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Past and Future por Tsuki no Megami

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Notas del capitulo:

Los personajes de Kuroko no Basket pertenecen a su creador Tadatoshi Fujimaki.

 

 

La canción que Aomine dedica a Kise se llama Save me once again by The Rasmus.

Past  and Future.

 

En un dia de sol radiante, el viento suave golpeando las hojas de los árboles esparciendo el aroma de las flores, un joven de cabello azul marino y tez morena caminaba de regreso a su hogar luego de vencer a cada contrincante que le buscaba para una partida de basquetbol, ocupando su mente en imaginar lo grandioso que sería encontrar a alguien igual que él y disfrutar de un buen juego, moviendo la cabeza de un lado a otro sacudiendo la idea diciendo que eso sería imposible, no obstante en una mini cancha se escuchaba el botar del balón, al aproximarse vio a un rubio de ojos igual de dorados que su cabello y una piel blanca que le hacían ver como un príncipe de cuento.

 

— Oye princesa quieres probar tu suerte. Atravesando la reja se colocó frente al joven con una mirada retadora.

 

— No soy una chica, además solo estoy probando el balón. Hablo un tanto ofendido por el saludo de aquel sujeto.

 

— ¡ Vamos! Anímate, solo serán tres canastas y te doy ventaja de dos, que dices aceptas el reto. La venita que saltó de su frente fue por enojo e irá que trataba de contener, el tipo no le conocía y aún así creía que debía darle ventajas, por su orgullo aceptaría y de paso le daría una lección a ese engreído.

 

— Tu debes ser Aomine Daiki cursaras el segundo año en la universidad Mashiba, eres buen jugador pero insoportable y egocéntrico, aceptaré tu reto sin nada de ayuda. Intrigado por quién era él y de donde le conoce, dejo sus preguntas para después del encuentro, botando el balón de lado a lado obteniendo el primer punto, lo que no esperaba es que su nuevo amigo le empatara usando la misma jugada, por más de una hora estuvieron en una especie de tira y afloja hasta que el moreno ganó por una anotación de diferencia.

 

— No juegas nada mal princesa, quiero preguntar ¿ De dónde es que me conoces? Yo no recuerdo verte en algún sitio.

 

— Pronto lo sabrás. Fue su respuesta mientras guardaba sus pertenencias. — La próxima vez que juguemos será en equipo, duerme bien Aominecchi. Guiñándole el ojo se fue a casa dejando a su nuevo amigo con las palabras en la la boca.

 

— Maldito oxigenado, que rayos le sucede. Hablando para si mismo, maldiciendo y pateando una lata vacía, recordó lo último que dijo el rubio dándose cuenta que al amanecer empezarían el nuevo ciclo escolar.

 

Levantándose tarde como ya era costumbre, Aomine saludo a su padre saliendo a toda prisa rumbo al instituto, llegando al toque de la primera clase ganándose un regaño del profesor además de trabajo extra por su falta. A la hora del almuerzo los jóvenes se reunían en la cafetería los de tercer y segundo grado calificaban a las chicas de nuevo ingreso, todo iba bien hasta que un conocido apareció con su aura de superioridad y porte de príncipe, más de una joven hizo espacio en su mesa para que el apuesto joven se sentase cerca de ellas.

 

— Disfrutas de la atención rubia, será mejor que no te acostumbres a menos que quieras perder esa carita de nena que cargas. Acorralandolo contra la pared el chico de cabello plateado se disponía a seguir molestandolo con su presencia.

 

— Haizaki, dejalo en paz el que tu cara parezca trasero de mono no es culpa de los demás. Colocando su mano sobre el hombro del sujeto lo estrujó con fuerza haciéndole retroceder.

 

— Así que la rubia es tuya ¡eh! No te conocía esas mañas Daiki. Mirando despectivamente a ambos hombres. — Por hoy te la dejo, tengo todo un año para divertirme con él.

