Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dulce por Kirauchiha

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Pequeñisimo drabble que se ma acaba de ocurrir en 3 horas si dejan comentarios bonitos tal vez agrege mas cx

Había salido a un callejón lúgubre lleno de tiendas viejas y que parecía no haber limpiado desde hace años. En una había un escaparate con cabezas reducidas, otras más ni siquiera tenían ventanas. Sirius choco con una jaula plagada de arañas que saltaron a su dirección y sin querer soltó un grito agudo. Dos brujas ancianas y de aspecto miserable lo miraron murmurando algo. Se apartó asustado procurando cerrar bien la boca para no soltar cualquier llanto. Los ojos le ardían a causa del llanto que se avecinaba y en la garganta tenía un fuerte nudo que muy seguramente le impediría pedir ayuda.

-Hola cariño ¿No estarás perdido verdad?-dijo otro hombre, con el mismo aspecto, al oído haciéndole dar un brinco.

Sirius movió la cabeza de un lado a otro. Tenía de frente a las dos brujas y detrás a un hombre corpulento pero de aspecto sucio y muy oscuro. Quería decirles que se encontraba bien y que sabía perfectamente donde estaban sus papás pero jamás le creerían. Sirius apenas tenía 6 años para andar solo por el callejón Knockturn. O al menos eso le había parecido que era el callejón Knockturn cuando lo leyó en un letrero de madera que colgaba en la calle sobre una tienda que vendía velas negras. Sirius sintió el ardor en su estómago. Quería llorar y pedir ver a su mamá. Pero para la edad de 6 años sabía que Walburga Black, su madre, no eran de las que consolaban. No. De hecho había sido por un regaño de su madre que Sirius había salido corriendo sin fijar la dirección y tal vez ella había querido darle una lección por huir que no enviaba nadie a buscarlo. De solo pensar que no volvería a ver a sus padres o a su hermanito Regulus le daban unas enormes ganas de llorar. Sin contenerlo unas gruesas lágrimas salieron de sus ojos pero no emitió ningún sonido. Según su mamá los Black no debían de llorar jamás. Nunca. Y tal vez su mamá lo veía de algún lugar para saber si lloraba.

El corazón de Sirius dio un salto cuando el brujo puso una mano sobre su pequeño hombro. Se apartó tan bruscamente que corrió hacia las brujas que del susto tiraron sus canastas llenas de lo que Sirius creyó eran dedos de niños, que como él, se habían perdido. No miro hacia atrás cuando lo llamaron, corrió a todo lo que sus piernas daban. Los gritos de las brujas le siguieron a lo largo de los retorcidos pasillos como patas de arañas que se enrollarían a sus pies y lo arrastrarían con ellos si se detenía. No fue hasta que Sirius vio una puerta con el marco blanco que atravesó sin dudarlo que dejo de oírlas.  La luz del día lo segó durante unos momentos. Respirando con dificultad tallo sus ojos y quito el ollin de su ropa y cabello, su madre lo mataría si lo viera en esas condiciones. Entonces se dio cuenta de algo importante. Noto a distancia a las personas, que iban y venían, pero ninguna de ellas llevaba sus túnicas ni las mujeres sus gorros negros puntiagudos. Había enormes edificios a ambos lados de una gran calle por donde pasaban Autoppolis. No podía ser posible. No había regresado al callejón Diagon. Estaba es un lugar peor que el callejón Knockturn. Estaba en el mundo Muggle.

Sirius dio la vuelta para regresar. Prefería estar con los brujos de aspecto desalineado que con los muggles pero se dio de frente contra una pared de ladrillo. El golpe lo tiro al suelo y desde ese lugar pudo ver bien que la puerta por donde había salido desapareció, solo había una gran muralla sucia y vacía. Ahora si quería llorar. Estaba rodeado de muggle´s. ¡Por Merlin! Que alguien lo ayudara. Sirius sabía que los Muggles eran sucios, asquerosos y despreciables. No tenían ningún respeto por la magia y actuaban como bestias. Eran simplemente animales y se comportaban como tal. Su mamá se lo había dicho. Y si los Muggles lo veían lo matarían sin dudarlo dos veces.  Se levantó de prisa y toca la humada pared. Tal vez había que presionar algún punto sentir la magia de su cuerpo y el callejón Knockturn estaría frente a él. Pero por más que Sirius busco no apareció nada. Ya cansado comenzó a patear la pared.

