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UNKNOWN por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:

Holaaa… 


¿Cómo están? ¿Cómo les va? Espero que muy bien. 


Lo siento por no actualizar el.domingo pasado. La semana no fue buena para mi por lo que no pude escribir. De hecho ha sido así desde ya hace un tiempo, pero bueno, no quiero darles sueño.


Muchísimas gracias por leer el cap anterior y a quienes me dejaron su hermoso comentario: Angélica e Irisita_99, todo mi cariño para ustedes.


Los personajes son propiedad de Tadatoshi Fujimaki. Por los horrores ortográficos, 10000 millones de disculpas. Ya saben que estoy ciega y pendeja, pero más pendeja.


Sin más que decir excepto que, espero y el cap sea de su agrado, los dejó leer.


 

 

UNKNOWN

—Capítulo 15—

Confort

 

 


Fue una gran sorpresa, para los amigos, encontrar al peli-rojo en brazos de Aomine, totalmente inconsciente.

Para incredulidad de todos, exceptuando a Kuroko que no se encontraba presente, a pesar de que Aomine y Fresita no estaban en los mejores términos, el peli-rojo se sentía realmente cómodo con el moreno. Es decir, su presencia en verdad lograba reconfortarlo. Su semblante estaba tan tranquilo. Sereno.

Nada que ver a como creyeron lo encontrarían cuando fueron a buscarlo.

Los gritos habían hecho eco en las paredes, llegando a cada rincón de la casa. Todos se habían alarmado en cuento los escucharon, no perdiendo tiempo en correr para verificar qué estaba ocurriendo. La genuina preocupación de todos fue fácilmente palpable en el aire.

Lo habían encontrado en la cocina, inconsciente pero aferrandose a Aomine de añguna forma, él lo sostenía con firmeza y delicadeza al mismo tiempo. Ante la duda de todos, él lo llevó en brazos hasta su habitación seguido muy cerca por los chicos. Una vez allí, pidieron rápidamente una explicación, pues lo gritos aterrados de fresita no podían ser por nada. Pero aomine guardó silencio, meditando en si decirles o no, mientras colocaba al muchacho suavemente en la cama.

Pero el pelirrojo comenzó a sollozar en cuanto se sintió lejos de sus brazos.

—Aomine… Aomine —lo llamó en medio del llanto.

A Aomine se llenó de angustia. Sin importarle qué fueran a decir sus amigo, se hizo un lado en la cama y se recostó junto a él. Fresita, al sentirlo cerca, se aferró, pegandose a su cuerpo cual koala. Su expresión turbada desapareció y, pronto, dormía tranquilamente sin llorar.

—Será mejor que expliques esto, Daiki —a Seijūrō le dio un tic en el parpado izquierdo. Él sonreía, pero su sonrisa era todo menos agradable.

Aomine clavó sus ojos azules en él, sintiéndose indeciso pues el recuerdo que Fresita había recuperado era el peor posible. Ojalá no lo hubiera recordado. Ojala nunca le hubiera ocurrido nada. Recordar su expresión tan dolida y asustada, temerosa, rompía su corazón. No quería volver a verlo de esa forma, pero sabía que era inevitable.

El shock de los recuerdos volvería a atormentarlo. Pero él estaría ahí, no iba a dejarlo solo. Se lo había prometido.

Así que, ¿Qué si él no quería que supieran y Aomine les decía? Sabía y entendía, pues lastimosamente lo había visto muchas veces en su trabajo, que hablar del tema con otras personas era difícil para la víctima. A la mayoría les daba vergüenza pues, maldita y asquerosamente, la sociedad se había encargado de hacerles creer que, si sufrían una violación, era porque ellos habían tenido la culpa de alguna manera… era tan malditamente estúpido.

Esperaba que Manolo no se sintiera así, porque Aomine no creía que fuera culpable de nada. Pero aún era su decisión si quería decirle a los chicos.

Más que vergüenza, Fresita se encontraba traumado. Hablar del tema solo le haría volver a esos recuerdos desagradables y perderse en ellos… ¿y si en esa ocasión no podía hacerlo volver? Aomine tenía miedo, joder, no quería lastimarlo más. Pero hablar de ello también era bueno, desahogarse liberaría su alma de un gran peso. Además, ellos lo podían ayudaran a salir adelante.

