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UNKNOWN por RoronoaD-Grace

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Notas del capitulo:

Holaaaaa. 


¿Qué tal están? Yo espero que muuuy bien.


Seguro quieren golpearme. Y no los culpo, estuvo muuuucho tiempo inactiva con este fic. Pero si alguien leyó el otro fic SasuNaru que estaba publicando, entenderá. De todos modos, diré que tuve un bloqueo muy feo con el final de ese fic, y era difícil terminarlo. En serio muy difícil. Pero ya lo hice.


Ahora puedo centrarme en este fanfic, actualizando todas las semanas, y en un KiriBaku que también publicaré, solo que este fanfic lo estaré compartiendo en Wattpad, aunque no se que chingados, no me dejó agregar el link de mi perfil aquí, como.chinga. bueno, la cosa es que en wattpad no tengo el mismo nombre de usuario, sino: @Eisuki15. También les informo, por si alguien quiere leer, que resubire ahí esta historia, tratando de corregir todos los errores que llegué a cometer.


Ya no los entretengo más.


Muchísimas gracias a quienes me dejaron su comentario en el capítulo anterior, y a quienes lo leyeron, obvio. Y mil disculpas por los errores que seguro habrán en este.


Espero que el capítulo les guste. Sin más que decir, los dejó leer.

UNKNOWN

—Capítulo 8—

Planes diabólicos

 

 


—¿Entonces no eran pareja?

Ante la pregunta que se respondía obviamente sola, Takao soltó un sollozo y se abrazó nuevamente a Kuroko.

El peli-celeste, Kise, Momoi, Takao y el peli-rojo desconocido, se encontraban todos en la habitación de la única chica en la casa. La decoración era la misma que las de todos, elegante y desprendiendo dinero por las paredes, solo que con ligeros toques que hacían que te dieras cuenta que era claramente la habitación de una chica.

El día anterior había sido un tanto extraño, recordada el chico de cejas como langosta. El ambiente había estado tenso y pesado. Incómodo. De alguna forma en los poquitos días que tenía en esa casa junto a los chicos, se había acostumbrado a las bromas y risas. Pero en ese momento todo era tan silencioso.

Entonces, analizando un poco a todos en específico, notó que era lo que estaba diferente.

Era Takao.

Ese chico que era un tanto extraño y que solía reír a cada momento, haciendo bromas respecto a Shintarō, iluminando la habitación con su sonrisa.

La eterna sonrisa en su rostro no estaba, el brillo en sus ojos se había apagado. Y supo que tenía que ver con Midorima, pues el de ojos azules evitaba verlo a los ojos a toda costa. Y por alguna razón, eso le dio mucha cólera. Quería preguntarle qué sucedía, pero no se atrevió al primer instante, pues él no era nadie de confianza, no eran amigos como para que le contara acerca de sus problemas.

Pero al peli-rojo no le gustó verlo tan triste; es por ello que, al siguiente día, ese día, trato de preguntar lo más discreto que pudo.

—Entonces… —había comenzado—. ¿Tuviste alguna pelea con tu novio el cuatro ojos?

Kise, que había estaba con ellos en la cocina, ya que ambos le estaban ayudando a lavar y limpiar los restos del almuerzo, contuvo un jadeo. Momoi, quien iba ingresando en ese momento, se quedó de piedra en el marco de la puerta.

—¡Oh, como si tuviera tanta suerte ese maldito! —exclamo entonces una voz ajena a la de los cuatro chicos.

—Carajo —gritó el peli-rojo, la taza en sus manos se resbaló, haciéndose añicos en el suelo.

Era en serio, ese chico algún día iba a matarlo del susto.

Iba a gritarle a Kuroko que dejara de hacer eso, que un día iba a sacarle el corazón por la boca, pero entonces un sollozo por parte de Takao había hecho que el corazón se le estrujara. Se sintió como un completo idiota al ver como Kuroko, Kise y Satsuki se acercaban a él y le hacían sandwichito doble, mientras susurraban cosas conciliadoras.

Todo el tiempo en esa casa se sentía fuera de lugar, no pertenecía allí, por supuesto; pero en ese momento la sensación se había sentido más fuerte, dándole una bofetada brutal.