-Niño. ¿Qué haces?- un hombre vestido de pantalón y chaleco azul con un extraño gorro en la cabeza se le acerco-¿Estas bien?-Sirius dio un brinco de la impresión y asintió con la cabeza antes de comenzar a correr.

Escucho de nuevo al hombre hablarle pero solo le dio impulso para correr aún más rápido, podía sentir las miradas de los demás Muggle´s sobre su cuerpo. Entro a un callejón y siguió corriendo alejándose de los ruidos de los carros, la ciudad y todos. No se dio cuenta de cuanto había corrido hasta que el dolor de los pies no se lo permitió más. El cielo se había enrojecido y aun brillaba la luz del sol. Sirius miro a su alrededor, ya no estaban los enormes edificios ni carros ni siquiera el bullido de la cuidad al contrario había un sin número de casas todas sobre la hilera de una calle y a lo lejos había un parque con juegos. Se sintió aliviado de que no hubiera ningún Muggle cerca, pero aún seguía perdido. Arrastro los pies hasta uno de los columpios del parque no sabía cómo llamar a su mama. Las gruesas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos  

-Toma-dijo de pronto alguien. Sirius tuvo que limpiarse las lágrimas con el torso de su brazo. Frente a él había un niño blanco y delgado, demasiado, con el cabello oscuro y los ojos de igual color. Fue como si el tiempo se hubiera detenido unos segundos, era el niño más bonito que Sirius había visto y por un momento no le importo que fuera un muggle. El niño tenía extendido frente a él su mano con un pequeño dulce envuelto en papel color amarillo.-Cómelo y ya no estarás triste.

Vaciló un momento. Aunque el niño, que parecía tener su edad, se veía bueno seguía siendo un Muggle y el dulce podía estar envenenado. Después de unos segundos Sirius tomo el dulce cuando la mano ya estaba bajando.

-Gracias-susurro Sirius lo más bajo que pudo. Y el niño sonrió dando vuelta para marcharse

Sirius lo pensó unos segundos y después abrió el dulce y lo comió. Sintió un cosquilleo en la boca, el dulce sabía a fresas con un poco de leche. El niño tenía razón porque dejo de sentirse triste. Pero no porque lo dijera sino porque nadie había sido tan amable con él, ni siquiera sus padres o personas cercanas, todos siempre tenían que ser perfectos.  

Se puso de pie y siguió el camino del niño. Anduvo un poco entre los arbustos y los arboles hasta que escucho golpes extraños y risas. Se asomó con cuidado, no olvidaba que se encontraba en el mundo Muggle, y vislumbro a otros niños mayores molestando al pequeño niño que le había obsequiado el dulce. Sin pensarlo salió corriendo hacia ellos

-¡Basta!-grito Sirius y se arrogo contra un niño gordo que tenía sostenido del cabello al otro. No le importo la estatura o la diferencia de peso soltó un golpe al rostro que hiso que lo soltara-No lo molesten.

-¿Quién eres?-pregunto el niño gordo mientras otros dos lo ayudaban.-No te metas. O te tocara lo mismo

-No me importa-grito Sirius se puso entre el niño de los dulces  y los otro -Yo lo protegeré.  

