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You’re NOT for me por MarLe514

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Notas del fanfic:

Tu NO eres para mi 

Puse todo mi kokoro en esta novela ligera, así que no me hago responsable de goteras oculares, o derrames nasales(?)

 

ENJOY.

 

PRÓLOGO

 

[Actualidad; 12 de Enero 2018]

 

—Amigo, cuando dijiste: “Ayúdame a empacar, habrá pizza.” Realmente te creí.— Chanyeol, un atractivo hombre de veinticuatro años apareció, con sus rojizos cabellos rebeldes y una caja empolvada en los brazos.

 

Kim Jongin soltó una risa seca.—Solo quedan dos cajas en el ático, descuida voy por ellas y puedes pedir la pizza.—Dijo con una sensual sonrisa. Alejándose de la sala principal de la vieja casona, y marchando escaleras abajo. Tenía un gran porte, su rostro masculino y definido tal vez lo hacían la sensación. Era el fotógrafo más reconocido en Corea, y ahora incursionaría en Japón. Estaba muy feliz de sus propios logros.

 

Cuando llegó al ático, el olor a moho llegó a su nariz por lo que se cubrió con una mano mientras encendía las luces. Sonrió casi imperceptible cuando divisó una fotografía vieja en la pared, eran sus padres en el pórtico de la casa cuando la compraron, pudo ver que su madre estaba embarazada de él. Suspiró cuando encontró las viejas cajas. Su madre le había dicho que había puesto todas las cosas de su cuarto en esos trozos de cartón.

 

Levantó dos, las más pesadas y las metió en su auto, tomando un pequeño descanso para limpiarse el sudor, cuando volvió solo restaba una, pero al intentar levantarla la pieza húmeda de abajo se rompió y las cosas del interior cayeron regadas por todos lados.

Maldijo, no tenía mucho tiempo.

 

Se puso de cuclillas, y levantó las cosas con pesadez, pero en un momento, reconoció un viejo y polvoso álbum de fotografías. Una oleada de sentimientos le atrapó cuando rozó el material con sus dedos.

 

Su corazón se agitó, y abrió el libro de recuerdos observando la primera fotografía. Los recuerdos vividos llegaron inmediatamente a su mente.

 

"El día de hoy encontré un álbum de fotos, ese álbum me hizo recordar muchos momentos de mi pasado.

Me trajo a la mente el melancólico, pero, dulce recuerdo de mi primer amor."

 

 

 

I

 

 

 

30 de noviembre de 2006

 

Era un frío día de Otoño cuando Jongin sintió, por primera vez, su corazón agitarse con tanta fuerza que le dejó sin aliento.

 

Kim Jongin era pequeño en ese entonces, tenía la piel más oscura de todos en la escuela, y el cabello liso. No era alguien muy hablador o sociable, definitivamente prefería pasar el rato dibujando paisajes o animales, y fue por su afición a los animales que solo un mes atrás cayó por un enlodado barranco, cuando intentó atrapar a un conejo salvaje. Había sido gracias a la nieve que solo se había roto una pierna y no muerto con aquella caída. Ahora estaba enclaustrado en su habitación, sobre la silla de madera de su abuelo, junto a unos binoculares que le mostraban el mundo exterior y su belleza. Pero todo lucía tan monótono esos últimos días...

Ojeaba uno de sus tantos comics; el fantástico Batman: Prodigal, en su segunda edición,  aquella era una joya, incluso conservaba su empaque original, cuando el ruido sordo de un camión de mudanzas se paró junto al hogar deshabitado, en la 22 de la avenida principal de Jinhae-gu en Changwon, que además era conocida como la ciudad más fría de Corea.

 

Jongin observó desde la ventana de su habitación como más y más personas se colaban, llevando cajas de cartón y muebles pesados, permaneció mirando en silencio, de todas maneras, no hacía mucho en la soledad de su cuarto, más que leer unos libros y trazar algunos dibujos en su cuaderno, acompañado de su enfermizo cachorro husky.

En ese entonces tenía trece años, cuando lo vio... Era un niño. Estaba seguro que todo cambió desde ese momento. Se estiró tanto como pudo para alcanzar los binoculares y observó, con la respiración agitada.

