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Lazo Tardío por Whitekaat

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Notas del fanfic:

  • Los personajes no me pertenecen y eso que todos saben.
  • Probablemente sea un two-shoot o se quede como one-shoot dependiendo de mi animo y como reciban la historia.
  • Tenía ganas de escribir algo como esto y ahora que ando con algo más de tiempo lo hice.

 

Notas del capitulo:

Hola, espero les guste esta mini historia por el mes de géminis.

 

 

 

FRUTAS – MIEL Y CAFÉ – LAVANDA

 

Sus fosas nasales se abrieron y se deleitaron al sentir aquel olor y seguido de una oleada de calor que atravesó por su cuerpo, Saga solo suspiró como si expulsara aquel calor que se había comenzado a aferrarse bajo su piel, pero el día no ayudaba mucho, un caluroso día de verano.

Los dos amigos, ambos con su ropa deportiva de gimnasia, uno de los chicos huyendo hacia cada sombra que podía encontrar para evitar quemar su blanca piel y otro que ni se inmutaba ante el ferviente sol que amenazaba con derretirlos en su camino a casa.

—­ ¿Llevas un nuevo perfume? —­ ­Saga se acercó a su compañero utilizando su nariz buscando con insistencia rastros de aquel cautivador aroma.

—­ No, nada nuevo ¿Huelo diferente? ¿Te gusta? —­ El castaño mantenía una sonrisa pícara mientras movía sus cejas sugerentemente ganándose sólo unos ojos rodando por parte del geminiano.

—­ Claro Aioros, acabo de descubrir que eres mi pareja destinada, como no lo vi antes —­ Respondió con sarcasmo, mientras su compañero de ojos verdes reía.

—­ Eres un omega bastante cruel, hasta ahora eres el único que ha resistido mis poderosas hormonas de alfa —­ El moreno cruzó sus brazos mirando directamente a su amigo, ya no sabía cuántas veces habían tenido ese tipo de conversación, cuanto tiempo Aioros se le había insinuado al omega nuevo que había llegado a su salón hace años atrás, pero lo único que había conseguido fue su amistad, una muy extraña amistad si podía agregar.

—­ Debe ser porque no las alcanzo a oler bajo toda la peste que tienes —­ Si, Saga era mordaz y una de las lenguas más rápidas de la clase en oscasiones, no en el sentido que a todos les gustaría decir.

—­ ¡Hey! —­gritó Aioros mientras empujaba al gemelo para que dejara de reírse a su costa, ya no sabía en qué momento había considerado seducirlo y elegirlo como potencial pareja.

Saga se diferencia de todo omega que hubiese en el instituto, no era frágil, no era sumiso, era capaz de causar miedo en cualquier alfa que quisiese sobrepasarse con él, en ocasiones mal hablado, mordaz, sarcástico y apático, muy alejado de aquella imagen de omegas de ojos grandes y sonrisas tímidas, el geminiano era un caso especial, un espécimen que desafiaba a la naturaleza lo nombraba Aioros.

—­ Eres el único omega que no piensa en su pareja destinada y que rechaza a cada alfa que se intenta acercar, aún tengo pesadillas con la vez que me declaré el primer años que llegaste y me humillaste frente a la clase —­ Aioros volvió a cruzarse de brazos mientras miraba al chico de cabellos azules, encontrándose con aquellos hermosos ojos azul verdosos que lo habían impresionado desde el primer día.

— Aioros, ya te pedí disculpas por eso y no, ya sabes que no soy como cualquier omega, espero jamás encontrar a mi pareja destinada, no quiero amarrar mi vida a alguien, no quiero pasar por mi primer celo, si hubiese una forma de dejar de ser omega lo haría, tengo planes para mi vida y no quiero que mi género sea un limitante para eso. — Desde que tenía memoria Saga podía recordar la frase omega, recordaba las lágrimas de su madre al enterarse, el abrazo confortante de su padre, las palabras hirientes de las personas, las miradas de lastima y lujuria de los demás.

