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Above Death por Sailor cosmos

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Decir que Tom Riddle odia a todos es casi acertado, estaban muy contadas las personas que podían tomarse como congraciadas con él, en parte por su infancia tan carente de cualquier sentimiento cálido o cercano, así como su propio deseo de apartar a todo y todos. El menosprecio hasta el abuso lo hicieron así.


Sin embargo, esto no hizo más que impulsar sus ambiciones, formarlas en su totalidad y marcando así su meta, una fácil de decir pero más complicada de hacer: Alejar al mundo mágico del Muggle y coronarse como amo y señor de este primer mundo. Sabía de antemano que algunos magos nacían de Muggles y viceversa, también que llegados a un punto la reproducción entre ambos era necesaria, no es tan imbécil como para no prever algo así, por otro lado, su solución al respecto es el diminuto problema del asunto...


Su solución, aparte de exagerada es funesta, pues conviene en invertir los lugares, que por una vez sean los Muggles inferiores en número y no solo en fuerza, exterminar a tantos como se pudiera y dejar solo lo necesario, esto traería una hermosa consecuencia en lo que a él refiere.


Los magos sangre sucia estarían casi al mismo penoso nivel, pues sería minoría. Cada detalle que pudiera surgir venía a su mente y no tardaba en anotarlo en un diario que hechizó para que lo escrito fuera visto únicamente por él. Siguiendo con el tema... Una vez los sangre sucia estuvieran en su lugar todo estaría en su lugar, la pureza sería uno de los principales elementos en las escalas sociales como debe serlo.


Incluía a las criaturas mágicas en este sentido, al menos a las que más convenían, el resto en su sito debía permanecer, tenía mayor interés en los vampiros, lobos y hadas, que gozan de su intelecto... Aunque de los lobos tiene sus dudas por ese asunto de no controlar sus impulsos.


Ahora que lo pensaba, quizás los centauros también servirían, solo debía hallar las palabras correctas y así convencerlos. En fin, su misión en la vida no se veía especialmente complicada con sus atributos mágicos y conexiones, es decir, apenas es un niño de trece, casi catorce años que hace reverenciar a casas ancestrales e influyentes.


Los Malfoy, Black, Lestrange, Nott, Prince y se sentía a poco de conseguir el apoyo de los Potter, por más que doliera tener que dialogar con un Leon tan inquieto como un cachorro de seis meses. Esto lo logro de forma simple, al menos con las tres primeras familias mencionadas por una sola razón: Su magia.


Muchos afirmaban con cierto horror que para ser "pequeño" tenía demasiada magia, demasiado poder y esta era tan oscura que los sangre pura quedaban a poco de un ridículo a su lado, al de lado un mestizo, Tom muchas veces se rió solo y a carcajadas por las patéticas expresiones puestas por los líderes de estas familias al verse superados por un estudiante.


Y aunque esta rosa fue muy beneficiosa tiene espinas, demasiado molestas en sus planes y coloridas como la mierda de unicornio como diría un Muggle, se titulaba como Albus Dumbledore, su amadísimo director y que no se limitaba a la hora de mantenerlo vigilado e interrogar por cualquier conducta rara que demostrara en el colegio, Hogwarts.


En cierta medida lo ofende, ese castillo de tantos años era su verdadero hogar y el anciano parecía creer que lo quería explotar en un millón de pedazos o algo similar, su intención real es tan pura que duda del raciocinio de quién no la entiende.


Quiere hacer una saludable purga...


Acabar con los sangre sucia para hacer un pequeño revuelo, en el cual nadie tendría tiempo de otra cosa más que temer ser la siguiente víctima. Esto traería la atención del director, pero para algo tiene seguidores al fin y al cabo, quienes con obediencia lo llaman My Lord.


Lucius Malfoy, Régulus, Bellatrix y Sirius Black, James Potter -Esté a medias, pero como dijo antes, no falta mucho-. Entre otros muchos más que harían realidad sus órdenes de continuar con la línea de muerte. El problema de esta situación es una muy molesta y es que no tiene aún muy en claro cómo llevar a cabo este objetivo.


No pueden ir lanzando la maldición asesina por el castillo, serian descubiertos al instante y no es la idea por obvias razones, aún faltaba ese desgraciado asunto que, sin bromear, le quitaba el sueño. Estando en su tercer año a Dumbledore se le escapó -o eso aparentaba-. La información con respecto a su ascendencia.


En si era irrelevante, hasta que se enteró de ser un Gaunt, el último con vida, el último eslabón esa línea que venía de Salazar Slytherin, el fundador de la casa Slytherin y eso no puede llevar más arriba su ego y confianza, la voz no tardo en correrse y el respeto hacia él aumento si es que se puede hacer esto.


—Si usted es heredero de Salazar Slytherin... ¿Quiere decir que puedes entrar a su cámara de los secretos? —abrió mínimamente los ojos ante la pregunta de James, algunas veces se preguntaba con seriedad como podía ser un león...


Luego se acordaba de lo vago y aficionado al Quidditch que es y la duda se disipa. La vena Gryffindor era demasiado fuerte por desgracia.


—En teoria, si, puedo hacerlo. —se hizo el desentendido y que sabía o recordaba ese detalle, en realidad lo había pasado por alto, al euforia interna por el tema lo distrajo.


—Pero... ¿En dónde está? Supuestamente está perdida y nadie conoce su ubicación. —menciona Lucius, sentado con recta y con la barbilla en alto, su porte típico en realidad. Tom entrelazo los dedos y apoyo los codos en al mesa de la biblioteca, como si tuvieran una cúpula alrededor, nadie se acercaba a ellos ni por chismorreo.


—Ahí también habita la bestia que Salazar Slytherin dejo para cuidar de Hogwarts, eso puede representar un peligro... ¿no? —la voz ligeramente tímida de Remus Lupin hizo que agregara otro elemento a la ecuación.


El muchacho con un severo problema debido a su licantropía era un ratón de biblioteca, apenas encajaba en Gryffindor si le preguntan; atando cabos sencillos con la pregunta llego a una conclusión: La bestia era una serpiente o como mínimo, un reptil. Están hablando de un Slytherin, nadie, ni siquiera ellos, van a negar qué están chiflados por esos majestuosos animales.


—Nada de eso supondrá un problema, si hay algo que destaco a los fundadores es dejar pistas a sus descendientes y solo hace falta encontrarla. La bestia asumo será... Una serpiente, no pondría algo que no controla y el Parsel era una de sus mejores armas. —dice apenas a modo de teoria pero con la capacidad de sonar como si tuviera al certeza de ello.


— ¿Esos soniditos raros que haces? —apenas dirigió una mirada a Sirius, muy pocas veces se tomaba cosas con seriedad, por lo que decidió pasar por alto el comentario.


—Empezare al búsqueda, para navidad ya la habré encontrado.


Su seguridad suma puntos, el problema es que no tenía la dichosa pequeña pista que necesitaba para encontrar la afamada cámara de los secretos, eso que por el colegio se temía fuese abierta por el rumor de que siendo Tom el heredero de Slytherin, los mataría a todos o algo del estilo, algunas veces hacían escándalos por nada...


No tiene ganas ni necesidad de eliminar a todos ¿Para qué? ¿Qué acaso no hay neuronas en esas cabezas para considerarlo?


Ya estaban en diciembre y la frustración fue tal que como rara vez ocurre en él, vagaba sin darse cuenta de por donde iba o si alguien lo seguía, lo cual no era el caso gracias a Merlín. De modo incomprensible acabo en el baño de las niñas, ese que fue abandonado por haber encontrado una niña suicida y su masa de ectoplasma levita siendo irritante.


Había estado ahí un par de veces, pues lo permitía huir y pensar más allá de las cuatro paredes de su habitación, la paz se rompía cuando Myrtle la Llorona aparece en escena, pero hasta ella sabía cuándo alejarse.


Una idea estúpida ilumino su pensamiento, había buscado hasta el rincones más absurdos de Hogwarts, esos que los "Merodeadores" habían hallado y se los mostraban en un mapa muy bien elaborado. Lunático, Canuto y Cornamenta era útiles en demasiados aspectos, más de los que se planteó en realidad.


Volviendo al tema, había muy pocos lugares donde no haya buscado ya y uno de esos era este lugar en desuso. Sin perder ni una pisca de su elegancia habitual en el húmedo lugar lo examino de cabo a rabo, apenas mojando parte de su túnica con el agua en el suelo.


—Tch... aquí tampoco... —bufa con el ceño apenas fruncido—. ¿Alguna pista que quieras darme? —dijo en alta voz, si nadie la encontraba es porque algún truco tendría y el Parsel tenía algo que ver con eso.


Una especie de vibración se escuchó, preveniente del lavabo. Fue abriendo cada llave, que estuviera en desuso no quiere decir que no sirva y el agua empezó a derramarse por el suelo con rapidez, hasta que un no abrió. Acercándose un poco más noto una especie de mugre cubriendo algo.


—Jeh... Ábrete. —ordenó con victoriosa sonrisa. El temblor no se hizo esperar y haciendo espacio vio como como el lavabo se hacia a un lado daba lugar a un pasadizo secreto, húmedo y sumamente oscuro. Estuvo a poco de saltar, hasta que el foco en su cabeza se encendió y ordenó unas escaleras.


Ya bastante mal era tener parte de la túnica mojada de forma inevitable.