Cuando lo vio bajar del coche rojo de su padre; era un chico de más o menos de su edad, tenía los ojos más grandes que había visto jamás, castaños y redondos, con pestañas largas y espesas. Le costó bastante apartar la mirada, pues incluso tuvo que moverse de un lado al otro para seguirle con la mirada, cuando desapareció dentro de la casa.

 

Jongin soltó los binoculares sin mucho que decir, cuando "Nieve" se acercó a él, picándole la pierna con su hocico.

 

Un rebosante sentimiento de extrañes invadió todo su cuerpo haciéndole sentir ansioso y preocupado. Esa noche no cenó, se acostó temprano y cubrió su cabeza con las sábanas preguntándose una y otra vez.

 

¿Quién era él?

 

II

 

23 de diciembre del 2006

 

El invierno había llegado brillante y con olor a galletas, había sido una temporada de hielo, cuando Jongin habló por primera vez con aquel niño de al lado.

 

Estaba sentado en la banqueta de su patio, con muletas a cada lado, mientras dibujaba sobre su cuaderno. Afuera siempre hacía frío, pero eran extraños días como hoy, que la luz del sol se asomaba entre las espesas nubes. Estaba abrigado con una casaca impermeable y guantes cubriendo sus dedos.

Su Husky corría en círculos con sus torpes patas y orejas peludas, mientras mordía la nieve y enterraba su nariz en los casi seis centímetros de nevada. Las casas de todo el vecindario estaban adornadas con arreglos navideños y luces de colores, podía sentirse espíritu de la navidad en la apacible ciudad de Changwon.

De pronto una voz suave y agradable llegó a sus oídos. Había sido tan suave que hasta se estremeció un poco.

 

—Eres el chico de al lado… ¿qué te pasó en la pierna?—Preguntó mirándole con sus enormes ojos cafés, apareciendo de la nada.

 

Jongin olvidó como debía respirar. Agrandó los ojos y sintió sus palmas húmedas, su garganta se había secado y se sentía pastosa, y sus manos, oh Dios, no tenía idea porque empezaban a sudar, cuando la temperatura era de 10 °C.

 

El pálido tenía una gran chalina de lana envolviendo su cuello y una campera. —Siempre estas con ese cuaderno, ¿no crees que es aburrido? —Preguntó nuevamente, inclinándose un poco sobre él intentando ver el dibujo. —¿Es porque no puedes caminar?

 

—Ah… lo siento. —Murmuró bajando la mirada y ocultando un poco su cuaderno, sintiéndose avergonzado.

“Su voz es bonita, combina realmente con su rostro. De cerca huele muy rico, siento que me estoy mareando.”

 

 ¿Qué era esto?

 

“Mi pecho no se detiene. ¿Voy a morir...?”

 

El soltó una risita que hasta pareció música. —¿Por qué te disculpas? Eres divertido. —Comentó sin poder ocultar su sonrisa de corazón. —Huh, ven. Deja eso, vamos a armar muñecos de nieve, estoy taan aburrido. Siento que soy el único niño en este vecindario. —Se quejó, tomándole del brazo y tirando de él, ayudándole a caminar sin las muletas.

 

El moreno se aferró a su brazo con miedo de caer, y solo en ese momento se dio cuenta que estaban demasiado cerca.—Pe-perdón...— Murmuró.

 

—Olvídalo, soy Do Kyungsoo, ¿cuál es tu nombre?

 

El parpadeó confuso, y bajó la mirada. —Jong... In.

 

—Oh, genial, Jongin. Venga, armemos unos malditos muñecos.—Siseó con una sonrisita.

 

Jongin agrandó los ojos y abrió la boca.

"Oh Dios, él acaba de maldecir"

 

Kyungsoo estalló en risas.—¡Esa cara que pusiste! ¡No puedo!—Volvió a reír.

 

Por supuesto, Kyungsoo era un chico de la moderna ciudad de Seúl, y su nivel estaba tal vez un poco más alto que el chico de pueblo, Kim Jongin.

 

—Deja de tontear... Mira, estos serán los ojos.—Señaló cogiendo dos piedras. Nieve también ayudó arrastrando ramitas secas. De alguna forma no se sentía incómodo.

