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Tradición impensable por 1827kratSN

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El día de 14 de febrero siempre fue divertido desde que cierto pequeño bebé llegó a su casa para informarle de un futuro que en esa época parecía un delirio. Y en ese año no iba a ser diferente, estaba seguro de que se iba a divertir.

Hay una tradición hermosa en Italia para el exacto día de “San Valentín”, consistía en asistir a un evento de primavera, un festival lleno de colores, música, poemas cedidos entre quienes se amaban. Tsunayoshi adoraba eso y muchas cosas más de su ahora nuevo hogar.

Desde que llegó a ese país, el ir descubriendo cada detalle que lo caracterizaba, se le hacía especial. No sólo porque se acostumbraba a una nueva vida, un poco peligrosa, pero vida después de todo, sino porque llegó al punto en que de verdad se sentía capaz de afrontar tan duro reto y sacarle provecho al máximo.

Pero ahora suspiraba

Tsuna había asistido a esos festivales en algunas oportunidades, acompañado de todos sus guardianes, claro estaba, aunque a veces se colaban más personas y eso sólo lo hacía mejor. Recordaba cada embrollo que tuvo que resolver y cada risa que brindó por las tonterías que al final del día sucedían. Mas, en esa ocasión estaba seguro de no poder divertirse como siempre pues su agenda marcaba reuniones importantes y sin opción a aplazarlas. Lo lamentaba mucho, pero podía compensarlo de cierta forma.

 

 

—Tradiciones mundiales — recitaba Tsuna mientras tecleaba algo en su computador personal y daba una probadita al chocolate que recién fabricó — ugh… le faltó un poco de leche, creo — murmuró mirando su quinto intento en esa semana, uno por cada día en que aprovechó sus horas libres de papeleo —. Intentaré mañana

 

 

Faltaba quince días todavía para aquella fecha, pero él ya estaba preparándose en prevención de lo que ocurrió el año pasado. No quería volver a ver a todos enfermos por comer chocolates mal preparados por sus manitas. Y aunque su intuición le decía que no fue él quien dañó la receta, sino que fue alguien más, ya era tarde como para averiguar de quién se trató. Mas, ahora sí practicó con tiempo, estaba haciéndolo porque en verdad quería darles a todos unos pequeños detalles especiales en esa fecha tan importante.

Según su tradición japonesa, los chocolates tenían que ser diferentes, característicos para cada persona. De un tipo para los amigos, de otro para sus familiares, otro para sus jefes –aunque ahora él tenía subordinados y no jefes– y uno muy especial para la persona que se amaba. Por eso practicaba, quería saber qué sabor le quedaría bien para cada uno, por ejemplo: para las chicas algo bastante dulce estaría bien, pero para Hibari o Gokudera algo un poco más amargo sería mejor, para su abuelo Timoteo algo en chocolate blanco sería perfecto y para él

 

 

—Oh — cortó el hilo de sus pensamientos mientras ingresaba a una nueva página web, una que no estaba llena de recetas para chocolates caseros —. Tradiciones italianas — susurró para sí mismo mientras revisaba el contenido con cuidado y leía con demasiado interés — Vaya — dio una sonrisa al enterarse de algo nuevo —, que linda tradición

 

 

La página era llamativa, llena de detalles en color rosado pastel, obviamente escrita por una mujer. Contenía diversos post sobre recetas, tradiciones, opiniones y demás, incluso se planteaba un tema de discusión y muchos parecían dar sus diferentes puntos de vista. Tsuna veía claramente que la mayoría –por no decir todos– los comentarios eran por parte de mujeres, pero aun así siguió ojeando todo, centrándose principalmente en un enunciado resaltado en negrillas

 

 

En el día de San Valentín, las mujeres solteras deben despertarse antes del amanecer llenas de fe en pro de encontrar al amor de su vida. La leyenda dice que el primer hombre que vean en ese día, será su marido y su boda se dará al siguiente año

 

 

La risita del décimo Vongola fue dulce, susurrante, pero sincera. Adoró enterarse de eso pues de cierta forma sonaba romántico y mágico, aunque si razonaba bien era absurdo e incoherente. Ninguna mujer podía enamorarse del primer hombre que viera y mucho menos podría asegurar casarse con ese posible desconocido. Mas, era una tradición que despertaba esperanzas e ilusiones, seguramente las jovencitas eran las más interesadas en esas cosas. Tal vez se lo comentaría a I-pin, o a las chicas, para que tuvieran en qué entretenerse en esa fecha

 

 

—Juudaime, lo estamos esperando en el comedor para… — Gokudera ingresó sin problemas a la oficina de su jefe, pero antes de seguir hablando, se fijó en el pequeño plato que contenía no más de cinco pequeños chocolates obviamente caseros porque no tenían una forma común

—Hayato — sonrió mientras cubría los chocolates con sus manos — no estaba escapando del trabajo — rió nervioso por emitir una evidente mentira

—Juudaime, no debería estar haciendo eso — dijo con leve diversión — si gusta puedo conseguir algunos de la mejor calidad para que los deguste

—No hace falta. Me gusta hacerlos

—Juudaime, no me diga que de nuevo va a… — elevó una de sus cejas y entrecerró sus ojos

—Sí — mencionó un poco avergonzado — pero prometo que esta vez no serán tóxicos. Estoy practicando — afirmó con seguridad

