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Notas del fanfic:

 Esta pequeña historia es dedicada para Andrea Muñoz Gálvez, espero sea de tu agrado nwn

Le tengo gran cariño a esta parejita y cada que se presenta la oportunidad de escribir algo para ellos lo hago con mucho gusto, espero que el amor que intento darle pueda comunicárselos

Notas del capitulo:

Bueno, es una historia pequeñita pero que me entusiasmo bastante, gracias a quien pase a leerla y Andrea, espero te guste y cumpla con tus expectativas

Lo conocía desde varios años atrás luego de un par de competencias en las que se encontraron y, aunque reconocía el talento nato que poseía y las increíbles marcas que lograba aún sin gran esfuerzo, sentía que no era tan especial como todos pensaban.


Y es que ¿Cómo alguien con tal talento y pasión por la natación no se lo tomaba en serio? Además, esa actitud fría y desinteresada le irritaba y era simplemente molesto saber que existía alguien así.


Quizá su desagrado podía parecer injustificado pero no podía evitarlo, el azabache le molestaba y más se incremento ese sentimiento luego de que su mejor amigo mostrara tanto interés en él.


¿Qué tiene de especial Nanase? No es más que alguien con talento y despreocupado ¿Por qué Rin podría admirar a alguien así cuando él mismo ha puesto todo su esfuerzo para conseguir lo que quiere y avanzar hacia sus sueños?


Era algo que no entendía y que, definitivamente, aumentaba el desagrado que sentía. Y por más que indagara e intentara comprender al pelirrojo su conclusión siempre era la misma: Nanase es un sujeto sin gracia cuyo don para la natación no es más que eso, un don que no llegará a trascender si no se esfuerza.


Y aún sabiendo eso le molestaba que su amigo se empeñara tanto en competir contra Haruka, en vencerlo y hacerlo darse cuenta de lo mucho que aún le faltaba por descubrir en el mundo de la natación.


No eran celos ni mucho menos, pues para él, Rin siempre fue un amigo irremplazable que podía considerar parte de su familia y no más. Justamente por eso era que no soportaba ver a alguien como él, tan determinado y que se esforzaba por mejorar cada día, compararse con una bolsa de talento sin el más mínimo interés por tomarse en serio las competencias.


Para Sousuke, el de ojos azules siempre sería lo mismo sin importar el tiempo que pasara y nunca estaría al nivel de Rin por más que lo intentara.


Los años pasaron y, para su mala suerte, al transferirse a Samezuka volvió a reencontrarse con esa molesta presencia en las competencias. Sus pensamientos eran firmes y quiso expresarle que era mejor no interferir en el camino del pelirrojo y salir de una vez por todas de su mundo hasta que fuera digno de enfrentarlo.


Aún así, no había conseguido nada y, dado que ahora el club de su escuela y el de Iwatobi habían comenzado a realizar prácticas en conjunto, no tenía más opción que afrontar la decisión.


Fue por eso que en los relevos quiso enfrentarse a él. Estaba seguro de poder demostrarle que por más que recibiera halagos cuando eran pequeños de nada la serviría pues estaba a punto de competir contra alguien que verdaderamente tenía grandes habilidades conseguidas con esfuerzo propio.


Sin embargo, luego de compartir el agua con él, logro comprender la diferencia entre sus habilidades, desarrolladas con base en entrenamientos rigurosos y sacrificios múltiples, y las del chico, cuyo ambiente natural era el agua y se entregaba por completo a sus instintos dentro de la piscina.


Fue en ese momento que su concepción del más bajo tuvo un ligero giro y dejo de verlo sólo como ese chico obsesionado con el agua, llegando incluso a hacerle notar a su mejor amigo que por fin lograba entender la razón por la cual se sentía de esa manera por él.


Las cosas habían cambiado, al menos para él, y no podía dejar de lado lo que sucedió. Era extraño volver a encontrarlo luego de eso pero su actitud seguía siendo exactamente la misma que al principio.


Y ahora, luego de lo que había descubierto, ese sensación de celos a la cual se podía atribuir su actitud distante hacia el azabache era real y no podía negar que se debía a la atracción tan fuerte que había desarrollado por él.


Todo era resultado de lo ocurrido en el juego de supervivencia, en que habían tenido que colaborar como equipo dejando a un lado sus diferencias, se había sentido capaz de volverse cercano a él. Sin embargo, la realidad era que el chico no tenía intenciones de ceder y eso era claro.


