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Quédate a mi lado por SoyUnUkulele

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Apagó el cigarro en el cenicero sucio y malgastado que estaba en la mesita de noche, volviendo a sacar otro de la cajetilla, dispuesto a encenderlo cuando una mano (tan conocida para él) se lo retiró lentamente.

—Si sigues fumando así morirás de cáncer pulmonar. —Otabek rió levemente ante las palabras de su novio, envolviéndole de la cintura y atrayéndole para que se sentara entre sus piernas. 

El rubio aceptó de buena gana al ser ese un gesto común entre ellos, los brazos gruesos de Otabek envolvieron su cintura mientras sacaba un encendedor, prendiendo la colilla del cigarro y llevándoselo a la boca.

 —Si fumas te va a dar cáncer de pulmón. —repitió el kazajo mientras repartía suaves besos en la nuca de Yuri.

 —Ah, cállate. — el ruso le dio una calada al cigarro, provocando una carcajada en su novio. —Otabek, ¿me amas?

 —Como no tienes una idea mi amor. 

 —¿En serio en serio me amas?

 —Si, te amo.

 —Entonces no dejes de hacerlo, no te enamores jamás de nadie más. Ámame solamente a mí y yo te amaré a ti. — Yuri giró su cabeza suavemente, clavando su mirada azul verdoso sobre la negra y profunda de Otabek. —Júrame que tú amor por mí será eterno.

—Te lo juro...

 

 

 

—"...mi amor por ti es siempre eterno." —llevó el cigarro a sus labios y aspiró lento y profundo, recordando las palabras que le juró a Yuri un día antes de que este le engañara, acostado en el mismo sillón, en la misma posición y con la misma marca y sabor de cigarrillo.

 Otabek era todo un maldito masoquista, y él mismo lo reconocía.

Esperaba pacientemente la pizza con la que celebraría con Yuuri mientras este se probaba el traje que compró en el baño. Había ido con JJ (que era un experto en gustos de omegas, hasta llevó a su prima Isabelle), ambos para comprar cosas triviales y, pasando por la boutique, recordó que el nipón no tenía nada, así que arrastró a JJ y a la prima de este para que le ayudaran a comprar.

Si era sincero consigo mismo esta era la primera vez que le compraba algo a un omega, Yuri nunca accedióa tales regalos, diciendo que tenía la economía suficiente para lo necesario. Así que en esto era su primera vez.

El cigarro se consumió rápido, lo apagó en el cenicero repleto y se dispuso a encender otro cuando un almohadazo en la cara lo detuvo súbitamente.

— ¿Te quieres morir ya? —Yuuri le arrebató la caja y el cigarrillo nuevo de las manos y los guardó en la bolsa de su pantalón. —Quedan confiscados hasta que vea que ya no tienes adiccion a esta basura. En lugar de fumar ten —Yuuri le lanzó una caja de goma de mascar sabor menta. —Masca chicle, te ayudará con la ansiedad.

Otabek levantó la ceja izquierda mientras tomaba la caja de chicles y las examinaba. —...menta, ¿no había de fresa?

—Uy, ¿alguna otra cosa que quiera el señorito?

Chasqueó la lengua. —Nada más pregunté... —susurró mientras se llevaba la goma de mascar a la boca. He ahí, la enorme diferencia entre Yuri y Yuuri. —El sabor es fuerte...no me gusta mucho

—A la proxima te traeré de fresa —prometió Yuuri antes de que tocaran el timbre del departamento y Makkachin corriera a ladrar—¡Beka llegó la pizza!

—Voy, voy... —susurró Otabek, levantándose del sillón para ir y pagar la comida.

 

 

 

.

 

 

 

 

 

Habían pasado ya cinco días desde que Otabek le regaló el traje, comenzó a tratarle ya más confiadamente, pero aún mantenía su guardia alta.

Faltaban dos semanas para que la universidad diera el inicio de las vacaciones y Yuuri estaba algo impaciente, los exámenes habían empezado y el nipón tenía la costumbre de quedarse hasta tarde leyendo mientras Otabek mascaba su chicle de menta y le observaba de lejos.

—¿Por qué estudias si eres el mejor de tu clase? 

—...la costumbre —susurró el chico sin apartar la vista de su libreta.

—Pues que costumbres tan rígidas tienes. — el kazajo se espabiló sobre su silla. —Yo cuando terminé la escuela y salí de Kazajistán no logré entrar a ninguna universidad.

— ¿Entonces cómo conseguiste tanto dinero para comprar este departamento? — el japonés retiró sus lentes para descansar la vista mientras la clavaba en su compañero.

—Ya ves...la suerte le pega más duro a unos que a otros. — fue la respuesta algo sarcástica de Otabek. —Te ves muy guapo sin lentes, intenta echar hacia atrás tu cabello, quiero vértelo así.

 

Yuuri levantó la ceja ante tal petición, le hubiera dicho alguna cosa defensiva de no ser porque era la primera vez que alguien le decía guapo.