 

Fue esa tarde cuando Jongin y ese muchacho jugaron con la nieve hasta el anochecer. No habían hablado de muchas cosas, pues el moreno no era alguien con muchos temas de conversación interesantes, pero todo había parecido magnifico y agradable.

Jongin sentía que el tiempo juntos, de esa tarde no había sido suficiente, y aunque su madre le obligó a entrar a beber algo de leche caliente y galletas, el deseaba pasar más tiempo con Kyungsoo.

Aunque aquello significaba coger un terrible resfriado, a la mañana siguiente, deseaba poder salir a jugar con él nuevamente.

 

Él es tan divertido.

 

III

 

14 de enero de 2007

 

La música rítmica de celebración resonaba en toda la casa desde el tocadiscos de su padre, todos parecían más emocionados que él mismo, de su propio cumpleaños.

 

Jongin cumplía catorce, y aquellas cosas ya no eran agradables, suspiró arrancándose el gorrito de cumpleaños, y solo sonrió cuando su abuelo apareció con una gran caja de regalo. No tardó ni tres segundos en arrancar el papel y descubrir una cámara fotográfica.

 

Realmente le iban las cosas artísticas como dibujar, pero tener entre sus manos aquella pieza análoga le había emocionado demasiado. Luego de abrazar a su abuelo, salió de su casa con el cachorro pisándole los talones, tan pronto como la tuvo entre sus manos, y había disparado tantas veces su cámara, fotografiando lo que sea que se moviera un centímetro allá afuera. Árboles, ardillas de nieve, nubes... él.

 

Pero cuando sus ojos divisaron el cabello corto y castaño de ese chico, su impulso no pudo evitar el disparar nuevamente, al darse cuenta de lo que había hecho se ocultó de tras de un árbol sintiendo su pulso estallar.

¿Qué estaba haciendo?

 

La voz de su madre le llamó y entró rápidamente a su casa, sin decir una palabra. Unas semanas más tarde reveló las fotografías que había sacado con la cámara, y de entre todas, una le gustó mucho más que las otras.

 

Era un plano medio de su vecino que bajaba por las escaleras de su pórtico con un gorro de lana, y la piel pálida en contraste con sus labios rosados.

 

Fue ese el momento cuando pensó que su vecino Do Kyungsoo era la persona más hermosa que había visto jamás. Y en el futuro deseaba poder sacar más fotografías iguales.

 

Él de verdad me gusta.

 

IV

 

15 de agosto de 2008

 

Era un mes extraño, pues en la ciudad de Changwon nunca habían visto algo como la lluvia en Agosto, las noticias no dejaban de transmitir a dementes charlatanes que aseguran que aquel cambio climático se debía a la próxima fecha del fin del mundo. Era realmente fastidioso tener que barrer las aceras mojadas por la lluvia antes de que se congele. Y aunque sonase asombroso, el clima no era lo único que pasaba por una etapa de irrigación...

Pues fue ese momento cuando Jongin experimento el deseo sexual hormiguear en todo su cuerpo, por alguien de su mismo sexo, y fue una llovizna, fue una inundación total.

 

Jongin dejaba atrás poco a poco su cuerpo enclenque para mostrar una espada más ancha y hombros amplios, también se estaba haciendo tan alto como el alto lumbral de su puerta, los días de la adolescencia le abrazaban con entusiasmo, y aunque por fuera parecía cambiar demasiado, él continuaba siendo el mismo chico de pensamientos simples y corazón de cristal.

Era una inusual tarde fría con lluvias, Jongin colgaba las fotografías impresas en papel fotográfico en el panel de cuerdas que tenía sobre su escritorio, esa semana habían llegado las demás y ya ansiaba echarle un ojo. Tenía las gafas de protección puestas y guantes gruesos en cada mano, mientras vertía el químico en la bandeja, no quitó la vista del papel hasta que cogió color. Sonrió ante la imagen. 

 

Era Kyungsoo saliendo de la escuela.

 

No era novedad que el setenta por ciento del contenido de la fotografías sea su vecino, quien además no posaba en ninguna de ellas, y menos tenía en cuenta que era fotografiado. Jongin se sentía culpable de atesorar aquellas imágenes tomadas sin el consentimiento del pálido, pero no podía evitarlo, sus expresiones eran completamente dulces y picantes, la naturalidad salvaje que existía en su mirada y todo lo demás en conjunto. Sería un delito no inmortalizarlo de alguna manera.