 

— Es un maldito bastardo pero juega bien y eso ayuda al equipo de esta escuela. Dirigiendo su vista al joven que tenía un puño listo para marcarlo en la cara del tal Haizaki. — Escucha princesa cálmate y ven conmigo, te llevaré al lugar correcto. Tomandole por el brazo lo jalo varios pasillos hasta que dió con el gimnasio.

 

— Como sabías que yo... no pienso darte las gracias por lo de allá atrás. Soltandose del agarré se aferró a su hoja de ingreso.

 

— Escucha bien no lo hice por ti, solo quiero a alguien con quien disfrutar un buen partido y si tú hubieces golpeado a ese tipo no serías capaz de inscribirte en el club de baloncesto además me debe una, buena suerte princesa espero no tardes mucho en ascender al grupo principal. Dejándole sin replicar, regreso a la cafetería terminando su emparedado siendo seguido muy de cerca por Haizaki Shougo, si bien era cierto que el tipo juega como los profesionales también es cierto que su carácter y trabajo en equipo son de lo peor, para Aomine que nunca asistía a los entrenamientos eso lo tenía sin cuidado, él se limitaba a hacer lo suyo y nada más.

 

En la práctica del día siguiente un anuncio asombro a los jugadores de primera línea, Kise Ryota el joven recién ingresado formaría parte de la alineación principal. — Así que eres tú, Kise Ryota cuando competimos en esa cancha no lo hiciste con todo lo que tienes verdad.

 

— Aominecchi no había razón para hacerlo, tu también te contuviste así que yo solo te imite. Girando el balón sobre su dedo le dedicó una sonrisa coqueta que descolocó a su interlocutor, sin embargo no eran los únicos en el gimnasio, cuando el capitán dió órdenes para entrenar su charla se vio pospuesta para el término de la práctica.

 

Cómo ya era costumbre el primer equipo se enfrentaba al segundo grupo evaluando así sus mejoras en el deporte, por fin Aomine Daiki pudo ver por qué esa " princesa" llego tan lejos en poco tiempo, su corazón latía rápidamente presa de la emoción y el asombro, por fin un rival digno con el cual sacar sus mejores jugadas. El rubio no solo era bueno en los deportes también lo era en lo académico, por ello más de uno se sentía amenazado ya que en unos meses se llevaría acabo un torneo de basquetbol pero aquellos que no cumplan con algún requisito no podrían jugar. Ante ese hecho varios jugadores se vieron obligados a buscar ayuda para mejorar en los estudios y en el deporte.

 

— Muy bien princesa esto es lo que haremos, yo te ayudo a mejorar tu resistencia en la cancha a cambio me ayudas en las materias que necesito subir. Afortunadamente ya había pasado el trago de jugó o quizás por lo abrupto de la propuesta hubiese arrojado el líquido en la cara del moreno.

 

— Aominecchi eso fue cruel, me pegaste tremendo susto. Limpiándose un poco el rostro con una toallita húmeda, saco una libreta donde apunto los horarios para ambos objetivos. — En esas horas estoy libre ya que después debo ir a atender un asunto.

 

— Que pasa oxigenada, acaso tu novio te pega y por eso no puedes hacerlo más tarde. Aunque su compañero giro el rostro para que no le viera el tono carmín sobre sus mejillas, por alguna razón eso le aceleró el pulso, quería tumbarlo sobre la banca y ... moviendo la cabeza de un lado a otro alejando esos pensamientos puesto que ambos son hombres, además a él le gustan las mujeres con pechos grandes.

 

— Mi trabajo, mi trabajo impide que pueda ayudarte a estudiar más tarde. No era algo que le avergonzara pero tampoco quería que todos se enteraran de ello.

 

— A menos que trabajes en un club nocturno no tienes por qué sentir pena, en ocasiones yo...