El lugar era muuuy profundo, tuvo que usar lumos para saber donde pisaba y no tropezar con la monstruosa cantidad de huesos que concordaban con la forma de ratas y otra clase de alimañas. Llego a lo que parecía un simple grabado en al pared, con forma de Salazar Slytherin. Como un mero impulso recito algo que ni siquiera se había cruzado por su cabeza alguna vez y se empezó a abrir.


Lo que ya podía considerarse la cámara secreta tenía una luminiscencia extraña, pues no entendía del todo de donde venia al luz que se reflejaba en las aguas estancadas de lo que asemeja un camino muy elegante. Maravillado con lo poco que había visto hasta le momento camino con cierta velocidad hasta el final.


Ahora una especie de escultura se mostraba en al pared, por la forma en que estaba hecha se notaba que podría abrir su boca e ignorando que estaba mojado hasta las rodillas por entrar al agua entro en la "boca" de aquel monumento.


Parpadeo de forma excesivamente repetida, el lugar parecía una sala común de Slytherin, pero diez veces más antigua y elegante al mismo tiempo; una entrada abierta a lo que podía apreciar, es una biblioteca abatorrada de libros y un niño.


Aja... un niño...


Se acercó un par de pasos, el muchacho estaba profundamente dormido, pues no despertó a pesar del estruendo que hizo la entrada al abrirse para él. Tomó un pequeño momento para observarlo e intentar de buscar alguna anomalía visible primero.


Era pequeño, calcularía que unos diez años, cabello hasta un poco más arriba de la media espalda en un tono de negro que dejaba en ridículo a las plumas de un cuervo o la brea; su piel pálida y fina junto al cuerpo delgado daban un aire bastante... Aristocrático de algún modo, le recordaba a Lucios en su primer año, aunque el Malfoy sin dudas tuvo la mandíbula más cuadrada y más estatura.


Seguía dormido, respiraba por la boca entreabierta y tenía un manta gigante que bien podría ser la alfombra. Hizo un pequeño intento de intentar ver si fingía en cuanto a estar dormido, pues ay van como diez minutos y no se mueve.


Su hechizo para levantarlo no funciono, por el contrario, trajo un agradable suspiro. Ya que no tenía nada aparentemente peligroso en ningún aspecto se acunclillo y puso una mano en su hombro, decidido a despertarlo.


Soltó un enorme jadeo, casi cayendo atrás por la sorpresa que produjo aquel remolino de magia formado tan de repente y con tal fuerza. Sus ojos se fueron abriendo lentamente, para luego dar incesantes parpadeos, acostumbrándose a la luz claramente. Tom permaneció en silencio, observando la aturdida mirada.


Era tan... Verde, le recordaba a la maldición asesina, ese hermoso y letal tono esmeralda y que ahora fijo en él, produce un placentero y angustioso escalofrió en toda su columna vertebral. El muchacho comenzó a toser, girando en sí mismo para incorporarse lentamente.


— ¿Quién se supone que...?


— ¿Qué año... es? —pregunta con voz rasposa, llevando una mano a su cuello y sobándolo. Tom apenas murmuro la respuesta—. Ah... setenta y tres... Solo pasaron trece años...


—Eh... —su pregunta se vio cortada cuando sin darse cuenta, el muchacho lo tomó del rostro, en su rostro se formo una extensa y curiosa sonrisa que no supo como describir, no era mala y por eso no la entendía... Es un completo extraño ¿Cómo será normal que haga algo así?


—Me alegra que no viniste aquí antes aun cuando eso impidiera que despertara. —comenta, poco después se incorporó, en realidad era bajito, pensó que era una impresión por verlo acostado. Aun parecía estar desorientado, viendo a los lados.


— ¿Y Quién se supone que eres? Esta cámara-


—Es para el heredero Slytherin, lo sé, no es la primera vez que vienes aquí y dudo que la última... Aun no la despiertas, es mejor que no se te ocurra hacerlo... —murmuraba caminando un tanto tambaleante, parecía que estuviera ignorándolo en realidad.


Tiro de su brazo para que lo viera a la cara y forzarlo a responder sus preguntas, la principal y más importante. Quedo rígido cuando de la nada, una especie de magia oscura comenzó a brotar de él, cuya expresión adormilada permanecía. Soltó su brazo un tanto tembloroso.


— ¿Q-que se supone que eres? —cambio el adjetivo, sin saber a ciencia cierta como denominarlo. Ladeo la cabeza con suavidad, el cabello tan imposiblemente alborotado y negro cayo por gravedad.


—Me llamo Harry, soy un mago, pensé que lo habías notado. —responde con voz suave, como un arrullo. Tom frunció el entrecejo.


—Tu... ¿eres otro heredero de Slytherin? ¿Qué hacías durmiendo aquí abajo? ¿Cuál es tu apellido? —exigió saber con voz frustrada. Harry dio un toquecito a sus labios con su dedo índice, trayendo más impaciencia al muchacho más alto.


—No lo soy por sangre, pero si soy heredero de Slytherin... de Gryffindor... de Ravenclaw... de Hufflepuff—su forma de habla lenta enerva al muchacho que no sabe en qué sentimiento centrarse, si la sorpresa, incredulidad o fastidio—. Y dormía por estar esperando a que me despertaran.


—Esperabas a que te ¿¡Qué!? —no pudo evitar llevarse las manos a la cabeza, uniendo unos extraños puntos con la poca información que tiene a estas alturas... ¡¡ÉL SERÍA LA SUPUESTA BESTIA QUE ESPERA SER DESPERTADA!! Al menos cumple con lo dicho por los "mitos"


—Aunque este es un cambio, estás en tercer año, no en quinto, que extraño, debe divertirle mucho esto—continua con lo que parece un monologo, reanudando su andar y logrando que Tom lo persiguiera casi en silencio escuchándolo susurrar más y más cosas.


Observó a donde llegaron, una entrada similar a la que llego y que, con apenas un movimiento de mano, se abrió la entrada de puerta—Ven aquí, ya has descansado lo suficiente—. Miro con regulada sorpresa como hablaba en Parsel, sonaba curiosamente tierno su tono. Permaneció en su lugar cuando lentamente de la entrada abierta, salía un enorme, ENORME basilisco de escamas grisáceas y apenas un ligero brillo verde.


—Es... un basilisco, rey de las serpientes ¡Por supuesto! —exclamo con sonrisa un tanto torcida por la satisfacción—. Salazar no dejaría cualquier cosa para purificar este lugar, debía ser algo tan complicado como esto, es-


—Es hembra—comentó Harry, acercándose y acariciando la gigantesca cabeza del basilisco, consiguiendo siseos complacidos de su parte y la mirada fija a sus ojos era otra muestra indudable de que algo extraño tiene ¿No debería estar muerto? Ver directamente a sus ojos—. Y no está aquí para lo que se te esta cruzando por la mente.


— ¿Ah? Es como dice la leyenda, dejó a esta gran bestia para limpiar a Hogwarts de los muggleborn y purificarla nuevamente. Solo debo dar la orden y lo hará.


—No la vas a usar, solo obedecerá al mayor de sus herederos, por lo que-


— ¿Mayor? ¿Qué edad se supone que tienes? —sisea en tono hostil y viendo a Harry con malos ojos.


—Umm... creo que tengo... Trece o doce años, no lo sé, es un poco confuso. —admite mirando sus manos con ese aire tan extraño que tiene encima


— ¡¡Soy mayor!! No te metas en donde no te llaman niñato—advierte con un curioso brillo rojizo en sus ojos—. Lárgate antes de que-


Sus palabras pararon en seco cuando sin saber cómo, fue aturdido y desmayado sin el más mínimo sonido o notable intensión de parte de Harry. Este lo vio tendido en el suelo, enfocándose primero en el basilisco que sisea, olisqueando a Tom. Harry da un par de palmadas a la escamosa piel de la bestial criatura.


No hagas caso a ninguna de sus órdenes. Aun no es tiempo para que salgas de aquí ni se sepa de ti... Te prometo que te traeré comida decente y podrás andar libre por el bosque oscuro una vez estemos listos. —asegura con una suave sonrisa.


Si, amo... ¿Puedo preguntar algo? —asintió—. ¿Por qué me permitirá salir? Nadie que esté en mi camino supondrá un obstáculo...


—Eres un ser vivo que merece libertad, hare un pequeño hechizo para que tus ojos no maten a nadie, pero será después... Por ahora, se paciente. —la gran serpiente asintió sin más, volviendo a la cañería donde suele dormir.


...


— ¿¡Mi lord!?


El sobresalto fue general al ver a Tom levantarse de manera sumamente brusca de la camilla en la enfermería. Miro a todos lados y dio un golpe con la mano derecha. Lucius, Sirius, James y Remus se encontraban ahí, viendo con extrañeza al muchacho que nunca jamás perdía la compostura o demostraba esta clase de comportamiento errático.


—¿Se encuentra bien...? —interroga Lucius arrastrando las palabras.


—¿En qué maldito momento llegue hasta acá? —pregunta con una mano en la cabeza, los ojos cerrados y el ceño fruncido. Era totalmente imposible pasar de estar en lo más recóndito de la cámara secreta a la enfermería del colegio.


—Lo encontramos a mitad del pasillo del segundo piso, tenía muchas de estas en la túnica. —responde James mostrando lo que parece una escama de... Dragon por su tamaño, Tom la tomo y notó su color plateado verdoso. Frunció el entrecejo con suma molestia destilando en su mirada.


