juntos, escuchando el segundero del reloj correr en la lejanía, siempre constante, siempre recordando que cada momento a tu lado eran los mejores.

A veces, era ese mismo segundero el que hacía que el minutero se moviera, marcando un ritmo constante hasta que llegaba de nuevo al número doce, haciendo sonar las campanadas de la nueva hora que comenzaba a correr. Y mencionando en silencio que fue otra hora que jamás podrá volver a repetirse, pero que estaba feliz de haber pasado a tu lado.

Los días lluviosos eran mis favoritos, pero las noches eran aún mejores.

Cuando las doce campanadas anunciaban la media noche y las gotas de lluvia seguían golpeando el cristal con fuerza, era cuando mi corazón se aceleraba y tú pronunciabas las ansiadas palabras.

—Quédate esta noche, Soo.

No tenía razón para negarme, tampoco me importaba que hubiera alguien en casa esperándome. Prefería pasar mis noches junto a ti, admirando tus ojos somnolientos cuando el cansancio reclamaba tu cuerpo y me veía en la obligación de dejarte descansar; solo para que al día siguiente mi despertar fuera tu dedo picando mi mejilla y tu melodiosa voz pidiendo que hiciera el desayuno.

Me gusta el reloj. —Comentaste aquella vez, cuando esperabas a que yo terminara de tostar el pan y servir el jugo de naranja.

—¿Por qué? —Me atreví a preguntar, posando mi mirada en el objeto mencionado y suspirando cuando me percaté de que faltaba un minuto para el medio día. En ese momento, el desayuno ya no tenía mucho sentido.

—Porque el número doce me recuerda a ti. —Explicaste, sonriendo para mí.

Mi cara se sintió arder y las campanadas que anunciaban la hora retumbaron en mis oídos, más fuerte de lo que realmente habían sonado, mezclándose con tus palabras.

Volví a preguntar por qué e hiciste que me conformara con tu simple—: Te lo diré en su momento.

Lastimosamente, no siempre eran días lluviosos.

Otros días solían ser cálidos, llenos de sol y a veces la brisa soplaba agradable, revolviendo tu ya de por sí desordenado cabello y llevándose los suspiros que tus labios soltaban, esos que yo quería atrapar entre mis dedos.

Eran esos días en los que la ciudad era testigo de nuestro afecto mutuo, como amigos, como casi hermanos. Unas veces era la heladería, otras el cine y otras el parque.

Personalmente, nunca me gustaron los días así; el calor era insoportable y la tierra se colaba en mis ojos haciéndome lloriquear. Pero lo soportaba, JongIn, porque tú preferías estar afuera y yo no podía pensar en pasar el tiempo lejos de ti.

En esos días, era más difícil que me pidieras quedarme a dormir. No había excusa o motivo, y era en esos días donde mas triste solía sentirme.

Mi imaginación volaba en la soledad de mi habitación, escuchado los balbuceos ebrios que gritaba mi padre mientras yo me preguntaba cómo sería una mañana despertando entre tus brazos.

¿También picarías mi mejilla para despertarme? ¿Sería yo quien se levantara primero? ¿Tu voz ronca va a susurrar en mi oído y tu aliento caliente chocará contra mi oreja?

No lo sabía, y probablemente nunca lo descubriría, pero me gustaba pensar que mi mundo de fantasía podría convertirse en una realidad.

Era mi sueño, JongIn, y lo fue hasta que un día apareciste con una chica, a la que presentaste como tu novia.

—Puedes llamarme Krystal. —Se presentó ella, levantando la mano para que la estrechara.

Recuerdo que sonreiste, eran una sonrisa que no había visto nunca antes, y que se ensanchó cuando correspondí al saludo de Krystal.

No lo sabías, JongIn, pero mi corazón se rompió en miles de pedazos, mis sueños se fueron a la basura y mi sonrisa era totalmente falsa aquella vez.

Yo quería odiarla, quería despreciar a Krystal sobre todas las cosas, quería patearla, gritarle, llorar por haber robado tu corazón antes de que yo si quiera me planteara esa posibilidad.