Entonces otro de los niños tiro una piedra hacia Sirius y los demás niños lo imitaron. Una lluvia de piedras cayó sobre Sirius pero no se apartó cubrió con su cuerpo al niño. No le importaba que le hicieran daño tenía el deseo de protegerlo y si tan solo tuviera una varita podría defenderlo como era debido, si tan solo pudiera hacer magia y desaparecer las piedras, sin tan solo… de pronto se escuchó un fuerte golpe.  Sirius vio como todas las piedras de los niños explotaban en sus manos y saltaban a ellos. Los niños gritaron de terror y salieron corriendo vociferando cosas sobre brujos que Sirius no presto mucha atención porque se había dado cuenta que había hecho magia involuntaria como la que hacia su pequeño hermanito Regulus cuando lloraba. Estaba sorprendido había hecho magia sin varita para proteger al niño. Pero lo habían llamado demonio y brujo y Sirius sabía que esas descripciones asustaban a los Muggles y no quería que el niño le temiera. Se giró con mucho cuidado hacia el niño

-¿Estás bien? –pregunto Sirius y para su sorpresa el niño asistió pero no se veía asustado al contraria parecía aliviado de que los otros niños hubieran desaparecido. – ¿No tienes miedo?

-No. –Respondió secamente el niño-¿fue magia?

-Eso creo-Sirius ni siquiera sabía porque lo había logrado pero hacer magia frente a los Muggles les estaba prohibido a todos y podía ir a Azkaban si alguien se enterara-Por favor guarda el secreto

Y el niño asintió. Pasaron unos segundos en que ninguno de los dos hablo.

-Ahí-dijo el niño señalando su brazo. Sirius se dio cuenta que había unos rasguños, de donde salía un poco de sangre, que habían sido hecho por las piedras de antes. Entonces el niño tomo su brazo y lo limpio con un pequeño pañuelo de su bolsillo. Sirius soltó un quejido. Le dolía un poco pero sabía que el niño lo estaba curando. Cuando termino de limpiar la herida puso una pequeña banda ovalada sobre los rasguños.

Sirius noto que la luz del atardecer estaba por desaparecer y la briza del viento era helada. Si no encontraba a su mama estaría en problemas pero tampoco quería dejar solo al niño.

-Gracias-dijo el niño-Por ayudarme

Cuando el niño le sonrió fue lo más hermoso que Sirius había visto en su vida y no lo pensó cuando se inclinó para juntar sus labios. Y como lo había pensado sabía a dulce. Cuando por fin se separaron el sol ya se había ocultado. Miro de nuevo al niño que ocultaba el rostro bajo los flequillos del cabello  y lo miro directo a los ojos.

-Tengo que irme o se molestaran conmigo

Sirius asintió mientras veía al niño caminar hacia las hileras de casas hasta desaparecer entre ellas. Entonces Sirius sintió la magia de su familia, haber hecho explotar las piedras había hecho magia para que su mama pudiera localizarlo. Se sintió feliz pero al mismo tiempo triste. No tuvo el tiempo suficiente para preguntarle al niño su nombre, ojala pudiera volver a verlo, si tan solo no fuera un muggle.

Sirius comprendió que no todo lo que decía su mama era correcto. No todos los muggles eran unos monstruos como ella decía, había unos que eran amables y sinceros, y que podían ser como los magos. Entonces Sirius se prometió una cosa: jamás seria como su familia él Protegería a los muggles, como aquel niño                                                                                                                                                                                                                                                                                -------------------------------                    

 

5 años después. 

El silbido del tren les aviso a todos que era el momento de abordar. Sirius miro a su madre antes de subir. Era el primer año que iba a Hogwarts y aún conservaba su promesa, el no sería como su prima Bellatrix que trataba mal a los hijos de Muggle, ni como los Slytherin que los despreciaban a todos por sus costumbres. Entonces fue solo unos segundos que lo vio, al niño de cabello y ojos negros del parque. El corazón de Sirius se aceleró sin control. Corrió hacia el mismo pasillo pero solo había alumnos con colores rojo y dorado.

“Era lógico” pensó Sirius. El niño era un muggle y en ese tren iban solo magos y brujas. Pero a lo largo de los años en Hogwarts Sirius jamás supo porque Severus Snape le recordaba tanto a su pequeño amor.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).