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Una sonrisa es su espada. por hokagay

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Notas del fanfic:

¡Las espadas de Zoro lo ayudan a confesarse!


"La belleza es poder; una sonrisa es su espada"

John Ray.

 [1]

Desde que se reunieron, luego de su dolorosa separación de dos años y entraron al nuevo mundo, el viaje de los sombreros de paja no ha sido más que una aventura peligrosa tras otra.  Derrotar a una banda pirata de gyojins con delirios de superioridad, ingresar a una instalación secreta del gobierno que era en realidad la base de un científico loco donde se encontraron a un shichibukai con el que formaron una alianza para derrocar a un emperador, enfrentar y derrotar a un shichibukai con años de experiencia en el nuevo mundo, arruinar la fiesta de té de la emperatriz pirata Big Mom y enfrentarse contra el Germa 66, y para finalizar por fin derrotar al emperador para el cual formaron una alianza con otro pirata de la peor generación. 

Ha pasado una semana desde que la tripulación abandono el país de Wano luego de que Luffy venciera al bastardo de Kaido. El capitán de los sombreros de paja obtuvo una innumerable cantidad de heridas durante la batalla y ha estado inconsciente desde el final de esta. Chopper dice que su condición no es grave y que solo sigue inconsciente debido al cansancio extremo al que expone a su cuerpo al utilizar el Gear 4 por mucho tiempo. A pesar de que el resto de los tripulantes del Sunny intentan seguir con su rutina, la ausencia de la Luffy se hace notar, simplemente no es lo mismo sin la risa y gritos de su alegre capitán.

Aunque hay cosas que no cambian a pesar de la ausencia del capitán, como el inexplicable clima del Grand Line o los intentos de los malditos marinos por atraparlos, lo cual era esperable después de que derrotaran a un emperador y sus recompensas volvieran a subir. Zoro es quien dirige la mayor parte del ataque contra los marinos, queriendo siempre terminar con las batallas rápidamente y que el ruido e impacto de los ataques no interrumpa el descanso de Luffy.

Un contraalmirante logro pisar la cubierta del Sunny mientras todos estaban enfocados en maniobrar el sunny  para evitar los cañonazos y derrotar a los marinos, el marino de alto rango pide a gritos que el cobarde capitán de los sombreros de paja lo enfrente y eso molesta a todos los tripulantes, en especial al espadachín quien luego de derrotar a su actual enemigo camina con sus tres espadas desenvainadas para enfrentarse al contraalmirante. El marino sonríe ante la cercanía del espadachín, rápidamente toca las tres espadas de Zoro con sus manos, quien molesto tras tal afrenta alza sus espadas para atacar pero estas se vuelven demasiado pesadas como para cargarlas y caen al piso, humo comienza a salir de estas y el marino aprovechando la distracción desenvaina su propia espada e intenta atacar al peliverde. Ussop dispara con su honda justo en la cabeza del contraalmirante, lanzándolo a la cubierta de su propio barco antes de que pudiera atacar a Zoro.

– Gracias, Ussop – dice Zoro, mirando al lugar de la cubierta donde habían quedado sus espadas y sintiendo gran angustia cuando no las encuentra por ninguna parte – ¡Maldición! ¿Acaso ese bastardo tomo mis espadas con él?

– Zoro, tal vez quieras ver eso – dice Nami, apuntando detrás del espadachín con una mueca de incertidumbre en el rostro –

Zoro voltea, sin encontrar nada cuando mira directamente detrás de sí pero al mirar hacia abajo se encuentra con tres niños. ¿Cómo demonios tres niños fueron capaces de ponerse a su espalda sin que él se diera cuenta?, El barco de la marina se aleja rápidamente junto con el contraalmirante que causo todo este lio y Zoro solo puedo mirar confundido a los tres mocosos que lo miran de vuelta, ya que hay algo que se siente familiar en ellos.

Frente a Zoro hay una niña de cabello blanco, piel pálida y ojos dorados, un chico de cabello negro, pecas en su rostro y desconcertantes ojos rojos, y otro chico de cabello negro atado en una alta coleta como los samuráis (que el mismo espadachín encuentra que tiene un increíble parecido con él) y con ojos castaños. Los tres parecen tener alrededor de 12 años de edad. 

–Zoro – dice la única niña del trio, sus vibrantes ojos dorados lo observan fijamente y una clase de entendimiento pasa entre ellos sin pronunciar ninguna otra palabra, ya que no son realmente necesarias, después de todo han pasado lo que parece toda una vida juntos. Sus espadas, las mismas que siempre carga en su cadera se han convertido en tres mocosos por culpa de la habilidad del contraalmirante. Definitivamente le cortara las manos a ese bastardo si es que lo encuentra una próxima vez.

– ¿Debería darles un nombre o están bien con sus actuales nombres, Wado, Kitetsu y Shusui? – pregunta Zoro, observando individualmente a cada niño al decir sus nombres en voz alta.

– Esos son nuestros nombres – responde Kitetsu, con el ceño fruncido y cruzándose de brazos de manera desafiante – No tienes por qué cambiarlos.

