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Acorazado por Belladona Boudreaux

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Saga era un hombre visionario, desde pequeño se fijó una meta y trabajó por alcanzarla. Siempre estuvo hundido en sus estudios y la vida se le escurrió entre los dedos con alarmante calma. Para cuando consiguió todo lo que quería se encontraba solo y buscó entre sus conocidos un remedio para su soledad.

Su hermano Kanon solía burlarse de sus conductas parecidas a las de un anciano decrépito. Él, a pesar de ser su gemelo, era muy distinto. Su vida era relajada y casi un chiste a su parecer: siempre libre, siempre en problemas. A Saga no le apetecía vivir de ese modo.

Se distanciaron con el pasó de los años. Kanon se mudó a la costa y pocas veces hablaba con él, quizás eso lo impulsó a tomar por esposa a una de sus antiguas alumnas. Milo era una pelirroja bastante atractiva, su personalidad atrapante lo sedujo desde el primer momento y descubrió en ella a la mujer ideal.

Kanon ni se molestó en acudir a la boda y Saga descubrió que cada punto en su lista, por fin estaba tachado.

No podía pedir más... O eso creía él.

Milo se empeñó en visitar a Kanon, creyendo que debía ser el alma caritativa que arreglara esa relación rota y hasta entonces, Saga comprendió porque su hermano no asistió a la boda.

En cuanto llegó a la dirección marcada en sus últimas postales, la casera lo confundió con su hermano y comenzó a reclamarle por su abandono. Según esa mujer, Kanon desapareció un día sin dejar rastros y aunque al principio creyeron que había zarpado en uno de los barcos, con el paso de los días y la llegada de los navíos, descubrieron que él no estaba ahí.

La casera le tenía cierto aprecio pero no tenía con quien comunicarse para saber si estaba bien o si regresaría a la ciudad. Por eso prefirió dejar todo intacto y no meterse en líos.

Saga nunca se había sentido tan angustiado y entre las pertenencias desordenadas de su hermano, decidió que esa desgracia era su culpa y no descansaría hasta encontrarlo. Revisó las cosas que parecían desordenadas por la premura con la que Kanon abandonó el lugar. Se preguntó si estaba metido en algún lío que lo forzó a escapar y supuso que todo eso podía solucionarse de algún modo.

Debería arriesgarse un poco, pretender que era su gemelo y buscar la respuesta a sus preguntas. Por eso le pidió a Milo que regresara a casa. No quería meterla en problemas.

La noticia del regreso del dragón marino, se corrió como la pólvora y Saga tuvo que aprender a comportarse de ese modo tan vulgar que siempre odió de su gemelo.

Salió al puerto en busca de algún indicio y allí conoció a un tipo pequeño y encorvado de desagradable apariencia, su nombre era Kaysa y lo trató con mucha familiaridad.

— Hace mucho que no te veíamos por el acorazado, creímos que ya eras alimento de los peces.

Saga sonrió con desconfianza y su ceño se frunció, su comportamiento hizo que el hombre lo mirase con incredulidad.

— ¿Porque pensaste eso? — preguntó sin ocultar su molestia y Kaysa se rió.

— Jodete, era una puta broma. — Saga comprendió que sus intentos por imitar a su hermano eran terribles—deberías venir esta noche al acorazado, para que se te quite esa cara ¿Hace cuanto que no follas? Te ves mal...

Y se alejó riéndose sin despedirse. Saga regresó a su departamento y buscó ropa limpia, tenía que salir esa noche justo como ese hombre había dicho y buscar el lugar que le mencionó.

No podía preguntar a la casera sobre la ubicación del lugar, obviamente levantaría sospechas pues se suponía que conocía la ubicación, así que prefirió vagar por las calles en busca de algún indicio.

Comenzaba a perder las esperanzas cuándo desde el lado oeste de la playa, logró descubrir lo que buscaba. En las orillas del mar había un enorme barco negro parecido a un buque de guerra antiguo. Sus velas se movían como peligrosas sombras y el ave que tenía en el casco le resultó demasiado llamativa. No pudo ignorarlo. El nombre del barco era "Surendra" pero los marinos le llamaban acorazado pues eso había sido años atrás.

Los marinos y turistas, en su mayoría hombres, se dirigieron a ese punto entre risas y conversaciones sin sentido. Saga se dejó arrastrar por la multitud y entró al barco. La decoración del interior era excéntrica, se sintió sumergido en una de esas películas de piratas, aún así, le pareció demasiado elegante para ser un burdel.

Avanzó a la parte del bar y tomó asiento en una de las mesas. El lugar era una atracción turística que servía de hotel a los turistas y por las noches, en completa clandestinidad, ofrecía otros servicios.

Saga pensó que esa era la razón de los problemas de su hermano. La mesera vestida como pirata, le llevó la carta y luego se retiró. Se sorprendió al notar que había una nota oculta entre las hojas

"El capitán lo espera en el puente de mando"

Saga miró a su alrededor y se levantó en silencio, confundido por la nota. Fue cuando la misma chica lo tomó del brazo guiándolo hasta el exterior a través de una escalinata. La cubierta estaba despejada, el agua de la piscina brillaba con la luz de la luna. El puente de mando tenía las ventanas cubiertas con enormes cortinas oscuras. La chica lo dejó en la entrada y la puerta se abrió casi al instante, revelando una oficina común con la misma decoración y detrás del escritorio de cristal había un hombre de enigmática sonrisa y ojos color amatista que lo miraban con intensidad.

Saga entró por inercia, atraído por esa invitación silenciosa oculta en el rostro ajeno. El hombre que le abrió la puerta salió para dejarlo sólo con el capitán.

Antes de que pudiese decir algo, su acompañante se cruzó de brazos recargándose en la silla y endureciendo sus facciones.

 

— Dime, Kanon, ¿dónde esta mi hermano? — preguntó sin perder tiempo y Saga, sin perder el semblante desafiante, supo que había caído en la boca del lobo.


 


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