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Yo en ti por Mascayeta

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Hiyori miro la pantalla del celular y por enésima vez colgó la llamada. Su abuelo la observó sin preguntar la razón de negarse a contestarle a su padre.


Esa semana en la casa de sus abuelos maternos le habían hecho recordar los bellos momentos compartidos bajo el cuidado de ellos. A veces sentía dolor de pensar en toda la situación que por un odio desmedido destruyó la calidez que ese hogar le brindaba.


El padre de Sakura pasó los platos a la mesa de centro mientras su nieta disponía todo para la tarde de cine. La nevada sin ser fuerte, si negaba cualquier posibilidad de salir a pasear. Acomodándose en el sofá, dejaron que el calor de la chimenea y lo divertido de la película los absorbiera. Esa noche únicamente la nueva llamada de Zen, genero incomodidad de la adolescente.


Iban a dar las cinco de la mañana cuando su abuelo la despertó ordenándole que se colocara algo abrigado que debía mostrarle una cosa. Casi como una autómata busco la ropa más gruesa que podía ponerse y salir con la luz del sol que recién se ponía a una especie de granero no muy lejos de la casa principal.


Al llegar, el ex candidato a ministro le pidió hacer el menor ruido posible, escondiéndose detrás de unos paquetes de heno le mostro su secreto. Allí, en medio de hierba seca, retazos de ropa, manchas de sangre y restos de huesos, estaba un lobezno gris devorando lo que debió ser un conejo. Entretenida por el espectáculo solo fijo la vista en el acompañante del pequeño cuando lo tuvo en frente. El gran lobo gris cojeaba y estaba notoriamente herido, pero se colocó delante del cachorro mostrando los dientes. Hiyori no tuvo tiempo de detener a su ojiisan, cuando vio que se inclinó y le ofreció un cuenco al animal.


Después del susto, salieron dejando a los animales provistos de agua y leche. El silencio fue roto por el anciano.


- El día que apareció ese lobo ante mí, el terror me sobrecogió, solo cuando vi el cachorro que traía sostenido entre los dientes me di cuenta que no pensaba atacarme – el viejo sonrió al ver que tenía la total atención de su nieta


- ¿Desde entonces los has tenido ahí? – La respuesta fue afirmativa – Es extraño ese comportamiento en un animal salvaje.


- Hiyori los padres cuando amamos sobreponemos el bienestar de nuestros hijos al propio, somos capaces de arriesgarnos al punto de colocar en peligro nuestra propia vida.


Hiyori hizo una mueca por la forma tan hábil que su abuelo le tendió la trampa para hablar de lo ocurrido con su padre. Procurando hacerse la desentendida, volvió a conversar del lobo.


- Las heridas que tenía eran recientes, quizás peleo por el alimento que le llevó al lobezno... - ese juego lo podían jugar los dos, y no por nada él se convirtió en político.


- Quizás por eso me busco. Ese animal comprende en quien debe confiar incluso si está gravemente herido. Aún ahora, puedo decirte que no me arrepiento de haber permitido que tu padre se casara con Sakura.


La adolescente se adelantó a la casa para preparar el desayuno. Una vez puso los platos en la mesa, ella prácticamente se ocultó entre el plato de cereal. Esto de nada le sirvió, ya que su abuelo continúo el monologo que traía:


- Cuando tu madre enfermo en la universidad, fui a recoger una información para que ella pudiera adelantar desde la casa su trabajo – Hiyo se paró para servir más leche y agregarle algo de las hojuelas azucaradas. El hombre soltó una pequeña risa – en uno de los pasillos reparé que tu padre estaba con una chica. Sin que lo notara llegue hasta ellos y pude observar cómo, viendo directamente a los ojos de la muchacha, le dijo que no podía corresponderle.


- Es una actitud propia de él... - dijo la castaña aún de espaldas al anciano.


- Tiempo después de ese encuentro, pude comprobar que los ruidos que escuchaba cada noche en el tejado, eran hechos por tu padre al meterse a escondidas en la habitación de mi hija, - Hiyori lo volteo a mirar sorprendida por lo que considero una verdadera estupidez de su progenitor. Ahora que la tenía totalmente interesada, siguió – unas semanas después apareció con un ramo de rosas blancas en la puerta... al preguntarle si no se habían visto con Sakura, volvió lo ojos hacia arriba y al lado, para luego cerrarlos y contestar que "no".


- Mintió... – el anciano asintió.


 


Zen colgó el celular después de dejar un nuevo mensaje de voz a su hija. Pasaría el 31 con sus abuelos en la casa del padre de Sakura; no obstante, quería que al menos le diera la oportunidad de desearle un feliz año nuevo, ya que en Navidad se negó por completo a responder su llamada, apagando el equipo.


Camino por el centro comercial tratando de encontrar algo que le permitiera pasar la noche vieja en casa sin deprimirse. Aunque sería bastante difícil, procuraría recibir ese año con una visión diferente y más prometedora.


Por alguna razón no pudo evitar detenerse en un almacén de mascotas. El idiota de Takano escasamente le hablaba por cuestiones de trabajo y no había podido preguntarle por Sorata, quería saber si el gato todavía estaba vivo. Por instinto entro para entretenerse, pero al salir con una bolsa llena de juguetes y comida, sonreía pícaramente por la visita que tenía planeada realizar. De esa manera, Masamune no podría negarse a contestar sus preguntas de tipo personal.


Dispuesto a llegar al parqueadero, escucho la voz de quien menos se imaginó volvería a ver. Al lado de una hermosa castaña que tenía una bebé de aproximadamente un año, Tadachi Masao lo saludo con alegría.


La conversación aunque un poco incomoda le permitió ponerse al tanto de lo ocurrido con la madre de Sakura y Matsumoto después de ser encarceladas. Una vez llegaron a los garajes del centro comercial, el abogado se despidió dándole antes de marcharse una tarjeta.


- Mi esposa y yo tendremos que viajar mañana, y ya que no podremos usar la reservación para la fiesta de fin de año, considero que sería bueno que asistiera.


- Yo realmente... – negó con la cabeza declinando la propuesta.


- ¡Vamos! – Dijo Masao colocándole el sobre en las manos, – Hágalo como un favor a un amigo... además me lo merezco como desagravio por los celos infundados que siempre me tuvo.


- Siempre fue muy ambigua su actitud con Yokozawa – dijo Zen haciéndole una mirada de odio.


- Los hermanos también podemos sentir todo lo que dijo Matsumoto y no necesariamente queremos llevarnos a la cama a nuestra familia – rio el abogado que se despidió dirigiéndose a su pareja quien lo esperaba frente al coche.


Kirishima miro la invitación, un hermoso diseño marcaba el nombre del restaurante Hontō no ai, para luego decir los datos y la etiqueta de vestuario. Guardándola en el bolsillo se dirigió a donde Takano.

Notas finales:

Hont? no ai: En japones significa Amor Verdadero.


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