– Eres siempre tan grosero, Kitetsu – regaña Shusui, observando fijamente a Zoro antes de hacer una pequeña reverencia – Es un placer poder conocerlo, Zoro-dono, en todos mis años nunca nadie me había blandido con tanta precisión y letalidad.

Zoro solo sonríe de medio lado e inclina ligeramente su cabeza en dirección del chico, aceptando sus elogios.

– ¿Es que no podemos pasar unos cuantos días en paz, sin que nada extraño suceda? – pregunta Ussop, poniendo el dorso de su mano contra la frente en incredulidad –Desde que entramos al Grand Line es una cosa extraña tras otra.

– Ríndete, Ussop – dice Nami, poniendo su mano sobre el hombro del tirador – moriremos jóvenes y de seguro por algo estúpido.

– No quiero morir joven– se queja Ussop –

– Yo tampoco, idiota, pero no se puede evitar – responde Nami – ¿Ya se te olvido quien es nuestro capitán?

– Creo que tengo una enciclopedia de las frutas del diablo entre mis libros – dice Robin, sobresaltando a Nami y Ussop quienes no se habían dado cuenta de la presencia de la arqueóloga detrás de ellos – buscare información sobre su habilidad, esto es definitivamente obra de una fruta del diablo

– ¡Inteligente como siempre, Robin -chwan! – Halaga Sanji, el humo de su cigarrillo tiene forma de corazones – Intentando ayudando al estúpido marimo

– Maldito cocinero – gruñen cuatro personas al mismo tiempo. Zoro mira a los tres niños junto a él que miran al cocinero con la misma molestia y sonríe de medio lado. Después de todo, las espadas son una extensión del cuerpo y alma de un espadachín, comparten sus emociones e ideales. En este caso, su odio por el maldito cocinero.

– Comenzare a preparar el almuerzo – dice Sanji, sin ánimos de pelear con cuatro cabezas duras después de haber tenido que enfrentarse contra la marina desde tan temprano por la mañana –

– ¿Alguien herido? – pregunta Chopper saltando de un lado a otro entre sus nakamas – Si nadie me necesita iré a ver cómo sigue Luffy

– Todos estamos suuuper, Chopper – asegura Franky – Esos marinos no eran la gran cosa

– Es cierto, Chopper-san – dice Brook – Estoy seguro hasta los huesos, aunque solo soy huesos yohohoho.

– Te acompaño, chopper – dice Ussop, siguiendo al pequeño reno a la enfermería–

– Es demasiado temprano para esto – dice Zoro, sentándose en la cubierta y recargando su espalda contra el barco – Dormiré una siesta

Los tres chicos se miran entre si y toman asiento a la derecha del espadachín quien ya se ha quedado profundamente dormido.

 

– Shh, lo despertaras si hablas tan alto – dice una pequeña voz femenina –

– bah, él duerme lo suficiente – dice una segunda voz, que Zoro reconoce como la de Kitetsu – El idiota no hace nada más que dormir y ya estoy aburrido de estar sentado junto a él

– Kitetsu, hacemos exactamente lo mismo todos los días – reclama una tercera voz, Shusui – si se te olvido somos espadas, estamos todos los días junto a él

– pero ahora somos humanos y podríamos hacer cosas más interesantes que ver a Zoro dormir – reclama Kitetsu –

– El desayuno está listo – grita Sanji, asomándose brevemente por la puerta de la cocina para volver a entrar –

Zoro solo se pone de pie, moviendo su adolorido cuello de un lado a otro intentando relajar los músculos de aquella zona y camina con paso perezoso hasta la cocina, siendo seguido por los tres chicos. Una vez dentro de la cocina Zoro toma asiento en su lugar habitual y los tres chicos esperan de pie detrás de él.

– ¿No se van a sentar a comer? – pregunta Sanji, quien no puede dejar que nadie pase hambre en su presencia; ni siquiera las espadas-convertidas-en-niños del estúpido marimo –

– No necesitamos comer – Dice Shusui, todos los presentes lo observan y pone su puño sobre su boca, avergonzado, antes de continuar – No sé cómo explicarlo, lucimos como humanos pero no tenemos las mismas necesidades básicas que ustedes

– Oh, eso es interesante – dice Robin, mirando atentamente a los tres chicos que se sienten incomodos al ser mirados tanto tiempo por la arqueóloga –

Todos comen mientras pequeñas conversaciones triviales se generan, sobre como durmieron o que cosas hay planeadas para el día. 

– Estaba delicioso, Sanji-san – dice Brook, alzando su botella con lo que le queda de leche –

– Es cierto, Sanji-kun – concuerda Nami –

La puerta de la enfermería que da hacia el comedor se abre, mostrando a un Luffy con vendas alrededor de su cabeza, pecho y piernas. El joven capitán con dificultad se mantiene de pie mientras observa a sus nakamas con una pequeña sonrisa.

– ¡Luffy! – Gritan Chopper y Ussop, ambos se paran rápidamente de sus asientos para llegar junto al capitán –

– No deberías estar de pie – regaña Chopper, mientras Ussop pasa su brazo por la cintura de su capitán para ayudarlo a mantenerse en pie – aun estas muy débil

– Tengo hambre – se queja Luffy, todos sus nakamas sonríen porque es muy típico de él despertar de un prolongado estado de inconsciencia solo por estar hambriento – Sanji, ¡comida! ¡Con mucha carne, sin vegetales!