 

— No digas nada más, mejor di si aceptas vernos en esas horas y que el lugar sea el parque detrás de la estación de Shibuya, así ambos estaremos cerca de nuestras casas. Termino por acceder a encontrarse con el sin tomar su siesta de la tarde, por varios días se reunieron para jugar, estudiar, comer, ir al cine o simplemente disfrutar de su mutua compañía, durante las clases se mostraba la mejoría de ambos al igual que en lo deportivo pues Aomine asistía a los entrenamientos provocando asombro entre los asistentes, en se tiempo tambien se desarrollaba un cálido sentimiento no solo de compañeros sino de algo más íntimo, descubrieron que tenían gustos similares en música y otras cosas. Uno de esos días el ojiazul siguió a su amigo hasta su trabajo donde descubrió el porqué del buen aspecto, una agencia de modelaje ahí es donde labora el rubio, se quedo durante la sesión viendo otro lado de su compañero, uno más atrevido y sexy, el aire calentó sus pulmones volviendolo algo asfixiante al ver a Kise lamiendo seductoramente una paleta helada de abajo hacia arriba para después darle una mordida en la punta revelando su relleno cremoso, clavando las uñas en la carne de sus antebrazos en un intento por controlar ese instinto que le pedía probar la nivea piel del rubio. Una hora más tarde la dichosa sesión concluyó dejando en libertad a su estrella, viendo lo tarde que era y lo alejado que estaba de casa, se disponía a llamar un taxi cuando un fuerte brazo le tomo por la cintura.

 

— Ahora veo porque tienes esa aura y el porté de una princesita, eres modelo además de jugar básquet. El aroma dulce que desprendía el cuello blanco de Ryota le invitaba a probarle, como única alternativa para calmar su ansiedad le invito a dormir ya que su hogar quedaba cerca.

 

— Aominecchi es muy amable y considerado, aceptaré solo por que ya es tarde además de ser fin de semana por lo tanto no hay escuela. Dejandose guiar entre calles mediante alumbradas llegaron a su destino, notando las luces apagadas creyó que su compañero vivía solo, cuando entraron a la casa le pregunto sobre esa situación obteniendo como respuesta una contraria a la esperada.

 

— Mi padre trabaja como policía y mi madre falleció cuando tenía cinco años así que soy hijo único. Hablando desde la cocina preparando algo para beber y comer.

 

— Lo siento no debí preguntar yo solo...

 

— Descuida, a cambio cuéntame algo sobre ti y con eso estaremos igual. Llegando a la sala con una charola repleta de bocadillos ligeros más dos tazas con agua caliente para preparar té o café.

 

— Gracias Aominecchi. Tomando un panecillo de jamón con queso le contó que él si vive solo pues sus padres y hermanas están en Europa por trabajo gracias a ellos obtuvo un empleo de medio tiempo como modelo para ayudarse con los gastos además de adquirir experiencia.

 

— Tus padres no te ayudan en lo económico, resultaste más independiente que yo. Sorbiendo despacio su café cargado. — Tengo una pregunta porqué usas el "cchi" al final de un nombre.

 

— Eso es solo para, la mejor explicación sería que solamente las personas que respeto llevan ese subfijo. La sonrisa tan inocente que le dedicó termino con su paciencia y cargandole cual doncella lo llevo a su habitación dejándole sobre el mullido colchón, colocando el seguro a la puerta se dispuso a tomar la presa que miraba para todos lados buscando una ruta de escape.

 

— Quiero que sepas que esto lo provocaste tú, no puedes andar por la vida siendo tan malditamente inocente al mismo tiempo que seduces.

 

— Soy así, no puedo cambiar mi forma de ser. El pánico se apoderó de su ser al sentir un cuerpo encima del suyo y los labios que necesitaba para gritar eran devorados salvajemente, el par de minutos que duró el beso se le hizo una eternidad. — Aominecchi por favor detente. Sollozando suplicaba para no continuar con esa situación. Síntiendo culpa el moreno se alejo del cuerpo tembloroso que derramaba pequeñas lágrimas sobre la almohada.

 

— Lo lamento yo... me deje llevar y no... creo que dormiré en el sillón. Levantándose para irse una mano le tomo por el brazo impidiendo su huida.

