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El sol volverá a brillar sobre nosotros. por javithabadeer

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Avanzó por la cubierta del barco, la brisa que impulsaba a la nao mecía sus cabellos hacia adelante, molestando un poco en la vista. Su capa estaba en las mismas condiciones, ondeaba pesada metiéndose a veces entre sus piernas, ¿Por qué tenía que vestir formal al bajar a puerto? Bueno, considerando que era el príncipe de Asgard y que tenía una imagen que cuidar. El viaje había tomado un par de semanas, desde niño que amaba la vida en el mar, sentir la lluvia en aquel pequeño trozo de madera sobre el basto océano. Sentir que no era más que una simple mancha en aquel lienzo pintado de azul, y sentir los truenos en su expresión máxima haciendo vibrar sus huesos. Pero las tormentas las habían dejado tres islas atrás, se había embarcado con la excusa de que haría tratos con algunas islas cercanas para abrir el comercio, aunque en realidad sólo quería escapar de sus deberes de futuro rey. Odiaba tener que pensar en eso, las responsabilidades, el tener que cuidar de otros, amaba a su gente, sí, pero tener que hacerse cargo de ellos era algo de lo cual no quería en su vida, al menos no aún. 

—Mi señor, ya está puesta la escalera al puerto. —Comentó el capitán del barco.

—Bien, gracias capitán Tenira.

El hombre sólo asintió y con ello se retiró, Tenira era una persona de pocas palabras, un lobo de mar, con cicatrices y unos cuantos dedos menos, pero un gran capitán, lo conocía desde que era un niño, un gran amigo de la corona. Bajó de la nao sintiendo el cambio al pisar tierra firme, su cuerpo seguía buscando regular el balanceo de las olas, aunque ya no existía. Sin darle mucha importancia encontró al final de la rampa su caravana, un grupo de soldados que habían ido por él al muelle. Como odiaba eso, sentir el agobio, las miradas, los comentarios... cuando bajaba en otras islas, pocos sabían quién era, podía meterse a prostíbulos y gozar de la compañía de una muchacha sin que ella estuviera obligada a ser gentil por ser el príncipe, aunque como príncipe no debería entrar a esos lugares... Avanzó siendo rodeaba por sus escoltas, su rostro estaba un tanto bronceado por el constante contacto con el sol. El día era hermoso, el sol brillaba sobre el reino, era sin duda alguna uno de los reinos con mayor gracia divina, tenían grandes terrenos de cosechas, comercio por mar y tierra con otros reinos vecinos, sin dudas, su economía era bastante buena. Gracias a los Dioses, claro estaba. No pasó mucho para que lo hicieran subir a un caballo, la distancia entre el castillo y el muelle era grande, así que era mejor ir en un corcel. Tenía uno propio, bien entrenado y criado con él desde que era pequeño. Era un hermoso ejemplar, de pelaje negro y trenzas adornadas con hilos de oro. Tomando las riendas lo hizo avanzar, caminó por las estrechas calles recibiendo la bienvenida de las personas que pasaban, niños que sonreían al verlo o saludaban buscando su aprobación. Una vez tuvo espacio suficiente hizo correr a su caballo, galopando llegó hasta el castillo en cuestión de minutos. Trotando llevó al animal hasta los establos, desmontó acariciando su hocico una vez estuvo abajo. El vaho salía de sus fosas nasales, era una hermosa mañana de verano. Sus botas se ensuciaron con el barro húmedo del lugar, le entregó su caballo al mozo de la cuadra para que cuidara de él. Ingresó al palacio por la cocina, las mujeres de contextura gruesa hablaban entre ellas, comentando y hablando de otras personas, claro. Sonriendo besó a una señora de cabellos castaños que vestía con un vestido largo y una delantal encima. Aprovechó para robarle un trozo del pan que había sobre una canasta de madera trenzada.

—He vuelto. —Dijo este como si no fuese obvio.

—Oh mi pequeño Thor. —Respondió la mujer sonriendo. —Que no te vean comiendo o tu madre te regañará. Por cierto, escuché que hay noticias.

—¿Si? —Preguntó mientras tomaba una jarra llena de vino. Bebió un trago dejando que unas gotas cayeran por la comisura de sus labios.

—Si, creo que es sobre un reino vecino, no pude escuchar mucho.

Agradeció el anuncio y así se retiró de la cocina. Entre pasillos llegó hasta el salón principal donde su madre bordaba una prenda y su padre medio dormitaba en su silla. Al ingresar hizo una leve reverencia, su madre despertó a Odin para que se diera cuenta que su hijo estaba presente.

—He vuelto. —Anunció este con un tono alegre.

—Bienvenido seas, hijo de Odin. —Comentó su padre. —¿Lograste los tratos?

—Por supuesto que sí. La isla herradura, la isla gorda y la isla candado se unen a nuestro comercio. Escuché que había noticias, ¿Qué sucedió? ¿Guerra?

—Todo lo contrario, querido. Matrimonio. —Anunció su madre. 

—¿Si? ¿Quienes se casan?

—El príncipe de Jotunheim y tú.

Al escuchar aquella declaración se quedó totalmente en blanco, ¿Él se iba a casar con quién? Debía ser un chiste de mal gusto. Sonrió levemente mirando a su madre, pero ella no le correspondió, todo lo contrario, lo miró con seriedad absoluta. Aquello hizo que el enojo brotara de su cuerpo.

—¡¿Me voy unos días y me encuentro con esto?! —Soltó este con total enfado. —Es que deben estar bromeando, ¿Qué les hace creer que desposare a un Jo...?

—Thor, esa decisión ya fue tomada y no hay nada que puedas hacer al respecto. —Sentenció su padre. — Tómalo con honor o muere bajo mi espada.

Estupefacto miró a su padre alzando una de sus gruesas cejas. Su padre, su adorado y amado padre lo estaba amenazado.

—¿Estas amenazándome? —Cuestionó sin creerlo del todo. Jamás en la vida había tratado a su padre como un igual, siempre había tenido mucho respeto, pero la noticia lo había golpeado como una ola gigante.

—Tómalo como quieras, pero esa es mi sentencia, escoge.

Se quedó en silencio observando a su padre, por mucha décadas, quizá hasta siglos, se habían visto envueltos en conflictos bélicos con aquel reino. Eran seres que vivían a la sombra de todo, de aspecto siniestro y no creyentes de los Dioses. Eran monstruos, abominaciones que habían poblado la tierra en búsqueda de luz y vida de otros. ¿De verdad esperaba que se casara con un ser así? ¿Acaso estaba loco? Pues por más que lo miró al ojo, este no cambio su actitud, de verdad quería que se casara con un ser de hielo.

—El rey Laufey y el príncipe Loki están aquí. —Anunció uno de los guardias desde las puertas.

—Hazlos pasar. —Pidió Odin. 

 


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