– De inmediato, capitán – responde Sanji, caminando hasta la cocina para preparar más comida. Impaciente por alimentar a su capitán luego de que este estuviera tanto tiempo sin comer –

– ¡Luffy! – gritan Wado, Kitetsu y Shusui al mismo tiempo, acercándose al capitán para abrazarlo fuertemente –

– ¿Niños? – Pregunta Luffy confundido, señalando a los tres chicos que lo abrazan con vigor y que casi lo hacen caer de espalda si no fuera por Ussop que lo sostiene –

– Con cuidado, sus heridas aun no sanan del todo – advierte Chopper a los tres chicos quienes de inmediato sueltan el agarre que tenían en el capitán, dejando que Ussop encamine a Luffy hasta su asiento –

–Hoy nos enfrentamos contra un barco de la marina, un contraalmirante con alguna fruta del diablo toco las espadas de Zoro y se transformaron en esos niños – responde Robin de manera sencilla. El espadachín se encuentra demasiado impactado para responder por sí mismo porque sus espadas/niños corrieron en dirección de Luffy con emoción. Demonios, Kitetsu, una espada maldita y siempre sedienta de sangre corrió en dirección de Luffy totalmente feliz como si hubiera esperado por este momento mucho tiempo –

– oh, shishishi – ríe Luffy, revolviéndole el cabello a los tres chicos que se han reunido alrededor de él y quienes parecen no poder ser más felices debido a la atención que les brinda – es algo misterioso, ¿no estas feliz, Zoro?

– Idiota, ¿cómo voy a estar feliz de que mis espadas sean mocosos? – Gruñe Zoro intentando parecer molesto pero es evidente por la falta de intensidad en sus palabras y en sus ojos mientras mira al capitán – ¿Cómo se supone que pelee sin mis espadas?

– Zoro es tan tonto – dice Luffy rodando sus ojos de manera dramática y la sonrisa burlona es evidente en su rostro aun cubierto con vendas – Si Zoro no puede pelear los demás lo haremos por él. Ahora quiero saber, ¿cuánto tiempo dormí? – pregunta Luffy, haciendo el ademan de quitarse las vendas que hay alrededor de su cabeza y recibiendo un golpe en su mano a modo de advertencia por parte de Chopper para que se detenga –

– ¿Dormí? – Dice Nami con molestia, toda la preocupación de la última semana viniéndosele encima al ver a su capitán despierto– ¡Estuviste inconsciente durante una semana!

– ¿¡Una semana!? – Exclama Luffy, sorprendido – ¡Me perdí 35 comidas!

– ¡Contaste cinco comidas al día! – Grita Ussop, mientras que Franky, Brook y Robin solo pueden reír –

– ¿Te sientes bien, Luffy? – pregunta Kitetsu, con un tono de voz amable y Zoro solo puede sujetarse la cabeza en incredulidad de que la problemática espada kitetsu y su malhumorada versión de niño con la que ha tenido que convivir sea tan amable y preocupado con Luffy –

– Un poco de carne y estaré como nuevo – responde Luffy, sonriendo e inclinando un poco su cabeza hacia la derecha mientras mira al chico cuya pregunta acaba de responder – Tu eres la espada que Zoro consiguió en Loguetown, Kitetsu.

Zoro mira sorprendido a Luffy, y carraspea antes de hablar – ¿Cómo sabes que es Kitetsu?

– No sé, se siente como esa espada – responde Luffy, frunciendo el ceño al no saber bien como expresarse – La niña es Wado, la espada que has tenido desde que te conocí y el otro chico es Shusui, la espada que conseguiste en Thriller bark de manos de ese zombi samurái que tenía el alma de Brook 

– Es como un animal, solo puede sentir las cosas – murmura Nami a Ussop quien asiente fervientemente–

– Luffy-dono es sorprendente, pudo identificarnos sin tener que decirle – dice Shusui en voz baja a Wado quien asiente

– Aquí tienes, capitán – dice Sanji, dejando varios platos sobre la mesa para Luffy – hare de comer hasta que estés satisfecho

– ¿hmm… por qué tan amable, maldito cocinero? – pregunta Zoro, mientras Kitetsu asiente, entrecerrando sus ojos para mirar al cocinero con desconfianza – ¿tanto extrañabas que Luffy comiera tu veneno en plato que llamas comida?

– ¿Qué dijiste, maldito marimo? – pregunta Sanji, molesto. A pesar de sus constantes quejas, a sanji siempre le ha gustado cocinar para Luffy. Su capitán come todo sin quejarse ni una sola vez, alaba sus platos a pesar que no sepa reconocer ni la mitad de las cosas que hay en su comida y además, después de todo lo que su capitán paso en Whole cake por él, negarle de comer seria como el peor crimen que podría cometer –  

– ¡Basta ustedes dos! – Interviene Nami – harán que me duela la cabeza

Luffy no les presta atención, enfocado en estirar sus brazos para alcanzar más comida y masticar lo suficiente para no ahogarse. Wado, Kitetsu y Shusui intentan mantener una conversación con él, mientras intentan descifrar la mitad de las cosas que dice con tanta comida en su boca.