—Yo… lo siento —dijo él, dispuesto a darle su espacio—. No quería hacerte sentir mal —estaba por irse y dejarlos solos, pero entonces Takao lo tomó del brazo y lo abrazó.

—No te preocupes —había dicho Kuroko—. Solo esta muy sensible por lo que sucedió.

Ante lo dicho, tres pares de ojos, rosa, miel y rojo, se posaron en él. Lo cierta era que Momoi y Ryōta no tenían idea de qué había ocurrido, suponían que tenía que ver con Midorima, pero en sí no sabían de qué trataba todo el asunto. Ni Kuroko, ni Takao y Mucho menos Shintarō, habían dicho algo al respecto.

Kuroko les dijo que terminaran rápido de limpiar, y una vez hecho, todos fueron a la habitación de la chica. Fue entonces ahí donde Kuroko les habló de lo sucedido.

El más sorprendido de todos fue el de cabellos rojos, pues según él, o por lo poco que había podido apreciar, Takao y Midorima lucían como una pareja. Y he ahí de porqué su pregunta.

—Él se lo pierde, Takaocchi —Kise dijo, molesto. Tenía el cejó fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho. Se encontraba sentado en la alfombra en posición india.

—No puedo creer que Midorin sea tan imbécil —Momoi tenía un puchero en los labios. Ella estaba sentado en la orilla de su cama, acariciando suavemente el cabello de Takao.

—Yo siempre lo supe —Kuroko habló—. Que era un grandísimo idiota, pero esto supera mis expectativas —él estaba recostado en la cama, con Takao abrazado a él como sanguijuela.

El de cejas raras también, de forma instintiva, sabía, o más biem presentía, que Midorima era un tarado, pero había que ser un grandísimo hijo de su metafórica perra madre, como para hacerle lo que le hizo a un chico tan genial y dulce como lo era Kazunari.

—Es un gusano asqueroso —Kuroko dijo.

—El rey de los imbéciles —Kise asintió.

—Estiércol de rinoceronte —Momoi aportó.

Entonces los tres voltearon a ver al más alto, el de cejas raras dio un respingo sobre el pequeño sofá en el que se encontraba.

—¿Sí?

Kuroko, con un gesto de labios y manos, lo alentó para que también insultara a Shintarō. Él, no muy convencido, lo pensó unos segundos.

—¿Cara de trasero de mandril?

Momoi y Kise soltaron un fuerte carcajada, Kuroko lo veía con gesto orgulloso, incluso Takao soltó un pequeña risita, casi inaudible, pero ante ella, el peli-rojo no pudo evitar unírseles en la risa.

Estuvieron, no sabrían decir exactamente cuando tiempo, burlándose de Midorima. Soltando todos los insultos que se les podrían haber ocurrido. Riéndose hasta que el estómago les comenzó a doler. En algún momento, también Kazunari se les había unido, fue él quien soltó los peores insulto, y eso se sintió bastante liberador.

Los otros cuatro chicos sonrieron felices al verlo reírse a carcajadas cada vez que un nuevo insulto le venía a la mente.

Y fue entonces que al peli-rojo le cruzó una idea por la cabeza. Si Takao y Midorima no eran pareja, aunque él había tenido esa sensación de que sí, ¿eso significaba que los otros chicos, que también le habían dado ese aire, tampoco lo eran? Es decir, si no lo decía Kise, él hubiera creído que el rubio era pareja de Kasamatsu.

El chico de ojos azules veía al rubio con cierta intensidad y, quizá, con un poco de desesperación. Al peli-rojo le dio la sensación de que él estaba muy enamorado de Kise. Además, puede que Kise dijera que estaba anamorado de Imbécilmine, pero sus ojos siempre terminaban desviandose hacia Yukio. ¿Era alguna clase juego de provocación entre ellos? ¿De celos?

¿Quizá estaban peleando y era una especie de venganza por parte de Kise?

¿No sería descortés cortar el ambiente y hacer tal pregunta? Ciertamente tenía mucha curiosidad. Y lo cierto era que los chicos allí no lo habían excluido en ningún momento, es más, trataron de hacer que se integrara al grupo lo más que pudieron.