—Y... ¿Hay algún progreso con la Cámara de los Secretos? —pregunta Severus, recibiendo una muy mala mirada por parte del heredero de Slytherin —. Solo supuse que la única forma de dejarlo inconsciente a mitad de un pasillo es porque algo tiene que ver. —explica, azorado por la mirada que tenía encima.


No respondió nada, levantándose de la camilla y tomando su túnica que estaba a un lado, hizo un ligero cabeceo a la enfermera y salió dejando a sus seguidores atrás. No podía creerse que un maldito niñato que estaba a mitad de la cámara sin una varita o consciencia de su entorno lo desmayara, peor aún, que pudiera sacarlo de la Cámara. Ignoro soberanamente a Dumbledore que estaba en su camino y llego a su sala común, entrando a su habitación al pasar de todos y dando una especie de rugido que destrozo múltiples objetos en el lugar.


Era tan... malditamente odioso. Se daria confianza pensando que aquello no fue más que una ilusión, que quizás lo soñó y tuvo un desmayo espontáneo a mitad del pasillo por la impresión producida de ver un basilisco. Si, aquello tenía más sentido que un niño pequeño de grandes ojos verdes controlando a esa bestia perteneciente a Salazar Slytherin.


Todo está bajo control...


~***~


—Nunca ha llegado tan tarde, estoy a poco de celebrar porque lo hayan despedido. —comenta Lucius con zorruna sonrisa, tamborileando los dedos sobre la superficie de su mesa.


— ¿Es idea mia o Tom está muy tenso?


—Te escuche, Black. —escupe, hundiendo los dedos en sus párpados. Sirius dio una larga risotada propia de él, Remus negaba con la cabeza y James reía con ligera discreción.


Por algún motivo que desconoce, se siente sumamente intimidado, como si tuviera a alguien muy poderoso cerca y el instinto lo obliga a estar alerta por cualquier situación. Referente al entorno, se supone que tienen clase de Defensa Contra las Artes oscuras -irónico considerando que quiere saberlas, no defenderse de ella-. Pero el profesor, un idiota cabe destacar, no aparece y ya llevan más de media hora ahí esperando.


No se perdía de mucho, solo prefería gastar su tiempo en algo más útil como ir nuevamente a la Cámara de los Secretos en lugar de esperar a un profesor que claramente no llegará... al menos no ese profesor.


— ¿Y ese quien se supone que es...? —Todas las miradas se posaron en quien salió de la oficina del profesor. Era un... niño de cabello negro. Tom dio un golpe fortísimo a la mesa para sorpresa de todo el salón.


—Lamento la demora, tengo un pésimo control de mi tiempo y honestamente olvide que tenía que venir... Como sea, soy-


— ¿Un niño?


— ¿Un duende?


— ¿Una broma? —bufa Tom.


—Su nuevo Profesor de Defensa contra las Artes oscuras ya que el anterior aparentemente tuvo cierto problema con un hechizo desmemorizador... Qué curioso que sea por eso, me preguntó a quién intento atacar.


El silencio predomino de nuevo en el aula, el niño balanceaba sus piernas de atrás adelante, sentado en el escritorio y viendo son una inocente e infantil sonrisa a sus estudiantes. Tom se restregaba la cara con ambas manos. Un sueño, una alucinación, un espejismo, una imagen, un... un... chiste, por merlín, que esto no esté pasando realmente. Una mano en el aura se alzó lentamente y de forma dubitativa, hizo un ligero gesto para permitir que hablara.


— ¿Esto es una especie de broma...? —pregunta una chica Gryffindor que no recuerda su nombre.


—Por supuesto que no, me han dado el puesto hoy en la mañana, también pude dármelo a mí mismo si se me antojaba, pero lo mejor era optar por lo tranquilo.


— ¿Ah? —Tom apenas se pudo aguantar la ligera exclamación de duda, pues eso dicho no tiene mucho sentido.


—Entonces, profesor, explíqueme como siendo un simple niño nuestro director consideró que esto era buena idea— Lucius era un joven raro, se quejaba de querer más exigencia cuando ya tenían una considerable, estaban a poco de pensar que coincidía con el conserje y sus métodos medievales para enseñanza.


—El castillo es mio así que no puede deshacerse de mi aun si me rechaza. Es una... pequeña herencia de mis ascendientes. Ya que no pienso dar clase hoy por no haber preparado nada... ¿Alguna otra pregunta? —prácticamente todas las manos se alzaron —. James.


— ¿Como que es dueño del Castillo?


—Soy heredero de Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin así que el castillo es mio, no como que lo quiera usar para algo, pero me permite hacer muchas cosas que me plazcan —sonríe jugando con la varita entre sus dedos —Sirius.


— No pensé que fuera posible tener a un solo heredero de cada casa y... ¿Como se supone que voy a tragarme que usted es ese heredero?


—Permíteme un segundo... —saltando del escritorio fue hasta atrás de este, abriendo un cajón —. Esto... Esto también ... Esto lo necesito... ¿Alguno tiene una serpiente?


—Eh... yo tengo... una... —balbucea Severus, la estaba guardando para otra cosa, pero una vena curiosa dar la raza humana lo hizo dejar el asunto a un lado. Al sacar al animal de su bolso, este vio al profesor.


Ven aquí chiquitín, necesito que me ayudes —sisea y la serpiente se desliza hacia el escritorio, subiendo de forma pronta a su brazo hasta recostarse en los delgadas hombros—. Bien... Espada de Godric Gryffindor —muestra el arma—. Tiara de Rowena Ravenclaw, Copa de Helga Hufflepuff y la lengua Parsel de Salazar Slytherin. ¿Algo más que quieran preguntar? —ofrece con el rostro apoyado en sus manos con los codos sobre la superficie. Tom alzó la mano finalmente y le tomó la palabra.


— ¿Como te llamas?


Sonó como un feo gruñido de su parte, aquella sensación venia por su culpa y en su mente, una revolución estaba en pleno apogeo para tratar de entender cómo era posible ser descendiente de todos los fundadores. Dio una larga e infantil sonrisa encantadora.


—Me llamo Harry, Harry Potter—las miradas se fijaron en Harry y James de forma alterna—. Bueno, se acabó la clase, los veo el próximo lunes. —despide, aunque nadie se levantó de su asiento sino varios minutos después, con una especie de sobrecarga de información.


Se miraron entre ellos, Tom se notaba molesto, el brillo rojo en sus ojos era difícil no mirarlo. Fue así todo el día y los rumores, como es costumbre, viajan a la velocidad de la luz en Hogwarts y ya no había nadie, sea del año que fuera que no estuviese enterado de la presencia del nuevo y pequeño profesor de Defensa Contra las Artes oscuras. Los pocos no creían lo dicho por los que tuvieron clase, fueron sorprendidos a la hora de la cena de ver a un bajo niño en la mesa de profesores, junto a la profesora McGonagall y el director Dumbledore.


—Antes dar inicio a nuestro banquete de hoy tengo un aviso que hacerles. Debido a problemas de salud nuestro querido Profesor Quirrell no podrá seguir dando clases lo que resta de año—su voz solemne creaba silencio como de costumbre. Tom rodó los ojos, nadie extrañaría a ese molesto tartamudo. Su mirada viajo al curioso personaje que de hecho lo estaba viendo—. Quien lo sustituirá ya muchos lo conocen, sin embargo, quiero que le den una calurosa bienvenida a Harry Potter.


Por algún motivo que escapa a su entendimiento, muchos de Gryffindor, Ravenclaw y Hufflepuff se levantaron a aplaudirlo, el resto al igual que Slytherin permaneció sentada aun aplaudiendo, el muchacho de ojos verdes contesto con una bonachona sonrisa. Frunció un poco el entrecejo, esto era muy, muy extraño, no tanto por el hecho sino por quien lo está llevando y lo protagoniza.


—No se dejen engañar por su apariencia, yo mismo verifique su capacidad y estoy deseando que nos acompañe por mucho tiempo. Dicho esto, podemos comenzar.


—Hay algo con ese niño que no encaja. —farfulla con los ojos entrecerrados.


— ¿Además de que sea un niño? ¿un Potter? ¿Profesor? —enumeraba Lucius.


—Estaba en la cámara. —dijo en voz baja, con discreción, pero sintiendo que de vez en cuando era observado.


— ¿¡él!? —Severus, Regulus, Lucius e incluso Bellatrix se mostraron sorprendidos.


—Hablaremos en la sala común, donde no-este-mirando...—dice entre dientes.


—James... James... ¿No crees que se parece a ti? Solo que tiene los ojos verdes. —comenta Sirius a su compañero, James da un bufido.


—Es extraño, pero si, nos parecemos... Preguntaré a papá si tengo algún primo que no conozca, somos una familia grande. —aquella era la solución más lógica a el dilema que se les presenta.


—Hay algo que... no puedo entender y es... escalofriante. —Remus parecía demasiado afectado por Harry, casi tiembla, algo en el niño lo intimida.


—Quizá tiene mucha magia negra. —dice Sirius.


—No, para nada, es algo... a su alrededor, es como si tuviera algo encima. —explica mirando a Harry. Podía ver una especie de aura negra a su alrededor, negra, pesada y, sobre todo, poderosa. Lo curioso es que Harry en sí... destilaba luz, una luz tan pura como la oscuridad cernida sobre él.