 

— No te vayas, es solo me tomó por sorpresa y entre en pánico, cuando era más joven personas mayores me buscaban por mi fisico y en una ocasión entre varios hombres me desnudaron para tomarme fotos en posiciónes no apropiadas para un niño.

 

Irá fue el primer sentimiento que se apoderó de él, ahora entendía que su proceder fue incorrecto, tomándolo entre sus brazos le acarició su cabello brindándole calma y seguridad, lentamente la mano que jugaba con los mechones dorados fue bajando por la espalda, el hormigueo que experimentaban ambos cuerpos les hizo pegarse más al otro en un roce placentero, minutos más tarde las cosas cambiaron por completo ya no eran caricias lo que anhelaban sino algo más intenso, los besos fueron más profundos, las manos inquietas se deshacían de las prendas estorbosas dejando el camino libre para sentirse mutuamente. Los dulces gemidos que salían de Kise incitaban al moreno a tomarle por completo, sus labios descendieron por la nivea piel hasta el glande que lloraba por algo de atención, saboreando cada centímetro de esa carnosa parte, subía y bajaba por todo lo largo del pene dandole placer, su propio miembro le pedía algo de consideración, cambiando la posición coloco al rubio encima de su cuerpo indicandole que le masturbara con la boca mientras el dilataba su recto hundiendole la lengua hasta donde le era permitido.

 

— Aominecchi ya no más... voy a correrme pronto aaah. Su cuerpo estaba ardiendo en deseo al ver y sentir el pene duro dispuesto a darle placer, lo lamía y chupaba cual paleta dulce.

 

— Daiki, tu puedes llamarme Daiki. Poniéndolo de espalda sobre la cama, le separó las piernas posicionándose en medio de ellas, mientras lo penetraba le besó explorando la cavidad bucal de extremo a extremo bebiendo el grito de dolor que salió del menor. — Kise estás muy estrecho me asfixias... Se quedo inmóvil al ver las mejillas con gotitas salidas saliendo de las iris doradas, la idea que cruzó por su mente por extraño que parezca le hacía feliz, a lo largo de su despertar sexual había experimentado placer con mujeres de busto grande pero en esta ocasión lo que sentía era muy diferente, parecía algo mágico e inexplicable. — Ryota eres virgen, debiste decirmelo.

 

— Daikicchi, lo haces ver como si yo supiese que esto iba a suceder. Cubriéndose el rostro con las manos, no quería que lo viera llorar y ser considerado un chico frágil.

 

En vez de recibir risas y comentarios burlistas obtuvo una mano cariñosa que limpiaba sus lágrimas, retirando las manos de su rostro pudo ver de frente al hombre que le miraba con ternura, esos ojos azules le inspiraban confianza. — Seré el primero y el único en tomar tu cuerpo, no solo hoy déjame estar a tu lado tanto como sea posible. Hablo casi en susurros sobre su oído para después darle pequeños mordiscos a su cuello esperando la señal que le permitiese moverse con libertad.

 

— Acepto Daikicchi, pero si solo estás jugando conmigo te pediré que detengas esto, de esa forma podemos volver al principio siendo dos extraños y nada más. Como respuesta tuvo una gran succión debajo de la barbilla, un lugar bastante visible.

 

— Te dejaré muchas marcas como esa por todo el cuerpo, así cada que te veas al espejo sabrás que eres mío. Sin darle tiempo a reprochar le embistió lentamente, una danza placentera se formaba en cada empuje recibiendo como premio los rasguños de su pareja sobre la espalda. Por la mañana el ruido de alguien subiendo las escaleras lo puso alerta pero no sé quería levantar, se sentía tan bien entre las brazos morenos le daban cierto enfoque de protección, de pronto la puerta se abrió dejando que entrase una corriente de aire fresco.

 

— Daiki despierta es hora de... Quedándose en blanco encontrando a su hijo abrazando a un rubio evitando que se lo roben.

