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I still feel for you. por nezalxuchitl

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Notas del fanfic:

Este fanfiction desarrolla dos lineas temporales que van narrandose simultaneamente hasta convergir, es decir, en letra normal se narrara "el presente" con la juventud de Sage y Hakurei durante el siglo 16, y en letra cursiva los sucesos del pasado, de la juventud de Itia durante mediados del siglo 13, hasta que la historia de Itia alcanze el punto en que le son entregados Sage y Hakurei para su entrenamiento. 

En esta ocasion, si es bastante necesario haber leido los gaidens XV y XVI de Lost Canvas correspondientes a los viejos gemelos (Old twins) asi como el capitulo celebracion por el 30 aniversario de la saga Clasica que Shiori sacó con Itia y Krest de protagonistas. 

Habrá lemon en la historia, tríos, incesto, traiciones y muerte de personajes.

Habrá personajes inventados por completo en el relato, pero creanme que al final se apegara a lo establecido en los gaidens.

Para este fanfic, el incesto entre hermanos no es tabu dentro de la cultura lemuriana/muviana/de Jamir. Es normal y aceptado.

Hay mpreg, una version suave del omegaverse que yo manejo en la mayoria de mis fics, caso de que los lean.

Este es mi fanfic y lo escribo yo. Si tu lo quieres de otro modo, escribelo tú; seria fabuloso que hubiera mas fanfics con los personajes del gaiden de los Viejos gemelos.

Notas del capitulo:

Distance is covering your way,


Tears your memory; 


All this beauty is killing me.


(La distancia esta borrando tus pasos


las lágrimas tu recuerdo;


toda esta belleza me está matando)


Nightwish, Beauty of the beast, fragmento.

I still feel for you

(Aún guardo sentimientos hacia ti)

 

Hacía mucho que no hacia una visita a sus más importantes aliados. Hacía mucho que no iba a ver a Astrancia a Jamir, y le parecía correcto devolverle la visita.

Además, podría conocer a sus dos pequeños hijos. Esos que había tenido solo.

La comitiva patriarcal llegó teletransportada hasta la mismísima explanada del castillo del señor de Jamir. Itia sonrió al ver la vieja torre. A su vieja amiga.

Dos cabecitas a sus lados, bajo sus manos, a la misma altura, con los mismos ojos y diferente peinado. No pudo menos que admirarse de su belleza y su similitud. No solo entre ellas sino con su madre. Nunca conocio a Asha asi de joven, pero ya sabia como se veía. Como pudo haberse visto, si el peinado fuera una trenza.

Una larga y gruesa trenza acomodada sobre su hombro derecho.

-Asha.

Itia era informal. Se llego frente a el, extendió las manos juntas, palmas arriba, para que el pusiera sus palmas sobre las suyas, bendición y bienvenida al viajero.

Se miraron a los ojos. En los ojos aun podía reconocerse, esperaba. No le cabia una arruga mas en el rostro y Asha también estaba muy desmejorado. Esos niños habían sido como cien años mas, pero lo miraban con unos ojos que desarmaban.

Era la primera vez que los niños miraban a un humano. A un varón. No les parecía amenazador, ni diferente, como algunos decían.

-Patriarca.

Asha inclinó la cabeza en un viejo saludo, ya en desuso, en el que frente con frente, los amigos intercambiaban sus pensamientos. Luego alzó las manos, abriéndolas.

-Sage, Hakurei, mis hijos.

-Son hermosos – los toco protegidos por su madre. Hacia él se inclinaban y el los abrazaba. Su contacto les resultó indiferente.

Luego la familia se abrió y le dieron la bienvenida al interior de la torre.

 

*

 

Música, alegría. Sirvientas ataviadas con hermosos colores, y un banquete digno de un emperador. Se divertía viendo como sus caballeros se admiraban de lo que comia un lemuriano.

Las pequeñas crías, relegadas a la izquierda de su madre, cediéndole Hakurei el lugar de honor a la derecha, devoraban empanadas como si no hubiera un mañana.

-Los poderes telequinéticos, y el crecimiento, demandan gran cantidad de energía. – le comentó a su amigo, entre plato y plato.

-Sin duda. – se limpió la comisura con una servilletita, tan adorable y correcto como siempre – Has perdido el apetito, amigo mío, ¿o quieres otra cosa?

Negó meneando la cabeza.

-Los manjares lemurianos son tan exquisitos como siempre, pero no me cabe un bocado más.

La edad, comprendió Asha, cubriéndole la mano con la suya, en el espacio entre sus cojines. Ahí, a salvo de la vista de curiosos, Itia volteó la mano y entrelazaron sus dedos.

