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Yo en ti por Mascayeta

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La alegría de la madre de Zen hubiese sido contagiosa si la situación fuera otra. Volver a ver a su hijo en una relación oficial y con la probabilidad de otro nieto, le puso de frente a una realidad que había estado evitando: Su felicidad solo duró un año.


El traslado de Kirishima a Fukuoka como Editor General de Manga en la sucursal de Marukawa había sido una sorpresa para todos, pero también un gran paso para su carrera. Sin embargo, después de unos días de su partida, comenzaron a llegar al correo de Yokozawa varias fotografías del castaño y una mujer que según entendía era la directora de Manga Shounen de la seccional. La última acababa de entrar. En la imagen aparecía Zen semidesnudo con los ojos cerrados, seguramente dormido.


Acaricio el hermoso rostro que tantas veces vio cuando despertaba. Debía ser un pecado ser tan perfecto y poder mostrar esa sonrisa incluso cuando ni siquiera se daba cuenta que la hacía. El mensaje indicaba muy bien cuál era su intención. Una vez más lo archivo. Estaba comprobado, era un masoquista.


La puerta se abrió dando paso a la pequeña castaña que se convirtió en su razón de vivir, incluso en ocasiones la sentía tan suya como de Kirishima. Desde la primera vez que se quedó con ellos, Hiyori corría y saltaba sobre su pecho para despertarlo, pero luego lo hizo cuando tenía miedo, escondiéndose junto con el gatito de botas blancas debajo de sus cobijas. Al principio le cohibía pensar que su pareja podría disgustarse por la situación, pero con los meses entendió que lo que ella buscaba no era la fortaleza de su papá, sino sentirse consentida.


Palmeando su lugar en la cama, el peliazul la vio acurrucarse. Con ella llevaba un libro, que al igual que otras veces le entrego para que comenzara a leer. Si alguna vez le había dicho que era bastante grande para esa actividad, con el tiempo, al ver que sus tareas de literatura aumentaban en dificultad, noto que la práctica podía resultar no solo agradable, sino también una forma de compartir tiempo con su onii-chan, con su padre o con ambos.


Mientras pasaba los dedos por el cabello, la niña seguía la lectura preguntando aquellas partes que no entendía. En general a Yokozawa le gustaba acompañar las historias con explicaciones que implicaban nuevos datos y otros relatos, por eso si la lectura era nocturna, normalmente Hiyo terminaba durmiendo a su lado. No era muy adepto a que eso sucediera, pero nuevamente estaba ocurriendo.


Cerró el texto para dejarlo en la mesa de noche y apagar la luz. Antes de hacerlo, la voz de Hiyori se abrió paso casi como un susurro lastimero.


- Oniichan... sé que es difícil entender todo lo que ocurre con mi padre, pero... - acercándola a su cuerpo beso su cabeza – siempre en tu corazón, ten la seguridad de que él te ama. Incluso antes de que te trajera a la casa... mi otousan parecía un tonto cada vez que hablaba de ti...


- Hiyori... - aunque hubiese querido no entender el sentido que ella le estaba dando a la relación de su padre y él, comprendió que su princesa era consciente de que había algo más que amistad – esto es lo correcto. Tendrás una madre.


- Yo ya tengo una madre – Hiyo se apartó mirándolo fijamente a los ojos. Las lágrimas en su cara se marcaban como pequeñas líneas brillantes – Desde que entraste ese día a la casa, a pesar de ser un hombre, supe que tú serías como mi mamá.


- Necesitas una familia nor... – la pequeña puso su mano en los labios de Takafumi callándolo.


- Nuestra familia ya es normal – abrazándole termino – te prometo que yo siempre seré tu hija y tu prométeme que siempre serás mi "papá" – Afirmo con la cabeza. El sincero amor que le ofrecía la castaña debía pasar la prueba definitiva: Convivir con la prometida de Kirishima. Solo cuando se enfrentará a esa situación, podría saber si mantendría o no su promesa. Por ahora solo quedaba descansar.


Al día siguiente, alrededor de las dos de la tarde todo lo que le pertenecía estaba recogido en más cajas de las que creyó podría llenar. El sonido del teléfono le extraño, prácticamente los únicos que marcaban al fijo de la casa eran la madre de Kirishima y del colegio de Hiyori, así que contesto sin dudarlo. Por lo visto, la persona al otro lado del auricular sabía que era la forma de someterlo a responder su llamada.


Lo que Yokozawa menos quería era escuchar la voz de su pareja, desde que dijo su nombre, como siempre, sintió un escalofrió que finalizo directo en sus caderas. Sin embargo, recordó que no podía volver a permitirse esos sentimientos, él ya no le pertenecía.


Lo dejo hablar pronunciando monosílabos que daban fe que lo escuchaba.


- Te amo Takafumi.


- Tanto me amas que desde tu traslado sales con ella y preferiste engañarme – Kirishima respondió con un "no es lo que parece". El ojiazul sabía que necesitaba terminar correctamente, pero la oportunidad estaba ahí, por eso tomando aire continuo: – Hubiese preferido hacerlo personalmente, pero ya que mañana viajo con Isaka-sama a Nueva York, no sé si podamos vernos...por eso...


- En una hora estoy en la casa, ¡espérame!


- Zen, tranquilo, era lógico que esto pasara... piensa que, para mí, ¡no! –se corrigió - para nosotros, esto fue una lección de vida, - cada palabra era pronunciada como lo hacía cuando quería vender un libro o un manga nuevo -, por el cariño que nos tenemos, lo que nos toca hacer es empezar de nuevo. – Apretaba el auricular tratando de sonar completamente tranquilo, era necesario que no se enterará de cuánto le dolería estar sin él.


- ¡No te vayas! – la voz del editor se quebró.


- Kirishima-san a partir de mañana Henmi será el encargado de trabajar con usted como jefe de ventas del departamento de Manga de la empresa. Como su amigo le deseo que todo le salga bien en su compromiso esta noche.


Cuando colgó sintió que el aire le faltaba, hasta ese instante entendió qué tanto lo necesitaba para vivir. Solo fue al escuchar la voz del hombre de la mudanza que logro retomar sus fuerzas, abriendo la puerta le señalo lo que debía sacar.


Debía irse antes de que llegara... si veía a Zen todo su coraje se iría al piso y él... estaría debajo del castaño gimiendo en la cama.


Al sacar la última caja, tomo el transportador con Sorata adentro. Así que otra vez solo se quedaba con el gato...


Kirishima subió las escaleras mientras sus padres y Hiyori lo hacían por el ascensor, debía poder verlo a solas antes de que ellos llegaran. Al entrar supo que algo no estaba bien, su apartamento se sentía diferente. Se dirigió de inmediato a la alcoba que en ocasiones compartían.


Encima de la cama estaba la mejor forma que tuvo su amante de despedirlo: Una rosa amarilla.

Notas finales:

En el lenguaje de las flores las rosas amarillas tienen un doble significado dependiendo de a quien se regalan:

Si se dan por amistad, se esta diciendo: "Respeto nuestra amistad" o "Estoy feliz de ser tu amigo/a".

Si la da una persona a su pareja, le quiere decir: "A pesar de tu traición, te perdono".


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