Pero tampoco quería exponerlo a las miradas de sus amigos si ellos se enteraban. Los chicos no iban a culparlo, claro que no. Pero sería imposible que no sintieran pena por él. Y esas miradas solían hacer mucho daño aunque no lo hicieran con esa intensión.

De todos modos, le quitaron la opción de decidir, pues alguien más respondió por él.

—Lo violaron —dijo una voz grave, sin tapujos ni delicadeza. El dueño de esta estaba completamente serio.

Todos dirigieron la vista hacia Seimei, quien estaba recostado contra el marco de la puerta. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y en su rostro yacía una expresión de seriedad que sorprendió a más de alguno. El golpe tornándose morado en su mejilla lo hacía lucir sumamente intimidante.

—¿Qué? —Seijūrō dijo, con un hilo de voz, no terminando de creerlo. O más bien, negándose a creer que Fresita había pasado por tan horrible trauma. Ninguno de los presentes podía en verdad asimilarlo.

Seimei no tenía ningún detalle claro, de hecho, no sabía absolutamente nada. Pero podía leer entre líneas, no era idiota.

Para empezar, nadie llamaba al peli-rojo por su nombre, el único que había mencionado algo referente, había sido Daiki, y no creia que: Fresita, Langosta o Manolo, fuera realmente alguno de su nombre, a juzgar por la reacción que provocaban en él y que este no lo corrigiera. En otras palabras, ni siquiera el chico tenía idea de su nombre, lo que obviamente solo significaba una cosa…

Había perdido la memoria.

También había notado las vendas en el cuerpo del de cejas raras y el golpe que este tenía en la sien. Y desde luego se había percatado de las marcas en las muñecas del chico.

Había estado secuestrado, podía concluir. Y no sabía como había escapado e ido a parar con Seijūrō y su pandilla, quizá el idota de Ryōta lo había atropellado con el auto o algo por el estilo, pero era claro que ellos estaban ayudándolo.

Seguramente lo habían torturado, había creído, pero por lo visto en la cocina, porque él había estado allí, a un lado de la puerta conteniendo la irá, habían hecho más que eso.

Lo destrozaron.

Seimei quería torcerles el cuello.

—Lo violaron —repitiō el heterocromático, sus ojos bicolores se clavaron en el moreno de ojos azules—. ¿No es así, Daiki?

Las miradas nuevamente fueron dirigidas hacia el susodicho. A este no le quedó más opción que hablar.

—Es verdad —aceptó, soltando un profundo suspiro—. Él… recordó ese momento. Cuando abusaron de él…

—Entonces por ello gritaba de esa forma —Seijūrō dijo, a nadie en especifico, más bien se lo decía a si mismo.

Él aún estaba en su despacho cuando los gritos hicieron eco en todos lados. Ni siquiera se había puesto un momento a meditar, solo había salido corriendo hacia el lugar del cual provenían estos. Encontrarlo desmayado en brazos de Aomine había sido horrible. El nudo en la garganta lo mareó un poco.

Se llevó las manos hacia la cabeza, tirando de sus cabellos y cerrando los ojos con total frustración. Se dejó caer a un lado de la cama, sentándose en el suelo sin dejar de sostenerse los cabellos. El solo imaginar lo que Fresita tuvo que pasar, lo que hicieron…

—¡Maldita sea! —gritó él, sacándole un susto a más de alguno.

Los ojos de Kise se aguardaron de inmediato al ver a Seijūrō tan frustrado. Pero también por saber lo que le había ocurrido al de cejas raras. Cubrió sus labios con ambas manos al entonces encontrarle sentido a todo.

Era por ello.

Fue por eso que no le importó lanzarse frente al auto. Por las torturas a las que fue sometido y porque lo violaron. Las lágrimas detrás de sus ojos ardían con intensidad.

Satsuki observó al muchacho abrazado a Aomine, con mucha tristeza; ella solo podía tratar de imaginar el horror por el cual pasó, y aún así no podía saberlo del todo. Takao sintió un poco de vergüenza hacia sí mismo, él llorando por un amor no correspondido cuando existían personas, Fresita, que habían tenido que experimentar situaciones en verdad horribles y traumáticas.