Asha dejó sus dedos para comer. Itia siguió viéndolo, y tras él, a sus pequeños. Risueños, olvidado de los modales, el mayorcito. Unas verdaderas bellezas.

-Ignoraba que los lemurianos pudierais crear réplicas de vosotros mismos. – aprovechó para comentar en otra pausa.

-Fue una falla. – se apeno Asha. Itia lo miro intrigado y prosiguió en voz baja – Yo era demasiado viejo, por eso la semilla se partió.

-¿La semilla? Querrás decir el fruto.

-Si, es verdad, el fruto. Pero mi semilla floreció sola, ya te lo había comentado.

Si, cuando el, pecando de indiscreto ante la noticia de que el señor de Jamir había dado a luz, pregunto quién era el afortunado padre al enviar sus felicitaciones.

-No lo comprendo.

-Sabes que los lemurianos tenemos hijos cuando lo deseamos – Itia asintió, reafirmando el conocimiento previo – pues yo deseaba tanto tener uno, ya no estar sola, que a pesar de las precauciones – no tener pareja – concebí uno. Pero el fruto se partió por completo en la primer división porque la semilla era muy vieja.

-Pero los frutos pueden partirse por completo también en semillas jóvenes – miro en dirección a sus caballeros de Géminis, que siempre eran uno solo en esencia.

-Así es, pero en mi caso, fue la edad. Sin embargo, Sage y Hakurei son asombrosos… - se voltearon a ver a su papa al oír sus nombres y este los acaricio cariñoso.

-Dignos hijos de su padre.

-Te lo agradezco. Más temía que algo malo ocurriese con ellos, por culpa mía.

-¿Cómo podrías hacer tu algo malo? – aseveró con total convicción Itia.

Asha volvió a apretarle la mano y comenzó con el postre. Itia no pudo resistirse a la rebanada de varias capas de miel y almendras del mil hojas servido frente a él, mera cortesía para un extranjero que no podía llevarles el ritmo.

-Delicioso. – miro al gemelo pequeño limpiar miel de la comisura de su hermano y comérsela él. Asha le asintió gentil y se obligó a mirarla – Como sea, has sido bendecido con dos hermosos principes. ¿Qué harás con el menor?

Era de suponerse que el mayor lo heredaría.

-Si piensas casarlo…

Asha los despidió.

-Sabes que no es nuestra manera de pensar. – lo reprendió. Itia estaba convencido de que la manera de actuar de los suyos era la correcta, como cualquiera – He pensado que rijan juntas; hay un lazo muy fuerte entre ellas, y se complementan.

-Como que surgieron de uno mismo. – levantó su vaso Itia – Ahora me siento culpable por querer llevarme no al príncipe, sino al heredero de Jamir.

-¿Para casarlo? – sonrió.

-No. De sobra conozco vuestra manera de pensar. Para convertirlo en caballero.

Asha lo miro serio. Caballeros y patriarcas anteriores no habían querido que uno de los suyos portara una armadura, por temor a lo que podrían hacer siendo sus creadores. Por temor, porque no eran humanos de la misma raza que ellos. Y los lemurianos lo habían aceptado, no sin resentimiento algunos, que creían que los griegos los consideraban inferiores, o malvados.

Itia lo sabía, y prosiguió, con su incomparable cortesía.

-Llámame egoísta, pero desde que en los calores de junio me llegó la noticia de tu alumbramiento, pensé en que hace años no tenemos caballero de Cáncer.

-Pero incluso la armadura de los gemelos sirve a un solo portador. Está en uno o en otro.

El primogénito de Géminis portaba la armadura dorada; su hermano menor no poseía armadura.

-Un humano jamás podría adquirir por si mismo las técnicas del Sekishiki, las más difíciles de todas. Vosotros, los lemurianos, podéis aprenderlas directamente de la armadura.

-Los humanos también podríais aprender…

-Pero no al nivel de un lemuriano. – sonrió Itia - ¿De que serviría a Athena un caballero dorado que no domina sus habilidades?

-Pero tú necesitas un solo caballero.

-Y tu un solo heredero.

-No desearía separarlos.

-Dámelos a ambos.

-Eres ambicioso, Itia.

-Lo soy. Está en mi naturaleza imperfecta.

-¿Qué harías con el que no portara la armadura de Cáncer?

-Le daría la armadura de Altar. – Asha abrió la boca – Yo también necesito a un heredero, y, a diferencia de ti, no tengo opción. No puedo concebirlo ni encuentro uno digno. Tus hijos son majestuosos. Imagina lo que un lemuriano haría a la cabeza del Santuario.

