Prólogo: Desesperación
Últimamente la tasa de crímenes ha aumentado de manera exponencial. El presidente ha dicho que piensa tomar medidas más extremas en contra de la delincuencia por lo que…
Jimin apagó la televisión aburrido de no haber encontrado algo interesante para ver dejando el control en la mesilla de noche. Recordó que aún tenía que salir a buscar a Lisa para llevarla a la fiesta y de esta manera se dio cuenta que su día parecía no tener fin.
–Vaya… –Se quejó mientras se recostaba en la cama cansado y ponía su antebrazo en los ojos –Tengo una vida de lo más cotidiana –Se acurrucó en la cama buscando las fuerzas para levantarse de la misma.
Su día había consistido en ir a la universidad, arreglar los documentos de su padre y apenas había tenido tiempo de comer. Todos los días era lo mismo, era como un cortar y pegar que parecía nunca tener fin.
Miró la pequeña cicatriz en su muñeca derecha. No recordaba donde se la había hecho, ni cuando pero desde que tenía memoria siempre había estado ahí. Después tocó la que estaba en su cuello, delineando con sus dedos su longitud y grosor. Otra marca de la que tampoco sabía su origen.
Se levantó de la cama, por fin decidido a continuar su tedioso día, se asomó en la ventana y observó la zona en la que su padre siempre iba a descansar después de trabajar. Por alguna razón le dieron escalofríos, así que cerró la ventana, tomó las llaves de su auto y cerró la puerta de su cuarto.
“Sopórtalo Jimin, sólo es una inyección”
Capítulo 1: Comenzando
Ambos llegaron en el Mustang negro de Jimin. Lisa salió de manera juguetona antes de que el chico le abriera. Jimin cuando la vio simplemente negó con la cabeza con una gran sonrisa asomándose en su rostro por lo traviesa que era su chica.
Pensaba que Lisa era sumamente adorable cuando intentaba hacer las cosas por su cuenta sin la ayuda de él. Después se acercó a ella y buscó su mano para entrelazarla con la suya mientras caminaban hacia el portal de su casa.
Las luces estaban encendidas, señal de que sus padres todavía la estaban esperando. Afortunadamente la fiesta de graduación a la que asistieron de su amiga había acabado pronto e incluso llegaron antes del toque de queda que la chica tenía permitido.
El vestido que traía ella era largo y de color morado lo cual delineaba las suaves curvas de su firme cuerpo. El maquillaje que usaba era discreto pero la hacía ver preciosa a los ojos de Jimin.
Ella era la definición de la novia perfecta que cualquier chico envidiaba, aunque por supuesto Jimin no se quedaba atrás. Él por su parte traía un smoking que hacían ver a su cuerpo más estilizado, más apuesto y con el buen porte que heredó de su familia.
Él también era la definición del chico perfecto que cualquier mujer quisiera tener a su lado. Aunque en estos momentos solo le perteneciera a Lisa, su bella novia.
Vestido de esa manera siempre hacía que las chicas voltearan a verlo cuando pasaba junto a ellas provocándole celos a su novia. Cosa que a él le fascinaba porque de esta manera comprobaba lo mucho que ella lo amaba.
Se pararon justo enfrente de la puerta de su casa esperando a que alguno decidiera despegarse de una vez por todas del otro. Jimin acarició su mejillas con delicadeza mientras ella cerraba sus ojos como gatito.
–¿Cuándo te volveré a ver? –Preguntó tímidamente.
–Mañana pasaré por ti sin falta –Besó su coronilla.
Por supuesto que a él le gustaría permanecer más tiempo con ella pero estaba tan cansado de todas las vueltas que dio durante el día para estar a su lado. Aspiró el suave olor a almendras que desprendía la chica para recordar porque se esforzaba tanto por ella.
–¿Pudiste hacer tiempo? –Dijo dando algunos saltitos y rodeando su cuello.
Exactamente era por eso. Le gustaba su personalidad coqueta y juguetona hacia él. También el aroma que ella desprendía era un embriagante natural para su sentido del olfato.
–Sí, por ti soy capaz de cualquier cosa –Replicó pegando su nariz con la suya.
–Por eso te amo Jiminnie~ –Pronunció acercando sus labios.
–Y yo a ti –Dijo rozando los labios contrarios.
Al final se despidió, se subió a su coche y manejó en dirección a su casa, la cual no estaba tan lejos del lugar.
Era pasada la medianoche, y los semáforos dejaban de funcionar a esta hora por lo que debía de ser muy cuidadoso con aquellos que manejaban, pues era probable que se encontrará con ebrios al volante. Cuando llegó a un cruce, paró el coche dejando pasar a un coche que venía a toda velocidad y con la música a tope.