¿Cómo explicar que, luego de todas sus discusiones y de lo poco amable que podía ser, quisiera entablar algo más que una amistad con él? Porque así era, Haruka Nanase había logrado entrar en los pensamientos del tiburón, instalándose en una de las partes más profundas de sus sentimientos.


Era demasiado extraño pero no podía evitar sentirse así, todo había sido tan repentino que ni él mismo podía explicar lo que sucedió. Pero si de algo estaba seguro, es de lo importante que era para él volver a empezar con el delfín y dejar aquello que los mantenía separados, incluso si eso significaba tener que retractarse de todo lo que había dicho y pensado de él.


Por su parte, el más bajo también se sentía confundido ¿Cómo no estarlo? Nunca había tenido el más mínimo interés por el de ojos turquesas ¡Y menos aún sentimientos románticos! Definitivamente se sentía confundido y más aún luego de lo que había sucedido.


Sin ninguna explicación Yamazaki había pedido que se vieran sin motivo aparente. La reunión apenas había durado y lo más que hizo fue protestar por su retraso, pues había tenido algunos inconvenientes antes de su encuentro y terminó por llegar tarde, y recordarle que era inspiración de su mejor amigo y no debía fallarle.


No tenía lógica que lo citara sólo para eso, él no necesitaba que le dijera algo que ya sabía y que iba a hacer incluso si para el pelirrojo no importara.


Era un hecho que había asistido sólo porque esperaba algo más, pues notaba al castaño bastante extraño luego del juego de supervivencia y en el par de reuniones que tuvieron, pero al parecer lo que sea que esperara era lo más alejado de la realidad y nunca ocurriría.


Porque sí, aunque el no entendiera del todo ese sentimiento, sabía que la atracción por el castaño iba más allá de la simple fascinación por su convicción para seguir adelante pese a su lesión o de lo increíblemente leal que le había demostrado ser al cubrirlo del ataque de Matsuoka.


Quizá por eso esperaba algún tipo de relación más cercana con él, porque sabía que la petición del chico le había causado una sensación tan extraña que no podía seguir negando lo que sentía por él. Sin embargo no todo era tan fácil, al menos no cuando la persona en cuestión parece ni siquiera notar tu existencia.


Se mantendría en silencio, sin decir nada, al menos no hasta que su corazón y su mente decidieran olvidar al castaño. Eso era lo que quería, olvidar todo y no pensar más en ese sentimiento que no hacía más que torturarlo y justo por esa razón seguía manteniéndose distante con el chico.


Pero para el más alto tampoco era fácil, tenía tantas ganas de romper las barreras entre ambos y aún así no encontraba la manera de hacerlo pues la actitud de Haruka seguía igual que al principio.


Le desesperaba demasiado no entender lo que pasaba por la mente del chico, si bien había conseguido cierto acercamiento luego de tanta insistencia seguía sin conseguir que se mostrara menos distante.


Pero el azabache no se sentía del todo cómodo cada que el mayor le pedía salir, y no porque fuera desagradable estar con él, sino porque cada salida lo confundía más pues sentía como si intentara conquistarlo.


¿Qué motivos podría tener para hacerlo? No los había y no quería malinterpretar las cosas así que volvía nuevamente a su acostumbrada actitud intentando mantener a su corazón en silencio.


Lo que no sabía es que esos cambios sólo provocaban que el más alto también se sintiera confundido y terminara por molestarse. Sentía que por cada paso que daba hacia adelante con el azabache retrocedía un par y simplemente no lo soportaba.


Estaba cansado de tener que lidiar siempre con lo mismo, de intentar mostrarle al chico como se sentía y convencerlo de que, sin importar lo que sucedió en el pasado, sus sentimientos habían cambiado y estaba dispuesto a luchar para que le diera una oportunidad y aún así él no hiciera siquiera el intento de escuchar sus palabras.


Había optado por volver a alejarse, mantener la distancia y junto con ello enterrar sus sentimientos, incluso si eso significaba no volver a sentirse tranquilo y tener que reprimir las ganas que sentía de ser quien lo hiciera feliz.


Dejó de llamarlo, de buscarlo y de pedir su atención; había desaparecido totalmente de su vida y eso sólo consiguió que la intranquilidad del delfín aumentara.