Se animó a hacer la pregunta.

—Entonces… —llamó la atención—. ¿Estás tú pelando con Kasamatsu, Kise?

El rubio quedó en blanco un momento.

—¿Por qué dices eso? —cuentionó confundido y divertido.

Cierto. ¿Por qué creía que estaban peleando? No había ni un solo indicio de que hubiera algún problema entre ellos dos. Era cierto que Yukio era un poco arisco respecto a Ryōta, pero esa era, al parecer, la personalidad del pelo-negro.

Una vocecita en su cabeza le dijo que solo quería una excusa. Algo que le dijera que el rubio en realidad no estaba interesado en Aomine, y que al conocerse desde, prácticamente, casi toda su vida, quizá y tenía una oportunidad de ser correspondido.

Se dio una fuerte bofetada mental.

—¿Estas tratando de darle celos con Aomine? —hizo otra pregunta, Ryōta estaba aún más confundido—. Es que parece que él y tú están muy enamorados.

Las risitas que aún permanecian por las burlas hacia Shintarō, pararon un momento, antes de estallar con más fuerza.

—¡Claro que no! —Kise dijo, demasiado divertido—. ¿¡Qué te hizo pensar eso!?

El peli-rojo se encogió de hombros mientras veía como Momoi, Takao y Ryōta continuaban riendo. Pero había alguien que no reía.

—Kasamatsu-sempai es la persona más asexual que conozco —agregó Ryōta.

Kuroko lo observó a los ojos, con una expresión que el de ojos rojos no supo como interpretar al principio. Pero bastó que él se encogiera de hombros con una mueca en los labios y luego soltara un pequeño suspiro, para que comprendiera.

Así que era unilateral.

Oh, pobre Yukio.

El peli-rojo no pudo evitar ponerse en el lugar de Kasamatsu. Ahora entendía porqué la desesperación en su mirada. Estar enamorado y tener que fingir que no frente a esa persona, debía ser horrible. Tener que convivir con quien amas y con quien, al parecer, esa persona ama, sonaba tortuoso. ¿Cómo podía aguantar?

Kasamatsu debía estar profundamente enamorado de Kise.

Pero el tonto no lo notaba.

—Tengo una idea —Kuroko dijo, haciendo que todos pusieran su atención en él.

El peli-rojo tuvo un repentino escalofrío al alzar la vista y toparse con los celestes ojos de Kuroko. Era cierto que casi no los conocía. Los días que llevaba de conocerlos se podían contar con los dedos de la mano. Pero, quizá sonara extraño, comenzaba a leer sus ojos. Su expresión.

Justo en ese momento algo le dijo que ese chico estaba planeando algo, algo que podía no agradarle del todo.

—¿Qué es, Kurokocchi?

—Como ya saben —se acomodó mejor sobre la cama—, debido a sucesos inesperados —todos, en sincronía, dirigieron la vista hacia el alto chico desconocido con cejas de langosta—, nuestros planes se han visto estancados.

El muchacho se mordió el interior de las mejillas ante lo dicho por el peli-celeste. Odiaba ser una molestia para ellos, pero agradecía que lo estuvieron ayudando.

—No lo digo para que te sientas mal, Fresa-kun.

Fresa-kun puso los ojos en blanco, una vena hinchándose en su sien. Hubo risitas por parte de todos. Era gratificante y fastidioso que el más ruidoso fuera Takao.

—Como decía, Langosta-san —Langosta-san tuvo que usar todo su autocontrol para no saltarle a Kuroko encima y romperle el cuello. Sí se atrevía a llamarlo una vez mas con los estúpidos nombres que imbécilmine le había puesto, iba a darle la paliza de su vida—. Desde luego nos arruinas los planes, pero no es como si hubiera sido tu intensión, no te preocupes —hizo un movimiento con la mano, restándole importancia.

El peli-rojo no entendía si quería hacerlo sentir bien o todo lo contrario.

—Solo ve al punto —le exigió, con los dientes apretados. El peli-celeste parecía muy divertido ante su expresión.