—Sea lo que sea, no creo que seas el único en notar. —susurra volviendo la vista a su comida con mala expresión. James intento hacer lo mismo, disimulando que no vio la mesa de profesores.


—Si, solo cause una pequeña sorpresa, pero no ha sido malo. —asegura con tranquila expresión. La mano de Dumbledore dio unas palmadas y caricias a la suya, produciendo un escalofrío.


—Si tienes alguna complicación no dudes en informármelo. —indica Dumbledore, con su mirada parcialmente escondida en sus gafas de media luna.


—Claro señor director.


—También debo mencionarte que tengas cuidado con el Joven Riddle, tiende a ser un poco... problemático. —Harry disimulo su expresión de indiferencia ante la advertencia.


Sabía que era una mentira, también pudo notar el discreto énfasis que el viejo director quería hacer con el "ten cuidado", que podía interpretarse de cierta manera con "No te le acerques demasiado".


La cena terminó, cuando todos se ponían de pie, Harry fue el primero en salir, bajo la atenta mirada de todos. Tom hizo un esfuerzo por apresurarse y no tardo en notar que tenía una dirección fija —Iré en un momento—. Aviso, Lucius asintió y el joven tomo rumbo tras su... Profesor. Como era obvio, Harry fue a la Cámara secreta, estaba descuidadamente abierta y cerro su entrada solo cuando ya hubo bajado lo suficiente. Hizo el mismo recorrido que el día anterior hasta llegar, encontrándolo en el mismo sitio, acomodando el lugar.


—Sabia que mr. ibas a seguir, supongo que andas curioso. —dijo sin mirarlo. Sacó su varita y dando toques a varios muebles, los limpiaba y arreglaba.


—¿Que se supone que eres? Ningún niño de trece años se hace maestro y mucho menos es heredero de todos los fundadores. —su poca paciencia y mal humor hacían gala. La iluminación creció por fuego en velas recién aparecidas.


—Pues soy un mago de trece años, tu profesor y heredero de Hogwarts, eso soy. —se notaba a la legua que seguía jugando con él y eso a Tom hace de todo menos gustarle. En un arranque poco común de sí mismo lo tomo del hombro y tiro de él, queriendo forzarlo a decirlo por la cercanía y quizás intimidarlo, pero...


Lo soltó de inmediato, al quedarse viendo sus ojos se sintió forzado a dimitir de sus actos más erráticos. Volvía a pasar, veía en el tanta... Pureza, tanta luz que no lograba comprenderla, porque a su misma vez había tanta magia negra revoloteando alrededor de él, igual de pura y fuerte. Ladeo la cabeza, casi en trance por la mirada del color maldito como lo es el Avada Kedavra...


—Ay Tom, siempre, sin importar donde estés, te sorprendes por lo que hago o mí propia vida... Ahora lo siento muy adorable —acomodo el pequeño mechón de cabello que se le vino a la cara al estudiante—. Pero ya que estamos aquí, pregunta todo lo que quieras, no me molesta en lo absoluto.


—T-te pregunte y no me respondiste. —lo molesto demasiado tartamudear, pero es culpa de Harry por tenerlo tan... tan... inusualmente fuera de sí.


—No haces preguntas muy específicas—con otro movimiento de varita el lugar quedo perfectamente arreglado, como si alguien fuera a pasar mucho tiempo en esa habitación—. Pero ya que tu pequeña cabeza aún está un poco aturdida... ¿Sabes que son las Reliquias de la muerte? —


—Son solo un mito que se produjo por el cuento de los Hermanos Peverell. Decían que al unir los tres te volvías el dueño o señor de la muerte... ¿A qué viene la pregunta? —interroga con desconfianza. Harry tomó lugar en un pequeño sofá de dos lugares, la capa en el suelo y dejando a la vista la ligera ropa que ha llevado debajo.


— ¿Y cuáles son esas reliquias, Tom? —responde de esa odiosa forma, con una pregunta. Tom, aunque prestaba atención y seguía en el plano material, se encontraba anonadado por la imagen que daba el más bajo, soltando con paciencia la trenza que mantenía a duras penas su cabello alborotado.


—La capa de invisibilidad, la roca de la resurrección y la varita de Sauco, que es lo único que considero posible que exista. —aquella opinión amplió la sonrisa de Harry, que se cruza de piernas en posición elegante.


—Te escuche decir hasta hace unos minutos que solo eran un mito, pero, aun así, crees en una de esas reliquias.


—Dudo muchísimo que a ningún fabricante no se le ocurriera usar esos materiales al menos una vez aun si moría en el intento. Debe haber una varita así de poderosa. —afirma con cierta frustración.


No lo malentiendan, está satisfecho con su varita, de la cual solo hay una igual en el mundo. Hasta ahora nadie, ni siquiera en la historia, puede jactarse de tener una varita con núcleo de pluma Fénix. Harry coloco su cabello tras su oreja derecha, donde relucían dos argollas, una de plata y una pequeña gema verde, junto a otra dorada y gema roja.


—Ya veo... Supongo que es factible creerlo—Tom abrió la boca, dispuesto a retomar el tema de conversación inicial —. Tom Sorvolo Riddle... tan solo catorce, casi quince años y con tan grandes aspiraciones que lo hacen perder el verdadero norte.


— ¿Disculpa? —que pareciera tener una idea de sus planes lo crispo y obligó a ponerse alerta.


—No te pongas tan nervioso, no es como que piense delatar tus planes de asesinato masivo. Tengo una "misión" con mejores fines... —una silla apareció y Tom tomó lugar, con el pecho afuera y la barbilla en alto como gesto aristocrático. Harry cruzó las piernas—. De los cuales te contaré en una ocasión donde tu desconfianza en mí no desborde. Por ahora... ¿Qué te parece este anillo? —pregunta en una especie de mofa, Tom arrugo el entrecejo, no pensaba responder—. O esta capa... —la prenda apenas se distinguía por el borde al inverso—. Y finalmente, esta varita...


—Eres el señor de la Muerte. -concluyó con voz y expresión indiferente, pues no tiene una idea muy clara de cómo reaccionar a lo que acaba de decir. Harry parecía satisfecho por la pronta deducción, apenas había tomado la varita de entre su ropa.


—Has acertado. —dijo con una pequeña sonrisa, con la magia de color oscuro materializándose de forma paulatina.


El frio lleno la habitación y Tom hizo su más grande esfuerzo por no sentirse intimidado y asustado por la sensación que brindaba su cuerpo ante la materialización de la misma muerte en frente de sus narices. Era una figura muy grande, en cierta medida lo hacía recordar a los dementores que custodian Azkaban, exceptuando que no contaban con el pequeño agujero en su velo negro.


Antes de que cualquier palabra saliera de sus labios o los de Harry, la muerte tomó al de ojos verdes y de forma extraña para el estudiante, comenzó a dar mimos a quien es su señor. El rostro, el cuello y el cabello eran los que recibían las atenciones que a muchos harían pensar en una madre o incluso un amante muy afectuoso.


—Discúlpame, suele hacer esto cada vez que la hago venir. —sonríe apenado.


—Esto quiere decir que eres muy poderoso... Muy, muy poderoso. —entrecerró los ojos de forma cautelosa.


—Puede que sí, puede que no... Solo se que tengo el suficiente poder para salvar a alguien que hará más destrozos que gracias en el mundo—Tom alzo una ceja, no podía... —. Y con eso, asumo que sabes a quién me refiero.


— ¿Destrozos? No sabes que-


—Sé muchas cosas, como que, en tu sala común, hay personas esperándote.


~***~


Hogwarts estaba pasando por un momento tan... extrañamente feliz que a Tom no le cabía en la cabeza como era posible, quizás por su absoluto recelo al peculiar profesor con el que contaban ahora. No podía decir que fuera malo dando su clase, en realidad, era el mejor que tenía a la fecha, tenía una forma de ver las cosas que lo fascinaba.


La luz no es tan buena y la oscuridad no es tan mala.


El problema venía a que siempre parecía saber exactamente que planeaba, que quería, que... TODO y es jodidamente estresante. Había ido muchas veces a la cámara de los secretos, encontrando al basilisco dormido y a Harry leyendo, aunque intentaba leer los mismos libros, estos se veían vacíos apenas los abría.


No obstante, llego un cambio considerable.


—Remus, respira, no necesitamos a un lobo estresado antes de tiempo. —reprende con molestia hacia el muchacho, como cada día en el que sería luna llena se muestra tan ansioso y temeroso que parece al borde de un ataque.


—Si, solo es una noche, estaremos contigo por la mañana. —asegura Sirius dando palmadas a la espalda de su compañero que asiente temeroso.


—Remus Lupin~ Ven aquí un momento. —llama Harry estando de espaldas y ordenando una gran cantidad de objetos del aula desastrosa por naturaleza.


—Lo-los veo después... —despide cohibido. Tom se quedo observando el intercambio de palabras entre Remus y Harry, captando una sonrisa muy peculiar en el señor de la muerte. Debía vigilarlo hoy.


— ¿Ocurre algo, joven Riddle? —niega suavemente con la cabeza, evitando su mirada.


—No ocurre nada señor, si me disculpa, debo ir a-


— ¿Qué opina de su nuevo profesor?


