Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Impecable por YumeRyusaki

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

¡EL DIK LLEGÓ A LA CIUDAD!

Esta viñeta es de hace como 56423 años, de Maka… Dios, hace tantísimo que no hablo con ella, quizás deba ir a Colombia para saludar, aunque eso solo sería una excusa. No me pregunten los cómo, cuándo, dónde  o los por qué, porque también lo desconozco. En fin, tengo este recuerdo de ella y es perfecto y precioso para el DIK, a que sí~

IMPECABLE


    
    Kai estaba tomando una ducha; Uruha podía escuchar el sonido del agua caer en el baño. Estaba tumbado en el sofá, con un pie en el suelo y el otro sobre el reposabrazos. Estaba mirando la bolsa de Kai en la mesa de centro. No había nada malo con la bolsa, pero sus dedos estaban ansiosos por tener en sus manos el teléfono de Kai.

     Y, no, tampoco había nada malo con el teléfono de Kai.

    Uruha dudó un poco y finalmente estiró su brazo, reacio a deshacer su posición cómoda. De ahí no lo levantaba ni dios, así que con un dedo enganchado en la asa, jaló la bolsa.

    Escuchó si Kai seguía tarareando. Sí, seguía.

    Una vez abrió la cremallera del bolso, hurgó entre las cosas medio olvidadas de allí adentro hasta que su mano se cerró sobre lo que estaba buscando. Dejó salir una pequeñísima sonrisa de autosuficiencia y lo sacó.

    Su plan era impecable.

 Deslizó un dedo sobre la pantalla del teléfono para desbloquearlo. Los dos sobrinos de Kai adornaban la pantalla, sonreían alegremente, uno sobre la espalda del otro. Uruha suspiró sintiendo un poco de pena por lo que estaba a punto de hacer: buscó el icono de la cámara y cliqueó. Subió su playera dejando su estómago al aire. Otro click. Analizó el resultado, la imagen no le  gustó, la borró, no iba a dejar evidencia innecesaria. Subió aún más su playera y bajó su pantalón de deporte hasta que el elástico tocó el hueso de su cadera y podía ver claramente su vientre al aire. ¡Bien! Flexionó sus abdominales y cliqueó de nuevo. La toma era considerablemente mejor que la primera. No había nada de él, ni en su cuerpo ni en su vida que Kai no conociera ya, pero se preguntó si Kai podría, por sí mismo, distinguir un cambio aunque fuese mínimo en esa foto de su abdomen. 

    Probablemente no… Pronto lo sabría. Sonrió y puso la foto como nuevo fondo de pantalla.

    —¿Qué estás haciendo? —Uruha casi deja caer el teléfono.

    —¡Nada! —Reajustó su playera, tomando un segundo más mientras la aplanaba a lo largo de la dulce curva de su vientre.

    La toalla verde que colgaba del cuello de Kai amenazaba caerse, tratando de ignorar la mirada suspicaz de su pareja, Uruha pensó en que si algo debía caer, debía ser la toalla que cubría la desnudez de Kai.

    —Eres un mentiroso de pena y lo sabes. Dame el teléfono.

    El baterista rió y negó con la cabeza ante la mala mirada que le dedicó Uruha.

    Tan pronto tuvo el móvil en las manos, Kai frunció los labios, confundido.

    —¿Dónde está la foto de mis sobrinos?

    —¡No la borré! —exclamó Uruha en su defensa, pero continuó recostado en el sofá, sacando una sonrisa a Kai por la extraña flojera del guitarrista en los últimos días.

    —¿Y cómo por qué pusiste una foto de tu estómago como fondo? —Levantó una ceja inquisidora al guitarrista.

    Por un momento pensó en jugar con la paciencia del baterista, pero también se moría de ganas de compartir su secreto.

    —Sigue siendo una foto de tu familia —dijo Uruha, como si fuera lo más obvio y subió el otro pie al reposabrazos.

    —¿De qué estás hablando? —Las neuronas de Kai hacían sinapsis más lento que su intuición. Quedó boquiabierto por un momento, miró de nuevo a la pantalla y luego a Uruha. Aquello no era lo que se suponía que era, ¿cierto? Se suponía que toda esa piel pálida y tersa solo cubría los músculos que podría describir ciegamente, pero…

    —¿Tú…? —Uruha sonrió ampliamente, asintiendo—. ¿Cómo? —La impresión pudo con él y el teléfono se le cayó encima de la mesilla de café.

    Una suave risita y una insinuante mirada la toalla que le cubría.

    —Oh, Yutaka, tú sabes cómo.

    Uruha nunca estuvo tan agradecido de ver el pequeño hoyuelo de la mejilla de Kai ser invadido por cálidas lágrimas que hacían que los ojos del baterista brillaran de felicidad.


    Impecable, justo como esperaba.

 

Notas finales:

Se han puesto a pensar que con lo inhumanamente bello que es Uruha y lo malditamente guapo que es Kai, ¿no creen que un nene de ellos sería la cosita más hermosa del cosmos? Es que solo trato de imaginarlo y me explota el cerebro.

Bueno, ¿y qué tal?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).