—Lo cierto es —dijo, viéndolo a los ojos—, que durante todos estos años, siempre hemos tenido una rutina: Noches de juegos, paseos, fogatas en la playa, un mini torneo de Basket, parrilladas. Cosas que nos hacían olvidar por un momento el estrés acumulado todo el año. Ah, que tiempos —Kuroko suspiró, fingidamente—. Pero con tu presencia, esta rutina se vio perturbada. No hemos hecho absolutamente nada.

—Es cierto —Kise suspiro derrotado—. Y yo que tenía tantas ganas de jugar uno a uno con Aominecchi.

—Y yo que quería ir con todos de compras y al Spa —Satsuki se lamentó.

—Y yo quería dibujarle penes en la cara a Shin-chan… ah, eso ya lo hice.

Todos rieron ante eso. Creyeron que Takao volvería a llorar, pero si él mismo era quien reía, pues no había motivo para cortarle la risa.

Fresa-kun estaba comenzando a sentirse terrible.

—Pero no te preocupes por eso —Kuroko agregó, de nuevo—. Ayudarte a ti es más importante que esas cosas tan banales —Los otros tres chicos asintieron de acuerdo—. A lo que voy, es que no hemos hecho nada de nada. Akashi-depresivo-kun ha estado, si bien en su despacho revisando informes, contigo de compras y nada más. Imbecilmine-kun se la pasa encerrado en el gimnasio, y Kasamatsu-kun junto a él. Midorima-Maldito-bastardo-hijodeperra-kun, no sé que hace, no me internas. Y Murasakibara-kun parece más idiota de lo normal, suspirando «Murochin» a cada rato, mientras se atasca de golosinas.

»El ambiente está demasiado depresivo, siento que yo también estoy deprimiendome. Al rato voy a estar comiendo helado mientras veo películas románticas y suspiro por Akashi-aburrido-kun.

—¿Qué no es eso lo que haces todas las noches? —Takao se burló.

—Demonios.

—¡Oh, oh, oh! —Kise se puso de pie de golpe—. ¡Ya entiendo a qué quieres llegar, Kurokocchi!
Kuroko sonrió, pero a Fresa-kun esa sonrisa le dio muy mala espina, parecía un diablo planeando una maldad.

Oh, ¿en qué estaba metiéndose?

 

~•§•~

 

—¿Que ustedes irán a dónde? —Akashi cuestionó, con el entrecejo fruncido. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho y estaba apoyado sobre su pierna derecha.

Se encontraba justo en frente de la puerta que daba hacia afuera, bloqueándole la salida a Kuroko, Satsuki, Kise, Takao y un nervioso Langosta-san. Contemplando la escena se encontraban todos los chicos restantes.

Eran casi las ocho de la noche, todo afuera estaba oscurecido. Las olas chocando contra la playa se escuchan de fondo. Aire fresco entraba por la puerta abierta, meciendo los cabellos rojos de Seijurō.

Oh, se veía tan guapo, Kuroko casi suspiró.

—¿Es que acaso no te bañas bien, Akashi-sordo-kun?

El dueño de casa casi puso los ojos en blanco.

—Escuché perfectamente, Tetsuya —dio un paso hacia el frente, acercándose peligrosamente hacia el peli-celeste—. Lo que quiero decir es, ¿con qué permiso?

—¿Disculpa?

Fresa-kun pasó saliva con fuerza. Kuroko lucía molesto, realmente molesto. No estaba tratando de fingir o algo por el estilo, de verdad estaba molesto por las palabras de Akashi.

—¿¡Quién se supone que eres para que deba pedirte permiso para salir!? ¿¡Mi padre¡? ¿¡Mi jefe!? ¿¡Mi dueño!? —Kuroko estaba colérico. Todos contuvieron un jadeo al escucharlo alzar la voz. Kuroko nunca alzaba de esa forma su tono—. ¡No soy uno de tus malditos empleados a los que puedes controlar!

Oh, eso ya había quedado más que claro.