No estaba dispuesto a sufrir ningún accidente porque lo único que quería hacer era llegar a casa para descansar. Espero pacientemente mientras buscaba en la radio una estación de su agrado para no sentirse tan solo en aquellas calles tan solitarias mientras las luces amarillas del semáforo daban contra su cara.
Buscó una estación de su agrado y justo cuando iba a retomar el camino su coche comenzó a sacar humo delante de él. Intento orillarse, cosa que se le dificultó demasiado porque el volante se había puesto muy duro. Cuando por fin pudo hacerlo reaccionar se orilló a unos escasos metros de la banqueta apagando el coche para echarle un vistazo.
Abrió la cajuela con la esperanza de encontrar algo y se dio cuenta de que le faltaba anticongelante a su coche. A esa hora prácticamente todo el lugar se encontraba vacío por lo que no le quedaba remedio más que llamar al chofer de su padre.
Cuando regresó al auto se maldijo internamente porque las llaves las dejó dentro y el coche se había sellado automáticamente en cuanto cerró la puerta. La noche estaba más helada de lo normal porque el invierno se acercaba por lo que tenía mucho frío.
Se resignó a que todas sus pertenencias (celular, llaves, cartera) estaban dentro del coche y decidió que la idea más prudente era caminar a una gasolinera cercana para pedir una llamada o ayuda, lo que se le viniera primero a la mente.
Era la una de la mañana, o eso era lo último que sabía cuando se despidió de su novia. Ya casi no habían coches y los que pasaban lo hacían muy rápido que no se percataban de su solitaria presencia. Ir de traje a esas horas de la madrugada no eran su mejor idea pero no tenía otra alternativa.
Caminó durante un buen rato hasta que se sintió cansado, después vio un anuncio a lo lejos que indicaba que su destino no estaba tan lejos. Quería correr para llegar lo más pronto posible pero sus músculos se sentían entumidos por el frío.
Siguió caminando fijando su mirada en aquel punto fijo cuando sintió un golpe en la cabeza que casi lo noqueó. Segundos después su cuerpo era elevado en el aire y posteriormente ser aventado en el suelo sin cuidado alguno.
Su cuerpo resintió el golpe contra el asfalto haciendo que gimoteara por lo mismo y agarrando su abdomen por instinto. Su vista estaba nublada pero por lo que alcanzaba a distinguir estaban dentro de un callejón demasiado oscuro. Vio a una sombra acercarse a él e instintivamente apretó sus puños y tensando sus piernas.
Tirado en esa posición solo lo hacían pensar en una cosa, que moriría ahí asesinado o que saldría desnudo del lugar porque le robarían sus pertenencias como el dije de oro que tenía en la mano derecha.
Tragó saliva cuando sintió una mano muy fría posarse en su cuello peligrosamente. No había manera de protegerse, él tampoco era una persona fuerte ni sabía cosas como defensa personal. Su vida entera había estado rodeado de guardaespaldas y lujos por causa de su padre.
–Te ves delicioso –Susurró una voz grave en su oído.
Después sintió como una lengua sumamente fría recorría la piel de su cuello muy lentamente. Cerró los ojos mientras dejaba maniobrarse, pasase lo que pasase no se opondría por miedo a que las cosas resultaran peor.
Luego sintió un dolor muy intenso en aquella parte, abrió sus ojos pero solo veía demasiados colores rojizos frente a él. Algo fino se clavaba en su cuello rápida y tortuosamente sin posibilidad de moverse.
Tensó su cuerpo y también su cuello. La mano fría lo agarró para evitar que se moviera de manera fuerte, Jimin por su parte estiraba sus piernas doblándolas por el dolor que sentía. Apretó sus puños porque no sabía lo que esa persona le estaba haciendo y estaba completamente aterrado.
Pocos segundos transcurrieron cuando volvió a sentir que esos colmillos se enterraron en su cuello de manera más profunda. Sentía como en su piel resbalaban gotas de sangre pero él, imposibilitado para moverse, no podía hacer nada para detenerlo.
Gimió de dolor. Su piel se erizó por el frío que sentía en el ambiente mientras aquel ser paseaba su lengua por las gotas que de su cuello habían caído. Tragó saliva porque podía sentir la humedad atravesar su piel, su cuerpo adormecido en la zona y su vida ser entregada en una sola noche sin oportunidad a resistirse.
La persona lo apretó más para luego separarse de él. Jimin discretamente volteó a ver a su agresor distinguiendo dos ojos rojos que combinaban con la luna blanca sobre su cabeza.
Sea lo que fuese, eso no era humano. Jimin tampoco se sentía Jimin. Todo era confuso y tenía miedo. No sabía donde estaba ni tampoco que mierda estaba pasando. Lo último que se enteró fue cuando nuevamente alguien volvió acercarse a su cuello antes de caer inconsciente.