 

Sacudió la hoja y la colgó en el cordel con delicadeza. El cuarto estaba a oscuras y solo la tenue luminosidad rojiza de su lampara incandescente le permitía observar la forma de las líneas en cada fotografía.

Kyungsoo y él habían sido buenos amigos, jugaban casi todo el tiempo en su casa del árbol, lanzando pasteles de lodo al cartero cuando pasaba junto a su casa. Vaya, eran tiempos tan increíbles, pero ambos empezaban a crecer, y esos juegos infantiles lentamente iban quedando en el pasado...

 

Su madre preparaba la cena en el primer piso, mientras escuchaba a “Los Renders” desde el viejo tocadiscos del abuelo, y su padre trabajaba en la carpintería, como de costumbre hasta sentir el olor del estofado de su madre llamarle.

Suspiró algo melancólico, y casi inconscientemente se giró en dirección a su ventana mirando directamente la habitación de Kyungsoo, que estaba coincidentemente frente a su alcoba, esperando verle un segundo por lo menos, y tremendamente grande fue la sorpresa cuando notó las cortinas abiertas y a Kyungsoo ahí.

Jongin tragó saliva ruidosamente, cuando colocó la vista en el visor de su cámara colocando en su máximo el zoom de su lente y fijándose por la ventana.

“Él… él… esta…”

Frente a él justo en la ventana próxima, Kyungsoo acababa de salir de la ducha, podía notarlo desde ahí, la puerta del baño a la izquierda entreabierta y el vapor del agua aun emanando como espuma, y el muchacho semi desnudo y con el cabello empapado.

Su pulso se elevó a casi 100 °F, y el calor se fue extendiendo hacia una zona específica en sus pantalones. Tragó con fuerza la saliva que se le amontonaba en la garganta. 

Sus movimientos eran gráciles y lentos en la habitación, su piel… Diablos, él no había cambiado nada, seguía siendo más bajo y pálido.

Le había seguido con la cámara en todo momento. Jamás se había imaginado que un cuerpo como ese se ocultara tras las camperas de invierno y las chalinas de lana.

Casi tropezó con la camiseta que estaba tirada en el suelo, pero se mantuvo erguido, mientras sus pupilas dilatas le seguían en cada paso que daba grabando las imágenes en su cerebro.

“¿Qué estoy haciendo...? Detente… no hagas esto.”

 

Su piel se veía tan blanca como la nieve, los huesos afilados de sus clavículas resaltaban elegantemente, y su pecho seguía una fina línea que terminaba en dos adorables botones rosados, que inevitablemente daban paso a su abdomen plano y cintura estrecha.

 

Una gota de sudor resbaló de sus sienes hasta su mentón, incluso había dejado de parpadear, esperaba expectante..., deseaba ver más. Se relamió los labios imaginándose lamer su pecho, lamiéndole por completo.

Deseaba descubrir que ocultaba la toalla, quería verle en muchas maneras más, y se odio así mismo, se repudió así mismo, pero no pudo contenerse cuando disparó el obturador de la cámara más veces de las que quiso registrando en el rollo de su cámara a su mejor amigo desnudo.

La excitación aumentó su circulación sanguínea, le latió en su yugular creando un ritmo acelerado, y se concentró en el área de la pelvis. Sus piernas casi cedieron, pero se mantuvo de pie, y una erección apareció en sus pantalones. Dolía, se sentía insoportable y frustrante, se había levantado un montón solo por el estímulo de la vista.

El verle… desnudo.

Maldijo mirando de reojo sus pantalones, y cuando elevó la vista de nuevo al cuarto de enfrente, la mirada repentina de Kyungsoo se fijó en su ventana, Jongin saltó cayendo de bruces. Su cámara salió volando y muy poco le importó, se mantuvo en el suelo intentando ocultarse tras la pared bajo la ventana, se aferró a su cámara como si el mundo dependiera de ello y su corazón latió tan fuerte que no pudo oír la puerta de su habitación.