Por un momento, Akashi pareció realmente perturbado por sus propias palabras. Arrepentido completamente. La forma en la que le había hablado a Kuroko había sonado jodidamente horrible.
—Lo siento… no me expresé correctamente.

El peli-celeste lo observó un momento, antes de soltar un bufido y suspirar hacia un lado.

—Es solo que me preocupa —continuó el dueño de casa—. Es peligroso que vayan ustedes solos.

—No es como si fuéramos a hacer cosas malas —se defendió él.

—Puede que ustedes no, pero no todos piensan de esa forma, Tetsuya. Hay quienes salen con la sola intención de hacer daño.

Kuroko no dijo nada, Akashi tenía un punto. Un muy grande y rojo punto.

—¿Y qué se supone que deberíamos hacer? ¿Estamos aburridos, okay? Se supone que venímos para liberar tensión y desestresarnos. Pero estamos aquí sin hacer absolutamente nada.

—No estoy diciendo que no vayan… iremos todos —decidió Akashi—. Solo esperen un momento.

De inmediato cruzó por un costado de Kurok, y fue directo a su habitación. No hubo necesidad de preguntar a los demás chicos si ellos estaban de acuerdo. Algunos no parecían muy interesados, por no decir en desacuerdo, pero era Akashi así que nadie se negó.

El chico de cejas raras observó a Akashi hasta que se perdió en las escaleras. Según lo que había escuchado de los chicos, él realmente no solía comportarse así. Lo frustraba un poco verlo no siendo él mismo, aunque no supiera exactamente como era realmente. ¿Qué era lo que lo atormentaba tanto? Sabía que se metía en su despacho a leer informes que le enviaban respecto a su situación, también hablaba con él cada que tenía oportunidad.

De verdad quería ayudarlo… quizá y podía hablar con él esa noche. Parecía tenerle cierta confianza. Ojalá y fuera la suficiente.

Desvío la mirada hacia Kuroko, quien se ja había girado y también se encontraba observando en dirección hacia el dueño de casa. Era difícil leer al peli-celeste, incluso si comenzaba a hacerlo un poco. En ese momento no tenía idea de en que pudiera estar pensando. Kuroko giró la mirada en su dirección de repente, lo vio serio por un momento, con esa misma expresión que tenía segundos atrás, antes de sonreír de medio lado de forma de casi imperceptible y burlona; le guiñó un ojo en un gesto complice. Como si… oh.

«Tiene que ser una jodida broma», pensó el peli-rojo al darse cuenta de todo. El tenía razón, ese chico era el demonio en persona.

Le dirigió una mirada con los párpados entrecerrados, entre decepcionado e incrédulo. Kuroko lo miró con ojos de cachorrito mojado inocente. Era aterrador el comol sus ojos y los de Nigō se parecian. Y por supuesto que el peli-rojo no iba a volver a creerle nunca más. Sin duda podría ganarse un oscar si se dedicaba a la actuación. ¿Qué rayos estaba planeando su celeste cabecita como para llegar a actuar de esa forma con Akashi?

Se suponía que el plan era irse de fiesta ellos solos a una discoteca en el centro, o al menos así habían acordado horas antes, después del almuerzo. Una noche solo para ellos, para distraerse y pasarla bien. Para olvidarse de los corazones rotos no solo de Takao sino también de, al parecer, Kuroko. Porque en realidad Kise creía que su futuro junto a Aomine era cuestión de tiempo. Cosa que, si le preguntaban, le resultaba jodidamente absurdo de su parte, y tonto.

¿Entonces por qué armarle tremendo drama a Akashi? Amenos que…

—Ese era tu plan desde el comienzo, ¿no? —le dijo, juzgándolo con la mirada. Claro que ese era su plan—. Que todos ellos también vinieran con nosotros.

Si algo había aprendido en esos días, era que si el dueño de casa decía algo, era como una orden para los demás. Excepto para Kuroko, claro. Pero con los demás era de esa forma. La teoría del alto peli-rojo, era que Kuroko quería que una persona en específico fuera con ellos, pero no podia solo pedírselo, o mas bien, no quiera tener siquiera que cruzar una sola palabra con él. Así que el oji-celeste tuvo que recurrir a medidas drásticas.