 

[2]

Zoro apoya sus codos en el barandal del segundo piso mientras mira a la cubierta donde Chopper, Ussop, Luffy, Kitetsu, Shusui y Wado se encuentran sentados en el césped, conversando animadamente sobre lo que había sucedido mientras el capitán estuvo inconsciente.

– Me gusta tu cabello – dice Luffy, estirando su brazo para tomar entre sus dedos un mechón de cabello de Wado – Es lindo, blanco como la nieve.

– Gracias – responde Wado, con brillantes ojos dorados y una sonrisa enorme al haber recibido un cumplido por parte del capitán – Me gusta tu cabello también, ahora es más largo y se ve suave, quiero deslizar mis dedos a través de él.

Los ojos de Zoro se abren de manera desorbitada y el pánico se apodera de su pecho porque las palabras de Wado son pensamientos suyos, en aquellos momentos privados en los que contempla la figura del capitán con anhelo y los sentimientos que tanto intenta reprimir salen a flote. Ese amor burbujeante y cálido que inunda su pecho con la risa contagiosa de Luffy, del escalofrío que recorre su piel cuando observa la voluntad testaruda en sus ojos en medio de una pelea, de sus esfuerzos por mantenerse siempre fuerte y ser un pilar en el cual sus nakamas pueden encontrar seguridad, pero que llega a Zoro buscando refugio cuando se hunde bajo el peso de lo que significa ser el capitán y actuar como tal.

shishishi, puedes tocar mi cabello aunque quizás está un poco enredado – advierte Luffy, Wado rápidamente desliza sus cortos dedos por el cabello negro y se sonríe al ver que la advertencia era cierta –

– ¿Qué te gusta de mí, Luffy? – pregunta Kitetsu, cruzándose de brazos como un mocoso egoísta y celoso de no estar recibiendo la atención que desea –

– Me gustan tus pecas – dice Luffy, su voz adquiere un borde nostálgico y algo se retuerce de manera dolorosa en el estómago del espadachín [de momento sin espadas] al escuchar la voz del joven de esa manera – me recuerdan a alguien que quiero mucho

– Luffy – murmura Chopper preocupado, sabe que su capitán está recordando a Ace –

– Y tus ojos son rojos, el rojo es mi color favorito – admite Luffy, cubriendo su nostalgia con una sonrisa que logra engañar a todos sus acompañantes, excepto a Zoro quien lo observa atentamente –

Kitetsu se sonroja debido al cumplido y balbucea avergonzado haciendo que los demás rían a su expensa, dispersando el tenso ambiente.  

– Estoy muy feliz de conocer Luffy-dono – dice Shusui con ojos brillantes – Es la primera vez que conozco a alguien que siga el bushido sin blandir una espada –

– ¿Por qué tus espadas están siguiendo a Luffy y no a ti, Zoro? – Pregunta Nami, quien ha tomado lugar junto a él en el barandal y también mira al grupo reunido en la cubierta.  Zoro maldice en voz baja a la bruja de mar, quien más que seguro (gracias a sus poderes de bruja) sabe todo sobre los sentimientos de Zoro por el capitán.

Mientras que Luffy, Chopper y Ussop observan confundidos a Shusui, los tres inclinando su cabeza ligeramente hacia un lado antes de que el chico responda–  Justicia, coraje, benevolencia, respeto, honestidad, honor y lealtad son las 7 virtudes que un samurái debe tener para ser un auténtico guerrero y usted aunque no blande una espada sigue aquella filosofía fielmente, lo admiro.

Luffy solo ríe, un poco avergonzado de ser alagado pero estira su brazo para revolverle el cabello.

– Te pareces a Zoro – dice Luffy, sus ojos son cálidos mientras observa a la espada en forma de chico que fue blandida anteriormente por un legendario samurái – Como una pequeña versión de Zoro con cabello negro y ojos marrones como los míos shishishi

– ¿No te da eso ideas, Zoro? – Dice Nami en voz baja al espadachín, con un sugerente tono burlón y sus ojos brillan con lo divertido que toda la situación le parece – ¿No suena a eso a un hijo entre tú y Luffy, hmm?

– A callar, bruja – gruñe Zoro de manera peligrosa, es una verdadera tortura ver a estos mocosos interactuar con Luffy, porque realmente están diciendo lo que ellos, como espadas blandidas por el capitán, sienten. Las espadas son una extensión del cuerpo y alma de un espadachín, son blandidas con una finalidad o un ideal, por un sueño o deseo, las espadas de Zoro son blandidas en el nombre de lo que Luffy desee en el momento (nakamas, libertad, justicia…). Suena ridículo a oídos ajenos, el espadachín que desea ser el mejor en el mundo no blande sus espadas por el mismo y para convertirse en el mejor del mundo. Esa realidad vacía desapareció en el momento que alzo Wado al cielo mientras se desangraba en medio de un pequeño barco después de una dolorosa derrota jurándole al futuro Rey pirata que no volvería a perder. Ese momento en el que su sueño y el de Luffy se entrelazaron tanto como sus destinos, que uno ya no sería capaz de desear llegar a la cima sin el otro.