—No es por eso — Gokudera se alteró porque seguramente su comentario ofendió al castaño, aunque en el fondo sí era por “eso” —… es que no creo que alguien merezca sus chocolates

—No digas eso — rió bajito — quiero dárselos a ustedes, a todos

—Será un honor recibir un chocolate de su parte — dio una leve reverencia con su cabeza pues seguía siendo demasiado respetuoso y formal en ocasiones

—Entonces guarda el secreto por favor — lo miró suplicante — sé que todos desconfían de mis habilidades con los dulces por lo que sucedió el año pasado, por eso me esforzaré más en esta ocasión

—No creo que alguien recuerde eso — mentía con todos los dientes, pero no perdió su faceta como actor

—Hayato, no te creo — dictó con seriedad — así que no intentes maquillar la realidad

—Lo siento

—No hay problema. Sólo… quiero demostrarles mi cariño y ésta es la única forma que se me ocurre — suspiró antes de apoyarse en el respaldo de su silla — y hasta esto me sale pésimo

—Juudaime, no diga eso — Gokudera estaba pensando en alguna forma de quitarle la tristeza a su jefe, pero no se le ocurría nada. Es más, se quedó en blanco

—Hayato… — susurró mientras miraba al techo — ¿Sabes si Reborn vuelve pronto de la misión?

—Reborn-san avisó que después de la misión visitaría a Verde para arreglar un asunto, por lo que tardará en volver

—Perfecto — sonrió antes de levantarse — así no me descubrirá en mis intentos en la cocina. Prefiero no ser objeto de sus bromas  

—Descuide. Yo me encargaré de que lo dejen tranquilo cuando usted decida practicar, juudaime

—Muchas gracias, Hayato

—Esperaré ansioso su regalo

 

 

Miedo.

Pánico.

Planes y avisos.

Alguien estuvo escuchando detrás de la puerta sin querer, mas, se fue silenciosamente después de escuchar que Tsuna les daría chocolates de San Valentín nuevamente.

Fuuta sintió su estómago estrujarse por la noticia y por eso tuvo que huir, necesitaba ingerir algo de agua para calmarse un poco. Un pequeño mal recuerdo que de pronto le llegó. El año pasado las cosas en la casa se pusieron un poco tensas debido a ciertos dulces que les fueron cedidos pues, como era costumbre, Tsuna se los había dado. Los chocolates que el castaño hacía siempre eran bastante buenos, no perfectos, pero apreciados debido a que el destinatario expresaba su gratitud y amistad a través de estos, pero la última vez esos cuadraditos marrones sabían raros

Por compromiso, todos en la mansión se comieron al menos un chocolate para no despreciar tan bonito gesto por parte de su castaño líder, pero pasó. Fuuta aun recordaba el dolor de estómago, las náuseas, el ardor y el desmayo que el chocolate les provocó, hasta parecía que Bianchi los había hecho, pero no podría ser, el propio Tsuna aseguró que él los fabricó sin ayuda. No fue nada bonito, pero no dijeron nada, sólo se guardaron el mal rato para ellos, aunque claro, con tantos heridos en la enfermería, Tsuna inevitablemente se dio cuenta del fallo. Todavía recordaban la depresión de éste y el mes más melancólico que pasaron

 

 

—Planea darnos chocolates de nuevo — murmuró el secreto en medio del jardín a un Lambo interesado

—Yare, yare… no quiero volver al hospital — incluso sintió su presión bajar al imaginarlo

—Tampoco yo — rió nerviosamente — pero tampoco quiero ver a Tsuna-nii triste

—Entonces está claro lo que debemos hacer, Fuuta

—¿Qué tramas?

—Hay que decirles a los demás — se rascó la mejilla antes de seguir — luego… sólo hay que impedir que esos chocolates sean fabricados

—¿No será eso algo exagerado? Puede que esta vez sí sean…

—Fuuta — Lambo miró con seriedad al mayor — tengo un trauma con esos chocolates y tú sabes que consumo demasiados en esa fecha, pero los de Tsuna… esos… no puedo tolerarlos — incluso sintió un escalofrío recorriéndole la espalda

—Tampoco yo — murmuró apenado mientras apretaba su suéter en la zona del estómago

—Entonces es un pacto

 

 

Al culminar ese día había tres equipos bien definidos en la misión de los Vongola. Uno que quería evitar a toda costa recibir los chocolates del décimo, el otro que intentaría apoyar a su jefe e incluso ayudarlo a que la receta saliese bien, y el último que no se interesaba en el asunto ya que esperarían a que los demás probaran los chocolates y cuando se asegurasen de que nada pasaría, ellos se lo comerían. Como fuere… esa sería una batalla campal, un problema, y por ende el origen de destrozos que seguramente Tsuna tendría que recomponer y archivar en documentos infinitos

O tal vez nada malo pasaría

¿A quién engañaban? ¡Eran los Vongola! ¡Así de simple!

 

 

Continuará…

 

 

  

 

 

Notas finales:

 

Como ya se mencionó en el resumen, este fic está destinado al concurso #SanValentin2018R27 organizado por el grupo de Facebook "R27 fan club (the chaos club)".

Tendrá 8 capítulos pequeños que se publicarán cada dos días (o ese es el plan XD), los cuales serán sencillos, aunque debo advertir que serán un tanto ooc en cierto punto.

Sin más, Krat se despide~

Muchos besos y abrazos~ 


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