Los labios de Kuroko, por un segundo, se movieron hacia un lado en una efímera sonrisa.

—No sé de qué hablas, Langosta-san —obviamente mentía—. ¿Por qué querría eso cuando fui yo el que sugiero olvidarnos de su existencia al menos por una noche?

Y eso era, exactamente, lo que el de ojos rojos quería saber. ¿Qué carajos estaba planeando ese ser demoníaco?

Suponía que muy pronto lo descubriría.

 

~•§•~

 

Desde el primer momento en el que Fresa-kun puso un pie en el lugar de destino, se sintió mareado. El ambiente estaba demasiado pesado para su gusto.

La música a alto volumen parecía querer romperle los tímpano. El calor provocado por los cuerpos en movimiento en la pista de baile, lo sofocaba. El aroma a alcohol en el aire le provocaba náuseas. Las luces parpadeantes estaban a punto de darle convulsiones.

Nadie pareció notar su estado, pues de inmediato Kuroko, Kise Momoi y Takao, fueron hacia el medio de la pista de baile. No necesitaban pareja mientras estuvieran los cuatro juntos. A él también intentaron llevarlo, pero se negó. Los demás chicos yacían en una mesa a un costado. Él estaba en la barra, tomando un poco de agua. Desde allí, podía ver como Shintarō no le quitaba la mirada de encima a Kazunari.

¿Por qué, si le gustaba, no solo se lo decía? Viéndolo en ese momento resultaba más claro. ¿Qué sucedía con ellos? Le dio un sorbo a su agua. De todos modos, no podía juzgarlos si no sabía las circunstancias, quizá y Shintarō tenía motivos muy fuertes para rechazar a Takao. Por el momento, le daría el beneficio de la duda.

Desvío sus ojos del peli-verde al sentir una intensa mirada sobre su persona. Un escalofrío le erizó los bellos del cuerpo al toparse con la mirada de Aomine sobre él. Pasó saliva con fuerza y giró la vista de inmediato. Sentía las mejillas calientes.

Demonios, no podía realmente estarle pasando eso con un chico como él. Era guapo, joder que sí lo era, pero sus personalidades chocaban inevitablemente. Era un engreído y un bastardo. Aún no se le olvidaba lo sucedido el día anterior. Ese imbécil sabía que era guapo, claro que sí, y se aprovechaba de ello. Pero sí creía que podía divertirse a su costa, estaba muy equivocado.

De todos modos, ¿Qué ganaba fastidiándolo? Por lo que había logrado entender, a Imbécilmine le gustaban las mujeres, y entre más voluptuosas mejor. Aunque, por supuesto, no creía que lo provocaba con intensiones, bueno, carnales, sino porque hacerle la vida de cuadritos al chico sin memoria seguro era divertido.

Como si no tuviera suficiente con su mente hecha un huevo revuelto.

Soltó un bufido molesto.

—He de suponer que no estás divirtiéndote —Dijo de pronto una voz a su lado.

—¡Akashi! —el de cejas raras soltó un chillido de rata debido al susto—. No te materialices tan de repente —se llevó una mano al pecho—, ya pareces Kukoro.

Seijurō soltó una suave risita.

—Lo siento, no fue mi intensión asustarte —el otro muchacho le creía—. Parecías muy concentrado, ¿En qué pensabas?

—Eh… —por un segundo, sus ojos se desviaron hacia Aomine, de inmediato sacudió la cabeza y observó en dirección de los chicos en la pista—. En lo alegre que se ve Takao. Ayer y hoy estuvo muy triste… ¿Tú sabes por qué Midorima lo rechaza? —Trató de indagar, aprovechando la situación.

Akashi desvío la mirada hacia su amigo peli-verde.

—¿Prometes no decirle a Kazunari?

Fresa-kun lo observó fijamente, con los párpados bien abierto. ¿Asi tan fácil a iba a decirle? La verdad no creyó que fuera a hacerlo. Lo pensó un momento, ¿podría guardar con el secreto viendo a Takao sufrir por ello?

