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"Y esta soy yo" por Nicole Prince

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Notas del fanfic:

¡¡Hola!!

 

 

 

Es un one- shot (songfic) que escribí hace un tiempo, es una canción preciosa que me gustaba mucho, si podéis escucharla mientras leeis el FF sería genial. Su nombre es "Esta soy yo" de El sueño de Morfeo. 

 

 

 

Un saludo :)

Takao Kazunari

 

Tokio, Japón.

Un edificio marrón terroso, un tercer piso, una habitación, un joven; uno entre muchos pero especial entre todos. Concretamente en esa habitación: Mires donde mires, mezclas de colores azul cielo y azul eléctrico. Esas mismas paredes, decoradas con posters, fotos, dibujos y todo tipo de recuerdos. Y es que, si hay algo que le guste a Takao Kazunari, es decorar su habitación con las cosas que le hacen feliz.

Pero es en esa habitación en concreto donde hay algo extraño hoy. Tirado en la cama, boca arriba y con la mirada perdida, repasando una y mil veces la ultima discusión que había tenido con su querido Sin- chan. Pelo negro, liso y fino con un brillo lustroso. Ojos azules y afilados, pero siempre alegres. Sí, había mil formas de describir a Takao Kazunari, sin embargo, hoy no se sentía él.

Cansado de pensar y repensar todo el rato en lo mismo, el joven pelinegro enciende la radio, seguro que así se anima, piensa él. Y la canción empieza a sonar, como si estuviese especialmente elegida para él:

 

Y esta soy yo 
Y esta soy yo 
Y esta soy yo 
Y esta soy yo 

“¿Y esta soy yo?” No, hoy no se sentía él, y quizá ya no quería seguir siéndolo… ¿Por qué para qué? Día tras día intentaba dar lo mejor de sí… ¿y para qué? Que frustrante…


Dicen que soy 
Un libro sin argumento 
Que no se si vengo o voy 
Que me pierdo entre mis sueños 

 

¡Y tanto! Eso mismo le había dicho el maldito Sin- chan ¡Que no se podía mantener una conversación con él! ¡¡Que no sabía ser serio!! Claro que sabía, cuando era necesario, maldita sea. No había sido nada justo… Comprendía que no había tenido un buen día, a todos nos ocurre ¿no? Takao, él, únicamente había intentado animarlo, le gustaba ver sonreír a su peli verde, era una sonrisa única y hermosa. Y sí, quizá era un soñador… pero no era su culpa ¡él amaba la vida!



Dicen que soy una foto en blanco y negro 
Que tengo que dormir más 
Que me puede mi mal genio 

Ne, eso sí que no, mal genio no tiene y de eso nadie le puede acusar, claro que no. Midorima en cambio… se había guardado para él todo el mal genio del mundo y el del resto del universo. Aunque ya lo dicen ya, a todo se acostumbra uno. Incluso había acabado por gustarle ese tono cascarrabias del más mayor, o la forma en la que gruñía el ‘buenos días’. Al fin y al cabo, se aburriría muchísimo si el peli verde no fuera tan fácil de chinchar…


Dicen que soy 
Una chica normal 
Con pequeñas manías que hacen desesperar 
Que no se bien 
Donde está el bien y el mal 
Donde esta mi lugar 

 

Ehe… sí, posiblemente era capaz de hacer desesperar a cualquiera pero bueno ¡cada cual con sus virtudes, chica! La dichosa canción comenzaba a alterarlo. Eso sí, de normal no tenía nada y nadie iba a convencerlo de tal cosa. Su lugar… ¿se habría tomado demasiadas confianzas con Shintaro? No le gustaba la idea de que Midorima pensase que es un pesado…



Y esta soy yo 
Asustada y decidida 
Una especie en extinción 
Tan real como la vida 
Y esta soy yo 
Ahora llega mi momento 
No pienso renunciar 
No quiero perder el tiempo 
Y esta soy yo 
Y esta soy yo 

¿Renunciar? ¡Ni por todo el dinero del mundo! E-ra-su-yo. Además, cualquier cosa relacionada con Sin- chan no era una pérdida de tiempo. Solo el pensar en él le hacía sentir algo cálido… y eso que el peli verde era lo más frío del mundo.

 


Dicen que voy 
Como perro sin su dueño 
Como barco sin un mar 
Como alma sin su cuerpo 

Y esta soy yo 
Asustada y decidida 
Una especie en extinción 
Tan real como la vida 
Y esta soy yo 
Ahora llega mi momento 
No pienso renunciar 
No quiero perder el tiempo 
Y esta soy yo 
Y esta soy yo 

No sé lo que tú piensas 
No soy tu cenicienta 
No soy la última pieza de tu puzle sin armar 
No soy quien ideaste 
Quizás te equivocaste 
Quizás no es el momento 


Pues sí… ¿cómo podría vivir sin él? Y tanto que le faltaría un rumbo. No era ni consciente de cuando había empezado todo, la verdad. Un día, un simple día, lo había mirado a los ojos, a esas siempre fruncidas cejas, a su mirada pérdida… y había ocurrido. Pero empezaba a cansarse de toda esta historia. La última vez que habían hablado, Midorima le había dicho cosas muy dolorosas: Que sí era un pesado, que siempre tenía que aguantarlo, que le faltaba seriedad, que no tenía rumbo en la vida,…

Y le asustaba, le asustaba pensar que de verdad pensaba eso de él; más miedo le daba el rechazo. Pero tenía que arriesgar, él era Takao Kazunari ¡y no un cobarde! Ni mucho menos. Si tenía que hacerlo, le demostraría a Shintaro que, aunque él no era perfecto, ni tan organizado o buen estudiante como él, estaban hechos a medida; el uno para el otro.

