"¡El Mejor Papá!"
El lunes iniciaba de una manera tortuosa para cierto pelirrojo y todo por culpa de la maldita alarma a la que no le habían dado ganas de despertarlo. Oh, pobre y miserable Eustass Kid, quien intentaba abrocharse los pantalones sin caer porque, cielos, esa sería la cereza sobre el pastel.
Mira el reloj fijado en la pared cuando abrocha el botón de sus pantalones negros y ahoga un grito en su garganta; tiene menos de treinta minutos para llevar al pequeño demonio al preescolar y llegar a la universidad sin que el prefecto Smoker le de reporte de nuevo.
Definitivamente esta jodido.
— ¡Bonney, despierta ya! —grita el muchacho con un tono desesperado pero sin sonar brusco, deslizando su torso dentro de una camiseta para cubrir su desnudez. — ¡Se hace tarde y todavía no estas arreglada para la estúpida escuela!
Pero no recibe respuesta y eso le enfurece porque, vamos, el pobre ya la esta pasando mal al imaginar la sonrisa socarrona del maestro Akainu al impedirle entrar a la clase.
Como le odia.
Termina de colocarse los zapatos y antes de que pueda hacer o decir algo más; una pequeña niña de cabellos rosados y mejillas como las de un bebé entra a la habitación, exclamando un; — ¡Papi, buenos días!, ¿ya viste?, ¡me he vestido yo solita, papi!
La mente de Kid queda en blanco al escuchar la vocecilla y todas sus preocupaciones y el estrés acumulado desaparecen al ver a su chiquita comportándose como una niña grande. Inclusive puede sentir como el pecho se le infla de puro orgullo.
— ¿Lo hice bien, papi? —pregunta la menor un poco temerosa de haberse equivocado en el uniforme o quizás de haberse puesto los zapatos al revés.
El pelirrojo suaviza su expresión y le regala una sonrisa calmada —Bonney siempre a creído que su papi es más guapo que cualquier príncipe de los cuentos que su tío Killer le lee a veces cuando sonríe.
— Lo has hecho perfecto, princesa. —le responde él. Hace muchos meses Kid intentaba que la niña pudiese vestirse por su cuenta porque por más que fuese su hija; no era correcto que un hombre tocara a algo tan frágil como lo era ella. — ¿Papá te asusto con sus gritos?
La chiquita ríe divertida y niega con la cabecita; — Papi siempre esta gritando así que a Bonney ya no le asusta más —dice y se echa a correr hacía el muchacho, esperando a que la atrape entre sus brazos y así lo hace.
Kid baja las escaleras con la menor, cargándola con extrema delicadeza y cuidado, dejándola en el suelo por un momento. Toma la pequeña mochila de conejo rosa —que a sido preparada la noche anterior con galletitas de chocolate, manzanas y otras tantas chucherías— su desgastada mochila negra y las llaves.
Mira a su niña por un instante y se agacha para quedar a su altura; lo que es imposible porque Bonney siempre a sido más pequeña que los demás niños de su edad.
— Bien princesa; tenemos que correr ahora o papá llegara tarde de nuevo, ¿quieres repasar las reglas antes de salir? —le pregunta mientras lleva unos cuantos mechoncitos rosas detrás de la oreja de ella.
— ¡No, papi!, ¡Bonney ya es una niña grande! —exclama ella con un tierno puchero en los labios y Kid no puede evitar reír un poco por lo tierna que se ve.
— Bonney es una niña grande... Entiendo. —dice él y su semblante flaquea un poco porque cielos, siente como si de pronto su pequeñita lo fuese a dejar para ir a casarse o algo así pero luego recuerda que antes mata a cualquier mocoso estúpido que intente acercarse a su hija.
— ¡Andando papi o llegaremos tarde! —pica la menor, sacándolo de su fantasía de matar a ese mocoso de Drake por la vez que tomo la mano de Bonney.
Algún día cumplirá su deseo.
— Andando, princesa.
Tras esto, sube a la niña a su espalda y toma ambas mochilas con una mano para abrir y cerrar la puerta tras de sí, asegurándose de haberle echado llave; comprueba que no a olvidado nada y cuando todo esta listo... Comienza a correr como alma que lo lleva el diablo.