—Es el mejor que hemos tenido hasta la fecha, señor. —responde con deje inocente, lo típico cuando se trata de una conversación con quien puede suponer una amenaza a sus planes. Y vamos, que peor enemigo no puede tener: Nada más y nada menos que Albus Dumbledore, el héroe del mundo mágico por su enfrentamiento contra Gellert Grindewald durante esa guerra mágica.


—Me complace escuchar eso muchacho. —la mano arriba dio unas palmadas al hombro y seguido, un apretón que se deshizo. La mano bajaba por el cuerpo ajeno hasta que Tom se hizo atrás, aguantándose las ganas de gritarle al maldito anciano que dejara de tocarlo.


—Albus~ No sabía que vendría a visitarme—giró la cabeza, viendo a Harry que había salido de improvisto de su aula, Remus parecía el triple de nervioso de lo usual—. Vayan a clase, no quiero que les quiten puntos por mi culpa, vayan—incita con la mano, como si fueran más unos perros que unas personas. Tom dio un bufido excesivamente fuerte, lo único positivo es que Dumbledore dejo de tocarlo—. ¿Algo que decirme Albus? —incita al anciano a que lo siga dentro del aula. Las puertas se cerraron suavemente.


— ¿Qué hablo contigo? —exigió saber con voz gélida.


—M-me pidió que no te lo dijera.


— ¿A mí? —aquello lo hizo apretar los dientes, Remus asintió temeroso.


—Pero... —dijo dubitativo—. Puedes ir a ver... Después de la media noche —sugirió, Tom asintió con ligereza, dando media vuelta para empezar a caminar. Remus iba casi pisándole los talones—. ¿Viste que...?


— ¿Dumbledore no sabe mantener sus pensamientos y manos quietas? —Remus se mordió la lengua, bajando la cabeza—. Creo que ya quedó claro porque se permitió el lujo de contratar a un niño.


Para muy pocos era evidente que Dumbledore no era tan bueno como se hacia ver, aunque actuara con amabilidad similar a la de un abuelo, sus intenciones no eran tan inocentes. Los toqueteos no eran poco comunes, al menos no para quien alcanza a darse cuenta. En Slytherin pasaban con regularidad y era su razón principal por la cual evadirlo como a la plaga.


Corrían rumores, de los cuales no negaba del todo su veracidad, que Dumbledore si había llegado a abusar niños y en muchos casos, desmemoriado a estos para que no digan ni recuerden nada. Muchos de estos, de Gryffindor e incluso se decía, que estos no decían nada para evitar el bochorno.


Quizás a esto se deba que Dumbledore sea tan apegado a los Gryffindor.


Tom lo evitaba casi siempre, mantenía una distancia prudencial, no podía decir lo mismo de algunos de sus seguidores, a Lucius le costaba, pues aparecía en momentos que debía permanecer en un solo lugar y como entenderán nadie puede estar como con alguien respirándole en el cuello.


James, Sirius y Remus también eran un caso, Remus casi se obligaba a aceptarlo por al ayuda que significa Dumbledore para su licantropía, los otros dos, no siempre logran escaparse, Dumbledore tiene esa capacidad de llegar en el momento indicado para hacer que sea apenas accidental...


¿Por qué no lo acusan? Una simple respuesta que viene con otra pregunta ¿Quién les va a creer? Es el hombre más poderoso del mundo mágico hasta la fecha, nadie va a tragarse que siendo el amable mago de la luz este acosando de forma poco discreta a sus estudiantes


Lo que podía destacar es que desde que Harry apareció, esto ha disminuido y aunque es un alivio, no hacia falta ser muy observador que estas atenciones acababan en él. Tom siente que incluso lo hace a propósito y lo molesta.


¿Por qué hacer una cosa así...?


—habla de una vez Remus. —el licántropo tragó grueso, se notaba que quería decir algo más.


—su magia, sé que puedes verla... ¿No has notado que es muy extraña? —pregunta, Tom no respondió, entro a su clase de transformaciones dejando solo al castaño fuera del salón.


Durante la cena vio a Remus por unos minutos, atragantándose y luego corriendo fuera del comedor, Harry también se fue con cierta prisa. Por un momento cruzo la idea de ir a la cámara secreta, sabiendo que el muchacho no estaría ahí, la desechó pronto, quería ver que había discutido con Lupin.


Escapándose por uno de los escondrijos que marcaba el mapa de los merodeadores llego al sauce boxeador sin que nadie lo viera una vez fue la hora. Sabía él truco para pasar por debajo del sauce boxeador, la luna estaba especialmente brillante esa noche.


— ¿No podían hacer este camino al escondrijo más grande? —queja por lo bajo, antes de pasar, sintió una mirada en su nuca, con aire receloso se enderezo y dirigió su mirada en aquella dirección.


Para su sorpresa, no era una persona, sino un ciervo enorme de pelaje negruzco corto, enorme cornamenta y extraños ojos verdes. Alejándose del sauce camino lentamente hacia el animal que se acercaba también, bajando suavemente la cabeza para permitirle que lo acariciara.


Tom notó que había algo en al parte de su nuca, una especie de lunar de pelo casi blanco. Un triángulo con un circulo y una línea verti— ¿Harry...? —. Balbuceó impresionado, el ciervo sacudió las orejas y un poco la cabeza.


—Eres un animago... —murmuró dando más caricias entre la cornamenta. Un gruñido detrás llamó su atención, percatandose un lobo de hocico más corto de lo que debería—. Remus... —frunció el entrecejo. Harry pasó delante suyo y dio un pisotón con sus dos patas delanteras, el hombre lobo bajo sus orejas.


Echándose en el suelo y dirigiendo a Tom una ligera mirada, lo invitó a subir a su lomo y aunque el muchacho no estaba muy seguro, lo hizo. Apenas estuvo ahí se abrazó como pudo al enorme ciervo, que no tardó en iniciar galope al interior del bosque oscuro siendo seguido por Remus.


No era normal en Tom reír, al menos no por alegría o diversión. Pero esto no era algo que hiciera comúnmente tampoco. Despegándose apenas un poco del lomo y cuello de Harry sintió la brisa golpeándolo en la cara, la sensación de galope no llegaba a molestarlo lo cual es curioso.


Un enorme salto lo hizo abrazarse con fuerza nuevamente, Remus aullaba atrás de ellos, sin dudas divertido de estar acompañado y distraído. Entrecerró los ojos, sintiéndose... Bien, como su magia cosquilleaba y jugaba con la de Harry, uniéndose en una facilidad tan poco común que se preguntaba como lo estabas haciendo, con cual magia se estaba vinculando.


— ¡¡GAH!! —soltándose cayo al suelo en un golpe fuerte y seco, haciéndose una herida en la cabeza y frente por la mala suerte. Harry retorno en un adorable trote, inclinándose para olfatear las heridas—T-tu... ¡¡Tu!!


Sus ojos refulgieron junto a los de Harry en las penumbras del bosque prohibido. Los de Harry se notaban aprensivos y hasta cierto punto, nostálgicos. Tom tiró con brusquedad del asta derecha para levantarse y empujarlo de mala forma.


Con evidente ofensa por esto, Harry dio golpes al suelo con su pata derecha, incitando a Tom a subirse a su lomo de nuevo. EL estudiante dio media vuelta, empezando a caminar. No era difícil ubicarse, Hogwarts tenía tal acumulación de magia que la sentía y podía orientarse con ello. Harry lo empujo con suavidad, balando sin lograr que lo mirara siquiera.


...


—Es un maldito sábado ¿Pueden dejar de hacer tarea por un día? —bufa Sirius con mal humor—. Sobre todo, tu, Snivellus.


—Cállate Black. —gruñe el muchacho de cabello grasiento.


— ¿Qué estas haciendo? No has sacado la nariz de ese libre o de ese caldero. —pregunta James con deje curioso, Snape lo miro mal por un segundo, sin embargo, al no notar ningún rastro de burla o mala intensión en sus palabras suspiro.


—Estoy probando unas pociones nuevas, no están en la sección permitida de la biblioteca.


—Uh~ te has vuelto como nosotros y robas libros de la sección prohibida, creo que me vas a empezar caer mejor. —sonríe Sirius con picardía, Snape rodo los ojos, Lucius cerro su libro con deje elegante, nada raro en él.


—Intentar concentrarse con ustedes es imposible. —refunfuña levantándose, apenas dio un pasó, casi chocando con Tom que es un par de centímetros más bajo—. Con permi-


Su quejido llamo poderosamente la atención de todos en la biblioteca, Malfoy se agarraba la cabeza con los ojos apretados, Tom siguió de largo, con sus ojos más rojos que nunca y siendo sospechosos para todos los que se atrevieran a mirarlo. Sacó un libro del librero y prácticamente lo tiro en la mesa, pasando las paginas buscando algo en específico.


—James, Sirius —todos alzaron la cabeza, Tom frunció el entrecejo. Harry llego tan sonriente como suele vérsele—. ¿Pueden venir un momento conmigo? Necesito preguntarles algo.


—Eh... Claro. —asintió james, Sirius rodo la cabeza y con un quejido se limitó a seguir al par de Potters -misterio aun sin resolver ya que lo mencionamos-.


— ¿M-mi señor...? —pregunta Snape con ganas de apartarse, sintiendo peligrar su existencia. Una exclamación ahogada salió desde le fondo de su garganta, Tom aparto su vista de él y siguió leyendo lo que había marcado del libro, cerrándolo tras unos segundos.