Llevó sus manos a su cabello y con sus dedos lo peinó hacia atrás tal y como Otabek se lo pedía, sintiéndose después estúpido y avergonzado. Su compañero le veía fijamente, examinando cada minúscula facción de su almendrado rostro, provocando en Yuuri un sutil sonrojo 

—Eres precioso Yuuri. —fue la sentencia y la gota que derramó el vaso. El nipón soltó su cabeza rápidamente, dejando que su pelo volviera a la normalidad. Su cara estaba ardiendo, ahora le decían precioso, ¿qué rayos pasaba aquí? —Intenta que los comentarios ajenos no te afecten, eres bastante lindo, a tu manera pero lo eres. —Otabek se levantó de su asiento y se estiró con ganas.

—Ah...gracias... —Yuuri bajó el rostro, fingiendo que las palabras del menor no le provocaron ningún efecto.

Otabek pasó cerca de él, dandole unas palmaditas en el hombro. —Eres muy malo fingiendo...y evita dormirte tan tarde.

El nipón subió el rostro nuevamente, chocando miradas con Otabek quién le sonreía suavemente pero sin dejar de ser burlón. Buscó entre todos sus insultos alguno bueno y que fuera útil en esa circunstancia, pero al no hallarlo y frustrándose grandemente por ello simplemente sacó la lengua e hizo un "bee" al hacerlo, desviando nuevamente la mirada.

Otabek rodó los ojos ante el gesto tan infantil. —Buenas noches. —se despidió el menor, retirándose a su habitación.

Al sentirse nuevamente solo el nipón dejó escapar el aire de sus pulmones, se golpeó las mejillas repetidas veces y negó con suavidad. Eso fue raro, pero sé sintió lindo.

Antes de continuar con su lectura su celular vibró. Extrañado por el repentino mensaje Yuuri lo tomó, se colocó sus lentes nuevamente y revisó el watshapp.

 

Yuri Plisetsky

En línea 

Hey! Cerdo!

No hemos hablado desde hace mucho!!! Por qué me dejaste en visto ayer!!! 

 

El nipón soltó una suave risa, juraría que escuchaba ya la voz de su tocayo ruso, exigiéndole el porqué de ese visto.

 

Yuuri cerdo

En línea

Disculpame Yuri, tenía examen

 

 

Yuuri se recostó en el sillón, jaló la frazada con la que solía dormir y se acomodó para conversar un rato con su "amigo"

 

Yuuri cerdo 

En línea

¡Por cierto! ¿Cómo va el bebé? ¿Te has alimentado bien? ¿Cuantos meses tienes? Intenta no hacer gran actividad física.

 

 

 

Yuri Plisetsky

En línea 

 Ay cállate!!! Pareces mi mamá!  él o ella está bien, solo tengo unas semanas, no es para tanto.

 

 

Yuuri cerdo

En línea

Discúlpame Yuri, pero me es inevitable, las primeras semanas son peligrosas. Dices que vas a bailar por estos días ¿verdad?

 

 

 

Yuri Plisetsky

En línea 

Sí, sí, sí...por ahora quiero fingir que esta cosa no está dentro, me hace sentir algo molesto.

 

 

Yuuri resopló un poco ante eso, se le había olvidado que el bebé que crecía en Yuri era alguien que no había sido deseando.

 

 

Yuri Plisetsky

En línea 

Además!! Si tanto quieres bebés ve con tu novio y pídele que te haga todos los que quieras!!!

 

 

El nipón sonrío con cierta melancolía.

 

Yuuri cerdo

En línea

Oh no Yuri. Yo no quiero tener hijos..al menos no ahora...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

._._._.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—El tiempo se escurrió como agua... —susurró Otabek mientras se miraba en el espejo y dejaba que JJ le acomodara la corbata —...es increíble ¿no crees?

—Nop, increíble es que no puedas atarte una corbata.

—Ay cállate, es lo primero poético que pronuncio en esta semana y tú me arruinas la inspiración, pedazo de...

—¡Shh! Calla, los hombres guapos como tú no deben de decir groserías a sus mayores —JJ se aleja de Otabek y lo contempla, admirando el perfecto nudo de corbata que había hecho. —Pero mira nada más...estas bien bueno mi amigo.

—No joda...

—¡De verdad! Vete en el espejo si no me crees.

Otabek levantó la ceja mientras giraba su cuerpo hacia el espejo. Oh dios, Yurio, ¿cómo te atreviste a cambiar semejante alfa?

Otabek se veía más que bien con traje negro y etiqueta; JJ había tenido las molestias de peinarle el pelo hacia un lado, sin dejar de lado el aire salvaje y rudo que siempre se cargaba.

—Somos irresistibles. —bromeó JJ mientras pasaba el brazo por el hombro de su amigo, despertándole del shock emocional que le daba el verse arreglado y guapo.

—Oh...claro que lo somos amigo... —susurró Otabek con una sonrisa ladina.

El canadiense había pedido ya un taxi para ir al restaurante donde todos se reunirían antes del concierto. Un cosquilleo agradable se extendía desde el esófago del kazajo y viajaba veloz por todo su sistema. La sola idea de volver a ver a Yurio, al menos de lejos, le provocaba un no se qué que jamás había experimentado. Dejando de lado todo miedo, inseguridad, malestar, pesar y duda, si pelabas cada sentimiento como una cáscara de naranja al final del día te encontrabas el dulce y amargo jugo del amor.