 

 

 

 

 

Midorima Shintaro

 

Midorima Shintaro no recordaba haber tenido un día tan largo y horrible como el de hoy ¿Cuánto había durado? ¿37 horas? Vaya tortura… El mundo parecía haber estado en su contra desde el momento en el que había puesto un pie en el suelo.

Pero bueno, ahora ya estaba en su acogedora habitación y podía descansar cuando quisiese. Suspirando, el peli verde se echó en su cama, cubierta con una colcha suave y de color naranja. Aunque estaba muy cansado, no tenia sueño, era pronto aun. Quizá un poco de música le ayudaría… Y la canción empieza a sonar, como si el cielo hubiese decidido que hoy no iba a descansar:



Dicen que soy 
Un libro sin argumento 
Que no se si vengo o voy 
Que me pierdo entre mis sueños 

 

Realmente, no era la música que él solía escuchar. Alzó la mano, con intención de cambiarla, sin embargo, la dejó sonar… Tenía un algo que le recordaba a esa persona. Aquel siempre alegre, sonriente, que aguantaba su mal genio y sus rarezas sin dejar de bromear; realmente el único que lo hacía. Esa maldita canción, le trajo a la cabeza la última conversación que habían tenido, aunque no, no había sido una ‘conversación’. Esa misma mañana, le había ladrado al pelinegro una cantidad de cosas que no sentía en el corazón. Se arrepentía, claro que se arrepentía. De hecho, había estado esperando la llamada de después de cenar que siempre le hacia Takao, pero esa llamada nunca había llegado.



Dicen que soy una foto en blanco y negro 
Que tengo que dormir más 
Que me puede mi mal genio 

Dicen que soy 
Una chica normal 
Con pequeñas manías que hacen desesperar 
Que nos e bien 
Donde está el bien y el mal 
Donde esta mi lugar 
Dicen que soy 
Un océano de hielo
 
Que tengo que reír más 
Y callar un poco menos
 

 

Y tanto           que se había dejado llevar por su mal genio ¿pero como siempre, no? No entendía por qué esa vez marcaba la diferencia en sus vidas. Normalmente así eran sus días, Kazunari lo recogía por las mañanas, sonriente, cosa que de verdad lo desesperaba ¿Quién estaba tan contento a esas horas? Lo envidiaba.

Pero que sí, que esa vez había algo diferente ¿y si se había cansado? Como tarde o temprano lo hacían todos; cansados de sus manías. Unos lo llamaban loco, otros friki, otros raro. Para Takao, simplemente era ‘Shin- chan’.

¿Cómo alguien como Kazunari había acabado por fijarse en él? El siempre serio Shintaro.

 


Y esta soy yo 
Asustada y decidida 
Una especie en extinción 
Tan real como la vida 
Y esta soy yo 
Ahora llega mi momento 
No pienso renunciar 
No quiero perder el tiempo 
Y esta soy yo 
Y esta soy yo

 

Una especie en extinción… eso era Kazunari, estaba seguro. Y se sentía afortunado por tenerlo junto a él, era especial. De ninguna de las maneras tenía intención de dejarlo ir, claro estaba. Y eso lo sabían todos. Takao- era- suyo ¿lo sabían todos, no? Nadie se atrevería a quitárselo.

¿O sí? Mataría a quien se atreviese. Perder a Takao sería como… perder la brújula en medio del mar. Perdido para siempre.



Dicen que voy 
Como perro sin su dueño 
Como barco sin un mar 
Como alma sin su cuerpo 

No sé lo que tú piensas 
No soy tu cenicienta
 
No soy la última pieza de tu puzle sin armar 
No soy quien ideaste 
Quizás te equivocaste 
Quizás no es el momento
 

Pero Midorima se perdió el final de la canción. Antes de que acabase el ya había salido de su habitación, como alma que corre el diablo, cogiendo una cazadora y dejando con caras asombradas a sus padres. Quienes lo observaron partir sin decir nada. Nunca habían observado mirada tan decidida en su hijo.

Los dos chicos, decididos, habían salido de su casa lo más rápido posible, buscándose, necesitando encontrarse. Takao por su parte, quería decirle a su Shin- chan que ya estaba harto ¡él valía mucho! Y quería dejarle las cosas claras. Mientras que Midorima simplemente sentía la urgencia de dejarle claro a Takao que él era suyo y que no podía irse con nadie.

Con sus inseguridades, su necesidad de atención, su tsunderismo o su egoísmo, ambos se amaban y pertenecían, como nadie antes.


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