Pero no podía, y aun hoy día tampoco puedo hacerlo.

Porque solo bastaba con ver el brillo en tus ojos cuando le mirabas, las sonrisas enamoradas que se lanzaban y los toques amorosos que compartían cuando pensaban que yo no los estaba viendo.

Porque ella te hizo feliz, cuando yo no me vi suficiente.

Después, todo cambió un poco.

Krystal solía reclamar mucho más tu atención, era tu novia, al fin y al cabo, y yo solo era un amigo más.

Comenzaste a faltar a nuestras salidas, dejándome esperando por varias horas en el frío; dejaste de contestar mis llamadas y mensajes con frecuencia, porque estabas ocupado con ella.

Yo lo entendía, JongIn, siempre lo entendí. No puedo reclamar por lo que nunca fue mío, después de todo.

Me alejé de ti, pensando que así te evitaría problemas, aún cuando eso significó que un sentimiento de soledad se instalara en mi corazón, para no irse en un buen tiempo.

Pero una de esas noches negras, tu nombre brilló en la pantalla de mi teléfono, anunciando una llamada.

Aunque suene patético, no pensé dos veces antes de contestar.

Sin embargo, no esperaba que el JongIn al otro lado de la línea me gritara frustrado que fuera a buscarlo a un barrio lejano.

No me importaba nada, salí de la casa aun en pijama, tomé un taxi en la calle y corrí a tu encuentro.

JongIn, hasta la fecha no sé porqué aquel día habías terminado con Krystal, no sé porqué fui yo al primero que llamaste en lugar de a ella para pedir disculpas, y mucho menos sé porqué me besaste aquella noche cuando había cerrado la puerta de tu departamento justo después de llegar.

Pero estaba feliz, tan feliz que quise saltar de alegría y gritar a los vientos que Kim JongIn me había besado, aunque parecería una colegiala enamorada y no fuera nada congruente con la actitud fría que trato de imponer.

Menos contigo, JongIn, nunca contigo.

Aquella noche me pediste quedarme a dormir de nuevo, a pesar de que no estaba lloviendo y la noche era cálida, y yo no pude negarme, mucho menos cuando me arrastraste hasta tu cama y te pegaste a mí como chicle, abrazándome con tal fuerza que casi logras asfixiarme hasta que estuviste completamente dormido.

Esa noche, fue la más feliz de mi vida. El cielo pareció escuchar al fin mis suplicas silenciosas y pude abrazarte sin vergüenza toda la noche, pude peinar tus cabellos a mi antojo y pude experimentar lo que era amar y ser amado de vuelta.

Los días después parecías un poco decaído, pero no importaba, porque me gustaba que me besaras para tratar de animarte a ti mismo. Yo fui feliz, JongIn, muy feliz, aunque me obligaba a mí mismo a no prestar atención a la mirada triste que se adueñaba de tu rostro cuando nos separábamos.

Quizá era egoísta, pero sentía que con el tiempo esos ojos decaídos volverían a ser los mismos alegres que tanto amaba.

Estaba equivocado.

Era un día negro la primera vez que me hiciste el amor ¿lo recuerdas?

Había llegado de hacer las compras, empapado hasta la médula, y tú parecías aún más triste de lo usual. Traté de convencerte de que no me abrazaras porque estaba mojado, pero hiciste caso omiso a mis palabras, y te deshiciste de mis prendas con la misma excusa que yo te había dado.

Honestamente, las compras me importaron poco cuando me llevaste hasta el sofá y me hiciste tuyo allí. No mentiré, dolió, dolió como nunca, sentí que mi cuerpo se partió a la mitad cuando te conectaste conmigo sin preparación. No obstante, me reprimí a mí mismo para no quejarme.

Fue duro, rápido, caliente y más de una vez que me dejó adolorido, pero aun así, la ilusión inundó más mi ser, porque la primera vez debe ser con la persona que amas ¿no? Yo te amo JongIn, y no me arrepiento que hayas sido el primero.

Fueron muchas veces, todas igual de duras, en diferentes lugares. Pero solo contigo, al menos de mi parte.