-Me tientas y me halagas, pero no viniste a verme si no a quitarme a mis hijos.

Sus ojos verdes parecían piedras. Preciosas, pero piedras.

Tomó sus manos y se las besó.

-Jamás. Es una petición, no una súplica. Nada me gustaría más que tener a tus hijos, pero si su destino es ser regentes de Jamir, otros encontraré.

-Sabes que no creemos en el destino.

-Lo sé.

Los gemelitos jugaban más que danzar con las manos unidas. Otras parejas de lemurianos bailaban, y los caballeros de la comitiva no daban crédito a tanta belleza. A tanta liberalidad, de donceles besándose ante sus ojos.

-¿Bailarías conmigo, mi reina? – Itia quería mostrarles a los suyos que tenían una oportunidad.

-Claro, patriarca.

 

***

 

Terminaron la velada sobre el tejado de la torre de Jamir, lado a lado, mano a mano, compartiendo en plácido silencio la mutua compañía. Habían vivido muchas cosas, juntos, y las que habrían podido vivir lo atormentaban, a él. Bajo esas mismas estrellas, un poco más a la izquierda, un poco más cerca, habían estado otra vez, hacia más de doscientos años, antes de separarse.

 

*

 

Su primer misión como caballero, solicitar la ayuda de Lemuria. Pero accesar la ciudad flotante era virtualmente imposible. Los lemurianos se habían retirado, hartos de convivir con gentes que no dejaban de pelear. Y un patriarca demasiado orgulloso se había negado a seguir en contacto. Pero la guerra con Poseidón, una generación atrás, les había enseñado cuanto necesitaban a los lemurianos. Sus habilidades con las armaduras, sus habilidades en general.

Estaban llenos de santos cuya armadura era un montón de chatarra, y los espectros comenzaban a reencarnar.

Su armadura era una de las pocas que había sobrevivido. Incluso entre las doradas había habido bajas. Tres de sus compañeros de bronce sacrificaron sus vidas para que la nave de Athena surcara los aires, pero solo uno de corazón justo, que siguiera el camino de lo recto, podría llegar a la ciudad flotante.

Cerró los ojos y dejo que el corazón lo guiara. El timón se movió suavemente en sus manos. Sus compañeros gritaban aterrados por lo que veían, por las ilusiones que para ellos eran muy reales.

Agradecido por haber superado la prueba sintió la proa encallar en la suave arena rosada. Unas beldades más allá de lo imaginable los señalaban agrupadas en coritos, y echaron a correr cuando él y los otros, semes en su mayoría, bajaron.

-Por favor – extendía la mano – solo queremos hablar. ¿Dónde está su rey?

Se acercaron a la ciudad en son de paz. Llevaban los brazos abajo y las manos expuestas. Cerca de la muralla, una comitiva vino a recibirlos. Al frente iba un hermos lemuriano de cabellos lilas.

-Soy Kimaya – dijo en griego - ¿Por qué han venido sin ser invitados, caballeros de Athena?

Kimaya tenía unos hermosos ojos rosados.

-Necesitamos su ayuda. – fue honesto y vehemente, Itia – Solíamos ser aliados.

-Tu patriarca dijo que no nos necesitaba. Athena no lo desmintió.

-No fue mi patriarca. Athena no estaba encarnada, o jamás lo habría permitido. Athena sama nos envía y ruega que estéis dispuestos a ayudarnos.

-Tu armadura esta lastimada. – le dijo, tocando su hombro, como si nada hubiera escuchado - ¿No ves sus heridas?

Tocaba su pecho en líneas caprichosas y le costaba concentrarse.

-Esta reluciente ante mis ojos.

-Así que es verdad que son ciegos… - murmuró – Ven – lo llamo – el señor de Lemuria te recibirá.

No parecía haber uno feo. Un omega feo, es decir. Ni un seme. Ni uno solo, a la vista: todos los lemurianos eran altos, bellos, de colores inesperados y hermosos en inusuales combinaciones en pelo y ojos.

Su ciudad parecía idílica, con bellos y decorados edificios, con criaturas conviviendo en paz.

No van a ayudarnos, pensó Itia, no tienen por qué hacerlo, arriesgar su paraíso por nuestras groserías.

El señor de Lemuria tenía el cabello naranja y los ojos amarillos. Lo escucho, atentamente, y sin decidir nada los invitó a que comieran y descansaran. Un asistente les indico las normas de urbanidad que se esperaban de ellos (no intentar violar a nadie y acabarse al menos el primer plato).