– ¿Te gusta Zoro? – pregunta Wado con gran interés, inclinándose sobre el capitán para mirarlo fijamente a los ojos como buscando una respuesta – ¿Qué piensas sobre Zoro?

–Zoro me entiende mejor que nadie en el mundo– admite Luffy, su mano derecha descansa sobre su pecho justo donde está su corazón –confío en el con mi vida, todos mis nakamas son mi soporte pero Zoro siempre me recuerda cuando debo ser firme, sus metas son las mías y no sé dónde estaría sin él.

Nami tiene una pequeña sonrisa en los labios mientras escucha a Luffy. Ha sido evidente para ella desde el principio, todos en la tripulación encuentran refugio en Luffy y el capitán está ahí, siempre firme, permitiéndoles anclarse en él y encontrar la fuerza que necesitan para volver a pelear, pero Zoro tiene algo que ellos no. Él es quien ve el lado vulnerable de Luffy, es en quien el capitán se apoya para descansar cuando las cosas van mal y quien le recuerda porque comenzaron este viaje. La navegante mira de reojo al espadachín sonrojado quien intenta parecer desinteresado aun cuando Nami sabe que su corazón debe latir sin control por las palabras que el capitán le ha dedicado. 

– ¿Y yo, Luffy? – Pregunta Chopper, moviendo sus pequeños bracitos de un lado a otro – ¿Qué piensas de mí?

– Eres el asombro reno que habla, el mejor doctor del mundo y mi nakama – dice Luffy –

– No creas que me hace feliz oír eso, bastardo – dice Chopper, sus palabras no concuerdan con el pequeño baile feliz que hace su cuerpo al recibir un cumplido –

Brook salta del espacio sobre la cocina donde se encuentran las flores de Robin hasta la cubierta.

– Luffy-san, Robin-san me da pedido llamar a todos para que se reúnan en la biblioteca – dice Brook, tendiendo su huesuda mano para ayudar a los más jóvenes a ponerse de pie– al parecer encontró información sobre la fruta del diablo que causo que las espadas de Zoro-san terminaran siendo niños.

– Entiendo, muchas gracias, Brook – agradece Luffy, sacudiendo sus pantalones –

– Zoro-san, Nami-san – dice Brook mirando al segundo piso – Hay que dirigirse a la biblioteca

– Le avisare a Sanji-kun – dice Nami entrando a la cocina–

– Yo iré por Franky que está en su taller–  ofrece Chopper –

– Luffy, ¿podemos tomarnos de la mano?– pide Kitetsu –

– ¡Claro! – dice Luffy, sosteniendo la mano de Kitetsu entre la suya mientras comienza a caminar –

– Luffy, toma mi mano también – pide Wado, tomando la mano libre del capitán –

– ¿Quieres que te cargue en mi espalda, Shusui? – Pregunta Luffy mirando al joven con coleta alta como un orgulloso samurái – No tengo más manos y no es justo que solo interactúe con ellos dos.

Shusui niega con su cabeza con efusividad para detenerse y asentir, Luffy se acuclilla y el chico se sube a su espalda, abrazándose a su cuello.

– ¡Hey! – Grita Zoro molesto mientras Luffy y los chicos suben las escaleras – ¿Qué creen que están haciendo? ¡Tienen 12 años, los niños de su edad no quieren tomar las manos de los adultos!

– ¿Y a ti qué? – Pregunta Kitetsu, siempre preparado para la confrontación – ¿Acaso tú también quieres tomar la mano de Luffy?  

– Por supuesto que no – dice Zoro cruzándose de brazos –

– Zoro no es honesto consigo mismo – canturrea Wado. Luffy ríe mientras los dirige a todos a la biblioteca –

– Que descubriste, Robin? – Pregunta Nami, todos se han reunido en la biblioteca, alrededor de la mesa redonda sobre la que hay varios libros y una taza vacía –

– Es efecto de la fruta Inochi inochi – responde Robin, abriendo la enciclopedia de frutas del diablo en la página que la ilustración de la fruta se encuentra para mostrársela a todos en la sala– Esta fruta le da la habilidad al usuario de otorgarle vida a todos los objetos que toque con sus manos

– ¿Cómo la fruta Soru soru de Big mom? – Pregunta Sanji –

– Aunque parecidas son muy distintas – responde Robin, cruzando sus brazos bajo su pecho de manera elegante– La fruta soru soru de Big mom depende de las almas que ella haya reunido y que ponga dentro de los objetos. En cambio la fruta Inochi inochi da vida a los objetos por un periodo de tiempo.

– ¿Y no es eso lo mismo? – pregunta Franky –

– No, porque la fruta Soru soru depende de las almas que Big mom reúna y la fruta que tenía el contraalmirante tiene la habilidad de por sí misma de dar vida, es ahí donde radica la diferencia – señala Robin – Como todas las frutas del diablo esta tiene ventajas y desventajas, la ventaja de esta fruta recae en que el efecto se fortalece en objetos que son apreciados profundamente por sus dueños, con esto además tienen acceso a los pensamientos de sus dueños y pueden vociferarlos, y la desventaja es que los objetos adquieren conciencia propia, actúan como si fueran humanos de verdad.