 

— Cinco minutos más, dejame dormir . Aferrándose al cuerpo que le brindaba calor.

 

— Aomine Daiki baja en este preciso instante, tú y yo debemos hablar. Arrojándole el primer objeto que encontró para levantarlo. Dejando a su hijo bajo a la cocina preparando los platillos para el desayuno, veinte minutos más tarde en ese lugar dos hombre de metro noventa hablaban de lo ocurrido, Kurosuke Aomine dejo de prestar atención a los comentarios pues con solo ver la cara de idiota de su primogénito supo que había encontrado al fin a quien le enderezará el camino. — Tu aspecto lo dice todo, del joven holgazan que no quería mover un dedo en su beneficio ahora no queda ni la sombra, ese chico Ryota hizo de ti un hombre de provecho en semanas lo que yo trate de hacer en años. Dándole de tragos a su café amargo, la sonrisa de satisfacción sobre su rostro le dió a entender que no se iba a oponer. — Daiki quiero buenas notas en este año y nada de quejas por parte de tus profesores sobre tu falta de interés e inasistencias, por lo demás considerado que ya tienes edad para saber lo que te conviene, trata de no arruinarlo está vez.

 

Dejándoles la comida lista, se levantó para ir a su habitación y dormir un poco, indicandole a su hijo lo mucho que deseaba descansar en paz sin ruidos extraños. Si bien tenía la intención de dejarlo dormir al ir y despertar a su pareja se encontró con una imagen de lo más excitante, tendría que dejar de ser humano para no sentir la necesidad de penetrarlo hasta que no se puedan mover ni uno de los dos. Ese fin de semana fue el primero de muchos que pasarían juntos, la mejora en sus calificaciones dejo sorprendidos a los maestros pero lo que más impacto fue lo sobreprotector que resultó ser, en varias ocasiones se encontro en detención junto a Haizaki debido a lo molesto que resultó ser el peliplata con su "princesa" por ello en una ocasión Kise le pidió terminar para que no pasase por lo mismo, pero Aomine no lo acepto y busco la manera de hacerle entender el gran amor que siente por él, lo hizo con una enorme pancarta junto a la cancion que expresaba los sentimientos hacia el de ojos dorados desde ahí todos en la facultad quedaron avisados " Nadie, absolutamente nadie puede tocar a Kise Ryota"

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— Daikicchi en que piensas amor, te ves muy concentrado.

 

— Hola princesa, estoy recordando nuestros años en la facultad y pienso que mi padre tenía razón, cambié tanto que apenas me reconozco, tu tienes mucho que ver en eso. Mirando el techo de la casa dónde viven felices como recién casados.

 

— Sigues culpandome por ello, te he dicho tantas veces el porqué de esa situación, estaba en una sesión por la mañana cuando me di cuenta que se hacía tarde para ir a clases solo tome una libreta y me fuí. Sentadose a un lado de su esposo recargo la cabeza sobre sus pectorales.

 

— Lo recuerdo bien, llegaste con tu pantalón ceñido al cuerpo y una chaqueta de cuero ganandote la mirada de todos los estudiantes me incluyo en los que te veían con deseo, tu redondo trasero lucia más apetitoso, para evitar que se acercasen a tí tomé el micrófono del director y dije que estábamos casados, gracias a eso nadie volvió a molestarnos.

 

— Tres años más tarde lo hicimos realidad y estamos esperando a nuestro mini Daiki aunque se parece más a mí físicamente se nota que tendrá tu carácter.

 

— Cuando nos lo entreguen me voy a asegurar que sepa patear traseros así defenderá lo que ama, eso me recuerda que tú y yo llevamos tiempo sin jugar allá arriba. Indicando con el dedo su recamara, kise siguiendo su instinto de supervivencia trato de correr pero su reacción fue tardía Aomine lo cargo asegurándose que no se le escapará le encerró en el cuarto donde disfruto de su cuerpo por toda la noche y parte de la mañana.

Notas finales:

Gracias por leer y comentar.


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