— ¿Pasa algo...? —pregunta Peter con deje temeroso.


—Severus—el nombrado se enderezo, como si su espalda se volviera de metal rígido repentinamente—. ¿Qué es ese libro?


—El profesor Potter me lo dio la semana siguiente a cuando llego—respondió, Tom se lo arrebato de las manos. Más que un libro asemejaba un diario enorme y gastado—. Son solo pociones de las que... En mi vida había escuchado o siquiera pensado que podían ser reales.


— ¿has hecho alguna?


—Eh... si, esta—señala la que tiene un doblés en la punta inferior—. Matalobos, me la pidió una vez la termine.


Fue hasta la última página, encontrando una firma bastante peculiar, no tanto por la forma, pues era tan solo su nombre, sino que alcanzaba a leer los números puestos en tinta excesiva, cosa que seguramente Snape no pudo distinguir. Cerro el libro y tomando otro del librero se fue como el terremoto silencio que representa su presencia.


Solo así, los presentes pudieron respirar, aunque Snape no se vio muy contento por perder su mejor adquisición en la materia que más lo chiflaba.


...


Escucho lo que ocurría dentro del aula, apenas suaves murmullos de Harry a los dos estudiantes que se notaban enfrascados en la lección que el muchacho estaba brindándoles. Prefirió no interrumpir, escondiéndose en un pasillo y examinando todo lo escrito en aquel diario.


Decir que había pociones raras era quedarse corto, muchas de ellas no tenia ni idea de que eran, la matalobos en específico, no decía para que funcionaba -se preguntaba porque Severus la haría aun con ese detalle-. O de plano, colocaba que era demasiado peligrosa y sugerible no hacerla.


Sin embargo, en la preparación hablaba de años preparando algunas excesivamente complicadas y de efectos impresionantes -como lo es activar el núcleo mágico o hacerlo de cero, en un Squib-. Está más que claro que Harry no podría haber hecho algo como eso, significaría que esta desde bebé haciendo y probando pociones, aparte de todo también esta la fecha de firma de aquel diario.


31 de julio de 2035


Dudaba con creces que fuera un error, no se había tomado el esfuerzo de corregirlo y... ¿¡Como coño confundes 1974 con 2035!? Era increíblemente imposible que pudiera hacer algo así, no es un retrasado mental, aunque si distraído. Suponiendo que de algún modo se equivoco de fecha ¿De dónde saco pociones así de complicadas y extrañas? Harry no ha hecho otra cosa durante el tiempo libre que no sea quejarse de lo mucho que odia las pociones y su preparación.


Algo no encajaba en su presencia y ahora, era como intentar poner una gelatina donde va un ladrillo o pilar vital y esperar que el edificio que se construye se mantenga en pie de esta manera. Cerró el libro cuando escucho la puerta abrirse, James y Sirius salieron con una cara que identificaba su fascinación por lo que sea que ocurrió dentro.


—Los veré aquí a esta hora la próxima semana, con mucha suerte terminaremos en menos de un mes... Disfruten su sábado. —comenta dando un pequeño beso a las frentes de ambos muchachos. Tom dio un terrible resoplido, similar al de un toro molesto.


—Hasta el lunes... —murmuran ambos a la misma vez cuando se aleja.


— ¿Creíste que podría hacer algo así? —pregunta Sirius a modo de cuchicheo junto a su compañero.


—Para nada, es la cosa más rara que ha pasado desde que llegó.


— ¿Y eso es...? —guardaron silencio apenas vieron a Tom, con una expresión, cosa no tan común en el estudiante de magia pesada—. ¿Qué les enseñaba? No parecen muy diferentes.


—N-no pues...


—Dijo que no debíamos contarle a nadie.


— ¿Y? —había dejado mortalmente claro que no le interesaba esa clase de cosas, si algo relevante ocurría o era demostrado debían informárselo, no podía darse el gusto de quedar atrás con respecto a sus seguidores. James rió nervioso, mirando a otro lado con esos lentes tan ridículamente iguales a los de Harry.


De no ser por sus ojos, realmente los pensaría hermanos perdidos, aunque ya no era una opción tan ridícula, considerando que Harry es raro por cualquier motivo que lo englobara, sin excepción.


—No lo podemos decir Voldy, nos lo prohibió y no tengo muchas ganas de que nos interrumpa esto. —Sirius siempre había sido insolente con él, normal considerando que la magia de Sirius es oscura por naturaleza, contraría la de su mejor amigo. Dio un resoplido y antes de decir cualquier cosa...


—SIRIUS. —James le tiró su capa para cubrirle la cabeza. Tom se pudo aguantar la risa, aun así, podía ver con perfección algo sobresaliendo de la cabeza de Sirius.


—Animagos ¿eh? —una sonrisa muy rara se ensanchó por sus labios, causando escalofríos —. Supongo que con eso me basta... lárguense antes de que alguien se dé cuenta de eso y te expulsen Black. —profirió pasando de largo al par.


Por suerte, nadie circulaba por el baño de las chicas del segundo piso, no costó entrar a pesar de ser de día. Ubicó a Harry pronto, estirándose para alcanzar los altos libros, realmente era delgado y bajo para su edad.


—Enseñar ilegalmente a dos alumnos menores de edad a convertirse en Animagos; ser un animago no registrado; enseñar y lanzar maleficios a tus estudiantes... No pareces apreciar mucho tu empleo y libertad. —farfulla, un tanto enojado de que Harry siga dándole la espalda, cogiendo un libro tras otro de las enormes estanterías que hay en esa oculta biblioteca, fingiendo no haberse dado cuenta de que llegó.


—no tengo intenciones de ir preso, los dementores y yo no tenemos una bonita relación por sus excesivas energías en intentar besarme. —un temblor lo invadió y Tom alzó una ceja. Ya había tratado con muchas especies, pero a los dementores no se les acercó en ningún instante: peligrosos y volátiles los considera una mala mezcla, además de que le sería del todo imposible defenderse considerando que el escudo contra ellos, son recuerdos felices y ya podían decirle de donde sacarlos.


— ¿Entonces por qué...? —se sobresaltó cuando los libros cayeron pesadamente a la tabla de madera pulida, aunque llena de polvo. Harry tenía expresión de resignación.


—Ya que aparentemente no quieres descubrir nada por tu cuenta, sino esperar que cante como papagayo, lo que hago... —dio un enorme suspiro, Tom colocó el diario en la mesa—. ¿Sabes acerca de legeremencia? ¿Oclumancia?


—Por supuesto que si lo-


Retrocedió un par de pasos, sintiendo como estaba revolviendo y pasando cual desastre en su mente sin ninguna dificultad aparente. Con muchísimo esfuerzo logró sacarlo de su cabeza. Harry ladeó la cabeza con una sonrisita maliciosa entre sus lados, había visto sus ojos por apenas un instante. Tomó lugar en una silla que hizo aparecer, ignorando la mirada furiosa que Tom le dedicaba.


—No es común que un niño tenga barrera oclumante y diré que no es precisamente sencilla hacerse cargo de ella, sin embargo, no deja de ser débil, por lo que me doy a la tarea de enseñarte Oclumancia y lo que se me ocurra en el trayecto.


—... ¿Qué? —aquello lo aturdió, si bien no negaría que la idea lo encantaba -pues no puede pedirle a nadie más que lo ayude-. Es extraño que un profesor que sabe todo lo que trama se ofrezca a colaborar. Una especie de duda surgió, tamborilea los dedos sobre la superficie del gastado diario—. Es imposible que tengas trece años, aun si lo dices, lo pareces físicamente... no eres un niño. —entrecerró los ojos, examinando a Harry con el mayor escrutinio. El amo de la muerte jugaba con uno de sus mechones negros.


—Te he dicho que siempre puedes preguntarme lo que gustes, solo debes ser concreto. —daba una imagen de tinte sensual por la posición que mantiene jugando con su melena de petróleo. Tom se sentó, aun tamboreando los dedos y pensando con cuidado que decir, se lamió los labios.


— ¿En qué año naciste? —Harry comenzó a dar unos cínicos tarareos, su magia vibra en toda la sala, la magia blanca y pura volvía revoloteaba a su alrededor con más énfasis, poniéndolo de ligero peor humor.


—En 1980, treinta y uno de Julio. —Responde sin ningún resquemor, Tom abrió los ojos con sorpresa, no mentía, se notaba y lo miraba intentando hallar falsedad sin lograrlo.


—Pero... pero... Estamos en 1973, es imposible que hayas nacido después y... y... —no encontraba las palabras con las que no sonara tan ridículo lo que pasaba por su cabeza, que es sencillamente disparatado.


— ¿Viajado en el tiempo?


— ¿Se puede?


—Por supuesto que no, nadie viaja en el tiempo, solo creas paradojas y prosigues en la misma línea temporal, eso es lo que hacen los Gira tiempo. —explicó moviendo la mano con cierto desdén.


— ¿Entonces...? NO ES POSIBLE NADA DE ESTO, ES RIDI- ¿Qué haces? —frunció el entrecejo, no admitirá que no entendía porque Harry tenía dos varitas, con la Sauco debería bastar y sobrar. Harry hizo un pequeño movimiento, murmurando algo y de repente apareció una enorme copa, gastada y con grabados en la plata que, a pesar de todo, resplandece. De su cien saco un pequeño hilo de color plateado.