Shintarō lucía apenado. Él había dudado del peli-rojo desde el comienzo, pero en ese poco tiempo el chico había demostrado ser bueno. En verdad lamentaba que hubiera tenido que pasar por tal situación. Murasakibara parecía que iba a romperle el cuello a alguien, el aura que desprendía era sumamente oscura. Lucía tan enojado como no se le había visto antes.

Kasamatsu también se veía apenado. Fue imposible no tomarle cierto cariño al muchacho, a pesar del corto tiempo que llevaban juntos, e incluso si no habían convivido tanto entre ellos. Inmediatamente, sus ojos azules buscaron la figura de Ryōta, este aún tenía los labios cubiertos con ambas manos y apretaba los párpados tratando de no llorar. Él era muy sensible. Takao, junto a Yukio, de repente se aferró a su brazo y recostó la cabeza en su hombro.

Pudo sentir la mirada del rubio sin siquiera voltear a verlo. Al contrario de lo que la mayoría creía, Kasamatsu era demasiado blando con Kise, siempre permitía que se saliera con la suya.

Yukio extendió el brazo hacia él, volteando a verlo sin decirle absolutamente nada. Ryōta liberó sus labios, por lo que el mayor fue capaz de ver el puchero que hizo, tratando de no llorar de manera escandalosa. Kasamatsu le regaló una pequeña sonrisa, y fue todo lo que el rubio necesitó. Fue hacia él, ignorando totalmente su brazo y aferrándose a su cuello como si la vida se le fuera en ello, hundiendo si rostro en el hueco de este y casi besando su piel. El peli-negro contuvo un estremecimiento, luego lo sujetó de la cintura y lo pego hacia sí.

Midorima los observó con celos, pero desvío rápidamente la miradas sabiendo que no tenía derecho a sentirse de esa forma.

—No… —susurró Fresita entonces, captando la atrensión de los amigos—. N-No…

Aomine intentó consolarlo, acariciar su cabello o susurrarle palabras conciliadoras, pero antes de que pudiera hacerlo, Fresita se incorporó de golpe, sentándose en la cama con los ojos muy abiertos y la respiración sumamente agitada. Estaba pálido y lucía aterrado.

Pero el miedo desapareció de sus ojos en cuanto se percató de la presencia de Seijūrō y los demás. Él suspiró hondamente, tratando de normalizar sus latidos y respiración. Entonces, paseó la mirada en el rostro de todos los presentes, uno por uno.

—A-Akashi… —dijo él y, de inmediato, el dueño de casa se levanto de prisa del suelo y se sentó al borde de la cama, a su lado.

—Aquí estoy —llevó una mano hacia el rostro del chico, hacia su mejilla, acariciando suavemente su piel.

A diferencia de lo que podian haber creído, el peli-rojo no rechazó su contacto. El chico cerró los ojos aceptandolo y disfrutando de la caricia un momento. 

—Akashi… —habló de nuevo, abriendo sus párpados y viéndolo con cierta esperanza—. ¿Dónde está… A-Aomine?

El orgullo se reflejó en los ojos del moreno en cuanto su nombre término de ser pronunciado por esos labios. Una sonrisa se dibujó en su rostro inevitablemente. No era una competencia, claro que no, pero sentía que le había ganado a Seijūrō. Que Fresita lo prefiriera a él enfrente de todos, sobre el dueño de casa, cuando se había estad sintiendo tan celoso del mismo… se sentía increíble. Su pecho se hinchó de felicidad.

—Aquí estoy.

Un escalofrío retorció la espalda del peli-rojo y una fuerte necesidad de girar el rostro de inmediato le atravesó el pecho. Pero él se tomó un tiempo para tranquilizarse, no quería lucir tan ansioso, tan desesperado por ver a Aomine. Paso saliva y luego giró medio cuerpo, lentamente.

Ahí estaba él, tan guapo como siempre, recostado en la cama y clavando sus azules ojo en su persona. Sonreía, pero su sonrisa era completamente diferente a las que ya antes le había visto. No estaba burlándose o siendo sínico. Solo sonreía con calidez y suavidad… de una manera que reconfortaba su alma herida.