— Si, lo sé, además no dejaré que ningún alfa se interponga en nuestra amistad — Aioros le volvió a sonreír y el geminiano sólo le devolvió la sonrisa con falso fastidio, sabía que el castaño era un gran amigo, su mejor amigo si podía decirlo, un gran compañero y uno de los pocos alfas que conocía que no eran unos completos idiotas.

— Aioria anda muy raro estos días, ya no quiere jugar conmigo, ya no me llama su héroe como lo hacía antes — Aioros resopló con fuerza y cansado, mientras una gota de sudor se escurría por su cien, con cada calle que avanzaban el calor sentía aumentar un poco más.

— Aioros, él ya no es un niño, está creciendo, además hace años que dejó decirte héroe, sería extraño y vergonzoso para él, ya tiene casi doce y tú vas a cumplir diecisiete este año — contestó el gemelo mientras ponía su mano sobre sus ojos para evitar la molesta luz que comenzaba a afectar su visión.

— Es una excusa, contigo no es así, cada vez que te ve, sigue corriendo a abrazarte y tú lo consientes, desde que te llevé a mi casa ha sido así, ladrón de hermanos — Si, en eso tenía razón desde la primera vez que fue invitado a la casa de Aioros fue de esa manera, viendo al pequeño Aioria de 8 años corriendo a saludarlo y alegrarse al verlo y él devolvía el gesto a pesar de que los niños nunca fueron de su agrado, pero el pequeño Aioria era diferente, era un pequeño divertido e inteligente  y era por eso que merecía un trato especial.

— Si quieres podemos cambiar de hermanos una semana, yo con Aioria y tú con Kanon — Saga rio al ver el espanto que se formó en el rostro de su amigo y no era para menos, si él era un tanto difícil de llevar, Kanon lo era aún más, con aquella seriedad impenetrable y apatismo por todo ser vivo en la tierra.

 

***°***°**°°***°°***°***°***

 

Ambos chicos suspiraron al estar bajo el resguardo de la casa del castaño, se regocijaron cuando sus pies desnudos tocaron el frío piso de madera de la habitación de Aioros, ambos chicos habían llegado finalmente a su destino, el frío cuarto del moreno, en donde podían descansar, ver alguna película antes de ponerse a realizar el trabajo que les había dejado su profesor esa mañana.

Saga se estiró sobre la cama de su amigo y volvió a sentir levemente aquel olor singular con un poco más intensidad que antes, Aioros se había marchado a la cocina a buscar bebidas heladas y algo para comer y él se había quedado descansando tirado sobre la cama.

La nariz del omega buscó con más insistencia aquel olor agrandando sus fosas nasales en el proceso de respirar más hondo, pero sólo sentía pequeños toques de aquel nuevo olor descubierto que lo tenía demasiado inquieto para su gusto y fue en ese momento que a lo lejos escuchó la puerta principal abrirse y al oler con más fuerza una nueva brisa con aquel aroma más intenso que antes, más concentrado, un olor tan delicioso y potente que caló hasta lo más hondo de su ser.

El calor que había dejado de sentir volvía a su cuerpo aún con más fuerza que antes, sentía un extraño hormigueo por toda su piel, su respiración se volvió errática al igual que los latidos de su corazón, sus dientes vibraban y cuando sintió una extraña sensación recorrer su ingle mientras escuchaba unos pasos subir apresurados por las escaleras a medida que el olor se intensificaba, supo finalmente que estaba sucediendo.

Su celo.

Se levantó tan rápido como sus reflejos le permitieron, cosa que no fueron de mucha ayudan cuando sus piernas eran gelatina llevándolo a caer al suelo mientras cerraba los puños ante la desesperación y cuando levantó la vista vio al portador de aquel olor.

Ese aroma que mezclaba un poco de café, lavanda, cedro, limón todos ellos convergiendo en un delicioso y atrayente aroma que comenzaba a atraer el peor de los miedos que Saga poseía, lo vio frente a él con sus rizos castaños más claros que los de su hermano mayor, sus ojos verdes, esas facciones que conocía hace bastante, la cara de aquel niño que mimaba perdiendo un poco de sus rasgos infantiles.