¿Lo extrañaba? Sí, y quizá más de lo que su mente estaba dispuesta a aceptar. Se había acostumbrado tanto a sus reuniones y llamadas, que sentía que algo le faltaba. No era fácil explicar lo que sentía en ese momento y sólo esperaba que en cualquier momento el chico volviera a ser como antes.


Pero los días pasaban y no había vuelto a saber de él, menos aún ahora que no tenía el pretexto de buscar al pelirrojo y asistir a su escuela para ello. Apenas y había cambiado un par de momentos con su mejor amigo, quien no paraba de preguntar que lo tenía en ese estado, y evadía a toda costa hablar de sus sentimientos.


No era capaz de comprender que había sucedido, todo parecía marchar bien e incluso comenzó a considerar una buena opción hablarle al chico de sus sentimientos pero ante la nueva situación que se le presentaba no sabía que pensar o esperar.


Dejo transcurrir un par de semanas más y, tras darse cuenta de que por ningún motivo el tiburón volvería, decidió tomar cartas en el asunto. Le había tomado más tiempo del que esperaba pero por fin consiguió la dirección y el valor para buscarlo.


Estaba a sólo unos pasos del lugar en que el más alto se encontraba y se detuvo unos instantes para tomar su celular y marcar rápidamente su número.


—¿Qué quieres, Nanase...?—volvía ese tono frío y distante, logró comprenderlo desde el inicio, aunque al menos le reconfortaba saber que no eliminó su contacto.


—Vine a buscarte, Sousuke—si bien no había sido fácil para él escuchar que de un momento a otro volviera a llamarlo por su apellido, su convicción era más fuerte y por ningún motivo dejaría que las palabras del otro lo detuvieran—Sal ahora, puedo ver que no haces más que fingir que estás ocupado—había retomado el camino apenas tomó la llamada y ahora se encontraba en la entrada esperando por el chico.


Yamazaki no lo hubiera creído nunca, de no ser porque la curiosidad pudo más y dirigió su vista al exterior, encontrándose con el más bajo esperando por él. La situación era demasiado extraña para creer que era real, pero su subconsciente lo había traicionado y antes de poder pensar en cualquier cosa salió al encuentro con el azabache.


—Pensé que dejé en claro que no quería mantener contacto contigo—por supuesto que decir aquello le dolía, quizá más de lo que al mismo afectado pudiera hacerlo, pero era lo mejor para no aumentar el sufrimiento más adelante—Será mejor que te marches, pese a lo que digas en verdad estoy ocupado—esa fue su sentencia antes de intentar girar para volver a sus labores sin siquiera esperar una respuesta.


Grande fue su sorpresa cuando un par de labios se posó sobre los propios de manera tan repentina que por un momento no pudo reaccionar. Justo frente a él estaba Haruka Nanase; joven promesa de la natación, distante incluso con sus amigos y con una obsesión inexplicable por el agua y la caballa, quien además había conquistado el corazón del castaño; apoyado en la punta de sus dedos de los pies intentando mantener el equilibrio para conservar la cercanía con él.


—Me gustas, eso era todo y lamento haberte hecho salir—tan repentino como había resultado el contacto fue la separación y, justo cuando el delfín estaba a punto de dar la vuelta para partir, fue cuando los sentimientos del mayor cedieron a la razón.


Tomó su muñeca suavemente para detenerlo y con uno de sus brazos rodeó delicadamente pero con firmeza la cintura del más bajo ciñendolo a su cuerpo para comenzar un beso lento y profundo, apoderándose de su cavidad dándole apenas tiempo de reaccionar a lo que pasaba y apoyar ambas manos en la nuca de Sousuke intentando prolongar el contacto aunque con torpeza pues sólo se dejaba guiar por sus movimientos.


Su percepción del tiempo estaba fallando y ni siquiera estaban seguros de cuanto había transcurrido hasta que lentamente sus bocas se separaron mientras sus miradas seguían clavadas en la contraria.


—También me gustas, Haru—y nuevamente volvió a unirse a él, esta vez de manera más lenta y pausada, como intentando grabar en su mente la sensación producida con cada roce de sus pieles.


Porque sí, los sentimientos eran algo incierto y, así como años atrás se podría jurar que Haruka Nanase y Sousuke Yamazaki se odiaban, en ese momento era más que evidente la atracción y conexión tan profunda que existía entre ambos.

Notas finales:

Muchas gracias por leer y, nuevamente, espero que en verdad te guste Andrea ?


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