—Jongin, la cena esta lista. —Informó su madre desde el otro lado. —Y no olvides alimentar a Nieve, Dios, ese perro sigue mordiendo las pantuflas de tu padre... haz algo con eso, ¿oíste?

Pero el moreno, no podía moverse de su lugar, pues sus rodillas habían perdido todas las fuerzas y sus pantalones, bueno, sus pantalones estaban húmedos.

 

¿Él… me vio? 

 

V

 

18 de octubre de 2009

 

En ese año, el mundo no acabó como muchos lo habían pronosticado, tampoco el hielo que recubría a Changwon se había resquebrajado... bueno, de hecho si había algo resquebrajado o roto esa no era la capa de nevada, sino, el corazón de un adolescente, Jongin. Pues esa fue su primera decepción amorosa.

 

En todo ese tiempo, el moreno había hecho su mayor esfuerzo por coincidir su apagada personalidad, con la vivaz y carismática de Kyungsoo. Había escuchado la música que a él le gustaba, y había visto también las películas del interés del pálido para lograr conocerle mejor.

Era un hecho que estaba totalmente enamorado de él, no le importaba mantenerlo en secreto por mucho tiempo, y no le molestaba sostener ese afecto unilateral, si es que aquello no alejaba más a Kyungsoo.

 

No tenían muchas cosas en común, en esos cuatro años hablaban cada vez menos y se veían esporádicamente, aun viviendo tan cerca.

Los días de malteadas en Rocky Boloz habían terminado, los paseos en el auto de su madre hacia el super, o los momentos que iban al bosque a atrapar algún conejo salvaje, todo había quedado en el pasado. El tiempo había sido su más terrible enemigo, y de alguna manera se lo esperaba.

Lo sabía, por supuesto, sabía todo de Kyungsoo, desde su color favorito hasta el momento más triste de su vida. Él se lo había contado una vez, había sido el divorcio de sus padres. Y si bien Jongin no era bueno charlando, era increíble escuchando a las personas.

Había notado como poco a poco, ya no se juntaban los jueves en las banquetas a charlar, o como más personas extrañas entraban en su casa luciendo como delincuentes juveniles con aquellos peinados ridículos y chaquetas de cuero, también había notado como se oía música estridente por toda la noche cuando el señor Do trabajaba en horarios nocturnos en la comisaría estatal.

 

Jongin lentamente había notado como Kyungsoo cambiaba, pero eso no le hizo perder la esperanza, porque ante sus ojos Kyungsoo seguía siendo ese niño de enormes ojos que veía al mundo con curiosidad. Ese niño lleno de cicatrices y heridas emocionales. Ese niño con la sonrisa más hermosa del mundo.

 

Kyungsoo seguía siendo Kyungsoo. Pero, lamentablemente, ese Kyungsoo ya no quería saber nada de Jongin.

 

Ese año, Jongin obtuvo su primer trabajo a medio tiempo, pues palear la nieve del viejo Jonghwa por 100 won, no se podía considerar uno real, y aunque no hablaba mucho con Kyungsoo, había oído que su banda favorita daría un concierto en un par de semanas, y se había propuesto comprar un par de entradas con su primer paga. Era una buena oportunidad para volver a juntarse.

Trabajaba de mesero en un restaurant de comida rápida y de hecho no había sido tan malo, limpiaba las mesas y contabilizaba el dinero de la caja, pues como no tenía mucho talento para comunicarse no atendía a los clientes y la mayor parte del tiempo se la pasaba en la cocina.

Cuando recibió su primer salario al final del mes lo primero que hizo fue obtener las dichosas entradas aunque eso significara reunirse con el gordo delincuente que las tenía en reventa y que por cierto no soportaba en absoluto, pero eso no era lo que importaba, porque aunque no conociera del todo al grupo, sabía que Kyungsoo era un gran fan.

Esa misma noche Jongin se colocó una chaqueta para cubrirse del frío, se arregló el cabello con gel y se roció algo del perfume de su padre, esa noche merecía la pena verse arreglado, y caminó, armándose de valor, hasta el hogar Do.

Su corazón golpeaba fuertemente y sus manos sudaban cuando golpeó la puerta arreglándose un poco el cabello.