—Ven aquí, Fresita —lo invitó, y el chico de cejas raras no espero que lo invitara una segunda vez. Se recostó de nuevo, reposando la cabeza en el pecho de Daiki y abrazándose a su cintura.

El moreno acaricio su cabello y el brazo sobre su abdomen, olvidándose que los demás que aún yacían en la habitación. Fresita cerró los ojos, disfrutando de las caricias y soltando suspiros.

Y entonces fue como si la bombillita del entendimiento brillara en la cabecita de todos los amigos.
Era por eso que ellos chocaban, era por eso que ellos buscaban siempre provocar al otro. No era porque quisieran amargar la exiacian del contrario. Era porque querían llamarse la atención entre sí.
Era porque ambos se gustaban.

 

~•§•~

 

Kuroko llevaba recostado en la orilla de la playa, no sabía exactamente cuanto tiempo, tan solo disfrutaba del agua remojar desde su cintura hasta la punta de sus dedos. Sus ojos permanecían cerrados escuchando el graznido de las gaviotas a la distancia y el chocar de las olas contra la arena. El viento fresco dar contra su piel.

Pero, repentinamente, algo se colocó entre el sol y él, haciéndo sombra sobre su rostro.

—Hey, ¿estás bien? —Escuchó que una voz totalmente desconocida preguntó, con notable preocupación, una voz profunda y quizá sexy.

NO.

Kuroko no estaba bien.

Él tenía el corazón destrozado.

Se sentía abosolutamente terrible y lo último que quería era tener que lidiar con un total desconocido que no podía simplemente ignorarlo.

—Oh, estoy de maravilla —respondió él.

—No lo parece —Insistió el desconocido.

—Oh, ¿Será por qué estoy siendo sarcástico? Solo ignorame, vete, sigue yendo hacia donde sea que vayas —sacudió la mano al aire, como si espantara moscas.

No hubo ningún sonido por algunos segundos, luego, escuchado un movimiento aunque no supo identificar de tipo era.

—Es imposible que solo te ignoré —habló de nuevo la voz, sacándole un susto a Kuroko. Al parecer los sonidos eran porque se había sentado en la arena—, pareces un cadáver en la orilla de la playa.

Kuroko, harto de la situación, soltó un pequeño gritito de frustración, peediendo totalmente sua cabales. ¿¡Tan difícil era leer entre líneas y darse cuenta que quería estar solo!? El muchacho a su lado pegó un brinco por su reacción.

—¡Escuchame…! —gritó, abriendo los ojos e incorporando medio cuerpo, girándose hacía donde permanecía el molesto muchacho—. ¡Simplemente quiero estar solo, así que vete a la ve… wow!

El desconocido contuvo una risita apretando los labios.

Que no era realmente del todo un extraño. Kuroko ya lo había visto antes, la noche anterior.

Tenía el cabello rubio y el tono de sus ojos era hermoso, como jugando entre el azul y el verde. Tenía los cabellos empapados e iba solo en una pantaloneta negra con verde, por lo que un tatajuate sobre su brazo izquierdo era visible, un montón de lineas curvas y puntiagudas, y una tabla de surf yacía a su lado en la arena. Él permanecía viendo hacia el frente, hacia el mar, pero desvío sus ojos hacia Kuroko, regalándole una sonrisa de medio lado totalmente encantadora.

El peli-celeste quedó embobado un momento. Al segundo siguiente, el chico rubio quedó un tanto desconcertado al verlo verlo toquetearse el cuerpo e, incluso, verificar su pulso colocando dos dedos sobre su cuello.

—Ahh —Kuroko suspiró—, Ahora si morí, ¿no?

El de cabello rubio lo observó unos segundos sin decir nada.

—Eres… —dijo entonces el hombre, carraspeando la garganta y llevándose una mano hacía los labios, tratando de cubrir una sonrisa que era imposible de ocultar, sus mejillas habían cambiado de tono—, bastante lindo… —parecía avergonzado.

Tetsuya sintió un revoloteo en el estomago. Se cubrió los ojos de forma dramática.