—Me encanta tu expresión de confusión, lo necesito antes de que se pierda entre los demás recuerdos.


— ¿Ah?


—Pensé en voz alta.


— ¡Como es posible que estés aquí si naciste en el ochenta! Faltan casi siete años para que ocurra. —exigía saber con mala expresión, una exasperada que solo Harry logra en él.


—De una manera simple y es que literalmente me salte mi propia línea temporal, aun no existo como consecuencia de la unión de mis padres James Charlus Potter y Lily Evans, hice un pequeño salto de una línea temporal a otra que es la que estamos viviendo en este instante. —aunque sonaba un poco complicado, logro entender lo que dijo.


— ¿Como? —Harry hizo una niega ante el brillo ambicioso en los ojos de Tom, sabía que sus ansias de inmortalidad tan temprana iban a despertarse ante la información. De hecho, por eso no se lo dijo, sino que esperó a que lograra atar algún que otro cabo y preguntar.


—La muerte existe en un solo plano, no hay dos y no puede desaparecer. Es atemporal y adimensional. De las tantas dimensiones y líneas temporales no hay una muerte individual. Siendo su señor puedo tener esta misma cualidad, eso claro, si así lo desea también.


—Es decir que di yo me hago amo de la muerte en este-


—No puedes, solo una muerte, solo una de cada reliquia y en el caso de robármelas no ocurrirá nada, la muerte escoge a un señor y le brinda sus habilidades sin repetirlas en otro, lo que quiere decir-


—Que, aunque sea su señor, solo podría existir aquí —tenía una mano en la barbilla y las piernas cruzadas, pensativo—. La muerte no desaparece, solo existe y se amolda...


—Exactamente.


—Y tu... ¿Por qué me dices todo esto? —la desconfianza estaba destilando por todo su cuerpo.


—Porque eres tú ¿Qué tiene de extraño? —preguntó con tono juguetón.


—Apareciste justo aquí, donde solo yo iba a poder llegar si tenía como misiones descubrir a la bestia de Salazar y de no haber sido así no estarías hablando conmigo en este instante, esperaste a por mí para... Reclamar tu derecho sobre Hogwarts. —su mente comenzaba a hilar cosas que no se preguntó en un inicio, a decir verdad, quizá por estar enfrascado en que un niño de trece años lo superaba.


—Si, que puedo decirte, eres el foco de mi atención. Curioso ¿no es así? —mofa, mantenerse quieto parecía todo un reto para Harry.


— ¿acaso te interesa lo que pienso hacer? —es la única salida razonable que le viene la cabeza. Harry movió la cabeza, como considerando que decir.


—más de lo que te imaginas y para bien tuyo a decir verdad... Ya que no pareces dar tu brazo a torcer a pesar de lo claro que estoy dejando que no me interesa en lo más absoluto ser enemigo tuyo... Podemos hacer un pacto.


— ¿Qué clase de pacto? —aquello solo hizo empeorar la impresión de Tom.


—De fidelidad. No morir no significa que no puedo sufrir o tener una "inmortalidad" llena de desgracias, apreciaría un poco de tranquilidad para variar. Así que—con los codos apoyados en la mesa y el rostro en sus manos, se queda observando a Tom, que desvía su mirada momentáneamente al pensadero—. Yo no delatare tus planes malignos si tu no cuentas nada de mí, es algo que debo hacer yo después de todo.


—sigo sin fiarme de-


—Vamos a estar unidos de una manera u otra Tom, es algo que la vida se ha encargado de hacer y la muerte no puede romper. Lamentablemente para los dos. Ya que aún—sonó ciertamente fastidiado—. No pareces convencido... si lo haces me será permitido estar en tu contra, será una... especie de correa que me pondría de tu lado ¿No te gusta?


Tom miró a otro lado, pensativo. Aquello sonaba bien, si no recordaba mal, al hacer esa clase de pactos que ya prácticamente nadie hacía, una técnica muy antigua, se impedía el daño intencional a cada una de las partes; tener atado al señor de la muerte podía beneficiarlo tanto que sonaba irreal, además... aun no comprendía que podía sacar Harry de todo eso.


—si lo hago me enseñaras hechizos complejos iguales a las pociones de esta libreta ¿no? —entrecerró los ojos, Harry asintió, jugueteando con algo entre sus manos, aparentemente dorado por el pequeño brillo que veía de vez en cuando—. Tampoco se pondrías en mi contra bajo ningún concepto...


—Por supuesto que no, en el dado caso de no estar de acuerdo y no convencerte... permanecería neutral. —se encoge de hombros.


—Entonces... bien... supongo...


Su voz salió un poco temblorosa, estaba francamente nervioso, jamás pensó que iba a encontrarse con semejante fuente de poder y sabiduría, era como tener a un Dumbledore más asequible y por, sobre todo, capaz de competir con el nombrado anteriormente. El único mago que lograba intimidarlo era Dumbledore, nadie podía negar su poder y aunque se sabe talentoso y poderoso, teme no ser suficiente contra él.


Con Harry como aliado, el no sería un obstáculo siquiera considerable.


Levantados se puso frente a él, Harry extendió su mano con la varita en su mano, una seriedad muy peculiar se instalo en el profesor. Tomó su mano, un hilo blanco y brillante comenzó a envolver su brazo, mientras el de Harry era envuelto por uno negro. Su cabello ondeaba por la cantidad de magia que esta dejando salir, para que unan, se mezclen en aquel ritual.


Tom apenas fue consiente de como la muerte de materializaba, haciendo movimientos con la varita de sauco. Ahogo una exclamación por la sensación producida ante la mezcla final de sus esencias mágicas, era tan... cálido, incluso se sentía familiar, como si lo tuviera conociendo de toda la vida no siendo este el caso.


Se vieron los ojos, donde Harry los tenía de un refulgente color rojo y Tom en aquel verde esmeralda como la maldición asesina. La muerte desapareció y cuando Harry soltó su mano, una debilidad repentina lo invadió, noto que la cicatriz de Harry sangraba.


—Ah... hace mucho no lo hacía, es nostálgico. —comenta indiferente, limpiando el hilo carmesí.


—Es normal que-


— ¿Sentir que nos conocemos desde hace mucho tiempo aun cuando me has visto solo a qui? Nop, no es normal, solo que ya nos hemos visto, muchísimas veces, tantas que me da fastidio contarlas—sonríe con falsa inocencia—. Ahora, dado que no quiero perder mi día aquí solo leyendo ¿Quieres empezar con las clases de Oclumancia?


Tragó grueso y asintió, tenía la ligera impresión de que Harry esperaba que descubriera por sus propios medios como se conocen, trayendo a su memoria la pequeña presentación de su nacimiento le hizo eco el nombre de James y Lily, por algún motivo los especifico, de no necesitarlo no lo hubiera hecho...


~***~


Abrió los ojos con lentitud, encontrándose en una casa evidentemente Muggle, que no conoce para nada. Una puerta se cerro a sus espaldas con tal fuerza que se sobresalió apenas. Decidido a entender como mínimo donde estaba encerrado miró al frente. Veía a un niño pequeño, de alrededor de cuatro o cinco años sentado en una pequeña alacena. Se pegaba a puertita que tenía y oía las exclamaciones de alegría por algo que no llega a entender. El niño suspira, subiéndose a lo que aparentemente es una cama, abraza sus piernas y mete la cara entre sus rodillas, el cabello negro y alborotado sobresale entre la penumbra a pesar de ser negro.


—Quizá están... queriendo darme una sorpresa —susurra con voz queda y fina, de auto convencimiento. Tom sintió una especie de apretujón en el pecho—. Quizá mañana si me darán un regalo... picaran una tarta como a Dudley y podre soplar la vela. —susurra con los ojos aguados y fijos en la entrada de la alacena.


Tom se lo quedó mirando, los grandes ojos verdes empapados en abundantes y tristes lágrimas de desilusión. No había duda de que es Harry, la cicatriz en su frente y el color de sus ojos lo delata. Lo que le lleno de intriga es ¿por qué está en ese agujero tan miserable? Incluso podía sentir el frio de esa alacena, bajo las escaleras que crujen por el peso excesivo de los demás habitantes de la casa. Se percató de que la ropa usada por Harry en ese momento era gigante quizá tres o cuatro tallas más grandes y gruesas de lo que deberían.


— ¿Por qué...? —Arrugo el entrecejo, dejándose llevar por las emociones como no suele hacerlo —. ¿...A un mago tan poderoso... o a un niño lo tienen de esta manera? —su mente lo llevo por un camino no tan usual, el cual era sentir empatía y compasión por el niño, alejando por un instante que es mago.


En un parpadeo, el lugar cambio, estaba sentado en una de las sillas del comedor de la excesivamente corriente cocina de la casa. Vio a un hombre con sobrepeso, bigote y aspecto desagradable, un niño también gordo, que no paraba de gritar y dar manotazos a su madre, al única regular en aquel cuadro.


—Tranquilo cielo, ya pronto te traeré la comida... —sonrió amorosamente al niño, Tom frunció el entrecejo, sin creerse aquel trato entre madre e hijo—. ¿¡Y tu que estas esperando!? ¡Ya debería estar listo el desayuno de mi Dudders! —el cambio lo hizo parpadear, parecía que fuera una persona completamente distinta.


—Ya voy Tía petunia... —dirigió su mirada a quién hablo, Harry llegaba con un sartén que apenas podía sostener y servía el desayuno.


