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Complemento por 1827kratSN

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Estaba nervioso, aunque la verdad había estado nervioso durante los últimos dos años. Respiraba profundo, apretaba los párpados, trataba de que sus manos no sudaran ni que ejercieran un agarre demasiado fuerte en la rosa roja —a la que le había quitado todas las espinas—, para no dañarla. Estaba en pánico, era hora de aceptarlo. A pesar de las tantas citas que habían tenido, incluso de ya conocerse lo suficiente para saber que alguno de los dos haría una tontería de la cual se reirían más tarde, nada de eso lo preparó para ese día.

 

—Tsuna-kun —bastó con esas palabras para que el castaño dejase caer la flor que llevaba con tanto cuidado, diera media vuelta tan rápido que trastabilló y terminó en el suelo cubierto por una fina capa de nieve— ¡Tsuna-kun! —sí, ahora fue él quien cayó primero.

—Auch —jadeó mientras intentaba levantarse—. Eso no lo vi venir —susurró apenado.

—Te ayudaré —el pelirrojo ofreció su mano enguantada para que el otro la sostuviera y se levantara.

—Gracias, Enma-kun.

 

Al estar ambos de pie se observaron por unos silenciosos minutos antes de reírse por el momento dado y agradecían que no hubiera gente en medio de ese parque debido al frío que aumentaba conforme la noche nacía. Tsuna entonces recogió la flor que milagrosamente no salió dañada y se la ofreció a la persona con la que llevaba saliendo por tanto tiempo, eso mientras trataba de disimular un poco su propio sonrojo con la bufanda que llevaba. Enma por su parte, sonreía avergonzado por el detalle y agradecía con una sonrisa sutil.

Así eran comúnmente sus encuentros. Todos siempre dados después de un pequeño tropiezo.

Se tomaban de la mano antes de discutir sobre a donde irían en esa noche, reían por las cosas que les pasó en esos tres días sin verse, compraban algo en medio de su travesía y la degustaban con parsimonia en medio de su plática, se pegaban más el uno al otro debido a que la vergüenza inicial estaba extinta y sonreían al ingresar al cine.

Pero ese día no era como cualquier otro.

Tsuna estaba ansioso debido a una sola cosa, tal vez dos… o tres, pero la más importante no fue por la que primero se preocupó al salir de la función. Su novio se sintió extraño y Tsuna en ese momento se dio cuenta del por qué. Con rapidez lo sacó de ahí, intercambió sus abrigos para que el aroma de ambos se combinara, cargó a Enma en su espalda para que no se forzara y fueron directamente a una farmacia. El propio Tsunayoshi fue quien compró el medicamento, agradeció a las dos betas que lo atendieron, y se encaminó a casa del pelirrojo con prisa pues lo menos que quería era que Enma se sintiera incómodo.

 

—Lo siento, Tsuna-kun —susurró cuando el castaño luchaba un poco con las llaves.

—No te disculpes. Ambos sabemos que tu celo es irregular, nunca prevemos cuando puede ocurrir.

—Pero debí llevar mi medicamento —jadeó levemente aferrándose más a la espalda de Tsuna—, fue descuidado de mi parte.

—Hay que pensar en que tuvimos suerte, pero no olvides cargarlos contigo la siguiente vez —le hablaba con dulzura a pesar de que de alguna forma lo estaba regañando.

—Gracias —susurró avergonzado mientras restregaba su mejilla en la espalda del castaño—, Tsuna-kun —su voz fue melódica, susurrante y dulce.

 

El castaño enrojeció instantáneamente al escuchar su nombre ser entonado de esa forma, pero respirando hondo volvió a retomar consciencia de su entorno, de sus instintos como alfa, e ingresó a aquel departamento. Eran en esas ocasiones que agradecía infinitamente el entrenamiento dado por su sádico padre, porque de otra forma tal vez hubiese estado planteándose en cómo aprovechar esa situación.

Con gentileza dejó a Enma en su cama, le quitó el abrigo, la bufanda y todo lo que le estorbara antes de recostarlo y cobijarlo. Le besó la frente antes de llevarle agua y cederle el supresor de aroma para que no se sofocara con el mar de feromonas que emitía. No sería la primera vez que él hiciera esas cosas, tampoco sería la primera vez de Enma quien ya lo había ayudado en sus celos también. Siempre se respetaron mutuamente y eso no iba a cambiar.

 

—¿Quieres que me quede un poco más?

—Quiero que te quedes esta noche —fue la avergonzada petición de Enma quien sujetaba la mano del castaño entre las suyas.

—E-está bien —sonrió un tanto dudoso pues hasta ese punto jamás había pasado tanto tiempo con Enma mientras éste cursaba su celo.

—Perdón si te molesto —dijo recobrando consciencia de sus palabras

—Para nada —sonrió Tsuna, enternecido por el sonrojo notable que combinaba con el rojo de aquellos ojos y el cabello desordenado que reposaba en la almohada—  pues me gusta estar contigo, Enma-kun.

 

Tsuna veló por el bienestar del joven omega, incluso preparándole una cena ligera antes de alistarse para una noche juntos. Con vergüenza Tsuna se acomodó junto al pelirrojo, sujetando sus manos, mirándose en silencio, compartiendo una intimidad ingenua donde el mayor roce que tenían era el de sus manos. El aroma que invadía el hogar era el combinado de ambos, una mezcla entre alfa y omega. Tsuna emitía sus feromonas para calmar la ansiedad del pelirrojo, Enma aguantaba los gemidos que su omega interno quería dejar escapar.

El amor es sinónimo de respeto, Tsuna recordaba que su abuelito se lo dijo y él opinaba igual.

El calor de Enma era intenso, dulzón, con una combinación entre canela y vainilla, Tsuna lo disfrutaba, su alfa amaba esos días. Enma no pudo soportar ver la sonrisa cálida que su novio le dedicaba y sin pensarlo se acurrucó en el pecho ajeno para así calmar sus ansias insanas, sintió dicha cuando fue envuelto en un abrazo gentil. Así se quedaron ambos, en medio de la oscuridad, aferrados al amor de su vida. Podrían quedarse así por siempre.

 

—Cásate conmigo, Enma —fue el susurro de Tsuna, pero el largo silencio se extendió.

—Sí —había dudado mucho, por eso se quedó callado, por eso y por la vergüenza que lo hizo estremecerse por el tono grave que Tsuna había usado.

—¿Estabas despierto?

—Nunca me dormí —rió suavemente.

—Entonces… acepta esto —y sorprendiendo a Enma, de entre sus bolsillos sacó un anillo bañado en oro con un pequeño adorno en diamante que incluso en medio de esa oscuridad brilló por la poca luz que se colaba por entre las cortinas.

—Es muy bonito —susurró Enma en respuesta mientras sentía los dedos ajenos colocarse aquella joya en su dedo anular.

—No se compara a tus ojos… pero a mí también me pareció bonito —Tsuna rió bajito avergonzando a su compañero.

 

Nada más dijeron, se acomodaron para escuchar sus latidos y ceder ante el sueño. No exteriorizaron exageradamente la infinita felicidad que ambos sentían, se guardaron todo y expresaron su sentir por medio de la unión de sus manos y el dulzor de sus aromas. Desde ese punto podían ya considerarse un alfa y un omega con un vínculo irrompible.  

 

 

 

 

Notas finales:

Krat quería hacer cursilerías y la pareja elegida fue esta. No hay más dulzura que estos dos juntos.

Espero lo hayan disfrutado~

Besos~


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