—Yo… creo que no puedo. No me gusta ver a Takao tan triste. Si llegó a saber el porqué exactamente Midorima lo rechaza, creo que se lo diría —El más bajo sonrió de nuevo, un tanto enternecido—. Pero quiero saber, quizá si le rompo la cara, Takao se sentiría mejor; dependiendo de qué sea, claro.

Esta vez, no solo fue una risita, Seijurō soltó una carcajada. Por inercia, una de sus manos acaricio la cabeza del más alto, removiendo sus rojos cabellos. El muchacho sonrió al verlo sonreír. Le alegraba bastante verlo tan suelto, su expresión se había relajado bastante a comparación de antes.

Y eso era bueno, más que bueno, era excelente.

—Te diré —declaró el Emperador—. De todos modos tarde o temprano se sabrá.

Langosta-san sonrió de medio lado, victorioso. No había promesa alguna que le impidiera contarle a Takao.

—La mejor amiga de la madre de Shintarō, lastimosamente falleció. Pero en su juventud, ellas hicieron una promesa —El alto chico fruncio las cejas. Si era lo que creía que era, golpearía a alguien—. Que en el futuro, unirían sus familias por medio del matrimonio de sus hijos.

El de cejas de langosta lanzó un gruñido indignado.

—¿¡En qué época creen que estamos, las señoras de ahora!? —Soltó sin pensar—. ¿¡Qué creen que sus hijos son, eh!? ¡No pueden obligarlos a casarse si no quieren!

Seijurō lo observó con una sutil sonrisa en los labios, antes de volver a dirigir la mirada hacia su amigo de anteojos. Este continuaba con los verdes ojos fijos en Takao, quien movía sus caderas al ritmo de la música y sonreía alegre junto a Kise, Momoi y… Tetsuya.

—Shintarō quiere mucho a su Madre, ella es una mujer dulce y una madre amorosa.

—Con mayor razón no debería haber hecho un acuerdo tan absurdo. Midorima claramente esta enamorado de Takao, debería poder casarse con él y no con esa chica de la que habló él —los ojos de Seijurō se posaron él, guardando silencio; alzo una ceja.

—¿Takao mencionó algo acerca del matrimonio?

—Eh, sí. Dijo que Midorima le rechazó por que estaba enamorado de una chica, no sé quien, claramente —se encogió de hombros—. Takao dijo que creía que su padre había hecho un acuerdo con el padre de la chica y estaban obligándolos. Por cuestiones de unir empresas y tener más fortuna, o algo así. Cosas de ricos. Pero descubrió que su padre no lo obligaba de ninguna forma, sino que era Midorima quien insistía en casarse con ella. Así que él se dio cuenta, cuando lo rechazó, que al parecer la verdad era que el cuatro ojos ese estaba enamorado de ella. Por eso Takao se rindió.

»Pero por lo que me dices, no es ni uno ni lo otro. No es por su padre, es por el amor que le tiene a su madre y el dolor de esta al perder a su mejor amiga. Sinceramente, creo que es algo horrible. Midorima debería ser el hombre que intenta aparentar ser, y reusarse. Antes de buscar la felicidad de su madre, debería pensar en la suya.

Akashi no le había quitado los ojos de encima al muchacho mientras hablaba, el entrecejo de este se fruncía un poco más nada vez, además de que hacia gestos y movía los puños; parecía que iba a golpear a quien se atreviera a meterse en su camino.

Si a Sei le preguntaban, le parecía sumamente adorable.

—De todos modos, ¿puede una madre tan amorosa como ella, vivir sabiendo que obligó a su hijo a casarse con alguien que no ama, solo por un tonto capricho? Porque aunque Midorima diga que no, que es su voluntad, esta obligandolo. ¡Y eso es horrible! Esta, literalmente, robándole su felicidad.

—¿Qué te hace creer que no encontrará la felicidad con esta persona? —Seijūrō quiso saber, su tono y su expresión eran serenos.

—Bueno… —el más alto se cruzó de brazos un momento—. Creo que Midorima no es la clase de persona que se enamora tan fácilmente. De hecho, creo que es la clase de persona que prefiere estar solo que en una relación, ya que se le hacen complicadas —Akashi hizo un gesto en aprobación—. Pero velo —lo incitó—. Esa es la cara de alguien que esta locamente enamorado.