Algo no terminaba de entrar en su cabeza y era ¿¡Por qué estaba "soñando" con eso!? Era la cosa más bizarra que podía ocurrirle e inverosímil, un niño tan pequeño siendo como un... Vulgar Elfo domestico en esa casa por la forma en que viste ye s tratado.


—Ayer... ayer fue mi cumpleaños... —comentó, con una porción considerablemente pequeña en su plato.


— ¿Y? —rezongo el hombre, Tom comenzaba a perder la paciencia.


—Yo... nada. —engulle lo poco que tiene.


—Que tonto eres, si tus padres están muertos obviamente no tendrás regalos de cumpleaños ni una tarta—afirma el otro niño con la boca llena—. Tampoco hay nadie que te quiera. —la carcajada poco discreta del hombre solo logró un ligero temblor en Harry, que se levanto de la mesa y llevó su plato, subiéndose a un banco para poder lavarlo.


— ¿Qué... demonios es...? —Que fuera un simple sueño no podía cambiar que lo enervara, quería torturar a las dos malditas morsas y a la mujer con cara de caballo a ver si lograba al menos que pagaran algo de lo que hacían.


No le cabía en la cabeza que esto es a un niño tan pequeño.


Todo cambio de nuevo y vio a Harry sobre un árbol con un perro de considerable tamaño y ladridos rabiosos en la base de este, saltando con la intensión de subir a morderlo. Una mujer obesa reía divertida de la situación, gozándola con muchas ganas.


—No creí que llegarías tan rápido aquí, aunque siendo tú, debí suponerlo. —miro a un lado, Harry a su lado, el que conoce, con el cabello sobre el hombro.


— ¿Esto...?


—son mis memorias. Te presento a mi Tío Vernon —señala al hombre obeso—. Tía petunia—la mujer con cara de caballo—. Mi primo Dudley y mi... "tía" Marge, es hermana de Vernon. —la última explicación ni siquiera hacia falta. Tom mantuvo la expresión de molestia.


—Ellos de verdad... Te trataban de este modo ¿Existía razón?


—Como sabes, mi madre es una bruja, muggleborn y- Quita esa expresión, tu eres un mestizo también—recalco con mal tono—. Como decía, siendo así, mi tía le tenía mucha envidia, también quería ser bruja... lo es de apodo—dijo entre dientes con una sonrisa tensa—. O bien, lo fue, falleció. Son una familia tan estándar que llega a doler, les encanta eso y como entenderás yo no me ajustaba eso.


—Quiere decir que te odiaban por ser un mago. —susurro con la vista clavada en el niño asustado en el árbol.


—Si, también me tenían mucho miedo, al menos así hasta que se enteraron de que no podía usar magia hasta los diecisiete, no negare que amenazarlo con palabras raras fue divertido—Tom rodó los ojos—. Pero... fue algo que no olvidaría jamás, la envidia que tenía a mi primo por tener el amor de sus padres... que tuviera a sus padres... —suspira con pesadez y aire funesto.


— ¿James y Lily murieron? ¿Cómo? —pregunta mirándolo nuevamente.


—Mi línea temporal es igual a esta o lo era, antes de que yo decidera hacer cambios que considero buenos... Tendrán muchas consecuencias, pero a mi parecer está bien hecho.


—No me respondiste la pregunta.


— ¿Tienes una buena vida Tom? ¿Qué tal es el orfanato?


Se mantuvo en silencio, observándolo con fijación, nunca dijo que vivía en un orfanato, tampoco hurgó lo suficiente para saber eso— acabare descubriéndolo de alguna manera Tom, lo digas o no, debes darme el voto de confianza como yo lo hago para que veas esto—. La mirada de Harry lo hizo saber que sería peor a que lo descubriera solo.


—Es horrible.


— ¿Enserio? —pregunta con tono seco, cruzándose de brazos.


—Lo es. —asegura en un bufido.


— ¿te golpean? ¿te insultan...?


—Es un orfanato Muggle. —lo dijo con tal molestia que Harry chasqueo l lengua.


—No se trata de si es Muggle o mágico, es de como te han tratado estos catorce años que llevas viviendo ahí. —ante la especificad Tom hizo una mueca, como intentando formular algo que no fuese a sonar raro.


—me tenían miedo. —respondió tras unos minutos.


— ¿Algo más?


—No...


—Entonces no me explicó que odies a los Muggles. —concluyó cruzándose de brazos. El perro se había cansado de ladrar y se iba. Tom frunció el entrecejo.


—Por gente como ésta. —señala con un cabeceo. Harry rueda los ojos.


—No todos son así Tom... No digan que sean mejores o peores que los magos, sin embargo, lo que tienes pensado hacer es completamente injustificado. —acusa con voz tranquila, viéndose a si mismo bajar del árbol, corriendo a esconderse entre los arbustos de tía petunia.


—Pensé que con un pasado así, estarías a favor de lo que pretendo hacer.


—La imparcialidad de la muerte es contagiosa. —excusa con ligera burla. Tom no parecía divertido.


—Somos seres superiores, ellos son ciegos, imbéciles... Destruyen todo ¿Por qué debería tenérseles en el mismo espacio o por sobre nosotros? Ellos son los que han de esconderse, no nosotros. —dejaba salir buena parte de su frustración al respecto.


— ¿Eso es lo que te molestaba de ese orfanato? —No respondió—. Los Muggles son más poderosos de lo que crees, si hubiera vivido más, podría haber visto como acababa la guerra contra ellos... Nos tenían en números rojos. —Tom lo miro con cara de espanto.


—Guerra... ¿Contra los Muggles? ¿Y vamos perdiendo?


—Tal vez perdimos, no lo sé. Espero que no, adoro a mis nietos, se parecen mucho a... —se detuvo y movió la cabeza de un lado a otro—. Los Muggles cuando se sienten amenazados atacan, al igual que cualquier otro ser. Atacarlos no hace más que unirlos y crean horrores, créeme.


—Eso me da más razones para querer-


—Ah, que muchacho tan necio eres, hay otra salida muy clara y tomas la solo va a satisfacer tu espíritu griego de combate—resopla con cierto fastidio—. Quiero que me des una, una, sola razón con la cual aceptar lo que planeas hacer. Algo que me evidencie que hace falta.


—Ellos están destruyendo este mundo y a nosotros nos toca arreglarlo ¿Qué más quieres?


—Hay cierto pensamiento que me gusta y es La estupidez es infinita. Los Muggles se matan unos a otros sin nuestra ayuda. Por otro lado, quiero que me des una razón tuya, subjetiva, no general. —Tom duro tanto rato en silencio que Harry supuso que no la tenía.


— ¿Por qué intentas darme razones para que parezca que soy una especie de monstruo? No es que me moleste, pero...


—No quiero que se vea así, tan solo quiero saber que tanto crees. Pensar en que, de alguna manera, tu juicio esta llevado por alguna vivencia. El aislamiento puede ser buena razón, pero no de tanto peso para volcarlo contra inocentes. Quisiera que recapacitaras, tal vez lo pensarás mejor.


—Es lo que diría Dumbledore. Tu solo quieres que-


—tengas una vida—interrumpió—. No tienes tantos estigmas encima, ni sufrimiento... Comprendo que quieras hacer algo por el mundo en el que quieres vivir e incluso entiendo que debido a lo basto que es, la inmortalidad de verlo todo se te antoje tentadora... Pero debes vivir tu también, no todo es guerra, poder... Algunas veces necesitas un arma que lo elimina todo sin casi esfuerzo y sin comparación.


— ¿Cuál es? —preguntó curioso y viéndolo fijamente. Harry mostro una pequeña y dulce sonrisa.


—Amor... Sea cual sea el trasfondo de ese sentimiento, aunque lo intentes no podrás detenerlo. Amor romántico, fraternal... Maternal...


—El amor te hace débil. —Harry se puso frente a él, extiéndale la mano.


—Eso lo dice quién lo ha tenido nunca y por ello, lo cree débil. No es lo mismo verlo a tenerlo, Tom. 


Parecía querer que tomara su mano, al ver que no se movía, Harry la tomó y cual pacto, se formaron esos hilos de magia que hacían notar la diferencia entre uno y otro. Harry es luz, demasiado resplandeciente y si le preguntan, lo único que esta logrando, es hacer su magia más oscura a cada contacto pues...


¿Por qué quiere escuchas más de él para seguirlo? Saber cual cree que sea el camino correcto, como mejorarlo, la respuesta a cada contradicción... Que le muestre esta magia, que supuestamente es más poderosa que ninguna, a través del enlace que ahora tienen.


Abrió los ojos en la penumbra de su habitación de Slytherin, dio un bufido fastidiado y seguido vio su mano, ahí había una marca negra, de aire minimalista donde parecía haber la cabeza de un ciervo de grandes astas.


Cerca de la nuca de Harry, estaba la marca de las reliquias de la muerte, nadie la notaba a pesar de ser notable, se preguntaba si por la conexión ocurría esto. Dio un largo suspiro, sentándose en la cama. Tenía demasiadas preguntas en mente, necesitaba la respuesta a ellas ahora.


Un escalofrío en la espalda lo hizo mover la cabeza de un lado a otro, tenía una especie de mal presentimiento, como si todo fuera a salir... mal. Volvió a negar con la cabeza, no debía ser nada y si lo era, podría encargarse...


 

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