—Ah, eran tan atractivo que mis ojos arden como si viera directo al sol.

El rubio soltó otra risita, genuinamente divertido. Encantado.

—¿Siempre eres así, o debo sentirme especial? Aunque viendo lo lindo que eres, supongo tienes a muchos haciendo fila.

Fue el turno de Kuroko para avergonzarse.

—De hecho, no suelo ser así —rascó una de sus mejillas, apenado solo un poco, casi nada—, así que… quizá si deberías sentirte especial. Aunque tampoco te creas tanto —se encogió de hombros, quitándole importancia a sus palabras.

Aunque lo intentaba, el rubio no podía borrar la sonrisa de sus labios. Kuroko le resultaba en verdad muy encantador. Hasta que observó el rastro de las lágrimas sobre sus pómulos. La alegría abandonó un poco su rostro.

—¿Por qué llorabas? Si se puede saber.

—Ah, mmm…

—Esta bien si no quieres decirme, después de todo, soy prácticamente un desconocido.

—No, esta bien… yo. Bueno, crei y sentía, en verdad sentía, que el chico del que estoy enamorado tambien lo estaba de mi, y que quizá solo estaba siendo un tanto orgulloso al no decirmelo directente, pero resulta que va a casarse con su mejor amigo. De paso su hermano gemelo le rompió el corazón a mi hermano, con quien, de hecho, iba a casarse.

—Wow… —las cejas del chico se alzaron—. Al parecer algunos en serio tenemos una pésima suerte en el amor.

—¿Sí?

—See… a mi me abandonan en plena boda.

Kuroko hizo una mueca.

—Jaja —rió sin mostrar expresión—. Tú estas peor —Tetsu se burló, el extraño soltó una risotada—. ¿Por eso estabas en el bar? ¿Desahogando penas?

—No, de hecho no. Eso ocurrió hace casi un año. Ahora simplemente estoy de vacaciones con mi hermano, resulta que incluso a él le pico el bichito del amor, cuando se burlaba de mi por haberme enamorado y compretido.

—Oh, ¿un viaje de solteros antes del gran día?

—Algo así.

—Wow… que suerte tienen algunos.

—Y que lo digas —ambos soltaron un suspiro—. Nash Gold Jr. —extendió la mano hacía el peli-celeste.

—Kuroko Tetsuya —correspondió el gesto—. Obviamente eres extranjero, pero hablas muy bien Japones.

—Oh, bueno, mi ex prometido es mitad japones así que… ya sabes.

—¿Y sabes por qué huyó? —Kuroko preguntó curioso. Hablar de alguien más hacía que olvidará sus penas al menos un rato.

—Es una pregunta que aún me hago. Creí que todo estaba bien entre nosotros —soltó un suspiró—. Solo… desapareció. Dejó una nota en la habitación donde se suponía estaba preparándose, y nunca volví a verlo. Su hermano no podía creerlo, estaba totalmente furioso. Pero…

—¿Pero…?

—Él, solo se esfumó. Y la verdad es que todo me era muy extraño. Las circunstancias, todo. Así que me negué a creer que se hubiera marchado por cuenta propia. Quizá fue por mi familia, no estaban del todo felices con la boda, ellos tenían otros planes para que, literalmente, estaba tirando a la basura al casarme con él. Sin embargo, el verme tan desesperado solo provocó que su hermano se enojará aún más.

—¿Por qué?

Nash soltó una risita amarga.

—Al parecer ya había huido de una boda antes. De hecho, nos conocimos mientras él huía, justo aquí. No, bueno, no aquí, hablo de aquí… de este pueblo.

—Entendí a la primera —Kuroko dijo con gran seriedad, sin despegar sus ojos celeste de Nash.

Nash solo… sonreía, no podía evitarlo. Tetsuya era completamente diferente a todos los que había conocido antes. Le sacaba sonrisas de forma tan natural, que le costaba creerlo.

—En fin… tuvimos un ¿clic? instantáneo. ¿Qué te digo? Él era increíble, me cautivo de inmediato, era tan uraño pero lindo, y de alguna forma dulce e inocente. Creí que se sentía igua... No, sé que sentía igual, es por ello que no entiendo porqué lo hizo —se encogió de hombros haciendo una mueca de labios.