– ohhh – murmura Sanji, realmente complacido de que el reservado espadachín vaya a tener todos sus secretos revelados por sus propias espadas. A lo mejor así deja de ser un patético dolor en el culo y le dice sus sentimientos a Luffy –

– ¿Entonces todo esto se resolverá solo? – Pregunta Ussop – ¿Con el paso de los días el efecto desaparecerá?

– Básicamente – responde Robin – Es una fruta extraña pero débil a la distancia y al tiempo

– Solo un par de días – murmura Zoro esperanzado –

– Deberíamos evitar enfrentamientos contra la marina mientras las espadas de Zoro permanecen como niños – Pide Nami –

– Podemos evitar enfrentarnos contra la marina pero sabes que no siempre depende de nosotros – responde Franky – A veces esos bastardos son insistentes y vienen en grandes grupos

– Somos nakamas, nos protegemos unos a otros – dice Luffy, como siempre su voz y convicción en sus amigos es capaz de inspirar a todos a su alrededor – Si la marina nos alcanza y debemos pelear, protegeremos a Zoro y a los chicos.

Las tres espadas convertidas en niños lo abrazan firmemente por la cintura y Luffy ríe mientras les revuelve el cabello. Zoro solo se cruza de brazos pero tiene una débil sonrisa en los labios.

– Gracias por buscar información, Robin – agradece Luffy –

– No es nada, capitán – responde la arqueóloga, quitándole importancia a su investigación – Me alegra poder ayudar

– Esa Robin-chwan tan modesta – canturrea Sanji, el humo de su cigarrillo tiene formas de corazones y baila bobamente alrededor de la arqueóloga –

– Luffy, Luffy, Luffy – dice Wado, tirando insistentemente de la chaqueta roja del capitán. El joven supernova la observa hacia abajo prestándole atención –

– ¿hm? – Murmura Luffy, prestándole atención a la única chica del trio y mientras deja que Kitetsu inspeccione los dedos de su mano–

– ¿Podemos jugar a ese juego que siempre juegas con Chopper y Ussop? – pide Wado –

– ¡claro! ¿Ustedes quieren jugar también?– dice Luffy emocionado, extendiendo la invitación a las dos espadas convertidas en niños y a sus dos nakamas más jóvenes –

– ¡Sii! – Gritan Ussop y Chopper, emocionados de poder a jugar con su capitán luego de días sin su alegre presencia alrededor –

– Vamos, Luffy – dice Wado, caminando mientras tira de la mano del capitán y los otros dos chicos lo siguen de cerca –

– Las espadas de Zoro adoran a Luffy – dice Franky, todos los sombrero de paja presentes se voltean a mirar al espadachín – Ni siquiera se molestaron en mirar a Zoro.

– ¿Cómo era eso, Robin-chwan? ¿Qué las espadas del marimo tendrían acceso a sus pensamientos? – pregunta Sanji, aun cuando sabe cuál es la respuesta… su única intención es molestar a Zoro –

 – Además las espadas son una extensión del cuerpo y alma de un espadachín – agrega Brook, tomando un sorbo de su taza de té – Las espadas saben en nombre de que son blandidas

– En nombre de quien, en este caso fufufu – dice Robin, cubriendo casualmente su boca al reír –

– ¿Hay algo que me quieran decir? – Pregunta el espadachín, su único ojo entrecerrado en molestia– Estoy cansado de todas estas insinuaciones

– Lo diré claramente y sin rodeos– dice Nami, dando un paso al frente y poniendo ambas manos sobre su cintura en un gesto severo – Todos sabemos desde hace un tiempo que te gusta Luffy.

Robin, Brook, Sanji y Franky asienten rápidamente detrás de Nami.

– ¿Luffy no sabe, verdad? – pregunta Zoro, con un nudo en la garganta al pensar en que el capitán sabe de sus sentimientos –

– Ese idiota no ha captado nada – suspira Nami, no es la primera vez que piensa en lo denso que es su capitán, sobre todo cuando se trata del espadachín con quien siempre ha tenido una conexión especial  –

– Entonces se mantendrá así – responde Zoro, el tono de su voz cortante y definitivo –

– No – desafía Sanji, dando un paso al frente hasta quedar junto a Nami – porque estas siendo cobarde al esconder todo esto de Luffy

– ¿Cómo me llamaste? – pregunta Zoro, molesto, listo para darle pelea al cejitas –

– Tienes que admitirlo, Zoro – Dice Franky – El motivo porque no quieres que Luffy se entere.

– Tienes miedo del rechazo y que las cosas nunca vuelvan a ser lo mismo entre Luffy y tú – concluye Robin, su voz es suave y en sus ojos hay comprensión –

– Por supuesto que estoy asustado – admite Zoro, sin rastro de vergüenza porque las personas frente a él son sus nakamas, su familia… incluso cejitas aunque la mayor parte del tiempo quiere cortarlo en pedacitos – Es Luffy de quien estamos hablando, ese tipo tiene las reacciones más inesperadas. ¿Qué pasa si nuestra relación no vuelve a ser la misma después de una posible declaración y con el tiempo debo abandonar la tripulación?