La imagen de un hombre de semblante fuerte apareció, era el padre de Kyungsoo. El aterrador oficial de la Policía Estatal.

Jongin sonrió casi imperceptiblemente. —¿Kyungsoo…? — murmuró inclinando su cabeza en muestra de saludo.

El hombro encarnó una ceja suspirando. —Debe estar con sus amigos. —Soltó sin tacto. Era un rígido hombre criado a la antigua.

El moreno asintió y se dio media vuelta huyendo tan rápido como sus piernas se lo permitieron. Ese hombre era temible.

Escuchó a sus espaldas como la puerta era cerrada y solo en ese momento pudo respirar tranquilamente, pero una nueva imagen le volvió a robar el aliento.

 

"Esto... no. Por favor, debe ser un error..."

 

Justo en la angosta esquina que separaba su hogar del de los Do, estaba Kyungsoo aferrándose al cuello de otro muchacho, mientras este le tomaba del culo, en un beso completamente alocado y hasta excesivo. La imagen fue grotesca y brutal. Había sido como un proyectil lleno de TNT y acido, dirigido a su pecho.

 

No pudo ni siquiera correr nuevamente a su casa. Sus piernas no se movieron en absoluto. Y mientras sus parpados se abrían y cerraban de vez en cuanto, llenos de lágrimas, su corazón se estrujo, se estrujo tanto que se rompió. Los tickets que tenía en sus manos se deslizaron de sus palmas hasta el suelo.

Cuando ambos chicos se soltaron el desconocido miró con mala cara a Jongin. —¿Que tanto miras, imbécil? ¿Quieres que te rompa la cara? —Masculló evidentemente iracundo.

El moreno ni subiera parpadeó ante la amenaza, simplemente no había apartado la mirada del rostro de Kyungsoo, y creyó divisar mucha vergüenza, y… algo más que no supo diferenciar. Deseaba escuchar una excusa, él estaba seguro que la creería... ¿A quién engañaba?

Ahora mismo ni siquiera quería verle la cara.

 

—L-lo siento. —Murmuró con la garganta estrangulada, dándose media vuelta para seguir con su camino, deseando no quebrarse frente a ninguno de ellos y conteniendo las lágrimas en sus parpados.

—¡E-espera, Jongin! —Kyungsoo le tomo de la muñeca de repente, sonando desesperado.

Y el moreno sintió como su cuerpo se estremecía ante el toque, pero, una parte de él, también sentía un poco de repulsión, por lo que la zafó bruscamente, como si quemara.

Se giró hosco mirándole sobre el hombro, conteniendo las lágrimas con toda su fuerza de voluntad, y asintió con la cabeza.

Esa noche Kyungsoo se veía tan hermoso como siempre, incluso con ese atroz delineado en sus ojos, y ese olor a tabaco impregnado en su ropa, hasta con ese violeta en sus labios luego del feroz beso, se veían exactamente como lo recordaba.

Y solo verlo en esos momentos, dolía. Dolía demasiado.

Kyungsoo se encogió sobre sus hombros completamente intimidado por la nueva faceta de Jongin, desvió la mirada, ya sin poder hablarle a la cara. Pero tragó saliva y le tomó de la chaqueta. —Por favor, no se lo digas a mi padre. —Pidió hablando un poco más fuerte.

Jongin sintió el misil siendo impactado contra él y una sonrisa débil se asomó en sus labios, luchando contra las gruesas lágrimas, que retuvo. —No lo haré. —Jadeó, soltándose de una manera un poco amigable y poniéndose a andar rápidamente a casa, con ambas manos en los bolsillos.

Mientras andaba el frío viento le congeló las mejillas húmedas.

—¿Quién diablos era ese idiota?

—Déjalo en paz, Onew, es solo mi vecino.

 

Logró oír antes de llegar a su pórtico. No iba a negar lo mucho que lloró esa noche, no iba a negar que incluso pensó en abandonar, en rendirse, pero… aún seguía amándolo como un idiota.

Su husky lamió su cara llena de lágrimas y se metió entre sus brazos oliendo el aroma de la tristeza de su amo.

Él… al que amo tanto, no me corresponde.

 

Notas finales:

Subiré uno por cada día en una semana estará completa y terminada~

Dadme amol~ ^^

 

 


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