Días después, llegaste tarde a tu departamento, sin explicación, sin importarte que yo estuviera esperando por ti, con una comida ya fría y el corazón encogido en preocupación.

—¡He arreglado las cosas con Krystal! —Gritaste con tal emoción cuando por fin cruzaste el umbral, esbozando otra de esas hermosas sonrisas que no había visto en días.

No supe muy bien cuál querías que fuera mi reacción, pero te enojaste conmigo cuando te pregunté porqué habías hecho eso.

—Pensé que tú y yo estábamos juntos... —Expliqué, porque tu enojo no parecía aminorar y el ceño fruncido había reemplazado esa sonrisa que tanto esperé por ver.

—Nos besamos unas cuantas veces y tuvimos sexo otras, KyungSoo, nunca dije que estuviéramos juntos. —Gruñiste, como nunca lo habías hecho—. ¿No estás feliz por mi? Al fin vuelvo a estar con la mujer de mi vida.

Aquello dolió más que la primera vez que nos acostamos. Nunca me habías llamado por mí nombre completo y jamás te habías portado tan frío conmigo ¿es porque yo también lo era a veces? No fue mi intención herirte, JongIn, pero sabes que no soy muy bueno en estas cosas.

Lo único que me quedó fue asentir a tus palabras y tratar de sonreír lo más convincente posible—: Sí, estoy feliz por ti. Felicidades.

Tenía el corazón destrozado, pero eso no significaba que intentará alejarme de ti.

Fue buena idea, porque cuando Krystal y tú terminaron su relación por segunda vez, volviste a mi.

Luego de dos semanas de volver a lo de antes, entre besos amargos y noches de sexo sin amor, Krystal volvió a llamar para que arreglaran las cosas nuevamente.

Siendo sinceros, perdí la cuenta de cuantas veces tú y ella terminaron, volviste a mi y luego me abandonabas de nuevo.

¿Vas a dejarla algún día? —Me animé a preguntar, la última de nuestras noches juntos, justo después de que hiciste lo que quisiste con mi cuerpo—. ¿A Krystal?

Te volviste sobre tu espalda y te cerniste sobre mi, con aquella mirada de furia me dedicabas cada vez que su nombre salía de mis labios. Tal vez para ti, yo no era digno de mencionarla.

—¿Por quién la dejaría, KyungSoo? —Tu rostro se acercó peligrosamente al mío, y por primera vez sentí miedo de lo que podrías hacer—. ¿Por ti? —Asentí tembloroso. Reíste por mi estupidez—. Nunca la dejaré a ella, por alguien como tú.

Empujaste mi cuerpo fuera de la cama y te cubriste con las mantas, dándome la espalda. Te pedí que me dejaras un poco de espacio pero te negaste, señalando la puerta con tu dedo—. Lárgate, no quiero verte nunca más. Eres un egoísta.

Tenías razón, tenías tanta razón que dolió. Estaba claro que nunca te tendría para mí, que la amabas a ella y que yo sólo era esa persona que se interponía en tu camino hacia la felicidad.

Obedecí, comprendiendo finalmente que ya no era bienvenido en tu hogar o en tu vida.

Recuerdo con tristeza cuando pasé de ser Soo, mejor amigo de JongIn KyungSoo, obstáculo en la vida de JongIn.

Era lo que merecía ¿no es así? Debía alejarme de ti finalmente, mi pesadilla se convirtió en una realidad, era mi castigo por ser alguien egoísta, que solo pensaba en su felicidad.

Ni siquiera te importó cuando me despedí por última vez e informé que la última ración de comida que preparé para ti estaba en el microondas. Como todas las cosas, entendí y acepté tu silencio, a pesar de que me mataba por dentro.

Justo antes de abandonarte, observé por última vez aquel departamento que probablemente no visitaría más, deteniendo mi mirada en aquel reloj que tantas veces nos había hecho compañía, percatándome que sus manecillas habían dejado de moverse, marcando las doce horas con cero minutos.

 

Notas finales:

Gracias por leer


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).