—Otabek, escucha —la voz del canadiense le hizo despertar de sus sueño, levantar el rostro y verle. —Ni creas que no me he dado cuenta de que aceptaste ir al teatro por Yuri. Si a ti ni te gustan esas cosas.

Otabek le observó con un semblante tranquilo. —Sí, acepté sólo porque Yuri es el que baila.

—¡Hombre! Si vives con Yuuri, ¿cómo vas a hacer esas cosas?

—Yuuri y yo no somos nada, ya te lo había dicho aquella vez —Otabek volvió a recargarse sobre la ventana. —Lo que yo haga no es de la incumbencia de nadie.

JJ negó con la cabeza. —Eres idiota... —

Se mantuvieron en silencio hasta que el taxi se detuvo frente al restaurante, quedaba a pocas cuadras del teatro y se podía llegar allí caminando. La idea se la había dado Pichit a Minami y este utilizó sus mañas de adolescente en Leroy para convencerlo de hacer reservaciones para conocerse entre todos. Ese par eran unos demonios mismos.

JJ y Otabek entraron, era elegante pero a la vez se respiraba un aire casero, en algunas mesas se veía gente igual de etiqueta, al parecer no eran los únicos que asistirían al teatro.

Desde el pasillo lograron encontrar el semblante pícaro del tailandés; este, como si poseyera mirada de halcón, los visualizó segundos antes de que ellos lo hicieran, levantando el brazo con energía.

—¡Muchachos, por aquí! —exclamó con euforia.

Minami se le unió casi al instante, Guang y Leo se levantaron para recibirlos, todos ellos de traje negro o chocolate.

Y entonces se levantó Yuuri, y por un efímero instante Otabek juró que se trataba de una estrella brillando solitaria en el basto cielo oscuro.

Ambos se sostuvieron la mirada, sorprendidos, atrapados en los ojos ajenos, contemplándose como si la vida misma dependiera de ello. El derredor desapareció, sólo estaban ellos dos, calándose los huesos con los ojos nocturnos y danzando con el alma entre las diminutas estrellas de frágil papel.

—Otabek, siéntate junto a Yuuri. —Pichit fue el encargado de hacerles despertar, Yuuri se sonrojó notoriamente y Otabek rascó su nuca con evidente nerviosismo.

Todos ocuparon nuevamente sus asientos y continuaron con la calurosa platica de la cual Yuuri y Otabek no eran partícipes.

—...te ves bien Yuuri. —Otabek inclinó su cabeza levemente hacia el hombro de su compañero y le susurró, llenando al nipón de una emoción extraña.

—También te ves muy guapo Beka... —tuvo que confesar, provocando que su rubor aumentara.

Por primera vez Otabek sintió verdadera ternura hacia Yuuri, verlo con el traje blanco que él mismo le regaló le llenaba de una euforia tan grande que sentía que esta podría explotar en su ser. 

Por debajo de la mesa deslizó su mano y buscó la del japonés, encontrándola casi al instante y haciendo una discreta invitación de tomarla. Yuuri accedió con toda la vergüenza goleando su rostro por completo, cerró los ojos fuertemente y abrió la palma de su mano, permitiendo que Otabek se entrelazara entre sus dedos. Al entrar en ese contacto su corazón vibró tan violentamente dentro de su pecho que dolió, bajó la mirada y suspiró mientras el kazajo tomaba su copa de champán con la mano libre y daba un sorbo a esta con una sonrisita satisfactoria.

—¿...y ustedes dos cuantos hijos planean tener? —y entonces apareció Pichit Chulanont a joderles el momento.

Yuuri se mordió la lengua y Otabek comenzó a ahogarse con su champan. A los demás clientes les fue imposible no observar con asombro y curiosidad como todos los amigos de la mesa se alarmaron al ver cómo Otabek luchaba para respirar gracias a la bebida que se lo impedía.

—¡Ay dios se nos muere

—¡Llamen a una ambulancia!

—¡Pero primero a la funeraria!

El más alterado de todos era Yuuri, quien aún sostenía la mano de un muy asustado (y moribundo) Otabek.

—¡Yuuri has algo! —gritó Guang al ver que la situación se salía de control.

El nipón, al escuchar tal orden y verse demasiado presionado por la situación corrió a buscar alguna cosa que le ayudase, siendo el paraguas de una anciana lo que su instinto le obligó a tomar.

—¡A un lado todos! —gritó al alzar la herramienta y estamparla en el estomago del kazajo con todas sus fuerzas, haciéndole escupir el champán.

"¿Quien dice que no puedo ser un buen paramedico, padre?"

Yuuri Katsuki

"Rip Otabek, rip champán, rip cena y momento romántico"

Otabek Altín

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

En la madre, Tarde mucho en traer este capitulo, me disculpo, en compensacion subire tres seguidos ahora. besos en la cola uwu


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