Sei volvió la vista hacia su amigo.

No es que Shintarō fuera la persona más expresiva del mundo. Pero había algo en su rostro en ese momento, en su mirada. Sus ojos desprendían un anhelo tan profundo y desesperante, que resultaba doloroso. Quizá la mayoría de las personas no lo notaran, quizá pensarían que estaba un tando distraído, pero él, que lo conocía muy bien, sabía que cruzaba por su cabeza y que estrujaba su corazón.

Ah, que tonto era.

—No sé que sucederá en un futuro —el alto peli-rojo dijo, haciendo que Akashi volviera la atención a él—. Solo sé que en este momento, dos personas están sufriendo por un estúpido acuerdo entre dos estúpidas mujeres que solamente pensaban en la felicidad de ellas, y no el daño que le provocarían a sus hijos.

Akashi le sonrió, una de esas sonrisas que le dirigía siempre, cargada de cierta ternura pero había algo más, algo que le dio al de cejas raras, la sensación de que había hecho, dicho, algo muy bueno.

—Akashi Shiori.

—¿Qué? —el muchacho desconoció se desconcertó unos segundos.

—Akashi Shiori —repitió.

—¿Akashi? ¿Es… una familiar tuya?

—Lo es…

Fresa-kun permaneció en silencio, intentando comprender del porqué la mención repentina. Un segundo estaban hablando del estúpido acuerdo de la madre de Midorima y su amiga y al siguiente tan solo mencionaba el nombre de una persona que ni al caso.

—Es el nombre de mi madre —el chico dio un brinquito ante la revelación—. Y también es el nombre de la mejor amiga de la madre de Shintarō.

El muchacho de cejas raras giró tan fuerte el cuello hacia a Akashi, que este creyó iba a romperse. Como esperó, su expresión era la de alguien que acaba de ver al diablo directo a los ojos. Sus pupilas se habían dilatado, sus párpados estaban abierto a más no, y su rostro estaba completamente pálido. Lo vio intentar hablar durante unos segundos, pero tan solo boqueo como pez fuera del agua.
—¿T-T-T-Tú y Mi-Mi-Midorima van a…?

Sei asintió.

Entonces, la expresión de alto peli-rojo cambió súbitamente. Pasó de estar pálido a completamente colorado. Su expresión ya no era de asombro, si no de furia total. Furia dirigida hacia Akashi y Shintarō. Una furia que no quería ni pensaba contener.

¡Puta mierda! —gritó, poniéndose de pie. Y, sorpresivamente, hablando en otro idioma. Lo que provocó un pequeño estremecimiento en Sei, al no haberse esperado tal acción.—. ¿¡Pero es que acaso ustedes están locos, o qué!? ¿¡Qué maldita sea tienen en el cerebro!? ¿¡Piedras!? ¿¡Estiercol de rinoceronte!?

Por la estupidez que ambos pensaban comenter, era lo más probable.

 

Notas finales:

Y eso fue todo, jeje


¿Qué les pareció?


¿Les gustó?


Yo espero que sí.


¿Alguien quiere golpear a Midorima y Akashi?


Yo si. Aún así, diré que traten de comprender un poquito a Sei. Su madre falleció, a esa madre que el tanto adoraba. Y lo único que quiere es cumplir su último deseo. No digo que este bien, porque todo lo que dijo Kagami es definitivamente lo que yo pienso. Solo… no se enojen tanto con él. Y bueno, Midorima también quiere a su mamá, y también quiere a Akashi, su amigo. Y sabe lo que significa para él respetar la decisión de su madre.


De todos modos un putazo no les vendría mal.


Sí el capítulo les gustó, pueden hacérmelo saber por medio de un comentario, el cual leereny estaré feliz de responder. Si nonlo hizo, igual pueden decírmelo, acepto sus comentarios de todo tipo. Igual si tienen alguna duda, tratare de resolverla sin dar mucho spoiler.


Muchas gracias por leer. Que el ángel me los cuide. Besos y abrazos.


Bye.


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