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*UNA VIDA COLOR DE ROSA* por Akatsuki-san

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Notas del fanfic:

No hay notas.

Crocodile se encontraba bastante ocupado esa mañana, tenía una comida importarte que organizar y aunque la cocina se le daba muy bien, alimentar a toda la familia de su esposo era un trabajo bastante pesado, más si tomamos en cuenta lo mucho que comían 4 de ellos.

Doflamingo le había prometido llegar un poco más temprano ese día para tratar de ayudarlo peor de una u otra manera tenía ese presentimiento de que terminaría matando a ese flamenco.

Y como si fuese invocado, el teléfono comenzó a sonar.

" Residencia Doquixote , en estos momentos no hay nadie en casa pero en caso de ser urgente deje su mensaje después del tono gracias. "

" Croco-chan, cariño... Solo te aviso que no voy a poder pasar por Baby así que tendrás que ir tú por ella. Nos vemos al rato Croco-chan. Te amo. "

Tenía un cuchillo en su mano y un pastel que decorar, sin más que hacer comenzó a apuñalar el bizcocho hasta que esté quedó irreconocible.

Maldito idiota, está se las pagaría.

Miró el reloj que colgaba en la cocina y solo le dió tiempo de apagar la estufa y el horno.

Se subió a su camioneta y condujo como un loco por la carretera hasta el colegio de su hija.

Llegó y estaciono enfrente del portón mientras baja y trataba de quietar el mandil que llevaba puesto.

Vio a su hija despedirse de su maestro y caminar sobre el puente.

Se despido del maestro con un gesto de mano y subió a su auto.

- Pensé que papá vendría por mi. -
- Ya sabes cómo es tu padre, así que no esperes tanto de él cariño. -
- Está loquito. -
- Tienes toda la razón señorita, está loco. Pero nos ama. -

La niña miró feliz a su otro padre y le dio un beso en la mejilla mientras sonreía mostrando sus dientes.

Su hija miraba entretenían los cajones del auto en busca de algo que llamara su atención, Crocodile miraba el camino ya que nunca se sabe cuándo un loco va a salir del otro extremo y provocar un accidente.

- Papi? -
- Sí Baby -
- Que es esto? -
- Que cosa. -
- Dice... Condón sabor uva. Es un chicle. -

Crocodile dio un volantazo y las llantas del auto derraparon cuando trato de retomar su ruta, su hija parecía asustada ya que nunca había visto ni sentido a su padre perder el control del auto.

Crocodile tenía las mejillas encendidas en un color rojo tan intenso que a su hija se le olvidó el susto y río bajito.

El pelinegro tomó el objeto de las manos de su hija y revisó el cajón para ver qué no hubiese más de ellos.

- Mira cariño, esto no es bueno que una niña cómo tú lo tenga, así que no puedes jugar con él. -

- Tiene alcohol. -

Era eso o decirle a su hija de 5 años que era. -

- Sí, tiene alcohol y tú ni tú hermano pueden tomar alcohol por qué son pequeños. -

- A papá le gustan. -

Que si a Doflamingo le gustaban, esa pregunta se contestaba por si sola, pero no era el momento de pensar en eso, no cuando tiene a su hija a su lado.

- No cariño, a papá no le gustan. Pero a mí sí. Bueno, creó que ya es hora de seguir, abrocharte bien el cinturón. Y no le digas a tu padre de esto por qué es capaz de armar un lío y quitarme el auto. -

Con lo sobre protector que era el rubio era capaz de ponerle chófer o algo así, y  prefería tener el control de su propio auto.

El camino a su casa fue más tranquilo cuando le puso una película a su hija en su iPad.

Mando a su hija a cambiarse y poner la ropa sucia en un cesto, el volvió a la cocina y verifico la hora.

Aun te su tiempo de seguir cocinando.

Su hija bajo y lo ayudo a preparar más masa para pastel, aunque esta vez solo usaría una caja de harina ya preparada, que importaba si se daban cuenta de que era pastel de caja.

Luego le daría las migas de su primer pastel a las aves.

La puerta principal se abrió y por ella entró un niño pelinegro seguido de un alto hombre de piel morena y cabello rubio.

Law corrió hasta donde estaba su madre y su hermana y luego jalo a su hermana del brazo y la arrastró con él por la escalera al segundo piso.

- Que pasa Law, papá parece tenso. -
- Solo espera. -

Ambos niños se fijaron en el piso de abajo y vieron como su padre le tendía un ramo de rosas rojas y una buena caja de chocolates.

Crocodile suspiro pesadamente y aún se preguntaba si quería saber lo que su esposo le iba a decir.

- Te acuerdas que te dije que mi familia vendría hoy. -

Oh por dios, si era lo que creía que era iba a matar a su esposo.

Al no escuchar palabra alguna del pelinegro, Doflamingo continuó hablando.

- Pues resulta que confundí la fecha y ellos no vendrán hasta la próxima semana. -

Crocodile arrugó la nariz y la frente, miró el ramo de rosas y los chocolates. Luego miro todo aquello que tenía preparado en la cocina.

Arriba los niños se estaban partiendo de la risa.

Uno, dos, tres...

Crocodile le aventó los obsequios a su esposo y luego le quitó su billetera.

- Niños! Subanse al auto... Nos vamos de vacaciones. -

Ambos niños salieron corriendo al auto de su padre.

- Croco-chan... -

- Que tengas un buen fin de semana Doflamingo. -

Crocodile tomo nuevamente las llaves de su auto y salió de su casa dando un portazo bastante fuerte a la puerta.

Un doflamingo yacía flexionado en la entrada agarrando sus bolas y jadeando del dolor.

Su Croco-chan era el mejor.

 


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