Aioria se acercó al amigo de su hermano con sus manos temblando, todo ese día se había sentido extraño, como si algo en su interior lo molestara, cosa que atribuyó exclusivamente al calor de ese día, pero cuando llegó a la casa supo que no era sólo eso, no, cuando supo que Saga estaba en la casa, ese algo extraño dentro de él se liberó, y junto con ello un delicioso aroma a miel, frutas y almendras bajaba como un espesa neblina desde el segundo piso hasta llegar a él.

Su cuerpo se tensó sintió su cuerpo arder, se sintió tan o más extraño como cada vez que despertaba durante las mañana desde hace unas semanas, una presión molesta rozaba su entre pierna pero estaba demasiado hipnotizado por aquel olor como para fijarse realmente en que le ocurría a su cuerpo, sólo una cosa ocupaba su mente y ese era Saga.

Quería abrazarlo, volver a sentir su cercanía, oler sus cabellos, acariciarlos, ser recibido en sus brazos como siempre lo hacía y ansioso/deseoso por aquello corrió escaleras arriba de donde la fuente del olor prevenía.

Y en ese abrir de puerta sus ojos se encontraron, como si estuviesen conociéndose por primera vez a pesar de que no lo era, Aioria veía las mejillas rojas de Saga mientras lo miraba con una extraña mirada, en ese momento el mayor le pareció lindo, no, aquella palabra era muy corta para describir a como sus ojos veían al mayor, se acercó hasta llegar a él, analizando al otro con su mirada, sintiendo miedo y a la vez ansias por tocar su piel.

Pero Aioria no pudo resistir su inspección más tiempo y se colgó del cuello de Saga como siempre lo hacía, tocó sus cabellos con suavidad, olió su cuello, sintió el delicioso aroma que emanaba Saga envolverlo y sus oídos escucharon aquel sonido ahogado que se rehusó a salir de la garganta del de cabellera añil.

Saga por otra parte no podía sentirse peor, su mente se sentía nublada, su cuerpo caliente, sus brazos y piernas tiritaban, tan sólo aquel abrazo de Aioria había sacado de él un gemido que alcanzó a guardar en su garganta, su cuerpo estaba hecho un desastre por un niño, aquello era lo peor de todo, su cuerpo estaba derrotado por un chico aun desarrollándose, entre aquellas luces de conciencia se recriminaba y evitaba con todas sus fuerzas sucumbir más a sus deseos, pero el olor del menor lo derrotaba, aquellas feromonas que apenas se desarrollan lo tenía de esa manera, no quería ni imaginarse que poder podría tener un Aioria adulto en él, y el imaginar al pequeño castaño de su misma edad provocaba otro estremecimiento dentro de él deseando que aquel íntimo lugar que ya se encontraba completamente humedecido fuese atendido por aquel alfa.

Porque Saga lo sabía ese chico era un alfa, su alfa destinado que esperó a crecer para mostrar el lazo que los unía por la vida entera.

— ¿Saga, estás bien? — Un Aioria de doce años aun no entendía del todo lo que estaba ocurriendo, sentía al mejor amigo de su hermano emanando calor desde su cuerpo, temblando entre sus brazos y propagando un olor que con cada inhalaba deseaba más.

— Aioria, sal de aquí por favor— El mayor miró con sus ojos directamente a aquellos verdes, una mirada cubierta de un brillo líquido, empapados de súplica, sus mejillas con un tono carmín tiñendo aquel habitual pálido color, la mente del menor era un caos por un lado quería hacerle caso a Saga pero por otro algo en su interior le impedía dejar esa cercanía y estrecharlo aún más hasta fundirse con él.

Pero el contacto que ambos compartían fue cortado en tan sólo un segundo por un castaño que llevaba una de sus manos tapando su nariz mientras que con la otra tomaba su hermano mayor desde el cuello de la camisa y lo arrastraba con toda su fuerza fuera de la habitación para cerrar la puerta de un portazo dejando al omega completamente solo deseoso y anhelante por la cercanía del menor de los hermanos.

 

 


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