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Biblia y Kamasutra por Neko_Elle

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Se encontraban castigados. Todo porque el algodón había hecho una serie de comentarios que provocaron una respuesta violenta por parte de su compañero de clases. Lo cierto era que el copo de nieve se había posado por fuera del salón de su agresor para charlar con el alumno de intercambio. Las ventanas en su salón eran amplias y esa en específico, estaba abierta, por lo que el carbón se encendió al percibir algunos de esos comentarios que, en su opinión, fueron mal intencionados. Se puso de pie y enredó su brazo en el cuello ajeno, jalando desde adentro a su compañero, haciéndolo atravesar la ventana. La forma en que lo había hecho era comparable a cómo los vikingos contaban leyendas de los kraken hundiendo sus barcos.

Tan pronto tuvo el cuerpo delgado de su lado, lo arrojó al suelo y comenzó a golpearlo. Sin embargo, con maestría, Makishima logró liberarse de su agarre, lanzándolo lejos de sí con una patada. Antes de que el lugar terminara viéndose envuelto en una guerra, uno de los profesores arribó y los mantuvo en detención.

No les entusiasmaba realmente, pero, debían hacerlo. Su labor era ordenar uno de los almacenes, había libros, revistas, anotaciones, objetos perdidos entre algunas otras cosas.

Trabajaron en silencio, procurando no hacer mucho contacto el uno con el otro, hasta que el de hebras platinadas encontró algo que le pareció muy interesante. Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos por un par de preguntas de Kougami.

—   ¿Una biblia? ¿Quién traería a la escuela una biblia? ­— preguntó retórico mientras bufaba. Shougo sonrió.

—   Quizá deberías leerla, en ella dice que debes amar a tu prójimo —

Mencionó irónico mientras ensanchaba su sonrisa. En tanto, Kougami negaba con la cabeza, en el fondo le había parecido divertido, aunque no lo admitiría, no frente a él. Pronto, el albino completó:

—   Ten, por cierto — dijo entregándole su hallazgo. Shinya arqueó una ceja, para después dirigirle una corrosiva mirada.

—   ¿Para qué me lo das? — estaba seguro que se arrepentiría en preguntar. Nada bueno podría venir del hecho de que le haya entregado el kamasutra.

—   Es el instructivo de cómo debes hacerlo.

Una intensa tonalidad rojiza se apoderó del rostro de Kougami, más por vergüenza que por ira, trató de golpearlo con el libro, pero el algodón esquivó con facilidad dicho golpe. Sin embargo, al ser un almacén tan estrecho y atestado de objetos, terminó por perder el equilibrio y caer encima de él. La posición en la que terminaron era tal, que Makishima, un tanto nervioso y tratando de evitar una coloración en su piel, no pudo hacer más que lanzar un comentario que lo hiciera adueñarse del control de dicha situación.

—   ¿Solo necesitabas tener en mano el instructivo para amarme? Qué noble de tu parte.

Shinya quiso responderle, pero antes de tener tiempo, la representante de la clase abrió la puerta. Le habían encargado ver no estuviesen destruyendo el almacén. La jovencita, así como abrió la puerta, observó a aquel par en el suelo: Kougami sobre Makishima, con el libro del kamasutra en mano y Makishima, recostado con una sonrisa y un ligero sonrojo. La damita tenía los ojos abiertos de par en par al igual que su boca, tan pronto reaccionó, cerró la puerta y desde afuera tartamudeó.

—   ¡L-lo siento!


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