Ese es su más grande miedo, las cosas ya no son como en un principio. Cuando juro que no dejaría que nada se interpusiera entre él y su sueño, cuando era el solitario cazador de piratas del East blue, carente de humildad y con el ego inflado de no conocer la derrota desde la infancia. El Zoro actual, que vive junto a un grupo de inadaptados que encontraron su hogar debajo de una bandera pirata con un sombrero de paja, que ha conocido la derrota a manos del mejor y cuyo sueño se ha entrelazado con el del futuro rey pirata…él ya no es el mismo, las condiciones ya no son las mismas. Zoro llegara a ser el mejor espadachín del mundo, eso es un hecho, pero no sería lo mismo si su capitán y nakamas no están junto a él para sonreír triunfantes al final. 

– Estas siendo un idiota – bufa Nami – ¿No escuchaste a Luffy hace un rato? ¿No escuchaste la manera en que hablaba de ti?

– Luffy no respondió cuando Wado pregunto si yo le gustaba – señala Zoro –

– ¿Qué dijo Luffy sobre Zoro, Nami? – pregunta Franky, interesado. – ¿Dijo algo súper sobre mí?

– Por supuesto que no dijo nada sobre ti, idiota, estaban hablando sobre Zoro – Regaña Nami al ciborg, la pelirroja carraspea un poco para poder imitar mejor la voz de su capitán – “Zoro me entiende mejor que nadie en el mundo, confío en el con mi vida, todos mis nakamas son mi soporte pero Zoro siempre me recuerda cuando debo ser firme, sus metas son las mías y no sé dónde estaría sin él.”

– Yohoho, Zoro-san, ¿no estas feliz de que Luffy-san te haya dedicado tan lindas palabras? – pregunta Brook –

– Eso no quiere decir que yo le guste – dice Zoro –

– “No sé dónde estaría sin él” – repite Sanji, encendiendo el nuevo cigarrillo que ha puesto entre sus labios – Si no puedes ver el gran peso que hay detrás de esas palabras quizás es hora que dejes de beber sake para que no te mate más neuronas.

– Soy la primera persona que se unió a la tripulación – responde Zoro rápidamente – es normal que confié en mi

– Esta en negación – dice Robin a los demás y todos asienten – No hay nada que podamos hacer para que se confiese si esta así  

– Tuve suficiente del patético marimo, iré a preparar la cena – dice Sanji, moviendo su mano en despedida antes de salir de la biblioteca –

– Vamos a ver a Luffy jugar – pide Nami a Robin – siempre es gracioso verlo correr alrededor, es como si se le olvidara que puede estirar sus brazos

– Ha pasado tiempo desde que la risa de Luffy se escuchó alrededor del barco, ya lo extrañaba – confiesa Robin, siguiendo a la pelirroja –

Zoro también las sigue, todos se detienen en el barandal del segundo piso del barco y observan hacia abajo como Luffy y los demás corren de Ussop. La risa del capitán es cálida y Zoro no necesita mirar a ambas mujeres para saber que también están sonriendo.

 

[3]

La cena fue como siempre deliciosa. Los brazos de goma del capitán se estiraban en todas direcciones intentando robar algo más del plato de sus nakamas para llevarse a la boca y estos solo se quejaban por costumbre, Sanji siempre pone un poco más en el plato de todos para que Luffy pueda tomar sin que deje a sus nakamas comiendo menos. La plática es animada entre todos, los tres actuales más jóvenes tripulantes del barco están sentados junto al capitán haciendo preguntas o simplemente riéndose de las acciones del chico de goma.

– Luffy, ¿Qué piensas de mí? – pregunta Robin, mirando al capitán pero sonriendo de manera burlesca hacia Zoro –

Luffy la observa brevemente, con una sonrisa en sus labios antes de responder – Robin es inteligente, siempre me explica las cosas que no entiendo y su sonrisa es linda.

La arqueóloga solo inclina levemente su cabeza en agradecimiento y en sus labios esta esa sonrisa que el capitán acaba de alagar. La misma sonrisa que la tripulación se encargó de poner en sus labios al ayudarla a entender que su existencia no era una maldición y que hay gente que la ama en este mundo.

– ¿Qué hay de súper -yo? – Pregunta Franky, curioso por lo mismo desde que Nami les conto lo que el capitán había dicho sobre Zoro – ¿Qué piensas de mí?

– Franky es tan cool, puede construir cosas y es un ciborg que tiene un láser, ¿qué es más masculino que eso? – Dice Luffy, agitando sus brazos en emoción con la parte del láser – 

– Soy tan cool – murmura Franky, realmente feliz de que Luffy piense tan bien sobre él. Sobre todo con la parte de ‘masculino’ –

– ¿Y yo, y yo? – Pregunta Ussop, alzando su brazo como si se tratara de tomar turnos para saber que piensa el capitán de cada uno de ellos–

– Eres nuestro francotirador, me gusta pescar contigo y tus historias son las mejores – responde Luffy – además siempre juegas conmigo cuando te lo pido

– ¿Y yo, Luffy-san? – pregunta Brook –

– Eres parte de la tripulación que Laboon esperaba, el músico que quise desde el principio de mi viaje y un esqueleto con un afro, ¿qué es más genial que eso? – responde Luffy –

– ¿Luffy quiso un músico desde el principio? – pregunta Robin, quien no sabía aquella información –

– Este idiota quería un músico desde que yo me uní a él y a Zoro en el East blue – dice Nami, queriendo bufar al recordar como un más joven Luffy prefería un músico antes que un cocinero, un doctor o un barco lo suficientemente grande para más de dos personas – Volviendo al tema, ¿qué piensas de mí, Luffy?