Caballeros desarmados y con solo una tiara o una greba no lo dejaban comer en paz. Recordaba porque estaba ahí, que el Santuario podía ser atacado, que incluso Athena no poseía armadura…

Se retiró del salón, sin que nadie se lo impidiera. Sin obstáculos de seguridad vago por pasillos y puertas, encontrando estancias que no se correspondían.

Le costó trabajo abrir una puerta, una sola, y tras ella, flotando sobre un loto de amatista, estaba un lemuriano de largo cabello blanco peinado en una trenza sobre su hombro derecho. Era mayor que él y particularmente hermoso, pero parecía dormido, levitando.

“¿Quién eres y que haces aquí?” – escuchó en su mente.

-Soy Itia de Libra y vengo a pedir ayuda.

“¿No puedes hablar sin hacer ruido?”

“Lo lamento”

“¿Si no te damos ayuda tienes orden de arrebatárnosla?”

“Jamás”

-Está prohibido estar aquí. – abrió los ojos y le permitió escuchar su voz, escucharla con sus verdaderos oídos – Seria malinterpretado, y mal visto, que un extranjero se metiera solo en el corazón de Lemuria.

-Solo buscaba a su reina, para insistirle en nuestra suplica.

-¿Sabes que una suplica es de mala educación? Estas obligando a tu interlocutor.

-Lo lamento. No lo sabía.

-Llamarla reina también es una ofensa.

-¡Por la diosa! ¿No tenéis un libro donde explique lo que consideráis bueno y malo? – no podía creer la confianza e informalidad con que había hablado.

-Cultura lemuriana, I y II. Los encontraras en la biblioteca. “Ahora vete, no puedo hablar más contigo, o las demás lo notaran”

“¿Notar qué?”

Él también lo notó. Un ligero vértigo. Como si la ciudad se fuera a caer. Un nanosegundo, una ínfima vacilación. Pero la de la trenza estaba de nuevo como dormida.

Se escucharon carreras y gritos. Entraron por cinco puertas distintas.

-¡Ah, que le has hecho a Astrancia!

-No…

-¡Querías derribar la ciudad, para obligarnos a ayudarte!

-¡Malvado!

Para ser tan avanzados, podían ponerse bastante locas. Lo jalonearon, lo tironearon y lo llevaron donde su rey. Reina. Líder.

-Eres impaciente, Itia.

-Lo lamento mucho, pero la situación apremia.

-Sus vidas son cortas y el tiempo es diferente para ustedes. No responderé nada hasta no hablar con Athena.

-Yo mismo la llevaré…

-No. Somos nosotros las ofendidos. Tiene que venir a vernos.

-Os la traeré de inmediato.

Poso la rodilla en tierra y desandó el camino como un resplandor dorado.

 

*

 

-Aries ya estaba muerto cuando me conociste. – le dijo Asha, segura como una gatita en el tejado - ¿Krest ya era viudo?

-Escorpio murió con Aiacos, cuando nuestras armaduras ya estaban renovadas. Fue después.

-Hubiera querido darle mi sangre a tu armadura.

Aquello era más que una declaración de amor.

-¿Qué te impide hacerlo? – le sonrió, y por girarse el codo hizo resbalar la teja.

Asha lo pilló.

-Tu armadura no está lastimada.

-Pero pronto lo estará… - apretó su mano – Olvida mi petición. Fue demasiado egoísta hacerla.

Pero él ya no lo miraba. Leía en las estrellas, quizá con más claridad de lo que el mismo lo hacía.

Se tomaría su tiempo para decidir.

 

 

 Continuará...

 

Notas finales:

Astrancia, apodada Asha por los amigos, vendría a ser la madre de los gemelos en mi fanfic; en el gaiden, se lo ve solo como el líder de Jamir y quien tiene autoridad sobre la custodia de los gemelos como para enviarlos lejos a estudiar.

En mi relato, el, al ser de una raza humanoide alienígena es capaz de reproducirse como algunas lagartijas pertenecientes al orden Squamata, por partenogénesis, reproducción meiótica o reproducción clonal, como gusten llamarle. Este es un proceso en el que una hembra (omega, doncel, uke, turra) desencadena sola la meiosis, la división celular que cambia un ovulo en un embrión, produciendo una cria con su misma información genética.

Más información sobre este interesante proceso en el siguiente enlace:

https://www.uaeh.edu.mx/scige/boletin/icbi/n3/e6.html

La portada del fanfic la pueden ver aqui:

https://www.pinterest.com.mx/pin/793970609282132739/

Slán!


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