Tetsuya guardo silencio un momento, no creyendo que lo había sucedido en ese corto tiempo, era sumamente extraño. Es fecir, ellos eran total desconocidos, pero acaban de abrirse con el otro como si fueran amigos de toda la vida.

«Supongo que el hecho de que entendamos el dolor de un corazón roto nos une de alguna forma». Meditó.

—¿Te invito un café, Kuroko? —Nash cambió el tema un momento—. ¿Un cambio de ropa? Mi casa esta cerca. Aunque no te aseguro que vaya a quedarte, sin embargo será mejor que las ropas mojadas que tienes puestas ahora. 

—¿Y me regalaras tú camisa o tendré que devolverla? Siempre he querido usar la camisa de mi novio como pijama… no estoy diciendo que seamos novios, pero estas bien grandote y seguro tus ropas son muy cómodas para dormir.

Nash apretó los labios. Sinceramente no tenía idea si Tetsuya hablaba en serio o solo estaba bromeando. La expresión de su rostro era… él era en verdad lindo.

—Te puedes quedar con ella si gustas… No, ¿sabes qué? definitivamente quedate con ella, y encuentra la forma de que ese tipo del que hablas te vea usándola. Creeme, si de verdad sentías que tus sentimientos eran correspondidos, era por algo. Harás que se muera de celos. Y, en todo caso, no le demuestres cuán herido estas, aunque por lo visto no sueles mostrar mucho tus emociones, de todos modos, no dejes que se sienta tan especial. No puede lastimarte si no lo quieres. Demuestrale que el único que pierde es él, no tú —Nash hizo un gesto de manos que a Kuroko le resultó tan tonto como lindo. Alzó la mano con el puño al aire, pero con un pulgar sobresaliendo, como dándole ánimo.

—Vaya… justo ahora sentí muchos deseos de golpear al tipo que te dejó.

—Si te soy sincero —Nash reía de manera triste—, yo también quisiera golpearlo. Aunque, si llegó a tenerlo frente a frente una vez más, quizá solo le pregunte porqué se marchó, si acaso yo hice algo mal.

Kuroko posó una mano sobre el hombro del rubio.

—Deberias poner en práctica tu propio consejo, amigo. Das pena —Negó con la cabeza y cierto gesto de decepción fingido—. Ya paso un año, superalo.

—Sí verdad —Nash sonrió, arrugando la nariz de forma graciosa—. Como sea, ¿aceptas la invitación? No soy un secuestrador o violador.

—O un secuestrador y violador.

—No, nada de eso —El rubio alzó las manos, como demostrando su inocencia.

—Es que verás, mis padres me ensañaron que no debo ir con extraños.

—Si no quieres café, puedo invitarte otra cosa —Insistió el rubio.

—Mmmm…

—¿Helado? ¿Leche?

—Me tientas, me tientas.

—¿Una malteada?

—Okay —con los enormes ojos celeste brillantes de emoción, Tetsuya se puso rápidamente en pie, girando hacia Nash y alzando la mano mostrando todos sus dedos—. Pero serán cinco malteadas… y de vainilla.

Entonces extendió la mano hacia él, aceptó la ayuda y rápido también se levanto de la arena. Otra sonrisa estaba dibujada en su boca.

—Cinco malteadas de Vainilla entonces.

Nash le guiñó un ojo de forma coqueta, lo que hizo que el corazón de Kuroko revoloteara un poco en su pecho.

Sus mejillas inevitablemente se sonrojaron.

 

Notas finales:

Yyyyyyyyyyy eso fue todo. 


¿Qué tal?


¿Qué les pareció?


¿Les gustó?


Yo espero de todo cora que sí.


Me gustó bastante escribir la escena de Nash y Kuroko, como ven él parece no ser un bastardo como en otro fanfics. Je je. ¿Qué tal Taiga y Daiki? El siguiente cap será más amor para ellos.


Ojalá y el cap si les haya gustado, ya saben que pueden hacermelo saber por medio de un lindo comentario, el cual leeré y responderé muy feliz.


Que Raziel me los cuide, besos y abrazos de oso.


Byeeee.


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