– Nami es la mejor navegante del mundo, es amable aunque a veces me de miedo – responde el capitán –

– No sé si estar feliz o molesta – responde la navegante cruzándose de brazos –

– Creo que Sanji es el mejor cocinero del mundo, es muy fuerte y su técnica de caminar por el aire es más genial que la del cp9 – dice Luffy, mirando al cocinero –

– Ni siquiera pregunte – se queja Sanji –

– pero ibas a hacerlo – dice el capitán, con una sonrisita –

– ¿Tú no quieres saber que piensa Luffy-san de ti, Chopper-san? – pregunta Brook –

– A mí ya me lo dijo, y no crean que me hizo feliz, bastardos – dice Chopper, aplaudiendo de felicidad de solo recordar las palabras del capitán –

– Que insoportables – murmura Zoro aunque no hay rastro de molestia en su voz. Esta tripulación es un montón de inadaptados, de personas a quien el mundo rechazo, que se reunieron y encontraron su hogar bajo una bandera pirata con un sonriente capitán que les tendió la mano y les dio un destino a su lado.

– ¿A quién le toca el turno de vigía? – pregunta Sanji –

– Franky – señala Nami –

– Ow, entendido – dice el ciborg – súper déjenmelo a mi

– Queremos dormir con Luffy – declara Kitetsu con los brazos cruzados sobre el pecho y un brillo desafiante en sus ojos mientras observa a Zoro –

– ¿No dijo Shusui que ustedes no tienen las mismas necesidades básicas que los humanos, es decir, no necesitan dormir? – pregunta Zoro, mirando al mismo chico que explico eso horas antes –

– Eso es cierto pero ahora nos encontramos algo cansados – Explica Shusui –

– Entonces duerman en el piso – sentencia el peliverde, aun de pie junto al camarote –

– No es un problema que duerman conmigo – dice Luffy, acostado en la parte baja del camarote por órdenes del doctor y no en su lugar habitual en la parte de arriba – a mí no me importa

– Pero… – dice Zoro, sin poder terminar su frase al recibir una almohada con su cara –

– Luffy ya dijo que no le molesta que los mocosos duerman con él – dice Sanji, con la mitad de su rostro oculto bajo el cobertor  – cállate de una maldita vez y apaga la luz

– Me pagaras esta, maldita cocinero – gruñe Zoro, quitándose las botas de mala gana y apagando la luz mientras el trio de niños se hace espacio junto a Luffy.

– ¿Todavía duelen tus heridas, Luffy? – Pregunta Wado en un susurro, tan despacio que Zoro apenas escucha desde su lugar arriba en el camarote –

– Ya estoy bien – responde Luffy, Zoro no necesita mirarlo para saber que hay una pequeña sonrisa en sus labios – Chopper es el mejor doctor del mundo, sano todas mis heridas.

– ¿No estas incomodo? – Pregunta Kitetsu, su voz es amable y cálida, nada parecida al tono desafiante con el que habla cada vez que se dirige a cualquier otra persona que no sea el capitán – Si es así nos podemos ir o sentarnos junto a tu cama.

– Está bien así – asegura Luffy, dando un cansado bostezo y su voz se vuelve más pequeña  – ahora descansen, mañana será un largo día y jugaremos un montón más

– Dulces sueños, Luffy-dono – desea Shusui. Zoro escucha la respiración acompasada de Luffy y los sonidos que hace al dormir – 

– Debe haber estado cansado – murmura Wado –

– No puedo esperar hasta mañana – confiesa Shusui – Quiero saber más sobre Luffy-dono

Los tres niños hablan en susurros, pequeñas risitas mientras rememoran todo lo que hizo el capitán durante el día y Zoro se queda dormido escuchándolos.

Notas finales:

Cuando pensé en este AU de inmediato idee a Kitetsu siendo muy amable cuando se trata de Luffy pero muy gruñon cuando se trata del resto, incluso con Zoro. Como ya saben, siempre incluyo mis headcanon en mis historias y esta tiene varios (A Sanji le gusta cocinar para Luffy, en un posible escenario de Zoro enamorado de Luffy este tiene miedo de decir lo que siente porque las cosas nunca podrian volver a ser igual si salen mal, los sombreros de paja como tripulación constantemente quieren saber que opina el capitán de ellos; Zoro es el pilar emocional de Luffy-voy a pelear con cualquiera que diga que no-)

Este fic es una gran excusa para "las espadas de Zoro lo ayudan a por fin declararse a Luffy".  A pesar de que esta ubicado después de Wano no pude agregar a Jinbei, quien se nos unió a la tripulación en whole cake. 

¡Muchas gracias por leer, los comentarios siempre son bien recibidos!

 


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